Los turcos musulmanes celebran el saqueo
de la Constantinopla cristiana hace 570 años
29.5.2023 - por Raymond Ibrahim
Mientras Occidente sigue auto flagelándose a causa de su historia,
el 29.5.2023, Turquía celebró el día en el que sus antepasados masacraron y violaron a miles de personas sólo por el "pecado" de ser cristianos.
Precisamente hace 570 años, el 29 de mayo de 1453, los turcos saquearon y transformaron el antiguo reino cristiano de Constantinopla en la Estambul musulmana. Y como cada año, los turcos, empezando por su presidente, hicieron ruido de sables para conmemorar ese "glorioso" acontecimiento.
Sin duda, Recep Tayyip Erdoğan, quien "casualmente", hizo coincidir su última victoria presidencial con esta fecha, volvió a decir el mismo tipo de discurso de todos los años. El último 29 de mayo, por ejemplo, dijo: "Al igual que nuestros antepasados enterraron Bizancio, esperemos que hoy, al construir nuestra visión para el año 2053 [el 600 aniversario del saqueo de Constantinopla], también consigamos meter en el túnel del tiempo de la historia a los actuales bizantinos que conspiran contra nosotros."
Para comprender el significado de esta observación, por demás encriptada, la mayoría de los occidentales desconocen hoy por completo la historia entre la Turquía musulmana y el Bizancio cristiano. Necesitamos conocer algunos antecedentes.
Hacia finales del primer milenio, los turcos, cuyos orígenes se encuentran en las estepas orientales de Asia, se hicieron musulmanes. Luego comenzaron a asaltar y conquistar partes de Asia Menor, que entonces era cristiana y lo fue durante un milenio. A finales del siglo XIV la habían conquistado por completo y empezaron a ambicionar Constantinopla, al otro lado del Bósforo. Aunque generaciones de turcos la asediaron repetidamente, caería recién en 1453 en las manos del sultán otomano Muhammad II (llamado también "Mehmet"), el héroe de Erdoğan.
Pero, en primer lugar, ¿por qué Muhammad II y sus predecesores atacaron Constantinopla? ¿Qué la convirtió en enemigo de los turcos?
Lo mismo que convierte en enemigo a cualquier nación no musulmana, esto era y sigue siendo: ser "infiel", ser cristiano en este caso. Por lo tanto esta nación necesitaba ser subyugada. Esa fue la única justificación y el único pretexto, el único "agravio" que impulsó a los turcos musulmanes a asediar a estas naciones (tal como lo hicieron sus homólogos árabes en los siglos VII y VIII).[No sé ¿si ya te diste cuenta, que hoy lo mismo está pasando de múltiples formas?].
Desde el principio, el engaño formó parte del arsenal de Muhammad II. Cuando se convirtió en sultán estaba ocupado consolidando su autoridad, "juró por el dios de su falso profeta". Esto escribió un cristiano resentido y contemporáneo, y expresó, además, retrospectivamente, que Muhammad II "era su amigo [el de los cristianos], y seguiría siéndolo durante toda su vida, amigo y aliado de Constantinopla". Aunque los cristianos le creían a Muhammad II, este, sin embargo, se aprovechaba de "las más bajas artes del disimulo y del engaño", escribió Edward Gibbon y sigue: "La paz estaba en sus labios mientras la guerra estaba en su corazón".
Muhammad II también exhortó a su ejército musulmán con ideología yihadista, una vez iniciado el asedio, incluso desatando multitudes de predicadores que gritaban por todo el campamento musulmán que rodeaba Constantinopla:
“Hijos de Mahoma, tened buen corazón, porque mañana tendremos tantos cristianos en nuestras manos que los venderemos, dos esclavos por un ducado, y tendremos tales riquezas que todos tendremos mucho oro y sus familias serán nuestros esclavos. Así pues, tened buen corazón y estad dispuestos a morir alegremente por amor a nuestro Muhammad [el del pasado y el presente].
“Recordad las promesas de nuestro Profeta sobre los guerreros caídos en el Corán", exhortó el propio sultán Muhammad II: "el hombre que muera en combate será transportado corporalmente al paraíso y cenará con [el profeta] Muhammad en presencia de mujeres, chicos guapos y vírgenes".
La mención de "chicos guapos" no era sólo una referencia exacta a la promesa del Corán (por ejemplo, en las suras 52:24, 56:17 y 76:19); Muhammad II era un notorio pedófilo. Su esclavización y violación de Jacob Notaras, un guapo hijo de un noble de Constantinopla de 14 años, a quien Muhammad II obligó a convertirse en su catamita personal [muchacho tenido con fines antinaturales] hasta que escapó. Esto fue sólo uno de sus muchos actos infames. El hermano menor de Vlad III Drácula, "Radu el Guapo", también fue convertido en un "juguete masculino" de Muhamad II.
Consideremos el comportamiento lascivo del ejército de Mahoma una vez que penetraron en Constantinopla (las siguientes citas proceden todas de fuentes contemporáneas y testigos presenciales):
“Cuando hubieron masacrado y ya no hubo resistencia, se dedicaron al hurto y recorrieron la ciudad robando, saqueando, matando, violando, tomando cautivos a hombres, mujeres, niños, ancianos, jóvenes, monjes, sacerdotes, gente de toda clase y condición... Hubo vírgenes que despertaron de un sueño turbulento y se encontraron con aquellos bandidos de pie sobre ellas con las manos ensangrentadas y los rostros llenos de desprecio y furia... [Los turcos musulmanes] las arrastraban, las desgarraban, las forzaban, las deshonraban, las violaban en las calles y las hacían someterse a los más terribles ultrajes... Niños tiernos eran brutalmente arrebatados de los pechos de sus madres y niñas eran despiadadamente entregadas a extrañas y horribles uniones, y mil otras cosas terribles sucedían.
