De acuerdo con Michael Wood (Open Doors - Puertas Abiertas), ya está en marcha el cierre de las iglesias cristianas en todo el país. “Básicamente es ilegal incluso ir a una iglesia”, explica Wood. “El gobierno no sólo tiene los nombres y direcciones de aquellos que asistieron, sino que realmente los sigue y están siendo objeto de investigación”.
Los creyentes comenzaron a reunirse en los hogares, pero tampoco de esta manera están a salvo, porque cualquier actividad que atraiga a un número de personas a cierta casa provoca la atención e investigación por parte de las autoridades.
El líder de una iglesia está alentando a los creyentes a reunirse de la siguiente manera: salir a tomar un café, o algo así, con solo una persona y compartir lo que Dios está haciendo en su vida; luego con otra persona, y así continuar de esta manera.
La situación se ha vuelto cada vez más difícil para los creyentes, desde la última elección presidencial. Sin embargo, aún más personas están viniendo a Cristo.
Poco después que los cristianos celebraran Navidad (2013), el gobierno les prohibió a las iglesias cristianas en Teherán seguir predicando en lengua persa –farsi– el idioma oficial en Irán. Aparentemente el gobierno aplicó esta restricción con el objetivo de llevar a cabo el cierre de las iglesias.
Pensaron que prohibiendo a las iglesias hablar el idioma oficial, la gente dejaría de asistir a la iglesia; pero resultó todo lo contrario: mucha gente más estaba tratando de asistir a las reuniones. No obstante, cuando los funcionarios del gobierno se dieron cuenta de esta reacción ordenaron el cierre de todas las iglesias del país.
El gobierno chiíta de Irán considera al cristianismo como una amenaza, y cualquier musulmán que se convierte en seguidor de Jesús se enfrenta a la pena de muerte. Sin embargo, a pesar de la persecución, se ve una iglesia en crecimiento.
Una reacción instintiva a estas medidas del gobierno iraní podría ser la de orar para que la persecución en Irán se detenga. Pero como señala Wood: “La única manera de detener la persecución sería: no compartir más la fe en Jesucristo”. Tal vez, en lugar de sólo pedirle al Señor que proteja a los creyentes iraníes, debiéramos orar asimismo por aquellos creyentes que son torturados en prisión, para que reciban fortaleza y perseverancia por parte de Dios. Oremos igualmente por aquellos que comparten su fe, para que tengan coraje y que sean protegidos. Y oremos para que más musulmanes descubran la verdad del evangelio.
Fuente: Iglesia en Marcha; Redacción: VM-Ar – 25.1.2014