Persecución en Azerbaiján: el testimonio de Sara

Este verano pasado, La Voz de los Mártires conoció en Azerbaiján (ex-Unión Soviética) a una joven llamada Sara, quien en medio de una sociedad musulmana, descubrió que necesitaba de Cristo a pesar del costo.

Sara tenía 13 años cuando escuchó por primera vez el Evangelio. El Pastor Rovshan, recordaba como pese a que compartiera el mensaje de Jesús con toda la familia de Sara, solo ella, la más joven, verdaderamente lo estaba escuchando; mientras que el resto de la familia estaba distraída y ocupada sirviendo te. Solo Sara estaba escuchando, literalmente, con su boca abierta de asombro. Ella cuidó de no perderse ni una sola palabra de la historia eterna de salvación. La semilla fue sembrada y Sara entregó su vida a Jesucristo ese mismo día.

 

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Asombrada y regocijándose por la gracia, el amor y perdón de Dios, Sara no pudo mantener silencio de su fe. Cada sábado durante dos años, iba fielmente a la iglesia para recibir clases de Biblia. Quiso aprender más sobre Cristo, y cómo transmitir Su amor hacia los otros. Sara tenía 16 años, cuando, en abril del 2004, comenzó a tener problemas por la causa de Cristo.

Su maestra de escuela había regresado de una peregrinación a La Meca. De acuerdo con una tradición islámica, familiares y también otras personas, al encontrarse con tal individuo, deberían decirle las palabras "Allah gabul etsin", que significa: “Esto sea agradable ante Alá”. Es un deseo para que Alá agregue tamaña peregrinación a la lista de las buenas obras de un musulmán. Cuando la maestra entró a la clase, esperaba que todos sus estudiantes le dijeran estas palabras sinceras y solemnes. Todos se levantaron y se lo expresaron de acuerdo a la costumbre islámica, todos menos uno: Sara.

La maestra llamó a Sara hacia la pizarra y le preguntó: " ¿Porqué no me deseaste lo que los otros estudiantes me desearon?” En frente de todos y con 30 pares de ojos observándola, Sara respondió de inmediato: "porque las Escrituras dicen que solo hay UN DIOS, que es Santo, y que no hay otros dioses."

La maestra dijo: “Esto es extraño. Todos los estudiantes abrazan las tradiciones musulmanas, menos tu. Se que los sábados faltas a la escuela (en Azerbaiján la escuela tiene clases los sábados), y que vas a la iglesia los domingos.” De pie en frente de toda la clase, Sara estaba en silencio.

Luego, Khikmet, un alumno que antes estaba en amistad con Sara, se levantó y comenzó a decirle que todo lo malo y los infortunios en el mundo eran por culpa de Jesús. Comenzó a citar el Corán, declarando que no había otro mensajero de Dios sino solo Mahoma y que todos en la clase necesitaban convertirse en musulmanes.

Cuando Khikmet terminó de hablar, otro estudiante, previendo un conflicto inminente, trató de "apagar el fuego". Señaló que Khikmet estaba diciendo que la gente se convierta al Islam y que Sara estaba invitando a otros al cristianismo pero que ambos estaban, en efecto, llamando a las personas hacia el mismo Dios.

Esto podría haber sido el final de la discusión; pero aun de pie en frente de la profesora y de los alumnos, Sara dijo suave pero firmemente: "Eso no es cierto."

"¿Qué no es cierto?", dijo asombrada la maestra.

Sara contestó: "Eso no es cierto. Jesucristo dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí. Incluso Mahoma, su profeta, dijo: `busquen el camino´. Y el camino es Cristo. Yo no voy a aceptar otro camino. Ustedes tienen mucha idolatría, ¡pero solo hay un Dios viviente... quien es Jesús!"

La clase hizo silencio. Después de unos momentos, la maestra recobró sus sentidos. "No quiero perder mi trabajo por tu culpa, vete, ¡¡¡vete ya!!!" Sara salió de la clase, pero su llamado a seguir a Cristo estaba solo empezando.

