Mi Respuesta a los Ateos

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por Richard Wurmbrand 

Conversaciones con Ateos y Comunistas

CONTENIDO

1. El Manual del Ateo

2. Lo Lógico del Ateísmo

3. Lo Ilógico del Ateísmo

4. La Perspectiva Errónea de la Biblia Moscovita

5. ¿Quiénes son Nuestros Oponentes?

6. La Dificultad de ser Ateo

7. La Definición de la Religión

8. El Origen de la Religión

9. El Origen del Cristianismo

10. Autores Romanos sobre la Cristiandad

11. El Testimonio de los Evangelios

12. Argumentos Contra el Origen Temprano de los Evangelios

13. El Mensaje del Nuevo Testamento

14. Ataques Irreverentes Contra la Biblia

15. ¿Existieron Realmente los Caracteres Bíblicos?

16. La Liberación de los judíos de la Esclavitud Egipcia

17. Contradicciones en la Biblia

18. ¿Enseña el Cristianismo Servilismo hacia las Autoridades Tiránicas?

19. Un Paraíso Celestial o Terrenal

20. ¿Hay un Dios?

21. ¿Quién es Dios?

22. Mira a Jesús de Nazaret

23. La Creación

24. Dios Es

25. La Profecía

26. Profecías sobre el Pueblo Judío

27. Profecías sobre los Días Postreros

28. ¿Quién Hizo a Dios?

29. Vida Después de la Muerte

30. Ciencia y Religión

31. Reconciliación

32. Una Palabra final

33. Presentando al Autor

34. Recomendaciones finales de los Editores

35.LA BIBLIA DICE QUE HAY SOLO UN CAMINO AL CIELO

 

1. EL MANUAL DEL ATEO

En todo lugar donde la gente sepa escribir, existe un libro sagrado.

El mundo comunista tiene también su biblia. Se llama El Manual del Ateo. Fue editado primero por la Academia de Ciencias de Moscú (Casa Editorial del Estado para Ciencias Políticas) en 1961, como la obra colectiva de un gran número de especialis­tas; entre ellos, los historiadores Beliaiev y Belinova y de los filósofos Tchanishev, Elshina y Emeliah. Su re­dactor final fue el catedrático de universidad S. Ko­valev. Ha sido reimpreso muchas veces desde su primera publicación.

Este libro, que es un sumario de creencias ateas, ha sido traducido a otros idiomas y ampliamente distribuido en otros países socialistas. Desde la escuela pri­maria hasta la universidad, en la radio y la televi­sión, en películas y reuniones ateas, son propagadas las ideas contenidas en este libro. Cuando muere un ateo, la oración fúnebre, conforme a la biblia comunista, asegura a la familia doliente que los muertos están muertos para siempre, que no hay consuelo para los deudos, que los que ahora están separados nunca más serán reunidos, que Dios no existe y que no hay tal cosa como la vida eterna. El primer propósito del libro es demostrar que no hay Dios.

Podríamos simplemente contestar con una pregun­ta: Si no hay Dios, ¿cómo es posible que existan ovejas? Esta pregunta fue hecha en una reunión atea en Rusia. El orador había explicado que la vi­da comenzó de forma espontánea, se desarrolló por medio de la selección natural y que durante la cruel lucha por la supervivencia sólo los animales que eran más fuertes o más rápidos que sus vecinos sobrevi­vieron, mientras que los más débiles perecieron.

Un creyente preguntó: "Pero, ¿cómo es que so­brevivieron las ovejas? ¿Cómo es que no fueron des­truidas totalmente por los lobos? La loba produ­ce cinco o seis crías por año, la oveja sólo una. La relación es de 1 a 5 para el destructor que tiene dientes afilados, garras, fuerza y rapidez de movi­miento. La oveja no tiene absolutamente ninguna defensa. ¿Cómo es que todavía hay ovejas? Hoy en día el hombre las protege. El mundo animal exis­tía antes que el hombre. ¿Quién protegía entonces las ovejas? Muchas cosas se pueden explicar sin recu­rrir a la hipótesis de la existencia de Dios. Pero las ovejascon sus cuatro patasno podrían existir sin Él; como tampoco lo conseguirían las ovejas amadas de Cris­to que estuvieron indefensas contra el cruel perse­guidor desde el comienzo de la iglesia”.

La respuesta que este creyente obtuvo fueron unos años en prisiones soviéticas.

El libro ateo se podría refutar también muy fá­cilmente en lo referente a Cristo.

En una reunión de intelectuales soviéticos se dis­cutió sobre Shakespeare. Alguien citó las palabras de Lady Macbeth, después de matar al rey Duncan mientras dormía. Mirando sus manos manchadas de sangre exclamó: "Sal, mancha maldita; sal, di­go”.

Un cristiano hizo la pregunta: "¿Cuáles son las posibilidades de que una Lady Macbeth se libere de su carga de culpabilidad?" Un comunista contestó: "El hombre es un ser racional. Una educación ade­cuada y hasta un buen consejo en el último momen­to hubiese evitado su crimen”. La respuesta no re­solvió nada.Lady Macbeth había cometido el cri­men y era pueril filosofar sobre la educación que de­bería haber tenido. Otro comunista dijo: "Yo creo que los asesinos merecen la pena capital”. Tam­bién esta respuesta carecía de valor, porque una per­sona sentenciada a muerte, muere aún conciente de su culpa. Un tercer comunista asegu­ró a los presentes que en la futura y feliz sociedad socialista no habría reyes ni ambiciones egoístas ni necesidad o deseo de cometer crímenes. Pero la sociedad comunista no existe en ninguna parte.

El creyente dijo entonces: "La solución de la Bi­blia permanece como la única válida: La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”.

Pero no nos podemos contentar con respuestas tan sencillas. Los miembros de una Academia de Cien­cias han escrito más de 600 páginas para probar que la religión en general, y el cristianismo en particu­lar, son falsos. Tratemos de comprenderlos y de contestar a todos sus razonamientos. Es un deber de cortesía y de amor aceptar el reto.

La biblia atea es aburrida. En efecto, no podría ser de otro modo. Nadie que hable de ateísmo pue­de ser elocuente. El ateísmo es una negación. ¿Quién puede escribir con entusiasmo sobre una negación o esculpir una negación? ¿Quién le puede dedicar un soneto o un concierto a una negación? La reli­gión ha inspirado sinfonías, cuadros, estatuas, poe­sías. El ateísmo, por su misma naturaleza, nunca podría producir este impacto. No tiene alas.

Conforme a su propia doctrina los hombres son sólo polvo y sombra o simple materia. ¿Qué ímpetu tiene la materia para destruir la religión? ¿Puede la materia producir pasión en la lucha por un ideal, cuando los ideales, no siendo materia, son nada por definición?

La biblia moscovita usa también métodos engañosos y una violencia de la palabra que no cuadra bien a una Academia de Ciencias.

Nos proponemos evitar en lo posible el aburri­miento de argumentos seudocientíficos. Aún fren­te a la ironía y la difamación, responderemos con la dulzura del amor.

Podemos permitirnos esta actitud, porque un buen yunque no teme a los golpes de muchos martillos. En París hay un monumento a los hugonotes que re­presenta un yunque y un número de martillos ro­tos con la inscripción: "Descartad los martillos, bandas hostiles. Vuestros martillos se rompen. El yunque de Dios prevalece”.

Podemos tomar esta actitud, porque controlamos severamente nuestros pensamientos y consideramos una ventaja ser criticados. Es en perjuicio del ateís­mo imponer una dictadura en los países co­munistas. ¿Cómo puede saberse que se tiene razón si no se tolera la crítica?

En todos los países cristianos de Occidente el ateísmo tiene plena libertad para su propaganda. La cristiandad no tiene que tener la más mínima razón para temer­le. En debate libre, sólo el cristianismo puede ga­nar. Imaginemos dos cuartos separados sólo por una cortina gruesa. Uno de ellos está en completa oscuridad, el otro es alumbrado por una vela. Si se abre la cortina, no es la oscuridad la que pre­valece. La oscuridad no puede vencer la luz de la vela, porque no es energía, es ausencia de luz. Sólo la luz, siendo energía, puede triunfar. Así que, el cuarto que estaba en oscuridad se hace visible, transformado por la vela encendida.

Los cristianos no han tenido miedo de las prisio­nes comunistas ni de los instrumentos de tortura. Tampoco temen a los libros ateos. En la lucha de ideas, la victoria final sólo puede ser nuestra. Volver al contenido.

 

2. LO LÓGICO DEL ATEÍSMO

Los ateos deberían saber primeramente que nosotros, los cristianos, no somos sus enemigos, sino sus mejores amigos. Amamos a los ateos. El amor comprende.

No nos sorprendemos de que existan ateos. En el siglo XX, cuando millones de hombres inocentes fueron quemados en hornos crematorios o muertos en cámaras de gas y campos de concentración por di­ferentes regímenes políticos, de los cuales algunos de ellos proclamaron ser cristianos, es difícil creer en un Dios bueno y todopoderoso. Si es todopoderoso, ¿por qué permitió tales atrocidades? Si es bueno, ¿por qué creó un mundo con tanta crueldad?

No podemos reprocharle a nadie el hecho de ser ateo, cuan­do altos jerarcas de la iglesia cristiana muchas ve­ces se declaran a favor de los opresores y explota­dores; cuando adulan a tiranos o luchan codo a codo con los rebeldes, entre los cuales se hallan los que sueñan en transformarse en los tiranos del ma­ñana.

Cuando Jesús colgaba en la cruz y clamaba: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"debe haber sido difícil en ese momento convencer a alguien de que ese crucificado era la esperanza de la humanidad; o que ese que estaba sediento y sólo recibió vinagre, era el que tenía todo el poder en el cielo y la tierra. Fue necesaria su resurrección para hacer plausible esa verdad.

En nuestros días, aquellos que se llaman a sí mis­mos cristianos, se han matado mutuamente en dos guerras mundiales. Un hombre bautizado en el nom­bre de Cristo dio la orden de soltar la primera bom­ba atómica.

Y aunque los hijos pródigos quisieran retornar a la casa paterna, no sabrían dónde encontrarla. En su lugar hay muchas denominaciones divergentes, cada una pretendiendo tener la verdad. Están uni­das en un solo punto: no practicar el amor profun­do hacia los inocentes que todavía se hallan detrás de los barrotes o en campos de con­centración.

Además, en la mente de las masas, la religión es­tá asociada con la superstición, el atraso o dogmas ex­traños.

El ateísmo es el efecto de éstas y muchas otras causas. No esperamos otra cosa: es lógico que mu­chos sean ateos.

Dios ha dado lugar al ateísmo en el mundo. La Biblia enseña que Dios creó un mundo material con reglas intrínsecas y una cadena infinita de causas y efectos. Él mismo permitió que otros fuera de Él existiesen. Por eso, la posibilidad del ateísmo es­tuvo comprendida en el plan de la creación. Y cuan­do se decidió que Cristo expiaría con su sangre los pecados de la humanidad, Él decidió expiar los peca­dos de los ateos también.

Si Dios permite la existencia del ateísmo, ¿quié­nes somos nosotros para prohibirlo? Comprendemos plenamente a los ateos.

Pero los ateos, por otra parte, tienen que explicar lo que, desde su punto de vista, es una anomalía: mu­chos de aquellos que sufren horriblemente en este mun­do creado por Dios, lo aman con todo su corazón. La tradición y la costumbre pueden explicar la asisten­cia a la iglesia y rituales religiosos. Pero, ¿cómo pueden explicar los ateos el ardiente amor a Dios que a veces se ve precisamente en los que sufren más? ¿Cómo pueden explicar lo que los cristianos llaman "gozo en el Señor", sentido por hombres que han sido golpeados y torturados por su fe y teniendo acaso cadenas de veintiséis kilogramos en sus pies?

La religión está floreciendo en algunos países muy pobres. Los hombres hambrientos se reúnen los do­mingos con niños mal alimentados y, sin embargo, cantan para gloria de Dios. ¿Por qué? ¿Cómo es que las viudas, con sólo "dos blancas" para su sustento, con alegría dan sus últimas monedas para que Dios sea servido con mayor fervor?

Las preguntas hechas a los cristianos, por parte de los ateos, son razonables. Si Dios es todopoderoso – según dicen – ¿por qué permite que la muerte gobierne en la tierra? ¿Por qué he sido separado de mis seres más queri­dos? ¿Por qué sufre mi hijo o muere joven mi amigo?

Pero, ¿cómo pueden explicar los ateos el hecho de que otros hombres, igualmente desolados o enfrentándose a la muerte, aceptan la tra­gedia con serenidad y aún con gozo? Para ellos la muer­te significa ir al Padre.

Desde los tiempos de la construcción de las pirámides, cuando los esclavos morían bajo los azotes y la rebelión en contra de Dios o la negación de él hubieran sido normales, se nos ha conservado una poesía:

 

Ante mis ojos está la muerte hoy día

Como la salud al hombre enfermo,

Como la libertad después del cautiverio.

Ante mis ojos está la muerte hoy día

Como la fragancia de la mirra,

Como yacer a la sombra en un día fresco.

Ante mis ojos está la muerte hoy día

Como la fragancia de lotos en flor,

Como yacer en riberas de embriaguez.

Ante mis ojos está la muerte hoy día

Como el paso fugitivo de la lluvia,

Como el retorno de los hombres desde la aventu­ra al hogar.

Ante mis ojos está la muerte hoy día

Como la claridad de los cielos,

Como un hombre cazando lo desconocido.

Ante mis ojos está la muerte hoy día

Como la nostalgia de un hombre por su hogar,

Después de pasar muchos años en prisión.

 

Algunos hombres aceptaron la muerte con sereni­dad, otros con alegría, considerando que morir sig­nificaba volver al mundo de nuestro Padre Celestial.

Algunas plantas son heliotrópicas. Pero hay tam­bién narcisos, plantas que crecen sólo en la sombra, en la oscuridad; así como también hay hombres que aman a Dios en proporción a sus sufrimientos por Él. Esos son los mártires.

Soportan con amor todas las durezas de las que se quejan los ateos. Los sufrimientos no los hacen vacilar en su fe; al contrario, algunos abrazan la fe o son fortalecidos en la fe a causa de sus profundos sufrimientos.

Para muchos, la religión es solamente una de las muchas delicias de la vida; un refinamiento, como el arte o el lujo. Pero hay gente para quien la re­ligión significa todo; que claman por Dios como el ciervo brama por las corrientes de las aguas. És­tos son los que proclaman conocer a Dios. Dicen que es digno de amor y de confianza, aunque sus caminos sean misteriosos y la vida sea dura para ellos.

Son los que entienden el fenómeno del ateísmo. Pero ustedes ateos, ¿pueden entenderlos a ellos?

En septiembre de 1932, una revista moscovita, Molodaia Guardia (La Guardia Joven)anunció que, de acuerdo con el plan quinquenal ateo, hacia 1937, toda manifestación de religión debía ser definiti­vamente destruida y la palabra de Dios silenciada para siempre. Pero esto no sucedió. Por el contrario, el cristianismo está floreciendo en muchos países co­munistas; aunque por largo tiempo fue prohibido y ame­nazado con persecución. ¿Por qué?

El ateísmo es razonable sólo cuando descubre la razón de la fe profunda.

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3. LO ÍLOGICO DEL ATEÍSMO

La sociedad está cambiando muy rápidamente. Los sistemas religiosos no han avanzado al mismo paso que las transformaciones sociales. A menudo algún pre­dicador comenta debates que Jesús sostuvo con hombres hace dos mil años atrás, referentes a pro­blemas de aquel tiempo, en lugar de dar respuestas en el espíritu de Cristo a los problemas del hom­bre moderno. Por esta razón muchos llegan a la conclusión de que la religión es irrelevante. Además, muchos ritos son anticuados.

Además, las iglesias expresan su deseo de salvar a la gente del infierno. En­tonces deberían dar pruebas de su amor a la gente, ayudando, hoy, a salvar al mundo del infierno del analfabetismo, el hambre, la miseria, la ex­plotación, la contaminación del medioambiente y la gue­rra. Los cristianos aceptan toda esta crítica de los ateos. "El amor lo cree todo”.

Podemos creer las razones para ser un ateo. Podríamos decir como Hegel: "To­do lo que existe es razonable”. Hasta la actitud de un ateo puede tener razones profundas. Pero los ateos están en desventaja cuando rehúsan la críti­ca de los creyentes.

Grandes místicos como Meister Eckhart han en­señado que el hombre, unido con Dios, ya no tiene un Dios a quien adorar. Desde esta postura, ellos pueden comprender a los que no adoran, porque no conocen a Dios. La mente cristiana refleja la totalidad de la realidad. La mente atea sólo parte de ella.

Los ateos tienen una filosofía materialista que los cristianos comparten. La doctrina principal de nuestra religión es que Dios se ha hecho carne (es decir materia) en Jesucristo. El Dios cristiano no es una idea, sino una persona. El fin del cristianis­mo no es sólo la salvación de las almas, sino tam­bién la resurrección del cuerpo en incorruptibilidad.

Pero no nos detenemos en el materialismo. Los ateos materialistas están parcializados: no saben de la deidad y del Espíritu eterno de amor y verdad que rigen este mundo.

¿Ha visto alguien una moneda con sólo una ca­ra? ¿O electricidad con un solo polo? El cristia­nismo abarca tanto la esfera del espíritu como la material. Por ser unilateral, el ateísmo es falso.

Una vez un tonto fue enviado a comprar harina y sal. Llevó un plato para portar sus compras. Se le mandó no mezclar los ingredientes y tener­los separados. Cuando el tendero hubo llenado el plato con harina, el tonto, recordando las instruc­ciones, volcó el plato, pidiendo que se llene el otro lado con sal. Con eso se perdió la harina, pero la sal quedó. La llevó donde su amo, quien pregun­to: "Pero, ¿dónde está la harina?" El tonto vol­có el plato para buscarla, con lo que también per­dió la sal.

Los ateos actúan a veces como este hombre. Traen críticas muy serias y útiles contra la reli­gión. Tienen la sal, pero, ¿no pierden de este mo­do la harina? ¿No descartan argumentos a favor de la religión que podrían ser acertados? Y al fi­nal, ¿no tendrán también que deshacerse de la sal del ateísmo en momentos de honda crisis? Es el orgullo del verdadero cristianismo tener la harina y la sal. Su filosofía es lo que Soloviev llamó "Teoma­terialismo", lo cual incluye materia y Theos (Dios en griego), su creador. En verdad el cristianismo está tan seguro de la verdad que posee, que está abierto a toda critica de esta verdad; hasta la aco­ge como un estimulo que asegura mejor su verdad.

La fe viene por medio de un continuo rechazo de errores y una continua aceptación de inspiraciones de otros que tuvieron la experiencia de nuevas ver­dades.

Una vez el sol peleó con la luna. El sol manifestó:"las hojas de los árboles son verdes", mientras que la luna dijo que eran de color plateado. La luna sostuvo que generalmente la gente en la tierra dormía; en tanto el sol, que usualmente toda la gente se movía.

La luna preguntó: "¿Por qué entonces hay tanto silencio en la tierra?"

"¿Quién te dijo eso?" – prosiguió el sol  "Hay mucho ruido en la tierra".

La pelea duró bastante tiempo. Luego llegó el viento, escuchó el debate, y son­riendo dijo: "Su pelea es vana. Yo soplo cuando hay sol y cuando brilla la luna. Durante el día, cuando el sol está en el firmamento, todo sucede como dijo el sol: Hay ruido en la tierra, la gente trabaja y las hojas son verdes. De noche, cuando brilla la luna, todo cambia: La gente duerme, reina el si­lencio y el color de las hojas cambia a tonos plateados. A veces, cuando una nube cubre la luna, parecen negras. Ni tú sol, ni tú luna, saben toda la ver­dad”.

Los ateos miran el lado material de las cosas: creen que abarcan toda la realidad.

Los budistas creen que la mente es la única realidad y que el mundo material pertenece a Maya, la esfera de la ilusión. Pero la Biblia usa, tanto en hebreo como en griego, la misma palabra para "espíritu" que para "viento”. Sopla todo el tiempo de todos lados. Los que tienen el Espíritu de Dios, ven toda la rea­lidad. No pueden limitarse ni a 1a filosofía mate­rialista ni a la idealista.

En realidad, la Biblia nos aconseja ser cuidadosos en materia de filosofía, porque la mayoría de los fi­lósofos tiene un punto de vista muy individual al observar la realidad. Pero cada punto de vista es un punto de ceguera. Nos incapacita para tener otro punto de vista. Desde un cierto punto de vis­ta el cuarto donde escribo no tiene puerta. Me doy la vuelta: ahora veo la puerta pero el cuarto ya no tiene ventana. Miro arriba: desde este punto de vista el cuarto no tiene piso. Miro abajo, no tie­ne techo. Evitando un punto de vista particular podemos tener una intuición del total. El ideal del cristiano es ser santo (en inglés "holy"), una pa­labra que en inglés viene de íntegro (whole). En ruso, la palabra "santo" (sviatoi) sugiere lumino­sidad. Lo mismo es válido para los idiomas ger­mánicos. Ser santo significa haber abandonado los puntos de vista.

Feuerbach, el famoso filósofo, dijo: "Es tan claro como el sol y evi­dente como el día que Dios no existe, y aún más, que Dios no puede existir”. No es la religión la que afirma que existe absoluta evidencia, sino el ateís­mo. Si la no existencia de Dios es tan clara co­mo el sol, ¿cómo es que toda la humanidad, sin ex­cepción, reconoce la existencia del sol, pero no se adhiere en su totalidad a la afirmación de Feuer­bach de que Dios no existe?

Ni siquiera Darwin, el gran favorito de mis opo­nentes, pudo adherirse a este razonamiento. El es­cribió: "La imposibilidad de concebir que este gran universo maravilloso, con nosotros, seres conscien­tes, surgiera por casualidad, me parece el mayor ar­gumento para la existencia de Dios”.

Para los ateos, el ateísmo es evidente por si mis­mo. Entonces, ¿por qué necesitan propagar lo evi­dente? Los cristianos no consideran el cristianis­mo evidente de por sí como el hecho de que dos y dos son cuatro. Si fuera así no habría ateos. En­contramos razonables algunas de las actitudes de nuestros oponentes; hay un lugar para ellos en nuestra comprensión. El ateísmo tiene sólo al ateís­mo y niega a la religión todo derecho a la existen­cia, por lo tanto, no es razonable.

Max Stirner, el teórico del anarquismo individual, vio claramente los males de la sociedad. Su con­clusión era liquidar la especie humana. Pero él, era una parte de ella. La escuela de Schopenhauer recomendaba a la humanidad el suicidio como res­puesta a sus problemas. Pero cuando se declaró una epidemia de cólera en su ciudad, Stirner huyó. Amaba la vida. Las personas que quieren deshacerse de la religión por sus grandes desperfectos, en pensamien­to y hecho, pertenecen a la misma categoría de gente.

¿Deberíamos dejar de usar abrigos porque algu­nos tienen un color desagradable? ¿Deberíamos echar el niño limpio junto con el agua sucia?

Hemos reconocido lo que hay de razonable en el ateísmo. Hay mucho más que decir. Ahora tra­temos juntos de buscar lo que hay de lógico en la religión. Tal vez encontremos juntos un denomina­dor común.

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4. LA PERSPECTIVA ERRÓNEA DE LA BIBLIA MOSCOVITA

Personas reunidas en Moscú han escrito un libro sobre los más grandes problemas de la vida. Pro­blemas sobre los cuales las más notables mentes se han preocupado desde la antigüedad: la existencia o no existencia de Dios, el sentido de la vida, sus esperanzas y penas, el papel de la religión, etc.

¿Quiénes son estas personas? Es mucho más im­portante conocerlas a ellas que al contenido de su libro.

Conocer al maestro es mucho más valioso que co­nocer sus enseñanzas. El conocimiento siempre pro­cede de: "¿Quién soy yo?" Si no conozco la respues­ta a esto, ¿cómo sé yo que lo que este "yo" piensa vale la pena de ser compartido con otros? Si el "yo" no es grande, todo lo que diere será moneda fraccionada.

Los autores de la biblia moscovita dicen que no fueron creados por ningún Dios. No hubo designio en los procesos casuales de la materia que los pro­dujeron. ¿Puede el girar de los átomos y proto­nes, en su encuentro accidental, producir un cerebro que destile la pura verdad?

Fui un niño pobre. Me hubiera gustado aprender música, pero mis padres no podían costeármelo. De modo que escribía notas musicales al azar en un pe­dazo de papel rayado, pero estas nunca produjeron una melodía.

Si, por ejemplo, en el juego de ruleta hubiese dos posibilidades de que un número, rojo o blanco, hubiese de salir, la posibilidad de que un número del mismo color salga cuarenta veces seguidas es qui­zás una en cien millones. ¡Esto cuando sólo hay dos posibilidades!

¿Cuántas posibilidades había entonces de que una compu­tadora tan perfecta como el cerebro humano fuese producida por una unión accidental de electrones y protones? Yo, el autor de este libro, hablo muchos idiomas y conozco cerca de un millón de palabras, si cuento todas las inflexiones de verbos y sustanti­vos. Como cualquier hombre culto, tengo millones de fragmentos de conocimientos de matemáticas, geografía, física, ciencia, arte, etc. bajo mi domi­nio. Sin embargo, en algún momento dado, la mente puede extraer exactamente la palabra correc­ta, con la entonación correcta, sosteni­da por la actitud expresiva de carácter más ade­cuada que la ocasión requiera. La probabilidad de que este solo fenómeno  por no mencionar la or­ganización de todo el universo – pudiese ser el producto de un encuentro accidental de partículas elementales, formándose de la nada, es matemática­mente imposible.

Si cuento tres generaciones en un siglo y comien­zo a calcular cuantos antepasados tengo  dos pa­dres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, etc. – rápida­mente obtengo figuras de decenas de millones de hombres de quienes he heredado un juego genético. Soy el producto selecto de una lucha por la vida en la cual millones de mis predecesores estuvieron in­volucrados. ¿Qué sé acerca de ellos? Nada. ¿Qué sé yo de la herencia que he recibido de ellos? ¿Formaron el idioma en el que pienso? ¿Crearon las instituciones en las que crecíNo los conozco. No co­nozco mi propia niñez, que es el período más deci­sivo para un futuro maestro del ateísmo o de la re­ligión.

Vivo en un mundo sumamente pequeño. Nuestra tierra es un poco de polvo en el universo. Conside­ramos una hazaña digna de mención haber llegado a un minúsculo satélite de este pedacito de pol­vo. En nuestra pequeña tierra, la biosfera es una pequeña cosa; lo es también la humanidad que vi­ve en la biosfera. En lo que a mí concierne, soy un individuo sumamente insignificante entre miles de millones.

Apenas uno entre 10.000 ha oído quizás los tí­tulos de los libros más grandes que hayan sido es­critos. Ni uno entre un millón los habrá leído todos. ¿Cuántos saben de la existencia de un reverendísi­mo obispo o de un miembro de la Academia Sovié­tica, coautor de El Manual del Ateo?

Una vez me falló la memoria. No podía recor­dar quién había escrito Crimen y Castigo. Fue so­lo después de preguntar a veinte personas que uno me dijo que era Dostoievski.

Somos infinitamente pequeños, y sabemos del universo lo que una hormiga sabría del marxismo después de haber andado sobre un libro escrito por Marx.

Me gusta el canto de las aves, sin saber cuál de ellas será capturada por un águila este mismo día. Oigo el viento que pasa por las ramas, pero no sé cual de los árboles está carcomido por gusanos. Co­diciamos fama, poder, dinero, placer, sabiduría. Los que tenían las mismas aspiraciones hace dos déca­das, son ahora polvo. La tierra que pisan ahora nuestros zapatos fue tal vez la linda cara de alguna chica.

Bukharin fue uno de los más grandes teóricos del ateísmo comunista. En su libro Materialismo Dia­léctico comenzó por alabar esta filosofía, porque, decía, permite prever el futuro. Lo único que este po­bre hombre no previó fue que sus propios camara­das lo torturarían y matarían.

Es osado escribir un libro para hacerse maestro de la humanidad. ¿Se puede prever qué alegrías o tragedias irán a experimentar los futuros lectores? ¿Y si el libro de uno ayudara en momentos de gran crisis? ¿Conoce el hombre siquiera una de las mi­les de millones de células que constituyen su cere­bro? Un pequeño disturbio en ellas puede hacer­le escribir cosas locas. Esto sucedió con genios. ¿Puede sucederte a ti? Se reconoce la locura en los libros de otros. ¿No podría haber locura en los tuyos? No sabes nada de tu cuerpo. ¿Qué sa­bes de la profundidad de tu psiquis? Soy una sor­presa diaria para mi mismo.

Vivimos vidas misteriosas en un mundo misterio­so del que sabemos sólo pocos detalles. Somos pri­sioneros de nuestros sentidos.

Si hubiese en el mundo seres que pudieran emi­tir rayos fuera del espectro de nuestra visión; si pudiesen comunicarse entre ellos fuera de una lon­gitud de onda que normalmente oímos o percibimos, entonces podrían observarnos sin que sepamos si­ quiera que existen; igual que hemos vivido por miles de años sin saber de la influencia de los virus y microbios en nuestras vidas. ¿Y si existieran án­geles y no pudiésemos percibirlos? Los ateos pro­claman que no hay Dios. ¿Cómo pueden estar se­guros?

El presente libro fue concebido en una prisión. Los guardias registraban regularmente las celdas en busca de objetos prohibidos, como piezas de aje­drez, cuchillos, agujas, libros, papeles. No los en­contraban. Esperábamos hasta que los guardias hubiesen salido. Luego los sacábamos de sus escondites. Se puede registrar una celda y no encontrar nada. Pe­ro, ¿se puede asegurar que realmente no hay nada ahí? ¿Quién ha registrado el universo infinito para poder asegurar que no hay Dios?

Hasta ayer se consideró cosa segura que los ele­mentos simples eran inmutables. Era una afirma­ción basada en miles de años de experienciasin embargo era falsa. Hombres de considerable in­telecto estaban convencidos de que el átomo era in­divisible y que el hombre no podría llegar a la luna. Éstos, que tenían la abrumadora experiencia de la humanidad de su lado, han errado. ¿Qué posibili­dades de tener razón tienes tú, mi amigo ateo?

El erudito cristiano Tertuliano ha sido criticado por sus palabras: "Credo quia impossibile" (Creo porque es imposible), y ahora la ciencia realiza exac­tamente lo que parecía absurdo e imposible para la razón.

Somos pequeños e insignificantes. No sabemos. La Biblia dice: "Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Co­rintios 8:2).

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5. ¿QUIÉNES SON NUESTROS OPONENTES?

Si un agente civil me pide que me identifique, mi primera reacción sería preguntarle quién es. Tendría que probar que es de la policía pues sino, no tiene nin­gún derecho a interrogarme.

Los autores de El Manual del Ateo niegan la exis­tencia de Dios. Pero, ¿existen ellos mismos? ¿Quié­nes son? ¿Pueden probar su propia existencia?

Un autor ateo, para hacer preguntas osadas, de­be primero aceptar como un hecho la existencia de galaxias y de polvo estelar, billones de años antes de que él naciera. Tienen que haber existido estre­llas y mecanismos celestiales y un sol para regular el movimiento de la tierra, sin lo cual, la vida hubiese sido imposible. El ateo puede hacer preguntas osa­das gracias a que existen el agua, hierbas, animales y microorganismos; y realidades como la electricidad y el calor, pan leudado y vino fermen­tado, rayos cósmicos, la lluvia que cae, y la impo­nente realidad de la personalidad humana. Tuvo que existir toda una línea de antepasados, leche en el pecho de su madre y amor en su corazón.

Aún presumiendo correctas las afirmaciones del ateo, una realidad insondable se ha producido por la inter­acción del tiempo y la casualidad, durante un perío­do incomprensible de miles de millones de años, tan­to para un disertante ateo como para un santo cristiano. ¿Por qué? ¿Dónde están ellos? ¿Por qué existen? En efecto, ¿existen

Sabemos de esto tanto como entendemos porque la tierra junto con todo el sistema solar corren ininte­rrumpidamente como si tuvieran una cita en quién sabe que constelación. Se atraen; pero, ¿qué es esta atracción universal? Atracción es una palabra que usamos a veces para indicar que alguien o algo es digno de ser amado. ¿Quién ama? ¿Quién es el amado?

Los ateos hablan, así como los predicadores lo hacen. ¿Que tal si abandonamos sus voces confusas y es­cuchamos la voz de las hojas, los arroyos, el vien­to, las tormentas, las aves, los niños? Podrían ser más instructivas que muchas de nuestras palabras.

Los que viven en armonía con la naturaleza, creen. El ateísmo comenzó como un fenómeno ur­bano en la mente distorsionada de los que tenían que vivir detrás de murallas, tanto sociales como reales.

¿Y que tal si escucháramos los grandes silencios? ¿De dónde viene la hermosura de los copos de nie­ve, los helechos, el liquen (cada uno una pieza dife­rente de encaje exquisito)? ¿De dónde viene el ma­ravilloso arreglo de las partículas elementales en el átomo?

¿Cómo es que el electrón da vueltas en su órbita cientos de millones de veces cada cien milésimas de segundo, para que de esta manera su movimiento constante nos dé objetos sólidos a la mano?

¿Se oyó alguna vez de una máquina de ochenta trillo­nes de células eléctricas? Una de sus partes, que pesa aproximadamente sólo un kilo y medio, es un mecanismo que consiste de 10.000 millones de células, las cuales generan, re­ciben y transmiten energía. Esta máquina maravi­llosa es el cuerpo. Qué agradecido quedarías si al­guien te regalara un auto. Pero has recibido una máquina mucho más fina. ¿De quién?

¿Cómo es que los cambios químicos en las neuro­nas del cerebro hacen devenir, con un cambio de sentimientos, otro pensamiento? ¿Cómo es que un hom­bre que exhala el venenoso dióxido de carbono, lo transforma en una palabra de amor o incluso en una palabra que lleva el mensaje de vida eterna?

¿A qué se debe que si quieres hacer algo malo, sientes como que una mano invisible te detuviera? ¿De quién es esa mano? Incluso cuando la voz de la conciencia no es lo bastante poderosa como para disuadirte de una mala intención, la sientes, más tarde, en for­ma de pesar o remordimiento.

¿Quién eres tú para preguntar la identidad de lo real? Que tal si esta realidad contestara: "Ya que en tu arrogancia te eriges como autoridad, por favor, indica primero: ¿quién eres?" ¿Podrías en verdad contestar a una de las miles de preguntas que te hace la realidad?

El desarrollo de la cien­cia no ha enriquecido tanto el conocimiento de los hechos, como sí ha hecho aumentar el número de pre­guntas, cuyas respuestas tenemos que encontrar.

Escudriñas los últimos misterios de la realidad; su sentido, su propósito, la existencia del creador ... ¿A quién debería contestar la realidad y en qué idioma? Las tribus primitivas, adonde fueron los primeros misioneros, no tenían conceptos para pala­bras como "amor", "fe", "perdón", "espíritu", "san­to", etc. Los misioneros estaban restringidos en su capacidad para comunicar su mensaje o compar­tir las realidades de su patria. ¿Tienes tú un len­guaje común con la realidad más alta?

Y de nuevo, ¿a quién debería hablarle la realidad? Se admite sólo a la razón. Pero de acuerdo a la doc­trina materialista, la razón es la manera cómo fun­ciona el cerebro humano. El cerebro del elefante está constituido de otro modo. Su trabajo se lla­ma instinto. Al tuyo le has dado un nombre más bonito. Sin embargo, los dos cerebros - insistes - son accidentes de la evolución, de la aglomeración fortuita de átomos desde eones (eon es un período de tiempo muy largo, incomputable e indefinido), sin intervención de un creador. Consideras que el ateísmo es la verdad. Pero antes de aplicar el concepto de "verdad" al ateísmo, tienes que definir qué entiendes por "verdad." Pi­lato preguntó: "¿Qué es la verdad?" Quién no tiene la respuesta a esta pregunta, no tiene base pa­ra declarar que algo es verdad.

Los escépticos decían que "la verdad es una sos­pecha que ha perdurado", o "una alucinación so­bre la cual la mayoría ha estado de acuerdo”. Pe­ro lo que desechan, calificándolo de alucinación, podría ser una equivocación que apunta en la dirección correc­ta. La alquimia y la astrología – precursoras de la química y la astronomía – fueron precisamente equivocaciones de esa clase.

 

¿Cuál es tu definición de la verdad?

Un Marxista dirá que la verdad está condiciona­da por la clase social. Las condiciones en que vive un hombre determinan sus convicciones.

En una carta a Cluss, del 7 de diciembre de 1852, Marx describe su propia condición económica. Di­ce que se encuentra como en prisión porque no tie­ne pantalones ni zapatos, y que su familia está ame­nazada por una gran pobreza. Sentimos compasión por él. Pero en ese caso, el marxismo es la menta­lidad de gente sin pantalones y sin zapatos. Hoy en día todos los proletarios de occidente tienen pan­talones y zapatos, y más de un par. Entonces el marxismo no nos conviene. Tenemos que tener nuestra propia verdad.

El marxismo se proclama como la verdad, pero no tiene definición válida de la palabra.

Es interesante saber que el marxismo, supuesta doctrina del proletariado, excluye a los pensadores proletarios de la verdad. Marx escribe en una car­ta a Sorge, fechada el 19 de octubre de 1877: "Los mismos obreros, cuando dejan de trabajar y se hacen literatos, siempre causan daños de teoría y están siempre prestos a unirse a gente confundi­da..." El movimiento radical estudiantil tampoco puede llegar a la verdad. Marx escribe sobre “la irracionalidad estúpida que cometen los estudiantes rusos que carecen del valor intrínseco”. Aparente­mente, para los marxistas hay una sola definición válida de la verdad: "La verdad es lo que se pien­sa si no se tiene pantalones ni zapatos”. Por algu­na extraña razón, los pantalones parecen ser un obs­táculo formidable para no conocer la verdad. Pero dejemos todo esto.

Queremos ofrecer a nuestros oponentes una de­finición corriente: La verdad es la conformidad del pensamiento (realidad) con su producto, nuestra propia mentalidad. Sin embargo, esa conformidad no es la prueba de que se ha aprehendido correcta­mente la realidad; de lo contrario, ¿cómo podría explicarse la existencia del error? Ustedes afirman que la religión es un error. Pero la religión es la conformidad de la realidad con la mentalidad de otra persona. Esta persona puede estar muy segu­ra de lo correcto en su pensamiento y, sin embar­go, estar en un error. ¿Y si ustedes fueran víctimas de una ilusión así?

