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Después de la muerte
Jesucristo dijo: "... arrepentíos, y creed en el evangelio" (Mr: 1:15).
"Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Hebreos 3:7-8).
La Biblia termina con una advertencia solemne dirigiéndose a cualquiera que añadiera o restare algo a las palabras de este libro (Apocalipsis 22. 18,19). No nos es permitido alterar el sentido de este libro sagrado para satisfacer nuestros propios sentimientos o nuestros razonamientos.