Devocionales

“Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío; ponme a salvo de los que se levantan contra mí” (Salmo 59:1).

“Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia” (Salmo 59:16).

Durante siglos, en varios países de Europa, la Inquisición llevó una guerra sin cuartel contra aquellos a los cuales llamó herejes. ¿De qué fueron acusados? De leer la Biblia, creer en el Mensaje de Dios y por poner sus vidas de acuerdo con las enseñanzas bíblicas.

“Tomó (Jesús) a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: el que reciba en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” (Marcos 9.36-37).

 

Charles Péguy  (ver nota abajo), escribió ya en 1910: "Los padres son los grandes aventureros de los tiempos modernos". Un siglo más tarde, ésta calificación - que, por supuesto, también se aplica a las madres - probablemente nunca haya sido tan acertada como ahora en nuestro tiempo. El contexto moral del mundo de hoy es preocupante. Su manera de pensar se filtra en nuestras familias y en nuestros corazones, especialmente en el de los niños. 

Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero yace en maldad (1 Juan 5:19).

(Jesús dijo, hablando con el Padre) Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como yo no soy del mundo (Juan 17:14).
 
Muchos cristianos creen que el cristianismo es una ética dada por Dios para mejorar el mundo. Asimismo, muchos sinceramente sienten el deber de involucrarse en la gestión política o social. No importa cuán generosas estas iniciativas sean, no son suficientes. El mundo no se puede mejorar (1 Juan 2:17): el mundo ha crucificado a Jesucristo.

¿Le gusta todo lo que tiene que ver con lo sobrenatural? ¿A sus hijos les gusta leer libros de magia? ¿Dedica tiempo a hacer juegos relacionados con la magia, la astrología y los fenómenos paranormales? ¡Cuidado! Permítanos advertirle sobre todo lo que podría parecer insignificante, pero que realmente es una trampa del enemigo (el diablo) para seducirlo y alejarlo de Dios. Satanás, el mentiroso, se opone a toda costa a la Biblia, la Palabra de Dios. Trata de mezclarla con pensamientos humanos y manipula a los hombres por medio de una apariencia engañosa para debilitar la importancia de la Palabra de Dios.

¿Es Dios indiferente a la suerte de los hombres? Tal vez usted se ha hecho esta pregunta. ¿Las difíciles circunstancias personales tal vez le impiden volverse a Dios?

¿Cuánto sufrimiento se debe a la mala elección del hombre? Algunos ejemplos son: la búsqueda desenfrenada de poder y gloria personal, la codicia, los celos... Es curioso el hecho de que, cuando las cosas van mal, buscamos ansiosamente a Dios, incluso lo hacemos cuando durante el resto del tiempo nos acordamos poco de Él. ¿Por qué Dios no interviene para poner orden, restaurar la paz, la justicia, el amor y la alegría?

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