Supongamos que un cristiano se hace ateo. En­tonces admitirá que sus pensamientos anteriores eran falsos. Con su mente susceptible al error adoptará la ideología que poseen ustedes ¿Cómo podría saber que no ha sido víctima de otra fe equivocada? Podrá estar seguro de que sus pensamientos correspon­den ahora a la realidad; pero lo mismo pasaba cuando todavía era religioso. ¿No se entiende que tiene que haber una luz más allá de la realidad y la seudo realidad, más allá de lo que llamamos verdad o error, para poder decirnos cuál es cuál?

Hasta las con­vicciones ateas pueden existir de una manera con­sistente (cuán rara es la consistencia en el pensa­miento humano), sólo reconociendo esta luz supre­ma que adoramos en la religión.

¿Debería el Altísimo hablarles en el lenguaje de la razón? Sin embargo, ¿cuántas cosas podrá entender la razón? La razón ha justificado la esclavitud, la monarquía absoluta, la superstición. Nos hizo acla­mar dictaduras y justificar guerras mundiales que fueron asesinatos en masa de gente inocente. Me­fistófeles dijo: "La llama razón y la usa para ser más bestial que cualquier animal”. Al hombre siempre le gusta racionalizar, conceptuar e inte­lectualizar cualquier cosa.

Goethe, hace dos siglos, sugirió que: "nuestro pla­neta es la institución mental del universo”. Tene­mos la razón de una raza que tiene chispas de ge­nio y verdad, pero demuestra claramente que se ha vuelto loca. Hasta para el más cuerdo entre noso­tros la razón es sólo una armonía entre impulsos irracionales.

La razón, para producir resultados correctos, no debería estar manchada por sentimientos bajos.

¿Es éste el caso de mis oponentes?

Y el miedo, ¿no tiene parte en su pensamiento? En los países no comunistas los ateos se vuelven a menudo religiosos. Ahora, supongamos que un miembro de la Academia de Ciencias de Moscú, después de examinar todos los pro y los contra, llegué a la conclusión - como lo hicieron Svetlana Stalin, Pasternak, Siniavski, Solzhenitsyn - de que el cristianismo tiene razón; pues las convicciones de uno pueden cambiar en cualquier dirección. ¿Cuál sería el resultado? Perdería inmediatamente su puesto en la Academia, su profesorado, la posibilidad de publicar cualquier libro; perdería también su al­to nivel de vida. El mayor general Grigorenko, miembro de la Academia de Moscú, expresó opinio­nes diferentes a las del gobierno soviético en cuan­to a algunas cuestiones políticas y militares. Por esta "desviación" sufrió en un asilo para enfermos mentales.

Y ustedes, mis oponentes, ¿no temen nada? Sin completa libertad de investigación y expresión, ya sea que sus puntos de vista sean correctos o falsos, la razón no puede dar resultados correctos. Su ra­zón está prejuiciada por un sentimiento: el miedo.

No se lo reprocho. Las razones de todos están prejuiciadas por sentimientos de una u otra índole. Algunos buscan la fama y las ganancias. Estos sentimientos son deplorables, pero en ningún caso parece la razón sola capaz de dar resultados correc­tos.

¿Por qué buscar resultados correctos si no los anima su pasión, el amor de la verdad? Así que, una pasión, un sentimiento poderoso, a pesar de ser a veces un impedimento, en otras ocasiones puede ser un fuerte impulso para el razonamiento correc­to. Es su condición previa.

¿Cómo podemos saber que un silogismo produc­e el pensamiento correcto? Bueno, sentimos que es así. Lo sentimos no sólo en las pequeñas cosas, sino también en las grandes. Einstein decía de su famo­sa teoría, que antes de ser sometida a la prueba de la experimentación, sentía que era correcta. ¿Qué es esta sensación? No pertenece a la razón, tampoco pertenece a la intuición; pero satisfacía a un Einstein.

La evidencia no es sólo externa. Existe también una evidencia interna que contradice a veces a nues­tros sentidos. Esta convicción interior, la fe, es en si misma uno de los grandes hechos del universo. Tiene que ser respetada y explicada como cualquier otro hecho de la naturaleza.

El razonamiento de Einstein estaba basado en presuposiciones fuera de la razón.

El ateismo también se funda en la fe. Tiene también sus presuposiciones. Se basa en el sentimien­to de que vale la pena pasarse la vida negando lo inexistente. Nietzsche, el gran profeta del anticris­to, tuvo la honestidad de admitirlo. Escribió: "Has­ta nosotros, los devotos de la sabiduría de hoy día; nosotros, los sin Dios y antimetafísicos, también to­mamos nuestro fuego todavía de la llama que una fe -de miles de años de antigüedad- ha encendido: La fe cristiana. Esta fue también la fe de Platón: de que Dios es la verdad, de que la verdad es divi­na”. Nietzsche lo lamentaba, pero se consideraba "todavía piadoso”.

Si los sentimientos desempeñan tan grande papel en las convicciones, tanto de creyentes como de no creyentes, ¿por qué el Altísimo habría de apelar a ti, orgullosa razón, y no a estos sentimientos?

Lenin dijo en sus Cuadernos Filosóficos, que la materia tiene la propiedad de autorreflexión. Se refleja en el pensamiento. ¿En cúal pensamiento? En el de una persona.

Ahora bien, si cualquier co­sa que pensamos es reflejo de la realidad, y si to­dos nuestros pensamientos son tan personales, la verdad que reflejan tiene que ser una persona que aprehendemos, ya sea clara o difusamente o de ma­nera distorsionada, o incluso sin saber a quién apre­hendemos realmente. Jesús dijo que la verdad es una persona: Él mismo (Juan 14:6). Se llegará a la conclusión de que la afirmación de Jesús tiene que ser una verdad, una verdad misteriosa.

Si no se tiene la sensación de misterio, no se pue­de llegar a la verdad.

¿Por qué creer lo que la mente nos habla? Se sabe que no se puede confiar en ella. Uno despierta después de horas de sueño, cuando esta misma men­te engañaba con un mundo ilusorio. Miente cada noche. Miente durante los ensue­ños y las ilusiones. ¿Es razonable confiar en la men­te?

Millones de hombres, confiados en la mente, acla­maron a un Hitler a un Stalin como a grandes genios. Estas mismas mentes los condenaron más tarde como genocidas. Muchas veces se descubre que la mente engaña. Ni siquiera pretende de­cir la verdad. Es una prostituta contando más bien lo que se desearía oír. Al ateo dice que Dios no existe; al religioso que puede estar tranquilo, y al miembro de cualquier partido político que su programa es el mejor.

Todos nos hemos equivocado mucho. Toda la historia de la humanidad es un gran cementerio de ideas por las que los hombres se aprestaron a mo­rir. ¿Estás tan seguro de que algún día tus ideas no han de parecer tan estúpidas como la idea de que Atlas sostiene la tierra?

Confiando en su mente, incluso en nuestro siglo, el 99% de la gente cree en la validez absoluta de la ley de la causalidad. Pero Heisenberg, juntamente con los pocos que comprenden su afirmación, tiene razón: "La resolución de las paradojas de la física atómi­ca sólo puede realizarse renunciando a ideas viejas y preciadas. La más importante es la de que los fe­nómenos naturales obedecen a leyes exactas: el principio de causalidad”.

¿Has visto alguna vez un manicomio? ¿Dónde está el límite entre un manicomio y la vida diaria? Puede estar contenido en un microbio de sífilis in­crustado en el cerebro de un genio o en una con­moción insoportable que causó la desintegración de una mente brillante. ¿Saben los autores de El Ma­nual del Ateo quéespiroqueta pudo haber comen­zado su obra destructora en su cerebro? Khrush­chev describió el régimen stalinista como un in­fierno donde hasta los líderes comunistas debían temer por su vida. De modo que hasta los auto­res de El Manual del Ateo deben haber sufrido un trauma terrible. ¿Pueden estar seguros de que son completamente normales? ¿Alguno de nosotros lo es? Pertenecemos a una raza que, aunque vive so­bre una tierra pródiga, no encuentra otra solución a sus problemas que la de una masacre general cada treinta años. Debe haber algo equivocado en nues­tras mentes. ¿Están justificados los ateos en fiar­se de sus mentes?

¿Qué hombre no podría ser catalogado - siquiera en parte - de maníaco, neurópata, adic­to, obsesionado, esquizofrénico, megalómano, pervertido, o alguien con una mente confusa? ¿Dónde está la mente normal perfecta?

¿Quién eres tú, mente? ¡Muestra tu identidad! ¿Quién es tu última autoridad, a la cual puedes pre­guntar sobre la realidad y pedir que te revele sus se­cretos finales?

Una gota minúscula está apareciendo en la su­perficie del océano de la realidad: mi ser. Éste aparece dentro del océano. No puede abandonar el océa­no ni por un instante. Mi ser es parte de él, asola­do por sus tempestades.

Cuando mi ego se cree rey y quiere juzgar la realidad - en lugar de alimentarse humildemente de ella - ya no soy más realidad, sino una no entidad, una ilusión.

Existe sólo una realidad: Dios. Él ha creado, só­lo que dentro de sí mismo. En Él existimos y mo­rimos y nos movemos. Abarca todo lo que ha crea­do. Así como los miles de millones de células, ca­da una con su organización completa y teniendo to­das las funciones de la vida, reciben su existencia del cuerpo, viven de él y en él; así también nosotros, aunque so­mos parte de una realidad más excelsa: vivimos en Dios. Si nos oponemos a Él, nuestra existencia pierde su sentido.

Los hombres cuerdos saben entender una broma, inclusive cuando uno se burla de ellos. Queremos con­tarles un chiste a nuestros amigos ateos:

El Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética discutió sobre Khrushchev. Bresh­nev y otros dijeron: "Es un idiota, deshagámo­nos de él". Podgorni intervino: "Pero ahora es posible trasplantar órganos. Trasplantemos en él el cerebro de un genio". Los demás consintieron. Se llamó a un cirujano. La operación fue hecha con éxito, pero no dio los resultados esperados. Se olvidaron del fenómeno del rechazo. El cere­bro del genio rechazó a Khrushchev.

Tómenlo como una broma. Pero una mente ilu­minada, una mente iluminada por su Creador y en armonía con Él, rechaza la doctrina atea.

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6. LA DIFICULTAD DE SER ATEO

Hemos decidido acercarnos en lo posible a nues­tros amigos ateos.

El ateísmo puede ser la transición de una reli­gión falsa hacia la verdad espiritual. El ateísmo de una era es generalmente el resultado de las supersticio­nes de una religión hipócrita en la era anterior. Pero entonces es una transición. ¡No te detengas en el camino transitorio!

Sabemos también que no todos los que dicen ser ateos lo son en verdad. El barón Holbach, co­nocido filósofo ateo del siglo XVIII, llamó a Dios su enemigo personal. Para el, no existía nada fuera de la naturaleza. Según él, la naturaleza crea to­do, siendo ella misma no creada. Pero, ¡eso es exac­tamente lo que nosotros creemos de Dios! La na­turaleza es infinita y eterna. Es otra vez lo que creemos de Dios. En la naturaleza hay leyes, or­den, propósito, espíritu. Mientras más analizamos lo que Holbach entiende por naturaleza, mayor es nuestra impresión de que sólo utiliza la palabra naturaleza en lugar de la palabra Dios, de quien sentía aversión.

Este no es verdadero ateísmo.

Para muchos, el ateísmo es sólo una cortina para la frustración de una búsqueda religiosa sin éxito. Su ateísmo es una religiosidad reprimida; y es nues­tra culpa que no sepamos comunicarnos con ellos. Los cristianos deberían olvidarse de "hablar cris­tiano" cuando tratan con incrédulos. Los médicos hablan en su propia terminología cuando se reúnen entre ellos; pero el médico prudente usa el lenguaje que entien­de su paciente cuando le habla. No todos los pro­fesores de religión ni todos los cristianos saben ha­cer inteligible su fe a los que no están acostumbra­dos al lenguaje bíblico. Esto aleja a muchos del Evangelio. Por tanto debemos tener comprensión.

También nos condolemos de los problemas del ateo. Ser ateo es ciertamente más difícil que ser religioso. Los ateos tienen una fe muy exigente. Nos culpan de creer sin tener pruebas. Presentare­mos las pruebas de nuestra fe en este libro. Pero ¿quién podrá jamás probar los soberbios dogmas del ateísmo?

El primer dogma es: "Desde la eternidad ha exis­tido materia en movimiento continuo, la cual ha creado la vida".

¿Cómo saben esto los ateos? El famoso astróno­mo Hoyle presenta pruebas de lo contrario. En Na­turaleza del Universo escribe: “Para evitar la cuestión de la creación sería nece­sario que toda la materia del universo fuera infi­nitamente antigua. Esto es imposible por una ra­zón práctica: Si así fuera no quedaría nada de hi­drógeno en el universo. Como creo haber demos­trado, cuando hablé del interior de las estrellas, el hidrógeno se está convirtiendo permanentemente en helio a través del universo; y esta conversión es un proceso unidireccional, es decir, que el hidrógeno no puede ser producido en ninguna cantidad apre­ciable a través de la descomposición de otros ele­mentos. ¿Cómo se explica entonces que el univer­so consista casi íntegramente de hidrógeno? Si la materia fuese infinitamente antigua, esto sería extraordinariamente imposible. Así que, conociendo lo que el Universo es, el tema de la creación simplemente no puede ser evitado.

También sabemos que - de acuerdo a la segunda ley de la termodinámica - en todo proceso físico ob­servable en el universo, algo de energía deviene menos disponible. El universo se está desgastan­do. Por cuanto está lejos de haberse desgastado del todo, debe haber tenido un principio.

La Biblia habla ciencia cuando dice: "Las cosas que se ven son temporales".

¿Qué pruebas tienen los ateos de lo contrario? ¿Qué les hace creer que la materia ha existido por siempre? ¿Qué pruebas hay de que siempre ha estado moviéndose? Sin embargo, hay que creerlo; y creerlo es muy difícil. Es difícil creer que no hay un Dios, o un Padre amante, o algún propó­sito en las cosas; o que no hay alguna esperanza para nuestra vida, la cual es efímera.

¿Es todo una reunión casual de partículas ele­mentales? El escritor comunista Anatole France, escribió: "Casualidad, es quizás el seudónimo de Dios cuando no desea firmar".

Por consiguiente, los hombres no son ateos en tiempos de gran crisis o peligro, o en momentos de éxtasis de amor o de la contemplación de la belleza. Son poco probables los ateos que permanecen ateos en su le­cho de muerte. Algunos, es cierto, continúan ju­gando su papel hasta lo último; no quieren confesar con sus labios, ni aún en sus últimos momentos, las dudas por las que son asaltados. Pero cuando alguno de ellos permite que una persona espiritual esté junto a su lecho de muerte, es muy probable que se convierta.

Una gran crisis en la vida puede también sacu­dir las convicciones de un ateo.

Lenin, cuando la Revolución Rusa estaba en gran peligro y Petersburgo estaba rodeada por las tropas del general anticomunista Kornilov, lanzó un discurso en el cual exclamó varias veces: "Dai Bo­je" - "Quiera Dios permitir nuestra huida". Po­dría objetarse que este es un dicho común en el idioma ruso, pero Lenín nunca lo usó; excepto, en ese momento de profunda crisis.

Tres hombres dirigieron la guerra contra los na­zis: Churchill, Roosevelt y Stalin. Los dos prime­ros decían ser cristianos. Churchill ha escrito seis vo­lúmenes de memorias sobre esta guerra. El nom­bre Dios no aparece nunca en los labios de estos dos. Sólo Stalin dice: "Quiera dar Dios éxito a la operación 'Antorcha' (la invasión de África del Norte) " o "El pasado pertenece a Dios", etc.

Mao fue un ateo recalcitrante. Pero cuando en 1936, siendo miembro del Comité Central del Par­tido Comunista, enfermó gravemente, pidió ser bau­tizado; y recibió el bautismo de manos de una mon­ja. Cuando su mujer fue asesinada a tiros por las tropas de Chiang Kai Shek, Mao compuso un poema re­ligioso: "Los Inmortales". En una entrevista con el periódico inglés Snow, en el año 1971, dijo: "Pronto tengo que comparecer delante de Dios".

Ahora bien, estos incidentes son muy instructi­vos. Si eres un ingeniero que ha construido un puente, el hecho de que un gato pase por el puen­te no significa que el puente esté aprobado. Para garantizarlo, de­be pasar un tren por encima. No podemos considerar pro­vechosa la doctrina atea si es sólo enseñanza de Zinoviev, presidente de la Internacional Comunis­ta, el cual murió a manos de Stalin. Las últimas palabras de Zinoviev fueron: "Oye, Israel, nuestro Dios uno es". Iago­da, el ministro del interior, también muerto por Stalin, dijo: "Tiene que haber un Dios, porque mis pecados me han alcanzado". Iaroslavski, presiden­te de la liga de los ateos en la Unión Soviética, le pi­dió a Stalin desde su lecho de muerte: "¡Quema todos mis libros! ¡Mira, Él está aquí'. ¡Esperó por mí! ¡Quema todos mis libros!"

Estando en la prisión, con comunistas encerra­dos por sus propios compañeros en purgas del par­tido, yo mismo he sido testigo de escenas similares.

Quisiera recomendar a nuestros amigos comunis­tas que reflexionen sobre estas cosas.

Y ahora, mientras entro en un análisis más profundo de su Manual del Ateo, déjenme primero expresar nues­tra gratitud a los comunistas de la Unión Soviética, por poner sus pensamientos por escrito tan clara­mente. Hemos aprendido de ellos que todo miem­bro del partido comunista debe ser enemigo de la fe cristiana. En otras partes del mundo, bajo el régimen capitalista, los comunistas pueden pasar por amigos de la cristiandad y pedir diálogo con nues­tros hermanos cristianos. Sin embargo, es claro pa­ra nosotros que esto es un movimiento táctico. La verdadera actitud del comunismo hacia el cristianis­mo se muestra en ElManual del Ateo. Esta es de ene­mistad. Volver a Contenido

7. LA DEFINICION DE LA RELIGION

El Manual del Ateo comienza con un análisis de las diferentes definiciones de la palabra "religión" dadas por los filósofos.

Pero ni Platón, el cual dijo que la religión es el com­portamiento correcto para con los dioses; ni Plutar­co, para quien la religión es el término medio entre el ateísmo y la superstición, se mencionan allí.

El libro comienza con pensadores posteriores y, siento decirlo, con falsificaciones. Ninguna de las citas es correcta.

Carlyle escribió: "Una mentira debería ser aplas­tada y destruida donde quiera que se encuentre. Estoy a favor de fumigar la atmósfera cuando sos­pecho esa falsedad que como pestilencia se extien­de alrededor de mí".

Platón había enseñado que los autores de libros deberían considerarse a sí mismos como sacerdo­tes. Lo erróneo de usar la falsedad consiste no so­lamente en que la mentira pasa por verdad, sino en el hecho de que los hombres eventualmente pier­den la fe en otros libros.

Se cuenta la historia de un beduino que cierta vez viajaba en camello a través del desierto. Un hom­bre lo detuvo y le dijo: "Por favor, haz un lu­gar para mí en el lomo del camello porque voy le­jos". El dueño del camello aceptó el pedido y el desconocido montó detrás de él. Súbitamente, cuan­do ya habían recorrido algún trecho, el desconocido, con un hábil movimiento, desalojó al dueño de so­bre el camello y huyó. El beduino le gritó: "No es­toy airado porque hayas robado mi animal. Ten­go muchos más camellos. Pero estoy triste porque has hecho más difícil que alguien en el futuro ayu­de un hombre que encuentre en el camino".

El Manual del Ateo no se preocupa en absoluto de la verdad o la confianza.

En la Unión Soviética, los libros de los filósofos que no pertenecen a la escuela del materialismo dialéctico, están en el index (index se refiere al índice de libros prohibidos). El lector común no puede encontrarlos (una de las acusaciones con­tra mí, que me llevó a prisión, fue el haber obtenido tales libros y distribuirlos ilegalmente). De ese modo, un autor puede citar equivocadamente a sus auto­ridades y el lector no tiene acceso a la verdad.

Mis oponentes señalan que Emanuel Kant escribió que la religión es el entendimiento del deber moral por los hombres. A continuación están las pala­bras de este filósofo citadas directamente: "La religión es la moral en referencia a Dios co­mo legislador. Es el reconocimiento de nuestros deberes vistos como mandamientos divinos".

Mis oponentes dicen que Ludwig Feuerbach defi­nió la religión como la conexión entre los hombres. Esto también es falso. En su libro La Esencia del cristianismo, dice: "La religión es el sueño de la mente humana".

Se falsificaron incluso las definiciones dadas por los autores ateos. Se cita a Salomón Reinach co­mo quien ha enseñado que la religión es un siste­ma de contradicciones. Encontramos el texto co­rrecto en su libro Orfeo: "La religión es la suma de creencias supersticiosas que impiden el trabajo normal de las facultades humanas".

Que consideraran necesario falsificar, las palabras de William James, es comprensible. No podían ci­tar su opinión: "La fe religiosa de un hombre (cua­lesquiera que sean los demás temas especiales de doctrina que implique) significa, para mí, esencial­mente su creencia en la existencia de un orden in­visible de alguna clase en el que los enigmas del orden natural pueden explicarse... Es esencial que se conciba a Dios como el poder más profundo en el universo y que, en segundo lugar, sea concebido en la forma de una personalidad mental".

El Manual del Ateo es injusto con James Frazer. Tal como allí lo describen, sería considerado también como un irreligioso. Sin embargo, sus verdaderas palabras en su obra La Cre­encia en la Inmortalidad son: "La cuestión de si nuestra personalidad consciente sobrevive después de la muerte, ha sido contestada por casi todas las razas del hombre en forma afirmativa. En este punto, razas escépticas o agnósticas son casi, sino totalmente, desconocidas".

Ni siquiera se hacen referencias a las definiciones de hombres como Schleiermacher, que dijo: "La religión es el sentimiento de dependencia absoluta del factor absoluto de nues­tro destino, acompañado por el deseo consciente de llegar a una relación armoniosa con él"; o de Emer­son: "La religión es la comunión con el al­ma suprema, la divinidad dentro de nosotros que se extiende a la divinidad por encima"; o de Jacobo Burckhard: "Las religiones son las expresiones del anhelo metafísico, eterno e indestructible de la naturaleza huma­na. Su grandeza es que representan todo el com­plemento supersensible del hombre, todo lo que el mismo no puede proveer. Al mismo tiempo son re­flexiones sobre un plano vasto y diferente de pue­blos enteros y épocas culturales".

Los autores de El Manual del Ateo ni siquiera procuran obtener luz de las diferentes etimologías propuestas para la palabra "religión". Cicerón la de­riva de la palabra latina relegareque significa: considerar. Para Agustino significa hallar de nuevo algo perdido. Lactancio ve en ella una derivación de religare, que significa: amarrar (a un poder más alto).

Pero lo más curioso es que los autores de El Ma­nual del Ateo, en tanto afirman ser marxistas, omiten los dichos de Karl Marx de la lista de las varias definiciones de la religiónmolestos, sin du­da, por la belleza de su definición y por el cumpli­do que hace a la religión.

Los cristianos en conflicto por ser ortodoxos, ca­tólicos o protestantes, se verían reacios a recor­dar a sus oyentes las palabras de Jesús: "Un man­damiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis dis­cípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13: 34-35). Así que los marxistas no pueden citar a Marx en materia de religión, simplemente porque éste escribió en Observaciones de un Joven so­bre la Elección del Trabajo de una Vida: "Dios dio a los hombres un objetivo universal: ennoblecer a la humanidad y a sí mismos"; y porque, algún tiempo después, citó en Contribuciones a la Crítica de la Filoso­fía del Derecho de Hegel: "La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de una sociedad sin compasión; al igual que es el espíritu de una sociedad sin espíritu".

La importancia de estas palabras aumenta cuan­do se toma en cuenta lo que Marx había aprendido de Hegel. Heinrich Heine nos dice de éste: "Una hermosa noche estrellada, permanecimos uno junto al otro en la ventana, y yo hablé de las estrellas con entusiasmo sentimental y las llamé el hogar de los benditos. El maestro (Hegel), sin embargo, murmuró para sí mismo: `Las estrellas, mmh, mmh, las estrellas son sólo lepra resplandeciente en el cielo".

Tener por profesor a alguien capaz de decir só­lo esto de las estrellas y luego dar a la religión de­finiciones tan bellas, ¡es todo un logro!

Es cierto que Marx añade: “La religión es el opio del pueblo”; pero puesto en el contexto arri­ba mencionado, estas palabras pierden su sentido antirreligioso. El opio alivia el dolor. No hay nada intrínsecamente malo en el opio. Sólo el descubrimiento de la anestesia hizo posible los enormes desarrollos de la cirugía.

En general, Marx sentía gran debilidad por la re­ligión. Era un tópico suyo favorito. En su monu­mental obra El Capital, dice sencillamente: “Para una sociedad basada en la producción de comodidades, con su culto del hombre abstracto - más específicamente en su desarrollo burgués: el protestantismo, el deísmo, etc. –, el cristianismo es la forma más conveniente de religión.

En consecuencia, cada cristiano protestante puede basar su caso en Marx. Puede decirles a sus oponentes "marxistas" que ellos abusan del nombre de su maestro. Un verdadero discípulo de Marx tiene que ser pro­testante si quiere tener una religión apropiada. ¡Pensemos cuántos protestantes han sido encarcelados y muertos por supuestas autoridades marxistas!

Aunque ateo, Marx sentía inclinación hacia la re­ligión. Tenía una doble personalidad. Sólo posteriormente aplicaron sus discípulos las palabras: "la religión es el opio del pueblo", como una acusación terrible contra nosotros.

La gente ha usado muchas cosas fuera de la re­ligión como opio. Un hombre, para escapar de sus problemas familiares, escoge la química como su opio. Pasa todo su tiempo en el laboratorio y des­cubre una medicina útil. ¿Será disminuido el valor de la medicina porque la investigación de ella fue el opio de un corazón desesperado? Si el que en­contró grandes contratiempos en la vida se refugia en el silencio de un observatorio astronómico, el trabajo es para él un opio; pero las estrellas que observa son reales. Así que la religión puede ser un opio para muchos, pero la divinidad que adoran puede ser verdadera.

El ateísmo las actividades revolucionarias son muchas veces un opio para los hijos de hogares des­truidos, un substituto para la rebelión contra la au­toridad paterna. El ateísmo puede ser un opio pa­ra calmar la conciencia, la cual de otro modo causaría gran dolor por la comisión de grandes peca­dos. El ateísmo sofoca los reproches de la concien­cia, así como el opio alivia el dolor físico.

La expresión: "La religión es el opio del pueblo", de Marx, es totalmente diferente a la expresión: "la religión es una espe­cie de ginebra espiritual", de Lenin, o de la inepta con­clusión de Bakumin: "Si Dios existe, el hombre es un esclavo; pero el hombre puede y debería ser li­bre, por tanto Dios no existe". Esto es como decir: Los ateos afirman que no hay Dios. Pero la fe en Él me consuela. Por consiguiente, los ateos no existen.

Habría sido agradable que los autores de El Ma­nual del Ateo, que escribieron tanto acerca de y contra la Biblia, hubiesen mencionado la definición de la religión dada por un apóstol de Jesucristo: "La re­ligión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mun­do". (Santiago 1:27). ¿Están nuestros oponentes realmente en contra de la religión así definida? Creo que todo hombre razonable tiene que estar conforme con esta definición. Quizá, lo que nuestros amigos ateos combaten ni siquiera es religión, sino una falsificación que pasa por tal. ¿Quién puede es­tar en contra de cuidar de los necesitados y man­tenerse limpio de la enorme suciedad del mundo?

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8. EL ORIGEN DE LA RELIGION

"La religión no es inherente al hombre. No es una cualidad inalienable de la naturaleza humana.". Nuestros honorables oponentes dicen que la cien­cia ha probado esto. "Los descubrimientos arqueo­lógicos han demostrado que el hombre no tuvo nin­guna religión durante cientos de miles de años".

No soy miembro de una Academia de Ciencias. En mi ignorancia creí que la arqueología podía des­cubrir solamente cosas existentes en el pasado, y no cosas inexistentes.

Bueno, pero no hay que bromear con académicos. Tienen un argumento poderoso. Se han descubier­to cuevas donde vivía el pitecántropo y el sinántro­po, antecesores del hombre moderno. Había mu­chas herramientas de piedra y huesos de animales. "Pero las excavaciones de ese perío­do jamás han mostrado la menor huella de alguna representación religiosa, ni siquiera la más elemen­tal que existiera en ese tiempo".

Esto me recuerda una historia: Un italiano de­batía con un judío: "Ustedes los judíos son muy orgullosos. Hay una propaganda enorme que sos­tiene que ustedes son el pueblo más inteligente del mundo. ¡Pura tontería! En Italia se han hecho excavaciones y, en algunos estratos de la tierra de por lo menos 2.000 años de antigüedad, se han en­contrado cables; lo que prueba que nuestros ante­pasados romanos ya tenían el telégrafo por enton­ces". El judío respondió: "En Israel se han hecho excavaciones en partes de la tierra de 4.000 años de antigüedad, y no se encontró nada; lo que significa que nosotros tuvimos la radio antes que Ustedes tuvie­ran el telégrafo".

¿Y si la ausencia de reliquias religiosas en los refugios de los hombres primitivos significara que tenían una forma espiritual de religión sin señal exterior de culto; una religión consistente en medi­tar, contemplar y adorar en la verdad? ¡Seamos honestos, camaradas académicos!

Pero, para continuar la discusión, mis oponentes tienen que explicar cómo fue que el hombre se vol­vió religioso en cierto momento. Ellos afirman que la reli­gión apareció en el tiempo del hombre de Neander­tal, por dos razones: Primero, por el temor a la muerte del hombre primitivo, junto con el temor de que los miembros muertos de la tribu salieran de sus tumbas y dañaran a los vivos. Segundo, por la impotencia del hombre primitivo para enfrentar los elementos de la naturaleza.

Ahora bien, el pitecántropo era más primitivo que el hombre de Cro-Magnon y que el de Neandertal. A su vez, era más incapaz que ambos. Así que, lógica­mente, debería ser más religioso.

Apelo al sentido común.

Mis oponentes son académicos, algunos de ellos historiadores. ¿Qué sostienen sobre el origen del pueblo y estado ruso? Bueno, se orientan por los documentos escritos más antiguos de nuestra his­toria.

Entonces, este método también tiene que resultar en el campo del origen de la humanidad. Algunos de los do­cumentos más antiguos de la humanidad son: el Ma­nava Dharma Sastra, el poema épico de Gilgamesh, los Vedas, el libro egipcio de los muertos, los libros de Moisés, etc. Todos son de una misma opinión: que fuimos creados por un ser celestial, el cual reveló a los profetas del mundo antiguo las verdades esen­ciales que las diferentes religiones tienen en co­mún. Este sería el origen de la religión.

Si estoy equivocado al aceptar los documentos es­critos más antiguos de la humanidad, entonces la Academia de Moscú está equivocada en su historia de Rusia.

En ningún continente hay una tablilla cuneiforme (inscripción grabada en tablillas), o una re­miniscencia de que el hombre se originó en el mo­no. La gente generalmente sabe algo de sus ma­yores. Si la gente de entonces tuvo la suficiente ima­ginación como para inventar una religión sofisti­cada, ¿por qué no recordaron a sus “abuelos” ba­lanceándose en los árboles con sus colas?

De nuevo, ¡seamos serios, camaradas académicos! ¡La religión viene de Dios! ¡Es comunión con Dios!

El hombre más primitivo sabe que "existo" y que "los objetos alrededor de mí existen". Ahora, si yo y mis prójimos existimos, y las cosas alrededor de mí exis­ten, tiene que existir una cosa más: la existencia misma. Si yo soy, y el mundo es, está también el hecho sencillo de "ser". Envejezco. Mis prójimos mueren, advirtiéndome que viene mi turno; entretanto que mis hijos crecen. Todos los objetos a mi alrededor se desintegran o se marchitan. Pero el he­cho simple de "ser" nunca termina. Hay un ser pu­ro, independiente de nuestro ir y venir. Yo no he existido siempre. Las cosas en mi derredor no han existido siempre. Son casuales. Pero el hecho de "ser" ha sido siempre. Los hombres primitivos no podían plantearlo en otras tantas palabras. Pero también sabían del Ser supremo, inmortal; el Uno, cuyo nombre sería revelado más tarde como el Dios que lleva por nombre: "Yo soy". La creencia en Él y el deseo de rendirle culto han inspirado toda reli­gión en el principio. Aún ahora, esta es la base de cualquier religión.

Si esto no es verdad, ¿por qué fue escrito su li­bro?

Un campesino ruso fue interrogado cierto día por un orador ateo. Este le preguntó si creía en Dios. El campesino contestó afirmativa­mente. De nuevo le preguntó: "¿Por qué habrías de creer en Él? ¿Lo has visto?". "No, Pero tampoco he visto jamás a un japo­nés. No obstante, creo que los japoneses existen. Nuestro ejército luchó contra ellos en la última guerra. Esa prueba me basta. Si no hubiera Dios, ¿por qué luchan contra Él?", fue la res­puesta.

¿Por qué escriben 700 páginas contra una perso­na inexistente? El Manual del Ateo también perte­nece a la categoría del "ser", y presupone un Ser Eterno.

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9. EL ORIGEN DEL CRISTIANISMO

El Manual del Ateo empieza haciendo un cum­plido a nosotros, los cristianos. Dice así:

Por lo menos en el período inicial de su existen­cia, el cristianismo no sólo renunció al ofrecimien­to de sacrificios, sino también a toda clase de ritua­les. F. Engels afirmó que éste era un paso revolu­cionario. Difiriendo de otras religiones de la antigüedad, el cristianismo rechazó categóricamente to­das las delimitaciones étnicas en materia de fe; siendo sus sermones dirigidos a todas las tribus y pueblos. En problemas de credo, el cristianismo ha rechazado también todas las barreras sociales. Los que propagaban la enseñanza de Jesús hablaban a todos los hombres, sin diferencia de origen étnico o posición social.

No es cierto que los primeros cristianos renun­ciaran al ofrecimiento de sacrificios. Si, es verdad que abo­lieron los sacrificios de animales, pero se sacrifica­ban a sí mismos con alegría.

De cualquier modo, por una vez al menos, nuestros opo­nentes dicen buenas palabras de nosotros. No ha­bía discriminación racial o nacional dentro de la cristiandad - ¡y esto data de 2.000 años atrás! En Polo­nia y en la Unión Soviética hay discriminación con­tra los judíos. En Rusia, todos los tártaros, los chechenios, los ingushes, los calmucos, los balkares y los germanos del Volga fueron deportados por la sola “culpa” de pertenecer a una cierta nacionalidad. En la China Roja, los tibetanos son oprimidos. En to­do país comunista, la primera pregunta que se ha­ce es: "¿Cuál es tu origen social?" ¡Ay de ti si tu padre acertare a tener una fábrica! No había ba­rreras sociales en el cristianismo como Cristo lo enseñó.

El Manual del Ateo no nos hace más cumplidos.

Este manual afirma: "Los autores griegos, romanos y judíos del primer siglo, no nos dan información en abso­luto sobre el cristianismo." Nótese la bonita pala­bra "absoluto". La negación es falsa en absoluto. Volver a Contenido 


10. AUTORES ROMANOS SOBRE LA CRISTIANDAD

El historiador romano Tácito vivió alrededor de los años 60-120 A. C.

Refiriéndose al incendio de Roma, que ocurrió el año 64 d. C., este historiador escribe (Anales XV, 24):

Todos los esfuerzos de los hombres, toda la ge­nerosidad del emperador y las propiciaciones a los dioses, no bastaron para acallar el escándalo o eli­minar la creencia de que el incendio había sido or­denado. Y así, para librarse de este rumor, Nerón nombró como culpables - castigándolos con el máximo re­finamiento de crueldad - a una clase odiada por sus “abominaciones”, que es comúnmente llamada cristia­na. Cristo, de quien deriva su nombre, fue eje­cutado a manos del procurador Poncio Pilato, en el reino de Tiberio. Controlada por el momento, es­ta perniciosa superstición volvió a surgir, no sólo en Judea, la fuente del mal, sino incluso en Roma: receptáculo de todo lo más sórdido y degra­dante de todos los rincones del globo, y que ahí en­cuentra seguidores. En concordancia, se practicó arresto de aquellos que confesaron (ser cris­tianos). Entonces, sobre su evidencia, una inmensa multitud fue condenada; no tanto por la acusación de incendio intencional, como sí por odio de la raza hu­mana. Además de ser asesinados, se los hizo servir como objetos de diversión: vistiéndolos con pieles de bestias y destrozados a muerte por perros; otros fueron crucificados, y algunos puestos a arder para ser­vir de iluminación en la noche cuando faltaba la luz del día. Nerón había ofrecido sus terrenos para la demostración. Él mismo daba espectáculo en el circo, mezclándose con la gente de indumentaria de auriga o guiando su carro alrededor. Todo esto dio nacimiento a un sentimiento de piedad, incluso ha­cia hombres cuya culpa merecía el castigo más ejem­plar; porque se evidenció que estaban siendo destrui­dos no por el bien público, sino para complacer la crueldad de un individuo.”

Así que lo "absoluto" de El Manual del Ateo no es absoluto. Tenemos a un historiador romano del primer siglo que testifica de la existencia de Cristo.

Podemos ofrecer a nuestros oponentes un segun­do testimonio. Suetonio (aprox. 75-160 d.C.) es­cribe en Vita Claudii (XXV, 4):

"… Como los judíos provocaban disturbios con­tinuamente, a instigación de Cristo, (Claudio) los expulsó de Roma..."

Podemos apreciar que de nuevo se comprueba la existencia de Cristo. Y aún más: bajo el emperador Claudio, este Cristo ya tenía una multitud de discípulos en Roma. En el año 64 d. C. ya eran ferozmente perseguidos, como el mismo autor describe en Vita Neronis (XVI):

"En su reino (el de Nerón) muchos abusos fue­ron severamente castigados y reprimidos, y otras tantas leyes instituidas, como por ejemplo: se infligió castigos so­bre los cristianos, una secta de hombres que se ad­hería a una superstición nueva y dañina".

A continuación sigue el tercer historiador roma­no, Plinio el Joven, 62-aprox. 113 d.C. Éste escribe al emperador Trajano:

Me he impuesto, señor, referirme a ti en materias de las que no estoy seguro. Porque, ¿quién puede orientar mejor mi vacilación o instruir mi ignoran­cia? Nunca estuve presente antes en un juicio de cristianos; por tanto, no sé cuáles son los castigos o investigaciones acostumbrados, y qué límites se observan. He dudado mucho sobre la cuestión de si debería haber alguna distinción de edades; si los débiles deberían tener el mismo tratamiento que los más robustos; si los que se retractan deberían ser perdonados; si un hombre que ha sido alguna vez un cristiano podría ganar algo dejando de serlo; si el nombre mismo, aunque inocente de crimen, debe­ría ser publicado, o sólo los crímenes relacionados con ese nombre.

