Discipulado Práctico
Por Zac Poonen
Coppyright
Impresión en Argentina
Índice
Introducción
1. ¿Discípulos o Convertidos?
Las Condiciones del Discipulado
El discipulado y el matrimonio
Rectitud en los asuntos económicos
Fidelidad en asuntos de dinero
Obreros cristianos a tiempo completo
4. El discipulado y los asuntos de la congregación
Las reuniones de la congregación local
La congregación, el dinero y los obreros cristianos
5. El verdadero o el falso evangelio
Introducción
¿Por qué los predicadores son reacios para proclamar el mensaje del discipulado?
Seguramente porque esto reduciría el número de personas en sus congregaciones. Pero lo que no se dan cuenta es que ¡la calidad de sus congregaciones mejoraría enormemente!
Cuando Jesús predicó sobre el discipulado a las multitudes, estas pronto se redujeron a un puñado de solo doce discípulos (uno de ellos lo traicionó). Los demás encontraron el mensaje demasiado difícil y le abandonaron. Sin embargo, con los once discípulos que permanecieron a su lado, Jesús finalmente logró sus propósitos en el mundo.
Como Cuerpo de Cristo en la tierra hoy, estamos llamados a continuar el mismo ministerio que los apóstoles comenzaron en el primer siglo. Para entender cómo hacerlo, lee este libro...
1. ¿Discípulos o Convertidos?
Es un error común entre los creyentes enfocarse en un solo pasaje de la Escritura sobre un tema, excluyendo otros pasajes que abordan el mismo asunto.
Satanás tentó a nuestro Señor con las palabras: "Está escrito..." (Mateo 4:6). Pero el Señor rechazó la tentación diciendo: "También está escrito..." (Mateo 4:7). El propósito completo de Dios solo puede entenderse cuando se compara Escritura con Escritura: cuando "Está escrito..." se lee junto a lo que "También está escrito...".
Consideremos el tema de "la gran comisión":
Jesús ordenó a sus discípulos: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15). También les ordenó: " id, y enseñad a todas las naciones" (Mateo 28:19). Estos dos mandatos son partes de UNA sola gran comisión. Solo mediante una consideración cuidadosa y la obediencia a ambas partes de esta comisión podemos encontrar y cumplir toda la voluntad de Dios.
Evangelismo
El primer paso, obviamente, es salir y predicar el evangelio a todos (Marcos 16:15). Este mandato no está dirigido a cada creyente individualmente, sino al Cuerpo de Cristo en su conjunto. Es humanamente imposible que un individuo o una congregación local por sí solos prediquen el evangelio a cada ser humano en todo el mundo. Cada uno de nosotros solo puede cumplir una pequeña parte de esta tarea.
Pero esa parte, por pequeña que sea, debemos cumplirla. Aquí es donde entra en juego Hechos 1:8. Cada creyente debe recibir el poder del Espíritu Santo para ser un testigo efectivo de Cristo. Podemos observar que no todos están llamados a ser evangelistas (pues Cristo solo ha dado algunos evangelistas a su congregación, como se aclara en Efesios 4:11), pero todos estamos llamados a ser testigos.
Un evangelista tiene un campo de trabajo más amplio que un testigo. Un testigo debe proclamar a Cristo en el círculo en el que se mueve y trabaja: a sus parientes, vecinos, compañeros de trabajo, y a otros con quienes se cruce a diario. Aquí es donde todos podemos ser testigos, sin importar nuestras ocupaciones terrenales.
Pero Cristo también ha dado evangelistas a la congregación, estos tienen un ministerio más amplio para alcanzar a los perdidos. Sin embargo, la tarea del evangelista NO es simplemente "ganar almas" o "llevar personas a Cristo" (como comúnmente se dice), sino " para edificación del cuerpo de Cristo" (como se aclara en Efesios 4:11, 12). Aquí radica el mayor fracaso del evangelismo moderno. La mayor parte del evangelismo actual NO está relacionado con edificar el cuerpo de Cristo, sino con salvar almas individuales. Estas almas suelen ser enviadas de vuelta a sus "congregaciones muertas", donde pronto se pierden nuevamente o, en el mejor de los casos, se vuelven tibias, lo cual las hace aptas para ser vomitadas de la boca del Señor un día (Apocalipsis 3:16).
De cualquier manera, no son edificadas en el cuerpo de Cristo. Solamente así se cumplen los propósitos de Satanás: esa persona se convierte en dos veces hijo del infierno (Mateo 23:15), primero porque estaba perdida desde el principio y, segundo, porque ha sido engañada por algún evangelista haciéndole creer que es salva cuando aún estaba perdida. Lo único que se edifica a través de ese tipo de evangelismo es el imperio privado del evangelista. Y la única razón detrás de ese evangelismo suele ser el deseo del evangelista de ganar dinero, obtener honor de los hombres o ambos.
Jesús llamó a los evangelistas "pescadores de hombres". Pero el evangelismo que se realiza en cooperación con líderes "cristianos" no convertidos o con el patrocinio de líderes políticos interesados en votos, es como pescar con una red llena de agujeros. ¡Es inimaginable que Jesús invitara a Anás, a Caifás (los sumo sacerdotes que condenaron a Jesús), a Herodes o a Pilato (gobernadores políticos que llevaron a Jesucristo a la crucifixión) a sentarse con Él en una plataforma para inaugurar una reunión evangelística! Sin embargo, muchos evangelistas de hoy no solo hacen eso, sino que también alaban a estos líderes no convertidos desde sus plataformas.
Además, se permite a los peces atrapados en tales "redes" que se vuelvan al mar (congregaciones muertas), para ser atrapados nuevamente en la próxima reunión evangelística, y volver de nuevo a ser liberados al mar. ¡Este proceso se repite una y otra vez! Este tipo de evangelismo trae alegría, no a los ángeles del cielo, sino a los ejércitos de Satanás. Porque, al fin y al cabo, ¿cómo pueden los ángeles regocijarse por aquellos que se convierten en dos veces hijos del infierno? Las estadísticas de las reuniones evangelísticas actuales son completamente engañosas.
Incluso si señales y milagros acompañan la proclamación del mensaje de que Jesús perdona pecados y sana enfermedades, la pregunta que queda es: ¿cuántos de los convertidos realmente fueron transformados en discípulos e integrados en el cuerpo de Cristo a través de tal evangelismo?
Los apóstoles de nuestro Señor nunca se involucraron en este tipo de evangelismo. Colocaron a sus conversos en congregaciones locales para que se convirtieran en discípulos y crezcan espiritualmente.
Los cinco ministerios mencionados en Efesios 4:11 (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) están enumerados en su orden de prioridad en 1 Corintios 12:28. Allí se nos dice: "Dios ha designado en la congregación: primeramente, apóstoles, segundo, profetas, tercero, maestros, luego dones de sanidad (que se refiere a los evangelistas, ya que todos los evangelistas en los tiempos del Nuevo Testamento tenían los dones de sanidad), y luego administraciones (literalmente, 'los que gobiernan los barcos', esto se refiere a la tarea de guiar las ovejas)".
Esto deja en claro que, a los ojos de Dios, los ministerios del apóstol, profeta y maestro son más importantes para la edificación del cuerpo de Cristo que el del evangelista. El evangelista puede encontrar su lugar apropiado en su ministerio sólo cuando ocupa el lugar que le corresponde en sujeción a los ministerios del apóstol, el profeta y el maestro. Sólo entonces su ministerio puede servir a la edificación del cuerpo de Cristo. Aquí es donde el evangelismo del siglo XX se ha desviado de la palabra de Dios.
volver al Indice
Hacer Discípulos
El propósito del evangelismo solo puede entenderse plenamente cuando se lo ve a la luz de la segunda parte de la gran comisión: hacer discípulos en cada nación del mundo (Mateo 28:19). Así es como el plan de Dios se cumple completamente para los no convertidos.
El convertido debe ser transformado en un discípulo.
Desafortunadamente, aún el llamado "convertido" de hoy a menudo no es un verdadero convertido, ya que en muchos casos no se ha arrepentido adecuadamente. En la reunión evangelística, puede que solo se le haya dicho que crea en Jesús, sin mencionar el arrepentimiento ni la restitución. Tales convertidos vienen a Jesús para ser bendecidos y sanados, pero no para abandonar sus pecados. La mayoría de los convertidos de hoy, por lo tanto, son como bebés prematuros, sacados apresuradamente por "parteras" impacientes (evangelistas) en su afán por obtener estadísticas, antes de que los bebés estuvieran listos para nacer.
Estos bebés prematuros generalmente mueren muy pronto o viven de manera problemática por el resto de su vida, causando innumerables problemas a sus pastores. Estas personas no pueden ser llamadas reincidentes ("apóstatas"), porque en primer lugar nunca habían avanzado realmente. Jesús dijo que los ángeles en el cielo se regocijan por los pecadores que se arrepienten, no por los pecadores que simplemente creen sin arrepentirse (Lucas 15:7, 10).
Jesús dijo que la salvación había llegado a la casa de Zaqueo solo cuando este prometió hacer restitución por todos los daños financieros que había causado en el pasado, no antes de eso (Lucas 19:9). Sin embargo, los evangelistas de hoy proclaman que "la salvación ha llegado" sin ninguna mención de la restitución.
Pero incluso cuando hay un arrepentimiento genuino y una verdadera conversión, el convertido todavía debe ser guiado por medio del discipulado para cumplir la voluntad de Dios en su vida. El evangelismo que no conduce al discipulado es un trabajo incompleto.
Muchas veces, el deseo del evangelista de construir su propio "reino" le impide trabajar con otros que podrían transformar a sus "convertidos" en discípulos. No tenemos que juzgar a esos evangelistas, porque no estamos llamados a juzgar. Pero tales evangelistas ciertamente tendrán que rendir cuentas al Señor en el día final por impedir que sus convertidos se conviertan en discípulos.
Al primer paso para guiar a las personas hacia el arrepentimiento y la fe debe seguir el bautismo en agua, como Jesús dejó claro en Marcos 16:16 y como Pedro predicó el día de Pentecostés (Hechos 2:38). Mateo 28:19 también menciona la necesidad del bautismo en agua. Así que este es obviamente el siguiente paso para todos los que han nacido de nuevo.
Después de eso, el convertido debe seguir a Jesús en su vida diaria como Su discípulo.
volver al Indice
Las Condiciones del Discipulado
Lucas 14:25-35 revela claramente estas condiciones del discipulado.
En este pasaje, Jesús habla de un hombre que colocó los cimientos de una torre, pero no pudo completarla porque no pudo pagar el costo de la construcción (versículos 28-30). Esto prueba que ser discípulo cuesta algo. Jesús nos dijo que nos sentemos primero y calculemos ese costo antes de empezar a construir.
Dios no quiere que esperemos muchos años después de que nuestros pecados sean perdonados antes de entender lo que realmente cuesta el discipulado. Jesús les dijo a las personas acerca del costo del discipulado tan pronto como acudieron a Él. También dijo que un creyente que no estuviera dispuesto a ser discípulo era tan inútil para Dios como la sal que haya perdido su sabor (Lucas 14:35).
Para que un convertido se convierta en discípulo, primero debe romper cualquier vínculo con parientes que le impidan seguir al Señor (Lucas 14:26). En segundo lugar, debe estar dispuesto a negarse a sí mismo y poner su vida egoísta diariamente a muerte (Lucas 14:27). En tercer lugar, debe renunciar a su amor por las posesiones materiales (Lucas 14:33). Estos son los tres requisitos mínimos para cualquier persona que desee ser discípulo.
Continuemos con los detalles de las tres condiciones del discipulado; la primera condición del discipulado es que debemos cortar el amor natural y desordenado que tenemos por nuestros parientes:
1. Primera condición: Renunciar al apego hacia los familiares
Jesús dijo: "Si alguno viene a mí, y no aborrece* a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:26).
Estas son palabras fuertes. ¿Qué significa "aborrecer"? En este contexto, aborrecer es equivalente a matar (1 Juan 3:15). Lo que se nos pide "matar" aquí es el afecto natural desordenado que sentimos por nuestros familiares.
*[La palabra original griega se traduce con odiar; en realidad fue una expresión corriente que quería expresar que no podemos amar más a nuestros familiares que otra cosa – aquí se trata de Jesucristo, de Dios]
¿Significa esto que no debemos amar a nuestros familiares? ¡No! Definitivamente No significa eso. Cuando renunciamos a nuestro afecto humano por ellos, Dios lo reemplaza con Su amor divino. Nuestro amor hacia ellos se vuelve entonces puro, en el sentido de que Dios siempre ocupará el primer lugar en nuestros afectos, y no nuestros parientes.
Muchas personas no obedecen a Dios porque temen ofender a su padre, madre o esposa – [podríamos agregar muchas otras cosas]. El Señor exige el primer lugar en nuestras vidas. Y si no se lo damos, no podemos ser Sus discípulos. Jesús debe ser el Señor de todo en nuestra vida, o no será Señor en absoluto.
Veamos el ejemplo de Jesús en la tierra. Aunque amaba a su madre viuda, nunca permitió que ella lo influyera para apartarlo de la voluntad perfecta de Su Padre, ni siquiera en pequeños asuntos. Un ejemplo de esto se encuentra en las bodas de Caná, donde Jesús se negó a actuar bajo el impulso de Su madre (Juan 2:4).
Jesús también nos enseñó cómo "aborrecer" a nuestros hermanos. Cuando Pedro intentó apartarlo de ir a la cruz, Jesús lo reprendió con las palabras más duras que jamás dirigió a alguien:
"¡Quítate de delante de mí Satanás; me eres tropiezo!" (Mateo 16:23). Pedro había hecho una sugerencia con mucho amor humano, pero Jesús lo reprendió porque lo que Pedro proponía iba en contra de la voluntad del Padre.
El Padre ocupaba siempre el lugar supremo en los afectos de Jesús. Él espera de nosotros que tengamos la misma actitud hacia Él. Después de su resurrección, el Señor le preguntó a Pedro si lo amaba más que a todo lo demás en la tierra, antes de decirle:” apacienta mis ovejas” (Juan 21:15-17). Solo aquellos que aman al Señor supremamente pueden ser responsables en Su congregación.
El líder de la congregación de Éfeso estaba en peligro de ser rechazado porque había perdido su devoción inicial por el Señor (Apocalipsis 2:1-5).
Si podemos decir, como el salmista: “¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”, entonces habremos cumplido verdaderamente la primera condición del discipulado (Salmo 73:25).
El amor que Jesús exige de nosotros no es el afecto emocional, sentimental y humano que se expresa al cantar canciones conmovedoras de devoción a Él. No. Pero si le amamos, le obedeceremos (Juan 14:21).
2. La segunda condición para el discipulado es: “odiar” nuestra propia vida
Jesús dijo: "Si alguno viene a mí, y no aborrece (odia)… aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:26).
Jesús subrayó esto al decir:
"cualquiera que no porta su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:27).
Esta es una de las enseñanzas de Jesucristo menos comprendida.
Jesús dijo que un discípulo tendría que negarse a sí mismo y portar su cruz cada día (Lucas 9:23). Más importante que leer la Biblia diariamente u orar diariamente, tenemos que negarnos a nosotros mismos diariamente y llevar nuestra cruz diariamente. Negar nuestro Ego es lo mismo que “odiar nuestra propia vida, la vida que hemos heredado de Adán. Tomar la cruz es dar muerte a la vida del Ego. Tenemos que odiar (vea nota más arriba) esa vida primero, antes de poder matarla.
Nuestro Ego es el principal enemigo de la vida de Cristo en nosotros. La Biblia lo llama "la carne". La carne es un almacén de malos deseos dentro de nosotros que nos tienta a hacer nuestra propia voluntad en todo momento, a buscar nuestra propia ganancia, nuestro propio honor, nuestro propio placer, nuestro propio camino, etc.
Si somos honestos, tendremos que admitir que incluso nuestras mejores acciones están corrompidas por motivos malvados que surgen de nuestros deseos corruptos. Si no odiamos esta “carne”, nunca podremos seguir al Señor.
Por eso Jesús habló tanto de odiar (o perder) nuestra vida. De hecho, esta frase se repite siete veces en los evangelios (Mateo 10:39; Mateo 16:25; Marcos 8:35; Lucas 9:24; Lucas 14:26; Lucas 17:33; Juan 12:25). Esta es la frase de nuestro Señor que se repite con más frecuencia en los evangelios. Sin embargo, es la que menos se usa en predicaciones y la menos comprendida.
Odiar nuestra propia vida es dejar de buscar nuestros propios derechos y privilegios, dejar de buscar nuestra propia reputación, abandonar nuestras propias ambiciones e intereses, dejar de buscar nuestro propio camino, etc. Podemos ser discípulos de Jesús, solo si estamos dispuestos a seguir este camino.
3. La tercera condición del discipulado es que debemos renunciar a todas nuestras posesiones.
Jesús dijo:
"Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:33).
Nuestras posesiones son lo que poseemos como nuestro. Renunciar a todo significa que ya no consideramos nada como lo nuestro.
Vemos una ilustración de esto en la vida de Abraham. Isaac era su propio hijo, su posesión. Un día Dios le pidió que ofreciera a Isaac como sacrificio. Y Abraham puso a Isaac en el altar y estaba dispuesto a matarlo. Pero Dios intervino y le dijo que el sacrificio no era necesario, porque había demostrado su voluntad de obedecer (Génesis 22). Después de eso, Abraham reconoció que, aunque tenía a Isaac en su casa, ya no lo poseía como suyo. Isaac ahora pertenecía a Dios.
Esto es lo que significa renunciar a todas nuestras posesiones. Todo lo que tenemos debe ser puesto en el “altar” y entregado a Dios.
Dios puede permitirnos usar algunas de esas cosas, pero ya no podemos pensar en ellas como nuestras propias. Incluso si vivimos en nuestra propia casa, debemos considerarla como de Dios; ¡y que Él nos ha permitido permanecer en ella sin pagar alquiler! Este es el verdadero discipulado.
