La Crianza de los Hijos

“Tomó (Jesús) a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: el que reciba en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” (Marcos 9.36-37).

 

Charles Péguy  (ver nota abajo), escribió ya en 1910: "Los padres son los grandes aventureros de los tiempos modernos". Un siglo más tarde, ésta calificación - que, por supuesto, también se aplica a las madres - probablemente nunca haya sido tan acertada como ahora en nuestro tiempo. El contexto moral del mundo de hoy es preocupante. Su manera de pensar se filtra en nuestras familias y en nuestros corazones, especialmente en el de los niños. 

Y la educación de una familia puede parecer, para un cristiano, una empresa muy difícil si no imposible.

Sin embargo, el Señor al entregarnos hijos, nos confía la tarea de criarlos para Él. Los recursos para ello son la Palabra de Dios y la oración.

Tenemos muchos ejemplos y testimonios de cómo Dios, nuestro Padre, cuida de nosotros, sus hijos.

Amar a mi hijo no es sólo decirle palabras tiernas. Significa concederle atención, cada vez que lo necesite. Pero debo recordarme que yo nunca puedo satisfacer por completo los requisitos de un niño. Es sólo con la ayuda del Señor que puedo dedicarle el tiempo y los tesoros de la paciencia.

Enseñar a un niño a obedecer ¡no significa elevar constantemente la voz! No, usted tiene que mantenerse en forma digna y firme, cumplir sus promesas, aplicando el principio bíblico: "Que tu sí sea sí y tu no sea no" (Mt 5, 37).

Demos el ejemplo de ser padres felices al obedecer al Señor y Su Palabra. De esta manera nuestros hijos se animarán a hacer lo mismo.

Fuente: La Buena Semilla; Redacción: VM-Argentina

Nota: Charles Péguy (1873 – 1914) fue un famoso filósofo, escritor, poeta y ensayista francés con ideas fuertemente socialistas. Tuvo en 1908 cierta conversión pero no queda en claro si se convirtió en un místico católico no practicante o si su experiencia era en el sentido bíblico.

Comentario:

Ciertamente este tema sobre la educación de nuestros hijos es un tema demasiado serio para tratarlo con tan pocas palabras. Al visitar casas de conocidos - incluso de creyentes - me asusta el hecho de observar qué clase de videos o programas televisivos están contemplando gran cantidad de personas - tanto mayores como niños -viciosamente. Sí, digo “viciosamente”, porque hace tiempo me di cuenta, por mi propia observación, que el televisor con su imagen viva actúa como un imán – uno es atraído como por medio de una droga – para seguir y seguir y seguir mirándolo. Más se aplica este principio a los niños, quienes por su naturaleza inmadura aún no tienen ninguna resistencia con respecto a esta atracción.

La mayoría de los programas contienen (tienen que contener) violencia, magia y un sinfín de ejemplos y enseñanzas que no concuerdan con la Palabra de Dios. Lo mismo sucede en las escuelas donde nuestros hijos, sea por los maestros o por los compañeros, son enseñados en contra de los principios bíblicos. Ni hablar del hecho de que hoy en día se demuestra y se enseña como normal formas de matrimonio que, en realidad, no son matrimonio.

Este panorama con el que nos chocamos constantemente realmente es desesperante. Los líderes cristianos en su mayoría no dicen nada. Los cristianos que se oponen o que quieren salir de este sistema son ridiculizados o marginados. En algunos países como Alemania a los padres se les quita sus hijos o tienen que ir a prisión cuando tienen la valentía de sacar a sus hijos de las escuelas públicas, educándolos en sus propias casas.

Que este pequeño devocional sirva para tomar más en serio nuestro compromiso con el Señor Jesucristo: a orar más – en realidad debemos “orar sin cesar” (veamos: Hechos 12:5; Rom. 1:19; 1Tes. 5:17; 2 Tim. 1:3) –  y permitirle a Dios transformar radicalmente nuestra forma de pensar en todos los asuntos donde Él nos muestra que estamos en error, y que Él nos ayude a aplicar Su Palabra en todas las áreas de nuestra vida. J.E.

Buscar