Mientras tanto, este es el procedimiento que he adoptado en el caso de aquellos traídos a mí como cristianos. Les pregunto si son cristianos. Si lo admiten, repito la pregunta una segunda y una ter­cera vez, amenazándolos con la pena capital; si per­sisten, los condeno a muerte.”

Podemos ofrecer a nuestros oponentes un cuarto documento. Tenemos la primera carta de Cle­mente, obispo de Roma, fechada inmediatamente después de la persecución neroniana, o tal vez después de la de Domiciano. En todo caso, data del siglo II. Esta carta contiene también mucha información acerca de la cristiandad. De ella conocemos el estado de la igle­sia en Corinto por ese tiempo. Nos dice, por ejemplo, que el apóstol Pedro murió como mártir, y que Pablo había estado en la cárcel siete veces. Obtenemos además los nom­bres de otros mártires, los Danaidas y Dircas.

Clemente, escribiendo en el primer siglo, co­noció a Cristo como realidad histórica. Escribe: "Cristo es de aquellos que tienen disposición humil­de y no de los que se exaltan a sí mismos por so­bre su grey. Nuestro señor Jesucristo, el cetro de la majestad de Dios, no vino en la pompa del orgu­llo o la arrogancia - aunque podía haberlo hecho así -, sino en condición humilde, tal como el Espíritu San­to había declarado de él".

Un pasaje de Sulpicio Severo, un autor cristiano del siglo cuarto, ha sido examinado también crítica­mente, y se juzgó que fuera basado en un extracto de una escritura perdida de Tácito. Nos cuenta de un consejo de guerra sostenido por el emperador Tito después de capturar Jerusalén en el año 70 d. C. Se dice que Tito consideraba que el templo debía ser destruido para que la reli­gión de los judíos, así como la de los cristianos, fue­ra aniquilada completamente.

Los primeros cristianos fueron judíos convertidos; de modo que cuando la raíz fuera arrancada, sería fácil destruir el tallo (Cris­tiandad primitiva y Paganismo, por Donald Spence, Dutton & Cia., Nueva York).

En el año 125 d.C., el filósofo cristiano Arístides pre­sentó al emperador Hadrian un código completo de los principios morales de la iglesia, que debía haber sido ya viejo por contener un sis­tema tan elaborado de pensamiento.

Cito de él: “A los que los oprimen (a los cristianos), ellos los ex­hortan (con la palabra) y los hacen sus amigos. Hacen bien a sus enemigos. Sus esposas, oh rey, son puras como vírgenes, y sus hijas son modestas. Sus hombres se abstienen de todo contacto sexual indebido y de la impureza, esperando la recompen­sa que ha de venir en otro mundo.

“En cuanto a sus esclavos y esclavas, y a los hijos de estos, si los hubiere, los persuaden a hacerse cristianos; y cuando lo han hecho, los llaman hermanos sin dis­tinción.

“Se niegan a adorar a dioses extraños, y siguen su camino con toda humildad y alegría. No se en­cuentra falsedad entre ellos. Se aman mutuamente; no ignoran las necesidades de las viudas, y res­catan al huérfano de la persona que abusa de él. El que tiene da al que no tiene sin murmurar y sin jactarse. Cuando los cristianos encuentran a un desconocido, lo llevan a su casa y se gozan por él. Cuando nace una criatura a uno de ellos, alaban. Si muere en la infancia, agradecen a Dios aún más por uno que ha pasado a través del mundo sin pe­cados. Pero si alguno de ellos muere en sus iniqui­dades o sus pecados, se afligen amargamente y se preocupan como por alguien que está en camino de perdición.

Tal, oh rey, es el mandato dado a los cristianos y tal es su conducta. Como hombres que conocen a Dios, le piden favores que sean correctos para Él dar y para ellos recibir. Y porque reconocen la bondad de Dios hacia ellos, he aquí que la belle­za que hay en el mundo fluye a causa de ellos. No gritan en los oídos de la multitud el bien que hacen para que los hombres lo noten, sino que esconden sus obras como se esconde un tesoro. Se esfuerzan en ser justos como aquellos que esperan contem­plar el rostro de su Mesías y recibir de él lo prome­tido.

Verdaderamente este pueblo es un pueblo nuevo, y algo divino hay en medio de ellos. Toma sus es­critos y léelos; encontrarás que no he expuesto es­tas cosas por mi propia autoridad. Creo firmemente en las cosas que he leído en sus escritos; no sólo sobre el presente, sino sobre las cosas por venir. No cabe duda en mi mente de que el mundo hoy existe por la intercesión de los cristianos. Su enseñanza es la puerta de la luz.

“Permite, por tanto, acercarse a los que no conocen a Dios y déjalos recibir las palabras incorruptibles que existen desde la eternidad, para que puedan es­capar del juicio horrendo, el cual ha de venir sobre toda la raza humana por medio de Jesús, el Mesías.”

¿Qué ha quedado de la afirmación de que el pri­mer siglo no nos da información en absoluto de la cristiandad?

Pero no precisaba argumentar que no era cierto que no hubo en absoluto documentos de la cris­tiandad que dataran del primer siglo. Los acadé­micos, autores de El Manual del Ateo, se contradi­cen en las páginas siguientes. Dicen que el libro del Apocalipsis está fechado en el año 68 d.C. En­tonces estamos en el primer siglo. Un judío lo es­cribió. Y empieza refiriéndose a una cristiandad ya existente y organizada, incluso en lugares alejados de Palestina. El Apocalipsis empieza con siete car­tas a las iglesias del Asia Menor. Volver a Contenido

 

11. EL TESTIMONIO DE LOS EVANGELIOS

Que los evangelios no fueron escritos en el primer siglo, es un axioma de El Manual del Ateo. Según este manual, fueron escritos por hábiles falsificadores más tarde. El evangelio de Juan fue supuestamente escrito hacia el fin del segundo siglo. Pero Ignacio hizo mención de él, aunque fue martirizado alrededor del año 116. Justino el filósofo también lo citó. Éste murió alrededor del año 140. Aún Loisy, el crítico francés de la Biblia, admite que este evangelio ya había sido recibido en Roma hacia el año 130.

Un análisis simple del contenido de los evangelios muestra que no pudieron ser falsificaciones posteriores. Al afirmar esto, mis oponentes se colocan en oposición aún a Engels, el cual ridiculizaba la idea de que el cristianismo sea la obra de falsificadores. (Ver F. Engels, Bruno Bauer y el Cristianismo primitivo).

A1 final del segundo siglo, cuando supuestamente fueron “inventados” los evangelios, los nombres de los apóstoles eran muy respetados en los círculos cristianos. ¿Por qué habría entonces un falsificador que deseara que sus escritos sean aceptados como inspirados por Dios, al decir a las iglesias que Jesús llamó "Satanás" a Pedro y que también reprendió a los demás apóstoles? Semejantes palabras jamás habrían aparecido en el evangelio de no haber sido verdaderamente dichas. Los apóstoles eran muy estimados en la iglesia. Palabras de desaprobación sobre ellos no habrían sido inventadas por los cristianos.

A la finalización del segundo siglo, Cristo era adorado como Dios en toda la iglesia. Cualquier falsificador lo bastante insensato como para atribuirle una amistad mezquina con mujeres, o una debilidad, la cual lo haya hecho exclamar en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?", nunca habría logrado ver su libro aceptado como un libro santo. Lo mismo se aplica al temor y la ansiedad de Jesucristo en Getsemaní. Tales incidentes hacían el nombre del Redentor vulnerable al ataque.

Celso, quien en un libro del año 178 d.C. se burla de Jesús por su angustia en la cruz, recordándonos que sus discípulos sufrieron en valiente silencio, debe haber conocido los hechos sobre Jesús en los evangelios. Los evangelistas no los escribieron con el afán de lograr fines propios y egoístas, sino simplemente porque habían sido testigos de ellos; y no les preocupaba que los suspiros y las lágrimas, el sufrimiento y el dolor, degradarían a Jesús en la opinión de muchos. Tales acontecimientos son más bien la prueba de la autenticidad y antigüedad de los evangelios.

Las falsificaciones posteriores estarían llenas de adulación hacia Jesucristo. Estas, no nos dirían que fue considerado por algunos de sus contemporáneos, su propio pueblo y por la gente que lo conocía mejor como un demonio, ni tampoco que Jesús dijo a un joven: "¿Por qué me llamas bueno?” (Mt. 19.17-30).

Los evangelios y las epístolas retienen algunas expresiones arameas. El arameo era el idioma hablado por los judíos en Palestina. Si los evangelios fueron escritos al final del segundo siglo en el mundo de habla griega, ¿por que habrían de conservar los falsificadores las expresiones arameas? Estas, tenían sentido sólo en las primeras décadas de la historia cristiana, cuando la mayoría de los cristianos eran judíos.

Los Evangelios contienen grandes debates entre Jesús y sus adversarios sobre la manera correcta de guardar el día de reposo, y sobre el valor de las ceremonias judías. Para los lectores judíos del primer siglo éstas eran importantes. Los cristianos gentiles del segundo siglo no habrían entendido o no habrían prestado atención al contenido de esas discusiones. Un falsificador habría tenido que explicar el sentido de las filacterias, del diezmo, de las abluciones judías; o quiénes eran los fariseos y saduceos, etc. Pero los autores de los evangelios dan por sobreentendido este conocimiento, porque lo escribieron muy al principio y contaron los episodios de la vida de Jesús exactamente como acontecieron.

Hemos conocido maestros de la falsificación en este siglo. Pintaron el aura de un santo alrededor de un hombre al cual ellos mismos posteriormente denunciaron como un criminal. Los falsificadores tienen que ser gente inteligente. Si los evangelistas hubieran sido falsificadores, no habrían cometido tan grandes errores, ni habrían tenido éxito en lograr la aceptación de sus libros como escrituras sagradas.

Un detalle de la narrativa del evangelio que comprueba su exactitud histórica, así como su antigüedad, se encuentra en San Juan 19:34. Se nos informa que cuando los soldados traspasaron con una lanza el costado de nuestro Señor crucificado, "brotó sangre y agua". No se nos dan las razones, pero el evangelista Juan había sido testigo ocular y testificó lo que había visto. Ni él, ni ningún otro, podían explicar por entonces lo que había pasado. Sólo 18 siglos después, un tal Dr. Simpson, descubridor del cloroformo, demostró que Jesucristo murió por lo que científicamente se conoce como extravasación de la sangre, o en el lenguaje moderno: un corazón acongojado. Cuando alguien muere de esa forma se extienden sus brazos (por supuesto, los brazos de Jesucristo ya estaban extendidos en la cruz), da un grito fuerte - tal como lanzó el Señor Jesucristo - y “la sangre escapa e impide los latidos del corazón. Allí, la sangre se detiene por un corto tiempo y se disocia en suero (agua) y coágulos (glóbulos rojos de la sangre). Cuando el soldado traspasó el dorso (pericardio), brotó la sangre y el agua".

¿Alguien podría imaginarse que un escritor haya inventado una serie de hechos que nunca ocurrieron, para los cuales una explicación estrictamente científica que encajara exactamente con los hechos sólo pudo darse después de casi dos mil años?

La historia de que el evangelio es una falsificación posterior, es en sí misma una falsificación posterior.

¿Es imaginable que una persona mítica, inexistente, fuera el creador de una civilización cristiana entera, cuyos ciudadanos sobrepasan en número a los de cualquier imperio terrenal?

Ningún imperio ha existido por dos mil años como lo ha hecho el cristianismo, que ha sobrevivido a las persecuciones, al odio y privaciones de veinte siglos.

El cristianismo es el hecho más grande del mundo. ¿Y este hecho tan grande fue producido por una personalidad inexistente? ¡Absurdo! ¿Quién puede creer semejante cosa?

John Stuart Mill escribió: "Es inútil decir que Cristo, tal como se lo exhibe en los evangelios, no es histórico. ¿Quién, de entre sus discípulos o entre los prosélitos de ellos, podría haber sido capaz de inventar los dichos atribuidos a Jesús, o de imaginar su vida y carácter revelados en los evangelios? Ciertamente, no los pescadores de Galilea; y ciertamente, tampoco el apóstol Pablo".

¿Quién habría podido inventar la personalidad de Jesús, no solamente su bondad y mansedumbre, sino su habilidad al tratar con la gente y sus problemas, su entendimiento y capacidad de evangelista?

Y entonces, ¿quiénes serían los inventores de Jesucristo? No lo podrían haber inventado los judíos; porque en el primer siglo su monoteísmo fue mantenido tan obstinadamente, que nunca podrían haber inventado a un hombre representando la encarnación de su Dios invisible.

Los judíos despreciaban a las otras naciones. Se negaban a tomar un vaso de agua de manos de un samaritano; así que ciertamente no pudieron haber inventado a Jesús, el cual era amigo de los gentiles. Creían ser un pueblo escogido. ¿Por qué habrían de inventar a alguien que eliminó toda distinción racial y aceptó a todos los hombres?

Tampoco podían haberlo inventado los cristianos.

Vemos que desde el principio, lejos de ser capaces de inventar a Jesús, solamente habrían podido manchar su hermoso nombre.

El Apóstol Pablo escribió, ya en su tiempo, que la mayoría de los que predicaban lo hacían por la codicia, la avaricia, el deseo de ser famosos y por motivos egoístas; y que éstos habían deformado la palabra de Dios. Unos predicadores codiciosos y egoístas no pueden inventar a Jesús.

Y aunque los hombres hubiesen tenido éxito en inventar a un Dios encarnado, nunca lo habrían inventado judío, hombre de una raza despreciada y carpintero por añadidura, hombre sin educación que nació en un pesebre y murió en una cruz, y no dejó ni una frase escrita.

Semejantes cosas no pueden ser inventadas.

Referente a las tres propuestas hechas por el diablo cuando tentó a Jesucristo en el desierto: "Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan"; "Si eres hijo de Dios, échate abajo (desde el pináculo del templo); que escrito está: a sus ángeles mandará por ti, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra"; "Todo esto (todos los reinos del mundo y su gloria) te daré si postrado me adorares", Dostoievski estribé en Los Hermanos Karamazov:

“No ha habido en la tierra milagro tan auténtico y magnífico como el de estas tres tentaciones. El simple hecho de plantearlas constituye un milagro. Supongamos que hubieran desaparecido de las Escrituras y que fuera necesario reconstituirlas, idearlas de nuevo para llenar este vacío. Supongamos que con este fin se reúnen todos los sabios de la tierra (hombres de Estado, prelados, filósofos, poetas) y se les dice: “Idead y redactad tres cuestiones que no solamente correspondan a la importancia del acontecimiento, sino que expresen en tres frases toda la historia de la humanidad futura.” ¿Crees que este areópago de la sabiduría humana lograría discurrir algo tan fuerte y profundo como las tres cuestiones que planteó Satanás a Jesucristo”. Sólo a través de aquellas propuestas, del milagro de su contenido, podemos ver que no se trata de una inteligencia humana fugaz, sino de lo absoluto y eterno.

Ingersoll, conocido escritor ateo, dijo de Jesús:

Así como Renán, yo creo que Cristo fue el hombre perfecto. "Como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos", es la perfección de la religión y la moralidad.

Es el summum bonum. Es más excelso que las enseñanzas de Sócrates, Platón, Mahoma, Moisés o Confucio. Superó los mandamientos que Moisés afirmó haber recibido de Dios; porque con estas palabras de Jesucristo: "haced vosotros con ellos", no podría haber asesinato, mentira, codicia o guerra.

El hombre perfecto no podía ser inventado por apóstoles imperfectos. Volver a Contenido

 

12. ARGUMENTOS CONTRA EL ORIGEN PREMATURO DE LOS EVANGELIOS

Bueno, pero no seamos injustos; hemos mencionado tantos argumentos nuestros, que hemos olvidado los importantes argumentos de los académicos contra el origen prematuro de los evangelios. Ellos son tres.

1) Los evangelios registran la expulsión de los mercaderes del templo. “Pero no había por entonces negocio en aquel templo”. ¿Cómo sabían esto los doctores del ateísmo? -no lo mencionan. Pero vamos a citar del Talmud, ciertamente una referencia aceptada en asuntos judíos y una autoridad más alta en esta cuestión que mis oponentes. En el tratado "Shabbat", página 15ª, dice que 40 años antes de la destrucción del templo - lo que significa exactamente en los tiempos de Jesús - había tiendas allí.

2) "La Biblia describe sobre lo sucedido a un rebaño de 2.000 puercos en el distrito de los gadarenos, en Palestina. Pero la crianza de puercos había sido prohibida a los judíos desde el tiempo del Antiguo Testamento. Por tanto no podían existir rebaños de puercos en Palestina", dicen los ateos.

¿Qué opinas tú, querido lector, de la importancia de este argumento? ¡Sé respetuoso! ¡Hablan los miembros de la Academia! No puede existir criminalidad en nuestro país, porque la ley lo prohíbe. No puede haber conflicto entre comunistas chinos, rusos y yugoslavos, porque el proletariado internacional lo prohíbe. ¿Suenan plausibles estas sugerencias?

Además, la Academia de Moscú debe tener una sección geográfica, la cual debería saber que Gadara estaba en Perea, al este del Jordán; una región que en realidad no pertenecía a Palestina y no estaba poblada exclusivamente por judíos.

3) "Los autores de los evangelios no podían ser judíos, porque no mencionan los animales oriundos de Palestina por ese tiempo: tales como gatos monteses, chacales y panteras."

¡Otro argumento muy convincente! Por la misma razón, yo podría creer que El Manual del Ateo no fue escrito en la Unión Soviética porque no se mencionan allí piojos, chinches y ratas; pero sé cuánto han sufrido los cristianos a causa de ellos en la prisión en los primeros años del terror.

He hecho justicia a mis oponentes. He considerado sus argumentos sobre los evangelios también, no sólo los míos. Le toca al lector juzgar su valor comparativo.

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13. EL MENSAJE DEL NUEVO TESTAMENTO

La crítica que imputa al Nuevo Testamento ser una falsificación fantasmagórica y tardía, es infundada.

Pero si es así, ¿por qué fue expresada?

Supongamos que el Nuevo Testamento fuera un mal libro: ¿por qué se escriben entonces 700 páginas para refutarlo? Cada año se editan en la Unión Soviética novelas buenas y malas; a veces muy malas. Nadie lleva por décadas una cruzada contra una novela mala. Los mismos lectores la descartan. El curso del partido comunista sigue cambiando. Libros considerados grandes son prohibidos repentinamente. Veinte años atrás, ¿quién habría osado tener una biblioteca sin el libro del gran genio de Stalin? Pero un día vino una orden: los libros simplemente desaparecieron. Nadie los refutó. Están enterrados en el silencio, como si no hubiesen sido escritos. Entonces Khrushchev comenzó a publicar su colección, ya más modesta, de artículos y discursos bien editados para no recordar al lector que él había sido uno de los aduladores de Stalin.

Estos libros también desparecieron, sin refutación. Nadie refuta las decenas de volúmenes de Trotsky.

¿Por qué se lleva a cabo semejante lucha para despedazar el Nuevo Testamento, cuando al mismo tiempo se prohíbe al pueblo soviético tener un ejemplar con el cual formarse una opinión propia?

Las creencias deben basarse en evidencias abiertas al examen. Lo que la ciencia implica no es tanto la importancia de una verdad determinada, como el derecho a buscar la verdad y extender la utilidad sin el impedimento de las restricciones. Las creencias determinadas sólo pueden sobrevivir mientras se justifiquen contra la oposición.

¿Por qué entonces se impide a la gente poseer un Nuevo Testamento?

Es porque los evangelios y el Nuevo Testamento en su totalidad contienen un mensaje de suma importancia para el hombre.

¿Puede imaginar alguien una buena comida sin un cocinero? Pero la naturaleza es un banquete. En la naturaleza hay trigo y papas, leche, carne y muchas clases de frutas. Hay brillo de sol y lluvia, flores hermosas y el gorjeo alegre de los pájaros. Hay cosas útiles y cosas bellas para satisfacer tu cuerpo y alegrar tu alma. ¿Quién es el cocinero en el banquete de la naturaleza? Es un Creador sabio: Dios.

Se dice que un científico, retornando a casa desde su laboratorio, fue llamado a cenar por su esposa. Se le ofreció una ensalada. Éste, que era ateo, dijo: "Si las hojas de una lechuga, los granos de sal, las gotas de vinagre y aceite y las tajadas de huevos hubieran estado flotando en el aire desde la eternidad, a1 final podría acontecer que por casualidad resultara una ensalada". "Sí", contestó la esposa, "pero no tan sabrosa ni tan bien aderezada como la mía".

Los átomos reunidos al azar no resultarían en un universo tan hermoso.

El átomo es un misterio. La vida es un misterio. Los científicos están lejos de haber descubierto sus secretos. Cuán mayor misterio entonces es Dios, el creador de la vida y la materia. El evangelio según el apóstol Juan dice: "Nadie ha visto a Dios”. Cuando Moisés pidió una vez a Dios: "Muéstrame tu rostro para que te pueda ver", le fue dada una respuesta categórica: "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá”.

Ningún filósofo puede comprender a Dios. Pero el hombre más sencillo lo puede aprehender; así como ningún científico puede comprender los secretos del átomo todavía, pero cualquier hombre puede manejar la materia constituida de átomos.

El Nuevo Testamento nos cuenta de este Dios, como lo hace también la naturaleza.

Un día hablé con un oficial de la prisión, miembro del partido comunista. Me dijo en un momento de confianza: "Un día de otoño observé un árbol a través de la ventana. Sabía que en la primavera próxima otra vez estaría cubierto de hojas y brotes, con avecillas cantando en sus ramas. Y adoré al “quien sabe quien” o “quien sabe que” que me da árboles y trigo y flores. Arrojo carbones negros al fuego y el fuego los transforma en hermosas llamas blancas. Adoro a ese Poder o a esa Persona. No conozco quién ni qué es que recompensa nuestro mal con el bien, y a veces cambia vidas desagradables, vidas de bandidos en bellas vidas de mártires de una causa santa. He conocido tales hombres entre ustedes, los cristianos”. Este oficial comunista no comprendía a Dios, pero le había aprehendido.

Es fácil para El Manual del Ateo ridiculizar conceptos primitivos de Dios: el hombre anciano de barba blanca sentado en un trono, tal como lo vemos en las imágenes.

Cuando los cristianos son niños, se les enseña de Dios en un modo infantil. Muchos de ellos, siendo mayores, no cumplen las instrucciones bíblicas de dejar a un lado las cosas infantiles. Permanecen con estos conceptos infantiles de los cuales se burlan fácilmente los ateos. Pero Dios es diferente al concepto inmaduro que de Él se tiene.

Estas imágenes no son ciertamente más ridículas que la imagen del átomo dibujada por el gran físico Niels Bohr. El átomo es diferente a lo que podamos dibujar, y Dios es diferente a lo que podemos pensar de El. Pero la ciencia no podría trabajar sin sus aproximaciones. Nosotros, los cristianos, también usamos palabras humanas para expresar nuestro sentimiento por Dios.

Pero Tomás de Aquino escribió: "Dios no es lo que tú imaginas o lo que tú crees entender. Si entiendes, has fracasado”. Nuestra mente es ciertamente muy pequeña para abarcar al Ser infinito; pero, como he dicho, podemos aprehenderlo.

Una vez un cristiano preguntó a un ateo con el cual estaba paseando por el prado: "¿Quién hizo todas estas hermosas flores?" "¡Disparates!", fue la respuesta del ateo. Y continuó: “No me vengas otra vez con tu estúpida palabrería acerca de Dios. Las flores existen de por sí". El cristiano no insistió. Después de unos días este amigo ateo lo visitó en su hogar. Había en su sala un hermoso cuadro de flores. El ateo le preguntó: "¿Quién pintó esto?" El cristiano dijo: "¡No me vengas con disparates religiosos! Nadie pintó estas flores, vinieron al cuadro por si solas. La naturaleza hizo el marco tallado. Después el cuadro saltó a la pared y al clavo, que simplemente estaba ahí por casualidad, puesto allí por nadie. Eso es todo". El ateo se enojó. Pero entonces le preguntó el cristiano: "¿Es lógico creer que estas tres flores en el cuadro, que no tienen fragancia ni vida, hayan sido creadas por alguien, y a la vez creer que los millones de flores vivas, con su penetrante perfume en los valles y sobre las colinas, no tienen un creador?"

Dios es un misterio. Jesús nos enseña a decir:

"Padre nuestro que estás en los cielos”, no "Padre nuestro que caminas por las calles y puedes ser encontrado por cualquiera en cualquier esquina”. Él está en el mundo de incógnito.

Ensarta una mariposa a una tabla con un alfiler y la habrás matado. Ya no es una mariposa sino un cadáver. Tampoco podemos ensartar a Dios en ninguna definición. Usamos nombres para Él, sabiendo que son inadecuados. Lo máximo que podemos llegar a decir de Él, es que nadie más grande puede ser concebido.

Pero Dios se ha revelado a sí mismo por medio de Jesucristo, el hijo de Dios que vino a este mundo y Su palabra. El Nuevo Testamento habla de Él. Ha cambiado millones de vidas.

La afirmación de El Manual del Ateo de que las enseñanzas de Cristo destruyen la alegría de la vida, es falsa. Renunciar a la alegría no es cristiano. Rechazar la alegría, es rechazar lo que nosotros, los cristianos, consideramos la creación de Dios. ¿Por qué habríamos de rechazar lo que un buen Padre nos ha dado? En el Antiguo Testamento estaba dispuesto que un hombre podía hacer voto de renuncia a todos los placeres terrenales por un corto tiempo. Cuando terminaba ese período, tenía que llevar a Dios un sacrificio como expiación por el pecado de haber despreciado el don maravilloso de Dios: la alegría (Nm. 6:2-16). El cristianismo no priva a nadie de gozo. Al contrario, el cristianismo añade gozo celestial a las alegrías netamente terrenales. ¿Qué placer más grande hay que el del amor?

No aceptes estas falsedades que se nos imputan, especialmente cuando no se permite a escritores cristianos refutarlas. El simple hecho de que los ateos nos mantengan amordazados mientras ellos escriben, muestra que son injustos y, por lo tanto, indignos de confianza.

¡Pon tu fe en Dios!

Este Dios sufre con nosotros. Comparte todas nuestras preocupaciones. Se preocupa por nosotros. Nos anhela.

Marx y el materialismo histórico han privado a la realidad de su alma misma: Dios; y de ese modo la han asolado.

El conocimiento de Dios es la clave del conocimiento profundo del mundo. No tenemos la realidad más Dios, sino a la realidad revestida de la belleza de Dios. De igual modo que no tenemos en una pintura, un paisaje más una puesta de sol, al contrario, todas las colinas, valles y árboles están bañados en sus colores.

En algunas cavernas, en Tailandia, se descubrieron dibujos prehistóricos que muestran a hombres y peces, en lo que se podría llamar “estilo rayos X”. El artista, de no menos de 3.000 años atrás, muestra los detalles que no podía ver pero cuya existencia conocía. A1 dibujar a un hombre o a un animal incluyó en ellos el esqueleto y sus órganos, tales como el estómago, los pulmones, etc. Dibujos semejantes fueron encontrados anteriormente entre los aborígenes de Australia.

Consideramos primitivo este arte. Quizás no sea tan bello como nuestro arte, pero está más cercano a la realidad. En una galería de retratos, lo que vemos retratado no son primariamente los sujetos mismos, sino más bien la ropa hecha por sus sastres. Vemos solamente la cara y las manos de un sujeto. Si se trata de desnudos, vemos la piel. Nos contentamos con muy poco. El artista primitivo deseaba más realismo porque, en cierto modo, estaba más próximo a la realidad que nosotros, gente sofisticada y moderna.

El Nuevo Testamento habla del universo y de la historia de la misma manera: en "rayos X." Los materialistas ven solamente el exterior de las cosas. Los creyentes ven las cosas externas, más lo que anima el universo y la historia: el interior, o sea, Dios, trabajando en su creación y manifestándose a sí mismo como amor en acción.

Dios envió a su propio hijo, Jesucristo, por nosotros. Como un panadero se encarga de proveer tu pan y el agricultor tus verduras, como el zapatero te da su producto, o el profesor destruye tu ignorancia y te da conocimientos acumulados durante siglos, así el Hijo de Dios, el único que jamás pecó, se responsabiliza por tu cuidado. Te da su justicia. Te vuelves como un recién nacido, como un hombre que jamás pecó. La vida comienza de nuevo en unión con Dios. En cuanto a tu naturaleza pecaminosa, la toma sobre sí.

De alguna manera sientes que tus pecados han sido muy graves. Han producido sufrimiento en otros. Quizás se han derramado lágrimas y sangre, y tú eres culpable. Bueno, Él no solamente llevó tus pecados, sino también el castigo por tus pecados. Los llevó muriendo en la cruz, en un monte llamado Gólgota, cerca de Jerusalén. Por su llaga fuimos nosotros curados.

El Nuevo Testamento dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16). Notemos las palabras "todo aquél"; estas son incluso para el autor de un manual del ateo. Para cualquiera; aún para los hombres que cometieron los peores crímenes.

El Nuevo Testamento nos enseña que Jesús está parado a la puerta de nuestro corazón, tocando permanentemente. Si alguno lo oyere y abriere la puerta, entrará y conversará con él, de corazón a corazón.

La vida no consiste solamente en trabajar por el Estado, o en comer, beber y gozar del sexo. Cristo es un ser espiritual. Desea capacitarte para vencer el pecado, la muerte y el infierno; y sólo espera tu decisión. Y promete no sólo un cielo futuro, sino una vida mejor ahora mismo.

El Nuevo Testamento nos relata que Cristo, el Hijo de Dios, amó a los hombres de tal manera, que oró por sus asesinos mientras soportaba los dolores de la cruz. Quizás fuiste un ladrón. Cristo murió entre ladrones; y mientras estaba clavado en 1a cruz, salvó a uno de ellos que se arrepintió. No rechazó delincuentes ni rameras. Su gozo más grande era perdonar grandes pecados.

El Nuevo Testamento es desaprobado por los ateos, porque proclama el amor como principio directo de vida, y hace del corazón un rincón del cielo. La mente comienza a pensar correctamente, porque los errores de la vida muchas veces no son otra cosa que ausencia de amor. Después de mirar seriamente, tan siquiera una vez, en el espejo de la verdad, el cual es Cristo, tu alma se llenará de gran compasión hacia toda la humanidad, y tú serás maravillosamente libre.

A1 pueblo soviético no se le permite conocer el mensaje del Nuevo Testamento, porque lo uniría con Dios. Por ello surgen los ataques feroces, pero sin fundamento. Pero para nosotros, los cristianos, que tenemos este entendimiento profundo de las grandes realidades del pecado y la expiación, es fácil entender por qué nuestros amigos ateos se estremecen ante la cruz, e inclusive, escriben un libro de 700 páginas en su contra. Sin querer, la intuición de los ateos les dice que la Biblia contiene la verdad absoluta.

Stalin está muerto, pero ningún comunista cantaría jamás: "Stalin, amante de mi alma"; tampoco puede cantar: “Kruschev, mi muy amado"; tampoco cantarían, en el siglo futuro, sus descendientes a Breshnev, “Te necesito cada hora."

Sin embargo estos himnos se entonan a Jesús, en todo el mundo, dos mil años después de su crucifixión. Y aunque se esfuercen, ¡los comunistas nunca tendrán éxito en silenciar estos cánticos en Rusia!

No se les cantarán himnos.

Ya se cuentan chistes de ellos, mostrando lo que será su fama futura.

Hay mucha tristeza en el mundo. Necesita de la risa. Me gusta tanto la risa que no me importa que se rían de mí. Espero que mis oponentes tengan los mismos sentimientos y no se enojen si les cuento dos chistes que circulan en Rusia.

El primero: Se preguntó a un estudiante de secundaria en la clase de historia "¿Quién fue Stalin?" Respondió: "Un hombre que amaba el culto a su propia persona. Se hizo asesino. Mató aún a sus camaradas más cercanos. Esta es la enseñanza del Vigésimo Congreso de nuestro Partido”.

"¡Bravo!”, dice el profesor. "Ahora, contesta, por favor, ¿quién fue Kruschev?"

Inmediatamente contesto el muchacho: "Kruschev fue un idiota, justamente apartado del liderazgo por voto del Comité Central."

"¡También muy bien! Ahora, la última pregunta: ¿Quién es Brezhnev?"

"Es otro idiota", fue la respuesta.

El profesor lo interrumpió: "Esto será verdad posiblemente dentro de un año o dos, cuando sea tomada una resolución correspondiente. Por el momento es un líder genial y tengo que ponerte una mala nota”.

Y permítanme un segundo chiste: El profesor dice a los niños en una escuela: "El partido es nuestro padre y el ejército rojo es nuestra madre". Luego pregunta a uno de los niños: "¿Qué querrías ser algún día?". El niño contesta: "Huérfano”.

Algunos hombres han amado a Jesús. Otros lo han odiado. La mayoría ha sido indiferente a su mensaje. Pero nadie jamás se ha atrevido a hacer chistes maliciosos sobre Él. Volver a Contenido

 

14. ATAQUES IRREVERENTES CONTRA LA BIBLIA

El Manual del Ateo pasa de la crítica al Nuevo Testamento a la crítica de toda la Biblia.

Nos pesa que aquí también los ataques sean vulgares y poco profundos. Hubiéramos esperado otra cosa. Hay, después de todo, una forma generosa y elegante de incredulidad.

Tal como, por ejemplo, el ateísmo de Ludwig Feuerbach. No creía en Dios, pero deseaba conservar la religión, que hace al hombre noble, amante y justo. Feuerbach (La Esencia del Cristianismo, tomo II), llama "santa" a la religión, porque es "la tradición de la primera conciencia", que para él significaba la niñez. "¿No es hermoso conservar la memoria del período de la niñez de la humanidad?" - pregunta.

Jesús no se habría opuesto a que se llamara infantil a la religión. Nos enseñó a ser como pequeñuelos. Todos valoramos los recuerdos de nuestra niñez. ¿Por qué descartarlos tan brutalmente como hacen los comunistas? ¿Acaso porque se acuerdan de un tiempo cuando sus almas eran más hermosas que ahora?

Hemos tratado de mostrar comprensión para con los ateos, pero creemos tener el derecho de esperar que los ateos cultos reconozcan el grado hasta el que su cultura depende de la Biblia y sean siquiera decentes en sus ataques.

Federico Nietzsche fue el primero en proclamar y lamentar: "Dios está muerto". Con los autores de El Manual del Ateo pasa exactamente lo contrario. Se regocijan por la muerte de Dios. Ahora ya no tienen que preocuparse por su conciencia, veracidad y amor. Pueden hacer lo que quieran. Esta clase de ateísmo es indecente.

R. Garaudy, miembro durante un tiempo del Comité Central del Partido Comunista francés, escribió: "No podemos pasar por alto la contribución esencial del cristianismo sin empobrecernos" (Del Anatema al Diálogo).

Lunacharskii, siendo ministro de educación en el gobierno soviético, escribió: "La noción de Dios contiene siempre algo eternamente hermoso... El dolor habita siempre entre los hombres. Pero el que no tiene un concepto religioso del mundo está condenado al pesimismo."

Los comunistas empiezan el estudio del pensamiento correcto por ellos mismos con resultados catastróficos. Terminan por ignorar o tratar de destruir la verdad adquirida por la humanidad durante milenios de desarrollo.

En consecuencia, hacen de la religión una caricatura. Lo lamentamos. Las caricaturas son siempre peligrosas para sus autores.

Una joven tuvo una vez una discusión con el gran satírico Hogarth mientras éste estaba dibujando. La joven expresó su deseo de aprender a dibujar caricaturas, a lo que Hogarth replicó: "Desgraciadamente, señorita, no es un talento envidiable. Escuche mi consejo. No haga nunca caricaturas. Durante mi larga práctica he perdido el gozo de la belleza. Veo solo caras distorsionadas. Nunca tengo la satisfacción de ver lo divino en una cara humana."

Los que hacen una caricatura de la verdadera religión están en la misma situación. En el espejo distorsionante de su mente torcida, hasta los ángeles parecen tener rasgos diabólicos.

No se dan cuenta de que si se descartase la Biblia como un libro sin valor, toda la literatura famosa del mundo perecería con ella. ¿Qué quedaría de Dostoievski, Tolstoy, Milton, Juan Bunyan, Wálter Scott y Anatole France?

Tennyson dijo que el libro de Job era el poema más hermoso que leyó jamás. Cita 300 veces la Biblia en sus obras. Shakespeare tomó más de 500 ideas y frases de ella. El poema "Oscuridad" de Byron, se inspiró en el libro de Jeremías.

Se debería cambiar aún "El Capital" de Marx, junto con sus otros escritos y los de Engels porque están saturados de referencias a la Biblia.

Si desapareciese la Biblia, las obras de Miguel Ángel, Rafael, Leonardo da Vinci, Rembrandt y de muchos otros grandes pintores del mundo, serían incomprensibles para nosotros, lo mismo que las grandes obras musicales de Bach, Beethoven, Mozart, Haydn, Brahms y otros.

Escuchemos el testimonio de gente famosa.

William Gladstone, cuatro veces primer ministro de Inglaterra, dijo: "Si se pregunta cuál es el remedio para las más grandes penas del corazón humano, lo que un hombre debe principalmente mirar en su progreso como el poder que lo ha de sostener en la prueba y ha de capacitarlo para la aflicción, debe dirigirlo hacia lo que en un himno muy conocido se llama "la antigua historia”, contada en un viejo libro, el cual es el mayor y mejor regalo jamás dado a la humanidad". Se refería a la Biblia.

Juan Jacoho Rousseau, escribe: "Cuán mezquinas y cuán menospreciables son las palabras de nuestros filósofos con todas sus contradicciones, comparadas con las Escrituras. ¿Es posible que un libro a la vez tan sencillo y tan sublime sea simple palabra de humanos?"

Goethe, escribe: "La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende."

Heinrich Heine, que estaba lejos de ser un religioso entusiasta, escribe: "La profundidad de la creación escrita en los azules misterios del cielo, la salida y la puesta del sol, la promesa y la realización, el nacimiento y la muerte, todo el drama humano; todo está en este libro. Es el libro de los libros, la Biblia."

Los idiomas inglés y alemán, de modo muy particular, no serían lo que son si no hubieran sido transformados por la Biblia. Este singular libro ha provisto el ímpetu para dar a cientos de pueblos y tribus su primer alfabeto. Por medio del trabajo de hombres y mujeres dedicados, es el primer libro que aprenden a leer.