¿Hemos hecho lo mismo con todas nuestras posesiones? Nuestras posesiones incluyen nuestra cuenta bancaria, propiedades, trabajo, calificaciones, dones y talentos, esposa, hijos y todo lo demás que valoramos en esta tierra. Tenemos que ponerlos todos sobre el “altar” si queremos ser verdaderos discípulos.
Sólo entonces podemos amar a Dios con todo nuestro corazón. Este es el "corazón puro" del que habló Jesús en Mateo 5:8. No es suficiente tener una conciencia limpia. Una conciencia limpia sólo significa que hemos renunciado a todo pecado conocido. ¡Un corazón puro significa que hemos renunciado a todo!
Y así vemos que el verdadero discipulado implica un cambio radical de actitud hacia:
1. nuestros parientes y seres queridos;
2. nuestra vida personal, nuestro ego; y
3. nuestras posesiones.
A menos que afrontemos estos asuntos de manera directa y honesta, será imposible cumplir todo el propósito de Dios para nuestras vidas.
A menos que los predicadores proclamen este mensaje de discipulado, sin “diluirlo”, les será imposible edificar el Cuerpo de Cristo.
El camino del discipulado
Mateo 28:20 dice que los discípulos deben ser enseñados a obedecer y practicar cada uno de los mandamientos dados por nuestro Señor. Este es el camino del discipulado. Es suficiente leer Mateo 5, 6 y 7 para ver algunos de los mandamientos que Jesús dio, los cuales la mayoría de los creyentes ni siquiera intentan obedecer.
Un discípulo es alguien que aprende y sigue a Jesús.
Lo que nuestra tierra necesita son personas que sean conscientes del llamado a proclamar todo el consejo de Dios, que obedezcan personalmente todo lo que Jesús ordenó y que enseñen a otros a hacer lo mismo, edificando así el Cuerpo de Cristo.
Jesús dijo que sus discípulos serían identificados por una marca: el amor que tendrían los unos por los otros (Juan 13:35).
¡Presten atención a esto! Los discípulos de Jesucristo no se identifican por la calidad de su predicación o su música, ni por su “hablar en lenguas”, ni por llevar Biblias a las reuniones, ni por la cantidad de ruido que hacen en sus reuniones. Se identifican por su ferviente amor entre ellos.
La reunión evangelística que lleva a la gente a Cristo debe conducir al establecimiento de una congregación en esa localidad, donde los discípulos se amen unos a otros.
Sin embargo, lo triste es que en muchos lugares donde se celebran reuniones evangelísticas repetidas, año tras año, es difícil encontrar siquiera una congregación de la que se pueda decir que los miembros de la misma no se peleen entre sí ni se difamen unos a otros, etc., sino que se amen unos a otros.
Se puede entender que los nuevos convertidos no puedan vivir una vida tan victoriosa de inmediato. Pero ¿qué diremos si la contienda y la inmadurez caracterizan incluso a los ancianos y líderes cristianos en las congregaciones de nuestro país?
Esta es la prueba más clara de que la segunda y más importante parte de la gran comisión, mencionada en Mateo 28:19, 20, el discipulado y la plena obediencia a los mandamientos de Jesús, haya sido totalmente ignorada.
La primera parte de la gran comisión (Marcos 16:15) es la única que suele ser enfatizada en todas partes. Allí, el énfasis está en la evangelización, siendo el mensaje confirmado por señales y prodigios hechos por el Señor.
En Mateo 28:19, 20, sin embargo, el énfasis está en el discipulado - la vida del discípulo siendo manifestada por la obediencia total a los mandamientos de Jesús. Multitudes de cristianos están ocupados con lo primero, pero muy, muy pocos con lo segundo. Sin embargo, lo primero sin lo segundo es tan incompleto y sin valor como la mitad de un cuerpo humano. Pero ¿cuántos han visto esto?
En el ministerio de Jesús, leemos que grandes multitudes lo siguieron, debido a su ministerio evangelístico y de sanidad. Jesús siempre se volvía y les enseñaba acerca del discipulado (véase Lucas 14:25-26). Sería bueno que los evangelistas de hoy hicieran lo mismo, ya sea por sí mismos o en cooperación con apóstoles, profetas, maestros y pastores que puedan completar la obra que los evangelistas han comenzado.
¿Por qué los predicadores dudan en proclamar la importancia del discipulado? Seguramente es porque reduciría el número de sus fieles. Pero lo que no se dan cuenta es que la calidad de sus congregaciones mejoraría mucho.
Cuando Jesús habló del discipulado a las multitudes, pronto se redujo a un puñado de sólo once discípulos (compare Juan 6:2 y 6:70). Los demás encontraron el mensaje demasiado duro y luego lo abandonaron (vea Juan 6:60, 66). Pero fue con esos once discípulos quienes se quedaron con Él, que Dios cumplió finalmente su propósito en el mundo.
Como Cuerpo de Cristo en la tierra hoy, debemos continuar el mismo ministerio que aquellos once apóstoles comenzaron en el primer siglo. Después de que las personas son traídas a Cristo, deben ser guiadas al discipulado y a la obediencia. Sólo así se edificará el cuerpo de Cristo.
El camino hacia la vida es estrecho, y pocos son los que lo encuentran. (Mateos 7:14)
Jesucristo dijo: "El que tenga oídos para oír, que oiga" [¡esta frase aparece 6 veces en los Evangelios!].
2. El Discipulado y el Hogar
Un discípulo es un aprendiz y un seguidor del Señor Jesús. Es aquel que ha hecho de Jesús su ejemplo y busca conformar su vida a la de su Maestro en todo lo posible.
Al igual que el amor, el discipulado también comienza en primer lugar en el hogar.
El discipulado y los padres
El fundamento del verdadero discipulado es hacer de Jesucristo el Señor de todo en nuestra vida, entregándole todo lo que tenemos y todo lo que somos.
Consideremos primero cómo debemos "odiar" a nuestros padres, tal como el Señor nos ordenó en Lucas 14:26.
El primer paso es honrarlos. Este es el primer mandamiento con una promesa adjunta (Efesios 6:2). No podemos "odiar" a nuestros padres de la manera como el Señor quiere que lo hagamos antes de que hayamos aprendido a honrarlos. ¡Hoy en día en el mundo hay muchos niños incrédulos quienes están muy contentos odiando a sus padres! Las sectas también hacen un mal uso de este versículo para reunir a su alrededor a aquellos jóvenes que nunca han aprendido a honrar a sus padres.
El ejemplo de Jesús es lo que todo discípulo suyo debe seguir. Si lo hacemos, nunca nos desviaremos. Sin embargo, si interpretamos los dichos de nuestro Señor sin mirar su ejemplo, entonces nos desviaremos, como lo han hecho tantos cristianos. Nuestro Señor nos ha dicho que “aprendamos de Él” (Mateo 11:29).
¿Cómo “odió” Jesús a su madre terrenal? En primer lugar, honró a José y María, sometiéndose a su autoridad, mientras estuvo en su casa en Nazaret (Lucas 2:51).
En la Biblia solo se mencionan dos incidentes sobre los 30 años que Jesús pasó en Nazaret.
Primero en Hebreos 4:15, se nos dice que fue tentado como nosotros y nunca pecó. De ahí aprendemos que debió enfrentar muchas tentaciones durante esos 30 años en Nazaret, las mismas tentaciones que enfrenta cualquier persona durante los primeros 30 años de su vida, desde la infancia hasta la edad adulta.
Marcos 6:3 nos dice que Jesús tenía al menos 4 hermanos y 2 hermanas en su hogar. Así que estaban al menos 9 familiares viviendo juntos – y era una casa pobre. (Entendemos esto cuando comparamos Lucas 2:24 con Levítico 12:8, y descubrimos que María era demasiado pobre para traer siquiera un cordero como ofrenda al Señor). Así que Jesús obviamente no tenía un dormitorio privado al cual retirarse, cuando las cosas se ponían difíciles en la casa. Juan 7:5 también nos dice que Sus hermanos no creían en Él. Obviamente estaban celosos de Aquel quien, en su hogar, nunca se enojaba ni actuaba egoístamente. Todos ellos deben haberse “confabulado” contra Él muchas veces y se burlaron de Él y lo irritaron. Cualquiera que haya vivido en una familia grande en una casa pequeña, con parientes no convertidos, entenderá los problemas que Jesús debe haber enfrentado en Nazaret. Sin embargo, Él nunca pecó. Para agregar a todo eso, es muy probable que su padre José muriera cuando Jesús era un adolescente o veinteañero (porque nunca leemos de José durante los años del ministerio público de Jesús). Entonces la carga de sustentar a la familia de 8 miembros recayó sobre Jesús, como el hijo mayor. Él tuvo que trabajar duro para mantener a esa familia. Debe haber habido muchas tentaciones que Jesús enfrentó. Sin embargo, Él nunca pecó.
En segundo lugar, Jesús permaneció sujeto a José y María, sus parientes (Lucas 2:51) - mientras vivió en su hogar - durante 30 años. Eso no debe haber sido fácil - como todos sabemos por nuestros propios días de infancia. ¡Con cuánta frecuencia en nuestros días de infancia, cuando queríamos hacer algo, nuestros padres nos pedían que hiciéramos algo diferente que naturalmente no nos gustaba hacer!
Por lo tanto, podemos mostrar el ejemplo de Jesús a todos nuestros hijos. A los padres se les ordena criar a sus hijos "en disciplina y amonestación del Señor " (Efesios 6:4). ¿Qué significa esto? Se trata, en primer lugar, del ejemplo que el Señor mismo dio a los niños durante sus años en Nazaret.
Si un niño o una niña sigue el ejemplo del Señor tal como hemos visto en las dos áreas anteriores, él también crecerá en sabiduría y en gracia ante Dios, como está escrito acerca de Jesús mismo (Lucas 2:52). Incluso cuando seamos adultos y nos casemos, debemos seguir honrando a nuestros padres ancianos.
En Génesis 9:21-27, leemos que el hijo de Noé, Cam, vio a su padre borracho y desnudo en su tienda. Cam fue y contó esto a sus hermanos, deshonrando a su padre. Aunque lo que dijo era verdad, su actitud deshonró a Noé, y como resultado, Cam y su familia fueron maldecidos. Los calumniadores son maldecidos por Dios, ¡incluso cuando dicen la verdad! Ningún calumniador puede ser discípulo de Jesucristo.
Por el contrario, los otros dos hijos, Sem y Jafet, caminaron hacia atrás para no ver la desnudez de su padre y lo cubrieron. Ellos y sus familias fueron bendecidos.
Esta historia nos enseña que Dios bendice a quienes honran a sus padres y maldice a quienes los desprecian, incluso cuando estos padres tienen fallas visibles. Este ejemplo ha sido colocado justo al comienzo de la Biblia, como advertencia y ejemplo para todos nosotros, jóvenes o viejos.
El ejemplo de Jesús ante las fallas humanas de sus padres terrenales:
Aunque José y María eran personas temerosas de Dios (según el estándar del antiguo pacto), debemos recordar que no tuvieron victoria sobre el pecado (que es una promesa distintiva del nuevo pacto; véase Romanos 6:14). No tenían el Espíritu Santo y no podían estar bajo la gracia como nosotros podemos hacerlo hoy. Por lo tanto, deben haber tenido discusiones en casa, pueden haber perdido los estribos entre ellos y haber pecado de muchas otras maneras. (Si te resulta difícil creer esto, probablemente sea porque piensas que María era inmaculada – tal como enseña la Iglesia Católica). Jesús debe haber visto a José y a María pecar muchas, muchas veces, en su hogar de Nazaret. Sin embargo, no los despreció. Esto es una parte importante de lo que significa honrar a nuestros padres.
Proverbios 23:22 dice: "No desprecies a tu madre cuando sea vieja." Esto se aplica a todos nosotros. No debemos menospreciar a nuestros padres por sus errores, sino cubrir sus debilidades con amor.
Si has nacido de nuevo y tus padres no lo son, y te piden hacer algo contrario a las Escrituras (como adorar ídolos o casarte con un incrédulo), puedes decirles respetuosamente que no puedes hacerlo porque la Palabra de Dios lo prohíbe. Sin embargo, siempre debes ser amable y evitar ser arrogante.
Pero en asuntos que no implican desobediencia a las Escrituras, los hijos deben obedecer a sus padres mientras que vivan con ellos. Pero una vez que hayan dejado la casa de sus padres y se han establecido en su propio hogar, ya no están obligados a obedecer a sus padres. Pero aún deben honrar a sus padres y cuidar de ellos.
Vemos esto también en el ejemplo de Jesús, al cual sus discípulos deben seguir. Después de que Jesús dejó su casa a la edad de 30 años y fue bautizado, uno de los primeros incidentes registrados en los evangelios es el incidente de la fiesta de bodas en Caná. María había visto a Jesús durante 30 años como un hijo obediente que había resuelto muchos problemas en el hogar. Y ella sabía que Jesús podía hacer algo incluso por la falta de vino allí. Probablemente no esperaba un milagro, porque Jesús nunca había hecho un milagro hasta entonces. Pero había visto en casa que su Hijo era sabio e ingenioso. Así que le pidió a Jesús que hiciera algo.
Y allí vemos por primera vez a Jesús hablando duramente a María: "Mujer, ¿qué tengo que ver contigo?" (Juan 2:4). Ya había dejado su hogar y, por lo tanto, estaba libre de tener que obedecerla en el futuro.
Esto es lo que Jesús quiso decir cuando dijo a sus discípulos que “odiaran” a sus padres. Este es el equilibrio que también debemos tener nosotros. Debemos obedecer a nuestros padres cuando vivimos en su hogar y debemos “odiarlos” en asuntos relacionados con seguir los mandamientos de Dios. Fue cuando se trató de hacer la voluntad de Dios y cumplir el ministerio que el Padre le había encomendado que Jesús le dijo a María: “Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4). Una vez que dejamos nuestro hogar y formamos nuestro propio hogar, ya no estamos bajo la autoridad de nuestros padres.
Lamentablemente, en la mayoría de los matrimonios en la India, el esposo NO obedece este mandato de Dios. Podemos entender que los esposos no cristianos se apeguen más a sus padres que a sus esposas. Pero, ¿qué diremos de los cristianos que siguen la cultura no cristiana de la India en este asunto? No logran manifestar el tipo de vida matrimonial que Dios quiere mostrar a nuestro país.
En primer lugar no se trata de abandonar a los padres físicamente, sino de estar emocionalmente desapegado de ellos. La primera lealtad y el apego interior de un esposo deben ser hacia su esposa y no hacia sus padres.
De la misma manera, a la esposa se le ordena olvidarse de la casa de su padre (Salmo 45:10).
Ciertamente debemos cuidar de nuestros padres cuando son ancianos y débiles. Jesús nos ha dado un ejemplo aquí también, al proveer un hogar para su madre viuda con Juan, cuando Él estaba muriendo en la cruz (Juan 19:26, 27). Pero nunca se debe permitir que los padres se interpongan entre un esposo y una esposa en ningún momento. Muchos cristianos en la India han sido impedidos de seguir al Señor, debido a un apego natural y desordenado a sus padres.
En Deuteronomio 33:8-11, se nos dice por qué la tribu de Leví fue elegida por Dios para ser Sus sacerdotes. Se les dio este ministerio como recompensa por poner a Dios por encima de sus padres, sus hermanos y sus hijos. Cuando Moisés vio a Israel adorando al becerro de oro y preguntó quién estaría con él del lado del Señor, solo la tribu de Leví salió y estuvo con Moisés ese día. Entonces les dijo a los levitas que entraran en el campamento y mataran incluso a sus propios parientes que habían practicado la idolatría (Éxodo 32:26-30). Estos levitas fueron [en el sentido espiritual] los precursores de los verdaderos discípulos de Jesús.
La Ley (los 10 mandamientos) había sido dada por Moisés a los israelitas tan sólo unos días antes, en la que les había dicho que honraran a sus padres (Éxodo 20). Pero ahora se les pedía que sacaran sus espadas y mataran a sus parientes. Allí vemos las dos caras de la verdad. Cuando los levitas vieron a sus parientes adorando ídolos, podrían haberlos perdonado y haber ido a matar a alguna otra persona. Pero no lo hicieron. "No consideraron a padre ni a madre ni a hermanos ni a hijos..." (Deuteronomio 33:9).
¡Cuántos cristianos hay quienes no han seguido los mandamientos del Señor!, pues se conmovieron al ver las lágrimas de sus madres o al oír las palabras de sus padres diciendo: "Mira todo lo que hemos hecho por ti". De este modo, se vuelven incapaces de ser discípulos de Jesús.
Si, por otro lado, eres uno de los que ya odia a sus padres por razones egoístas (como lo hacen muchos hijos), entonces lo que se acaba de decir no se aplica a ti. Lo primero que debes aprender es cómo honrar a tus padres.
Sólo aquellos que primero han aprendido a "honrar" a sus padres pueden entender lo que Jesús quiso decir cuando dijo que debemos "odiar" a nuestros padres, porque fue a aquellos que habían aprendido primero a honrar a sus padres a quienes el Señor les dijo por primera vez esa palabra "odiar".
Las personas que no usan la espada (tal como lo hizo Jesús en sentido espiritual), debido a una blandura humana, y que de esa manera se comprometen, sufrirán espiritualmente a largo plazo. Fue doloroso para los hijos de Leví tratar a sus padres de esa manera. Pero lo hicieron por amor a Dios.
En Malaquías 2:4-5 el Señor dice que le dio a Leví el pacto de vida y paz, porque los levitas temían a Dios y reverenciaban Su Nombre. ¡Pero esa paz entonces fue comprada con una espada real!
¿Cómo se aplica todo esto a nosotros hoy? No usamos espadas físicas contra otros como lo hicieron los levitas en los tiempos del antiguo pacto. El significado de “usar la espada” para nosotros hoy, por ejemplo, es que cortamos el afecto humano que tenemos por nuestros padres y nuestros parientes y lo reemplazamos con un afecto divino. El afecto humano por nuestros padres, etc., puede hacernos cometer pecados con el fin de ayudarlos o complacerlos. Mientras que el afecto divino no sólo nos impedirá cometer pecados, sino que nos permitirá amarlos mucho más profunda y puramente y también nos permitirá amarlos cuando nos odien.
