Tribu indígena en la Amazonia / National Geographic
Los indígenas afectados elogian la labor de los misioneros cristianos y lamentan su expulsión de sus territorios que fueron tomados por extremistas ideológicos que abusan de ellos.
Siempre cuando Dios es echado de un lugar, entra el enemigo. Cuando la Iglesia llega, en el nombre de Jesucristo, la luz y la verdad comienzan a cambiar todo, porque «La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5).» Esto, además de ser una verdad eterna, es perfectamente comprobable en el mundo terrenal.
En Venezuela desde hace dos décadas existe una pugna por sacar a Dios de la nación para instalar religiones afroamericanas idolátricas y perjudiciales en lo moral, que atentan contra las buenas costumbres. Esta importación de creencias y superchería es una de las principales causas por el declive del otrora país pujante y en vías de desarrollo. La santería e idolatría en todas sus expresiones traen maldición, atraso, miseria y ruina a las personas, familias y naciones.
Existe también un sincretismo entre ciertas ideologías políticas y las tinieblas, son socias, caminan de la mano para los fines que buscan. De igual manera existen facciones religiosas terroristas que combinan creencia e ideología política para la subyugación del prójimo y la obtención del dominio social y territorial. En Venezuela se han conjugado ambos casos, para la calamidad de su población en general.
Por un lado, vino el ataque ideológico-religioso contra todo lo que tiene que ver con el Señor Jesucristo y su Iglesia; y por el otro, grupos guerrilleros-ideológicos tomaron regiones fronterizas de Venezuela para la explotación, a toda costa, de los recursos minerales y sus habitantes. A manos de ambos sufrieron las iglesias y misioneros cristianos que trabajaban en esas regiones del país. En ambos casos el Estado ha actuado de manera negligente y hasta en complicidad, porque los mueve el mismo perverso interés.
La primera agresión fue contra los misioneros de la Misión Nuevas Tribus, a quienes expulsaron de territorios indígenas venezolanos, acusándolos de ser «espías de la CIA» y de ser «un ente transculturizador». De igual manera actuaron contra otros misioneros e iglesias que venían trabajando en diferentes etnias de Venezuela. El resultado: explotadores de los minerales, de religión musulmana y con tendencia extremista, están islamizando a los indígenas cambiándoles el vestuario, la cultura y costumbres por las que dicta el Corán. Ante eso ha habido un gran silencio.
La segunda agresión, la denuncia el ex diputado Juan Francisco García Escalona, al señalar que integrantes de la guerrilla colombiana de las FARC y el ELN, en la frontera del estado Apure, abusan sexualmente de niñas y esclavizan a los adultos de las comunidades indígena; Se aprovechan sexualmente de las niñas indígenas de 10 y 11 años en adelante, dijo.
García Escalona aseguró igualmente que «la situación de los indígenas es alarmante. Aparte de ser esclavizados para las actividades propias del contrabando de gasolina, drogas y comida, muchos están desnutridos y se mueren de hambre o por enfermedades como la malaria»; cosa que casi no sucedía cuando los misioneros cristianos trabajaban en las zonas indígenas, pues hasta de avionetas disponían para el traslado de alimentos, medicinas y enfermos a los centros asistenciales de ciudades cercanas, logrando así salvar muchas vidas. La población indígena nunca fue explotada de ninguna manera, por parte de los que sirvieron durante décadas por mandato divino y por amor.
El ex diputado denunció que ningún ente gubernamental interviene para frenar estos atropellos, por lo que «las comunidades indígenas en Apure están totalmente abandonadas. Las comunidades indígenas no cuentan con ningún tipo de atención. Las sedes del Ministerio Indígena y del Instituto Regional son ruinas con vehículos que son chatarras».
Solo en el estado Apure viven alrededor de 16.000 indígenas distribuidos entre cinco etnias: pumé, hivi, capuruchanos, guahibos y yaruros; sin incluir los de los estados Amazonas, Delta Amacuro, Bolívar y Zulia, todas regiones fronterizas de Venezuela donde se asientan estos grupos extremistas ideológicos para explotar las riquezas y a su población.
Cuando se logra hablar con los indígenas afectados, estos sin titubear elogian la labor de los misioneros cristianos (portadores de la luz y la verdad) y lamentan su persecución y expulsión, porque sus territorios han sido tomados por extremistas ideológicos (representantes de las tinieblas) que imponen, atropellan, violentan y abusan de ellos.
El Estado venezolano permitió el remplazo de los misioneros cristianos por los extremistas, esa es una verdadera catástrofe que está causando hoy estragos entre la población indígena y general de los estados fronterizos, de la de por sí atribulada Venezuela.
Oremos para que Dios dé fortaleza y estrategias a los misioneros cristianos y que ellos puedan volver a misionar en las poblaciones indígenas.
Oremos por estos pueblos indígenas que están siendo explotados, para que Dios tenga misericordia de ellos, y que a pesar de su tribulación puedan recibirlo Él en sus corazones.r
Oremos para que se pueda levantar un pueblo cristiano firme, que no se achique ante las adversidades que aún se avecinan.
El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; Más el que tiene misericordia del pobre, lo honra (Proverbios 14:31).
Fuente: evangelicodigital; Redacción: VM-Ar
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