Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero (1 Juan 4:19).
Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro (1 Pedro 1:22).
Cierto día un cristiano se quejó frente a otro por no recibir amor fraternal en la iglesia a la que asistía. El interlocutor le respondió: "Amigo mío, ¡pon agua en la bomba! Si piensas que el agua va a comenzar a salir por su propia cuenta, ¡tendrás que esperar mucho tiempo!"
Dado que muchos de nosotros hemos sufrido la falta de amor, entendemos bien el significado de la respuesta. A menudo esperamos la atención de los demás, sin pensar en nuestros propios deberes para con ellos. Afortunadamente, Dios no ha procedido de esta manera para con nosotros. Él nos amó a nosotros mientras que nosotros, pecadores y enemigos suyos, éramos incapaces de acercarnos a Él (Romanos 5:6-10). Jesús, clavado en una cruz e insultado por la multitud, pidió a su Padre: "Perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23: 34).
¡Que esto sea nuestro modelo! ¡Seamos los primeros en mostrar el amor a los que nos rodean, incluso cuando es difícil, aún cuando nos sentimos atacados o ignorados! Eso es: "poner agua en la bomba." Es esencial que esta agua brote del corazón de nuestro hermano o de nuestra hermana; agua abundante que, a su vez, luego nos refrescará a nosotros mismos.
Pero si inclusive este esfuerzo no tuviera ningún efecto, no nos desanimemos. Con respecto a este deber de amar, es nuestro Salvador quien nos lo dio, y es a Él a quien debemos rendirle cuentas. El apóstol Pablo entendió esto muy bien, cuando dijo: "Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aún yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos" (2 Corintios 12:15).
Fuente: La Buena Semilla; Redacción: VM-Ar
Al concluir estos pensamientos, recordemos también el siguiente texto: “... porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:8). Mucho se habla del Espíritu Santo y de sus dones. Conforme a este versículo citado el amor es uno de los dones de Dios, el cual asimismo debe fluir por medio nuestro aún hacia nuestros enemigos y hacia quienes nos persigan. Pidamos humildemente y con fe a Dios que nos dé este don en abundancia y que podamos amar sinceramente y de corazón y no por obligación o calculando los resultados. A.P.