El Matrimonio: El camino planeado por Dios
El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne…
Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe
(Mateo 19:5-6).
Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella
(Efesios 5:25).
En la creación del mundo, en el primer capítulo de la Biblia, Dios declara que todo lo que había creado era “bueno”, pero en cuanto a la creación de la raza humana, varón y mujer, dijo que era “muy bueno”. El segundo capítulo arroja una luz diferente, ya que está escrito: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Adán estaba solo, y Dios desea que tenga a alguien con quien compartir sus pensamientos y sentimientos. Luego, completa su obra creando a la mujer, la esposa que podrá satisfacer la profunda e íntima necesidad de Adán: esta será quien le corresponda perfectamente. La mujer se alinea así espiritual, emocional y físicamente con su esposo. Ambos forman un todo, complementario pero diferente.
Este primer matrimonio es una obra maestra y maravillosa, que satisface las necesidades fundamentales del hombre y la mujer: apoyo mutuo, comunión de pensamiento y sentimientos, y también de sexualidad. Dios ha provisto el marco protegido y exclusivo del matrimonio para que estas relaciones puedan vivirse plenamente. El compromiso y la fidelidad mutua son una seguridad que permite al hombre y a la mujer cuidarse mutuamente, amarse con firmeza, durabilidad y edificar una familia.
Dios exige que este compromiso se mantenga. Y para mostrar la importancia que le da al matrimonio, lo convierte en una imagen del amor de Jesucristo por Su Iglesia, un amor que lo llevó a dar su vida por ella (Efesios 5:21-33).
Fuente: La Buena Semilla, fr., 14.6.2025;
Oremos por las familias, especialmente las cristianas donde hay tanta necesidad, tantos errores, hasta persecución entre hombre y mujer. Debemos clamar por las familias y con las familias, aconsejándonos acorde a lo que nos muestra la Palabra de Dios.
Someteos unos a otros en el temor de Dios.
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;
porque el marido es cabeza de la mujer,
así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo,
y él es su Salvador.
Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo,
así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia,
y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha.
Así también los maridos deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos.
El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
Grande es este misterio;
mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también
a su mujer como a sí mismo;
y la mujer respete a su marido.
(Efesios 5:21-33).