Al día siguiente, era necesario tomar una decisión. Ella sabía que si no iba a clases, podría tener serios problemas. Pero no quería tampoco faltar a las clases en la iglesia. Por ello Sara oró toda la noche. Decidió que necesitaba ir a las clases de la iglesia.

"El lunes cuando fui a la escuela, le dije a mi profesora lo linda que se veía. Pero ella no dijo nada. Durante la primera lección, se me dijo que tenía que ir a ver al director. El director me llamó a su oficina y yo aún no sabia porqué. Pensé que era por algo deportivo. Yo siempre he ganado en muchas competiciones deportivas. Pero luego supe porqué el director quería verme".

El director le dijo a Sara: "por lo concerniente a la constitución de Azerbaiján, todos los estudiantes tienen que ir a clases los sábados, tu violaste la constitución, rompiste la ley. Escuché que los domingos vas a una iglesia y que faltas a clases los sábados."

Sara supo que el director había ido a la Meca y que había hecho la peregrinación - La Hajj. Mientras escuchaba al director, Sara oraba para no tener miedo.

El director le preguntó: “¿porqué específicamente crees en tu Jesús?” Sara respondió: "Los profetas nos trajeron las nuevas acerca de Dios, pero solo Jesucristo es El Salvador, quien da vida eterna; y esto es lo más importante en mi vida."

El director contestó: "De acuerdo al Corán, está mal la forma en que tu Jesús nació bajo un árbol de abeto."

Sara contó a La Voz de Los Mártires que en ese momento supo que el director no sabía nada, y que ella no iba a poder cambiar su mente. "Vi lo equivocado que estaba, y eso me dio la fuerza para seguir", dijo. El director continuó hablando: "yo soy mayor que tú, se más que tú, tú sabes menos."

Sara le respondió: "A Dios no le importa la edad, Él revela Su verdad a todas las edades".

El director se puso pálido, se quitó los lentes, los tiró a la mesa, y le gritó: “¡Párate!” Sara obedeció. “Veo que sabes mucho y hablas mucho. Esto debe de pararse”. Se volvió y preguntó a que clase pertenecía. “Mi profesora es Fazilya”, dijo Sara. El director respondió: “tu hablas demasiado; ¡¡¡¿sabes que puedo encarcelarte?!!!”

En ese mismo instante Sara entendió que estaba atravesando por lo que Dios precisamente le tenía planeado. "Todo lo que tenía en mi mente eran las palabras de Jesús en mi vida. Por las Escrituras sabia que todos los que creen en el Hijo de Dios serían perseguidos e insultados. Por eso no tenía miedo".

Ella le sonrió al hombre hostil y le dijo: "Puede ser que la voluntad de Dios se haga, si tengo que ir a prisión a predicar de Jesús, lo voy a hacer, porque mi vida es Jesús."

El director se levanto gritando: "no te estoy expulsando por tus malas acciones, te estoy expulsando porque crees en Jesús y lo predicas. Temo por mi mismo. No necesito mas problemas.” Sara pensó en ese momento: todo lo que le queda por hacer a él es lavarse las manos como Pilato.

"Usted piensa solo en las cosas terrenales, en lugar de poner la mente en las cosas de arriba. Esto es lo que Jesús quiere", contestó Sara.

“Ahora te enseño cosas terrenales” - dijo el director - “escoge: o Jesús o la escuela. Si no sacrificas ni a tus amigos ni a tu profesora por Jesús, te puedes quedar. Pero con una condición, ni una sola palabra más de Jesús.”

Sara respondió: “¿que clase de persona dejaría a Dios y escogería lo temporal?

Entonces el director dijo: "para mañana ya no eres una estudiante en esta escuela. Y trae el certificado del noveno que recibiste, no quiero que se sepa que asististe a esta escuela. ¡No quiero papeles, ni ningún recordatorio de que saliste de esta escuela!"