Garibaldi, el patriota italiano que liberó y unificó políticamente su patria (terminando esta tarea en 1870), dijo de la Biblia: "Este es el cañón que libertará a Italia".

Siguen los testimonios de algunos de los presidentes más famosos de América.

Washington: "Más que nada, la pura e inflexible luz de la revelación tuvo una influencia iluminadora sobre la humanidad y aumentó las bendiciones de la sociedad."

Lincoln: "Siempre he buscado el consejo de Dios y le he sometido mis planes y nunca he adoptado un curso de acción sin estar seguro en lo posible de su aprobación. Sería el tonto más prepotente en esta mi posición si pensara por un solo día que podría cumplir con los deberes impuestos a mí desde que llegué a este puesto sin la ayuda y la iluminación del que es más sabio y fuerte que otros."

Grant: "Aférrate de la Biblia como del ancla de tus libertades. Escribe sus preceptos en tu corazón y practícalos en tu vida. Debemos a la influencia de este libro todo el progreso de una verdadera civilización y tenemos que considerarlo como guía en el futuro”.

Garfield, vigésimo presidente de los Estados Unidos: "Escoge a Cristo inmortal como tu amigo y ayuda eterna. Síguelo no sólo como a un Nazareno, el hombre de Galilea, sino como a una persona siempre viva, llena de amor y compasión, que estará contigo en la vida y en la muerte y en la eternidad. Las esperanzas de este mundo son falsas, pero como la vid vive en sus ramas, así Cristo vive en el cristiano y nunca morirá."

McKinley: "Debemos ser hacedores, no sólo oidores. Para ser hacedores de la palabra, tenemos que ser primero oidores de la palabra. Pero no es suficiente asistir a la iglesia. Tenemos que estudiar la Biblia; pero tampoco esto es bastante. Tenemos que aplicarla a la vida práctica."

Wilson: "Si cada persona en los Estados Unidos leyera cada día un capítulo de la Biblia, la mayoría de nuestros problemas nacionales desaparecerían."

Franklin D. Roosevelt, dijo: "Repito la declaración que hice ya varias veces antes: este país necesita sobre todo un reavivamiento religioso; en dicho reavivamiento encontraríamos una solución para todos nuestros problemas, ya fueren políticos, económicos o sociales."

Pero, ¿qué dicen los mismos comunistas?

Marx, escribió: "Lutero, al dar al pueblo la Biblia en el idioma vernacular, puso en sus manos un arma poderosa contra la nobleza, los terratenientes y el clero".

Stalin y Mikoyan fueron seminaristas ambos. El último obtuvo incluso un título en teología. La Biblia fue la que formó el principio de su cultura.

Khrushchev confesó públicamente que aprendió a leer con la Biblia.

La idea esencial de toda constitución socialista "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma", está copiada textualmente de la Biblia. (II Tesalonicenses 3:10).

La idea fundamental del comunismo está sacada de la Biblia; precisamente donde dice: "La multitud de los que habían creído (en Jesús) era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas las cosas les eran comunes. . . Que ningún necesitado había entre ellos; porque todos los que poseían heredades o casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido. Y lo ponían a los pies de los apóstoles; y era repartido a cada uno según que había menester." (Hechos 4:32, 34, 35).

Los primeros discípulos de Cristo vivían bajo el comunismo, pero un comunismo basado en el amor y la libre voluntad. Nadie era presionado ni se expropiaba nada. El amor instaba a todos a que compartieran con sus hermanos. A pesar de sus divergencias, el comunismo de hoy es de origen bíblico.

Puedo aceptar el hecho de que alguien no crea en la Biblia, pero esto no debería impedirle respetar su herencia. El hecho de que la Biblia fue el primer libro impreso en Europa, ¿no significa nada acaso? ¿No significa nada que los misioneros cristianos enseñaran a los nativos en el África a abandonar el canibalismo, a leer, a comportarse como gente civilizada?

Un ex caníbal dijo una vez a un propagandista del comunismo: "¿Qué? ¿Este libro no es la verdad? Lo llevo a mi casa; me siento y lo leo y hace estallar de alegría mi corazón. ¿Cómo podría ser una mentira? Yo era caníbal, borracho, mentiroso y ladrón; y el libro me habló y me hizo otro. Este libro me habló y me hizo otro. ¡No, este libro no es mentira!"

Los propagandistas del comunismo habrían sido víctimas de los nativos en muchas partes del mundo si los misioneros no les hubiesen enseñado primero la religión cristiana. Mientras propagan el comunismo deberían estar agradecidos al cristianismo por haber creado la civilización y provisto la libertad para que operen.

Un ateo honesto es uno que se inclina delante de la iglesia en agradecimiento por lo que la humanidad debe al cristianismo. Pero escupir a la fuente de la que tú y todo el mundo civilizado ha bebido es terriblemente erróneo.

En el siglo XVII, cuando el ateísmo era raro entre los judíos, uno de ellos dijo a un rabino: "No creo en Dios." El rabino abrazó al hombre y dijo: "Cuánto te envidio, hermano. Estas en un estado espiritual mucho mejor que yo. Cuando veo a un hombre sufrir me digo: “se que Dios lo ayudará”, y no le presto ayuda. Tú no crees en la existencia de Dios, así que tienes que ayudarlo. Tienes que hacer lo que Dios haría si existiese. Haz lo siguiente: da de comer a los hambrientos, consuelo a los afligidos, da verdad y alegría a los necesitados, abraza con amor a todos, y en general, pórtate como Dios si existiese. Y después de un año vuelve y cuéntame si Dios existe o no."

El rabino pudo permitirse asumir una actitud elegante hacia el ateo para alentarlo a sacar lo mejor de su ateísmo. Ustedes, mis oponentes comunistas, no se portan así con un creyente.

Ustedes viven en un nivel más bajo y su posición íntegra es insostenible.

El Manual del Ateo apela a nuestra razón, tratando de probar su punto de vista con argumentos. Ahora bien, si los autores admiten que podemos razonar, ¿por qué es imposible encontrar una Biblia en una librería de la Unión Soviética? La población debería poder leerla por su propia cuenta; compararla con lo que sus oponentes tengan que decir, y luego sacar sus propias conclusiones. ¿Por qué está prohibida la Biblia? ¿No creen ustedes en la facultad humana de razonar "correctamente"? Entonces, ¿por qué molestarse en argumentar? Den simplemente la orden: ¡Sé incrédulo!, y basta. Volver a Contenido

 

15. ¿EXISTIERON REALMENTE LOS CARACTERES BIBLICOS?

La crítica del texto bíblico es una preocupación legítima de la mente humana. Los teólogos cristianos no necesitan esperar el consejo de El Manual del Ateo para verificar la historia bíblica, reconciliando cronologías seculares e investigando datos arqueológicos. El hecho de que creamos en la inspiración divina y la infalibilidad de las Escrituras, no nos ha impedido examinar minuciosamente su texto y contenido para estar completamente seguros de que tenemos las palabras tal como Dios las inspiró, inalteradas por copistas o traductores posteriores.

Pero la crítica de la Biblia practicada por nuestros oponentes ateos es de un tipo enteramente diferente. Niegan los más importantes acontecimientos de la narración bíblica, trasladando las principales personalidades bíblicas a la esfera de mitos.

Los cristianos no creen que la Biblia sea un libro científico. Es una obra oriental con miles de años de antigüedad que contiene mucha poesía y simbolismo y que no se puede usar como un moderno texto de ciencia.

Pero los hechos de la Biblia permanecen y la ciencia no los puede refutar. Es un hecho que la pala del arqueólogo siempre apoya la narración bíblica y nunca la desaprueba.

Adán y Eva son personajes míticos para los autores de El Manual del Ateo.

No hay razón válida para negar el registro bíblico de que Adán y Eva indudablemente vivieron sobre la tierra en el jardín del Edén y que fueron expulsados de él; del mismo modo que no rechazamos otros registros históricos conservados por la humanidad.

Pero nuestros oponentes nos hacen un favor al llamar a la narración un mito. Un mito no es algo irreal; sino más bien una realidad más elevada expresada en imágenes y símbolos originados en las profundidades del alma humana.

La historia de Adán y Eva es más que historia. Es historia y “mito” a la vez.

Nuestras vidas mismas, queridos oponentes míos, son reproducciones de lo que ocurrió a Adán y Eva. Hubo la inocencia de la niñez en un mundo sin perturbaciones ni alarmas de grandes problemas. Quizás se acuerden cuando el pecado, transgrediendo la ley moral en que vivían, primeramente invadió su vida y los hizo esconderse de Dios. Más tarde, pudo haber significado esconder algo de su autobiografía al partido. No deberíamos criticar a nuestros primeros padres. Si Adán y Eva no hubieran pecado, habríamos comido la fruta prohibida nosotros.

Adán y Eva son arquetipos de la experiencia humana general, de lo que acontece con cada alma. Los mitos no pueden ser opuestos a la realidad. A menudo son una profundización del significado de un hecho aislado, exponiéndolo como típico para toda la humanidad. No se puede desdeñar el valor de la Mona Lisa, obra artística de Davinci, diciendo que es solamente un retrato. Es el retrato de un ser humano. Un retrato es tan real como el ser humano que muestra. La Mona Lisa es en cierto modo aún más real que la persona retratada. Es más bella, es más permanente; resume sus mejores rasgos, corrige a la naturaleza. El retrato no contradice a la persona. El significado espiritual del relato de Adán y Eva no contradice su existencia histórica.

Lo que he dicho de Adán y Eva se aplica también al remedio para el pecado, al sacrificio de Cristo. Toda persona que ha hecho algo malo, busca un expiador, alguien a quién pueda cargar con su propia trasgresión. Cristo, conociendo esta ley psicológica inherente al pecador, se ofreció a sí mismo como el sacrificio expiatorio. El, siendo el hijo de Dios, toma toda la responsabilidad por nuestra vida entera, buena y mala. Se ha identificado con nosotros por amor y llevó nuestro castigo. Lo que soportó en la crucifixión en el Gólgota, nos vale como si nosotros mismos hubiésemos pasado por todas sus agonías. Somos libres de nuestros pecados y culpas, porque Cristo derramó su sangre por nosotros; luego resucitó de entre los muertos, mostrándonos que los que creemos en él también seremos resucitados para estar con él en el paraíso.

Su muerte y resurrección son realidades históricas. Pero el “mito” de un Dios que muere como sacrificio por el pecado y resucita, tiene su origen antes de Jesucristo. El Manual del Ateo tiene razón al recordarnos que casi lo mismo se creyó del dios Horus de los egipcios, del dios Mitra y otros. Contrariamente a Cristo, estos dioses no eran históricos, sino realidades arquetípicas. Todos estos "dioses" eran imitaciones del Redentor genuino que había sido prometido a la humanidad.

No nos preocupa que nuestros oponentes llamen “mitos” a Adán y Eva y al Redentor prometido a ellos después de la caída en el paraíso.

¿Un diluvio en el tiempo de Noé que destruyó el mundo entero?... “Otra leyenda”, dicen mis oponentes.

Pero la narración bíblica del diluvio está corroborada por historias chinas, griegas, británicas y mexicanas que hablan de un diluvio.

Las tablillas cuneiformes excavadas en Babilonia en 1870 también llevan un informe del diluvio, sorprendente por su similitud al relato de la Biblia. Estas tablillas, que posiblemente datan del año 3.000 a.C., deben haber sido escritas cuando la gente recordaba vívidamente el diluvio.

La llamada Epopeya del Gilgamesh, narra cómo el héroe del diluvio, Utnapishtim, escapa de la destrucción universal de la humanidad. Los grandes dioses de la antigua ciudad de Shurupak resolvieron destruir la raza por medio de un diluvio. El dios Ea reveló el decreto divino a Utnayshtim y salvó a su familia y a él.

Otro relato del diluvio ha sido encontrado en sumerio, un idioma más antiguo que el asirio y el babilónico.

El renombrado antropólogo Sir James Frazer recolectó tradiciones sobre el diluvio de los lugares más variados y remotos, tales como las Islas de Sotavento, Bengala, China y Malasia. Tribus primitivas y naciones en todas partes guardan la memoria de este acontecimiento tremendo. En principio están de acuerdo en que el diluvio fue un castigo por pecados graves y que solamente se salvaron unos pocos hombres justos.

Flavio Josefo, considerado generalmente como uno de los historiadores más fidedignos de la antigüedad, escribe en Antigüedades de los Judíos: "Los armenios llaman a este sitio (donde Noé y su familia salieron del arca) Apobaterion - el lugar del descenso."

En la historia del diluvio se entremezclan de nuevo hechos y mitos. En la profundidad de nuestra mente se encuentra grabada la verdad de que el pecado grave generalizado resultará en catástrofe. Sabemos también que en muchos casos la justicia de unos pocos los salvó milagrosamente de la destrucción general. El relato histórico del diluvio fue enterrado en las memorias de muchas naciones con leyendas que expresan esta verdad. Estas leyendas son tan reales como el diluvio mismo.

El diluvio en tiempos de Noé no fue un evento aislado. Jesús dice: "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca. Y no entendieron hasta que vino el diluvio y llevó a todos, así será la venida del Hijo del hombre." (Mateo 24:37-39).

El mundo está ahora al borde de una nueva catástrofe para los pecadores. La Biblia dice que esta vez será destruido por fuego: “los elementos ardiendo serán deshechos”. Estas palabras fueron escritas 2.000 años atrás por Pedro, el pescador, mucho antes de que alguien supiese de los elementos químicos, del poder destructivo y de la capacidad aniquiladora de la fisión atómica y su enorme calor. Así como Noé tuvo una advertencia de Dios, así tiene la iglesia una advertencia hoy día. El mundo en el tiempo de Noé fue destruido, aunque su maldad no fue suficiente para prohibir la predicación de este. ¡Qué juicio puede esperar el mundo de hoy cuando se prohíbe la proclamación de estas advertencias! La humanidad debería ignorar los peligros que encara el mundo de hoy; ya que El Manual del Ateo niega el hecho del antiguo diluvio, aún al precio de la negación de la evidencia histórica.

Dicen luego nuestros oponentes que no hay prueba de la existencia de Abraham y sus descendientes. ¿Acaso alguna excavación arqueológica ha probado la existencia de Espartaco, el líder de un levantamiento de esclavos, un hombre que figura en todas las historias del socialismo? Por cierto que no. Se da por seguro que Espartaco efectivamente existió, porque un historiador romano escribió acerca de él. ¿Por qué no aplican entonces los historiadores del socialismo el mismo rasero a las personalidades bíblicas, aunque las excavaciones históricas no hayan probado nada acerca de su existencia? ¿Por qué se debería hablar de Abraham que pasó la mayor parte de su existencia como nómada? Creemos en su existencia histórica como también creemos en la realidad histórica de Espartaco, porque los historiadores, tanto como los autores de la Biblia, hablan acerca de su vida y de las vidas de otras personalidades del Antiguo Testamento.

Más aún, los judíos de todos los tiempos se han sabido descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. Todos los árabes, desde tiempos inmemoriales, han reconocido a Abraham como su padre. Todos los cristianos y todos los musulmanes del mundo han venerado siempre a Abraham como padre de su fe en un solo Dios. ¿Acaso todo esto no significa nada? Abraham compró la cueva de Macpela para la sepultura de Sara. Posteriormente esta cueva se transformó en una tumba familiar. Allí fueron enterrados Isaac, Rebeca, Lea y Jacob. Ahora, una mezquita y una sinagoga se levantan encima de esta cueva, y es uno de los lugares más sagrados de peregrinación de los musulmanes.

Imaginemos que después de unos cuantos cientos o miles de años alguien, al ver el mausoleo de Lenín, dijera que Lenín no fue una personalidad histórica sino sólo un mito. El cadáver de Lenín, se diría, es solo una figura de cera. Supongamos que después de dos mil años arqueólogos que hubieran oído de Stalin no encuentren nada relacionado con él ni un cadáver, ni siquiera una figura de cera. Con seguridad negarían su existencia.

"Qué absurdo", dices tú. Pero la negación de Abraham también es un absurdo.

Un lugar en Israel indica la autenticidad histórica del nieto de Abraham. Este lugar es la fuente de Jacob, donde Jesús conversó con la mujer samaritana, todavía existe en Palestina y está cubierta por una pequeña iglesia griega. La fuente misma está situada inmediatamente bajo el altar principal.

Pero Jacob y sus descendientes tampoco son personajes históricos. Así nos informan nuestros oponentes. Los autores de El Manual del Ateo pecan de ignorantes, lo cual no es permisible en hombres que escriben un libro de semejante responsabilidad; o de lo contrario, deliberadamente esconden la verdad.

En Tell Hariri se hicieron excavaciones en el año 1933 dirigidas por el renombrado arqueólogo profesor Parrot. Tell Hariri está situado entre Damasco y Mosul, en el mismo sitio del cual se relata que la familia de Abraham habría llegado a Canaán. Ahora bien, la civilización Mari ha sido descubierta allí, y los asiriólogos lograron descifrar una tablilla de arcilla. Se trataba de un informe de Bannum, un oficial de la policía del desierto, de alrededor del siglo XVII a.C.

El informe tiene el siguiente texto: "Di esto a mi señor de parte de Bannum, tu siervo: Ayer he partido de Mari y pasé la noche en Zurubán. Todos los benjamitas estuvieron enviando señales de fuego. Desde Samanum hasta Ilum-Muluk, desde Ilum-Muluk hasta Mishlam, todos los villorrios benjamitas en el distrito de Terqua contestaron con señales de fuego. Todavía no estoy seguro de qué significaban estas señales."

Adicionalmente, las tablitas cronológicas descubiertas en aquel lugar mencionan tres veces a los benjamitas. "El año en que Iahdulim fue a Hen y puso sus manos sobre el territorio de los benjamitas", es una inscripción del gobierno del rey Iahdulim.

Del gobierno del último monarca de Mari tenemos dos inscripciones. La primera: "El año en que Zimri-Lim mató al dawidum de los benjamitas:" La segunda: "El año posterior al que Zimri-Lim mato al dawidum de los benjamitas."

Benjamín es, de acuerdo a la: Biblia, él hijo menor de Jacob. ¿Cómo pueden los autores de El manual del ateo decir que los hijos de Jacob no fueron personajes históricos?

La primera vez que aparece el nombre de Israel en documentos no bíblicos es en una inscripción, ahora en el museo de El Cairo, de una capilla de un cementerio cerca de Tebas, en la cual se conmemora la victoria del faraón Mezempta sobre los libios. Para aumentar su triunfo, se mencionan otras victorias notables que este gobernante había ganado. El final de este himno de alabanza se lee así: "Canaán está destruida y toda su maldad con ella. Ascalón es tomada cautiva. Gezer está conquistada. Yanoam está erradicada. El pueblo de Israel está desolado. Israel no tiene descendencia. Palestina se ha tornado una viuda de Egipto." Así que el nombre de Israel ya era histórico en el año 1229 a.C.

El gobernante de aquel tiempo se jactó de haber destruido a los judíos, igual como lo hizo su seguidor Nasser, antes de ser vencido por Israel, el cual nunca será completamente destruido.

Por cierto que parece algo sumamente ridículo escribir un libro de 700 páginas para probar que unos 4.500 años atrás un hombre llamado Abraham no existió, que no tuvo descendientes con los nombres de Isaac, Jacob y Benjamín, y que toda la historia bíblica sobre el pueblo de Israel es mentira. ¿Por qué habría esto de enseñarse en todas las escuelas comunistas y aún en las fábricas y granjas colectivas? Los rusos no están interesados en sus propios antepasados de 4.500 años atrás. ¿Por qué habrían de interesarse especialmente en negar que los judíos se originaran en un hombre llamado Abraham?

La negación tiene un profundo significado. Para explicarlo mejor, sirve un chiste que debe ser judío, ya que estamos discutiendo sobre judíos. Goldstein viajaba por tren. Frente a él iba otro judío, Herschcovici. No se conocían; Goldstein quiso entrar en conversación preguntando a Herschcovici: “Camarada dígame, por favor, ¿que hora es?”. Herschcovici no contestó. La pregunta fue repetida varias veces, cada vez más fuerte. No sirvió de nada. Finalmente, Goldstein pregunto: “Pero camarada veo que usted tiene reloj ¿porqué no me dice la hora?” Herschcovici contestó: “Camarada, usted no tiene interés en eso. Supongo que quiere conversar un poco conmigo. Si le hubiera dicho que son las nueve, usted habría preguntado: “¿de que marca es su reloj?” Yo habría contestado: “Es un reloj suizo de oro.” Usted habría contestado: “entonces debe tener una posición elevada; de otra manera no habría podido comprar ese reloj.” Yo habría contestado: “Si, soy director en el Ministerio de Comercio Exterior.” Entonces usted habría preguntado donde me alojo en Moscú. Yo habría contestado: “En la calle Artileriinaia”. Usted me habría preguntado si tengo familia. Habría contestado que tengo esposa y tres hijas. Me habría preguntado si por casualidad tenía una foto conmigo. Habría dicho que sí. Le habría mostrado la foto. Le habría gustado mi hija mayor, Esther, que es hermosa, y me habría preguntado si le permitiría visitarme algún día. La cortesía me habría obligado a decir que sí. Entonces usted se habría enamorado de Esther y me habría pedido su mano. ¿Y porqué habría yo de dar a mi hija en matrimonio a un hombre que ni siquiera tiene reloj?”

La existencia de Abraham y sus descendientes tiene que ser negada, porque si mis oponentes admitieran que Abraham existió según la narración bíblica, junto con todas las tradiciones de cientos de millones de judíos, cristianos y musulmanes, nosotros habríamos preguntado por qué Abraham fue tan prominente que su nombre debería permanecer vivo en la historia después de cuatro milenios. La única respuesta podría ser que es famoso porque creyó a Dios, siguió sus mandamientos y porque estaba dispuesto a sacrificar aún a su hijo más amado. A esto deberíamos añadir la pregunta: ¿Abraham tuvo un encuentro con Dios? La contestación es que muchas veces él escuchó la voz de Dios hablándole claramente. ¿Estaríamos interesados en saber lo que le dijo Dios? La respuesta sería que, entre otras cosas, Dios le dijo que quería hacer un pacto con él. En su simiente, es decir, a través de uno de sus descendientes, serían benditas todas las naciones. Ahora bien, como todos desean tener una vida bendecida, habríamos preguntado el nombre de este descendiente de Abraham que habría de impartir esa felicidad. La respuesta es sencilla: el Nuevo Testamento empieza por decirnos que Jesús es el descendiente de Abraham. Habríamos preguntado cómo puede uno recibir bendiciones de él y habríamos escuchado el mensaje del evangelio: Jesús murió en la cruz por nuestros pecados. Llevó el castigo por nuestras ofensas. Todo aquél que en él cree es limpiado de todos sus pecados y tiene vida eterna ahora y en el paraíso.

Por tanto, los autores de El Manual del Ateo proceden con cuidado, así como lo hizo el camarada Hershcovici en el chiste. Abrevian la discusión. Dicen: “Las personalidades bíblicas nunca existieron”. Tienen un reloj en el brazo, pero no quieren decir la hora.

Este es también su propósito en las otras negaciones de las verdades bíblicas. Este es su propósito al criticar la Biblia, buscando contradicciones en ella. Volver a Contenido

 

16. LA LIBERACION DE LOS JUDIOS DE LA ESCLAVITUD EGIPCIA

La Biblia dice que los judíos fueron esclavos en Egipto y que Dios los liberó del cautiverio con mano poderosa, obrando milagros. Los egipcios que los persiguieron se ahogaron en el mar Rojo. Esta historia bíblica es ciertamente peligrosa para los dueños de esclavos. Podría sugerir a los esclavos, a la gente que vive bajo una dictadura, que Dios está a favor de la emancipación de los esclavos.

Por tanto, esta página de la historia tiene que ser borrada también. Los autores de El Manual del Ateo, negando el antiguo diluvio y considerándolo aún pura ficción, dicen:

"Hubo excavaciones arqueológicas por un siglo y medio en Egipto, fueron hechas minuciosamente, pero no se ha encontrado nada para confirmar la leyenda bíblica de la esclavitud en Egipto, ni en la multitud de inscripciones que se han descifrado, ni en las imágenes pictóricas o de otra índole, ni tampoco en gran número de monumentos descubiertos".

¿Es justo criticar la Biblia de esa forma por parte de los comunistas?

El éxodo de Egipto ocurrió hace más de treinta siglos atrás. La revolución rusa aconteció solamente sesenta años atrás. Ahora viajemos a través de la Unión Soviética, vayamos de librería en librería y tratemos de encontrar un solo libro en el que Trotsky desempeñe algún papel en la toma del poder por los bolcheviques. Nosotros, los de la generación mayor, sabemos que en aquel tiempo Trotsky fue el presidente del soviet en Petrogrado, y era el colaborador más cercano de Lenin. Se debe decir, en rigor de la verdad, que Lenín y Trotsky hicieron la revolución. Pero más tarde Stalin se enemistó con Trotsky y simplemente borró su nombre de la historia. Posteriormente se dijo que en realidad la revolución fue obra de Lenin, con Stalin su colaborador más íntimo. El papel de Stalin fue delineado como el más importante hasta la década del 50 del siglo pasado. Hagamos ahora la prueba de encontrar un solo libro en cualquier librería de Rusia en el que Stalin tenga un papel importante en esta revolución y con seguridad no encontraremos nada, porque Khrushchev, volviéndose contra Stalin, borró también su nombre. Más recientemente, fue borrado el nombre de Khrushchev. Ahora bien, si la enemistad política puede borrar cualquier prueba escrita del papel de un hombre en los principales eventos históricos del mundo de hoy, contando con todas las ventajas de la imprenta y la fotografía y todos los medios de comunicación en masa, no es difícil aceptar los vacíos en la historia de Egipto.

Pero no se pudieron borrar todas las pruebas. Mis honorables oponentes muestran otra vez falta de conocimiento arqueológico.

No saben de la estela del tiempo de Ramsés II, encontrada en Beisán en 1923, afirmando que se empleaban semitas cautivos para construir una ciudad que llevaba su nombre. (En las tablillas de Tell- el- Amarna los hebreos aparecen con el nombre de “Khabiri”).

Los adobes de las ciudades de almacenaje que se pueden ver en el museo de El Cairo, están estampadas con la palabra “Ramsés”. Se puede ver que algunos de ellos están unidos con paja, otros solamente con rastrojos, y otros, finalmente, sin paja u otro material cohesivo. Todo esto confirma el decreto de Faraón como se lo relata en el Éxodo de la Biblia, que manda a que los israelitas no fueran provistos más de paja.

La historia antigua egipcia es muy conocida. Hay muchos documentos. Pero, enfatizan nuestros oponentes, que ninguno nos habla de la desaparición del ejército egipcio y su rey en el mar.

Quisiera saber que nación ha estado ansiosa de registrar sus derrotas. Cuando el ejército soviético se retiró de los alrededores de Stalingrado, Stalin no publicó las derrotas. Tampoco lo hicieron los alemanes cuando su suerte cambió. A los historiadores egipcios no les importaba la verdad objetiva, lo mismo que a sus iguales modernos.

En este asunto no tenemos la versión egipcia de la historia. Eso es todo. Pero tenemos la Biblia que nos cuenta no solamente la versión judía, sino también las palabras y milagros de Dios. No hay motivos para negarse a creer en la liberación maravillosa de los esclavos, aunque fuere desagradable para los dueños de esclavos y sus aduladores.

El Manual del Ateo dice también que 600.000 judíos adultos no habrían podido salir de Egipto como se relata en la Biblia, porque esto habría significado una población judía de por lo menos tres millones. Es cierto que tres millones de hombres no habrían podido cruzar el mar Rojo en una noche; tampoco habrían podido vivir en la pequeña península del Sinaí.

Aquí tenemos un problema del idioma hebreo en el cual fue escrita la parte más antigua de la Biblia. La palabra "alfot", que significa "miles", también significa "casas". No estamos seguros de que el original hebreo de la Biblia indique que seiscientos mil judíos salieron de Egipto o que fueron solamente seiscientas casas, es decir, seiscientas familias grandes. El idioma está sujeto a evolución. Las palabras pueden no haber tenido el mismo significado que hoy, hace unos tres o cuatro mil años atrás. Generalmente cuando la Biblia usa un lenguaje hiperbólico, esas partes de la Escritura no se entienden tan fácilmente como cuando fueron escritas. Pero ciertamente, si hubiesen contenido mentiras enormes, no se habrían podido aceptar en ese tiempo como una obra sagrada, como tampoco lo hubiera sido una historia oficial de la Unión Soviética donde se dijera que el ejército rojo consistía de veinte mil millones de hombres durante la segunda guerra mundial. Las palabras deben haber tenido otro significado por entonces del que tienen ahora.

En el palacio imperial de Tokio se guardan tres símbolos del imperio japonés: una espada muy antigua, un diamante y un espejo del gran rey. Tras el espejo están escritas algunas palabras que sólo recientemente han sido descifradas en Japón. Después de la segunda guerra mundial, un hermano del emperador, el príncipe Takahito Mikasa, empezó a estudiar el judaísmo. Cuando el emperador fue visitado por el rabino Goldmann, del templo de Beth-Israel de Hertford, el cual era el presidente ejecutivo de la Comisión de Beneficencia Nacional Judía, se preocupó de que éste viese el espejo del gran emperador. Sin ninguna dificultad el rabino pudo identificar las letras como las palabras hebreas: Ehjeh Asher Ehjeh - YO SOY EL QUE SOY. Las mismas palabras de la Biblia como se encuentran en Éxodo 3:14.

Inmediatamente el príncipe y el rabino comenzaron a especular sobre cómo estas palabras judías, registradas por Moisés en la Biblia, llegaron a encontrarse en un antiguo objeto sagrado de los japoneses. Se supuso que en tiempos antiguos, durante el cautiverio de los judíos en Babilonia, miembros de las diez tribus de Israel habían traído este espejo como regalo al emperador gobernante.

El año 1941, el obispo japonés Jujai Nakada publicó un libro titulado El Japón en la Biblia. Basándose en documentos de tiempos antiguos, dice que en el año 216 d.C. vinieron cien mil hombres desde medio oriente al Japón. En la historia japonesa se llama hata a la tribu que ganó una influencia enorme sobre la economía y cultura del Japón. Los hatas se denominaban Israj lo que es muy similar a Israel y hablaban de un gran líder al que llamaban príncipe Hata Kawa Katsu, quien de niño fue rescatado del agua y más tarde fue criado en el palacio del rey, y luego liberado del cautiverio de la esclavitud. De esta manera vino la historia bíblica de Moisés al Japón.

Las pruebas extra bíblicas de la historia tal como está registrada en las Sagradas Escrituras son demasiado numerosas para ser mencionadas. Ciertamente no pueden ser descartadas. Volver a Contenido

 

17. CONTRADICCIONES EN LA BIBLIA

El Manual del Ateo menciona contradicciones en la Biblia.

En II Samuel 8:4 está escrito que David, en una batalla con Hadadezer, tomó de este 700 jinetes; en tanto que en I Crónicas 18:4 se dice que David tomó cautivos a 7.000 jinetes. Nuestros honorables opo­nentes no pueden reconciliar estas dos diferentes na­rraciones.

¿Qué dirían si encontraran un informe sobre la se­gunda guerra mundial que afirmara que en la ba­talla de Kiev cien mil rusos fueron tomados prisio­neros, mientras y que al mismo tiempo se informara cin­cuenta páginas más adelante, que en esa batalla fueron capturados solamente diez mil rusos? La explicación es sencilla. Durante la última gran guerra hubo tres batallas por Kiev. El núme­ro de prisioneros fue diferente en cada una de estas batallas. ¿Por qué tenemos que admitir entonces que en es­tas dos diferentes partes de la Biblia se describe la misma batalla contra Hadadezer?

He aquí otra crítica a la Biblia: En ella se relata que lo que hi­zo el rey David era "lo recto ante los ojos de Jeho­vá, y de ninguna cosa que le mandase se había apar­tado en todos los días de su vida”. El Manual del Ateo pregunta: "Pero, ¿no pecó?". La misma Biblia relata en otra parte qué tan graves crímenes cometió.

Por cierto que pecó, pero estos pecados fueron perdonados y expiados, y por tanto no contaron más delante de Dios. Fueron olvidados. Lo maravilloso es, que un pecador que se ha arrepentido es justo delante de Dios; y por ello está dentro del contexto de la gracia de Dios, que las escrituras registren pa­labras tan hermosas sobre David. El pecador per­donado es, a los ojos de Dios, más blanco que la nie­ve.

¡Que se arrepientan nuestros amigos ateos, y tam­bién serán perdonados!

Los autores de El Manual del Ateo están muy fe­lices de haber descubierto que el apóstol llamado Ta­deo en el evangelio según Mateo es llamado Ju­das hijo de Santiago en el libro de Lucas. ¡Qué error tan grave! Pero invirtamos los papeles. ¿Có­mo pueden reconciliar el hecho de que un cierto Ulianov es generalmente llamado Lenin, y que el Djugashvili de un historiador es el Stalin de otro?

Nuestros oponentes descubren en la Biblia una multitud de tales "contradicciones". No vale la pena considerarlas.

Así, por ejemplo, indican qué Jesús dijo a sus discípulos que vendan aún su ropa para comprarse espadas. Sin embargo, cuando Pedro trató de de­fender a Jesús con su espada, le dijo: "Mete tu es­pada en la vaina". Su deseo era morir por los pecados del mundo.

Ahora bien, las palabras: "el que no tenga ven­da su capa y compre espada” fueron dichas después de la última cena, camino a Getsemaní, sabiendo que iba a ser arrestado. Ya que era de noche y los discípulos no tenían oportunidad de comprar na­da, obviamente no estaba hablando de espadas para su uso inmediato, sino estaba advirtiendo a sus dis­cípulos que por muchos siglos encararían grandes peligros, y deberían estar preparados para defender­se y preservar la causa de la justicia.

El que no está dispuesto a defender una cau­sa justa, no la ama. Toda madre que ame a su hi­jo luchará con uñas y dientes para protegerlo de cualquier intruso que planee secuestrarlo o matar­lo.

Cuando uno de sus discípulos busca reconfortar a Jesús con las palabras "he aquí dos espadas", Je­sús replica: "Basta". Pronto vendría el tiempo cuando sus discípulos comprenderían mejor sus palabras.

"Mete tu espada en la vaina" (Jn. 18:11) fue un mandamien­to dado para una ocasión aislada. Jesús no desea­ba ser defendido. Su anhelo era morir por los pe­cados del mundo.

Los autores de El Manual del Ateo han encontra­do otra contradicción en el evangelio según Lucas. Parece que notaron que, como la gente era partida­ria de Jesús, los sumos sacerdotes tuvieron que pen­sar en un modo de matarlo en secreto para que sus simpatizantes no pudieran reunirse en su defensa; mientras que unos días más tarde el populacho gri­taba: "Crucifícale, crucifícale." Nuestros oponentes dicen que un cambio tan radical en el temperamen­to del populacho local virtualmente no era posible de la noche a la mañana; por tanto, esta historia relatada por el evangelista Lucas no puede ser ver­dad.

Que lástima que los miembros de una academia de ciencias no hayan aprendido nada de la tragedia de su propio pueblo.

Hubo una mañana en Moscú cuando todas las es­taciones de radio empezaron sus programas con el canto de himnos de alabanza a Stalin tal como lo habían hecho durante veinte años. Los periódicos tam­bién estaban llenos de las mismas alabanzas en aquella mañana. Era el día en que comenzó el Vi­gésimo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Durante ese día, Kruschev pronunció un discurso afirmando que Stalina quién toda la nación y aún el mismo Kruschev habían adulado por décadas como al genio más grande, fue en realidad un asesino de ma­sas y torturador, no sólo de sus adversarios, sino aún de sus propios camaradas. Inmediatamente to­do el pueblo ruso se volvió en contra del anteriormente líder providencial; y, en vez de cantar sus alaban­zas, encontraron maneras de ridiculizarlo. Pronto se llegó a exhumar su cadáver de su tumba de ho­nor.

¿Es esta una historia que los autores de El Ma­nual del Ateo pueden creer? ¿O la llamarían le­yenda?

La mentalidad del populacho puede cambiar muy rápidamente. Tal como sucediera hacia uno de los líderes más depravados de la humanidad, José Stalin; como también hacia el más hermoso modelo de la humanidad, Jesús de Nazaret.

¿No recuerdan los miembros de la Academia de Ciencias que ellos mismos cantaron alguna vez ala­banzas a Stalin, y que ellos también cambiaron la tonada?

¿Han olvidado tan rápido cómo protestaron en las calles con lemas de solidaridad eterna con los pue­blos comunistas, los comunistas chinos, rumanos y yugoslavos.

¿Se dan cuenta cuán fácilmente han degenerado la "solidaridad eterna" en contiendas mínimas? ¿Por qué son incapaces de aplicar sus propias amargas experiencias a los eventos de hace dos mil años atrás, re­conociendo que la naturaleza humana es la misma en todas las edades; y que las supuestas contradiccio­nes no existen en los evangelios, sino en las mentes y los corazones de los hombres?

El argumento de que Judas no precisaba dar una señal de reconocimiento a los soldados que habían venido a arrestar a Jesús, es ridículo, incluso pue­ril. Que Palestina sea un territorio muy peque­ño y Jesús haya viajado extensamente por Galilea y Judea, no es razón para creer que su rostro fuera reconocido en todas partes. Las grandes perso­nalidades modernas son conocidas porque sus fotos son publicadas en los periódicos y la televisión, pe­ro en aquellos días esos medios de información no existían. Así que debió haber miles de hombres que habían oído de Jesús pero nunca lo vieron ca­ra a cara.

Los soldados romanos y los siervos de Caifás, el sumo sacerdote, probablemente nunca es­tuvieron muy dispuestos a escuchar los sermones de Jesús; al igual que los oficiales de la policía secre­ta comunista tampoco estarían dispuestos a escu­char a los predicadores de hoy en los países comu­nistas, salvo para fines siniestros. Era natu­ral que alguien proveyera una señal segura de iden­tificación de la persona que iba a ser arrestada. Además, el encuentro fue en la oscuridad de la no­che, con vacilantes antorchas iluminando las caras de una docena de hombres exhaustos, indistingui­bles; y era necesaria una identificación segura.

Los autores de El Manual del Ateo, todos ellos "héroes" en el tiempo de Stalin, los cuales se opusieron a sus crueldades pero teniendo la suerte excepcional de evitar la prisión (ya sea porque no se opusieron a Stalin o porque fueron protegidos por la gracia de un Dios, en quien no creían) ¡Estos mismos autores desvaloran a Jesús por exhibir temor en el jardín de Getsemaní, donde fue arrestado, y de desesperarse en la cruz!

