Devocionales

 

¿Cuál Rumbo tiene tu Vida?

 

¿De dónde vienes tú, y a dónde vas? (Génesis 16:8)

 

Así dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy Jehová tu Dios, que te enseña para provecho [te enseña para tu bien], que te conduce por el camino en que debes andar.  (Isaías 48:17).

 

Esta pregunta puede entenderse de dos maneras, ambas igualmente importantes.

 

La primera es: ¿Adónde va mi vida? ¿Cuál es su significado, su propósito? ¿A qué puerto se dirige mi barco? ¿Es siquiera un puerto? ¿Y si fuera un arrecife donde me espera un naufragio? ¡Sería una locura que un viajero continuara su viaje sin la menor idea de su destino! Y sin embargo, esto es la actitud de una gran parte de la humanidad. Debes estar de acuerdo en que esto desafía toda la razón.

 

La segunda manera de entender esto es: ¿quién dirige mi vida? Quizás podemos decir, con William Henley, un escritor inglés incrédulo del siglo XIX: «Soy el dueño de mi destino, el capitán de mi alma». Aquí surge otra pregunta: ¿Soy un buen capitán, dueño de mis acciones y reacciones, sabio en mis decisiones, prudente en mis planes? ¿O me guío por mis pasiones, mi egoísmo o mi orgullo? ¿Respeto las leyes/normas divinas?

 

A estas dos preguntas, el cristiano, [que realmente se haya entregado a Jesucristo, que ha nacido de nuevo - Juan 3:5-7] puede responder: Jesús es mi meta, Jesús es mi Maestro. El creyente sabe adónde va y a quién ha confiado la dirección de su vida. Querido amigo, ¿quién dirige la tuya? ¿Y hacia qué meta?

 

Podemos pedirle a Dios, como los salmistas: « Enséñame, oh Señor, tu camino, y guíame por senda de rectitud» (Salmo 27:11). «Vivifícame conforme a tu palabra» (Salmo19:25). Él nos responderá: «Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar» (Proverbios 4:11).

 

Fuente: La Buena Semilla, 18 de junio de 2025

 

De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es,
y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.
 (Palabras de Jesucristo - Juan 3:5-7)

 

Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en Él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna 
(Juan 3:16).

*Si tienes preguntas o quieres saber más al respecto: ¡escríbeme o llámame!*Alberto

 

Hermanos y amigos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, te invita a compartir esta reflexión con tus familiares y amigos, especialmente con los que todavía no conocen a nuestro Señor Jesucristo, para que ellos también puedan conocer el único camino que nos lleva a la vida eterna.

 

 

El Matrimonio: El camino planeado por Dios

 

El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne…
Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe

(Mateo 19:5-6).

 

Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella
(Efesios 5:25).

 

En la creación del mundo, en el primer capítulo de la Biblia, Dios declara que todo lo que había creado era “bueno”, pero en cuanto a la creación de la raza humana, varón y mujer, dijo que era “muy bueno”. El segundo capítulo arroja una luz diferente, ya que está escrito: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Adán estaba solo, y Dios desea que tenga a alguien con quien compartir sus pensamientos y sentimientos. Luego, completa su obra creando a la mujer, la esposa que podrá satisfacer la profunda e íntima necesidad de Adán: esta será quien le corresponda perfectamente. La mujer se alinea así espiritual, emocional y físicamente con su esposo. Ambos forman un todo, complementario pero diferente.

 

Este primer matrimonio es una obra maestra y maravillosa, que satisface las necesidades fundamentales del hombre y la mujer: apoyo mutuo, comunión de pensamiento y sentimientos, y también de sexualidad. Dios ha provisto el marco protegido y exclusivo del matrimonio para que estas relaciones puedan vivirse plenamente. El compromiso y la fidelidad mutua son una seguridad que permite al hombre y a la mujer cuidarse mutuamente, amarse con firmeza, durabilidad y edificar una familia.

 

Dios exige que este compromiso se mantenga. Y para mostrar la importancia que le da al matrimonio, lo convierte en una imagen del amor de Jesucristo por Su Iglesia, un amor que lo llevó a dar su vida por ella (Efesios 5:21-33).

 

Fuente: La Buena Semilla, fr., 14.6.2025;

Oremos por las familias, especialmente las cristianas donde hay tanta necesidad, tantos errores, hasta persecución entre hombre y mujer. Debemos clamar por las familias y con las familias, aconsejándonos acorde a lo que nos muestra la Palabra de Dios.

Someteos unos a otros en el temor de Dios.
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;
porque el marido es cabeza de la mujer,
 así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo,
y él es su Salvador.
Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo,
así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia,
y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha.
Así también los maridos deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos.
 El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
 Grande es este misterio;
 mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también
a su mujer como a sí mismo;
y la mujer respete a su marido.

 (Efesios 5:21-33).

 

¿Qué voy a hacer con mi vida?

Yo (Jesús) vine para que tengan vida y la tengan en abundancia (Juan 10:10).


Crecí en una familia judía acomodada en los Estados Unidos. Pero a los 17 me di cuenta de que mi vida no cumplía con mis aspiraciones más profundas. Me preguntaba sobre el significado de la vida. Alrededor de este tiempo, noté un cambio profundo en mi hermana mayor. Hasta entonces, ella había llevado una vida frívola como la mía. Ella explicó su cambio por su descubrimiento personal de Jesús, y dijo que era el Mesías. Me pareció estúpido. Tenía una buena educación judía y tenía mejores cosas que hacer que prestar atención a estas supersticiones...


