Devocionales

 

La Conversión de Richard Wurmbrand y Sabina, su esposa

(ellos son los que iniciaron La Voz de los Mártires)

 

Instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. (Hechos 9:15-16)

A vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él. (Filipenses 1:29)

La conversión de Richard Wurmbrand:

Cristiano de origen judío, Richard Wurmbrand estuvo prisionero muchos años en Rumanía a causa de su fe en Cristo. He aquí un episodio de su conversión, contado por su esposa Sabina:

«Richard se estaba recuperando lentamente de la tuberculosis. Intenté hablarle de los buenos tiempos que nos esperaban cuando volviéramos a Bucarest, pero él se esforzaba en contarme su descubrimiento del Nuevo Testamento. Hasta entonces no habíamos pensado en tener hijos, y ahora Richard hablaba de cómo deberíamos criarlos… 

En el pueblo donde se recuperaba, ubicado en una montaña, ocurrió algo extraño. Conocimos a un viejo carpintero que se emocionó mucho cuando supo que Richard era judío. Con los ojos brillando de emoción, le tomó el brazo y le dijo:

 –Le pedí a Dios que me hiciera un favor al final de mi vida. Como Cristo era judío, yo quería mostrar su salvación a un judío. Pero aquí no había ninguno y yo no podía salir de mi pueblo. Así que Dios tenía que enviarme uno: ¡Usted es la respuesta a mi oración!

Antes de irnos del pueblo, el carpintero dio a Richard una Biblia usada y le dijo:

–Mi esposa y yo oramos durante horas pidiendo su conversión.

Richard ha leído y releído esta Biblia…». ¡Así Richard conoció a Jesús como su Salvador!

 

La conversión de Sabina Wurmbrand:

 (Jesús dijo:) Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere. (Juan 6:44).

Antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. (Isaías 65:24).


Sabina Wurmbrand, de origen judío, quedó muy molesta cuando su marido se convirtió al cristianismo. Leamos su testimonio:

«Una noche, al volver de una reunión de oración, Richard tomó mis manos entre las suyas y me dijo:

–He entregado mi corazón a Cristo y pronto me bautizaré.

Esta noticia era más de lo que podía soportar. Me encerré en una habitación durante horas y decidí que el día que él se bautizara yo me quitaría la vida. Llegado ese día, cuando mi esposo se fue a otra ciudad para ser bautizado, cerré la puerta de la casa y me tiré al suelo, llorando y temblando. Un vacío espantoso, un desierto de terror se apoderó de mí. En mi desesperación grité:

–¡Jesús, no puedo ir a ti, no quiero que Richard sea tuyo, no puedo soportar más esto!

La fuerza de mi llanto me hizo entrar en estado de choque. Durante mucho tiempo me quedé allí, devastada, llorando… Luego, poco a poco, la calma volvió, algo dentro de mí cambió.

La vida comenzó a renacer. Cuando Richard regresó de su bautismo, fui a esperarlo a la estación con flores. ¡Qué alegría para él! Esa noche nos quedamos despiertos durante mucho tiempo, hablando de todo lo que había sucedido. Había avanzado lentamente hacia este cambio bajo la acción de una fuerza silenciosa de bondad que no había comprendido. Lejos de esclavizarme, abría mi corazón a una nueva vida».

Ese día Sabina se convirtió.

Fuente: La buena semilla, 12. y 13.1.2025; Edición: VM-Ar

 

Video:

 Testimonio de Richard Wurmbrand -
Torturado por amor a Cristo.

  https://www.youtube.com/watch?v=nQrY_mNd08s&t=477s

  Richard Wurmbrand (1909-2001) - Resumen:

  https://lavozdelosmartires.com.ar/site/index.php/acerca-de

  También puede leer libros de Richard Wurmbrand:

  https://lavozdelosmartires.com.ar/site/index.php/catalogo/catalogo

 

 

  

 

¿Hacer algo?

 

¿Qué debo hacer para ser salvo? Y ellos [Pablo y Silas] dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo… (Hechos 16:30-31).

 

Entonces [las gentes] le dijeron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? 

Respondió Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado. (Juan 6:28-29).

 

Estas expresiones se utilizan a veces para apelar a Dios: “Dios, haz algo para ayudar a esta pobre humanidad para salir adelante”, “haz algo para ayudarme”, etc. Pero no, Dios ya ha hecho lo máximo: llegó hasta entregar a su Hijo unigénito, Jesucristo, hasta tal punto de abandonarlo clavado en la cruz, para salvar a los humanos que se rebelaron contra Él. No es necesario pedirle más nada ... sino únicamente creer.