Y si en alguna situación, hay un conflicto entre lo que nuestros padres nos dicen que hagamos y lo que Dios nos dice que hagamos, entonces debemos obedecer a Dios. Es en tales situaciones que Dios nos prueba para ver si le tememos y queremos complacerlo a Él o si queremos complacer a nuestros parientes.
Esta cuestión del lugar que nuestros padres, esposa, hijos y otros parientes tienen en nuestra vida, en oposición al lugar que Dios tiene en nuestra vida, debe resolverse de una vez por todas, justo al comienzo de nuestra vida cristiana. De lo contrario, tendremos problemas constantes a lo largo de nuestra vida.
Dios nos honrará si lo honramos a Él. Incluso tus padres serán bendecidos si tomas una postura a favor del Señor. El propósito último de Dios es nuestro bien y el bien de los demás. Por lo tanto, quienes se comprometen no solo perderán espiritualmente, sino que sus padres también perderán la bendición de Dios. En última instancia, nunca puedes perder si obedeces los mandamientos (la voluntad) de Dios.
Cuando Dios le pidió a Abraham que renunciara a Isaac, fue este mismo principio el que Dios estaba enfatizando. Isaac se había convertido en el favorito del corazón de Abraham y en su ídolo. Así que Dios le dijo a Abraham que renunciara a Isaac.
¿Tienes un tal apego a tus padres, a tu esposa o a tus hijos? Entonces no puedes ser discípulo.
Cuando tu esposa viene a ti chismeando sobre uno de los hermanos en la asamblea, ¿cooperas con ese espíritu chismoso o lo rechazas interiormente? ¿Buscas complacer a tu esposa? Si lo haces, entonces te estas perdiendo tú mismo y perderás a tu esposa también. Sin embargo, si te mantienes puro, al menos te salvarás a ti mismo. Y a la larga, tu esposa también puede ser salvada. Así que el camino del "odiar" es el mejor camino para todos los involucrados.
Nadie puede impedirnos ser sacerdotes del nuevo pacto, si somos radicales en tales asuntos.
Permíteme decir esto una vez más: Cuando tengas que tomar una posición en contra de tus padres, NO debes ser grosero. Sé amable y di: "Lo siento, papá. No puedo hacer eso porque va en contra de la Palabra de Dios". Muchos problemas se producen simplemente porque creyentes jóvenes no han aprendido a distinguir entre ser grosero y defender la verdad.
El discipulado y el matrimonio
El matrimonio es un paso muy importante porque puede hacer o deshacer la vida entera de una persona.
Los jóvenes que buscan la voluntad de Dios para el matrimonio deben decirle al Señor que, en primer lugar, son Sus discípulos y que, por lo tanto, el matrimonio no es lo más importante en la vida para ellos, sino seguir a Jesús SÍ lo es.
Un discípulo es alguien que lo ha dejado todo. Incluso está dispuesto a estar soltero si el Señor así lo desea. Sólo esos jóvenes encuentran lo mejor de Dios en el matrimonio. Al ver la cantidad de matrimonios infelices entre los creyentes hoy en día y la falta de armonía en esos matrimonios, está claro que estas parejas no entraron al matrimonio como discípulos del Señor en primer lugar.
Una vez que hemos puesto al Señor en primer lugar, podemos buscar la voluntad de Dios desde un fundamento de "descanso". Recuerde que Dios hizo dormir a Adán, mientras le preparaba una esposa. ¡Adán no tuvo que correr por el jardín buscando una compañera! Nosotros también necesitamos estar "en reposo" haciendo la voluntad de Dios. Entonces, en el momento adecuado, Dios mismo nos traerá a nuestra compañera de vida. Esto no significa que no debamos buscar pareja, pero sí que no debemos entrar en pánico.
Los hombres jóvenes, cuando llegan a los 25 años, y las mujeres jóvenes, cuando llegan a los 20, deben comenzar a orar por su futura pareja de vida. Antes de llegar a esa edad, deben estar ocupados únicamente con el Señor, Su Palabra y Su obra, sin pensar en el matrimonio. No pierdan el tiempo considerando a cada chica o chico atractivo que conozcan como posible pareja de vida. Y cuando encuentren a uno realmente atractivo, no digan: “¡Será mejor que me comprometa rápido, antes de que alguien más lo consiga!”. Si Dios ha elegido a esa persona para ti, Él la mantendrá reservada para ti. ¡Nadie más podrá conseguirla! Si son verdaderos discípulos del Señor, Él te reservará lo mejor.
David no le arrebató el trono a Saúl, sino que esperó el tiempo de Dios y Dios lo llamó “un hombre conforme a mi corazón” (Hechos 13:22). Él dirá lo mismo de ti, si tú también estás dispuesto a esperar y recibir todo de Su mano. Puedes dejar con seguridad el asunto de tu matrimonio en manos de Dios, si pasas tu tiempo buscando primero el reino de Dios. Si lo honras a Él, Él te honrará a ti.
Proverbios 19:14 dice que un padre puede dar a sus hijos tierras y riquezas, pero sólo Jehová puede darles buenas esposas. Así que busca a tu compañera de matrimonio en el Señor.
¿Cómo debe un discípulo buscar a su compañera de vida?
Soy un firme creyente en los matrimonios "arreglados", ¡matrimonios arreglados por Dios! En la Biblia se nos habla de dos matrimonios de ese tipo. Dios arregló una compañera para Adán. Y Dios arregló una compañera para Isaac. Y mi propio testimonio es que Dios arregló una compañera para mí también; la mejor que podría haber tenido.
Los ojos de Jehová todavía recorren toda la tierra buscando formas de ayudar a aquellos cuyos corazones son totalmente Suyos (2 Crónicas 16:9). Nadie puede buscar en todo el mundo como Dios puede hacerlo. Y aquellos que confían en Él NUNCA serán desilusionados.
Por lo tanto, si quieres una buena esposa o esposo, sé primero un discípulo de Jesús de todo corazón. Y Dios mismo arreglará tu matrimonio. "Conforme a tu fe te sea hecho". El siervo de Abraham oró y le pidió al Señor que lo guiara hacia la muchacha adecuada para Isaac, y el Señor lo hizo (Génesis 24). Este Dios es tu Padre y Él puede hacer lo mismo por ti también.
La Biblia dice que Dios nos revela Su voluntad a través de una mente renovada (Romanos 12:2). Por lo tanto, debemos permitir que nuestras mentes se transformen para comprobar la voluntad perfecta de Dios. Una mente renovada es aquella que ha aprendido a mirar a las personas desde el punto de vista de Dios.
Encontramos en Proverbios 31:10-31, el tipo de esposa que Dios recomienda. Las virtudes que se dan allí son las que todos los hombres jóvenes deben buscar al considerar a una muchacha para casarse. Y esos son los valores que todas las mujeres jóvenes deben perseguir en sus vidas.
Muchos jóvenes sólo buscan belleza y encanto en una mujer, y esas mismas cosas que dice Proverbios 31:30 son vanas y engañosas. Proverbios 11:22 usa un lenguaje muy fuerte cuando dice que una muchacha hermosa que no tiene discreción (y el temor de Dios es el primer paso hacia la discreción) es como un cerdo con un anillo de oro en la nariz. Algunos hombres se obsesionan tanto con el "anillo" (la cara bonita) que se casan con el cerdo (la muchacha).
La mujer descrita en Proverbios 31 es una mujer que trabaja duro con sus manos, levantándose temprano cada mañana (versículos 13 y 15). Planta una viña para ganar algo extra para su familia (versículo 16), es cuidadosa al gastar el dinero, ayuda a los pobres y tiene “la ley de la clemencia en su lengua” (versículo 26); en otras palabras, es trabajadora, frugal y generosa, y su habla es amable.
Sus manos son duras (por el trabajo duro) y su lengua es suave. Desafortunadamente, lo que encontramos en muchas jóvenes cristianas hoy en día es exactamente lo opuesto: ¡sus manos son suaves (por la pereza) y sus lenguas son duras (por la arrogancia)! ¡Ay del hombre que se case con una mujer así!
Una buena esposa no se encuentra necesariamente entre aquellas jóvenes que siempre están tomando estudios bíblicos aquí y allá. ¡Los jóvenes deben tener cuidado de no confundir la actividad religiosa con la espiritualidad! Cuando te cases, lo que necesitarás es una esposa y tus hijos necesitarán una madre. ¡Ninguno de los dos necesitará una mujer que sea maestra de la Biblia! ¡Recuerda eso! [Dejemos en claro: cada hombre y cada mujer, como seguidor de Jesucristo, debe adquirir un profundo conocimiento de la Palabra de Dios]
El Cantar de los Cantares 8:9 habla de dos tipos de muchachas: las que son como muros y las que son como puertas. La puerta es el tipo de muchacha "atrevida" que viene hacia ti con el corazón bien abierto. El muro es la muchacha que es modesta y reservada, como Dios creó a todas las muchachas para que así fueran. Si una muchacha es como una puerta, el versículo continúa diciendo que sus padres tendrán que atrincherarla (es decir, restringirla de muchas maneras). ¡Sin embargo, si ella es como un muro, puede construirlo al palacio (RV). ¡Sólo así se puede construir durante la vida un hogar piadoso!
1 Pedro 3:3-4 insta a todas las mujeres que quieren ser discípulas de Jesús a evitar la ropa y las joyas caras, ya que lo más valioso que Dios busca en una mujer es "un espíritu afable y tranquilo". Aunque el discipulado principalmente no se distingue por la forma en que se viste una persona, es cierto que la vestimenta de una mujer revela mucho sobre su carácter. Los valores que ella alberga en su corazón se revelan a menudo en la forma en que se viste. Una discípula de Jesús no se vestirá descuidadamente, pero tampoco desperdiciará su dinero en ropa o joyas llamativas y caras.
Por eso, los jóvenes que buscan una esposa piadosa deben buscar en primer lugar una que tenga temor de Dios junto con un espíritu apacible y tranquilo, diligencia, palabras amables, modestia y sencillez.
Cuando las chicas consideran el matrimonio, generalmente buscan en el hombre educación, dinero y buena apariencia. Es cierto que una mujer para su matrimonio no debe considerar a un hombre que no tenga los medios para mantener una familia, ya que la Biblia exhorta a todos los hombres a desarrollar primero su negocio (medios de tener un ingreso adecuado), antes de constituir su hogar y su familia (Proverbios 24:27). ¡Pero eso no es todo!
Lo primero que debes asegurarte como chica es comprobar si el muchacho que estás considerando es un discípulo de Jesús de todo corazón, uno a quien puedes admirar. ¿Puedes aceptarlo como tu cabeza [tu líder], con alegría (de corazón) y no solo porque la Biblia te lo ordena? Esta es una de las primeras cosas que debes preguntarte cuando estés considerando a un chico con quien te puedes casar.
Para más información sobre este tema, lee mi libro "Sexo, amor y matrimonio: el enfoque cristiano".
(Este libro todavía no existe en español)
El discipulado y el hogar
En Malaquías 2:15 leemos que Dios creó un hombre y una mujer para que por medio de ellos pudieran nacer y crecer hijos temerosos de Él. Cualquiera puede criar hijos, pero solamente un discípulo de Jesús va a criar hijos temerosos de Dios.
Y para lograr esto, el primer requisito es que al menos uno de los dos padres sea un discípulo de Jesús de todo corazón y que lo ame con TODA su fuerza. Los cristianos a medias generalmente no podrán criar hijos temerosos y obedientes a la Palabra de Dios.
Un segundo requisito importante es la unidad entre los esposos. Esto puede no ser posible si uno de los cónyuges no es discípulo. Entonces el otro cónyuge debe luchar solo contra Satanás por sus hijos. Pero si ambos de todo corazón lo son, el trabajo es mucho más fácil. Por eso es tan importante la elección correcta del cónyuge.
Es muy difícil criar hijos de una manera piadosa si el esposo y la esposa siempre están peleándose y culpándose mutuamente. Si quieres construir un hogar temeroso de Dios, busca la unidad con tu esposo/esposa a cualquier costo, incluso si, como resultado, tienes que renunciar a muchos de tus derechos. A la larga, valdrá la pena, cuando veas la forma en que tus hijos siguen al Señor.
Hay un tremendo poder en la unidad entre dos discípulos. Jesús dijo en Mateo 18:18-20 que cuando dos discípulos están unidos en la tierra, tienen autoridad para atar las actividades de las fuerzas satánicas en "los lugares celestiales" (Efesios 6:12). Así es como podemos mantener a los espíritus malignos lejos de nuestros hogares y evitar que influyan en nuestros hijos.
En Efesios 5:22 a 6:9, Pablo, inspirado por el Espíritu Santo habla de las relaciones en el hogar: entre esposas y esposos, hijos y padres, y siervos y amos. Inmediatamente después, (versículo 10 al 12) la Palabra de Dios continúa hablándonos sobre la lucha con los espíritus malignos en los lugares celestiales. ¿Qué nos enseña eso? Sólo esto: los ataques de Satanás se dirigen principalmente a las relaciones familiares. Aquí es donde debemos vencer a Satanás en primer lugar.
Los esposos y esposas que se pelean entre sí no se dan cuenta de que están abriendo la puerta (a través de la brecha que así se crea entre ellos) para que Satanás entre en sus hogares y ataque a sus hijos. Un hijo rebelde que responde a sus padres con rudeza puede haber contraído la infección de su madre, que habla de manera similar a su esposo, o de su padre, que es rebelde contra el Señor en algún aspecto. ¡No tiene sentido culpar al pobre niño por la infección que los padres trajeron a ese hogar! Son los padres los que deben arrepentirse primero.
La unidad en el hogar es mucho más importante que el tamaño o la belleza de su casa o los artefactos que tengan. La gloria de Dios se puede manifestar en una familia que vive en una choza, cuando son discípulos del Señor en primer lugar.
Un verdadero discípulo de Jesús estará libre de la terrible enfermedad, de "culpar a los demás", con la cual se infectaron Adán y Eva en el Edén. Adán culpó a Eva por su pecado y Eva culpó a la serpiente por el suyo.
El reino de los cielos pertenece a los “pobres en espíritu” (Mateo 5:3) – y la primera característica de quien es pobre en espíritu es, que tenga conciencia de sus propios fracasos y necesidades, antes que nada. Un esposo y una esposa que sean ambos pobres en espíritu convertirán su hogar en un anticipo del cielo en la tierra. En un hogar así, cada uno se juzgará a sí mismo y no culpará al otro. El Diablo nunca podrá tener acceso a un hogar así. ¿Pueden imaginar la tremenda bendición que heredarán los niños de un hogar así?
Permítanme decir una palabra sobre las “madres trabajadoras”. En nuestros días y épocas, esto se ha convertido lamentablemente en una necesidad en muchas partes del mundo, debido al alto costo de la vida. Pero las madres afectadas deben tener en cuenta ciertos principios.
Tito 2:5 nos dice que la voluntad de Dios para las mujeres es que sean en primer lugar “trabajadoras en el hogar”. Por lo tanto, ninguna madre debe descuidar sus responsabilidades domésticas para ejercer una profesión fuera del hogar. El Señor, su esposo y sus hijos deben ser siempre los primeros en su afecto y devoción, es en ese orden. Su trabajo (si es que tiene que asumir alguno) debe ser la prioridad número cuatro, después de los tres anteriores.
Las mujeres casadas que no tienen hijos en casa pueden ir a trabajar sin mayores problemas.
En la actualidad, las madres con niños pequeños suelen tener dos razones para ir a trabajar:
1. Para sobrevivir, cuando los ingresos del marido no son suficientes para cubrir las necesidades de la familia.
2. Por lujo, porque el marido y la mujer quieren disfrutar de un nivel de vida más alto.
Si puedes decir honestamente ante Dios que en tu caso la razón es la supervivencia, entonces puedes estar segura de que Dios te dará una gracia especial para todas tus responsabilidades familiares.
Sin embargo, si la verdadera razón es el lujo, entonces debo advertirte que estás en un verdadero peligro. Puede pasar que coseches las consecuencias recién muchos años después, cuando tus hijos se hayan ido de casa y se hayan vuelto rebeldes e inútiles para Dios. Entonces será demasiado tarde para hacer algo al respecto.
Dios es mi testigo de que estoy predicando sólo lo que he practicado. Mi esposa trabajaba como médica cuando nació nuestro primer hijo en 1969. En ese momento, nuestro único ingreso era lo poco que yo recibía de mes en mes, y no teníamos ahorros en absoluto. Pero decidimos que mi esposa dejaría su trabajo y se quedaría en casa para cuidar de la familia. Durante los 28 años siguientes, ella nunca tomó un trabajo, sino que se quedó en casa y educó a nuestros cuatro hijos para que amaran y siguieran al Señor. ¿Cuál fue el resultado? Hoy, tenemos la alegría de ver que nuestros cuatro hijos nacieron de nuevo, se bautizaron y siguen al Señor y dan testimonio de Él. Semejante bendición es mucho mayor que los tres o cuatro millones de rupias que mi esposa podría haber ganado como médica en 28 años. Hoy no nos arrepentimos en absoluto. Damos nuestro testimonio aquí sólo para animar a otras madres que están buscando la voluntad del Señor en esta área.
Un verdadero discípulo también tendrá cuidado con las revistas y libros que los miembros de su familia se llevan a casa y el tipo de programas de televisión y vídeos que ven [también existe el peligro por medio del internet, celulares y tablets]. El esposo, como cabeza del hogar, debe ser como un estricto portero que se asegura de que nada mundano entre en su casa. Tiene que ser como el jefe del departamento de control de calidad de una fábrica que examina cada producto y lo certifica. Los padres que quieren que sus hijos sean discípulos del Señor deben asegurarse de no ceder a los caprichos y fantasías de sus hijos en tales asuntos, porque eso no es amor, sino necedad e infidelidad al Señor.