Ciertamente es muy hermoso poseer grandes vir­tudes. Esconder tales virtudes, como los árboles es­conden sus frutos entre las hojas, es todavía mejor. El propósito de Cristo era abrir un camino al cielo para los más débiles, para demostrar que incluso és­tos eran aceptables a Dios. Para construir ese puente no necesitaba mostrarse como un héroe. Si sus actos hubiesen parecido heroicos e inaccesibles en todas las circunstancias, nosotros, hombres me­diocres, y aún menos que eso, nunca lo habríamos tomado como modelo de vida. Por lo tanto, descen­dió al nivel de nuestra debilidad humana, orando en Getsemaní: “pasa de mí este vaso" yclamando en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por que me has desamparado?", para que nosotros, que a menudo nos hundimos en la desesperación y deseamos que el amargo vaso del destino sea apartado de nosotros, encontrásemos en él un fiel amigo de confianza. Esta era la meta del comportamiento de Cristo. Llamarlo cobardía no es justo

El Manual del Ateo habla de algunas contradicciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Así indica que en el evangelio según el Apóstol Juan está escrito que nadie jamás ha visto a Dios; en tanto que en el Antiguo Testamento, el patriarca Ja­cob dice: ". . . vi a Dios cara a cara" (Génesis 32: 30).

La explicación es muy simple. El lenguaje he­breo era muy pobre en tiempos bíblicos y como con­secuencia tenía homónimos. Una misma pala­bra tenía muchos significados. La palabra Dios significaba en aquel tiempo primeramente el Crea­dor de la tierra y el cielo. Esta palabra fue también usada para Cristo. Los seres angelicales son también llamados muchas veces dioses como también los hombres. El creador dice a Moisés: "yo te he constituido dios para Faraón"; y en uno de los salmos se les dice a los judíos como miembros del pueblo escogido: "Vosotros sois dioses". Así que cuando Jacob dijo ". . . vi a Dios cara a cara", qui­so mencionar a seres angelicales; mientras que Juan habla de Dios en el sentido más excelso de la palabra, el Creador del cielo y de la tierra.

¡Pero basta!

El Manual del Ateo contempla a la Biblia desde el punto de vista humano. Desde este ángulo es verdaderamente un rompecabezas. Tomemos un hermoso bor­dado hecho por una mujer; mirémosle del lado opuesto y veremos un zigzag caótico de hilos. Tene­mos que mirarlo del otro lado para encontrar su be­lleza. Por tanto la Escritura no debe mirarse desde abajo, desde el punto de vista de un hombre que se rebeló contra Dios. A través del espíritu, los cristianos tienen comu­nión directa con el mundo invisible. Contemplan las Escrituras desde esta perspectiva; y por tanto, es­tán capacitados para comprender su armonía y pro­fundo significado. También comprenden sus limita­ciones con respecto a comprender la Biblia en lo que se refiere a la revelación de Dios, pero dentro del marco del lenguaje humano.

Se cuenta que cuando Roberto Mo­ffat, misionero en África del Sur, quiso describir un tren inglés a los aborígenes, puso dos rieles de hie­rro en el piso; luego colocó en fila algunos carros de bueyes, uno tras otro, y finalmente colgó una gran tetera en el cuello del buey delantero.

Sin duda, los africanos han ido posteriormente a Europa, viendo un tren verdadero encontraron ridícula la des­cripción de Moffat. Pero, el lenguaje de los africa­nos, no le permitía a este misionero contarles como era exactamente un verdadero tren.

De la misma manera, Dios tie­ne que usar un vocabulario basado en experiencias terrenales al tratar sobre asuntos celestiales y espiritua­les para las cuales no hay palabras adecuadas en el lenguaje humano. Pero aún así, ¡cuán inspirado y edificante es este libro!

Voltaire escribió que en cien años la Biblia sería un libro anticuado y olvidado, hallado sólo en los museos. Pero cien años después de haber escrito es­to, su propia casa estaba siendo usada por la Socie­dad Bíblica.

La Biblia ha sido traducida a 1.300 idiomas, y mi­llones de ejemplares se venden cada año. Pero, ¿quién se molesta en leer a Voltaire?

No cabe duda que, en lo referente a habilidad natu­ral, Platón fue superior a Juan, un humilde pescador; y que Marco Aurelio fue más prominente que Pedro como pensador. Pero hoy en día casi no se lee a Marco Aurelio o Platón; mientras que, dos mil años después, los escritos del Apóstol Juan y Pedro son palabras de vida a los hombres de todo el mun­do.

Los científicos frecuentemente varían en la apli­cación de datos conocidos. Los hechos de la natu­raleza pueden ser malinterpretados. Este libro sa­grado también puede ser malinterpretado y mal aplicado, pero esto no disminuye su valor intrínse­co.

Mis oponentes han escrito cientos de páginas pa­ra refutar la Biblia, un libro prácticamente desco­nocido por ellos.

Si llego a encontrar un hombre, aún no lo conozco. Veo solamente su vestimenta y sus zapatos. De su cuerpo sólo se ve su cabeza y sus manos. Si lo veo desnudo, aún no lo conozco, porque su al­ma permanece en misterio. El texto literal de la Biblia es sólo la vestimenta exterior. Sus alegorías son su cuerpo. Sus verdades espirituales son su al­ma. La hermosura de sus misterios se revela a los amantes de Dios que están dispuestos a abrir sus ojos y corazones a Su Espíritu Santo. Un paisaje hermoso se percibe con el ojo anatómico y se inter­preta con el cerebro. De la misma manera, dice el Apóstol Pablo, las cosas espirituales son discernidas es­piritualmente y son mediadas por el Espíritu de Dios. Volver a Contenido

 

18. ¿ENSEÑA EL CRISTIANISMO SERVILISMO HACIA LAS AUTORIDADES TIRANICAS?

Las palabras de Jesús “ Dad a Cesar lo que es de Cesar" son una prueba suficiente para los autores de El Manual del Ateo para decir que enseñó servilismo hacia lo que hoy llamaríamos un gobernador colonial.

Ahora bien, en primer lugar, Jesús nunca dijo estas palabras a sus discípulos, se las dijo a sus peores enemigos, a los fariseos. La vida de éstos era un escarnio a la religión. Así que les dijo, “Dad a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios". Estaba seguro de que empeñándose en proceder así, sus oponentes pronto encontrarían que si eran complacientes con sus dementes gobernadores (muchos cesares fueron dementes), no quedaría nada para dar a Dios.

Los discípulos de Jesús deben haber entendido bien lo que Jesús quiso decir con estas palabras, las que han sido tantas veces mal interpretadas.

Si alguien ha sido deshonesto y desea arreglar cuentas con aquellos que ha defraudado, en primer lugar debe establecer, haciendo lo mejor que pueda, lo que debe y después pagar. Ahora bien, ¿qué debía un judío a César? ¿Qué debe un checo a Kosygin? Nada.

Aún en Roma, nada pertenecía legalmente a César. Julio César, un general romano victorioso, derrotó la República por la fuerza cuando regresaba de una campaña en las Galias. No era, por tanto, un gobernante legítimo. Fue sucedido por tiranos, de los cuales la mayoría estaba más adaptada a una institución mental que a un trono. Estos tiranos robaron su libertad al Imperio Romano.

Menos aún pertenecía a César en Palestina. Aprovechando una división entre facciones judías, Gayo Pompeyo ocupó por la fuerza este pequeño país y le impuso un régimen de terror y corrupción.

César nunca construyó ni una sola carretera en Palestina. No les construyó una sola casa. No plantó ni un solo árbol. "Dad a Cesar lo que es de Cesar" es una frase revolucionaria patriótica que, en esencia, niega cualquier derecho al usurpador.

Si se le hubiera dicho a cualquier ciudadano honesto en la Unión Soviética, durante la invasión nazi, "Dad lo que es de Hitler a Hitler, y a Dios lo que es de Dios", habría entendido estas palabras de la siguiente manera: "Dad a Hitler una patada y echad fuera sus tropas porque nada le pertenece en la Unión Soviética. Ni siquiera tiene derecho a estar aquí”. Lo mismo se aplicaría a la invasión soviética de Checoslovaquia.

Las autoridades romanas y los sacerdotes judíos, que eran sus títeres, evidentemente interpretaban como yo las palabras de Jesús. La prueba es que no lo consideraron un ciudadano legal del Imperio, sino como un rebelde; y lo crucificaron.

El Manual del Ateo simplemente presenta erróneamente la verdad cuando describe a los autores del Nuevo Testamento como aduladores de las autoridades romanas.

"No contiene acusación contra el gobierno romano", dicen, y agregan: "toda la culpa de la crucifixión se atribuye a los judíos, mientras que Pilato es descrito como un observador pasivo”.

Es fácil hacer esas aseveraciones en un país donde las Biblias son escasas. En Hechos 4:27, leemos: "Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu Santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y los pueblos de Israel”. Un populacho judío, incitado por los sacerdotes, pidió la crucifixión de Jesucristo. Pero Pilato, por su propia iniciativa, añadió crueldad sobre crueldad. Lo sabemos por las palabras "Así que, tomó Pilato a Jesús, y le azotó” (Juan 19:1). El texto implica la depravación máxima de un gobernante romano que se complace en azotar personalmente a un prisionero de cuya inocencia está obviamente convencido. Luego el evangelio dice muy claramente que Pilato lo entregó para ser crucificado.

¿Qué derecho tienen los comunistas en sostener que los primeros cristianos, serviles a las autoridades romanas, describieron a Pilato como un observador pasivo solamente? Bueno, por "derecho" de usurpadores con un monopolio de publicación de libros y la proscripción de los cristianos y de la libertad de responder.

El Apóstol Juan no es el único que acusa al gobernante romano. Todos los evangelistas lo revelan como un cómplice: Mateo escribe: "y (Pilato) habiendo azotado a Jesús, lo entregó para ser crucificado" (Mateo 27:26). Marcos escribe: "Pilato... entregó a Jesús después de azotarlo, para que fuese crucificado" (Marcos 15:15). Lucas cita a Pilato, específicamente, diciendo: "no he hallado culpa en este hombre. . . Le soltaré, pues, castigado" (Lucas 23:14,16).

Los autores del Nuevo Testamento nunca absolvieron a los romanos de su parte en la crucifixión de Jesucristo. Comparten la culpa. Los historiadores eclesiásticos posteriores relataron con fidelidad cómo las autoridades romanas arrojaron cristianos delante de las bestias salvajes y los sometieron a toda clase de atrocidades.

Lejos de ser serviles, como se los acusa, los verdaderos cristianos de todos los tiempos nunca han reconocido tiranos como sus gobernantes legítimos. Tampoco consideraron un deber someterse a ellos. El primer libro contra el cristianismo del que tenemos noticia es “La Palabra Verdadera” de Celso. Está fechado en el año 175 d. C. En él se reprocha a los cristianos por no defender al emperador, luchar por él, ni participar en sus expediciones militares o trabajos. Los cristianos de la Unión Soviética miran a los líderes comunistas como opresores, éstos no recibirán adulación de los discípulos de Cristo.

El Manual del Ateo cita un escrito para demostrar que el cristianismo enseña sumisión ciega a los gobernantes injustos y por tanto es un impedimento al progreso de la humanidad. Aquí se refieran al texto en Romanos 13:1-2: "Toda alma se someta a las autoridades superiores; porque no hay potestad sino de Dios; y las que son, de Dios son ordenadas. Así que el se opone a la potestad, a la ordenación de Dios resiste; y los que resisten, ellos mismos ganan condenación para sí".

Pero este mismo capítulo define lo que quiere decir con "autoridad superior", a la cual se debe obediencia. Sólo merece este nombre quién, como ministro de Dios, da alabanza al que hace bien y castiga al que hace mal (versículos 3 y 4) . Si un gobernante hace lo contrario, si castiga el bien y premia el mal, ya no reconocemos su poder como originado de Dios.

Versículos bíblicos como los anteriores movieron a los cristianos a resistir la tiranía.

En la Edad Media, Savonarola fue quemado en la hoguera porque había dicho: "Nada es más repugnante a un tirano que el servicio a Cristo y una vida cristiana virtuosa. Porque éstos son diametralmente opuestos a sus costumbres".

Cito a continuación una discusión entre María Reina de Escocia y el reformador protestante Juan Knox.

María: "Habéis enseñado al pueblo una religión diferente a la que sus príncipes pueden permitir. ¿Cómo puede esa doctrina ser de Dios, considerando que Dios manda a los súbditos obedecer a sus príncipes?

Knox: "Señora, por cuanto la religión no adquirió fuerza original ni autoridad de los príncipes de este mundo, sino tan sólo del Dios Eterno, así tampoco están obligados los súbditos a moldear su religión según los apetitos de sus príncipes. . . Si toda la simiente de Abraham hubiese tenido la religión de Faraón, ¿qué religión habría habido en el mundo? O si todos los hombres en los días de los apóstoles hubiesen sido de la religión de los emperadores romanos... ¿qué religión podría haber habido sobre la faz de la tierra?".

María: "Sí, pero ninguno de estos hombres levantó la espada contra sus príncipes”.

Knox: "Sin embargo, señora, no podéis negar que ellos se resistieron. Por cuanto aquéllos que no obedecen... de algún modo se resisten".

María: "Empero no resistieron con la espada”.

Knox: "Dios, señora, no les había dado el poder y los medios".

María: ¿Creéis que los súbditos que tuvieren el poder pueden resistir a sus príncipes?".

Knox: "Si sus príncipes exceden sus límites, señora, no cabe duda de que pueden ser resistidos aún por la fuerza. Por cuanto, ¿qué si un padre enloqueciere y tratare de matar a sus propios hijos? ¿No lo agarrarán y le arrancarán la espada o las armas por la fuerza? Del mismo modo, señora, acontece con los príncipes que quisieren matar a los hijos de Dios que les son sujetos. Su afán ciego no es nada sino locura. . . y por eso, arrancarles la espada, atar sus manos y arrojarlos a la prisión hasta que fueren traídos a mas sano juicio, no es desobediencia contra los príncipes, sino precisamente obediencia, porque está en armonía con la voluntad de Dios”.

¿Qué comunista se habría atrevido a hablar así a Stalin?

La Biblia inspiró a Lincoln y Wilberforce a luchar por la abolición de la esclavitud. Marx, en su Capital, reconoce el papel del cristiano Shaftesbury, al introducir leyes que protegían el trabajo en el Reino Unido. Fue un cristiano ruso, el conde León Tolstoi, quién negó cualquier autoridad al zar. Tomás Jefferson, presidente de los Estados Unidos, escribió: "He jurado, sobre el altar de Dios, eterna enemistad contra toda tiranía sobre la mente de los hombres" y "La rebelión contra los tiranos es la obediencia a Dios”.

Lincoln escribió: "Si la esclavitud no es mala, nada es malo”.

Emerson escribió: "Si pones una cadena al cuello de un esclavo, el otro extremo se ajusta a tu propio cuello”.

Las palabras de Emerson resultaron proféticas. El partido comunista soviético ha puesto una cadena al cuello de sus adversarios políticos: primero a la monarquía; luego a los latifundistas, a los capitalistas, a los socialistas opositores, a los líderes racionalistas de la nación rusa y de las naciones oprimidas, los ucranianos, bielorrusos y gruzines. Pero el otro extremo de la cadena se ha ajustado al cuello de los mismos comunistas. El camarada Khrushchev dijo lo mismo en su discurso al Vigésimo Congreso del Partido. Señaló que Stalin liquidó a casi todo el Comité Central en sus infames purgas.

El cristianismo no está a favor de la esclavitud, pero el comunismo sí lo está.

Lincoln dijo en su mensaje al congreso, el 1° de diciembre de 1862: "Al dar libertad a los esclavos, damos libertad a los libres”.

Desde la segunda guerra mundial, las naciones cristianas han dado libertad a todas sus colonias. Por otro lado, el gobierno soviético ha esclavizado a los pueblos bálticos, a los húngaros y a los checos. Los comunistas chinos han esclavizado al Tibet.

Me gustaría recomendar a nuestros amigos ateos que siguieran el viejo dicho: "No hables de sogas en casa de un ahorcado”. Mejor sería que los comunistas no mencionaran la esclavitud. Yo mismo he sido esclavo en un campo comunista.

Pero todos estos argumentos en realidad no son necesarios, porque como de costumbre, El Manual del Ateo se contradice a sí mismo. Para explicar el crecimiento milagroso y la victoria del cristianismo, los ateos que no pueden admitir que Dios estaba obrando en la iglesia, sostienen que hizo prosélitos mayormente entre los esclavos: "porque los esclavos ganaron una posición en círculos cristianos, que no podían gozar en otros”.

En la epístola a Filemón, el Apóstol Pablo urge a un dueño de esclavos a volver a recibir a uno de sus siervos que había huído, no sólo sin infligirle castigos, sino como "hermano amado".

Este era él espíritu del cristianismo primitivo.

¿Por qué entonces no abolieron los primeros cristianos la esclavitud? Eran perseguidos, no tenían poder en el estado. La mayoría de ellos mismos eran esclavos. Sólo poco antes había sido suprimida sangrientamente la gran revuelta de esclavos dirigida por Espartaco, en la cual decenas de miles de esclavos habían sido crucificados. Solamente los necios se rebelan cuando el resultado seguro de su rebelión es la derrota.

Dios apareció sólo una vez en el monte Sinaí, dando los diez mandamientos. La introducción a ellos es: "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. Al presentarse a su pueblo escoge caracterizarse a sí mismo como el liberador de los esclavos, no como el creador del cielo y de la tierra. Este es nuestro Dios.

Nos divierte leer en El Manual del Ateo que las religiones cristianas servían y sirven a las clases dominantes apoyando y consolidando el orden social y político que esta basado en la opresión, la explotación, etc., etc.

Sabemos que no tenemos que preocuparnos por tales acusaciones, porque sabemos que estamos tratando con miembros de la Academia. Con “miopía” característica no saben escribir coherentemente. Así que seguimos leyendo y no nos equivocamos en nuestras expectativas. Veamos lo que dicen los mismos autores en otra parte de su libro: "Los líderes de la reforma tradujeron las Sagradas Escrituras a los idiomas de diferentes pueblos; así se volvió la Biblia por primera vez accesible a grandes masas populares, que sin tardar descubrieron en algunas de sus doctrinas una justificación de su lucha por la igualdad social".

¡Ahí está: "La Biblia justifica la lucha por la igualdad social.” La Biblia enseña esclavitud y sumisión a los tiranos.”¡Dos aseveraciones hechas por el mismo grupo de autores en el mismo libro!

Los miembros de la Academia que escribieron el libro pueden pensar lo que quieran. Sus superiores lo saben mejor. Saben que los cristianos no son serviles a los dictadores. Estos superiores lo han demostrado asesinando a millones de nuestros hermanos y hermanas en la fe y reteniendo en prisión a decenas de miles de nuestros compañeros creyentes.

Los ateos deben cuidarse en mencionar que no hay que inclinarse ante gobernantes crueles. ¿No deificaron a Stalin, al cual ahora denuncian como el mayor genocida de la historia? Los miembros de la Academia de Ciencias no pueden ser muy jóvenes; por tanto, ayer debieron haber estado entre los aduladores de Stalin; o de otro modo, ¡no estarían vivos hoy para denunciarlo!

Yo estuve en prisión bajo Stalin y sus sucesores. ¿No tendría la iglesia subterránea de Rusia más derecho a hablar de oposición a la tiranía?

¿Y qué hay de la deificación actual de otro asesino?: Mao Tse-Tung de la China Roja. Los comunistas chinos, todos ellos ateos, se inclinan delante de él. Más de un millón de cristianos chinos han sido asesinados, prefiriendo morir antes que inclinarse.

Los cristianos verdaderos son y han sido luchadores por la libertad. No tenemos nada que aprender de nuestros amigos ateos en este asunto. Los Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia no tienen campos de trabajos forzados. La Unión Soviética y la China Roja sí los tienen.

Describir a los cristianos como un grupo de aduladores de los tiranos, es caricaturizarlos. Por tanto, lo que refutan los ateos no es el cristianismo, sino una parodia suya. Volver a Contenido

 

19. UN PARAISO CELESTIAL O TERRENAL

El Manual del Ateo cita a Federico Engels, quien dice que la esperanza del cristianismo está en el cielo, en la vida eterna después de la muerte. Según él, el cristianismo no tiene la voluntad para llevar a cabo una transformación social en este mundo.

El movimiento comunista en contraste está dirigido a la liberación de todos los obreros de la tierra. Esto es pura ficción.

No es cierto que el cristianismo tenga sólo una meta celestial. Jesús nos enseñó a orar: "Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. En Juan 3:12 nos recuerda: "os he dicho cosas terrenas..."

En el mismo principio del Evangelio según Lucas, se nos dice que cuando la gente preguntó a Juan el Bautista qué hacer, este no respondió: "Luchad por la vida eterna”. Las respuestas del Bautista eran muy terrenales: "El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo”. A los publicanos dijo: "No exijáis más de lo que os está ordenado”. Y a los soldados no les dijo: "Buscad el cielo”; por el contrario, les dijo: "No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestras pagas” (estas eran más elevadas que las de la población promedio) (Lucas 3:11-14).

Jesús echó a los mercaderes fuera del templo con un látigo. Acusó públicamente a los escribas y fariseos de devorar las casas de las viudas. Dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres” (Mateo 19:21).

El cristianismo tiene también en su programa en este mundo una transformación social. Es un hecho poco común que los mismos miembros del gobierno soviético digan que tienen que alcanzar y sobrepasar el nivel económico de los países con herencia cristiana como los Estados Unidos de América. Así es que probablemente, bajo la sombra del cristianismo llevan una vida más opulenta en esta tierra, pero no así los ciudadanos soviéticos comunes.

En los Estados Unidos y otros países occidentales los trabajadores pueden manejar sus propios automóviles para dirigirse a la iglesia o a los piquetes de huelguistas en demanda de salarios más altos. En las Repúblicas Soviéticas, los trabajadores ni siquiera tienen bicicletas como medio de transporte para asistir a las reuniones comunistas, de las cuales a nadie se le permite estar ausente.

La opulencia y libertad occidentales no han sido obtenidas sin lucha. Sin embargo, si los reproches hechos por Engels al cristianismo fueran justos, estas luchas no habrían tenido lugar. Engels escribió: “Las doctrinas sociales de los evangelios representan una resistencia religiosa pasiva contra la injusticia, una revuelta de rodillas que significa en realidad la justificación de la opresión y, en primer lugar, la justificación del principal mal social de la antigüedad: el esclavismo. El cristianismo no ha sido la ideología de hombres oprimidos que van a una lucha revolucionaria, sino la ideología de hombres oprimidos que han perdido toda esperanza en la lucha y buscan una salida por medio de la oración, en la esperanza de una salvación milagrosa”.

Esto es engañoso. La enseñanza principal del evangelio es que un cristiano tiene que seguir el ejemplo de Jesucristo. ¿Fue Cristo mismo pasivo a la injusticia? ¿Qué pensaban los mercaderes arrojados fuera del templo con látigo, de la actitud de Cristo? ¿Fue resistencia pasiva cuando enfrentó a los sacerdotes y fariseos en su propio templo, llamándolos víboras e hipócritas?

¿Es el cántico de Maria (Lucas 1:46-55), la madre de Jesucristo, un cántico de resignación? Dice que su hijo quitará de sus tronos a los poderosos y exaltará a los humildes. Colmará de bienes a los hambrientos y enviará vacíos a los ricos. Esto no suena como sumisión mansa a los explotadores.

La prudencia enseñó a los discípulos de Cristo a ser pasivos y mansos, cuando no había esperanza de derrocar a la tiranía; pero en el momento cuando las condiciones para ese derrocamiento estaban dadas, cristianos también lucharon.

Cuando los campesinos se levantaron contra los latifundistas en el tiempo de la Reforma, los principales argumentos a favor de su causa fueron religiosos. Sus himnos revolucionarios eran:

Cuando Adán cavó y Eva hiló,

¿Quién era entonces el Señor?

y

Fortaleza fuerte es nuestro Dios,

Bastión que nunca falla.

Cuando el movimiento del proletariado industrial comenzó en Gran Bretaña, el canto de los cartistas era:

Hijos de Britania, aunque fuereis esclavos,

Dios, vuestro creador, os hizo libres;

A todos vida y libertad dio,

Pero nunca, nunca, hizo un esclavo.

Los primeros en organizar la demostración que llevó a la revolución de 1905 en Rusia, no fueron amigos comunistas, sino los trabajadores cristianos.

El cristianismo es tan revolucionario como el comunismo, pero nuestras revoluciones difieren.

Las revoluciones comunistas comienzan con el derramamiento de sangre de sus adversarios, sean estos inocentes o no. Luego, el derramar sangre deviene un hábito, hasta un placer; y finalmente tenemos una tiranía peor que la que ha sido derrocada.

Lenin una vez escribió: "El terror y la Checa son absolutamente necesarios” La Checa mas tarde se transformo en la KGB, la temible policía secreta. El zar Nicolás II jamás habría considerado al terror entre lo indispensable de la política.

¿Cuánta gente asesinó el Zar? ¿Cuántos mató Kerensky? Entonces pregúntate, ¿cuántos asesinó Stalin?

Es muy probable que él mismo envenenara a Lenin, quien le había enseñado la técnica del terror. Posteriormente mató a casi todos los amigos íntimos de Lenin.

Innumerables ciudadanos soviéticos han muerto de hambre y por trabajos forzados en los campos de concentración de la Unión Soviética. El comunismo mató millones de hombres en la China Roja. El terror allí se reconoció aún en la prensa soviética. En Polonia, ejercitando la dictadura del proletariado, Gomulka fusilóproletarios. Las revoluciones comunistas son siempre negativas y destructivas.

Nosotros, los cristianos, somos revolucionarios de manera completamente diferente. Los cristianos usan, ante todo, la espada del espíritu, la cual puede matar el pecado sin matar al pecador.

Por la espada del espíritu, los cristianos han corregido muchos abusos. Donde reina la civilización cristiana los hombres son libres, libres aún de ser ateos. Desafío a mis honorables oponentes a darme un solo nombre de alguien que esté en prisión en los Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania Occidental, etc., por ser ateo. Pero en los países comunistas, millones de mis hermanos y hermanas en la fe han pasado por prisiones y han sido muertos. ¿Quién luchó por la libertad y la obtuvo, los ateos o los cristianos?

Los cristianos no excluyen la necesidad de la rebelión contra la tiranía. Pero cuando los opresores, por sus excesos, los fuerzan a rebelarse, y las circunstancias son favorables, su fin es siempre reemplazar la tiranía por un régimen que favorezca la paz y la justicia; en tanto que Marx abogó por la "revolución permanente", una expresión creada por él. ¿Revolución permanente para qué? ¿La revolución en aras de la revolución? ¿Jamás una meta para ser alcanzada? ¿Ni siquiera una utopía como meta? Esto es puro sadismo.

Los cristianos nunca olvidan que el primer rebelde fue el diablo. No recurren fácilmente a la rebelión, ni aún a la rebelión contra el régimen comunista.

Pero están interesados en los destinos terrenales, sólo que tienen algo más que fines terrenales. Los hombres son como ranas que viven en el fondo de un pozo oscuro, desde el cual no pueden ver nada del mundo exterior. Los creyentes son hombres que, mientras viven en esas condiciones, han escuchado el cantar de una alondra. Y milagro de milagros, ¡han entendido el canto! Éste habla del sol y de la luna, de las estrellas, y de las montañas llenas de árboles, de colinas, y de un mar maravilloso. Tienen fe en este canto. Tienen la seguridad de que existe un paraíso celestial; aspiran a éste y llaman a otros a unírseles, sin descuidar sus deberes terrenales.

Si hay alguien que cree en las posibilidades de la evolución aún más que Darwin, es el cristiano. Cree en un nuevo nacimiento. Cree que una rana puede volverse una alondra. Cree que un ser humano puede hacerse participante de la naturaleza divina; y esto no por un largo proceso, sino instantáneamente, por la fe en Jesucristo.

Creyendo todo esto los cristianos se esfuerzan para que haya justicia en este mundo, pero viven en la certeza de que un día estarán en el paraíso celestial.Volver al contenido.

 

20. ¿HAY UN DIOS?

Hasta ahora, en el presente libro, he seguido el siguiente precepto de Jesús: "Y a cualquiera que te cargare por una milla, ve con él dos”.

Mis oponentes querían seguir un cierto curso de discusión. He ido con ellos. He discutido sus argumentos aún cuando el tema carecía de toda importancia.

Pero ahora quisiera concentrarme en la cuestión principal de la discusión entre ellos y cristianos: ¿Hay un Dios al cuál adorar, en el cuál confiar, el cual nos protege, el cual nos consuela?... ¿o no?

Según el teórico comunista francés R. Garaudv, la totalidad y el absoluto no son Dios, sino "el nombre del hombre”. No hay nada superior al hombre. Los cristianos creen en Dios y en sus promesas de ayudarlos en esta vida y de proveerles de vida eterna. Garaudy escribe: "A nosotros, los ateos, nada se nos promete y nadie nos espera”. ¡Palabras tristes en verdad! A los ateos no se les promete ni siquiera la lealtad de sus propios camaradas. Garaudy, después de haber servido al partido comunista durante toda su vida, fue expulsado de él. Nadie lo esperaba para extenderle una mano amiga o un gesto amistoso cuando se sentía desesperado. Se encontró solo.

Un joven compositor pobre tenía que vivir en un cuarto alquilado. Un amigo lo alentaba: "Cuando mueras habrá una inscripción en el muro de esta casa”. El compositor se entusiasmó: "¿De veras lo dices?" "Ciertamente, fue la respuesta, y agrego: “Habrá una inscripción: CUARTO EN ALQUILER”. Nada más que esto puede esperar Garaudy después de la muerte. Y aún en esta vida, su expulsión del partido solamente hizo lugar para que otro fuese engañado así como lo fue él.

El hombre es dios. Todo el credo comunista anuncia esta creencia.

Teniendo por delante esta fantasía, uno de los poetas clandestinos soviéticos, I Gabai, fue impulsado a escribir los siguientes versos:

CREDO TARDIO DE JOB

Soy mi propio dios. Pero qué dios débil y errático, irracional, loco y frágil.

Quiera Dios prohibir amar a semejante dios

Y ser como él - ¡de ello quiera Dios protegerte!

¿Un dios? – Tal vez un miserable dios violento.

Mas si soy en realidad el "Rostro Cándido",

quiera Dios ayudarte a ser un ateo pacífico;

Ser un dios - quiera Dios de esto protegerte.

Un dios yo soy - pero impotente en el tumulto.

Y por lógica de fronteras pervertidas,

Los museos habitan ahora en los templos,

Y los dioses viven ahora en medio de multitudes inquietas.

Perdóname por mi manía de grandeza;

Más no hay grandeza de Dios en mi destino

De castigarme y perdonarme mis pecados.

¡Perdóname por mi manía de grandeza!

La grandeza de Dios - para castigar -

No desearía a ninguno de mis prójimos;

No me atrevo a desearle tal poder.

Quiera Dios prohibir que te inclines delante de la Deidad,

Para disculparte o absolverte del pecado.

Soy lo que soy, dios - Sólo El es Dios.

Qué enorme arrogancia, qué dolor;

Quiera Dios prohibir que confíes en tu conciencia

Y vivas desafiándola. ¡Quiera Dios prohibirlo!


¿Hay un Ser superior al hombre? ¿Hay un Dios en el sentido usualmente dado a esta palabra, el creador del cielo y de la tierra, el Uno a quien Jesús nos enseñó a llamar nuestro Padre?

En el templo de Jerusalén (así como en muchos templos egipcios y mitraístas) había un lugar santísimo donde sólo se permitía al sumo sacerdote entrar una vez por año, en el marco de una ceremonia impresionante.

En el tiempo de Jesucristo, este lugar santísimo estaba vacío. La así llamada arca del pacto, una caja de madera que contenía las tablas de piedra con los mandamientos de Dios, había sido llevada y escondida siglos atrás por Jeremías en el tiempo del cautiverio babilónico. Cuando el templo fue reconstruido después de la liberación de los judíos de su cautiverio, el arca sagrada no se halló más. No había absolutamente nada en el lugar santísimo.

Este vacío tenía un significado simbólico. La Cabala, un libro “sagrado” de los judíos que contiene sus antiguas tradiciones religiosas (mezclado con misticismo y ocultismo), llama a Dios "Ein" (el no existente). Resultaría raro encontrar en un libro religioso un nombre de Dios con el cual los ateos estén de acuerdo. Pero el significado es bien claro para aquéllos que conocen a Dios. La expresión "Dios no es" se refiere al concepto de que: "El no es en el sentido que consideramos que es”. Sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos.

Feuerbach tenía razón cuando decía que los hombres han creado dioses a su propia imagen. Pero Feuerbach no era original. Dijo esto para desacreditar a Dios.

Pero el Dios que nos creó sobrepasa en mucho nuestro entendimiento. No es lo que nuestra razón pueda comprender.

La teología nos ha dado muchos argumentos de que Dios sí existe. Contra éstos, los adversarios de la religión han traído argumentos contrarios.

No argumentaré. ¿Hay un dios que necesite de alguien para que lo defienda? Dios puede revelarse a sí mismo. No necesitas dar pruebas de la existencia del sol - cuánto menos de su Creador entonces. Hay momentos cuando el sol está cubierto por nubes; aquéllos que deseen verlo tienen que esperar.

Si Dios desea esconderse para ser descubierto sólo por aquéllos que lo buscan ansiosamente, debo respetar su voluntad.

Dios usa la luz para dar vida a todo ser, pero tanto Dios como la luz son invisibles. ¿Quién ha visto alguna vez la luz? En un tubo enteramente vacío de aire un rayo de luz permanece invisible. Lo que llamamos ver la luz es en realidad ver los objetos, el aire iluminado por la luz. La luz en sí misma es invisible.

De modo que uno tiene que descartar los sentidos y la razón para conocer a Dios, aunque la razón puede señalar hacia El.

Se puede observar un propósito en la naturaleza. La semilla sembrada en la tierra extrae de los alrededores exactamente la cantidad de nitrógeno, aire y agua que se necesita para formarse una flor. Se puede ver una finalidad en su crecimiento. Tiene un propósito que lograr. El óvulo fecundado toma de la matriz materna el alimento debidamente necesario para que se forme un bebé. Otra vez e1 logro de un fin. Pero, ni la semilla ni el óvulo pueden perseguir un fin. Éste tiene que venir de un Ser sabio que lo impone a su creación.

Además vemos al hombre adaptado a su ambiente, o no podría haber sobrevivido tantos miles de años. Es decir que, a pesar de los abusos del hombre, vivimos en una realidad que, a veces con nuestros esfuerzos y a veces sin ellos, nos da lo que es necesario para nuestra existencia. Nacemos como infantes, capaces sólo de consumir leche; y poco tiempo antes de nuestro nacimiento se acumula la leche en el pecho de nuestra madre. Conforme crecemos, necesitamos leche más y más espesa; y la leche en el pecho de nuestra madre se ajusta a nuestras necesidades.

Nacemos con pulmones y encontramos aire. Necesitamos agua y nos es provista. Después de varios meses necesitamos el alimento hallado en las verduras y la carne, y el mundo las tiene.

Somos susceptibles de enfermar. Pero sabemos que alguien ha preparado medicinas para innumerables clases de enfermedades en base a hongos, hierbas y minerales de la tierra.

Para cualquier necesidad humana hay una realidad correspondiente que se aplica a esa necesidad.

¿Qué arrogancia o ignorancia nos hace suponer que para una necesidad fundamental: la sed de nuestras almas por un Dios - sed que ha creado tantas mitologías y religiones - no ha de haber una realidad correspondiente?

Un día de otoño, un cuervo habló con una joven golondrina en su primer año de vida. El cuervo dijo a la golondrina: "Veo que preparas un largo viaje. ¿A dónde estás volando?"

La golondrina contestó: "Está haciendo más y más frío aquí. Podría morirme de frío. Vuelo hacia un país más cálido”. El cuervo sabio se burló: "Pero recuerda tu nacimiento. Has nacido aquí hace sólo dos meses, ¿cómo puedes saber que hay un país más cálido para abrigarte mientras hace frío aquí?". La golondrina contestó: "El que ha puesto en mi corazón el anhelo de un clima más cálido no pudo haberme engañado. Le creo y me voy”. Y la golondrina encontró lo que buscaba.

Así es cómo toda alma creyente procede.

El alma humana se convierte en una “barra de hielo” un carámbano (pedazo de hielo) en un mundo sin Dios.

¿Te acuerdas del Homúnculo, el hombre artificial creado dentro de una probeta, en la segunda parte del Fausto? Éste siempre tenía frío. Cuando piensas solamente en ti como un complicado producto de reacciones químicas, sientes frío. Aspiramos a un Padre, fuente de calor, amor y luz. Así como todas las necesidades fundamentales humanas son satisfechas en la realidad, lo es también esta necesidad del alma. Podemos encontrar a Dios. Podemos conocerlo.

Sin embargo, ningún campo de conocimiento se puede investigar sin los instrumentos adecuados. No puedes ver las estrellas a través de un microscopio, o microbios a través de un telescopio. Los hombres que no pueden pensar correctamente llegan a la conclusión de que Dios no existe, porque no lo pueden percibir a través de los sentidos, los cuales son funciones de la vida en la esfera material. Los sentidos no son los medios adecuados para ver a Dios.

Así como la microbiología tiene instrumentos especiales y la astronomía otros, la fe también posee un medio con el que puede ver al Creador. Jesús dijo: "Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios”. ¡Ten un corazón así y lo verás!

Con seguridad el lector entenderá que la palabra ver tiene muchos significados. Veo un objeto material porque los fotones reflejados en él tocan mis ojos. Veo la justicia de una causa sopesando los argumentos en mi mente. Veo el amor de una persona hacia mí por su comportamiento. Cierro los ojos y puedo evocar la imagen de alguien amado. Está lejos de mí. Ningún fotón suyo alcanza mi ojo. Pero veo. Puedo contar mi sueño, mi ensueño, mis fantasías. Una parte de nuestras vidas la vemos de esta manera.

¿Cómo vemos a Dios?

En nuestra imaginación se almacenan imágenes y podemos escoger la imagen que necesitamos como si fuera un álbum. Pero no son sólo imágenes del mundo material que tenemos en esta “caja fuerte”. Mi existencia no comienza el día de mi nacimiento ni tampoco el día de mi concepción. He existido siempre en la mente y el plan de Dios. He venido a este mundo por un corto tiempo como peregrino y extranjero.

He vivido una etapa como un lactante. Tengo dentro de mí las imágenes acumuladas de aquel tiempo como tengo también las imágenes posteriores, excepto que no puedo evocar aquellas de mi etapa de bebe a voluntad. Así que, cada conocimiento de Dios es sólo un reconocimiento. El corazón que ha sido limpiado de pecados, pasiones, errores, temores, preocupaciones y odios puede ver a Dios de nuevo.

