¿Sabías que existe alguien cuyo destino es reinar sobre el mundo entero? Su nombre no figura en la lista de las celebridades, sin embargo es quien tiene - y tenía - el control sobre toda la historia del mundo.
Es un hecho bien reconocido que, si las tendencias actuales no se invierten, corremos inevitablemente hacia calamidades internacionales que amenazarán la naturaleza y la existencia de la raza humana misma. El famoso científico Albert Einstein dijo después de la explosión de la primera bomba atómica: “Un mundo unido, o la nada”.
Sabemos, en efecto, que en un futuro quizá bastante cercano, y de acuerdo a lo que la Biblia dice, aparecerá primeramente en Occidente un dictador cuya llegada se aclamará mundialmente, pero quien se quitará pronto la máscara de las buenas intenciones, revelando el origen diabólico de sus ideas. Querrá dominar – y será ayudado en eso por un jefe religioso - sobre los cuerpos y sobre las almas de las personas. Se trata del Anticristo, quien hará grandes milagros para seducir a los habitantes de toda la tierra.
Pero cuando digan Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores á la mujer preñada; y no escaparán“ (1 Tes. 5. 3).
Será después de estos juicios que comience el reino de justicia que Jesucristo - a él nos referíamos precisamente al principio - establecerá con una mano firme. Será la aurora de una era de bendiciones para la humanidad y la creación entera.
Los cristianos ya somos los embajadores de este Rey, queremos invitar a nuestros contemporáneos a confiarse en Él y que acepten la salvación que, en su gracia, ofrece todavía hoy a todos los hombres.
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda á todos los hombres en todo lugar que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día, en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón al cual designó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30-31).
“Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Fil. 2:10).
Fuente la Buena Semilla