La fortaleza de cualquier congregación se encuentra en la fortaleza de sus hogares. Si los hogares son débiles, la congregación es débil. La fortaleza de una congregación no reside en el volumen alto de la música ni en el canto melodioso ni siquiera en la buena predicación, sino en la devoción de los hogares que constituyen esa congregación.
Construyemos hogares que glorifiquen a Jesucristo.
3. El discipulado y el dinero
Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (el Mammón) (Lucas 16:13).
Aquí nuestro Señor dejó en claro que el amo alternativo de Dios es el Mammón (dinero y riquezas materiales). El amo alternativo no es Satanás, porque ningún discípulo de Jesús está en peligro de amar a Satanás e imaginar que ama a Dios al mismo tiempo. Pero ese peligro existe en lo que respecta al Mammón.
Mientras vivamos en el mundo, tenemos que lidiar con el Mammón todos los días. Y si no tenemos cuidado, como discípulos de Jesús, enfrentamos el peligro de imaginar que podemos amar a Dios y al Mammón al mismo tiempo.
El dinero puede apoderarse fácilmente de nosotros e impedirnos ser discípulos del Señor. Por lo tanto, no podemos tener una actitud neutral hacia el dinero, al igual que no podemos tener una actitud neutral hacia Satanás. O somos discípulos del Señor Jesús o discípulos del Mammón. ¡No podemos ser discípulos de ambos! O buscamos agradar a Dios o buscamos ganar dinero. Estos dos son opuestos, al igual que los polos norte y sur de un imán. Si nos sentimos genuinamente atraídos por Dios, nos alejaremos del dinero. Para amar a Dios plenamente hay que “odiar” al Mammón. ¡O se acepta esta afirmación como cierta o se acusa a Jesús de haber mentido!
Despreciar el dinero significa que no te importa. Lo usas, pero no te apegas a él. En el cielo, las calles están hechas de oro. Aquí en la tierra, la gente se pone oro sobre la cabeza, pero en el cielo, el oro estará bajo nuestros pies. El cielo ha sido preparado para aquellos que han aprendido a poner el dinero bajo sus pies en la tierra misma.
Jesús hizo declaraciones radicales a sus discípulos sobre muchos temas. Dijo que, si nuestro ojo derecho nos haría codiciar, debíamos "arrancarlo". Con ello nos estaba diciendo cuan grave que lo es codiciar con nuestros ojos. En el mismo sentido Jesús dijo que, para seguirlo, teníamos que "odiar" a nuestros parientes. Con ello indicó que las principales objeciones para seguirlo a Él, vendrían de nuestros familiares. Exactamente de la misma manera, Jesús también hizo una declaración radical aquí sobre el dinero. Dijo que para amar a Dios hay que "odiar" el dinero. El dinero se aferra a las manos de muchos cristianos. Por eso no pueden aferrarse a Dios. Y por eso nunca siguen el camino del discipulado. Muy pocos creyentes han tomado en serio estos mandamientos.
El Señor no llamó a sus discípulos a ser ascetas que viven en la jungla, renunciando al matrimonio, al trabajo, a la propiedad y al dinero. Los cristianos no son discípulos de Juan el Bautista, sino de Jesús. Y Jesús trabajó durante la mayor parte de su vida como carpintero para ganar dinero y así mantener a su familia terrenal.
Jesús era equilibrado en su actitud hacia las cosas terrenales. Podía hacer vino en abundancia en una fiesta de bodas, y también podía ayunar por 40 días. Un verdadero discípulo también sabrá cómo disfrutar de una buena comida y también cómo ayunar cuando sea necesario.
El amor al dinero es algo que se encuentra dentro de todos nosotros. El que piensa que no ama el dinero se engaña a sí mismo o es un mentiroso, porque todo ser humano ama el dinero. La Biblia dice que "el amor al dinero es la raíz de toda clase de males". Sólo el Señor puede librarnos de él.
En la Biblia hay muchos ejemplos de personas que empezaron bien pero luego perdieron lo mejor de Dios por ir en pos del dinero. Lot fue a Sodoma para ganar dinero y destruyó a toda su familia. Balaam se destruyó a sí mismo al profetizar por dinero. Giezi perdió la oportunidad de convertirse en profeta de Dios porque fue en pos del dinero de Naamán. Demas dejó a Pablo porque amaba las cosas de este mundo (2 Timoteo 4:10). Ha habido muchos casos similares en la historia de la cristiandad.
Rectitud en los asuntos económicos
Si alguien ha sido injusto en asuntos financieros en sus días de inconverso, después de convertirse no puede decir que, como Dios le ha perdonado su pasado, no necesita esforzarse para corregir sus errores pasados. El dinero robado (u objetos) debe ser devuelto, lo antes posible después de la conversión. Las deudas también deben ser pagadas lo antes posible. Incluso si tiene que abstenerse de algunas comidas o vender algo innecesario de su casa; debe hacerlo y resolver esos asuntos rápidamente. Esa es la manera de un discípulo.
Tal vez no tenga suficiente dinero para hacer la restitución. Siempre puede comenzar pagando un poco, tal vez solo diez rupias, cada mes. Dios honrará a quienes lo honran. La Biblia dice que donde hay voluntad, Dios nos acepta según lo que podamos hacer (2 Corintios 8:12). Fue cuando Zaqueo prometió hacer la restitución que Jesús dijo que la salvación había llegado a él, no antes (Lucas 19:9). Dios nunca puede bendecir la injusticia. Muchos cristianos no crecen espiritualmente porque no han hecho la restitución.
Romanos 13:8 nos exhorta a no deberle nada a nadie. Si hemos pedido dinero prestado, debemos devolverlo lo antes posible. Una de las bendiciones que Dios prometió a los israelitas fue que si le obedecían nunca tendrían que pedir dinero prestado (Deuteronomio 28:12). Comprar cosas a crédito es simplemente otra forma de pedir prestado y endeudarse. Es mejor vivir sin algún artefacto que vivir sin la bendición de Dios.
¿Qué pasa con los préstamos de un banco? ¿Es correcto pedir un préstamo para construir una casa o para comprar un vehículo? El principio que hay que tener en cuenta aquí es el principio de la "balanza". Si tienes una propiedad - que corresponde al valor del monto que pediste prestado - en el otro lado de la “balanza” (como una casa, un coche o una moto), entonces en realidad no estás endeudado, porque tienes algo de igual valor que mostrar por el dinero que pediste prestado. Si te mueres repentinamente, tu esposa no tendrá que cargar con una deuda. La casa (o el vehículo) se puede vender y pagar la deuda. Sin embargo, si pediste dinero prestado para celebrar una boda y lo gastaste todo, no tienes nada que mostrar en el otro lado de la “balanza”. Entonces estás endeudado. Este es el tipo de deuda que debemos evitar.
Muchos cristianos son muy tontos cuando se trata de gastar dinero para sus bodas. Muchas parejas casadas comienzan su vida matrimonial con la maldición de una deuda que pesa sobre sus cabezas, solo porque querían tener una gran recepción el día de su boda. Puede pasar que les lleve muchos años para saldar esa deuda, y esto ocurrió porque querían impresionar a la gente con una gran fiesta. Tenían miedo de lo que diría la gente si hubieran tenido una recepción sencilla, pero no tenían miedo de lo que Dios pensaría del hecho de estar endeudados durante varios años después. Alabo a Dios por aquellos creyentes que fueron lo suficientemente valientes para tener una recepción de boda con solo café y galletas, porque eso era todo lo que podían permitirse. Si tienes los recursos para tener una gran recepción de boda, puedes hacerlo. Pero es una deshonra para Dios si tienes que endeudarte para tener tal evento grande. Esto puede sonar radical, pero el discipulado es algo radical.
La dote es otro mal que se encuentra entre muchos creyentes. Ningún verdadero discípulo de Jesús pedirá jamás una dote a una muchacha o a sus padres como condición para casarse con ella. No hay nada de malo en que el padre de la muchacha le dé un regalo después de que se case. ¡Pero es totalmente incorrecto hacer del dinero un factor para decidir sobre un matrimonio! El sistema actual de dotes en la India es satánico. Sin embargo, encontramos cristianos en casi todas las denominaciones (evangélicas y liberales) que reciben la dote.
El francés infiel, Voltaire, después de observar a los cristianos en Europa durante muchos años en el siglo XVIII, dijo que, independientemente de las doctrinas en las que diferían las muchas denominaciones cristianas, todas tenían la misma doctrina en lo que se refería al dinero: a todas les encantaba. En lo que se refiere a la dote, también todas tienen la misma doctrina: ¡les encanta!
Es más importante para ellos tener la visión bíblica “correcta” sobre la dote que sobre el bautismo en agua, porque según ellos, uno puede entrar en el reino de Dios, incluso si sólo es bautizado cuando es un bebé. Pero ningún codicioso puede entrar jamás en el reino de Dios (según 1 Corintios 6:10).
El contentamiento con lo que Dios nos ha dado es otra parte importante de la devoción. Todos los discípulos de Jesús deben aprender a vivir dentro del círculo de los ingresos que ganan. Dios es Quien determina cuánto ganan Sus hijos. Por lo tanto, no debemos compararnos con otros cristianos que ganan más. La Biblia dice que quienes se comparan con los demás son insensatos (2 Corintios 10:12). Vivir dentro del círculo que Dios ha trazado a nuestro alrededor significa, por ejemplo, que no compremos cosas que no podemos permitirnos, sólo porque otras familias las tienen en sus casas. Debemos aprender a estar satisfechos con lo que podemos permitirnos.
Considere la actitud de María, que dio a luz a Jesús en un establo. No tenía una habitación limpia ni privacidad cuando dio a luz a su bebé. Pero no se quejó. Se humilló y aceptó lo que Dios le había asignado. Eso es estar contento dentro de nuestro círculo.
Fidelidad en asuntos de dinero
No es suficiente que vivamos dentro de nuestros ingresos, evitemos las deudas y seamos justos en asuntos de dinero. Debemos luego continuar siendo fieles con el dinero que Dios nos da.
Deuteronomio 8:18 nos dice que es Dios quien nos da el poder para hacer riquezas. Nunca debemos olvidarlo. Dios pudo haber permitido que nacieras en una familia de mendigos. Pudo haber permitido que fueras estúpido o retrasado mental. Nunca debemos olvidar que Dios es Quien nos dio la capacidad intelectual y la inteligencia que nos permitió ganar riquezas.
La fidelidad con el dinero implica reconocer, en primer lugar, que todo lo que hemos ganado pertenece a Dios, no sólo el 10% (como lo entendían en el Antiguo Testamento), sino TODO, como nos enseñó Jesús. Nada es nuestro. Por eso debemos ponerlo todo en el “altar” y devolvérselo a Dios. Y debemos utilizar lo que Él nos devuelve, frugal y fielmente, para nuestras necesidades terrenales.
En la alimentación de los 5000 (Marco 6:44) aprendemos al menos dos lecciones. En primer lugar, que un poco es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades, si es bendecido por Dios. En segundo lugar, que Dios odia el despilfarro. Jesús dijo a sus discípulos que recogieran los panes y los peces que sobraban, para que nada se desperdiciara. Nuestro Señor podría haber adoptado la actitud de que, puesto que Su Padre había multiplicado los panes y los peces tan abundantemente, bien podía dejar lo que sobraba tirado en la ladera de la montaña para que se desperdiciara. Pero no lo hizo. El hecho de que Dios nos haya bendecido abundantemente no significa que podamos ser descuidados con nuestros gastos.
¿Tiras cosas a la basura sólo porque están un poco dañadas? Esa es la actitud de los ricos. Un hombre fiel tratará de reparar los artículos dañados. ¿Crees que la espiritualidad no tiene nada que ver con estos asuntos? Ciertamente que sí, tiene mucho que ver.
Como discípulos de Jesús, debemos ser disciplinados en nuestros hábitos de gasto. El esposo, como cabeza del hogar, debe ser quien se encargue de las finanzas del hogar. Es su responsabilidad asegurarse de que se eliminen los gastos innecesarios. Debe explicarle a su esposa cuando no pueden permitirse comprar ciertas cosas que ella tal vez quiera comprar.
Sólo el que es fiel en lo poco, entonces lo será en lo mucho. Este es un principio fundamental de Dios:
Si no somos fieles en lo poco y en lo material, Dios no nos dará las verdaderas riquezas: las riquezas de la revelación de su Palabra y las riquezas de su naturaleza.
Si queremos progresar espiritualmente, debemos aprender a evitar todo desperdicio. Si quieres ser un siervo fiel de Dios, entonces no desperdicies dinero en compras innecesarias. No desperdicies dinero en grandes comidas o en un estilo de vida lujoso. No tires cosas que todavía se pueden usar. Si no las necesitas, al menos dáselas libremente a las personas más pobres.
Lucas 14:33 nos dice que no debemos poseer nada. Podemos tener muchas cosas, pero no debemos poseer ninguna de ellas. Así que, si algo costoso nuestro es robado o estropeado, no debemos preocuparnos por ello, porque en realidad no es nuestro. Solo somos administradores de las posesiones de nuestro Señor. Dios nos da muchas cosas para que las usemos todas para Su gloria, pero aquí en la tierra sólo somos peregrinos.
Un hombre no puede tener un corazón puro a menos que haya entregado todo a Dios. Un corazón puro es diferente de una conciencia limpia. Una conciencia limpia viene por ser justo en asuntos de dinero, pero un corazón puro viene por ser fiel en asuntos de dinero. Puede que tengas una conciencia limpia, pero tu corazón puede estar apegado a alguna posesión terrenal o a un trabajo. Entonces no puedes decir que amas a Dios con TODO tu corazón. Entonces tu corazón no es puro.
Dar a Dios
Los israelitas dieron al Señor alrededor del 15% de sus ingresos: sus diezmos (10%) más otras ofrendas. El principio detrás del "diezmo" según Deuteronomio 14:22-23 es enseñarte a poner siempre a Dios primero en tu vida. Cuando los israelitas recogían su cosecha, tenían que darle a Dios el 10% de ella, como un reconocimiento del hecho de que habían recibido todo de Él y querían darle el primer lugar en sus vidas. Pero gradualmente el diezmo se convirtió en un ritual y una carga, ¡como lo es para muchos creyentes hoy!
Bajo el nuevo pacto, el mismo principio permanece: dar a Dios el primer lugar sobre el Mammón. Pero, ¿cuánto debemos dar a Dios ahora? El Nuevo Testamento dice que debemos dar según Dios nos haya prosperado (1 Corintios 16:2). Pero lo importante ahora es que todo lo que se da debe darse con alegría (2 Corintios 9:7).
Lucas 6:38 nos dice que, si damos, también se nos dará. Pero si das con la esperanza de recibir a cambio, entonces puede ser que te vas a decepcionar - porque Dios ve el motivo por el cual estás dando y entonces puede suceder que no recibas nada de Él. Sólo aquellos que dan alegremente esperando no recibir nada a cambio son los que realmente recibirán lo mejor de Dios.
Una vez escuché de un hermano que, aunque no ganaba mucho, nunca parecía faltarle nada de lo que necesitaba en su hogar y tampoco estaba endeudado. Cuando alguien le preguntó cuál era el secreto de su vida, dijo: "De lo que Dios me da, le devuelvo una parte con una pala y Él me devuelve con otra con otra pala. ¡Y he descubierto que Dios tiene la pala más grande!" Siempre recibimos más de Dios de lo que le damos.
2 Corintios 9:6 dice: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”.
Es bien sabido que en todas partes donde predico, predico en contra del diezmo. Pero lo que la gente no se ha dado cuenta es que predico algo más difícil que el diezmo: dar el 100% a Dios con alegría. Esto es lo que enseñó Jesús. Él les dijo a los fariseos que estaban bajo la Ley que dieran el 10% a Dios (Mateo 23:23). Pero les dijo a sus discípulos, que después del Pentecostés, iban a estar bajo el nuevo pacto y que entonces dieran “todo” (Lucas 14:33). Esto es lo que yo también he buscado a practicar y a predicar durante los últimos 60 años.
Si honramos a Dios, Él nos honrará. Si buscamos primero el reino de Dios y su justicia, todas las cosas terrenales que necesitamos en esta vida nos serán añadidas (Mateo 6:33). Dios no es necio al darnos todo lo que queremos, porque es más sabio que nosotros, los padres terrenales. Pero es fiel al darnos todo lo que necesitamos. Hay una gran diferencia entre lo que necesitamos y lo que queremos. La promesa en Filipenses 4:19 es que Dios suplirá todas nuestras necesidades.
También debemos aprender a ser sabios al dar. Muchos pobres dan fielmente, pero no sabiamente. Dan dinero para lo que creen que es la obra de Dios. Pero su dinero sólo permite que algún obrero cristiano infiel en algún lugar viva a lo grande. Esas personas pobres pueden ser sinceras, pero no son sabias. Debemos saber exactamente a dónde va nuestro dinero y cómo se gasta.
Dar a los pobres
Se nos ha ordenado "hacer el bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gálatas 6:10). Tenemos la responsabilidad de ayudar a los pobres entre los creyentes de todo el mundo, pero debemos tener cuidado de no atraer a la congregación a personas cuyo principal objetivo sea obtener algún beneficio económico de las personas generosas de la congregación. La única manera de evitar ese peligro en un país pobre como la India es asegurarse, en primer lugar, de que la persona demuestre ser un verdadero hermano en un cuerpo local de creyentes. Sólo entonces se le debe ayudar económicamente. De lo contrario, estaremos añadiendo parásitos a la congregación y no discípulos.
En Hechos 4:34 leemos que no había ni una sola persona necesitada entre los primeros cristianos, porque los que tenían riquezas ayudaban a los pobres. Nadie obligaba a los ricos a dar a los pobres. Ellos daban libremente, de corazón.