El sentido de la vida

 

[Dios] Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. La obra que Dios ha hecho (Eclesiastés 3:11).

 

El hombre, un ser consciente, siempre ha buscado sentido para su existencia. Las mismas preguntas se repiten desde el principio de los tiempos: ¿Qué hacemos en la tierra? ¿Existe un Dios, dioses, seres superiores que crearon el mundo y nos colocaron allí? ¿Para qué? ¿Hay algo después de la muerte?

 

Es conmovedor pensar que nuestros lejanos ancestros, bajo un cielo estrellado o frente a la inmensidad de los océanos, ya se hacían estas preguntas. Las religiones y la filosofía intentan dar respuestas; y son muy diversos, incluso opuestos. La ciencia también lo busca, pero si en parte arroja luz sobre los mecanismos de lo que nos rodea, no pretende responder a nuestro “por qué”. Sólo ofrece respuestas a nuestro “cómo”, y esto de manera limitada.

 

Pero un libro se ha hecho eco de nuestras preguntas desde la antigüedad: la Biblia. Por ejemplo, responde a la pregunta: ¿por qué está el mal en el mundo? Su primer libro, Génesis, explica cómo se introdujo el pecado en la tierra (capítulo 3). ¿Existe Dios? Él mismo responde: ¡Sí, existo, mira a tu alrededor y ves este maravilloso planeta donde todo lo necesario para la vida está en equilibrio ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios (Salmos 104:24); lee, por favor, Romanos 1:18-23.

 

¿Hay vida después de la muerte? – Sí, responde Dios. La muerte es sólo el fin del cuerpo: el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio (Eclesiastés 12:7). ¿Es Dios bueno? – ¡Mira a tu alrededor lo que he creado para tu bienestar (Hechos 14:15-17)! ¿Cómo afrontar el problema del mal en el mundo? – ¡Mira ya dentro de tu propio corazón, dice Dios, allí también está el mal! (Romanos 7:18). ¿Quieres que esto cambie para ti?

 

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes las palabras de vida eterna (Juan 6:68).

 

¿Qué creer? ¿A quién creer? Estas son preguntas fundamentales en la vida de todo ser humano. ¿Por qué un libro y no otro? ¿Por qué el Dios de la Biblia? Creer en la Biblia es una elección muy lógica, porque Dios ha proporcionado evidencia de que Él se revela a través de ella (especialmente las profecías cumplidas). A diferencia de la filosofía, la Biblia ofrece una verdad coherente, única e invariable.

 

Si aceptamos entrar en una relación con Dios, tendremos que dar un paso esencial: reconocer el mal que hay en nosotros y aceptar el remedio que Dios ha traído: Jesús, su Hijo, murió en nuestro lugar para librarnos del pecado. Este paso, que los cristianos llaman “conversión” (Hechos 3:19), es fundamental para descubrir la relación padre-hijo que Dios nos ofrece vivir con Él, y obtener, de ahora en adelante, la vida eterna.

 

¡Entonces nuestra vida tendrá sentido! Por supuesto, todavía habrá cosas que serán difíciles de entender, pero si conocemos a Dios como nuestro Padre, si tenemos una relación de amor con Él, podemos aceptar que Su respuesta a veces sea: “Confía en mí, no te preocupes.” “Te amo y tomo las decisiones correctas por ti, lo verás más tarde”.

 

Nos invita a vivir con Él una vida llena de sentido, útil para uno mismo y para los demás. Si aceptamos esta invitación, se van a realizar estas palabras de Jesús: “El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre” (Juan 7:38).  Yo (Jesús) he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:10).

 

Fuente: La Buena Semilla, 2 y 3.1. 2025.

 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo,

 más para que el mundo sea salvo por él.

 

 El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado,
 porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 

(Juan 3:16-18).

 

Hermanos y amigos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, te invita a compartir este mensaje con tus familiares y amigos, especialmente con los que todavía no conocen a nuestro señor Jesucristo, para que ellos puedan enterarse del camino a la vida eterna que Dios nos ha regalado.

Jesús - Dios se hizo visible

 

“A Dios nadie ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).

 

“Dios...nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2).