Y ahora mi madre y mi hermana menor comenzaron a leer el Nuevo Testamento y a contarme sobre Jesús. Todo me sonó horrible. Decidí luchar contra la Biblia, pero tenía que leerla. Mientras leía las páginas que hablan de Jesús, me preguntaba acerca de Él. Durante mucho tiempo mi corazón se había endurecido contra Jesús, pero quería saber si él era el Mesías y si podía tener una relación personal con Dios a través de él. Entonces oré a Dios, pidiéndole que me revelara la verdad. El me respondió. Creí en Jesús, y su amor entró en mi vida. El vacío en mi corazón se ha ido, y ahora la vida me parece una aventura maravillosa.


Pasaron 3 años; he perdido varios viejos amigos, pero ni una sola vez sentí el viejo vacío. Sin embargo. Tengo ideales y metas que no tenía antes: fue Jesús quien me las comunicó”.
Shelley K.

Fuente: La Buena Semilla, fr., 5.8, 2020

 

'Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. ' (Juan 14:6)

 

Hermanos y amigos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, te invita a compartir esta reflexión con tus familiares y amigos, especialmente con los que todavía no conocen a nuestro Señor Jesucristo, para que ellos también puedan conocer el único camino que nos lleva a la vida eterna que Dios nos ha preparado de manera absolutamente gratuita.

 

 

¿Buenas excusas?

 

La palabra de la cruz es locura para los que se pierden, pero a los que se salvan … es poder de Dios (1 Corintios 1:18).

Aquí algunas excusas comunes para rechazar la Biblia y el mensaje del evangelio:

No entiendo lo que estoy leyendo. Algunos pasajes de la Biblia son difíciles de entender o parecen demasiado abstractos. Así pues, antes de leerlo, puedes pedir a Dios, que inspiró el texto, para que Él te ayude a comprenderlo. Él prometió: El que busca, halla; y al que llama, se le abrirá (Lucas 11:10).

No me interesa la religión. La Biblia no es un tratado de doctrinas religiosas, sino que nos presenta a un Dios que nos ama. Ella nos habla de Jesús, quien nos reveló al Dios vivo. Jesús dijo: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Juan 14:9). ¿Quieres descubrir a Jesús que te ama y quien quiere estar cerca tuyo?

Tengo la conciencia tranquila,
soy honesto, no necesito que me sermoneen. La Biblia dice: No hay justo, ni aun uno (Romanos 3:10). Puede resultar chocante, pero para Dios una simple mentira, un pensamiento codicioso, son pecados que merecen el castigo y que requirieron enviar a Su Hijo a morir en una cruz. Dios no quiere darnos sermones, sino que quiere que descubras cuál es tu naturaleza pecaminosa delante de Él, y también que aceptes la gran salvación que Él te ofrece gratuitamente.

No necesito a Dios, especialmente a un Dios invisible que no se preocupa por mí. ¡Si Dios no se preocupara por nosotros, no habría dado a su Hijo para salvarnos! El evangelio te demuestra Su interés en ti, para salvarte personalmente.

 
¿Es la indiferencia una buena respuesta al amor de nuestro Creador?

Fuente: La Buena Semilla, 28. 3. 2025; Redacción: VM-Ar

Porque de tal manera amó Dios al mundo,

que ha dado a su Hijo unigénito,

para que todo aquel que en Él cree,

no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:16

 

Hermanos y amigos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, te invita a compartir esta reflexión con tus familiares y amigos, especialmente con los que todavía no conocen a nuestro Señor Jesucristo, para que ellos también puedan conocer el único camino que nos lleva a la vida eterna que Dios nos ha preparado de manera absolutamente gratuita.

 

 


 

 

 

Imagen de depositphotos

 

Vivir en pareja

 

El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Génesis 2:24).

 

Los mandamientos de Jehová son rectos, restauran el alma (Salmo 19:8).

 

Observar a mis amigos de la universidad experimentar sus relaciones, me ayudó a comprender por qué Dios desaprueba el sexo fuera del matrimonio. Él no quiere intimidarnos sino protegernos.

 

Una de mis amigas tiene muchas relaciones de una noche y se siente decepcionada por estos “tipos” que la abandonan inmediatamente. Otra se entera de que su novio la engañó, algo que ya había sospechado. Una última amiga rompe con su novio de mucho tiempo y se inscribe inmediatamente en un sitio de citas porque no puede soportar estar sola. Todas estas chicas heridas depositaron su felicidad en otra persona que terminó decepcionándolas.

 

Si Dios estableció el principio del matrimonio es para evitar situaciones que inevitablemente terminarán haciéndonos sufrir. Ciertamente muchos matrimonios terminan mal debido a nuestro propio egoísmo. Pero Dios puso un marco protector para la felicidad de la pareja, con obligaciones: la fidelidad y el amor mutuo.

 

Confiemos pues en Dios. Cuando somos adolescentes o incluso más tarde; a menudo resulta difícil ser diferente a los demás, seguir siendo la “eterna soltera” cuando todas nuestras amigas ya tienen novio. Pueden reírse de nosotros y despreciarnos. Pero Dios, que nos creó, quiere nuestro bien: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). ¡Busquemos su aprobación, no la de nuestros semejantes!

 

Fuente: La Buena Semilla, 15.3.; Edición: VM-Ar

 

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