Pero tenemos que considerar las palabras "ver" e "imagen" en esta relación, porque se ve una realidad para la que no hay palabras en el lenguaje humano.

Cuando Marco Polo, el primer europeo que fue a la China, volvió y dijo a sus amigos que había encontrado gente amarilla con ojos rasgados y cabello trenzado, lo llamaron "Marco Polo el mentiroso”. ¿Qué medios tenía para probar sus aseveraciones? Solamente podía decir a los hombres: "Id allá donde he estado, enfrentad los peligros que he enfrentado, sufrid las mismas fatigas que pasé… y lo sabréis”.

No puedo convencer a un escéptico de que los virus existen. Él mismo tiene que mirar por el microscopio.

Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios. El problema de conocer a Dios radica en la pureza de su carácter. La verdad última es el monopolio exclusivo de los limpios. Cuando alguien me habla de Dios, a favor o en contra, le pregunto: "¿Cuán puro eres tú para ser considerado de confianza?". Sólo aquellos que son más blancos que la nieve pueden comprender este tema. Volver a Contenido

 

21. ¿QUIÉN ES DIOS?

Puesto que los ateos no aceptan el sacrificio de Cristo en la Cruz que nos limpia del pecado, no pueden ver a Dios. Pero tienen razón al preguntarnos: "¿Ustedes pretenden ver a Dios? Dígannos quién es”. ¡Una pregunta muy importante, tanto para unos como para otros! Los ateos tienen que ser capaces de decir: "¿Quién es éste cuya existencia negamos?" De igual manera los cristianos tienen que dar una respuesta a la pregunta: "¿Quién es Aquél en quien creemos?"

¿Quién es Dios?

De Broglie, el más grande teórico contemporáneo, en su obra sobre problemas de la luz, escribió: "Cuánto sabríamos si supiéramos lo que es un rayo de luz”. El gran biólogo Jacob Von Uexküll escribió: "Ninguno de nosotros sabe lo que es la vida”. ¡Y a nosotros se nos pregunta quién es el dador de la vida y de la luz!

¿Dónde está la dificultad de la respuesta? Cuando preguntas: "¿Qué es la luz?” o “¿que es la vida?" o "¿quién es Dios?", la dificultad no está en las palabras "qué", "quién", "vida", "luz" o "Dios". De algún modo podemos decir lo que significan para nosotros estas palabras. Lo que echa a perder la inteligibilidad es la palabra más pequeña en la frase de la pregunta, o sea la palabra "es". ¿Qué significa la palabra "es"? Si no comprendemos esto, todo el resto permanece enigmático.

Una gran división cruza la cristiandad. Se centra en la palabra "es". Según el Nuevo Testamento, que originalmente fue escrito en griego, en la última cena antes de la crucifixión, Jesús le dio pan a sus discípulos, diciendo: "este es mi cuerpo"; y una copa de vino, diciendo: "esta es mi sangre”. Los católicos y los ortodoxos creen que la palabra "es", en este contexto, sólo puede significar una cosa: que los fieles, en la santa comunión, comen el cuerpo y beben la sangre de Cristo. Cuando los sacerdotes repiten las palabras de Jesús durante la liturgia, un cambio tiene lugar en los elementos. Exteriormente, permanecen el pan y el vino. Los protestantes leen la misma Biblia, pero interpretan de otra manera la palabra "es". Para ellos significa que el pan en la santa cena sólo simboliza el cuerpo de Cristo.

El hecho de que se hayan escrito miles de libros al respecto y grandes instituciones se hayan dividido, demuestra que la palabra "es" no es tan sencilla como parece. Tú, que quieres saber "¿quién es Dios?" o "¿qué es la luz?", dime primero ¿qué entiendes por el vocablo "es"?

Cuando nos preguntamos lo que significa ser, la respuesta es que el ser existe como un devenir, como un evolucionar, como un moverse y ser cambiado. Heráclito dijo: "Parta rhei” (Todo fluye). "No puedes bañarte dos veces en el mismo río”."Tú" no puedes bañarte ni siquiera "una vez", porque en este mismo momento en que estás bañándote, tu cuerpo cambia y también el río.

Las partículas elementales de las cuales el mundo está compuesto, los elementos químicos, así como las realidades espirituales, no son existencias, sino eventos, sucesos. Mientras pronuncio la palabra "hierro", los electrones en los átomos de hierro habrán dado muchos billones de vueltas alrededor del núcleo. Cuando llego a la última letra: "o", el hierro ya no está en el mismo estado en que se encontraba cuando pronuncié la primera letra con sonido: “h”. Descendamos al reino de la microfísica y veremos la importancia de comprender esto. Ninguna partícula de un elemento, en su continua moción, tiene la “paciencia” suficiente de permanecer en su lugar para darme siquiera tiempo de decir que ella "es". Mientras digo: "El átomo es…", éste ya ha vivido una historia tan rica que, en comparación con ella, toda la historia de la humanidad parece poca cosa.

Sir James Jeans dijo: "La materia no es algo que es, sino que acontece”. La materia no es el existir, sino el fluir. Todo - en especial los seres vivientes - esta cambiando y renovándose continuamente.

¿Cómo puede Él, que puede cambiar todo, quedarse inmóvil? Si se permitieran imágenes de Dios y que estas pudiesen proyectar una realidad, la imagen más cercana a la verdad de Dios sería aquella que Miguel Ángel pintara en el techo de la Capilla Sixtina, la cual muestra a Dios volando en la tempestad. En la Biblia, en el libro de Ruth, leemos acerca de las alas de Dios.

Mis opositores dicen que Dios no es. Ellos no saben que destacados cristianos lo han dicho tiempo atrás, aunque dieron a esta negación el significado correcto.

La palabra ser no es solamente un sustantivo, sino también un verbo. Ningún ser creado es algo que pueda ser expresado sólo por un nombre, porque éste evoluciona, se mueve, vive una historia. No se puede aplicar la categoría "es" en el sentido limitado de tener un estado fijo respecto a la creación, mucho menos respecto al Creador. Cuando se dice: "Dios es", se ha dicho muy poco sobre Él. Dios acontece.

Existe un acontecimiento: "Divinidad". Es un inmenso venir y devenir. Su nombre en hebreo es "El', que expresa una relación: "El", significa "hacia"; el movimiento de alpha hacia omega.

La traducción literal de su nombre que reveló a Moisés: "Ehjeh asher ehjeh", es: "Seré lo que seré".

David, el salmista, se preguntó también quien era Dios, y respondió: "Y cabalgó sobre un querubín, y voló: Voló sobre las alas del viento” (2 Sam. 22:11). La Biblia menciona que Dios viaja en seres alados, o más bien en eventos alados; porque tampoco los ángeles "son", sino que "acontecen". Leemos en otro salmo: "El que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento" (Sal. 104.3).

Comparemos estas metáforas, que son una genial anticipación de la concepción científica moderna del mundo, con un motor inmóvil del universo, y descubriremos cuánta razón tiene la Biblia. En Dios no hay variación ni sombra de desviación en cuanto a su carácter fijo de amor. Pero las manifestaciones de ese amor varían a cada momento.

Esto crea la dificultad de contestar a la pregunta: "¿Quién es Dios?", porque derrama su bondad sobre la humanidad en forma siempre nueva. Las llamas de su amor están cambiando constantemente como las llamas del fuego. No se puede hacer realmente el retrato de una persona. Cada persona es una sucesión de muchas expresiones faciales. No se puede realmente enunciar una verdad. La verdad es siempre una cadena completa de aseveraciones sobre un objeto o una persona cambiante.

Por tanto, el hebreo, la lengua en que Dios hizo primero su revelación, no tiene la palabra "rostro", sino sólo la palabra "rostros” (“panim”). Cada persona y cada objeto cambian continuamente su aspecto. Con respecto a Dios, la Biblia usa también este plural "panim”. Él también cambia continuamente sus expresiones de amor y de justicia.

Si se pregunta: "¿Quién es Dios?", miles de imágenes pasan por delante de los ojos como en un calidoscopio, una más hermosa que la otra. Por esta razón se prohibió a los judíos hacerse imágenes.

El idioma hebreo evita la expresión “es”. Jesús, hablando en hebreo o en su dialecto arameo, nunca dijo: "Este es mi cuerpo", sino simplemente: "Este mi cuerpo” En el idioma ruso, como también en el chino, se omiten igualmente el verbo "ser". Si los teólogos hubiesen conocido mejor los idiomas bíblicos, habría una disputa menos sobre lo que Jesús nunca dijo.

Sabemos lo que es Dios, el Alpha, el Creador del cielo y de la tierra. Sabemos lo que será: el "todo en todo”. ¿Qué es ahora?; ciertamente no es un “es”. Dios vuela de un polo al otro.

Los ateos tienen sus argumentos. No podemos decir lo que es Dios, ni podemos decir lo que es el ateísmo. Éste también está en evolución continua. El ateísmo de los antiguos necios de ayer que simplemente negaban a Dios ha pasado por muchas fases para volverse un ateísmo militante, con una superestructura científica que reina en los países comunistas de hoy.

Pero el hecho de que no podamos decir quién es Dios, no agota nuestro pensamiento.

El apóstol Pablo escribió: «las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas” (Ro. 1.20).

Giordano Bruno es el autor de un juego de palabras, en el cual "intelectio" (el intelecto) es: "interna lectio" (la lección interna) que la naturaleza nos da.

Cuanto más conozco lo intrincado de una máquina, tanto más admiro al ingeniero que la concibió. Cuanto más hermoso es un palacio, tanto más respeto tengo por el arquitecto.

La lista de científicos ateos dada por mis oponentes es falsa. Nuestro universo lleva el nombre de Einstein. Este debió haber sabido algo al respecto. Escribe en su ensayo: El Mundo como yo lo Veo, lo siguiente:

“Si se purga del judaísmo de los profetas, y del cristianismo como Jesús lo enseñó, todas las añadiduras posteriores, especialmente las del sacerdocio, nos quedamos con una enseñanza capaz de curar todos los males sociales de la humanidad. Es el deber de todos los hombres de buena voluntad esforzarse en su pequeño mundo personal, para hacer de esta enseñanza, verdaderamente humana, una fuerza viviente en el marco de lo posible. Si hace un esfuerzo honrado a este respecto, sin ser aplastado y pisado por sus contemporáneos, él y la sociedad a la que pertenece pueden sentirse felices”.

En una introducción a su biografía por Bernett, dice: "La vida cósmica de la religión es el motivo más poderoso y noble para la investigación científica de la naturaleza”.

Milner comienza su libro La Relatividad y la Estructura de las Estrellas con las palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.

El biólogo Hans Speman escribe: "Reconozco que en mis obras experimentales tenía a menudo la sensación de un diálogo; y mi compañero me pareció ser el más inteligente de los dos”.

Emmanuel Kant escribió: "Así como una cara es bella porque revela el alma, así el mundo es bello porque a través de él se ve un Dios”.

Hegel, el fundador de la dialéctica moderna y maestro de Karl Marx, pedía a la filosofía que salvara a la religión.

Francis Bacon dijo: "La filosofía estudiada de manera superficial nos aleja de Dios; estudiada en profundidad, nos vuelve a El”.

Hay muchas cosas que impulsan a los científicos a ser creyentes. Admiran la concordancia entre las leyes de la naturaleza y nuestra posibilidad de comprensión por los sentidos, la razón, la intuición y la fe.

Si los incrédulos desean ser lógicos, no deberían ser ateos, sino agnósticos. ¿No existe un Creador? Bueno, entonces el universo es la aglomeración fortuita de iones, electrones, fotones y protones que no está guiada por ninguna sabiduría.

Mi cerebro también es el resultado de esa evolución fortuita, de acuerdo a leyes sin legislador. ¿Cómo es posible entonces que mi cerebro, que no es un órgano inteligentemente creado, puede comprender correctamente tantas cosas en el universo? Stalin dijo que no se conocen todas las cosas, pero que se las puede conocer todas. ¿Cómo es que tengo un cerebro que puede conocer todo? ¿Podrían las lámparas, baterías y alambres unidos sin un diseño preconcebido ser capaces de recibir transmisiones radiales? ¿Se unirían las ruedas y tornillos, palancas y frenos, para formar un auto que se pueda conducir?

El biólogo Max Hartmann habla de "el milagro de la armonía entre el universo y nuestro pensamiento”. De Broglie dice que el simple hecho que la ciencia sea posible es un milagro más grande de lo que podemos imaginar. Einstein escribió: "Lo que es eternamente ininteligible en el universo es que pueda ser comprendido”.

Incluso Voltaire, a quien los ateos consideran erróneamente ser uno de ellos, dijo estas palabras: "El mundo fue hecho con inteligencia. Por tanto fue hecho por una inteligencia... La inteligencia de un Newton viene de otra inteligencia”.

¿Quién puede creer que hay relojes, pero no relojero? Nuestros relojes nos dan la hora según el movimiento de la tierra. ¿Quién hizo este cronómetro?

Otra cosa que llama la atención de cualquiera que mire atentamente a la creación, es el estricto orden en la naturaleza, lo cual tampoco puede ser el resultado del azar.

Uexküll dice: "Leemos en la naturaleza toda una partitura musical”.

El geólogo Cloos escribe: "Oímos la música de la tierra”.

Kant, que se muestra muy reservado respecto de muchas pruebas razonables citadas por la teología para creer en la existencia de Dios, admite la validez de la llamada prueba cosmológica. El orden en la naturaleza indica a un Creador.

Charles Darwin, víctima del estilo de vida mercantilista y utilitaria en la Inglaterra de su tiempo, pensaba que la naturaleza trabajaba también según el principio utilitario. Pero no es así, la naturaleza es la obra de un gran artista y arquitecto con imaginación.

La exquisita hermosura de las plumas de un pavo real no se puede explicar diciendo que se han desarrollado por la acumulación de pequeñas variaciones, porque tienen la ventaja de atraer más fácilmente una pareja. Un cuervo hembra encuentra también una pareja, y la maleza al lado del camino atrae igualmente a las abejas y avispas como los hermosos lirios para su fertilización. ¿Por qué algunos pececillos son tan “inútilmente” hermosos? Bueno, es e1 arte por el arte. ¿Por qué puede hablar un loro? ¿Por qué existen pájaros “campana” cuyo canto es como el repique de hermosas campanillas?

¿Es sólo el capricho de un artista? ¿Y en cuanto a los cuernos del venado? ¿Por qué 1a cebra tiene rayas tan parejas? ¿Por qué cada flor tiene un color diferente?

Nietzsche dijo: "En cada uno de nosotros hay un niño que desea jugar”. ¿No hay algo de niño en Dios que le hace crear todas estas cosas? ¿No pertenece a la esencia misma de la Divinidad que tenga que ser expresada en un niñito nacido en un establo y en un muchachito que juega en las calles de Nazaret?

¿De dónde salen los ángulos precisos y la simetría y belleza de formas en los cristales?

¿Cómo es que en el lejano oriente existe el pájaro sastre, el cual cose su nido de hojas con hilos de algodón tejidos por él mismo?

¿Cómo es que la telaraña sobrepasa la capacidad técnica del hombre? El hilo de telaraña se usa para mediciones de lentes astronómicos. El hombre no pudo producir aún un tipo de hilo superior a este tan fino y durable, y que no cambia bajo alteraciones de la temperatura.

El hombre inventó el radar. Pero lo aprendió del murciélago. Tenemos hoy en día instrumentos ópticos maravillosos, pero ¿cuál de ellos supera al ojo humano?

Sé de un comunista que devino cristiano al observar las delicadas eminencias de la oreja de su bebé. Con seguridad fueron creadas con un propósito. No han podido formarse por un encuentro casual de átomos.

Cómo no ha de creerse en un Creador sabio, cuando aún se sigue investigando el oído humano, donde se unen y extienden 24000 terminales nerviosas para llevar mensajes al cerebro?

Obsérvese cuidadosamente un tallo de trigo. Debe tener más o menos 135 cm. de alto y su diámetro debe ser de no más de 5 mm. Por comparación, imaginemos un edificio de 415 mts. de altura (seria un edificio de aproximadamente 100 pisos), construido además sobre una superficie de un metro cuadrado. Ahora bien, el trigo tiene en la punta un pesado fruto. El viento lo sacude pero éste no se rompe. El tallo contiene un sistema mecánico muy bien ideado. Es todavía un misterio para los hombres cómo es que asciende el agua a la punta de la planta. Necesitamos bombas para proveer agua a los pisos superiores de nuestros altos edificios. No podríamos hacer una cosa tan maravillosa como el tallo.

El físico Urey, descubridor del agua pesada, escribió: "Ni una de las teorías existentes sobre el origen del mundo se sostiene sin la presuposición de un milagro”.

A propósito del agua, observemos sus maravillas. Todos los objetos físicos se dilatan con el calor y se contraen con el frío. Solamente el agua aumenta su volumen si se enfría, y se hace hielo. El hielo, siendo más liviano, queda en la superficie. Éste forma una costra que salva a los peces del frío invernal. Sin esta particularidad del agua, la vida en los ríos sería imposible, y el hombre primitivo que vivía de la pesca no habría sobrevivido.

¿De dónde viene esta excepción? ¿Es pura casualidad o algo ordenado por un Creador sabio?

Dejemos hablar a un renombrado técnico, Werner Siemens:

“Cuanto más penetramos en la esfera de las fuerzas armónicas de la naturaleza, las cuales están reguladas por leyes eternas e inmutables, ocultas a nuestra comprensión total por un grueso velo, tanto más somos impulsados hacia la humildad, tanto más pequeño parece nuestro conocimiento, tanto más crece nuestro deseo de beber de esta inagotable fuente de ciencia y conocimiento. Y en la misma medida crece también nuestra admiración hacia la infinita sabiduría ordenadora que invade toda la creación.”

Es verdad que no podemos decir: "¿Quién es Dios?", pero podemos ver su poder invisible si observamos con cuidado. Las cosas creadas por Él hablan de Dios a manera de un gobernante poderoso y un gran artista. De ellas sabemos que Dios es un Dios de orden.

Jesús, cuando en una cierta ocasión le pidieron sus discípulos que les mostrase al Padre, dijo: "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?. . . el Padre que está en mí, Él hace las obras” (Juan 14:9,10).

Con estas palabras, Jesús nos enseña cómo debemos pensar en su persona; pero también nos enseña cómo debemos pensar de nosotros.

Respetando las proporciones, notemos que cualquiera que me ve a mí o te ve a ti, aunque tú seas el autor de un libro ateo, ve al Padre; porque todos fuimos creados a su imagen y semejanza.

San Gregorio de Nisa escribió: "El hombre es el rostro humano de Dios”. San Macario escribió: "Existe la más cercana relación familiar entre Dios y el hombre”. El hombre –cualquier hombre, sea ateo, criminal o santo – es maravilloso antes que nada por la estructura de su cuerpo. Hasta el mas despreciable de los hombres tiene un corazón que es una maravillosa bomba, la cual ningún ingeniero lograría construir: una bomba que hace circular la sangre 600 veces al día por el cuerpo. En un lapso de 50 años esto ocurre 1.840.000.000 veces sin un solo minuto de interrupción.

Además, el hombre es un ser maravilloso gracias a su alma, una creación sorprendente, casi indefinible. Es tan perfecta que en cierto sentido no necesita el cuerpo. Manifiesta su independencia en la Novena Sinfonía del sordo Beethoven; o en la dedicada vida de Helen Keller, quien, aunque sordomuda y ciega, se transformó en escritora y gran filántropa; o en el hecho de que Pascal, a la edad de nueve años, redescubrió los axiomas de la geometría euclidiana; o en la vida de Mozart, quien comenzó a escribir música a la edad de cinco años.

Pero en el hombre reside también otra estructura maravillosa. Si por su cuerpo que es afín al mundo animal (esto no es algo de lo cual avergonzarse, aunque uno esté científicamente opuesto a la teoría de la evolución) tiene también un espíritu por el cual es afín a Dios.

Mis adversarios ni siquiera reconocerían su existencia, porque no puede ser verificada por los sentidos. ¿Cómo podría hacerlo, si él mismo es el verificador? El ojo no se ve a sí mismo, ni la nariz se huele a sí misma. El espíritu no pertenece al espectáculo sobre el cual actúan los sentidos; es el espectador, y reacciona según su propio gusto a lo que está a su alcance.

Aristóteles dijo: "Si se reconoce en el hombre sólo lo humano, se lo traiciona y se le desea lo malo; porque por todo lo que es esencial en su ser - el espíritu -, el hombre está llamado a algo más alto que la sola vida humana”. Es inhumano ser sólo humano. Es indigno para una oruga ser sólo considerada una oruga; ella es también una futura mariposa. No se nos permite, por consiguiente, degradar al hombre, de quien Jesús dijo: "Dioses sois" (Juan, 10:34). En una semilla hay algo más que la semilla: contiene la flor en potencia.

El hombre es un ser que lleva en sí la imagen de Dios. No les puedo decir cómo es Dios, pero miren al hombre, y verán algo divino: verán la alegría de vivir, el entusiasmo creativo, la profundidad del saber, el gusto por la belleza, la exuberancia de la vida y la habilidad pura de discernir posibilidades y escoger llegar más alto.

¡Qué gran ser es el hombre! Es creado a la imagen y semejanza de Dios porque es también creador de un universo: su propio universo interior. La naturaleza fuera de mí es un remolino hirviente de energía, una multitud de ondas, radiaciones y vibraciones de electrones, protones y partículas elementales; pero la onda que es muda se vuelve audible en el oído, la radiación imperceptible se hace visible en un ojo, y el universo ininteligible se hace inteligible en la mente del hombre.

Fuera de mí existe una realidad. La ordeno yo en cantidad, calidad y causalidad, modalidad y finalidad. Aprehendo esta realidad que parece caótica en una red tejida por mí; y hago de ella un universo ordenado. En mí la naturaleza reconoce su propia belleza. Cuando contemplo una rosa, se vivifica su esplendor carmesí y exhala su fragancia. Si el hombre no existiera, la rosa no tendría valor; sería una mera congregación de átomos.

El único objeto en la naturaleza que conozco íntimamente desde adentro soy yo mismo. En mí hay algo especial: la capacidad de poner orden en el caos, de crear mi propio universo - ya sea benévolo, para darme alegría; o miserable, para que me lleve a mí y a otros a la desesperación. En todas las esferas del conocimiento vivimos por extrapolación. Procedemos de lo conocido a lo desconocido. Si yo mismo soy más de lo que cualquier observador exterior puede ver, ¿no es factible que en el mundo alrededor de mí haya más de lo que aparece en la superficie?

No puedo decirles quién es Dios, pero pueden comprender algo de la Deidad mirando al hombre. Volver a Contenido

 

22. MIRA A JESUS DE NAZARET

¡Mira al ejemplar más excelso, el mejor de la humanidad que conoces, el ser más amado, y verás en él, aunque difusamente, algo del Padre!

Pero hay un hijo de hombre en el cual se puede ver a Dios en un modo especial. Es Jesús de Nazaret – porque no era sólo el hijo del hombre – sino que era Dios hecho carne.

Dios sabe todo, pero había algunas cosas que sabía sólo de afuera - Él se lo permitió así. Un juez puede saber todo el código penal, toda la ciencia de las penitenciarías; y, sin embargo, no ser capaz de juzgar de manera correcta porque nunca ha vivido la vida de un prisionero. Cinco años de prisión, vividos día tras día en la cárcel, es algo completamente diferente a cinco años de cárcel prescritos por un delito en el código penal y pronunciado como sentencia.

Dios no puede mentir, ni sabe por experiencia de ninguna otra infracción del código moral; mientras que estos pecados son el elemento mismo de la vida que nos rodea todos los días. Ni Dios ni los santos ángeles pueden morir. La muerte es para ellos sólo un espectáculo visto de afuera.

Por tanto, Cristo, el Hijo de Dios, se hizo hombre con todos los atributos y limitaciones de la familia humana. Como varón, conoció la tentación de la mujer; siendo un carpintero pobre en una nación oprimida, conoció la tentación de la rebelión e improbidad. Como prisionero que fue azotado y después crucificado, conoció la tentación de la desesperación y del resentimiento. Conoció, sin cometer pecado, tanta abominación que los evangelistas consideraron prudente no relatar lo que paso en su vida entre la edad de los doce hasta los treinta años de edad. Pero registraron que durante los tres años y medio de ministerio público, sus enemigos frecuentemente se ofendieron por su amistad con publícanos y mujeres de vida fácil.

Jesús, el Hijo de Dios, eligió participar de la naturaleza humana con todas sus desventajas y probar la muerte, habilitándose así para ser no sólo el juez justo del hombre, sino también su defensor y salvador. La vida de Jesús y su muerte en la cruz del Gólgota - además de su eficiencia para la salvación del hombre - fue el modo de Dios para conocer personal e íntimamente los problemas humanos. Antes de la experiencia del Gólgota, Dios sabía menos que después. Y ahora, habiéndose identificado con nosotros en la carne, nos comprende mejor y puede perdonarnos mejor. El Reino Celestial se nos ha acercado más.

¿Con qué podríamos comparar esta gran condescendencia del Hijo de Dios?

Podríamos compararla con el intento de Osborn de mejorar las duras condiciones en las prisiones de Estados Unidos haciéndose encerrar en la cárcel y viviendo por muchos años la vida atormentada de un prisionero, todo para prepararse posteriormente para una valiente cruzada. Podríamos compararla a lo que hicieron algunos médicos, que se autoinyectaron microbios virulentos para ayudar a sus prójimos a través de las experiencias así obtenidas.

¡Pero no! Estas comparaciones no nos dicen nada, porque en estos casos un hombre arriesgó su vida por otros hombres, por sus semejantes, mientras que Jesucristo era algo completamente diferente.

Cristo es Dios, y en su perspectiva, nuestro mundo es microscópico. Todas las naciones no son, delante de Él, más que una gota de agua en un balde y un poco de polvo en una balanza. Su gran hazaña puede compararse mas bien con un amor absurdo que un hombre tuviera por unas sanguijuelas malolientes. Tiemblan entre las manos del hombre que desea matarlas. Pero él habría de hacerse un insecto, vivir la vida de un insecto con su propensión a hacer el mal a los hombres y morir la muerte de un insecto para que, habiendo luego recobrado su estado anterior, pueda al final ser juez justo de insectos, protegerlos de sus exterminadores despiadados, defenderlos con autoridad y hacer de ellos bienhechores inofensivos.

Sé que este ejemplo ofenderá a muchos, pero debe haber parecido incomprensible a los ángeles que Cristo escogiera encararse en una especie fea, repugnante y pecaminosa.

Cristo no sólo descendió al nivel del hombre. En el cuerpo virgen de la joven María por medio de un proceso de fertilización que permanece en misterio para siempre, Cristo fue reducido a un mero embrión; recibió alimento de materias orgánicas así como inorgánicas y pasó nueve meses in útero para devenir un bebé, después un joven y más tarde un hombre adulto. ¡Y qué hombre! No fue encarnado en un héroe como Bar Kochbah, ni en un gran iniciado como Apolonio de Tiana, ni en un filósofo como Platón. Para salvar al hombre, Cristo tenía que sumergirse en la materia tan profundamente como la humanidad esta hundida. Por lo tanto, después de haberse sometido a los procesos del desarrollo humano, se volvió un carpintero judío, miembro de una clase social sin cultura. Tenía un vocabulario pobre, a veces tuvo que sostener discusiones a un nivel humillante porque era el nivel de la gente con que debatía. Conoció debilidad, ira, daño y fue puesto al mismo nivel de los criminales.

Estas cosas en Jesucristo que son ofensivas para los hombres, se vuelven, para los que entienden, incentivos mayores para adorar su humildad y su amor insondable.

Y si preguntas a Cristo por qué hizo este sacrificio, contesta con simplicidad majestuosa que “...de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Él dice que el Padre lo envió.

No podemos decir quién es Dios, pero al mirar a Cristo comprendemos algo de su carácter. Vemos que lo que expresa mejor a Dios es el amor, la justicia y la gracia para con la humanidad. Percibimos que tiene ese amor y que este amor le hizo dar a su hijo para que muera por nosotros. Volver a Contenido

 

23. LA CREACIÓN

Pero ¿por qué esta digresión? ¿Por qué tenemos que ver a Dios en la naturaleza, en el hombre, en Jesucristo? ¿Por qué no lo podemos ver cara a cara?

En el Talmud babilónico se cuenta que un emperador pagano pidió a un rabino: "Muéstrame a Dios”. El rabino contestó: "Lo verás con tus ojos bajo una condición: primero tienes que mirar el sol por cinco minutos”. El emperador miró el sol, pero inmediatamente tuvo que bajar la vista. Entonces le dijo el rabino: "No puedes mirar el sol durante un minuto, que es una creación insignificante de Dios. ¡Y sin embargo quieres ver a quien da su esplendor a las estrellas!"

Evidentemente la fe tiene sus dificultades para un intelectual. Ve que en el mundo todo acontece de acuerdo a leyes de la naturaleza. De una cosa se desarrolla otra según leyes precisas, ya que las cosas existentes son el resultado de un desarrollo anterior. Montañas, y valles, y ríos, y seres vivientes no son creaciones en el sentido que se da habitualmente a esta palabra, lo mismo que las estrellas no son creaciones, sino desarrollos de un estado anterior. Algunas estrellas son viejas, prontas a extinguirse, otras están en plena madurez, otras están en su niñez. Estrellas de toda edad coexisten en el universo. ¿Cuándo ocurrió la creación? Se estima en medio millón el número de especies que han desaparecido. Las especies que existen ahora pueden no haber existido siempre. Se sabe que puede haber evolución dentro de las especies. En este contexto, no todo ser viviente es una creación directa de Dios.

La dificultad desaparece cuando consideramos a Dios no sólo como un Ser que ha creado el mundo. Es un Dios viviente y dador de vida. El mueve todo continuamente de acuerdo a leyes físicas que son la expresión de su carácter fijo. Pero esto es tan difícil comprenderlo.

Heráclito dijo: "A la naturaleza le gusta ocultarse”. Esto es aún más cierto de Dios, del cual Salomón dice: "Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad” (I Reyes 8:12).

Cuanto más fino es un ser, tanto más derrama bendiciones, permaneciendo él mismo en la sombra. Así es Dios, y por lo tanto pasa desapercibido. Tenemos que buscar la fuente de nuestras bendiciones. Lutero dice: "Nada puede ser más pequeño que Dios, nada más grande que Dios, nada más corto que Dios, nada más largo que Dios, nada más amplio que Dios, nada más estrecho que Dios”. En otra parte de sus escritos, añade: "Ningún ser puede ser más presente y más central que Dios y su poder”.

Y no observamos a Dios, salvo cuando su Espíritu se mueve; como no observamos el aire, sino cuando sopla el viento.

Es sólo a través de la oración; sólo a través de la pureza que la fe en el sacrificio de Jesucristo te da, que se despiertan los sentidos atrofiados del espíritu y sientes la presencia del Señor. "Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios”, dice Jesús.

Ya ves, tú sí conoces a Dios; aunque no puedas decir a los que no son puros, cómo es Él; porque tú mismo ya no eres, sino devienes. Eres cambiado de gloria en gloria, a su semejanza. Volver a Contenido

 

24. DIOS ES

He visto morir cristianos en la prisión cuyas últimas palabras eran: "Dios es”. ¿Estaban éstos equivocados? Por cierto que no. Yo también querría morir como ellos con esta última afirmación en mis labios.

Vivimos vidas en diferentes niveles. Un científico sabe que todos los objetos materiales son torbellinos de partículas elementales tan distantes una de otra, proporcionalmente, como la tierra del sol. Pero no vacila en sentarse en una silla, sabiendo que es un objeto muy sólido. En cierto sentido, cada muro es un gran vacío en el cual los electrones giran rápidamente en vastas órbitas. Pero, considerándolo en otro nivel, un muro es todo menos un vacío. Se debe tener mucho cuidado respecto a este muro inofensivo. Se puede lastimar la cabeza desagradablemente si se va hacia ese muro con la teoría atómica en mente.

Lo mismo es cierto en la religión. Existe un alto nivel filosófico donde, como explicamos, no se puede aplicar a Dios las palabras "existir" o "ser", porque son demasiado simples. El hace más que existir. Nosotros, los cristianos, tenemos lugar en nuestras mentes para considerar la negación atea de Dios. Pero los ateos conocen la realidad sólo como aparece en un nivel; por eso la conocen de manera falsa, poniéndose en peligro mortal. Hay otro plano donde Dios simplemente existe y es.

Una verdad parcial es cosa muy peligrosa. ¡Con razón valoramos "la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”!

Todo hombre culto sabe que vivimos simultáneamente en el universo de Newton y en el de Einstein, cada uno con sus leyes propias. Los que conocen sólo el universo de Newton no serán capaces de volar a la luna ni de tener energía atómica. Vivimos simultáneamente en un mundo donde podemos no encontrar a Dios, y en otro, que los ateos no conocen, donde Dios simplemente existe, es, y nos permite tener comunión con Él.

Es el mundo del espíritu, de la religión práctica.

Las sillas, los muros, el pan existen y son usados como tales a pesar de las teorías moleculares y atómicas. Del mismo modo, Dios simplemente existe.

En algunas ocasiones, su presencia rompe barreras que hemos erigido contra Él, especialmente en momentos de crisis.

Hay ejemplos que conocemos de la historia; y yo, personalmente, he conocido muchos casos de ateos - sí, de líderes comunistas - que murieron en prisiones comunistas, víctimas de purgas del partido, y que en su último momento gritaron: "¡Dios, Dios!" o "¡Jesús!"

Sería provechoso preguntar ¿de dónde viene esta creencia en Dios en las mentes de millones de hombres durante toda la historia? Los ateos que niegan a Dios, niegan un concepto que existe en su propia mente. El filósofo inglés Locke dijo que no hay nada en nuestro intelecto, excepto lo que ha pasado por nuestros sentidos. Un salvaje en la selva de Nueva Guinea no podría tener en su mente la noción "televisión", porque el objeto respectivo no existe en su mundo. Si la humanidad no había tenido jamás la noción de Dios, ¿cómo podría aparecer tal noción en su mente?

Engels, en sus días, tuvo una respuesta a este interrogante, diciendo que nuestro concepto de Dios es un reflejo fantástico de realidades sociales en nuestra mente. Los cristianos trataron entonces de probar con toda su fuerza que Engels estaba equivocado; que Dios no es un reflejo fantástico, sino que la noción de Él es una exacta visión de la realidad divina. Ha llegado el momento para otra clase de enfoque.

Yo admito que la creencia en Dios es un reflejo fantástico y añado, que sólo lo fantástico es real. Todo el "realismo" que negó que el hombre fuera capaz de volar alguna vez a la luna, o pilotar un submarino bajo el hielo del Polo Norte, o acortar distancias volando en aviones alrededor del mundo en corto tiempo, o lograr la fisión del átomo, o construir casas con gas natural, todo este "realismo" ha probado ser falso. Del mismo modo, el "realismo" de los que viven en el mundo de Dios y afirman con convicción que no existe, está igualmente equivocado. Por otra parte, las fantasías de Leonardo da Vinci, Julio Verne y otros tantos se han tornado realidad. Y los soñadores de sueños que caminan con un Dios al que no pueden ver ni tocar, salvo que desarrollen la facultad de la fe, perciben la realidad que encierra toda la creación.

Sólo lo fantástico es lo real en la ciencia moderna. Niels Bohr pregunta: "¿Hay alguien lo bastante loco como para tener la verdad?"

¿Qué es la ciencia? Es una disciplina que hace que lo fantástico se haga real.

Se ha descubierto que dentro del núcleo de una célula, en el ADN, está contenida una clave en la cual todas las generaciones anteriores han transmitido su experiencia y sus rasgos constitucionales. Ahora bien, este saber tenía que pasar fuera del núcleo al lugar donde se forman las proteínas. Así que, existe en el núcleo una especie de “máquina Xerox” que saca una fotocopia del ADN. Y hay, a su vez "alguien" que maneja esa “máquina fotocopiadora”.

La copia no es absolutamente fiel. Este "alguien" que maneja la máquina es como un hombre que, mientras saca una fotocopia, cubre una parte del documento o añade información especial. Y el ADN pasa estos datos fuera de la célula.

¡Una historia fantástica! Ningún novelista podría haber inventado una mejor. Esta fantasía es la verdad sobre nuestro organismo.

¿Podría la religión ser también un reflejo fantástico? Entonces es el reflejo correcto de una realidad fantástica y de su fantástico Creador.

La mente del hombre tiene una naturaleza dualista. Comprende los hechos y crea fantasías. Si no tuviera fantasías, la humanidad no se habría desarrollado. La civilización es la realización de lo que antes fueron sueños. Yo rechazaría una religión que consistiera sólo de hechos. No podría satisfacer mi naturaleza dualista. Tiene que llenar mi deseo de fantasía, de mito.

Marx y Engels descubrieron hechos, la explotación terrible que existía al comienzo del sistema capitalista. Pero no dijeron sólo esto, porque eran hombres. Después del análisis de los hechos, la fantasía comenzó a actuar: el sueño de una nueva sociedad sin explotación ni guerras y con justicia social. Las fantasías de la ciencia han sido realizadas. Una vida santa, que es fantasía para el que comienza la vida de la fe, es realizada por muchos. Pero la sociedad marxista sigue siendo una utopía. Así que Engels no tenía razón para reprochar al cristianismo por pertenecer a la fantasía - aunque esto signifique un cumplido para nosotros.

Se podrá contestar que es posible imaginar cosas que están más allá de la esfera de la posibilidad. Así uno puede imaginarse una isla que mida una milla cuadrada, toda hecha de diamantes en medio del océano; pero tal isla en realidad no existe. Pero todo lo que se ha imaginado es real. En la naturaleza existen islas,existe el océano, hay diamantes, y existe la dimensión de una milla cuadrada. Ahora bien, se han juntado mal estas realidades, pero se puede sólo imaginar realidades. Del mismo modo, la noción de Dios en nuestra mente se puede asociar con ideas falsas. Puedo creer en un dios del mal, en un dios de forma humana, en un dios tribal o nacional, etc.; pero todo el tiempo estoy tratando con realidades, sea correcta o erróneamente. Dios mismo existe y es lo que es, no lo que consideramos que es.

Engels no necesitaba decirnos que nuestra fe es absurda.

Si Dios pudiera caber en el marco de mi razón, no sería un Dios, sino un ser ínfimo como yo mismo. Un filósofo cuya filosofía pudiese ser entendida por su hija de cinco años, no sería un filósofo. Dios, para ser Dios, tiene que trascender nuestra razón por sus hechos y por su ser.