Pero muchos creyentes no tienen sabiduría para ayudar a los pobres. Dan tontamente con una generosidad del alma, a las personas equivocadas. Esto da como resultado no sólo que se desperdicie el dinero del Señor, sino también que se añadan parásitos a la congregación, que vienen sólo en busca de la ayuda que los ricos pueden dar. Muchos creyentes ricos dan mucho de este tipo de dinero con el objetivo de hacerse populares entre los pobres y atraer a esos pobres hacia sí. Si se dan pequeñas cantidades y de manera ocasional, puede que no sea algo serio. Pero siempre que se planee dar grandes cantidades o apoyo regular a alguien de la congregación, siempre es mejor buscar el consejo de algún fiel hermano mayor que tenga más sabiduría que uno. Además, es más probable que esos ancianos sepan quiénes son los más necesitados en la congregación.
Los primeros cristianos eran lo suficientemente humildes como para reconocer su falta de sabiduría en tales asuntos. Por eso dieron sus ofrendas a los apóstoles para que las distribuyeran entre los pobres. Pero esos apóstoles nunca tocaron nada de ese dinero. Pedro y Juan, que recibieron todo este dinero lo pasaron fielmente, a los necesitados, de manera que pudieron decirle una vez a un pobre mendigo: "No tengo plata ni oro". Todo el dinero pasó por sus manos, sin que nada se les pegara. Por eso retuvieron la unción del Espíritu Santo hasta el final de sus vidas. La historia es muy diferente hoy en día, cuando mucho dinero queda en manos de los predicadores.
¿Qué tal si le prestamos dinero a quienes quieren pedirnos dinero prestado? Recuerdo que cuando trabajaba en la Marina, un creyente de nuestra congregación local se me acercó un día para pedirme un préstamo. Yo sabía que la Palabra de Dios dice: “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda” (Mateo 5:42). El hombre me dijo que me iba a devolver el préstamo el mes siguiente. Así que le di lo que quería. Pero al mes siguiente no pudo devolver el préstamo y me pidió más. Yo ganaba un buen sueldo, vivía de manera muy sencilla y no tenía familia. Así que tenía mucho dinero de sobra. Le di más dinero, y otra vez al mes siguiente, me lo pidió aún más. Un poco más tarde, este hombre reincidió y comenzó a beber y a malgastar su dinero. Cuando vi eso, le dije que, si tenía dinero para darle al diablo de esa manera, bien podría devolverme el préstamo, para que yo pudiera devolver ese dinero al Señor. Él se enojó mucho conmigo y me dijo que lo estaba acosando. Así que dejé de pedirle que me devolviera el préstamo.
Luego me acerqué al Señor y le pregunté en qué me había equivocado. Él me mostró mi error diciéndome: "Trataste ese dinero como si fuera tuyo. En realidad, era Mío. Debiste haberme consultado antes de darlo, incluso como un préstamo".
Si alguien me hubiera dado diez mil rupias para que las guardara en un lugar seguro, y tú, sabiéndolo, vinieras y me pidieras un préstamo de ese dinero, te habría dicho que tendría que preguntarle al dueño del dinero antes de dártelo, porque no era mi dinero. Pero no lo hice en el caso mencionado anteriormente, porque no reconocí que mi dinero era del Señor. Si realmente lo hubiera entregado todo (al Señor), como ordenó Jesús (Lucas 14:33), entonces le habría dicho a ese hombre que todo lo que tenía era del Señor y que tenía que consultarle al Señor al respecto. Pero en lugar de eso, obedecí mecánicamente al pie de la letra esta Escritura (Mateo 5:42) y así perdí parte del dinero del Señor. Incluso el diablo citó cierta vez unos versículos a Jesús. Yo debería haber comparado la Escritura con la Escritura.
Sin duda debemos estar dispuestos a dar a los necesitados, pero debemos preguntarle al Señor al respecto de cada caso. Debemos vivir de "toda palabra que sale de la boca de Dios". Cuando nos encontramos con alguien que está realmente en necesidad; si buscamos al Señor, recibiremos una respuesta en nuestro espíritu sobre darle o no el dinero. El hombre que te pide ayuda puede ser "un hijo pródigo" a quien Dios está disciplinando "entre los cerdos". Si es así, cualquier dinero que le des solo le impedirá regresar a la casa del Padre y esto no le ayudará.
Gracias a Dios que hoy no tenemos que vivir bajo la Ley con sus reglas y regulaciones, sino que estamos bajo la guía del Espíritu Santo, quien nos dirá en cada situación, dinámicamente, lo que debemos hacer o no hacer.
Obreros cristianos a tiempo completo
1 Corintios 9:14 nos dice que el Señor ha ordenado acerca de los que predican el evangelio que vivan del mismo evangelio. Pero Pablo luego dijo en los versículos 15 al 18 que él no quería ese tipo de sustento para sí mismo, porque trabajaba según el principio de sustentarse a sí mismo y servir a la vez al Señor. Por eso Pablo podía hablar libremente a los cristianos corintios acerca de dar dinero al Señor, porque él nunca recibió ningún apoyo financiero de ellos para sí mismo. Los instó a dar su dinero a los creyentes pobres que estaban en necesidad.
Nunca encontramos que Jesús o alguno de los apóstoles pidieran a alguien que los apoyara a ellos o a su propio ministerio económicamente. Hablaron solamente de dar dinero a los pobres (ver Marcos 10:21; Juan 13:29; 2 Corintios 8 y 9 y Gálatas 2:10). Esta es la manera de discipular en asuntos de dinero.
Este mensaje es especialmente necesario para los obreros cristianos de tiempo completo hoy en día, porque muchos de ellos piden sin vergüenza e incluso presionando a los creyentes para que los apoyen a ellos y a su ministerio, ¡incluso llegando al extremo de decir que Dios castigará a aquellos que no den! Este no es el camino de Dios. El camino de Dios es aquel en el que gastamos nuestro tiempo y energía regando (cuidando) a otros y luego Dios nos riega (cuida) a nosotros (Proverbios 11:25). Este es el camino de la fe en Dios, donde no dependemos de los hombres.
Cuando trabajaba en la Marina de la India, era la Marina la que se ocupaba de mi salario y de todas mis necesidades corporales. No tuve que ir a pedirle ayuda financiera a nadie más. ¿No es Dios más grande que la Marina o cualquier otro empleador? Si somos realmente siervos de un Dios Todopoderoso, ¿tenemos que ir a pedir ayuda a los hombres mortales? Es un insulto a la dignidad de nuestro Dios cuando Sus siervos van a mendigar dinero a otros creyentes. Dios es celoso de que Sus siervos dependan solo de Él y no de los hombres.
Permítanme ilustrarlo: supongamos que un occidental, vestido de traje, llega un día a su casa y se presenta como el Embajador de los Estados Unidos de América. Si luego le dice que su país está pasando por una crisis financiera y le pide que contribuya con alguna cantidad de dinero (por pequeña que sea) para las necesidades de su país, ¿qué pensarías? Inmediatamente sabrías que es un embaucador, que está tratando de engañarte. ¿Por qué? ¡Porque sabes muy bien que el gobierno de los EE. UU. nunca descendería al nivel de mendigar dinero a la gente yendo de puerta en puerta!
Ahora, imagínate si un hombre viniera a tu casa o te enviara una revista, y se presentara como un embajador del Señor Jesucristo y te dijera que el reino de Dios está necesitado de dinero y te pidiera que ayudes a Dios para salir de un aprieto, dando cualquier cantidad para Su obra. ¿Le creerías? ¿Por qué le creerías? Porque consideras que el reino de Dios es muy inferior al gobierno de los EE. UU le darías algo. ¡Esa es una triste verdad! Y esa es la razón por la que los estafadores que se hacen pasar por "siervos de Dios" son capaces de engañar a miles de creyentes hoy en día.
¡Qué vergüenza que muchos de los llamados “siervos de Dios” hayan rebajado la dignidad del reino de Dios a un nivel tan bajo! Esto se debe a que ellos mismos no se han convertido en discípulos de Jesús en cuestiones de dinero. Por lo tanto, obviamente tampoco pueden hacer discípulos de Jesús a nadie más en cuestiones de dinero.
Hoy en día, muchos predicadores (no solo en la India) han comenzado escuelas bíblicas y orfanatos, no para ayudar a otros, sino solo para ganar un salario sustancial ellos mismos y permitir que sus familias vivan con un alto nivel de vida. ¡Ellos envían regularmente gloriosos informes del éxito de sus labores a través de boletines a países extranjeros para recaudar el "poderoso dólar"! La búsqueda del dinero ha destruido a muchos siervos de Dios en nuestra tierra de la India.
El dinero dado para la obra del Señor es el más sagrado de todos los fondos del mundo. Si tomamos parte de ese dinero para nuestro uso personal o familiar, sin que haya sido dado específicamente para ese propósito, entonces corremos un gran peligro. Corremos el riesgo de perdernos eternamente. Podemos perder nuestro derecho de primogenitura por un plato de avena (dinero).
Hay una gran necesidad de que los obreros cristianos vivan frugalmente. Esto también es parte de estar libres del amor a Mammón. He visto obreros cristianos que son muy cuidadosos cuando se trata de gastar dinero de su propio salario. Pero son derrochadores cuando se trata de gastar el "dinero de la misión". Algunas viudas pobres en los Estados Unidos envían sus dádivas para la obra del Señor en la India. Y el obrero cristiano de la India usa ese dinero para construirse una casa cara y comer comidas suntuosas, etc. Esto es infidelidad. Esta es la razón principal por la que tales obreros no tienen una voz realmente profética cuando hablan.
¿Por qué la congregación en la India carece de profetas? ¿Es posible que el Señor no se preocupe por esta tierra de unas1400 millones de personas y que no haya enviado ningún profeta a esta tierra en nuestros días? El Señor ciertamente se preocupa por la India y probablemente llamó a muchos para ser profetas en nuestra tierra. Pero la mayoría de ellos han vendido su don profético a Mammón y han seguido el camino de Balaam y Giezi. El resultado es que casi no quedan profetas auténticos hoy en día.
La Iglesia en la India necesita aprender a valerse por sí misma. Y para este propósito, puede acontecer que el Señor un día detenga todo el dinero extranjero que entra para la obra cristiana en la India. Si el Señor hace eso, los mercenarios quedarán expuestos de inmediato, porque huirán de la obra que están haciendo. Entonces quizás surjan verdaderos profetas, la congregación del Señor Jesucristo será edificada, y el Nombre del Señor será glorificado en nuestra tierra.
Si Dios te ha llamado a servirle a tiempo completo, asegúrate de ser de verdad un siervo de Dios y nunca te conviertes en un siervo de los hombres. Cuando los ricos comiencen a darte dinero personalmente, será fácil para ti comprometer el mensaje de Dios, de modo que nunca digas nada que los ofenda. La Biblia dice en 1 Corintios 7:21 y 23, que somos comprados por un precio y nunca debemos convertirnos en siervos de los hombres. Muchos creyentes podrían tratar de convertirte en sus esclavos por medio de sus dádivas. Debes tener mucho cuidado con ellos.
Otras áreas
Una de las áreas en las que la fe y la lealtad de muchos cristianos hacia el Señor se está poniendo a prueba en la India hoy en día, es cuando los no cristianos se acercan a ellos para pedirles dinero para celebrar sus festividades religiosas. Un discípulo de Cristo debe ser amable pero firme en esos momentos y decir que, aunque gustosamente daría dinero para cualquier colecta que se haga para los pobres, no puede dar para las festividades religiosas no cristianas, porque no cree en ellas. En algunos lugares de la India actual, tal negativa puede incluso poner en peligro la vida de un cristiano. En esos casos, el discípulo debe ser sabio. No debe negar al Señor a cualquier precio. Pero si la gente le obliga a dar dinero, como lo haría un ladrón, entonces no tiene por qué condenarse a sí mismo, porque Dios entiende Su situación.
Otro problema que muchas personas enfrentan en nuestra tierra es el de tener que dar dinero (coimas) a los funcionarios del gobierno para obtener un permiso legítimo, una licencia o una autorización, etc. Muchos predicadores tienen miedo de predicar sobre este tema por temor a perder su reputación de "santidad". Pero hay una gran necesidad de una enseñanza clara sobre este asunto, ya que los cristianos se enfrentan a este problema todos los días en nuestra tierra. Así que aquí hay un consejo sensato que me gustaría dar, que puede quitar una carga innecesaria de culpa de los hombros de muchos creyentes.
Hay tres niveles en los que las personas pueden vivir, como leemos en 1 Corintios 6:12 y 10:23:
1. Ilícito. Aquí es donde se practica la injusticia.
2. Lícito. Éste es el nivel mínimo de rectitud.
3. Rentable. Éste es el nivel más alto de fe.
Obviamente nunca debemos descender al nivel de hacer algo ilegal.
Por lo tanto, nunca debemos dar dinero a nadie para que haga algo injusto. Eso sería engañar al gobierno (o a la organización), y lo que usted da sería un soborno.
Pero ¿qué pasa si un funcionario le pide dinero para darle un permiso para algo que es perfectamente legal y usted se lo da para evitar la molestia de volver una y otra vez a esa oficina? En tal caso, usted no está engañando a nadie. Está dando voluntariamente su propio dinero. Esto podría compararse con dar una "propina" a un camarero en un restaurante; o quizás más exactamente, con darle su dinero a un bandido que le apunta con una pistola. Usted le daría al bandido su dinero para salvar su vida. La única diferencia en este caso es que el funcionario le dio un ultimátum y no una pistola. Todavía era un “robo a plena luz del día”. Pero al menos no hiciste nada injusto para tu propio beneficio y no engañaste a nadie. Ese es el segundo nivel, el nivel legal.
Sin embargo, otro hermano, en una situación similar, puede tener fe para creer que el Señor le conseguirá la autorización sin la necesidad de darle dinero al funcionario. Este es el nivel más alto. Pero no todos pueden tener este nivel de fe. Aquellos que tienen tal fe pueden vivir en este nivel. Pero no deben juzgar a otros que no tienen su nivel de fe. Esto se enseña claramente en Romanos 14.
Sin embargo, debemos reconocer que puede haber ocasiones en las que, al tratar de escapar de una situación difícil, dando dinero a un funcionario corrupto, podría en realidad Dios haber querido hacer un milagro por nosotros, si tan solo hubiéramos confiado en Él. Por lo tanto, debemos buscar a Dios en cada situación difícil que enfrentemos y pedirle sabiduría para hacer lo que le agrada. Debemos esforzarnos por alcanzar la perfección. Pero no debemos sentirnos condenados si nuestra fe no se eleva al nivel de la fe de otro hermano.
Salarios y ahorros
¿Es correcto, cuando se busca un trabajo, buscar uno con el salario más alto? Eso está bien, siempre y cuando el trabajo no arruine de ninguna manera tu vida espiritual, tu cuerpo o tu alma. Sin embargo, si tu búsqueda de dinero implica sacrificar el reino de Dios o Su justicia, aunque sea un poco, entonces está mal. En realidad, es bueno buscar un trabajo con un salario alto, porque eso te permitirá tener más dinero disponible para la obra del Señor. Pero si un trabajo así significa que tu utilidad para el Señor disminuye en términos de tiempo, entonces esa no puede ser la voluntad de Dios. Por lo tanto, uno debe ser cuidadoso al tomar una decisión en tales casos.
Piensa en el caso de Balaam. Dios le había dicho claramente que no fuera al rey Balac. Pero cuando el rey le ofreció más dinero, Balaam quiso "buscar de nuevo la voluntad de Dios". Dios vio la codicia en el corazón de Balaam y le permitió ir. Hay muchos creyentes así también, que pretenden buscar la voluntad de Dios, pero sus corazones van tras sus deseos codiciosos. Dios les permite ir a donde quieran, porque Él conoce sus motivos.
Muchos creyentes van a otros países en busca de trabajo, pero por diferentes razones. Uno puede ir para ayudar a sus familiares pobres en la India. Esa es una muy buena razón. Pero otro motivo sólo puede ser para ganar más dinero para sí mismo, mucho más allá de sus necesidades. El fin último de estos dos creyentes no será el mismo. El primero que fue por necesidad crecerá espiritualmente, mientras que el segundo que fue por codicia se desviará.
¿Es correcto afiliarse a un sindicato en una fábrica y pedir a través de ellos un aumento de sueldo? No hay nada de malo en ello, siempre que no se incurra en violencia [Tengamos presente que la mayoría de los sindicatos son de tendencia comunista (izquierda)]. Siempre se puede pedir algo a las autoridades superiores, o enviarles una petición, un aumento de sueldo o una asignación. Pero nunca hay que volverse rebelde ni hacer huelga para conseguir lo que se quiere. Hay que tener fe en que Dios nos proveerá lo que necesitamos y así estar contentos con lo que recibamos. El método divino es orar y decirle al Señor que no estamos ganando lo suficiente para satisfacer nuestras necesidades. Entonces Dios proveerá para estas nuestras necesidades.
¿Qué hay al respecto de ahorrar dinero para el futuro? ¿Puede un discípulo de Jesús tener una cuenta de ahorros, o depósitos a plazo fijo, o acciones de una empresa, o riqueza en otras formas? Jesús dijo que no debemos acumular tesoros para nosotros mismos en la tierra, sino en el cielo. Pero la pregunta aquí es ¿en qué aspecto puede un ahorro convertirse en "un tesoro acumulado para uno mismo"? No hay una respuesta fácil a esta pregunta y ciertamente no podemos establecer reglas para los demás. El Señor nos trata como adultos y nos hace responsables de decidir en qué momento algo se ha convertido en un tal tesoro. Una forma de averiguarlo es preguntarnos en qué pensamos con más frecuencia. Si es “dinero”, entonces el dinero se ha convertido en nuestro tesoro. Si, en cambio, es “el Señor y su obra”, entonces nuestro tesoro está en el cielo, aunque tengamos muchas riquezas terrenales.