 

Algunas personas dicen que no pueden creer en Dios. Uno de los argumentos que se escucha con frecuencia es el siguiente: ¿cómo podemos creer en un Dios que no podemos ver, y creerle si no nos habla?

 

Los versículos de arriba afirman lo contrario. Moisés pidió ver a Dios, pero la respuesta divina fue ésta: “No podrás ver mi rostro, porque no me puede ver el hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20). La infinita grandeza del Dios creador y la pequeñez del ser humano deben hacernos aceptar que no podemos ver a Dios.

 

Pero Dios manifestó su grandeza encarnándose en Jesús su Hijo, hijo a la vez de María. Sí, este Dios invisible al ojo humano, un ser Supremo, Creador de todas las cosas, podía verse en la tierra. ¡Esto no es un misterio, sino un hecho que nuestra fe recibe!

 

¿Será porque Él se haya humillado demasiado para que no puedas creer en Dios? ¿Será porque vino a hablarnos como habla un hombre a su amigo, que no puede oírle? Sin embargo, ¡así era Cristo, Dios entre los hombres y, al mismo tiempo, un hombre cercano, ¡nuestro prójimo! En el evangelio, el mismo Jesús da una breve explicación de su misión entre los humanos (vea los versículos de arriba). Vino a mostrarnos a Dios… más que eso, nos mostró al Padre.

 

A la pregunta de uno de sus discípulos: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta”, Jesús respondió: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14, 8, 9). Aquí está la buena noticia: en Jesucristo podemos, por medio de la fe, encontrarnos con Dios y verle a Él.

 

Fuente: La Buena Semilla, 22.12. 2024

 

Por favor, acordémonos en oración de los cristianos
quienes especialmente en esta temporada de fiestas
van a ser atacados y perseguidos por musulmanes
y otros enemigos del Evangelio de Jesucristo.

Hermanos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, invita a compartir este mensaje a sus familiares y amigos, aun a los que todavía no conocen a nuestro señor Jesucristo, para que ellos puedan enterarse del camino a la vida eterna que Dios nos ha regalado, en su infinita misericordia.

Dios los bendiga y que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo, esté con todos nosotros – de manera especial en este tiempo al final de 2024.

 



Permitir que el Espíritu Santo actúe

 

No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda apariencia de mal.  (1. Tesalonicenses 5:19-22).

 

Jesús dijo: Pero cuando el Espíritu de verdad venga, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber las cosas que han de venir.  Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.  (Juan 16:13-14).

 

Dijo Jesucristo: pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y me seréis testigos… (Hechos 1:8).

 

1  Y cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes en un mismo lugar. 

2  Y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3  y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2. 1-4)

 

Lectura sugerida: 1 Tesalonicenses 5. 11-22

 

En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo fue enviado a la tierra. Desde entonces debería vivir en cada creyente pues somos templo del Espíritu Santo (1Cor. 6:19). Su misión es resaltar la grandeza del Señor Jesús.

 

Desgraciadamente, su acción puede ser obstaculizada o sofocada, pues está escrito: “No apaguéis el Espíritu”. Los versículos que preceden a este mandato indican que las relaciones entre los creyentes son necesarias y útiles: permiten que seamos advertidos de peligros, advertidos de faltas, consolados, animados cuando estamos con dificultades. Estas relaciones no siempre son fáciles, pero, dice el apóstol Pablo, “ninguno dé a otro mal por mal; antes seguid lo bueno siempre los unos para con los otros y para con todos” (1 Tesalonicenses 5:15).

 

¿Cómo podemos ser iluminados por el Espíritu Santo o, por el contrario, correr el riesgo de apagar Su acción? El Espíritu nos ilumina a través de la lectura de la Palabra de Dios y la oración. Pero otros creyentes también pueden comunicarnos la enseñanza del Espíritu. El Espíritu Santo quiere inspirar a todos para transmitir palabras sabias y útiles de parte de Dios a los que lo necesitan.

 

Busquemos entonces aquello que permite actuar al Espíritu: la hospitalidad, los contactos fraternos, los encuentros cristianos... Nuestra falta de interés puede desanimar a otros creyentes. Las críticas, las quejas o la indiferencia hacia lo que Dios está dando en estas reuniones por parte de uno u otro también pueden apagar el Espíritu. Animémonos unos a otros para que el Espíritu actúe libremente, en beneficio de todos.

 

Fuente: la Buena Semilla, 8.12. 2024; Redacción: VM-Ar

 

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
 (1Corintios 6:19).

 

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