La atmósfera que respiramos es una combinación de nitrógeno y oxígeno perfectamente adecuada a nuestros pulmones. La distancia de la tierra al sol y de la tierra a la luna es justamente la necesaria para la conservación de la vida, la salud y la felicidad. Los ciclos alternados de lluvia y nieve conserva la tierra fértil. Las mareas conservan las costas limpias y frescas. Existe abundancia de vitaminas necesarias para el cuerpo. Las leyes y las fuerzas de la naturaleza están listas para el uso del hombre. Dios ha llenado la tierra con hermosura y encanto. Hay montañas majestuosas y valles fértiles, altos árboles y alfombras de pasto; existe la luz de la luna, la tranquilidad del desierto, el canto de las aves etc. Todo esto da testimonio de que Dios creó la tierra para nuestro placer.

Si un joven amase a una muchacha y le diera una linda casa con un hermoso jardín, y le dijese: "Todo esto he preparado para ti", la muchacha no tendría duda alguna del amor del joven hacia ella. Esto mismo pasó entre Dios y nosotros. Ha provisto alimentos que crecen para nosotros, y debajo de la tierra hay minerales y petróleo para herramientas y combustible. Todo esto es evidencia de que Dios ha provisto para nuestras necesidades; y por tanto de la existencia real de Dios.

Considérense las abejas que organizan una ciudad con 10.000 celdas para la miel, 12.000 celdas para las larvas, llenas de miel, y un lugar para la reina madre. Cuando las abejas advierten que el calor aumenta y que la cera podría derretirse y la miel perderse, organizan el enjambre en escuadras, ponen centinelas en las entradas, pegan las piernas al suelo, y entonces, con alas vibrantes, crean de este modo un sistema de ventilación para enfriar la miel - algo así como un ventilador eléctrico. Las abejas recolectan miel de un área de 54,5 kilómetros cuadrados. Ahora bien, ¿cómo puede el pequeñísimo cerebro de una abeja hacer tales maravillas, si no lo dirige una mente tal como la mente de Dios?

Un grupo de científicos en Chicago hizo un experimento. La hembra de una polilla de una especie muy rara fue puesta en un cuarto. A seis kilómetros y medio de distancia se soltó un macho de la misma especie. A pesar del humo de la ciudad, a pesar de la distancia y a pesar de que la hembra estaba en un cuarto cerrado, se encontró a la polilla macho batiendo las alas contra la ventana del cuarto donde la hembra estaba encerrada en pocas horas. Expliquemos una cosa semejante sin un ser inteligente -un Dios- que haya creado estas cosas.

Hay unos peces que ponen sus huevos en los fiordos de Noruega, y de estos huevos viene una generación de peces que, de algún modo, encuentra su camino, a través del océano, al Mar Caribe. Cuando llega el tiempo de desovar, esta nueva generación de peces vuelve a su vez exactamente a los mismos fiordos de donde han venido sus padres. Un hombre tiene que aprender durante unos veinte años para ser capitán de un buque y viajar por el Océano Atlántico. ¿Quién entonces enseñó a viajar a estos peces?

Cuando estábamos en prisión, las golondrinas hacían sus nidos en nuestras celdas, y cada otoño abandonaban nuestro país. Pero estas mismas golondrinas volvían más tarde de tan lejos, como Mozambique, a nuestra prisión en Rumania, exactamente a la celda número 12 que habían abandonado medio año antes.

Para los que tienen los ojos abiertos, la sabiduría y el poder de Dios se revelan en un millón de maneras.

¿Existe Dios? La pregunta ni siquiera debería ser hecha.

Cada vez que utilizamos la forma sujeto-predicado, el predicado está incluido en el sujeto. Dios es el ser ideal, la suma de todas las cualidades más excelsas, son el amor, la bondad, la justicia, la omnipotencia, etc. Si tiene todas las perfecciones (las que debe tener, de lo contrario no sería Dios), debe tener existencia, también. Un Dios inexistente no sería la suma de la perfección. El preguntar: "¿Hay un Dios?" es equivalente a preguntar: "¿Existe lo existente?"

Dios es. Con esta convicción vivo y con esta convicción espero morir. Uso la expresión “Dios es” sólo porque estoy tratando con ateos. Si no, no tiene sentido, así como no tiene sentido una tautología tal como: "Todos los solteros son varones”, pues cuando se ha dicho "soltero", ya se ha dicho "varón". De igual modo cuando se ha dicho "Dios", su existencia está implícita.

La oración simplemente existe. ¿Cómo la obtuvo la humanidad? ¿Dónde se originó este fenómeno? En ninguna parte. Los hombres han filosofado siempre sobre Dios y continuamente han buscado comunión con Él. Tanto la filosofía como la religión práctica han sido a veces primitivas, a veces terriblemente falsas, pero existían.

Soldados soviéticos, educados en escuelas ateas, oraban en el frente de batalla. Antiguos miembros del Partido Comunista, víctimas de las purgas en tiempo de Stalin, compartían la celda de prisión con nosotros y nos contaron que oraron en momentos difíciles.

Los hombres oran. He conocido a un orador ateo que rogaba a Dios que le diese éxito en sus discursos ateos los cuales eran su medio de ganarse la vida.

Consciente o inconscientemente, los hombres buscan la comunión con Dios, el cual existe, el cual es, al cual se puede encontrar. Y si persisten, lo encuentran. Volver a Contenido

 

25. LA PROFECIA

Los autores de El Manual del Ateo niegan que la profecía sea posible. Descartan las profecías en el nombre de la ciencia. ¿Cómo es posible entonces que Sir Isaac Newton, un científico, el hombre que fue llamado "el padre de la razón", ha escrito un libro titulado Observaciones de las profecías? Es el que proveyó la primera cronología científica de Jesús.

Pero en lugar de discutir si la profecía es posible, analicemos los hechos. Los hechos probados hablan por sí mismos. ¿Hay hechos que indiquen que las profecías se han cumplido? Incluso un conocimiento superficial de la Biblia revela cientos de profecías hechas realidad y otras realizándose delante de nuestros ojos.

Primero están las profecías sobre Jesucristo, que es el gran personaje de la Biblia.

En la Biblia se profetizó que Cristo sería descendiente de Abraham y que pertenecería a la tribu de Judá. El profeta Miqueas predijo, siete siglos antes del suceso, que Cristo habría de nacer en la ciudad de Belén. Más o menos al mismo tiempo, Isaías contó del ministerio y sufrimiento de Cristo y dio un resumen de la historia de su vida. El profeta Zacarías predijo que Jesús entraría en Jerusalén humildemente, montado en un pollino. El salmo 41 predijo su traición por uno de sus discípulos. Zacarías contó cuánto dinero recibiría el traidor por su traición y lo que pasaría con el dinero. El hecho de que se azotaría y escupiría a Jesús también fue predicho.

Unos cinco siglos antes de Cristo el profeta Zacarías escribió que la gente iría a observar al que acababan de destrozar. David indicó que tanto sus manos como sus pies serían traspasados. También se predijo su resurrección.

Concedido que algunas de estas profecías podrían ser ridiculizadas y puestas en duda, diciendo que su "cumplimiento" fue simplemente arreglado por Jesús y sus seguidores, como por ejemplo su entrada a Jerusalén montado en un pollino, o su grito en la cruz: “Tengo Sed”. Pero ¿se propusieron los soldados romanos deliberadamente cumplir la profecía contenida en el salmo 22:18: “Partieron entre si mis vestidos y sobre mi ropa, echaron suertes”? ¿Qué sabía o qué le importaba a un soldado romano las profecías bíblicas? Sin embargo, todos los cronistas de la crucifixión contaron en detalle que los soldados echaron suertes por su vestimenta añadiendo Juan el detalle de que el manto sin costura era demasiado precioso para ser despedazado y repartido entre los cuatro soldados.

¿Y qué del más grande suceso de todos: la resurrección de Jesús después de la muerte? ¿Podría haber Jesús puesto esto en escena?

Aunque hubiese sido un gran impostor, como los ateos gustan alegar, ¿habría podido arreglar, bajo los ojos vigilantes, tanto de romanos como de judíos, para no morir en la cruz, no tener sus huesos quebrados, junto con dos ladrones a su lado (en cumplimiento de otra profecía explícita), o no morir en la tumba sellada y cuidada? Y si hubiera podido hacer todo esto, ¿habría podido depender de sus asustados y cobardes discípulos para abrirse paso a través de una tropa de soldados, apartar la piedra sellada y liberarlo sin obstáculo? Esto es inimaginable.

Mommsen, el conocido historiador del Imperio Romano, llama a la resurrección del Salvador el hecho mejor comprobado de la historia romana. Difícilmente podría haber sido puesto en escena por los hombres. Fue el cumplimiento de una profecía. Volver a Contenido

 

26. PROFECIAS SOBRE EL PUEBLO JUDIO

"No hay profecía", dicen. Los que llamamos profetas no eran más que hombres inteligentes y por eso capaces de predecir ciertos sucesos.

Según El Manual del Ateo, los genios más grandes de la humanidad fueron, Marx, Engels y otros parecidos. En su mente tenían lo que el Manual del Ateo considera el medio más poderoso para comprender los sucesos políticos y sociales, es decir, el materialismo histórico.

Marx escribió un libro llamado La Cuestión Judía. Obviamente tenía el potencial con el que el materialismo histórico dota a un pensador. ¿Cómo es que él, viviendo en la segunda mitad del siglo XIX, no tenía idea de que los judíos, por entonces esparcidos entre las naciones, retornarían a su tierra y tendrían su propio país? Lenin vivía en el siglo XX. El movimiento sionista ya existía y se hacía más y más fuerte. Lenin, “el gran genio de la humanidad”, no consideró en absoluto posible que los judíos se reuniesen en su propia tierra, ni tampoco, como agudo observador de todo en lo concerniente a la vida política, armado con la “poderosa arma del materialismo histórico”, mencionó siquiera a los sionistas. No tomó en cuenta este movimiento ni esperaba que triunfara.

Stalin escribió un libro titulado La Cuestión Nacional. En este libro, escrito antes de la primera guerra mundial, el que fue declarado por los ateos como el más grande genio que la humanidad haya tenido o tendrá jamás, ni siquiera reconoció a los judíos como nación porque el pueblo judío no cabía en su definición de una nación.

Pero la nación judía, en su desarrollo, pasó por alto tanto el antisemitismo del libro de Marx como el hecho de que fuera ignorado en el libro de Stalin. Los judíos crearon un Estado, cumpliendo lo que fue predicho en un libro muy diferente, el libro que los ateos desprecian más que ningún otro: la Biblia.

Federico el Grande, Rey de Prusia, una vez pidió a su capellán: "Dame una prueba segura de la inspiración de las Sagradas Escrituras”. El capellán respondió: "Es el judío, vuestra majestad”. Los judíos y su historia milagrosa son otra prueba de la verdad en la profecía bíblica.

Extrañamente, varios de los autores de El Manual del Ateo son judíos, cumpliendo así una profecía bíblica de que algunos judíos serían una maldición para todos los pueblos. Pero también hay judíos que luchan contra el ateísmo y divulgan el conocimiento de Dios, cumpliendo así también otra profecía en la misma Biblia, que dice que un remanente en Israel se volverá en los últimos días a su Salvador Jesucristo y será una gran bendición.

Las profecías sobre los judíos comienzan con una promesa hecha a Abraham, el primer judío, hace unos 4.500 años. Escúchala: "Y haré de ti una nación grande”.

El mundo cristiano lleva el nombre de un judío, Jesucristo. El campo comunista lleva el nombre de otro judío, Marx. El universo, como totalidad, lleva el nombre de otro judío más, Einstein. Más del sesenta por ciento de los ganadores del Premio Nobel son judíos, entre ellos, el lamentado escritor soviético Boris Pasternak. Los judíos jugaron un tremendo rol en la revolución comunista; nombres como Trotsky, Zinoviev, Kamenev. Lenin era mitad judío. Los judíos juegan hoy un gran papel en la lucha antigubernamental en la Unión Soviética. Litvinov, el escritor Daniel, Krasnov-Levitín, y otros luchadores por la libertad que han sufrido prisión, son judíos. Los judíos son activos en la vida política y económica de los Estados Unidos y muchos otros países. Mantienen posiciones gubernamentales en muchas naciones occidentales. El judío Teller es llamado "el padre de la bomba nuclear."

El Dr. Sale Harrison en su libro El Judío Notable, escribe: "Nadie dudará de que los judíos de hoy día retienen los cofres de dinero del mundo. Donde han ido, han devenido los magos de las finanzas”.

Basil Mowll dice en su libro Luz Bíblica en los Eventos Presentes: "Un cómputo cuidadoso de los catedráticos universitarios de Europa occidental, fuera de la Gran Bretaña, antes de la primera guerra Mundial, demuestra que cerca del setenta por ciento eran de nacimiento y convicción judía”.

El idioma hebreo es el único idioma antiguo que ha sido revivido y se habla actualmente en Israel. Esto no sucedió con el latín, griego clásico, eslavo, irlandés, galés, ni ningún otro idioma antiguo.

De ese modo se cumplió la profecía: Una pequeña tribu beduina ha devenido una gran nación, grande bajo todo aspecto, para bien o para mal. Aún Iaroslavski, el fundador de la Asociación Internacional de los Ateos y el gran líder de este movimiento, era judío.

La profecía continúa: "Serás bendición”. Quienquiera que se sienta “bendecido” por el comunismo, se lo debe al judío Marx. Quienquiera que se sienta “bendecido” por el capitalismo, se lo debe a los judíos, que tuvieron un papel preponderante en la creación del sistema. Quienquiera que se sienta bendecido por el cristianismo, se lo debe a un judío: Jesús.

La palabra de Dios dice también en el mismo capítulo: "Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré” (Génesis 12:3). Es un hecho simple que la historia ha favorecido a los amigos de los judíos. Cuando España expulsó a los judíos, el sol se puso en su imperio. La Rusia de los zares perseguía a los judíos y obtuvo su recompensa. Lo mismo pasó con la Alemania de los nazis. Los países donde los judíos son libres gozan también de libertad.

Mucho después de los días de Abraham hubo predicciones de que los judíos serían dispersados entre las naciones. Hoy en día hay tres razas dispersas: los gitanos, los armenios y los judíos; pero son los judíos quienes están mas ampliamente dispersos. Hay pocos países sin judíos.

Jesús predijo la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar el año 70 d.C. El profeta Óseas profetizó: "Mi Dios los desechará, porque ellos no lo oyeron; y andarán errantes entre las gentes” (9:17). Y así fue. En Deuteronomio 28:37 está escrito: "Y serás por pasmo, por ejemplo y por fábula, a todos los pueblos a los cuales te llevará Jehová"; y así se cumplió. Es una manera común de burlarse decir "Judíos sucios”.

Más tarde, otra profecía predice la reunión del pueblo esparcido de Israel: "Y os tomaré de las gentes, y os juntaré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país" (Ezequiel 36:24).

Los judíos son únicos al haberse mantenido segregados mientras estaban esparcidos por el mundo entero. Dondequiera que se encuentre a un judío, es un judío. No es un ruso judío, sino un judío ruso. Los judíos permanecen judíos aunque no tienen fuerza que los concentre y ningún gobierno central visible.

Pero el retorno de los judíos a Palestina fue anunciado también; y esto sucedió delante de nuestros ojos. La tribu del Libro, la del pie errante, la del corazón hastiado, tiene de nuevo su patria.

La Biblia dice en reiteradas ocasiones que Dios tiene la intención de que los judíos permanezcan como un pueblo único - y lo son realmente.

Los orígenes de otros pueblos están envueltos en leyendas y mitos. ¿Puede alguno decir quién fue el primer ruso? ¿O quién fue el primer alemán o turco? Pregúntese a un judío quién fue el primer judío, y sin vacilar responderá: "Abraham”.

Los judíos son únicos como testigos de la autenticidad de los anales bíblicos. Su dispersión es única entre las naciones. Igualmente único es su desarrollo. Son sólo el 0.5% de la población mundial, pero cuán desproporcionado es su sufrimiento, también su liberación, y su retorno a su propio país; son únicos porque toda su historia ha sido predicha. Dios dijo por medio de Moisés: "Y a vosotros os esparciré, y desenvainaré espada en pos de vosotros: y vuestra tierra estará asolada y yermas vuestras ciudades" (Levítico 26:33). "Y Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las gentes a las cuales os llevará Jehová" (Deuteronomio 4:27).

Son el único pueblo que no ha podido ser destruido por sufrimientos únicos. Los faraones egipcios, los reyes asirios, los emperadores romanos, los cruzados, los inquisidores y los nazis han usado contra ellos la expatriación, el exilio, la cautividad, la confiscación de bienes, la tortura y la masacre de millones, cualquiera de estos métodos habría quebrado la resistencia de cualquier otro pueblo, pero los judíos perduran.

Dios prometió que reuniría a los parias de Israel y juntaría los dispersados de Judá de los cuatro extremos de la tierra. Esto fue dicho por Isaías (Is. 11 u. 12), quien vivió 700 años antes de Cristo y cerca de 800 años antes de la dispersión de los judíos y de la destrucción de Jerusalén. ¿Cómo pudo saber él que los judíos serían dispersados y luego reunidos de todos los continentes?

Muy pocos de los judíos que retornaron a Israel son religiosos. La mayoría de ellos no conocen las Escrituras ni las profecías, y aquellos que las conocen, muy pocos tienen fe en ellas. Pero han vuelto allá, puede decirse por un impulso ciego, como los pájaros que son atraídos al sur durante el invierno; o en otras palabras, el poder de Dios los dirige para que su Palabra se cumpla.

En otra importante profecía, donde se menciona el regreso de los judíos a Palestina, se dice qué vendrán por dos métodos distintos (Jeremías 16:16).

Dios enviará "pescadores" que los "pescarán"; y el movimiento sionista "pescó" muchos miles de judíos con el cebo de una patria que les perteneciera.

El mismo versículo dice también que Dios enviará muchos "cazadores" que "cazarán" a los judíos. El antisemitismo en el mundo entero, especialmente bajo Hitler, ha "cazado" a los judíos, llevándolos a Palestina.

Otra profecía sorprendente sobre los judíos se refiere a su retorno a Cristo. Esto también está en el proceso de cumplirse.

Hagamos una pausa para observar que los comunistas también hicieron profecías, pero éstas no se cumplieron. Engels profetizó en una carta a Sorge del 10 de septiembre de 1888 que en un lapso de 10 años los Estados Unidos anexarían el Canadá. Paso un siglo y no hay señal de esa eventualidad.

El camarada Kruschev profetizó en 1958 que, en un lapso de 5 años, Rusia alcanzaría y sobrepasaría el nivel material de los Estados Unidos. Ahora estamos en 1975 y la Unión Soviética sigue importando trigo de América.

Los hombres no especialmente dotados por Dios no pueden vaticinar el futuro.

Nuestros amigos ateos han profetizado la solidaridad entre las naciones comunistas y ahora tenemos la disputa con la China comunista, Yugoslavia y Rumania. Una profecía fidedigna es el privilegio exclusivo del Espíritu Santo de Dios autenticada en la Palabra de Dios, la Biblia. Volver a Contenido

 

27. PROFECIAS SOBRE LOS DIAS POSTREROS

El Manual del Ateo rechaza la profecía con estas palabras: "Numerosas profecías bíblicas se han hecho cuando los sucesos predichos ya habían ocurrido. Los textos respectivos han sido incluidos en la Biblia post factum, es decir, después de la consumación de los eventos respectivos”.

Ahora bien, ¿esperan de veras nuestros amigos ateos que creamos que la victoria de Israel en la historia, el izado de la bandera sionista en la Casa Parda de Hitler en Nuremberg y la restauración del Estado judío -todos sucesos del siglo XX- han sido añadidos sólo ahora en la Biblia? ¿No comprueban los rollos del mar Muerto, que datan del siglo antes de Cristo, la gran antigüedad de las profecías? ¿No contienen los manuscritos del Nuevo Testamento la predicción del pescador Pedro de que los elementos habrán de derretirse con un gran calor presagiando de ese modo la destrucción nuclear?

Hace 3000 años, las guerras mundiales no eran posibles ya que no existía comunicación intercontinental, excepto en escala muy primitiva. Pero el profeta Jeremías, que vivió unos 600 años antes de Cristo, predijo guerras mundiales. No sabía que América, Australia o el Japón existían, pero escribió sobre “espada traigo sobre todos los moradores de la tierra… He aquí que el mal sale de la gente en gente… Y serán muertos de Jehová en aquel día desde un cabo de la tierra a otro cabo” (Jeremías 25: 29-33).

La predicción se cumplió después de 26 siglos. Cientos de miles de hombres fueron muertos en una guerra que se extendió desde el Japón hasta Rusia y Francia; una guerra en la que gente como los americanos, y chinos, y rusos, y alemanes y judíos murieron todos. Y estos hechos son los presagios ominosos de la próxima conflagración mundial.

Jesús dijo de los postreros días: "Porque habrá entonces grande aflicción, cual no fue desde el principio del mundo hasta ahora, ni será" (Mateo 24: 21). Y así es. Jamás en la historia de la humanidad hubo tanta tribulación como la creada por los hornos crematorios, las cámaras de gas de los nazis, y los asesinatos en masa de Stalin o Mao Tse-tung.

Cuando Cristo dijo: "Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva", en este momento no existía ningún medio de destrucción que pudiese poner en peligro a toda carne. Los hombres tenían flechas y espadas. Nadie podía poner en peligro a la humanidad en pleno. Ahora los instrumentos de destrucción total están disponibles.

Pero, ¿por qué ir tan lejos? El mismo comunismo es el cumplimiento de una profecía. Es como el gran Anticristo predicho en las Escrituras: "Y le fue dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente”.

Otro profeta ha descrito poderes como los del comunismo. Dice que aumentan su deseo como el infierno, y son como la muerte, y no pueden estar satisfechos hasta reunir a todas las naciones y amontonar a todos los pueblos.

Nosotros, los cristianos, encontramos irracional esta ambición. ¿Fue feliz Stalin cuando impuso su voluntad a mil millones de personas y fue aclamado como el genio supremo? Su esposa se suicidó. Puso en prisión a miembros de su propia familia. No tuvo confianza en nadie, ni siquiera en sus camaradas más cercanos, y con muchísima razón.

Sus secuaces más próximos esperaban su muerte para denunciarlo como criminal. Kruschev dijo que Stalin exclamó una vez: "¡No tengo confianza ni en mí mismo!"

Hay una historia sobre un hombre rico que estaba muy enfermo. Se le dijo que mejoraría solo poniéndose la camisa de un hombre feliz. Así que mandó a sus sirvientes para que encontrasen a un hombre feliz, y comprasen su camisa a cualquier precio. Pero los sirvientes no pudieron encontrar un hombre feliz. Todos envidiaban la felicidad de los demás o deseaban más de sus posesiones, o se consumían de ambiciones irrealizables. Después de mucho buscar, encontraron finalmente a un leñador con el torso desnudo, que hacía su duro trabajo cantando feliz. Le preguntaron: "¿Eres feliz?" Su respuesta fue: "Perfectamente". Entonces se le ofreció mucho dinero por su camisa. Desafortunadamente, no la tenía.

La felicidad no consiste en el dominio del mundo, sino en la unión con Dios. Nuestros amigos comunistas no conocen este secreto. Por lo tanto tienen vastas ambiciones, pero nunca están satisfechos y se alejan más y más de la utopía que afirman estar creando.

Nuestros amigos ateos se quejan a menudo del lento progreso de su causa en la Unión Soviética. Les podemos asegurar: ¡han de tener éxito! El anticristo, para quien preparan el camino ha de gobernar el mundo. El comunismo ha de triunfar por lo que en la historia es un corto tiempo.

Pero al final Jesús volverá. Estará de pie sobre el Monte de los Olivos en Israel. La Biblia dice: "Todo ojo lo verá”. Esto también debió haber parecido incomprensible cuando el evangelista Juan lo escribió. Cómo podía alguien estando en España o en África del Norte haber visto ascender a Jesús desde el Monte de los Olivos y como podrían verlo descender de igual manera.

Bueno, la televisión prueba que la profecía de la Biblia es verdad. El mundo entero presenció los juegos olímpicos. El mundo entero presenciará también el retorno de Cristo. Entonces, “en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:10-11).

El día bendito vendrá cuando la autoridad esté en manos de Jesucristo después de su retorno a la tierra, y, bajo su gobierno total, nuestro pobre planeta estará libre de sus pecados y de sus penas.

Antes de este momento tenemos primero que pasar por catástrofes terribles. Entre las señales de las calamidades que se aproximan están las muchas conferencias de paz y limitación de armamentos que también se predicen en la Biblia: "Que cuando digan, Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, como los dolores a la mujer preñada; y no escaparán” (I Tesalonicenses 5:3).

Cuando el apóstol Pablo escribió esta profecía, los hombres no disponían de medios para la destrucción repentina de la tierra. Esta no se podía llevar a cabo con espadas y lanzas. Ahora las naciones disponen de armas nucleares.

La profecía se torna excepcionalmente importante en estos días. Jesús había dicho que los gentiles dominarían Jerusalén "hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos". El hecho de que en 1967 los judíos hayan ganado la soberanía total de Jerusalén y de Palestina, podría ser una primera señal de que los tiempos de las gentes (los gentiles o no judíos) – es decir el tiempo cuando los gentiles puedan unirse a la Iglesia de Cristo, y de este modo ser salvos por la eternidad – llegue a su fin. Es sumamente urgente que la gente crea en Cristo y venga a Él cuando todavía hay tiempo. Es una maniobra satánica que justo en esta época El Manual del Ateo propague la duda en cuanto a la validez y existencia de la profecía.

En su intento, este libro es el trágico cumplimiento de una profecía bíblica: "la palabra de la cruz es locura a los que se pierden..."

Nuestros oponentes ateos visitan a menudo las iglesias ortodoxas para saber sobre su objetivo. A veces hacen una oración silenciosa. Allí también escuchan himnos antiguos que contienen un profundo sentido espiritual.

Los cristianos no dudan jamás de las profecías bíblicas, porque ven que muchas se pueden aplicar a ellos y a sus vidas. Cuando nos convertimos a Cristo encontramos que esto fue profetizado hace mucho tiempo. Leemos en la Biblia que Dios nos ha elegido antes de la creación del mundo para pertenecer a Cristo Jesús. ¡Qué alcance más grande tiene esta profecía del pasado!

Luego encontramos profetizado nuestro futuro: "Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Así que sabemos cuál es el significado de nuestra vida y que la bondad divina está preparada para nosotros. Volver a Contenido

 

28. ¿QUIÉN HIZO A DIOS?

Existe un Dios. Podemos tener comunión con El. Se ha revelado por medio de los profetas y de su Hijo Jesucristo.

La naturaleza es como un banquete. Hay plátanos y melones, y tomates y trigo. Pero no puede haber banquete sin cocinero. Tampoco puede haber un mundo sin Creador. Este es el mejor argumento de la existencia de Dios.

Pero nuestros oponentes tienen el derecho de contestar con otra pregunta. Si todo tiene que tener una causa, y ustedes llaman Dios a esta causa, Dios también tiene que tener una causa. ¿Quién lo creó? Sería un subterfugio evadir la respuesta diciendo que la pregunta es blasfema. Yo la encuentro muy legítima. Yo también hice la misma pregunta cuando niño.

Toda masa o materia está en continuo movimiento. No es ahora exactamente igual como hace un segundo. Siempre hay una causa que ha producido el cambio. El movimiento de la materia se mide por el tiempo. En el tiempo, algunas manifestaciones o estados de la materia producen efectos que devienen, ellos mismos, causas de nuevos cambios. La materia es inimaginable sin una causa primera.

Pero la existencia en el tiempo no es la única forma de existencia. Existe también la intemporalidad donde no hay antes ni después, ni causa ni efecto. Esta es la esfera de Dios. El ha creado todo. Pertenece a una esfera de autoexistencia. Nadie lo ha creado.

¿Qué vino primero, la gallina o el huevo? Esta es la pregunta clásica. Si es el huevo, ¿quién lo ha puesto? Si es la gallina, ¿de dónde vino? Se puede discutir este dilema por miles de años sin llegar a una conclusión, si no se toma en cuenta que la cuestión original tiene tres premisas:

(1) hay una gallina.

(2) hay un huevo.

(3) hay un "antes" y un "después".

"Antes" y "después" son categorías de nuestro pensamiento, formas de nuestra sensibilidad, maneras en que comprendemos los estados sucesivos de la materia en continuo movimiento. Pero el tiempo no es nada una vez fuera de los movimientos que sirven para medir. El tiempo no tiene existencia objetiva, independientemente de los cuerpos y fenómenos; este es el ABC de la teoría de la relatividad de Einstein. La energía cinética produce movimiento y da comienzo a la noción de tiempo. ¿Y qué de la inmensa esfera de la energía potencial? Está “durmiendo”. Imaginemos un mundo con solamente nergía potencial. No existiría el movimiento más pequeño, no habría nada que medir. Sería un universo sin tiempo. Intemporal es también la esfera del espíritu, la esfera de Dios. Lo llamamos eterno. La eternidad no es el tiempo sin fin, sino la intemporalidad.

Tratemos de dar un ejemplo del significado de lo anterior: Supongamos que en un planeta a unos 2.000 años luz de distancia, hay seres de un orden mucho más elevado que nosotros, provistos de telescopios que los hacen capaces de ver no sólo nuestra tierra sino también sus habitantes. Supongamos que estos seres miran hoy a la aldea de Belén. ¿Qué verían? El nacimiento de Jesucristo. Verían los pastores, los Reyes Magos, a María, José y el Niño. Esto porque le tomaría 2.000 años a la luz llegar a estas personas del planeta distante. Para nosotros, 1a muerte de Jesús es un acontecimiento pasado. Para ellos pasaría hoy día. ¡Imaginemos semejantes superseres en una estrella a 3.500 años luz! Verían a los hijos de Israel, bajo el mando de Moisés, acercándose a la frontera de Palestina. Verían su júbilo por el anuncio de que les nacería un Salvador. Para ellos, el nacimiento de Jesús sería un acontecimiento futuro.

Un mismo acontecimiento es pasado desde el punto de vista de la tierra, presente para un planeta lejano y futuro para otro más lejano. ¿Cómo es para el espíritu que puede aprehender simultáneamente lo que pasa en los tres planetas y leer las mentes de todos? No existe pasado ni presente ni futuro.

La pregunta: "¿Qué vino primero, la gallina o el huevo?" está solucionada. No hay un primero o un posterior. El problema no tiene sentido en una esfera donde no hay pasado o futuro, causa o efecto. El problema: "¿Quién fue antes de Dios para crearlo?" no puede postularse. No hay un antes. Nuestro "ahora" no tiene valor para los fenómenos cósmicos, como tampoco tiene valor para lo que pasa dentro del átomo.

Lo que captamos en este momento como imágenes estelares en los observatorios, son rayos de luz que pueden haber desaparecido hace mucho tiempo. Y la antipartícula barón omega negativo vive sólo 15 mil millonésimas de segundo. Sólo observamos su trazo mucho tiempo después de que haya desaparecido.

Einstein escribe: "Cada marco de tiempo o sistema de coordenadas tiene su propio tiempo”. Y: “Salvo que el cuerpo al cual se refiere una relación tiempo esté especificado, no hay significado en la relación del tiempo de un acontecimiento”. Para el Espíritu Eterno, no existe el tiempo. Aquí todo está interrelacionado y forma una unidad. Dios es uno. El total de la realidad creada por El es un solo cuerpo de gravitación. Cuando llegamos al punto Omega, la agitación continua, medida por el tiempo, se transforma en contemplación bendita, en el éxtasis y arrobamiento de la adoración.

Hay una historia de un monje que fue enviado por su abad al bosque. Allí, por pocos segundos, escuchó un ave del paraíso. Cuando retornó al monasterio, el portero no lo reconoció. El abad y todos los demás monjes eran extraños para él. Nadie lo conocía. Finalmente alguien se acordó de que el monasterio tenía un viejo registro que contaba la historia de un monje que fue al bosque hacía muchos siglos y nunca había retornado. Para él sólo habían pasado algunos segundos. Había captado algo de la hermosura de la música del paraíso. Para los demás, mientras tanto, habían pasado siglos.

Esta leyenda medieval se ha hecho estricto hecho científico hoy, en la llamada paradoja de Langevin.

Es obvio que el tiempo que transcurre durante el paso de un tren entre dos estaciones es menor para un observador que viaja dentro del tren que para un observador quieto al lado de la vía. Para el primero, el tiempo es muy corto. El tiempo es más corto no sólo para él, sino para todo lo que está en el tren, incluso su reloj, que se atrasa.

Imaginemos ahora un cohete que va a una velocidad aproximada a la de la luz. La gente en la tierra que controla los latidos del corazón del astronauta, encontraran que se han vuelto mas lentos. Lo mismo estará ocurriendo con los movimientos dentro del cuerpo del astronauta, aunque para él mismo habrán quedado iguales.

Según el cálculo incuestionable de Langevin, un hombre que salga de la tierra a una velocidad mínimamente inferior a la de la luz, viajando durante un año de su propio tiempo y volviendo con la misma velocidad para aterrizar en la tierra (es decir, dos años después de su salida, medidos con su propio reloj), regresaría dos siglos más tarde según nuestro calendario. El nieto de su hija, nacida el día de su partida, cuando el astronauta tenía treinta años, tendría cien años, mientras: que el mismo tendría solo treinta y dos.

Semejante cohete no es pura fantasía. Existe uno para el cual incluso la velocidad de la luz es juego de niños. Es el “cohete” del espíritu. En sólo unos segundos, mi pensamiento pasa desde lejanas galaxias hasta mi anciana madre; de allí al paraíso, del paraíso a una celda cercana en el mismo corredor de la prisión; y de ahí, de nuevo a estrellas remotas. Luego paso a estar en comunión con Adán y Abel; pero los puedo abandonar enseguida y pasar mi tiempo en milenios futuros, para luego volver a mi celda y comer la cena que me han servido en este momento. El espíritu no esta atado por el espacio o el tiempo. La muerte sucede dentro del tiempo. Con el tiempo los acontecimientos se suceden uno al otro. He nacido; me he desarrollado; moriré y seré resucitado. En la esfera de la intemporalidad las cosas no pasan sucesivamente. No hay lugar para el transcurso de mi personalidad.

Si viajo en un tren a una velocidad uniforme en una dirección dada, tengo la impresión de que las ciudades y los pueblos pasan cerca de mí. Los puedo ver por la ventanilla como un río sin fin de localidades. Pero, en realidad, las localidades coexisten simultáneamente. Sólo para mí aparecen en sucesión. En el cine veo las vidas de varias personas desarrollándose desde su nacimiento hasta su muerte, con todas sus complicaciones. Pero en la cabina del operador, en una cinta, estos acontecimientos coexisten todos juntos. Sólo para mí pasan sucesivamente en el tiempo.

Estamos acostumbrados a las limitaciones de peso. Fue un gran descubrimiento cuando los astronautas se dieron cuenta de que podían vivir también en un estado de ingravidez. Vivimos en el tiempo, en el que las cosas aparecen y desaparecen. Por tanto creemos en la muerte y la desintegración. Pero existe también una esfera de intemporalidad, la esfera de Dios. Es el Creador no creado de toda la creación. En Él tenemos nuestra vida, nuestra existencia y movimiento, desde la eternidad hasta la eternidad. Mientras estamos en el tiempo, vivimos la realidad como si estuviese compuesta de acontecimientos sucesivos. Pero aplicar nuestra noción del tiempo al espíritu es tan vano como aplicarlo a la física nuclear.

Según la teoría de la relatividad, la velocidad de la luz detiene cualquier reloj, ya que la masa presenta una inercia infinita a todo esfuerzo por acelerarla. ¿No es por tanto razonable que Dios en la Biblia se llame "luz" (1 Jn.1:5) y los cristianos sean llamados "la luz del mundo? (Mat. 5:14)".

Ahora bien, todos nos “inclinamos” con sólo oír el nombre de Einstein, pero mis oponentes harían bien en recordar que Lenin atacó el principio de la relatividad; o que Mach, el cual inspiró las obras de Einstein, fue denunciado por Lenin como el Judas de la ciencia; y que por largo tiempo los filósofos soviéticos descartaron a Einstein y todo el campo de la cibernética. Volver a Contenido

 

29. VIDA DESPUES DE LA MUERTE

Los marxistas no saben lo que es la vida. El académico ruso Óparin dice, "La vida es una de las formas de movimiento de la materia”. ¿Qué debe hacer un joven frente a semejante definición? Pregunta a su padre marxista: "¿De qué manera debo creer en la vida? ¿Cómo puedo usar mi vida del mejor modo?" Pero como su padre no puede darle una respuesta, porque el joven le ha preguntado en realidad cómo debe comportarse una de las formas del movimiento de la materia con sus leyes intrínsecas, e inalterables. Vemos cuan poderosa es la respuesta cristiana: "La vida es una persona, Jesucristo, cuya amistad puedes aceptar y cuyo ejemplo puedes seguir. La vida es un don eterno. Es un período terrenal que debe usarse exclusivamente para otros, y su continuación eterna es en el paraíso - del cual la tierra es la antesala - para el propio gozo en su Creador y su gloria”.

No sabiendo qué es la vida, los marxistas no saben qué es la muerte. Por tanto la muerte es para ellos un terror, desprovista del consuelo y la esperanza de la religión. Es triste consuelo decir al deudo: "Bueno, uno muere y desaparece para siempre. Pero el socialismo está progresando y pronto caminaremos en la luna.”

En su propia desolación, Marx escribió en una carta a Lassalle: "La muerte de mi hijo me ha sacudido profundamente y siento la pérdida tan gravemente como si fuera ayer, y mi pobre esposa ha sufrido un colapso bajo este golpe."

Simpatizamos con sus sentimientos. No conocía el triunfo cristiano sobre la muerte.

El cristiano soviético Talantov murió en prisión por su fe. Su hijo mayor continuó la lucha cristiana. También murió en prisión. El hijo menor reanudó la lucha. Ahora él también ha muerto en prisión. Estos no temían la muerte.

Skripnikov fue fusilado en la Unión Soviética por su lucha cristiana. Su hija Aída no se intimidó por la suerte de su padre e hizo suya su causa. Es joven todavía. Ha estado cuatro veces en prisión sólo por confesar su fe en Cristo.

Para los ateos la muerte es como la espada de Damocles colgando sobre sus cabezas, recordándoles que pronto todas sus penas o gozos, habrán pasado.

La muerte no inspira temor a aquéllos que saben.

Jesús dijo: "Y todo aquél que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Jn. 11:26). Lo dijo cerca de la tumba de uno que había creído en él. Jesús tuvo razón. El nacimiento y la muerte son nuestra manera de aprehender la realidad de la vida desde la perspectiva del tiempo. Los cristianos no deben temer la muerte.

Durante la revolución rusa, en el gran terror bajo la Checa, se ordenó ahogar a un grupo de cristianos. Uno de ellos exclamó: "¡Vamos hacia Dios! ¿Qué diferencia hace si vamos por tierra o por mar?" No temieron.

