Hemos comprendido nuestra necesidad de clamar al Señor por un avivamiento en nuestras propias vidas primeramente y después en nuestra propia iglesia. El motivo de nuestro clamor es que el Señor use nuestras vidas para alcanzar a las almas muertas en delitos y pecados con el poder del evangelio.
Hemos llegado a comprender que la salvación de un pecador es un milagro que solo Dios puede realizar y no algo que el evangelista puede hacer usando ciertos trucos de manipulación. Hemos sido culpables de abrazar una enseñanza completamente falsa y anti bíblica respecto a la regeneración del pecador. Se nos ha venido enseñando que lo único que se necesita para que un pecador pueda ser salvo es que haga una pequeña oración después de haberle presentado las cuatro leyes espirituales. Este método defectuoso de presentar el evangelio, ha sido el responsable de crear más falsos convertidos que cualquier otro método inventado por Satanás mismo.