Devocionales

En el año 2016 sucedió la mayor cantidad de ataques terroristas severos: unos 470 atentados, en 28 países, con 5.600 muertos e incontables heridos. Estas escenas violentas fueron seguidas por momentos de intensa emoción, dolor y el cuestionamiento, especialmente por parte de los familiares y los amigos de las víctimas en todos los países afectados. Por ejemplo, el ataque contra un periódico satírico sucedido en enero de 2015 todavía lleva a reflexiones sobre los límites de la libertad de expresión, y sobre la tentación de hacer justicia por mano propia.

Y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió (Hechos 7:59-60).

El primer mártir cristiano se llamó Esteban. Se encontró con una oposición muy violenta de parte de sus compatriotas, quienes finalmente lo apedrearon. Como Jesús poco antes, Esteban oró por sus enemigos. Y la historia termina con esta declaración: "Y habiendo dicho esto, durmió".

¿No es una expresión asombrosa para describir alguien a quien mataron con piedras? ¿Puede realmente dormirse?

Jesús dijo... Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos (Jn. 8:31).

Que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros (2 Tes. 1:12).

Durante 2000 años, la enseñanza de la Biblia ha inspirado la elaboración de muchas leyes, destinadas a facilitar un ambiente justo y armonioso para la vida en sociedad. Pero estas leyes son a menudo, ignoradas, violadas; y la injusticia social (ver nota abajo), la violencia y la inmoralidad son las características dominantes de nuestras sociedades. Los llamados países cristianos dan un triste ejemplo a las otras naciones.

Se puede ver en Roma, en el Foro, las ruinas de un calabozo donde los prisioneros de los emperadores pasaron sus últimas horas antes de la ejecución. Aún hoy se puede ver un fragmento de la cadena que los unía a una columna de hierro. Para un cristiano, esta mazmorra era probablemente la última etapa antes de entrar en el reposo cerca de Jesús.

Ellos dieron su vida por amor a su Señor, su Maestro. Pero Jesús les había amado primero: Nosotros le amamos porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). Él dio su vida por nosotros mientras éramos pecadores, impíos.

Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20:2-3).

Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos (Salmo 96:5).

El pueblo de Dios (los descendientes de Abraham) había sido cautivo en Egipto bajo la opresión del Faraón. Eran esclavos duramente explotados, que estaban llenos de amargura; y angustiados por un decreto del Faraón de matar a todos los hijos varones recién nacidos. Dios vio su angustia en esta situación desesperada e intervino para librarlos por medio de milagros extraordinarios bajo el liderazgo de Moisés.

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