La Biblia nos exhorta para que aprendamos de la hormiga cómo ahorrar para el futuro (Proverbios 6:6-11). Las hormigas no tienen un líder que las exhorte a guardar comida para la temporada de invierno. Tienen la sabiduría para hacerlo por sí mismas. Pero muchos creyentes no tienen esa sabiduría. Cuando de repente tienen un gasto grande e inesperado, tienen que mendigar o pedir prestado a otros. No habría habido necesidad de hacer eso, si hubieran sido cuidadosos con sus gastos en años anteriores y hubieran ahorrado algo para el futuro. Por eso es bueno tener algunos ahorros. [En momentos de inflación necesitamos mucha sabiduría.]
Jesús no gastó todo el dinero que recibió como regalo en el mismo día que lo recibió. Él y sus discípulos ahorraron una parte. Judas guardó esos ahorros en una bolsa y los usaron cuando surgía una necesidad. ¿Qué porcentaje ahorraron? ¡Qué bueno que la Biblia no nos lo dice! Dios nos da libertad bajo el nuevo pacto en todos los asuntos. No estamos bajo ninguna ley. Debemos ser guiados por el Espíritu Santo.
¿Es correcto tener una casa? Construir una casa requiere una cantidad considerable de dinero en estos días. Si Dios te ha dado la capacidad de ganar suficiente dinero para poder construir tu propia casa, tal vez Él quiera que ahorres dinero y construyas una casa. Pero ¿cómo puedes construir una casa si no ahorras dinero constantemente? No puedes esperar que el dinero caiga del cielo de repente. Así que tienes que ahorrar.
Dios les dijo a los levitas en el Antiguo Testamento que nunca debían poseer alguna propiedad (Números 18:20). Pero a las otras once tribus de Jacob se les permitió poseer tierras. De la misma manera hoy, Dios puede permitir que un hermano construya una casa y decirle a otro que no debe hacerlo. La voluntad de Dios no es la misma para todos nosotros en estos asuntos.
A dos de los hijos de Leví y a sus descendientes se les permitió tener carros para transportar los objetos del tabernáculo. Pero otro hijo de Leví y sus descendientes tuvieron que llevar sus objetos sobre sus hombros (Números 7:7-9). De la misma manera, hoy Dios les da a algunos creyentes autos, mientras que otros de Sus hijos ni siquiera pueden permitirse una bicicleta y tienen que caminar.
La voluntad de Dios es diferente para cada creyente. Cada persona debe descubrir la voluntad de Dios para sí misma y vivir de cada palabra que sale de la boca de Dios, sin comparar su suerte con la de los demás.
Si nos encontramos en una situación financiera complicada en la que no sabemos qué hacer, acudamos a Dios y pidámosle sabiduría. Él ha prometido dárnosla, si pedimos con fe (Santiago 1:5).
Debemos entender los principios del uso del dinero que el Señor nos ha dado en Su Palabra. El Espíritu Santo nos mostrará cómo aplicar esos principios en cada situación.
¡Caminemos todos por el camino del discipulado en este asunto tan importante: el dinero!
4. El discipulado y los asuntos de la congregación
Un discípulo de Jesús nunca puede ser un solitario. Siempre vivirá en comunión con otros discípulos en una congregación local.
Jesús dijo que la marca principal de sus discípulos sería "el amor mutuo" (Juan 13:35). Esto es posible solo cuando el discípulo está relacionado con otros discípulos. Por lo tanto, no puede haber tal cosa como un discípulo solitario.
Juan 12:24 deja en claro que solo el grano de trigo que no cae en la tierra y muere permanecerá solo. El grano que muere, sin embargo, dará mucho fruto: un tal discípulo encontrará otros discípulos o prepara otros discípulos y luego será edificado junto con ellos para formar una congregación local que será una expresión del Cuerpo de Cristo. Todo discípulo debe ser parte de tal congregación local. Si estás solo, debe ser porque no has caído en la tierra y no estás muerto para ti mismo.
volver al Indice
El temor del Señor
La congregación es descrita en el Nuevo Testamento como una casa que Dios está construyendo; y Proverbios 24:3 afirma que una casa puede ser construida solamente con sabiduría.
Un discípulo no se vuelve sabio con sólo estudiar las Escrituras. Eso sólo aumenta su conocimiento. Es el temor del Señor el principio de la sabiduría (Proverbios 9:10). El temor del Señor es el ABC de la vida cristiana. Santiago 3:17 afirma que "la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura". Por lo tanto, todos los que quieren construir el Cuerpo de Cristo deben aprender primero el temor del Señor. Deben poder decir a los demás: “Venid y os enseñaré el temor del Señor” (Salmo 34:11).
Podemos enfatizar la exactitud doctrinal, las experiencias emocionales, la alabanza y la adoración, la evangelización y lo que sea. Pero si el fundamento del temor del Señor está ausente debajo de todo, todo lo que hemos construido se derrumbará un día.
La congregación no puede construirse con programas, actividades, dinero, estrategias humanas o con ningún principio del mundo de los negocios. La obra cristiana que se realiza con tales principios puede parecer impresionante a los ojos humanos. Pero cuando Dios la pruebe con fuego, se verá que es solo madera, heno y paja (1 Corintios 3:11-15).
La característica distintiva de la casa de Dios es el juicio propio (1 Pedro 4:17); es un juicio propio tal como es el resultado de vivir ante el rostro de Dios. Isaías, Job y Juan reconocieron su propia nulidad y sus pecados cuando vieron a Dios (véase Isaías 6:5; Job 42:5, 6; Apocalipsis 1:17).
Cuando Adán y Eva violaron la santidad de Dios, fueron expulsados del Edén. Dios colocó inmediatamente querubines con una espada encendida delante del árbol de la vida para protegerlo. Este árbol de la vida representa la vida eterna (la naturaleza divina) que Jesús vino a darnos. La espada simboliza la cruz que tiene que matar nuestra vida propia, antes de que podamos participar de la naturaleza divina. Es cierto que la espada cayó primero sobre Jesús, pero también fuimos crucificados con Él (Gálatas 2:20). Y "los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas 5:24).
Al igual que los querubines, los ancianos de una congregación deben blandir esta espada y proclamar que el único camino a la vida divina es a través de la muerte a la carne. El camino de regreso a la comunión con Dios es a través de esa espada. A causa del hecho que esta espada no está empuñada, resulta que la mayoría de las congregaciones hoy en día están llenas de personas quienes se comprometieron alguna vez, pero luego han dejado de ser una parte real del cuerpo de Cristo.
En Números 25:1, leemos acerca de un tiempo en el que los israelitas comenzaron a “prostituirse con las hijas de Moab”. Uno de los israelitas, incluso, llevó a una mujer moabita a su tienda (versículo 6). Pero un sacerdote salvó a Israel de ser destruida como nación ese mismo día: Finees (Números 25:7-8). Él era un sacerdote tan celoso por el honor de Dios, que tomó inmediatamente una lanza, entró en la tienda y mató tanto al hombre como a la mujer. Entonces Dios detuvo la plaga (versículo 9). Pero en este momento ya habían muerto 24.000 personas. La plaga se estaba extendiendo tan rápidamente que, si no hubiera sido por aquel “querubín que “empuñaba una espada” en ese día, la plaga habría matado a todo el campamento de Israel.
¿Ves lo valioso que es tener “un querubín con una espada” en cada congregación?
La plaga se está extendiendo rápidamente en la cristiandad actual, porque no hay suficientes Finees que sepan usar la espada. Demasiados ancianos y predicadores son complacientes con los hombres y constantemente nos instan a "amar a los madianitas". El diablo nos dará cientos de argumentos sobre por qué no deberíamos usar la espada en la congregación. Incluso citará las Escrituras para apoyar sus argumentos, tal como durante la tentación, le citó las Escrituras a Jesús.
¿Qué tenía Finees que ganar personalmente con el uso de la espada? Nada. Por otro lado, tenía mucho que perder, especialmente una reputación de ser amable y gentil. También habría sido objeto de muchas calumnias y enojo por parte de los parientes y amigos del hombre que mató. Pero fue la gloria y el honor del Nombre de Dios lo que motivó a Finees. Y Dios puso Su sello de aprobación en el ministerio de Finees, al decir: "Él estaba celoso con Mi celo" (Números 25:11). En el análisis final, el sello de aprobación de Dios es lo único que importa. El Señor continuó diciendo acerca de Finees: “He aquí que yo le daré mi pacto de paz, por cuanto tuvo celo por su Dios” (Números 25:12, 13). En un capítulo anterior, vimos cómo el Señor también había dado a los levitas Su pacto de paz porque usaron la espada (Malaquías 2:4, 5).
No hay paz en muchas congregaciones hoy en día porque han buscado la paz de una manera humana, sin usar la espada de Dios. El resultado es conflicto y contienda. La paz de Cristo se compra con una espada (que mata la vida del Yo), tanto en el hogar como en la congregación.
Aquellos que están en el liderazgo de una congregación deben arder con una pasión celosa por el honor del Nombre de Dios, si han de preservar la congregación en pureza. Deben olvidarse de ganarse una reputación de ser amables y gentiles, y preocuparse solo por la gloria del Nombre de Dios.
Fue esta pasión por el honor del Nombre de Dios lo que llevó a Jesús a expulsar del templo a los cambistas y a los vendedores de palomas. El celo por la casa de Dios lo consumía (Juan 2:17). Esto es una parte importante de lo que significa ser como Cristo. Pero, ¿a quién le interesa ser como Cristo si eso lo va a hacer impopular e incomprendido?
En Oseas 6:1, se nos dice que Dios primero nos corta para abrirnos y luego nos venda para sanarnos. Es este equilibrio lo que necesitamos en cada congregación: abrir para quitar los cánceres y luego vendar para traer sanidad. Un ministerio así podría ser llevado a cabo por dos hermanos trabajando juntos en armonía, uno haciendo la apertura y el otro colocando la venda, o también por una persona sola. El Espíritu Santo llamó a Pablo y Bernabé a ser un equipo (Hechos 13:2), donde Pablo hizo la mayor parte de los cortes y Bernabé hizo la mayor parte de los vendajes.
Isaías profetizó acerca de Jesús que Sus palabras serían como una espada afilada (Isaías 49:2) y que traerían consuelo a los cansados (Isaías 50:4). Si el Señor habla en la congregación hoy, será una vez más con palabras agudas y reconfortantes.
Aquellos que oyeron las palabras de Jesús en su época o se arrepintieron y se hicieron sus discípulos, o se ofendieron y lo dejaron. Jesús le habló palabras agudas a Pedro (Mateo 16:23), pero Pedro no se ofendió y no se fue (Juan 6:68). Judas Iscariote, por otro lado, se ofendió incluso por un pequeño comentario que Jesús le hizo (ver Juan 12:4-8 con Mateo 26:14). La palabra del Señor nos prueba incluso hoy para ver si nos ofenderemos o no. Una congregación donde la Palabra de Dios no se proclama de esta manera no puede cumplir los propósitos de Dios.
Compañerismo y unidad
El amor es la marca principal de los discípulos de Jesús. Por lo tanto, el compañerismo entre los discípulos de Jesús es vital.
En Mateo 18:18-20, leemos acerca del poder que resulta de tal compañerismo entre los discípulos de Jesús. Una paráfrasis de esos versículos podría ser algo así:
El Señor Jesús dijo:
“Si dos o tres discípulos Míos se encuentran en un mismo lugar y no hay desunión entre ellos, sino una unidad como la sinfonía ("sumphoneo" (griego) = estar de acuerdo) producida por varios instrumentos musicales que tocan juntos en armonía, entonces Yo estaré presente en medio de ellos. Y luego, si piden algo a Mi Padre, se lo concederá. Tendrán autoridad para atar las obras de Satanás en cualquier lugar de la tierra; y cualesquiera sean las actividades de Satanás que aten aquí en la tierra, serán atadas en su origen en "los lugares celestiales" (desde donde operan estos poderes espirituales). Tales creyentes también tendrán el poder de liberar (desatar) a las personas que están atadas por Satanás en la tierra".
[Mateo 18:18-20: De cierto os digo: Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Ootra vez os digo: Que, si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en el cielo. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.]
El diablo conoce el asombroso poder que hay en la unidad y el compañerismo entre los discípulos de Jesús, pero muchos creyentes no lo saben. Y por eso el objetivo principal de Satanás siempre ha sido generar desunión entre los creyentes para hacerlos impotentes contra él.
¡Qué poder habría en un hogar, si el esposo y la esposa fueran uno en espíritu! ¡Satanás nunca podría vencer a un hogar así!
¡Qué poder habría en una congregación si solo dos de sus ancianos fueran uno en espíritu! ¡Satanás nunca podría vencer a tal congregación!
Satanás triunfa sobre la mayoría de las congregaciones y hogares cristianos, porque en ellos no se encuentra tal unanimidad y compañerismo.
Cualquier creyente que tenga fe para esto, puede echar afuera demonios en el Nombre de Jesús, sin ayuda de nadie, tal como dijo Jesús en Marcos 16:17. De hecho, leemos en Mateo 7:22-23 que incluso algunos incrédulos (o cristianos falsos) echaron afuera demonios en el Nombre de Jesús.
Pero atar las actividades de Satanás para librar a las personas de los problemas que Satanás les ha creado, es mucho más difícil. Un creyente no puede hacerlo solo. Eso requiere una representación del Cuerpo de Cristo, ¡y la cantidad mínima de discípulos que puede representar el Cuerpo de Cristo son dos! Sólo la autoridad ejercida por tal "cuerpo" puede mantener a raya los poderes de las tinieblas.
Debe haber al menos dos personas en el centro de cada congregación que estén totalmente unidas entre sí. Satanás siempre apuntará a ese núcleo buscando dividirlo. Si tiene éxito, entonces esa congregación se volverá impotente contra él. Pero si ese núcleo se mantiene unido, Satanás no tendrá poder contra esa congregación. Esto se aplica también a un hogar.
En cada congregación habrá personas maduras, así como nuevos conversos, así como hay bebés y adolescentes en una familia. Los bebés pueden pelear entre sí, calumniar, quejarse y chismear, porque no han entendido el camino de la paz. Tales bebés se encontrarán en toda congregación en crecimiento, pero nunca pueden obstaculizar la obra de Dios. Un núcleo de ancianos unidos en el centro de una congregación puede hacer de ella una congregación vencedora. Los bebés pueden constituir la gran mayoría de cada congregación, pero Dios siempre está buscando edificar el núcleo, tanto espiritual como numéricamente. Es este núcleo el que pelea las batallas contra Satanás y preserva a una congregación en vida y victoria.
El compañerismo en una congregación es más importante que la evangelización. En la parábola de la oveja perdida, Jesús dijo que las 99 ovejas en el rebaño eran "noventa y nueve personas justas que no necesitan arrepentimiento" (Lucas 15:7). ¿Quiénes son los que “no necesitan arrepentimiento”? Obviamente, aquellos que se juzgan a sí mismos constantemente. Tales personas no necesitan ningún arrepentimiento, porque están constantemente arrepintiéndose de sus pecados. Tales discípulos no tienen ningún problema en hacerse uno con los demás.
Sin embargo, si las 99 ovejas de este redil estuvieran constantemente peleando entre sí y destrozándose unas a otras, entonces el pastor no habría traído a esa oveja perdida allí, porque esa oveja estaría mucho más segura en las montañas que dentro de un redil como ese donde podría ser asesinada.
Nuestras congregaciones deben estar compuestas por “gente justa que no necesita ningún arrepentimiento” (Mat 9:12-13). Sólo entonces nuestras congregaciones serán lugares de sanación y paz a los que las ovejas perdidas puedan ser llevadas con seguridad. El Señor conduce a sus ovejas a pastos verdes y junto a aguas tranquilas. La congregación que Jesús construye es un lugar de paz. Las ovejas perdidas deben ser llevadas sólo a una congregación así. La mayoría de las congregaciones no son así, porque sus miembros son conversos y no discípulos.
Una vez conocí a un budista converso que me dijo que cuando se unió a una congregación cristiana, se horrorizó al ver los conflictos que se desarrollaban en ella y que a veces se preguntaba si el budismo no sería mejor. Luego encontró una congregación donde reinaban la verdadera camaradería y el amor. Entonces se sintió reconfortado.
Parcialidad
Otro mal que vemos en muchas congregaciones es la parcialidad (Santiago 2:1). Santiago nos advierte en ese capítulo del peligro de dar asientos especiales a los ricos en las reuniones. Quienes así lo hacen cometen un pecado al complacer a la gente (Santiago 2:9). Esto también puede aplicarse a las distinciones de idioma y de casta.
En muchas congregaciones, los creyentes de un grupo lingüístico a menudo no pueden llevarse bien con los de otro. Los de una comunidad no pueden tener comunión con los de otra y los de diferentes castas tienden a tener comunión sólo entre ellos. Pero si fueran discípulos de Jesús, el hombre culto y el bárbaro tendrían comunión sin ningún problema.
2 Corintios 5:16 dice que bajo el nuevo pacto no reconocemos a las personas según lo que son en la carne. No nos fijamos en el color de la piel, la comunidad o la casta, porque todos son nuevas criaturas en Cristo (versículo 17). En las nuevas criaturas no hay distinciones de idioma, comunidad o casta. Si no guiamos a los creyentes hacia esa vida, nunca podremos construir la verdadera congregación de Jesucristo.
Sin embargo, es necesario hacer una advertencia: un discípulo de Jesús no está llamado a casarse con alguien de otra casta simplemente para demostrar que no cree en las distinciones de castas. Algunos lo han hecho y han terminado en matrimonios incompatibles. El matrimonio requiere un gran ajuste mutuo, por lo que las áreas de diferencia entre los dos cónyuges deben ser lo mínimo posibles. Ser discípulo de Jesús no significa que, al considerar el matrimonio, uno no tendrá que tomar en cuenta la edad, la educación, los antecedentes familiares, el estatus económico o la casta, la raza, etc. Es posible que sea necesario tener en cuenta todos estos factores antes de poder llegar a una decisión madura.
