Abdulrajman Mohamed Saleh, de 23 años, fue ejecutado el día 18 de marzo de 2008 en la Meca, en Arabia Saudita. Su delito había consistido en abandonar el Islam y convertirse al cristianismo. La experiencia religiosa que había tenido no hacía más de dos meses, bastó para que fuera detenido inmediatamente por las autoridades; y así, sin posibilidades de defensa y con un juicio sumario, la ley saudita acabó con él, transformándolo en un nuevo mártir cristiano del siglo XXI.
Su padre, Tuareg, había sido un técnico petrolero oriundo de Malí. Con su esposa tuvieron 11 hijos. Uno de ellos se había convertido al Evangelio -lo que le valió una condena de 2 años de cárcel, de la que finalmente pudo librarse - por el testimonio que le había dado un cristiano extranjero. Hoy reside en cierto país del Magreb.
Pero Abdulrajman, nacido el 7 de febrero de 1985, documento de identidad saudita Nº AB 6.650.340, no corrió igual suerte: sus últimos días los pasó detenido en la cárcel Riad Alhaier, del barrio Sharaia, de la Meca. Un familiar suyo recibió una llamada de las autoridades locales, informándole de la detención de Abdulrajman: que él permanecía incomunicado y que habría de ser ejecutado de forma inminente. Y así sucedió el día 18 de marzo de 2008.
El mayor productor de petróleo del mundo -considerándose guardián del “verdadero islamismo” - aplica una interpretación de la ley coránica a rajatabla: el wahabismo. Y haciendo caso omiso a los más elementales derechos humanos, lleva al cadalso a cuantos hayan “apostatado de Mahoma”. Y no lo hacen fuera de la ley - al menos su ley - sino bajo ella.
Allí mismo, en la propia Península Arábiga, operan algunas de la multinacionales (petroleras) más grandes del mundo. ¿Será que las potencias de Occidente no le pueden hacer sentir a la tiranía de los Saudí que tales atrocidades son inconcebibles? ¿Y que dejan de hacerlo tan sólo porque sus intereses en la región pudieran verse afectados?
La indiferencia y el cinismo pueden llegar hasta el colmo. Y Abdulrajman, uno más de la lista, lo tuvo que pagar con su propia sangre.
Federico A. Bertuzzi
NOTA: La noticia nos fue suministrada el día 18 de marzo de 2008 desde cierto país africano, a través de cristianos que conocen bien las circunstancias.
Tal estremecedora noticia nos debiera impulsar a orar por este país de Arabia Saudita; oremos por los pocos cristianos allí, para que su testimonio y martirio no sea en vano. Debemos orar asimismo por nosotros mismos, que tenemos plena libertad de predicar, pero para que lo hagamos con poder y coraje en tanto que tengamos todavía esta libertad; y en especial para que alcancemos a los musulmanes que Dios está poniéndonos ante nuestras puertas.
Que el amor de Cristo nos constriña (2. Cor 5:14) y que abandonemos las necedades de una vida cristiana superficial “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef 5:16). J.E.
20.7.06