Devocionales

¿Es que sinceramente tenemos interés por los que sufren? El sufrimiento lo tratamos de aliviar por medio de la medicina, la psicoterapia, las buenas conexiones, las presiones políticas, etc.

Los héroes modernos no son aquellos seres enfermos o quienes están sufriendo o soportando la persecución, sino aquellos que triunfan son a los que se admira.

Si Jesucristo hubiera liberado sus manos de los clavos, si hubiera descendido de la cruz y hubiese ido caminando entre medio de la muchedumbre estupefaciente, entonces seguramente se habría transformado en un héroe de renombre universal.

¿Sabías que existe alguien cuyo destino es reinar sobre el mundo entero? Su nombre no figura en la lista de las celebridades, sin embargo es quien tiene - y tenía - el control sobre toda la historia del mundo.

Es un hecho bien reconocido que, si las tendencias actuales no se invierten, corremos inevitablemente hacia calamidades internacionales que amenazarán la naturaleza y la existencia de la raza humana misma. El famoso científico Albert Einstein dijo después de la explosión de la primera bomba atómica: “Un mundo unido, o la nada”.

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando á la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa, y piadosamente. (Ti 2:11-12)

La ley de Dios sigue siendo inmutable, ya que Dios no cambia. “No matarás. No cometerás adulterio. No robarás… No codiciarás …” (Éxodo 20: 1-17). La ley (los mandamientos, las normas de Dios) delinea lo que Él espera del hombre. En realidad, estas normas grabadas en las Santas Escrituras de la Biblia demuestran que el hombre por si mismo es incapaz de realizar la voluntad divina.

Jesucristo dijo: "... arrepentíos, y creed en el evangelio" (Mr: 1:15).

"Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Hebreos 3:7-8).

La Biblia termina con una advertencia solemne dirigiéndose a cualquiera que añadiera o restare algo a las palabras de este libro (Apocalipsis 22. 18,19). No nos es permitido alterar el sentido de este libro sagrado para satisfacer nuestros propios sentimientos o nuestros razonamientos.

Jesús dijo: “Separados de mí, nada podéis hacer” (Jn. 15:5)

El cristiano no cree simplemente que hay Dios, sino que cree lo que Dios declara. Cree a Dios. Le cree a Él mismo, y eso no es fácil de captar. Debo llegar al punto de decirle: “Oh Dios, tienes razón; yo tengo la culpa. Tú eres santo, yo soy pecador. Tú eres justo, yo soy injusto. Yo necesito de la ayuda que sólo Tú puedes darme”.

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