Considera también una situación en la que, como anciano, podrías ser culpable de parcialidad. Si, mientras predicabas, tu espíritu te impulsó a decir algo fuerte, y de repente te diste cuenta de que tus palabras herirían a algunos de los que te estaban escuchando. Entonces, como no querías ofenderlos, no dijiste lo que el Espíritu te impulsó a decir. No usaste la espada como Dios quería, porque quisiste agradar a los hombres. Esto es favoritismo y puede hacer que pierdas la unción de Dios en tu ministerio.
Los dones del Espíritu Santo
Consideremos ahora el asunto de los dones espirituales. Estos también son esenciales para edificar el Cuerpo de Cristo.
Hay tres listas de dones espirituales que se encuentran en el Nuevo Testamento (1 Corintios 12:8-10, Romanos 12:6-8 y Efesios 4:11).
En 1 Corintios 12:12-26, el ejercicio de los dones espirituales se compara con el funcionamiento de los miembros de nuestro cuerpo físico. Un hombre puede tener vida y, sin embargo, ser ciego, sordo, mudo y paralítico. Muchas congregaciones son así. Sus miembros nacen de nuevo. Pero no tienen dones del Espíritu Santo con los cuales servir al Señor, y por eso no tienen poder.
Los dones del Espíritu son los que permiten al Cuerpo de Cristo ver, oír, hablar y caminar. La devoción es la vida del Cuerpo de Cristo. Pero, ¿qué puede hacer el Cuerpo de Cristo por los demás sin los dones del Espíritu? ¿Cómo habría sido el mismo Jesús si no hubiera tenido los dones del Espíritu? Aun así, habría vencido al pecado y vivido una vida santa. Pero sin la unción del Espíritu, no habría podido predicar como lo hizo, sanar a los enfermos, expulsar demonios ni hacer ningún milagro.
La unción de Jesús con el Espíritu Santo a la edad de 30 años no lo hizo más santo que antes. Su año 31 no fue más santo que su año 29. Pero con la unción del Espíritu, recibió poder para servir a los demás. Si Jesús simplemente hubiera ido por ahí mostrando a la gente su vida santa, no habría podido cumplir los propósitos de su Padre. Tampoco puede la congregación de hoy cumplir los propósitos de Dios simplemente manifestando una vida santa a los demás. Jesús tenía tanto la santidad como los dones. Su Cuerpo hoy debe tener ambos también.
La tragedia en la cristiandad actual es que algunos grupos enfatizan la santidad de vida mientras que otros enfatizan los dones del Espíritu. Pero estas no son opciones de “o esto o aquello”. La Biblia dice: “Que tus vestidos sean blancos todo el tiempo (vivir una vida santa en todo momento) y que no falte el aceite sobre tu cabeza (vivir bajo la unción constantemente)” (Eclesiastés 9:8). Necesitamos ambos.
Los dones del Espíritu no hacen a nadie espiritual. Los cristianos corintios tenían todos los dones del Espíritu (1 Corintios 1:7). Ejercían “la palabra de sabiduría” (uno de los dones del Espíritu) en sus reuniones. A pesar de eso, no había ni un solo hombre sabio (espiritual) entre ellos (1 Corintios 6:5). Una palabra de sabiduría puede venir a través de una persona carnal, pero la sabiduría misma se encuentra solo en una persona espiritual. Uno puede recibir una palabra de sabiduría de Dios en un momento, pero la sabiduría misma puede venir solo después de muchos años de tomar la cruz.
No podemos elegir nuestro don espiritual nosotros mismos, porque es Dios quien determina qué don nos hará más aptos para nuestro ministerio en el Cuerpo de Cristo. Pero se nos dice que busquemos fervientemente aquellos dones que edificarán el Cuerpo, y especialmente el don de profecía (1 Corintios 14:1, 12).
Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a pedir al Padre el Espíritu Santo (Lucas 11:13), ilustró la manera de pedir con la parábola de un hombre que fue a la casa de su vecino a pedir comida. Hay dos puntos importantes que se deben notar en esta parábola:
1. El hombre no estaba pidiendo comida para sí mismo sino para otra persona.
2. Siguió pidiendo hasta que recibió lo que necesitaba.
¿Qué aprendemos de esta parábola?
En primer lugar, que no debemos buscar los dones del Espíritu para nuestro propio beneficio, sino para el beneficio de los demás. Si tan solo aquellos que han buscado el bautismo y los dones del Espíritu hubieran mantenido este principio ante sí, se habrían vuelto mucho más espirituales. Y habría habido mucho menos ejercicio de dones falsos en la cristiandad de hoy. Desafortunadamente, a la mayoría de las personas se les enseña a buscar el poder del Espíritu Santo solo para obtener una experiencia para sí mismos, y no para ser una bendición para los demás.
Hay muchas personas a nuestro alrededor que tienen necesidades que Dios quiere satisfacer, y Él quiere satisfacer sus necesidades a través de nosotros. Por eso permite que se crucen en nuestro camino. Quiere que lo busquemos para recibir los dones del Espíritu que se necesitan para liberar a estas personas y bendecirlas.
En cierta ocasión, un hombre se acercó a los discípulos de Jesús con su hijo endemoniado, pero los discípulos no pudieron ayudarlo. Entonces, el hombre fue a Jesús y le dijo: "Fui a tus discípulos en busca de ayuda, pero no pudieron ayudarme". ¿Son estas las palabras que nuestros vecinos y amigos hoy le dirían al Señor acerca de nosotros?
Si buscamos la bendición del Señor solo para nosotros mismos, permaneceremos secos. Dios riega solo a quienes riegan (ayudan) a otros (Proverbios 11:25). Quizás algún hermano cercano a ti necesite una palabra de sabiduría para resolver su problema. Otro puede necesitar una palabra de aliento para su situación deprimente. Y tal vez otro necesite liberación de alguna esclavitud. Debemos buscar a Dios para recibir los dones necesarios para ayudar a esas personas.
Todo don del Espíritu se nos da para que podamos bendecir y edificar a otros. Lucas 4:18, 19 nos habla del resultado de la unción de Jesús con el Espíritu Santo. Por medio de ella, fue capacitado para predicar buenas nuevas a los pobres, liberar a los cautivos, dar vista a los ciegos, traer libertad a los oprimidos y proclamar el año favorable del Señor. Observamos que todo lo que se menciona aquí es para el beneficio de los demás. Los dones del Espíritu no trajeron ningún beneficio al Señor mismo en Su vida.
Cuando queremos buscar los dones del Espíritu de la manera correcta, debemos tener primero una sincera preocupación por los demás y ser conscientes de nuestra propia incapacidad para ayudarlos.
La segunda cosa que aprendemos de esta parábola es que debemos seguir pidiendo a Dios el poder del Espíritu Santo hasta que lo recibamos. Dios nos prueba para ver si realmente estamos ansiosos por recibir Su poder y si realmente valoramos Sus dones. También espera ver si nos sentimos realmente impotentes e incapaces de servirle, sin Su poder. Muchos dejan de orar demasiado pronto porque tienen confianza en sí mismos, y por eso no pasan las pruebas.
Las reuniones de la congregación local
Entre los dones del Espíritu mencionados en 1 Corintios 12, encontramos que sólo los dones de la palabra se ejercen en las reuniones de la congregación local: enseñanza, profecía, lenguas e interpretación (véase 1 Corintios 14:26 y siguientes). No leemos allí que se debe practicar lo dones del Espíritu Santo en las reuniones de la congregación. Más bien hay un lugar en el ministerio evangelístico, incluso hoy, para, por ejemplo, el ejercicio del don de sanidad o para la expulsión de demonios; como una confirmación del mensaje del evangelio (Marcos 16:15-18). Y aquellos que son llamados a ser evangelistas (especialmente en áreas no alcanzadas) deben esperar que Dios les dé estas habilidades. Pero estas no tienen que tener lugar en las reuniones de cada congregación local. [Santiago 5:14-16 explica cómo se debe proceder con problemas en el cuerpo de Cristo]
En la reunión de la congregación, el don principal que se debe ejercer es el don de profecía. La profecía del Antiguo Testamento predijo el futuro, pero la profecía del Nuevo Testamento se refiere a proclamar la Palabra de Dios de tal manera que “edifique (construya), exhorte (desafíe) y consuele (aliente)” a la congregación (ver 1 Corintios 14:3). Toda congregación debe tener hermanos que puedan ejercer este don. Una congregación no necesita apóstoles, maestros y evangelistas localmente (estos ministerios pueden ser itinerantes), pero sí necesita profetas y pastores, si ha de crecer hasta la madurez.
Los profetas de la antigüedad hablaron de “la carga del Señor” que llevaban en sus corazones. Aarón llevaba 12 piedras (que representaban a las 12 tribus de Israel) en un pectoral sobre su corazón. Esta era una imagen de cómo hoy, quienes prediquen la Palabra de Dios (profetizan) deben llevar al pueblo de Dios en sus corazones, tal como una madre lleva a un bebé en su vientre (ver Filipenses 1:7).
Los que tienen el don de la palabra profética deben ser los primeros en hablar en las reuniones de la congregación, dando a conocer una palabra de Dios que sea apropiada a la necesidad de esa congregación en ese momento. Deben hablar como portavoces de Dios (1 Pedro 4:11). Hay una gran diferencia entre un sermón religioso y una palabra profética. Un sermón surge de la cabeza de un hombre como resultado del trabajo intelectual y puede impresionar a sus oyentes. Una profecía, en cambio, es una palabra de Dios que surge del corazón de un hombre. No busca impresionar a los oyentes, sino exponer los secretos de sus corazones y estimularlos a la acción.
Los que responden a una palabra profética de este tipo se corregirán a sí mismos. Sin embargo, los que se sienten irritados por ella se enfadarán con el profeta. Los profetas nunca son populares, sino odiados, incomprendidos y perseguidos. Cuando Jesús profetizó en la sinagoga de Nazaret, la gente lo detuvo en medio de su sermón, lo arrastraron afuera y trataron de matarlo.
La Biblia dice que debemos exhortarnos unos a otros diariamente, para que no nos endurezcamos por el engaño del pecado (Hebreos 3:13). Por lo tanto, el objetivo de toda profecía (exhortación) en la congregación debe ser salvar a las personas de ser engañadas por sus pecados (toda desobedienca). La profecía expone los pecados secretos en sus corazones y entonces pueden caer sobre sus rostros ante Dios y arrepentirse (1 Corintios 14:25).
Si nos juzgamos a nosotros mismos y “nos ocupamos en nuestra salvación con temor y temblor” (según Filipenses 2:12), el Señor nos dará luz y nos salvará primero del engaño de nuestro propio pecado. Entonces podremos predicar esa misma palabra a otros y salvarlos también. Debemos predicarles a los demás sólo aquello que nos haya convencido primero a nosotros.
Sin embargo, aquí es necesaria una advertencia importante. A quienes escuchan la palabra profética se les ordena juzgar (discernir o examinar) lo que oyen (1 Corintios 14:29). Deben juzgar primero si lo que oyeron estaba realmente de acuerdo con la Palabra de Dios y, en segundo lugar, si era una palabra de Dios para sus propias vidas. Esto se debe a que cada mensaje predicado, cada profecía dada y cada lengua interpretada, también lleva consigo algo de los pensamientos propios del orador. Por eso se nos ordena “examinarlo todo y retener lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).
Si la unción dentro de nosotros no da testimonio de cierta parte de una "profecía" que escuchamos, entonces debemos rechazarla. Esa es la única manera de protegernos de ser engañados (1 Juan 2:28). Muchos creyentes han sufrido daños incalculables en sus vidas, porque se tragaron ciegamente cada "profecía" [predicación] que escucharon como si fuera de Dios mismo y actuaron según lo que oyeron.
Permítanme también agregar una palabra de advertencia sobre el imitar a otros predicadores a quienes estás admirando. Si tal imitación es inconsciente, no es grave. Pero si es consciente, entonces serás un perdedor, porque tal imitación impedirá que el ministerio único que el Señor te ha dado se manifieste a través de ti.
Aunque todo el Nuevo Testamento está inspirado por el Espíritu Santo, aún vemos que Pablo, Pedro y Juan no usaron el mismo lenguaje para expresar la verdad. Cada uno de ellos escribió las Escrituras con las palabras que les vinieron naturalmente. Pablo nunca escribió acerca de "nacer de nuevo", pero escribió mucho acerca de "ser crucificado con Cristo" y acerca de "despojarse del viejo hombre". Cuando Pedro escribió su carta más tarde, podría haber imitado las frases de Pablo, pero no lo hizo. Utilizó las frases que le salían naturalmente y escribió sobre “sufrir en la carne”. Juan también fue único en el lenguaje que utilizó cuando escribió muchos años después. No utilizó el lenguaje de Pablo ni el de Pedro, sino que escribió sobre “nacer de Dios”, una expresión que era única para él.
Esto muestra claramente que Dios no espera que usemos las mismas palabras que usan otros. Él no anula nuestras características personales cuando ministramos Su Palabra, ni nos hace como secretarias que simplemente escriben lo que su jefe les dicta. Dios preserva nuestra individualidad, incluso cuando estamos llenos y ungidos con el Espíritu Santo.
En Apocalipsis 21:19-20, vemos la congregación (iglesia) representada como un edificio construido con piedras preciosas de muchos colores. La luz que brilla a través de cada una de estas piedras es la misma: la vida de Jesús. Pero los colores que aparecen a través de ellos son variados: rojo, azul, verde, etc. Cada uno de nosotros está llamado a expresar la vida de Jesús, pero a través de nuestras propias personalidades únicas e individuales.
Si intentas imitar mi ministerio o la manera en que predico o escribo, terminarás frustrado. Debes hablar de tu propia vida, lo que te sale naturalmente, a tu manera única, y entonces serás una bendición para el Cuerpo de Cristo. Dios quiere solo un "Zac Poonen" en Su Iglesia. Él no quiere otro. Él quiere que seas tú mismo.
En las reuniones de la congregación, todos aquellos que tienen una palabra del Señor pueden profetizar [o compartir], bajo la autoridad de los ancianos (supervisores). Eso incluye tanto a hombres como a mujeres, porque Dios claramente dice que Él derrama el espíritu de profecía tanto sobre hombres como sobre mujeres (Hechos 2:17-18). Si una mujer se cubre la cabeza, Dios le permite orar y profetizar en las reuniones de la congregación (1 Corintios 11:5).
Muchos no se preocupan por profetizar [compartir] en la congregación debido a su pereza espiritual o su timidez. Timoteo era un hombre tan tímido que Pablo tuvo que instarlo a que avivara el don que Dios le había dado (1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6, 7). Debemos atar los espíritus de timidez e incredulidad cuando asistimos a las reuniones de la congregación.
Sin embargo, esta libertad en las reuniones de la congregación puede ser aprovechada por personas carnales que aman escuchar su propia voz y que se ponen de pie y aburren a todos. Tales personas deben ser silenciadas por los ancianos (supervisores), porque todo lo que se hace en la congregación debe hacerse "decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40). Sin embargo, es lamentable que, en la mayoría de las congregaciones de hoy, los ancianos sean tímidos o busquen el honor de ser conocidos como hermanos "amables", y por eso no silencien a un orador carnal quien al extenderse cansa a los oyentes.
Tengamos presente entonces que la parte más importante de una reunión de la congregación no es el tiempo de “alabanza y adoración” – aunque eso es esencial – sino el tiempo cuando se proclama la palabra profética de Dios.
Liderazgo Espiritual
Veamos ahora el tema del liderazgo en la congregación de Dios.
Dios designa ancianos en cada congregación para que la guíen en Su camino (Tito 1:5). Un anciano no es principalmente un predicador sino un líder. Un “líder” es alguien que va delante de los demás. Está constantemente avanzando. Él dice: “Síganme como yo sigo a Cristo”.
Sin embargo, muchos predicadores dicen: “No me sigan a mí. Simplemente miren a Cristo y síganlo”. Eso suena humilde. Pero ninguno de los primeros apóstoles había escrito eso. Ellos claramente invitaron a los creyentes a seguirlos, tal como ellos seguían a Cristo (1 Corintios 11:1; Filipenses 3:17). No dijeron esto porque fueran perfectos, sino porque estaban avanzando en la dirección correcta. El papel de anciano es un asunto relativo. Una ilustración lo aclarará: cuando los padres se van de casa por un tiempo, pueden pedirle a su hijo mayor que sea el "anciano" en su hogar y que tome todas las decisiones durante su ausencia, incluso si solo tiene 10 años. Ciertamente no es maduro, ¡pero es más maduro que el niño de 7 años y el de 4! Una vez que sus padres regresan, ya no es el anciano.
Así es como funciona el papel de anciano en una congregación también. Un hermano joven puede ser anciano en una congregación, si resulta ser el hermano más maduro. A medida que los demás en la congregación crecen, él también crece junto con ellos. Pero si deja de crecer espiritualmente, entonces algún día alguien más se convertirá en el hermano mayor en esa congregación. Por lo tanto, el papel de anciano no es un título ni un cargo en la casa de Dios, sino significa ser lo suficientemente maduro para dirigir a otros.
Tales líderes son aquellos a quienes debemos respetar, obedecer y seguir su ejemplo (Hebreos 13:17). En la parábola del hombre que alquiló su campo a unos labradores, notamos que el dueño no vino personalmente a cobrar el alquiler, sino que envió a sus siervos (Mateo 21:34). De la misma manera, el Señor designa a Sus autoridades delegadas en la congregación para que lo representen. Jesús dijo a Sus apóstoles que cuando la gente los recibía, en realidad estaban recibiendo al Señor mismo (Mateo 10:40). No me refiero ahora a la gran mayoría de líderes, predicadores y pastores de la cristiandad actual, sino solo a aquellos a quienes tú mismo puedes reconocer como siervos genuinos de Dios.
En la congregación de Dios,
la autoridad no se impone desde arriba,
sino que se acepta desde abajo.