Saliendo de la escuela, Sara lloro, no con lágrimas de arrepentimiento ni de dolor, sino de alegría y gozo ya que El Señor ganó esta batalla, y porque todavía seguía fiel a Él.

Cuando el representante de La Voz de los Mártires hubo escuchado su historia, le preguntó a Sara si estaba de acuerdo en ir a su antigua escuela para tomarle algunas fotos a ella con el establecimiento de fondo. Fueron y cuando llegaron al patio principal, estudiantes de primer año estaban jugando con una pelota. Se percibía que a Sara no le era fácil pisar la escuela, aunque ya había pasado un año.

Mientras ambos permanecían afuera de la escuela bajo un árbol, dos maestras salieron. Viendo a Sara fueron directamente hacia ella diciendo: "Eres una traidora, ¡traidora! Naciste en Azerbaiján, ¡esto quiere decir que naciste siendo musulmana! ¡Eres una Azeri, y como tal debes profesar el Islam! ¡Eres una traidora, tienes que ser una musulmana!" Así fue acusada por las maestras.

Sujetando su Biblia al pecho, Sara sonrió y les dijo con firmeza: "No, yo soy cristiana".

Mientras se iban las maestras, nuestro representante percibió a qué prueba había imprevistamente expuesto a Sara. Trató de aliviarla, diciéndole que las fotos habían salido estupendas, y que La Voz de los Mártires seguiría tratando de ayudarla en su educación. "¿Donde te gustaría estudiar? ¿Que quieres ser? ¿Que prefieres aprender?"

"Yo solo quiero amar a Dios," respondió Sara con voz baja pero firmemente.

 

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Este testimonio fue tomado del boletín de La Voz de los Mártires de Costa Rica.

Oremos por Sara para que se mantenga fiel a su promesa de amar a Dios por sobre todas las cosas; para que pueda seguir en esta actitud de oración y que sea fiel en todas las circunstancias desafiantes.

Oremos también por los demás creyentes de Azerbaiján y de los otros estados que formaban parte de la ex-Unión Soviética y que ahora están bajo una fuerte influencia islámica. Que el Señor les de un valor tal como el que conocimos en este testimonio.

Pero oremos también por nosotros mismos y nuestros hermanos en la fe más cercanos, para que también tengamos este valor y coraje en tantas situaciones diarias donde deberíamos - o mejor dicho - ¡como verdaderos hijos de Dios: debemos y queremos ser testigos de Jesucristo, en todo momento y en todo lugar!

Recordemos lo que dice el Señor sobre esto en el Libro de los Hechos 1:8. Jesucristo ciertamente no quiere que todos salgamos y seamos misioneros, evangelistas o pastores en tierras lejanas; no, El quiere que seamos testigos en la escuela, en la universidad en el trabajo; en fin, en todo lugar donde nos movemos y donde el Señor mismo nos ha puesto. No siempre es necesario pronunciar palabras, sino que debido a la manera distinta de ser del cristiano, los demás perciban algo especial que los estimulará a preguntarnos (o quizás todavía no) acerca de lo que nosotros como cristianos tenemos y ellos no lo tienen. Luego podemos pronunciar el testimonio verbal y hablarles del único camino de salvación que hemos hallado y al cual seguimos. ¡Cada creyente es un testigo! La pregunta que siempre debemos hacernos es: ¿Qué clase de testigo soy yo?

 

Los Propósitos de La Voz de los Mártires:

  • Proveer Biblias, literatura cristiana y programas de radio en su propio idioma a los cristianos perseguidos en países comunistas, musulmanes y otras zonas donde el evangelio esta prohibido.
  • Ayudar a las familias de los mártires en esas zonas.
  • Comprometerse a desarrollar proyectos para ayudar a los creyentes a reconstruir sus vidas y testificar en los países donde han sufrido persecución.
  • Ganar para Cristo a los que están en contra del evangelio.
  • Informar sobre las atrocidades cometidas en perjuicio de los cristianos

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