Devocionales

 

Imagen de freepik

 Cuando te corrigen… ¿cómo respondes?

 

El que tiene en poco la disciplina, menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección, tiene entendimiento (Proverbios 15:32).

 

Porque para esto fuisteis llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas: El cual no hizo pecado; ni fue hallado engaño en su boca: Quien cuando le maldecían no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquél que juzga justamente (1 Pedro 2:21-23).

¡Hoy me quiero desahogar!

 

Dios los bendiga, hermanos y amigos.

Estas próximas palabras son, quizás, un desahogo necesario... o tal vez algo ingenuo, no lo sé. Pero estoy seguro de que muchos de ustedes se sentirán identificados.

Comencé mi caminar con el Señor hace ya varios años. Al inicio, estaba totalmente enamorado; tenía eso que conocemos como “el primer amor”.

Deseaba conocer cada vez más del Señor, pero no sabía por dónde empezar. Había muchas cosas en la Biblia que no entendía, pero tenía la certeza absoluta de que aceptar a Jesús como mi Señor y Salvador era lo correcto.

 

Ciencia y Fe

 

Las cosas invisibles de Dios, su eterno poder como su divinidad, se entienden mediante el entendimiento de las cosas creadas, de modo que los seres humanos no tienen excusa (Romanos 1:20).

 

Porque por fe andamos, no por vista (2 Corintios 5:7).

 

La Biblia presenta la fe como “la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Esto implica aceptar la existencia de un Dios Creador, que se interesa especialmente por la vida humana. Este paso puede ser difícil de dar, especialmente porque nuestra sociedad, imbuida de las ideas de la “Iluminismo* o Ilustración”, reivindica la supremacía de la razón.

 

¿Cuál Rumbo tiene tu Vida?

 

¿De dónde vienes tú, y a dónde vas? (Génesis 16:8)

 

Así dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy Jehová tu Dios, que te enseña para provecho [te enseña para tu bien], que te conduce por el camino en que debes andar.  (Isaías 48:17).

 

Esta pregunta puede entenderse de dos maneras, ambas igualmente importantes.

 

La primera es: ¿Adónde va mi vida? ¿Cuál es su significado, su propósito? ¿A qué puerto se dirige mi barco? ¿Es siquiera un puerto? ¿Y si fuera un arrecife donde me espera un naufragio? ¡Sería una locura que un viajero continuara su viaje sin la menor idea de su destino! Y sin embargo, esto es la actitud de una gran parte de la humanidad. Debes estar de acuerdo en que esto desafía toda la razón.

 

La segunda manera de entender esto es: ¿quién dirige mi vida? Quizás podemos decir, con William Henley, un escritor inglés incrédulo del siglo XIX: «Soy el dueño de mi destino, el capitán de mi alma». Aquí surge otra pregunta: ¿Soy un buen capitán, dueño de mis acciones y reacciones, sabio en mis decisiones, prudente en mis planes? ¿O me guío por mis pasiones, mi egoísmo o mi orgullo? ¿Respeto las leyes/normas divinas?

 

A estas dos preguntas, el cristiano, [que realmente se haya entregado a Jesucristo, que ha nacido de nuevo - Juan 3:5-7] puede responder: Jesús es mi meta, Jesús es mi Maestro. El creyente sabe adónde va y a quién ha confiado la dirección de su vida. Querido amigo, ¿quién dirige la tuya? ¿Y hacia qué meta?

 

Podemos pedirle a Dios, como los salmistas: « Enséñame, oh Señor, tu camino, y guíame por senda de rectitud» (Salmo 27:11). «Vivifícame conforme a tu palabra» (Salmo19:25). Él nos responderá: «Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar» (Proverbios 4:11).

 

Fuente: La Buena Semilla, 18 de junio de 2025

 

De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es,
y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.
 (Palabras de Jesucristo - Juan 3:5-7)

 

Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en Él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna 
(Juan 3:16).

*Si tienes preguntas o quieres saber más al respecto: ¡escríbeme o llámame!*Alberto

 

Hermanos y amigos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, te invita a compartir esta reflexión con tus familiares y amigos, especialmente con los que todavía no conocen a nuestro Señor Jesucristo, para que ellos también puedan conocer el único camino que nos lleva a la vida eterna.

 

 

El Matrimonio: El camino planeado por Dios

 

El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne…
Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe

(Mateo 19:5-6).

 

Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella
(Efesios 5:25).

 

En la creación del mundo, en el primer capítulo de la Biblia, Dios declara que todo lo que había creado era “bueno”, pero en cuanto a la creación de la raza humana, varón y mujer, dijo que era “muy bueno”. El segundo capítulo arroja una luz diferente, ya que está escrito: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Adán estaba solo, y Dios desea que tenga a alguien con quien compartir sus pensamientos y sentimientos. Luego, completa su obra creando a la mujer, la esposa que podrá satisfacer la profunda e íntima necesidad de Adán: esta será quien le corresponda perfectamente. La mujer se alinea así espiritual, emocional y físicamente con su esposo. Ambos forman un todo, complementario pero diferente.

 

Este primer matrimonio es una obra maestra y maravillosa, que satisface las necesidades fundamentales del hombre y la mujer: apoyo mutuo, comunión de pensamiento y sentimientos, y también de sexualidad. Dios ha provisto el marco protegido y exclusivo del matrimonio para que estas relaciones puedan vivirse plenamente. El compromiso y la fidelidad mutua son una seguridad que permite al hombre y a la mujer cuidarse mutuamente, amarse con firmeza, durabilidad y edificar una familia.

 

Dios exige que este compromiso se mantenga. Y para mostrar la importancia que le da al matrimonio, lo convierte en una imagen del amor de Jesucristo por Su Iglesia, un amor que lo llevó a dar su vida por ella (Efesios 5:21-33).

 

Fuente: La Buena Semilla, fr., 14.6.2025;

Oremos por las familias, especialmente las cristianas donde hay tanta necesidad, tantos errores, hasta persecución entre hombre y mujer. Debemos clamar por las familias y con las familias, aconsejándonos acorde a lo que nos muestra la Palabra de Dios.

Someteos unos a otros en el temor de Dios.
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;
porque el marido es cabeza de la mujer,
 así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo,
y él es su Salvador.
Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo,
así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia,
y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha.
Así también los maridos deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos.
 El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
 Grande es este misterio;
 mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también
a su mujer como a sí mismo;
y la mujer respete a su marido.

 (Efesios 5:21-33).

Buscar