Eso significa que debes someterte solo a aquellos ancianos a quienes respetas. Si no puedes reconocer a un anciano como un hombre piadoso, no tienes por qué someterte a él. Sin embargo, en tal caso lo mejor es que abandones esa congregación y busques otra donde puedas encontrar un anciano piadoso. Lamentablemente, no hay muchos ancianos piadosos en el mundo hoy en día. Pero donde encuentres uno, debes honrarlo y apreciarlo (1 Timoteo 5:17; 1 Tesalonicenses 5:12).
Una vez que reconoces a alguien como tu anciano, debes respetarlo y someterte a él. El propósito de la sumisión en la congregación es el mismo que en un hogar: los niños están protegidos de innumerables peligros al someterse a sus padres. Un anciano piadoso velará por tu alma, como un pastor vela por sus ovejas.
Un verdadero anciano debe conocer el estado espiritual de cada una de sus ovejas (Proverbios 27:23). Si un anciano lleva a su rebaño en su corazón, Dios le dará discernimiento, sobrenaturalmente si es necesario, acerca de la condición de cada una de sus ovejas. Los mensajes que un anciano así presente en las reuniones de la congregación serán la palabra que sus ovejas necesitan, aunque él no esté consciente de su necesidad.
Este es entonces el requisito primordial en todos los líderes: deben llevar a su rebaño en sus corazones. También hay muchos hermanos que, aunque no sean ancianos, sin embargo, tienen cuidado y preocupación por sus hermanos creyentes. Tales hermanos son verdaderos pastores ante los ojos de Dios; y las ovejas tienen confianza en ellos y acuden a ellos en busca de ayuda.
La congregación, el dinero y los obreros cristianos
Una congregación de discípulos debe tener un testimonio claro en materia de dinero. No debemos tener ningún deseo de obtener dinero, ni ningún favor, ni ninguna otra cosa de nadie que venga a nuestras reuniones. Y ellos deben saberlo claramente. Deben ver claramente que solo estamos interesados en bendecirlos, gratuitamente.
En nuestras propias congregaciones, nunca tomamos una ofrenda durante las reuniones. Hay varias razones para esto. En primer lugar, creemos que toda ofrenda a Dios debe ser gozosa y voluntaria. Esto es difícil de hacer si una ofrenda se toma públicamente. En segundo lugar, toda ofrenda a Dios debe hacerse en secreto. No es posible dar en secreto, cuando la gente te está observando. (Puede que los demás no sepan cuánto estás dando, pero sí sabrán que estás dando). En tercer lugar, puede que haya incrédulos presentes en las reuniones que no tengan el privilegio de dar su dinero a Dios. Tienen que entregarse a Dios primero, antes de poder darle su dinero (2 Corintios 8:4, 5; 3 Juan 7). También deben saber que el evangelio que escuchan en la congregación es gratis. No tienen que pagar nada para escucharlo. Así que no los avergoncemos tomando una ofrenda.
Al mismo tiempo, para dar a los creyentes la oportunidad de dar dinero para la obra de Dios, como expresión de su gratitud, colocamos una caja en el salón de reuniones, donde los que quieran dar con alegría y en secreto pueden hacerlo.
La mayoría de los obreros cristianos se sostienen con las ofrendas y las donaciones de otros creyentes. No hay nada de malo en esto, porque el Señor ha ordenado que “los que predican el evangelio pueden vivir del evangelio” (1 Corintios 9:14). Parece que Pedro y la mayoría de los demás apóstoles se mantenían de esta manera: por otros creyentes (1 Corintios 9:5-7).
Pero vemos un ejemplo diferente en Pablo, quien se mantenía a sí mismo y servía al Señor (ver 1 Corintios 9:15-18; 2 Corintios 12:14; 2 Tesalonicenses 3:7-9; Hechos 20:33-35). En las circunstancias actuales en la India, hay una gran necesidad de muchos [hermanos] que estén dispuestos a servir al Señor como Pablo.
Esta es la razón por la que, en nuestras congregaciones casi todos los ancianos, nos mantenemos a nosotros mismos como lo hizo Pablo, y servimos a las congregaciones. Este método tiene la ventaja adicional, en países pobres como la India de filtrar a aquellos que buscan unirse a una congregación, como obreros, para obtener ganancias financieras.
Permítanme ahora dar algunas pautas para aquellos discípulos del Señor que están considerando el servicio cristiano de tiempo completo.
1. Sólo si reciben un llamado claro de Dios deben salir a servir a tiempo completo.
2. Jesús llamó sólo a aquellos que estaban comprometidos fielmente en un trabajo secular, para ser Sus apóstoles. Esta parece ser la regla general en las Escrituras, aunque Dios puede hacer excepciones. Parece haber varias razones por las que Dios elige a quienes trabajan en profesiones seculares:
2.1. Dios prueba a un hombre en su trabajo secular primero, para ver si es trabajador y fiel en el manejo del dinero. Los que Jesús llamó eran fieles y trabajadores como pescadores y contables, etc.
2.2. La voluntad de sacrificarse también se pone a prueba de esta manera, porque quien abandona su trabajo secular para servir al Señor a tiempo completo tiene que pagar un precio, a diferencia de quien no tenía trabajo al que renunciar. Mediante esta prueba, una persona también puede saber si su "llamado" proviene genuinamente de Dios o no. Es fácil para aquellos, que no tienen nada para renunciar, imaginar que son "llamados por Dios". Muchos están haciendo trabajo cristiano en la India hoy sólo porque no consiguieron ningún otro trabajo. Por lo tanto, es una profesión para ellos y no un llamado.
2.3. Sólo aquellos que han trabajado en una profesión secular tendrán la experiencia necesaria para enseñar verdades prácticas a otros cristianos que están luchando por ser fieles en sus trabajos seculares.
3. Cuando Dios llama a alguien a servirle a tiempo completo, ya lo habrá equipado con algún don del Espíritu Santo para la tarea a la que lo está llamando. Así que, si Dios realmente te está llamando, Él ya habrá dado testimonio de tus labores (con fruto que perdura), incluso mientras estás en un empleo secular.
4. Finalmente, debes considerar dejar tu trabajo secular sólo cuando la presión de la obra del Señor se haya vuelto tan grande que no haya suficiente tiempo para que puedas hacerla junto con tu trabajo secular. No debes volverte como los muchos "siervos de tiempo completo" que en realidad no trabajan a tiempo completo en absoluto, sino que se sientan sin hacer nada la mayor parte del tiempo y luego visitan algunas casas algunas noches y tienen un par de reuniones a la semana. ¡La mayoría de ellos hicieron más por el Señor cuando tenían un trabajo secular! El diablo encuentra que esos siervos ociosos de tiempo completo son un campo fértil para su labor. Y caen en todo tipo de pecados - chismes, adulterio, etc. – esto pasa solamente porque no tenían suficiente trabajo con el que estar ocupados todos los días.
Hoy, Dios está buscando discípulos y congregaciones que demuestren los principios de Su reino al mundo que nos rodea. ¡Respondamos a su llamado con todo el corazón!
El que tenga oídos para oír, que oiga.
Traducción y Redacción: VM-Ar, 5.4.2025
El título del artículo original: Practical Discipleship (Discipulado Práctico)
5. El verdadero o el falso evangelio
-- El verdadero o el falso evangelio --
Zac Poonen
Normalmente, se divide a los cristianos en dos grupos según las siguientes categorías:
1. "Católicos" y "Protestantes" – según el credo de los padres y desde su nacimiento.
2. “Episcopales” (conformistas) y “Episcopales libres" (no conformistas) – según el modelo de iglesia. [episcopal – dirigido por obispos]
3. "Cristianos renacidos" y "cristianos de nombre" – según una "experiencia" [de conversión o sin ella].
4. "Evangélicos" y "Liberales" – según la doctrina.
5. "Carismáticos o pentecostales" y "No-carismáticos" – según si hablan o no en lenguas.
6. Cristianos “sacerdote y pastores" y cristianos "laicos"
[Se podrían hacer más clasificaciones de este tipo, pero ninguna de estas categorías aborda la raíz del problema para cuya solución Jesucristo vino.]
Muchos cristianos saben que "Cristo murió por nuestros pecados" (1 Corintios 15:3), pero otros muchos no saben que la Biblia enseña que Cristo también murió "para que ya no vivamos para nosotros mismos, sino para Él" (2 Corintios 5:15).
Una forma más bíblica de clasificar a los cristianos sería la siguiente:
"Aquellos que viven para sí mismos" y "aquellos que viven para Cristo";
o "aquellos que buscan lo suyo" y "aquellos que buscan las cosas de Cristo";
o "aquellos que buscan primero las cosas terrenales" y "aquellos que buscan primero el reino de Dios";
o "aquellos que aman el dinero" y "aquellos que aman a Dios" (Jesús dijo que es imposible amar a ambos - Lucas 16:13).
Pero nunca he oído a nadie usar tales categorías. Estas se refieren a la vida interna de un cristiano y a su caminar personal con Dios, mientras que las categorías antes mencionadas se ocupan de los aspectos externos de su vida. El cielo, sin embargo, clasifica a los cristianos según las últimas categorías. Y si es así, ¡ésta forma de clasificar es la única que importa! Nadie más puede clasificarnos - nosotros mismos debemos hacerlo, porque nadie excepto nosotros conocemos nuestros motivos y anhelos más profundos. Incluso nuestro cónyuge tal vez no sepa para qué vivimos realmente.
Nuestro Señor no vino principalmente para darnos una doctrina o un modelo de iglesia, ni para hacer que hablemos en lenguas o para que tengamos una experiencia especial.
Él vino "para salvarnos del pecado". Vino para poner el hacha en la raíz del árbol. Y la raíz del pecado es: ser centrados en nosotros mismos, buscar lo nuestro, hacer nuestra propia voluntad. Si no permitimos que el Señor corte radicalmente esta "raíz" y la arranque, seríamos solamente cristianos superficiales. Satanás, sin embargo, puede engañarnos de tal manera que nos creamos mejores cristianos que otros debido a nuestra doctrina, experiencia o modelo de iglesia.
A Satanás no le importa nuestra doctrina, experiencia o modelo de iglesias “correctos”, mientras que sigamos "viviendo para nosotros mismos", lo cual, por cierto, es solo otra forma de "vivir en pecado".
La cristiandad de hoy lamentablemente está llena de cristianos que buscan lo suyo y viven para sí mismos, y aun así están convencidos de que Dios los ve como los mejores cristianos, meramente distintos por sus diferencias doctrinales, por su modelo de iglesia o por sus "experiencias" especiales. Esto demuestra lo grande que ha sido el trabajo de Satanás en la cristiandad.
En Juan 6:38, nuestro Señor dice que Él vino del cielo a la tierra, para negar su propia voluntad humana (que adquirió cuando vino a la tierra como hombre); y para hacer la voluntad de su Padre como hombre. En esto Él fue para nosotros un gran ejemplo.
Durante toda su vida en la tierra, en sus 33 años y medio, Jesús negó su propia voluntad y cumplió la voluntad de su Padre. Y Él dijo claramente a sus discípulos que todo aquel que quiera ser su discípulo debe caminar por el mismo camino. Él vino a tocar la raíz del pecado en nuestra vida, es decir "hacer nuestra propia voluntad", y para salvarnos de ello.
En el área de la ciencia, el hombre cometió el error durante milenios de creer que la tierra era el centro del universo. Así parecía para el ojo humano, porque el sol, la luna y las estrellas parecen girar alrededor de la tierra en 24 horas. Fue necesario el valor de un Copérnico, que hace apenas 500 años cuestionó esta idea generalizada, luego demostró que era completamente errónea, y que la tierra no es el centro del sistema solar, mucho menos del universo. Copernico mostró que la tierra fue creada para estar alineada con el sol. Mientras el hombre tuviera el centro equivocado, sus cálculos y conclusiones eran erróneos, porque su centro era falso. Pero después de que el hombre descubrió el centro correcto, luego sus cálculos y conclusiones también fueron correctos.
Lo mismo ocurre con nosotros si permanecemos "centrados en nosotros mismos" en lugar de "centrados en Dios". Luego nuestro entendimiento de la Biblia y de la voluntad perfecta de Dios (nuestros cálculos y conclusiones) serán incorrectos. Pero nos imaginamos que tenemos razón, ¡tal como lo hicieron los hombres durante 5,000 años! En realidad, estamos completamente equivocados.
Lo mismo vemos hoy entre muchos "buenos cristianos". Tienen tantas interpretaciones diferentes de la misma Biblia, y cada uno está convencido de que solo su interpretación es correcta y todos los demás están errados. Dicen de los demás que están "engañados". ¿Por qué pasa esto? Es porque tienen un centro equivocado.
El ser humano fue creado para estar centrado en Dios, no en sí mismo. Si los cristianos tienen un centro falso, su "evangelio" también será falso. En esencia, hoy se predican solo dos evangelios: uno en el que el hombre está en el centro y otro en el que Dios está en el centro.
El evangelio centrado en el hombre promete al ser humano que Dios le dará todo lo necesario para hacer la vida en la tierra cómoda y, al final de su vida, les espera un lugar en el cielo. Se le dice al hombre que Jesús le perdonará todos sus pecados y sanará todas sus enfermedades, que lo bendecirá y le dará éxito material, que resolverá todos sus problemas terrenales, etc.
En un tal ser humano, su ego sigue siendo el centro de su vida, y Dios gira alrededor de él, como su siervo, que escucha cada oración y le da todo lo que quiere. Todo lo que tiene que hacer es "creer" y "reclamar [o declarar] en el nombre de Jesús cada bendición material".
Este es un falso evangelio, porque no se enseña correctamente sobre el arrepentimiento. El arrepentimiento es lo primero que predicaron Juan el Bautista, Jesús, Pablo, Pedro y todos los apóstoles. Y hoy, lamentablemente, no se predica correctamente sobre el arrepentimiento, ni siquiera al final. El evangelio centrado en Dios, por el otro lado hace un llamado al arrepentimiento.
Arrepentimiento significa:
Volverse del ego como centro de la vida significa, dejar de hacer la propia voluntad, abandonar los caminos elegidos por uno mismo, dejar de amar el dinero, el mundo y las cosas del mundo (la lujuria de la carne, la lujuria de los ojos y la vanagloria de la vida), y en consecuencia, volverse hacia Dios, amarlo con todo el corazón, hacerlo a Él el centro de su vida y, desde allí en adelante, hacer Su voluntad.
Solo cuando un ser humano se arrepiente y se vuelve a Dios, y pone su fe en el sacrificio de Cristo en la cruz, Él puede perdonar sus pecados. Solo entonces puede recibir el poder del Espíritu Santo, que le capacitará para negarse a sí misma cada día y vivir una vida centrada en Dios. Ese es el evangelio que predicaron Jesús y los apóstoles.
El falso evangelio hace que la puerta angosta sea ancha y el camino angosto sea amplio (y fácil de transitar, porque no se tiene que negar uno a sí mismo ni dejar de vivir para uno mismo y para su propio beneficio). Millones asisten a reuniones donde se predica este falso evangelio. Y muchos entran por esa puerta ancha y caminan por ese camino ancho, creyendo que lleva a la vida. Pero en realidad, los conduce a la perdición. Los predicadores de este evangelio se jactan y cuentan historias de grandes multitudes que levantaron la mano y "tomaron la decisión por Cristo". Pero todo esto es un engaño. Aunque algunos se convierten sinceramente en tales reuniones, muchos de estos "convertidos" terminan siendo "doblemente hijos del infierno" (Mateo 23:15), engañados sobre su verdadero estado.
El verdadero evangelio, en cambio, hace que la puerta sea estrecha y el camino angosto, no más estrecho ni más angosto de lo que Jesús mismo lo hizo, tal como algunos "súper espirituales" sectarios lo hacen, sino tal como lo hizo Jesús. Solo unos pocos hallan este camino hacia la vida. Y los predicadores de este evangelio falso no pueden presentar estadísticas ni informes impresionantes. Pero aquel evangelio verdadero conduce a las personas al Señor Jesús y al cielo. "Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.
Luc. 8:18 Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, le será dado; y a todo el que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado" (Lucas 8:17-18).
El que tiene oídos para oír, oiga.
Traducción y Redacción: VM-Ar, 5.4.2025
Artículo original: The True Gospel and the False (El Verdadero Evangelio y el Falso)
Otros artículos y videos de Zac Poonen y otros autores, se pueden descargar de forma gratuita en el sitio web
Christian Fellowship Church (CFC)
La iglesia Christian Fellowship Church (Iglesia de Compañerismo Cristiano) comenzó en agosto de 1975 en Bangalore, India. En ese entonces, algunas familias se encontraron por primera vez y decidieron, primero, ser discípulos del Señor Jesucristo y, luego, obedecer la misión del Señor según Mateo 28:18-20, haciendo discípulos a otros. Su énfasis está en el nuevo nacimiento, la santidad interior, el amor mutuo, la pureza moral, la integridad financiera y compartir la verdad de Dios con los demás. En todo esto el fundamento de cada aspecto de su vida se encuentra únicamente en la Palabra de Dios.
CFC no está organizada ni vinculada a ninguna otra iglesia o grupo. En cuanto a nuestra fe, somos evangélicos y recibimos con alegría a todos los que son parte del cuerpo global de Cristo.
El sitio en inglés: www.cfcindia.com.
La traducción y la edición de este librito están patrocinadas por la Misión La Voz de los Mártires – Argentina.
Si deseas obtener más información, así como una gran cantidad de artículos, libros, estudios bíblicos en audio y predicaciones en video, todos los cuales se pueden descargar de manera gratuita.
En los canales de YouTube:
Los mensajes en video de Zac Poonen en español
https://www.youtube.com/@zacpoonenespa%C3%B1ol
La Traducción y edición del presente Libro está patrocinado por la Voz de los Mártires - Argentina
Para visitar nuestro sitio web:
https://lavozdelosmartires.com.ar/site/index.php
Aquí nuestro canal de Youtube:
https://www.youtube.com/@MisionLaVozDeLosMartires-Argen
Para más información, preguntas y consultas puedes escribirnos a:
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
y al Whatsapp: +49 177 5063672