“Como miles de ciudadanos habían huido y se habían refugiado en la Santa Sofía (entonces una de las basílicas más grandiosas del mundo cristiano), esto les ofrecía [a los agresores] una excelente cosecha de esclavos una vez derribadas sus puertas:
“Un turco buscaba al cautivo que parecía más rico, otro prefería una cara bonita entre las monjas... Cada turco rapaz estaba ansioso por llevar a su cautivo a un lugar seguro, y luego volver para asegurarse un segundo premio y un tercero... Entonces se podían ver largas cadenas de cautivos saliendo de la iglesia arreados como ganado. Los esclavistas a veces se peleaban a muerte por "una muchacha bien formada", incluso muchas de estas últimas "preferían arrojarse a los pozos y ahogarse antes que caer en manos de los turcos.”
Tras apoderarse de Santa Sofía que en el momento de su captura había servido como catedral durante mil años, los invasores "se dedicaron a todo tipo de vilezas en su interior, convirtiéndola en un burdel público". En "sus santos altares" llevaron a cabo "perversiones con nuestras mujeres, vírgenes y niños", incluida "la hija del Gran Duque, que era muy hermosa". La obligaron a "tumbarse en el gran altar de Santa Sofía con un crucifijo bajo la cabeza y luego la violaron".
A continuación "hicieron desfilar el Crucifijo [principal de Santa Sofía] en procesión burlona por su campamento, tocando tambores ante él, crucificando de nuevo al Cristo con escupitajos y blasfemias y maldiciones. Colocaron un gorro turco... sobre su cabeza, y gritaron burlonamente: '¡He aquí el dios de los cristianos!'".
Prácticamente todas las demás iglesias de la antigua ciudad corrieron la misma suerte. "Las cruces que habían sido colocadas en los tejados o en las paredes de las iglesias fueron derribadas y pisoteadas". La Eucaristía fue "arrojada al suelo y pateada". Las Biblias eran despojadas de sus iluminaciones de oro o plata antes de ser quemadas. "Los iconos fueron sin excepción entregados a las llamas". Los ornamentos patriarcales se colocaban sobre las ancas de los perros; las vestiduras sacerdotales, sobre caballos.
"Por todas partes hubo desgracias, todo el mundo estaba conmovido por el dolor" cuando el sultán Muhammad hizo por fin su gran entrada en la ciudad. "Hubo lamentos y llantos en todas las casas, gritos en los cruces de caminos y dolor en todas las iglesias; los gemidos de los hombres adultos y los chillidos de las mujeres acompañaron al saqueo, la esclavitud, la separación y la violación".
Por último, durante las fiestas nocturnas Muhammad II hizo arrastrar ante sus hombres a los "desdichados ciudadanos de Constantinopla" y "ordenó descuartizar a muchos de ellos, para entretenerlos". El resto de la población de la ciudad, unas 45.000 personas, fue llevada encadenada para ser vendida como esclavos.
Este es el hombre al que Turquía y su presidente honran. Entre otras cosas reconvirtió la Santa Sofía, que había sido un museo durante casi un siglo, de nuevo en la mezquita de la victoria. Recordemos lo que Erdoğan había proclamado en su discurso:
“La conquista de Estambul [Constantinopla] y la conversión de Santa Sofía en mezquita figuran entre los capítulos más gloriosos de la historia turca... La resurrección de Santa Sofía [como mezquita] es parte de nuestra memoria, llena de días de apogeo en nuestra historia.”
Desde aquí se entiende mejor aquella afirmación de Erdoğan: "Al igual que nuestros antepasados enterraron Bizancio, esperemos que hoy, al construir nuestra visión para 2053, también consigamos meter en el túnel del tiempo de la historia a los actuales bizantinos que conspiran contra nosotros."
Por supuesto, los bizantinos nunca "conspiraron" contra los antepasados de los turcos musulmanes, sino todo lo contrario: los turcos invasores los engañaron y luego los atacaron sin otra razón que la de que eran "infieles" que rechazaban el islam y, como tales, merecían ser masacrados, violados y esclavizados.
El mensaje es claro: la ideología yihadista domina las más altas esferas de Turquía [y no sólo de Turquía]. Odiar, invadir y conquistar a los pueblos vecinos, no por algún agravio, sino porque no son musulmanes con todas las atrocidades, violaciones, destrucción y esclavitud masiva que ello conlleva es aparentemente el ideal, que se reanudará una vez que se haya completado el colapso del poder occidental, lo que, según la propia hija de Erdoğan, Esra, ocurrirá en cualquier momento. Hace poco tuiteó "Queda poco para que la media luna islámica rompa la cruz occidental", una afirmación que parece más representar al ISIS que a la hija de un presidente.
Mientras tanto, ya que los estadounidenses están acostumbrados a ver cómo se derriban estatuas de los héroes de su propia nación por la única razón de que eran blancos y/o cristianos y, por tanto, intrínsecamente malvados, la importancia de las palabras de Erdoğan y sus elogios a Muhammad II quien, como musulmán no blanco, es además inmune a las críticas occidentales, ya que eso sería ser "racista", permanece desapercibido a ellos.
Todas las citas históricas de este artículo proceden y están documentadas en el capítulo 7 de la obra del autor “Sword and Scimitar: Fourteen Centuries of War between Islam and the West” (Espada y cimitarra: Catorce siglos de guerra entre el Islam y Occidente).
Fuente: Raymond Ibrahim, https://www.raymondibrahim.com; Redacción VM-Ar
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