El Manual del Ateo denuncia la creencia en la vida más allá de la tumba, como "la base de la teoría religiosa" y "extremadamente peligrosa”.

Pero ¿qué es la vida si nada sigue después de la muerte?

Supongamos que el ideal comunista se haya alcanzado. Tendremos una sociedad perfecta, sin distinciones entre ricos y pobres, sin guerras ni revoluciones, con riqueza, cultura y felicidad para todos. Pero los hombres todavía deberán morir. La gente pobre muere fácilmente.

No hay mucho que perder. Para la gente feliz la muerte es una catástrofe. Kirov, secretario general del Partido Comunista del distrito de Leningrado, asesinado por Stalin, tenía una posición de poder. Gozaba de la vida. Sus últimas palabras fueron: "Deseo vivir y vivir y vivir”. Si Stalin no lo hubiese asesinado, habría muerto de muerte natural pocos años después y sus últimas trágicas palabras habrían sido las mismas.

Todos tenemos que morir. La decisión no depende de nosotros. Si nada sigue, la vida más bella no es nada más que un banquete ofrecido a un hombre condenado antes de su ejecución. Recibe delicias y luego se lo cuelga. Puede ser que viva en una sociedad ideal, pero más tarde ha de pudrirse, olvidado para siempre por todos.

Ve, consuela a alguien muriendo de cáncer en una clínica, o a su familia, con estas palabras: "Estamos edificando una sociedad comunista feliz"; o “la ciencia logra grandes cosas. Hemos llegado a la luna y pronto llegaremos a Venus”. No hay mucho consuelo en esto. Pero háblale al moribundo y a su familia del Padre Celestial y de la esperanza cristiana de vivir eternamente con El, y verás la diferencia.

Si los ateos tienen razón y no hay vida más allá, "todo nuestro ayer ha iluminado el camino de los necios hacia una muerte polvorienta", y "la vida es sólo un mal actor que se pavonea y se queja en su hora sobre el escenario y luego no se escucha más. Es un cuento dicho por un idiota, lleno de ruido e ira que nada significa" (Shakespeare).

Pero la vida continúa después de la muerte. El pensamiento de la eternidad y la recompensa por el bien y el mal está profundamente grabado en el corazón humano.

Los cristianos se sacrifican porque creen en la vida eterna. Pero, ¿por qué sacrifican los comunistas sus vidas? Los comunistas murieron en las prisiones zaristas por su fe marxista. Nadie en el partido los recuerda. La generación joven de los comunistas ni conoce sus nombres. Están olvidados. Los comunistas también mueren en prisiones hoy día en algunos países no comunistas. ¿Por que dan ellos sus vidas? Los cristianos creen en una recompensa eterna. Pero, ¿qué sentido tiene para un ateo dar su vida, la única que tiene, por un ideal cuyo cumplimento no puede controlar y cuya belleza no gozará? Bajo el comunismo la vida termina exactamente como bajo el capitalismo, en muerte y en "una reunión de gusanos" (Shakespeare). Los comunistas nunca sacrificarían sus vidas si, en las profundidades de su alma, a la cual la razón no tiene acceso, no supieran que la tumba no es el fin y que aquéllos que han dado todo de sí por un gran bien, serán recompensados.

Toda ciencia moderna está basada en la ley de la conservación de la energía, como la expuso Lavoisier. Nada se pierde, nada se añade, todo se conserva. (Esta ley deja de funcionar estrictamente sólo dentro del átomo).

El hombre es un haz de energía en formas diferentes: energía condensada en materia, calor, electricidad y energía espiritual. ¿Qué les pasa a estas diferentes formas de energía en la muerte? La energía condensada en los átomos no se pierde. El cuerpo se desintegra y sus átomos entran en nuevas combinaciones. El calor del cuerpo no se pierde. Cuando el horno se enfría, su calor ha sido comunicado a la atmósfera alrededor. Por una fracción mínima, inmensurable de un grado, aumenta la temperatura de la atmósfera alrededor de nosotros, cuando nuestros cuerpos se vuelven fríos cadáveres. La electricidad que emana del cuerpo reingresa al presupuesto general de energía eléctrica de la naturaleza. ¿Qué le ocurre a la energía espiritual al morir, al poder de voluntad, a la capacidad de pensar y sentir? ¿Cambia esta energía en la muerte, transformada en una forma inferior de energía, por ejemplo, mecánica? Si fuera así, después de la muerte seríamos capaces de saltar dos veces más alto que antes de la muerte, lo cual es ridículo. No, la energía espiritual permanece después de la muerte. De otro modo fracasa la ley de Lavoisier. Mi espíritu vuelve a Dios.

Si nuestro espíritu está preparado para este evento, si ha cultivado las cosas de valor en esa esfera - amor, verdad, fe, esperanza, paz, gentileza, mansedumbre -, estará en su propio elemento. La vida futura será un paraíso de gozo de las cosas esperadas. Si nuestro espíritu ingresa a esa esfera sin preparación, lleno de pecados y gusto por las satisfacciones lascivas que no pueden ser llenadas, su vida futura será profundamente infeliz. Ello será el infierno.

La vida expira tan imperceptiblemente como un vapor que se levanta en el aire. Pero el vapor no deja de existir. Tampoco lo hace el espíritu. El apóstol Santiago escribe: "¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Pero no desaparece en la nada. El vapor se hace agua. Nada se pierde nunca. La vida terrestre pasa, pero no se vuelve en nada. Una oruga se vuelve un capullo, un capullo se vuelve una mariposa. Los muertos han desaparecido de nuestra vista. Esto no quiere decir que no existan más.

Supongamos que pudiésemos hablar con un embrión y decirle que la vida que lleva en la matriz de su madre es sólo una vida preparatoria. La vida verdadera sigue en otro mundo, desconocido para él embrión, y en condiciones inimaginables para él. El embrión contestaría como El Manual del Ateo, si tuviera la inteligencia de un miembro de la Academia de Ciencias: "¡No me molesten con estas supersticiones religiosas!" “La vida en la matriz es la única que conozco y no hay otra.” “¡Pura invención de clérigos codiciosos!"

Pero supongamos que este embrión pudiera pensar con mayor discernimiento que nuestros académicos. Pensaría para sí: "Los ojos se desarrollan en mi cabeza. ¿Con qué propósito? No hay nada para ver. Me crecen piernas. Ni siquiera tengo espacio para extenderlas. ¿Por qué habrían de crecer? ¿Y por qué me crecen los brazos y las manos? Tengo que tenerlos doblados sobre mi pecho. Nos molestan a mi madre y a mí. Todo mi desarrollo en la matriz carece de sentido si no sigue una vida con luz y color y muchos objetos para que vean mis ojos. El lugar donde he de pasar esta otra vida debe ser grande y variado. Tendré que correr en ella. Por eso crecen mis piernas. Habrá de ser una vida de lucha y trabajo por eso me crecen brazos y puños que no tienen ningún uso aquí. Reflexiones sobre su propio desarrollo llevarían al embrión al conocimiento de otra vida aunque no tuviera experiencia de ella.

Esta es exactamente nuestra situación también. La Iglesia de Cristo nos enseña que la vida en este mundo tiene carácter embrionario y es sólo una preparación para la vida real que sigue. ¿Cómo podemos saber esto? Si Dios (o la naturaleza, en aras de la discusión) nos hubiese creado solamente para esta vida, nos habría dado primero la experiencia y sabiduría de la edad madura y luego el vigor de la juventud. Habríamos sabido vivir. Pero el hecho es que mientras estamos jóvenes y vigorosos no tenemos sabiduría y muchas veces gastamos nuestros años en vano. Cuando hemos acumulado sabiduría y experiencia, el carro fúnebre está esperando en la puerta. ¿Por qué entonces acumulamos sabiduría? Bueno, ¿por qué crecen los ojos, pies y manos en el embrión? Sólo para lo que sigue. Nuestro desarrollo en esta vida señala a una vida futura.

El cuerpo y el espíritu no sólo tienen desarrollos separados sino contradictorios. Mientras aumentamos en edad el cuerpo se desintegra y nuestro espíritu se enriquece. El espíritu y el cuerpo son como dos viajeros, uno subiendo una montaña y el otro bajándola. Viajan en direcciones opuestas. ¿Qué lógica me hará creer que cuando el cuerpo ha llegado al pie de la montaña, a su desintegración final, el espíritu se desintegrará con él? ¿No es mucho más probable que, después de una ascensión abrupta se elevará al cielo de los cielos?, como Mao Tse-Tung dijo que hizo el espíritu de su mujer a su muerte (ver su poema "Los Inmortales").

He pasado mucho tiempo en confinamiento solitario, sin libros. Pasaba el tiempo imaginando toda clase de situaciones, que era presidente de las Repúblicas Soviéticas, el rey de Inglaterra, el Papa, un millonario, un mendigo. Podía imaginar todas estas situaciones. Son imaginables porque son posibilidades de la vida. La vida es rica. Podría hacer un emperador de Francia de un cabo, y de este emperador un prisionero en una isla. Hombres pobres se han vuelto millonarios. Hombres ricos se han vuelto pobres. Stalin, hijo de un zapatero borracho, un georgiano, anteriormente seminarista, se hizo dictador no solamente de la Unión Soviética, sino del bloque comunista íntegro. Poco después de su muerte su nombre fue borrado de la historia. Todas estas cosas son posibles en la vida y por lo tanto pueden ser imaginadas. Pero traté de imaginarme muerto y nunca lo logré porque la muerte no es una de las posibilidades de la vida.

Si tratas tenazmente de imaginarte muerto, la última cosa que imaginas es que te ves extendido inmóvil en un ataúd en una capilla fúnebre. El hecho de que te veas en el ataúd te muestra que no estás muerto. Un muerto no se ve a sí mismo. La imposibilidad de imaginarse la muerte no es un argumento insignificante en favor de la eternidad de la vida humana.

Lo importante es no confundir la eternidad con el tiempo sin fin, lo cual es una contradicción de términos. ¡El tiempo sin fin no existe! La eternidad carece de tiempo.

Podemos tener una visión fugitiva de esto en las posibilidades de la vida onírica, en la cual las operaciones mentales a veces se realizan con una rapidez extrema. Una sucesión de actos que normalmente ocuparía un gran período de tiempo pasan por nuestras mentes en un instante durante un sueño. Las relaciones del espacio se pierden también. Podemos atravesar distancias enormes en un segundo. En un sueño no estamos ligados por el espacio ni el tiempo, y meditando en la vida onírica nos damos cuenta de que las paredes del espacio y del tiempo que nos aprisionan mientras estamos despiertos, esconden de nosotros una cualidad diferente de la vida más allá de la esfera limitada que tendemos a llamar "realidad”.

El cuerpo humano necesita muy pocas cosas para estar completamente satisfecho: comida, ropa, techo, descanso y, a cierta edad, un compañero de otro sexo. ¿A qué se debe entonces que los capitalistas o las clases altas soviéticas, que tienen abundancia de todo esto, se sienten a veces melancólicos o insatisfechos? ¿A qué se debe que la gente encarcelada por su fe, hambrienta, temblando de frío, en cadenas, separada por años de sus seres queridos, puede sentirse exuberante de júbilo? ¿Qué es la entidad misteriosa que puede sentirse deprimida mientras el cuerpo tiene todas las cosas buenas y puede regocijarse mientras el cuerpo pasa por sufrimientos? Es algo fuera del cuerpo. Es el alma.

Demuestra su interdependencia con el cuerpo, pero también su independencia de éste durante la vida terrenal. No hay razón para creer que la muerte del cuerpo tiene que implicar la muerte de esta entidad independiente.

En el libro de II Reyes 25:16, en la Biblia hay una expresión curiosa. Se enumeran diferentes objetos que el rey Salomón había construido para el templo. La enumeración termina con las palabras: "no había peso de todos estos vasos”.

Estos vasos eran de bronce. ¿Hay bronce sin peso? Aún una pluma tiene su peso. Solamente cuando pensamos en objetos específicos consideramos el peso. Es decir, una pieza específica de bronce, una pluma determinada, tiene su peso. El bronce como generalización no tiene peso.

La filosofía escolástica tenía razón al distinguir entre, la esencia de un objeto y su circunstancia. La esencia del pan es que es un objeto hecho de masa que sirve de alimento. Esta esencia no tiene peso. El pan puede tener diferentes circunstancias, puede ser pan de cebada, de trigo, fresco, viejo, un molde grande o pequeño de pan, etc. Los pesos variarán en concordancia. El peso, el color, el tamaño, se determinan por las circunstancias. La esencia no tiene nada de éstas. Pan es una noción de mi espíritu. Allí existe sin peso hasta que ha tomado una forma específica. Así existe el bronce, si no tiene cierto tamaño y forma.

Aún entonces, los objetos tienen peso solamente por la atracción de la gravedad. En una nave espacial, en un estado de ingravidez, los objetos flotan alrededor. No afectados por la gravedad, no tienen peso.

El rey Salomón había construido un templo espiritual. Ningún soldado babilónico podía llevarse lo que había construido en su mente para honrar al Señor.

En la Unión Soviética, el 1 de septiembre de 1968 se promulgó una ley por la cual los hijos podían ser separados de sus padres y puestos en escuelas ateas si se les enseñaba la fe cristiana. Los padres cristianos soportan esta presión. Tres niños han sido llevados de la familia Sloboda, y siete de la familia Malozemlov. ¿Quién puede separar a un hombre de pensamiento espiritual de su hijo?

Hay la esencia "hijo" y hay las circunstancias. Las últimas varían. Mi hija ha sido un embrión en el principio, muy parecido al de un animal; luego una niña pequeña que jugaba con muñecas. Ahora está en la escuela. La puedo tomar en mis brazos. Puede estar lejos. Puede ser una niña obediente o echada a perder. Las circunstancias pueden cambiar, pero el hecho de que es mi hija nunca cambia.

La relación entre madre e hija pertenece a la esfera de la esencia. No tememos lo que los comunistas puedan hacer a nuestros hijos en el mundo de las circunstancias. La relación madre-hija nunca cambia.

Lo mismo se aplica a la vida. ¿Qué vida puede perecer en la muerte?

He tenido una vida rica y una pobre, una vida feliz y una triste, la vida de un hombre libre y la de un prisionero, la vida de un hombre sano y la de un hombre enfermo. Si yo me identifico con una de las formas de vida, mi vida termina cuando aquella forma particular de vida termina. Para algunos hombres la vida pierde su valor cuando no gozan más del lujo.

Pero nosotros, los cristianos, vivimos en lo esencial.

Jesús dice: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida." La palabra "soy" no se usa en hebreo, el idioma que Jesús hablaba, al igual que no se usa en ruso. Jesús dijo: "Yo - el camino, y la verdad, y la vida”. Se identifica a sí mismo con nociones abstractas.

La naturaleza sólo sabe de robles y pinos y manzanos. "Árbol" es una abstracción formada en mi mente. Se puede destruir todos los árboles del mundo. La idea de "árbol" no será tocada por esa catástrofe.

En la naturaleza sólo hay hombres reales: Grigoriev e Ivanov y Gherasimov; un ruso, un ucraniano, un americano, un rico, un pobre, una mujer, un varón. Hay vidas reales usadas altruista o sacrificadamente. Puede haber vidas activas o contemplativas.

Jesús no se identifica con una cierta clase de vida, sino con la idea abstracta: "vida", la vida que contiene todas las posibilidades. Nos enseña a hacer lo mismo. No identifico mi vida con Wurmbrand, nacido hace unos sesenta y cinco años y sujeto a la muerte. Soy la vida que siempre ha existido en Dios, que ha tomado forma de vida humana con Adán y Eva, la vida que nunca terminará. Mi vida, como hijo de Dios, es indestructible.

El cuerpo no es mi "yo". En un cierto sentido he tenido muchos cuerpos: el de un embrión, el de un bebé, el de un niño, el de un joven. El apóstol Pedro escribe: "Estoy en este tabernáculo”. Se refiere a su cuerpo en una cierta etapa. He vivido en diferentes tabernáculos, pero hay una distinción clara entre mí y la habitación en que vivo por cierto tiempo.

Jesús dice en el jardín de Getsemaní: "Mi alma está muy triste hasta la muerte”. Notemos su expresión. Cualquiera podría usarla. Habla de un alma y un poseedor del alma que observa el alma y establece que está muy triste. Pero no soy tampoco idéntico a cierto estado de mi alma, como no soy idéntico a cierto estado de mi cuerpo.

Sufro en mi cuerpo o en mi alma. Sé que sufro. Sé lo suficiente como para saber que sufro. ¿Qué es la última realidad en mí que observa todo lo que pasa a lo que yo considero "el yo verdadero?" Sabe que, "yo estoy sano ahora” o que "muero ahora”. ¿Quién es el que conoce y observa todos estos cambios? El mismo es inmutable. No es una vida, sino la vida, el Hijo de Dios interior, el Uno que no puede morir.

Jesús dijo: "Yo soy la verdad”. ¿Cómo puede desaparecer jamás una verdad? Si yo me identifico como él con la verdad, con toda verdad, la verdad íntegra, ¿quién será capaz de destruirme? Es axiomático que 2 más 2 es igual a 4, ya sea que esté en prisión o en libertad, muerto o vivo. Me hago uno con la verdad, que es independiente de los eventos externos.

Si me uno a Cristo, si tomo para mí mismo las palabras: "Yo soy el camino y la verdad y la vida", viviré eternamente.

Los organismos más bajos en la escala de la vida son seres unicelulares. Se multiplican por división, uno se vuelve dos, dos se vuelven cuatro, etc. Hay ahora miríadas de amebas. Pero ¿ha muerto jamás una sola ameba? Cambió su forma de existencia. En lugar de estar dentro de una membrana, se ha multiplicado infinitamente. Cada día mueren millones de amebas, pero todas son sólo partes de la primera ameba. De esa manera la primera ameba vive en ellas. La inmortalidad aparece ya en primer escalón de la escala de la organización. ¿Y el ser más elevado que conocemos en la tierra debería simplemente morir?

Atesoramos con gran cuidado una pintura de Leonardo da Vinci y una escultura de Miguel Ángel. ¿Y no debería el Creador mantener por lo menos con el mismo cuidado a los artistas que produjeron estas obras?

Hay una vida eterna, y como, por ejemplo, un Hitler sin arrepentimiento no puede vivirla en el mismo lugar que los niños inocentes que mató, tiene que haber un cielo para los justos y un infierno para los injustos.

Los ateos hacen mal en vivir como si nunca fueran a morir. ¿Cómo saben que en el último minuto de sus vidas no les pesará haber extraviado a millones de hombres por su enseñanza del ateísmo?

Que aprendan de las palabras de los grandes adversarios de la fe cristiana expresadas en el momento cuando estaban muriendo. Talleyrand: "Estoy sufriendo las punzadas de los condenados”. Mirabeau: "Dadme láudano para no pensar en la eternidad”. Voltaire: "Estoy abandonado de Dios y de los hombres. Iré al infierno. ¡OH Cristo, OH Jesucristo!" Carlos IX, rey de Francia: "Qué sangre, qué asesinatos, qué malos consejos he seguido. Estoy perdido, lo veo claramente”. Tomás Paine: "Daría mundos, si los tuviese, si la Edad de la Razón (un libro anticristiano) nunca hubiese sido publicado. OH, Señor, ayúdame. Cristo, ayúdame. Quédate conmigo”.

Espero haber demostrado por lo menos que la fe en la vida eterna no es tan ridícula como quieren demostrar los autores de El Manual del Ateo. Se sintieron libres de hacerlo porque tienen un monopolio de publicación.

Cierta vez hubo un simposio internacional de médicos que discutieron cuál operación era la más dificultosa. Un alemán dijo que era la cirugía del cerebro; un francés, la cirugía del corazón. Nuestro delegado soviético dijo que la operación más dificultosa era una amigdalectomía. Todos se rieron, pero él dijo: "Ustedes consideran estúpida mi aseveración. Olvidan que desde la revolución tenemos que extraer las amígdalas a través del cerebro, luego de hacer la trepanación del cráneo, porque se nos prohíbe abrir la boca”.

Yo he abierto la boca sin permiso de un gobierno soviético comunista. Una vez que los cristianos hablan abiertamente, se ve que tienen razón. Volver a Contenido

 

30. CIENCIA Y RELIGION

La policía secreta comunista, es renombrada por su habilidad para extraer confesiones de crímenes imaginarios de personas inocentes. Miles de esos "criminales" se han visto rehabilitados bajo Kruschev. Pero los métodos no han cambiado. Muchos cristianos están en prisión en las Repúblicas Soviéticas por confesar asesinatos rituales. La Unión Soviética tiene el privilegio de ser el único país donde los cristianos son acusados de delitos estúpidos y se declaran culpables.

Entre los presos torturados por la policía secreta se encuentra un cierto camarada: Ciencia. Golpeado, quemado con barras al rojo vivo, o maltratado de cualquier manera, este prisionero llamado Ciencia ha hecho confesiones sensacionales, reproducidas en El Manual del Ateo. Ningún científico verdadero daría un centavo por ellas. Escuchemos unas pocas:

“La ciencia ha demostrado de manera irrefutable que las fuerzas sobrenaturales no existen”. (Nosotros, pobres ignorantes, creíamos que la ciencia sólo podía demostrar cosas existentes) "La ciencia demuestra que la vida está ampliamente difundida en el universo. . . El número de planetas en los cuales viven seres dotados de razón es infinitamente grande. . . La tesis científica de la multitud de mundos habitados da un golpe mortal al dogma de la expiación que es la esencia del cristianismo. . . La inexistencia de los milagros ha sido demostrada plenamente", etc.

Tenemos que descartar esta sección íntegra como basura. Pasemos a otras aseveraciones:

Es un axioma de El Manual del Ateo que entre la ciencia y la religión existe un conflicto irreconciliable. ¿Entre cual ciencia y cual religión? Ambas son entidades en continuo desarrollo.

La religión ya no es lo que era hace cinco siglos o aún un siglo atrás.

Al principio los cristianos estaban convencidos de que Jesús retornaría en su generación. Muchos creían que el mundo era plano, que la tierra era el centro del universo, con Dios sentado arriba, no muy lejos, teniendo los eventos de la tierra como su principal ocupación. Los cristianos ya no piensan así.

Lo que Dios ha revelado es eterno. Lo que los hombres han pensado de esta revelación es transitorio.

Pero la ciencia también cambia. Un muchacho de secundaria de hoy ya no acepta como definitiva la ciencia de Euclides, de Galileo, o de Newton.

Nuestros oponentes recurren a un truco antiguo: comparan la ciencia moderna con la religión primitiva. Pero esto es deshonesto. Es como comparar la Unión Soviética de hoy día con la América precolonial, cuando sencillos indios habitaban el país, para así demostrar la superioridad económica de la Unión Soviética.

La ciencia de hoy tiene que compararse con el pensamiento religioso más alto de hoy y entonces veremos coincidencia más bien que conflicto.

Y así es como debe ser. Otra vez citaremos a Einstein: “La mayoría de la gente dice que es el intelecto lo que hace a un gran científico. Están equivocados; es el carácter”. Ahora bien, el carácter no es un valor científico, sino un valor religioso y moral. Nadie puede ser un científico verdadero sin tener un carácter basado en la honradez e integridad. Estos son valores que enseña el cristianismo.

Un hombre que tiene solamente ciencia no es fiable como científico. Tiene que tener sinceridad, creer en lo que descubre en un laboratorio. Tiene que tener esperanza porque sin ella nunca habría dedicado su tiempo a la investigación. Debe tener entusiasmo; de otra manera no pasaría horas sin fin en el laboratorio. Debe tener humildad, para simplemente aceptar el orden de las cosas. Tiene que haber singularidad de propósito, porque si fuere a dispersar sus intereses no descubrirá nada. Un científico tiene que ser capaz de cooperar con sus colaboradores científicos en el mismo laboratorio. Se necesita paciencia como la de Mme. Curie purificó ocho toneladas de pechblenda (es un mineral que contiene uranio. Recibe su nombre del alemán Pechblende (Pech = una forma de alquitrán; blenden = lucir, brillar, cegar) para extraer unos pocos miligramos de radio. Tiene que haber juicio, juicio correcto. Tiene que decir al mundo exactamente lo que ha encontrado sin un ápice de exageración. También tiene que ser prudente y sacrificado, escondiendo lo que es perjudicial para la humanidad. Un hombre que es sólo un científico no es un científico. Tiene que aceptar en primer lugar valores éticos, los cuales no el ateísmo sino la religión, y en particular el cristianismo, ha dado a la humanidad.

Stalin proclamó: “La ciencia es la salvadora de la humanidad”. Dijo esto justamente en el amanecer de la era atómica, cuando la ciencia proveyó los instrumentos para destruir en un momento ciudades enteras y armas que pueden exterminar completamente a toda la humanidad. Todo esto porque algunos científicos no respetaron los valores sobre los cuales está construido todo el edificio de la ciencia. La ciencia tiene que permanecer estrechamente ligada a la religión. De otro modo sería incapaz para ayudarnos a alcanzar la felicidad. Puesto que no siempre hubo esta colaboración íntima entre la ciencia y la religión, la humanidad vive hoy con menos confianza en la paz que antes de los grandes descubrimientos de esta edad moderna.

Aún el ateísmo no es posible sin los valores éticos del cristianismo aunque esta aseveración suene curiosa.

El Manual del Ateo escribe: “El concepto materialista dice que en el mundo no existe nada salvo materia eterna e infinita en movimiento”. Si no existe nada más que materia, entonces la filosofía materialista que dice que todo es materia, tiene que ser materia también. “Nada existe, salvo la materia”. Entonces las convicciones ateas son materia también. Mis oponentes aman el ateísmo y aborrecen la religión. ¿Son materia su amor y su odio? Luchan por un ideal, escriben por un ideal, aún cuando niegan la existencia de valores espirituales. Ellos mismos viven de esos valores aunque los perviertan.

“La verdad del materialismo dialéctico es confirmada -escriben luego- por todos los datos de la ciencia y la práctica, mientras que la justicia, el idealismo filosófico y la religión no pueden demostrarse por nadie”.

Así que todos los datos de la ciencia y la práctica confirman que somos sólo materia. Los autores del libro que refuto son también sólo materia. ¿Se esfuerza la materia por convencer a otra cantidad de materia? Mis oponentes son un montón de materia, al igual que yo. ¿Por qué pierden tiempo y energía en cambiar mis opiniones?

Según ellos, la materia está en movimiento eterno según sus propias leyes intrínsecas.

No se puede convencer a un átomo a moverse en otro sentido que el que determina su naturaleza, como tampoco no se puede cambiar el movimiento de un planeta. ¿Por qué sentarse entonces a tratar de convencerme a mí?

Los ateos están a menudo mucho mejor que sus teorías. Los soldados ateos murieron durante la guerra para salvar la vida de sus camaradas. ¿Qué idiota querría morir por el bien de un escritorio de madera? ¿Quién querría renunciar a cualquier gozo para hacer feliz a un pedazo de papel? Los ateos que dan su vida por sus compañeros o que sacrifican sus noches para librar a otros de la superstición religiosa no creen ellos mismos en la profundidad de su corazón que ellos y sus camaradas son solamente materia. Así como la ciencia no puede funcionar sin religión, tampoco el ateísmo ni los ateos podrían existir sin respetar algunos de sus valores básicos.

Es verdad que algunos científicos están en conflicto con la religión, pero ¿quién sabe cómo se desarrollará la ciencia? También es difícil prever la evolución de la religión.

No hay razón para creer que el conflicto, incluso, entre ciertos científicos y la religión sea irreconciliable. Y aún suponiendo que lo fuera, la ciencia y la religión pueden estar aparentemente en desacuerdo y sin embargo ser ambos verdad, tal como en el caso de las dos teorías sobre la luz, la una sosteniendo que la luz es una partícula, y la otra que que la luz es una onda. Ambas teorías prueban ser correctas en los experimentos. La idea de que toda la verdad tiene que estar sintetizada en nuestras mentes, es falsa, ya que somos finitos y podemos conocer sólo verdades parciales.

No hay nada amenazante en el hecho de que dos científicos, midiendo ambos con precisión, lleguen a conclusiones diferentes. ¿Por qué debería ser perturbador que un científico por un lado y un hombre religioso por otro, empezando con premisas completamente diferentes, lleguen a resultados diferentes?

El caso de Lord Rayleigh y Sir William Ramsay es bien conocido. Ambos encontraron nitrógeno por métodos diferentes, pero siempre había una leve diferencia entre los pesos atómicos. Mantuvieron sus resultados diferentes. No trataron de armonizarlos. No vieron una catástrofe en la diferencia. Al final, el conflicto resultó provechoso para la ciencia. En el nitrógeno encontrado por uno de ellos, fue descubierto el argón, un elemento hasta entonces desconocido.

No deberíamos temer un conflicto entre la religión y la ciencia en su totalidad. Tenemos lugar en nuestros corazones para toda la realidad. Deberíamos aplicar a este conflicto las palabras de Jesús: “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega”. Concederíamos libertad a dos opiniones conflictivas.

Todo esto es hipotético porque tiene que haber algo erróneo en el descubrimiento de mis oponentes del terrible conflicto entre la ciencia y la religión. La mayoría de los científicos no sabe nada del conflicto.

Con todo el debido respeto por los grados académicos de mis adversarios, tendrán que admitir que Einstein sabía por lo menos un poquito más de ciencia que ellos. La prueba es que nuestro universo lleva el nombre de Einstein y no los nombres de los autores de El Manual del Ateo. Einstein habla de una inteligencia superior que se revela a través de la naturaleza.

Tal vez querrían ustedes saber qué dice el gran físico Max Planck en su autobiografía científica. Citamos sus palabras: La religión y la ciencia natural están luchando una batalla común en una cruzada incesante e infatigable contra el escepticismo y el dogmatismo, contra la incredulidad y la superstición, y el llamado unificador en esta cruzada siempre ha sido y siempre será “Hacia Dios”.

Los autores de El Manual del Ateo son hombres de ciencia. Entonces que nos den una explicación científica de por qué tan grandes científicos no supieron nada del conflicto entre la ciencia y la religión. Incluso Max Planck llama a la contradicción entre la ciencia y la religión "un problema fantasma."

El Manual del Ateo hace esta imponente afirmación: “Entre la ciencia y la religión siempre ha habido una lucha incesante e implacable”. Nunca podrán comprobar esto.

Cité a Einstein y Planck. ¿Qué hay de otros científicos? ¿Sabían algo de este conflicto?

Sir Isaac Newton pertenece a otro siglo, pero para todo propósito práctico todavía vivimos en el universo newtoniano. Para burlarse de sus amigos incrédulos hizo un sistema solar en miniatura en su laboratorio. Un incrédulo le preguntó: "¿Quién lo hizo?" Newton contestó: “Nadie”. “¡Mentira, estupidez!”, contestó el incrédulo. "Dime la verdad, ¿quién lo hizo?" Entonces contesto Newton: "No es más que una imitación insignificante de un sistema mucho más grande, y yo no puedo convencerte de que este pequeño juguete no tiene diseñador ni hacedor. ¿Has profesado creer que el gran original del cual se ha tomado el diseño llegó a ser sin un hacedor? Dime, ¿por qué clase de razonamiento llegas a una conclusión tan incongruente?"

Los profesores ateos reconocen que Newton termina su obra científica fundamental Los principios Matemáticos de la Filosofía Natural con palabras sobre "el gobierno de un ser poderoso y sabio" y con la expresión de la creencia de un impulso inicial, es decir, una creación. Lo explican por el hecho de que Newton vivía a principios del siglo XVIII, cuando los hombres ignoraban muchos de los procesos atómicos, químicos y biológicos conocidos hoy, cuando la ciencia estaba todavía ligada a la teología. También sostiene que el hecho de que Newton fuera religioso fue un impedimento a su ciencia. Pero queda el enigma de que el universo newtoniano se ha vuelto el universo einsteiniano en el siglo XX. Einstein sabía por lo menos algo de los procesos atómicos, de los últimos desarrollos de la ciencia, y que habiendo empezado como ateo en su juventud, fue llevado a la fe por el hecho de que llegó al pináculo de la ciencia.

Pero adelantémonos a anotar que Einstein no preocupa a mis oponentes. Ellos aprovechan el hecho de que sus libros están prohibidos en la parte comunista del universo einsteniano. No se los puede encontrar en ninguna librería. Aún en las academias, estos libros están guardados en la sección secreta de las bibliotecas. Nadie puede controlar a los autores de El Manual del Ateo; de esta forma pueden decir que Einstein enfatizó consistentemente “1a incompatibilidad entre la ciencia y la fe”. Ya he citado sus palabras que dicen lo contrario.

Mis oponentes mencionan con satisfacción a Laplace, quien dijo que no tenía necesidad de “la hipótesis” de Dios. Antes que nada, Dios ha sido reivindicado por el hecho de que el gran astrónomo soviético Tichov empieza su libro de astronomía con la aseveración de que ya no tenemos necesidad de la hipótesis Laplace quien a pesar de todo era un cristiano profeso.

Los autores de El Manual del Ateo se equivocan al citar a Descartes en apoyo de sus doctrinas. Descartes también tenía cierta fe en un dios, en algo sobrenatural. Distorsionan el sentido de sus palabras, dándole un sentido materialista. Escribió: "Dadme materia y movimiento, y construiré el universo" Las palabras son claras. La existencia del universo requiere materia, movimiento, y un ser inteligente para construirlo. Las palabras de Descartes son: “Dadme materia y movimiento”. Sin el concepto a mí que implica, la materia y el movimiento por sí solos no habrían formado un universo. Es solamente este a mí, el cual es un paralelismo con Dios, quien en realidad es el que puede llevar a cabo cualquier obra.

Muchas veces uno se admira de las libertades que se toman los miembros de la Academia, atribuyendo a autores de renombre ideas que nunca pretendieron.

Pero dejemos a estos hombres del pasado y retornemos a nuestro propio siglo.

Heisenberg, el gran físico nuclear no pudo haber leído El Manual del Ateo, porque ¡hizo un llamado para la unión entre la ciencia y la religión! Sir James Jeans, astrónomo de renombre, escribe en su libro El Universo Misterioso: “El universo empieza a parecer más como un gran pensamiento que como una gran máquina. La mente no parece ya un intruso accidental en la esfera de la materia. Estamos empezando a sospechar que deberíamos más bien aclamarlo como creador y gobernador de la esfera de la materia, no, por supuesto, con nuestras mentes individuales, sino con la Mente donde los átomos, de los cuales nuestras mentes individuales se han desarrollado, existían como pensamientos . . . Descubrimos que el universo muestra evidencia de un plan o un poder diseñador o controlador que tiene algo en común con nuestras mentes individuales...” No somos tan extraños o intrusos en el universo como pensamos al principio.

Newton tenía la desventaja de pertenecer a un siglo atrasado. Es así como El Manual del Ateo explica su religiosidad: fue sólo por la presión de su ambiente atrasado que escribió en su libro Óptica: “¿No parece, a juzgar por los fenómenos observables, que hay un Ser, incorpóreo, viviente, inteligente, omnipresente, con espacio infinito, que ve las cosas íntimamente y detalladamente las percibe y las comprende íntegramente por su presencia inmediata a sí mismo?” Pero James Jeans pertenece - a nuestro avanzado siglo científico, al igual que Heisenberg.

Escuchemos al psicólogo, profesor Jung, quien también pertenece a nuestro siglo:

“Durante los últimos treinta años, gente de todos los países civilizados de la tierra me han consultado. Entre todos mis pacientes, en la segunda mitad de su vida, es decir, de más de treinta y cinco años, no había ni uno cuyo problema en última instancia no fuese el de hallar una perspectiva religiosa de la vida. No es aventurado decir que cada uno de ellos enfermó porque había perdido aquello que las religiones vivientes de todas las épocas han dado a sus seguidores; y ninguno de ellos fue verdaderamente sano como para que no ganase de nuevo su perspectiva religiosa”.

No es la mentalidad de un siglo, es la ciencia que hace religiosos a los hombres, ciencia en todas sus esferas. Por eso, Kepler escribió hace siglos: “Estamos pensando los pensamientos de Dios después de El”. Y Sir Allister Hardy, quien fuera jefe del departamento zoológico de la Universidad de Oxford escribió: "Algún poder que llamamos Dios está implicado en el proceso de la vida"; y “Creo que el mundo viviente está tan cercanamente ligado con la teología como lo está con la física y la química, que el elemento divino es parte del proceso natural, no estrictamente sobrenatural, sino metafísico”. Dijo también otra cosa muy interesante: “Al igual que el conocimiento de la biología del sexo no destruye al amante, una religión ligada a la ciencia y a la teología natural no destruye necesariamente el arrobamiento de la comunión con Dios. Avancemos para recobrar el terreno que ha sido perdido en el mundo”.

Ignoro cómo sucedió que El Manual del Ateo se refiriera a Bertrand Russell como un científico. No sabemos de ningún conocimiento científico suyo. Es una autoridad para nuestros oponentes porque simpatizaba con políticas izquierdistas. Pero porque su nombre ha sido mencionado, pienso que deberíamos decir lo que escribió sobre el cristianismo:

“Hay ciertas cosas que nuestra era necesita, y ciertas cosas que debería evitar. Necesita compasión…Necesita toda esperanza valiente y el impulso para crearla…La raíz del problema es una cosa tan simple y anticuada, una cosa tan simple, que estoy casi avergonzado de mencionarla por miedo de una sonrisa burlona, con la cual los sabios descreídos recibirán mis palabras. La cosa que quiero decir - por favor, perdónenme por mencionarla, es el amor. Amor cristiano o compasión. Si se lo siente, se tiene un motivo para la existencia, una guía para la acción, una razón para el valor, una necesidad imperiosa para la honestidad intelectual”.

Ahora volvamos a los verdaderos científicos. C. Chant, catedrático de astrofísica de la Universidad de Toronto, dice: “No vacilo en decir que por lo menos el noventa por ciento de los astrónomos han llegado a la conclusión de que el universo no es el resultado de una ley ciega, sino que está regulado por una gran inteligencia”. En cuanto al otro diez por ciento, muchos de ellos son nuestros astrónomos soviéticos y no tienen libertad de decir lo que piensan.

Repetimos que no hay un conflicto irreconciliable entre la ciencia y la religión, tal como afirma El Manual del Ateo. La mayoría de los científicos mismos no saben nada de esta problemática.

El Manual del Ateo usa como argumento antirreligioso la nueva ciencia de la cibernética, por medio de la cual demuestran que todas las funciones de nuestra mente son como las funciones de una máquina; que no hay un espíritu implicado en ninguno de los dos.

Es ciertamente maravilloso que estas instalaciones cibernéticas puedan reproducir o imitar fenómenos nerviosos, o que traduzcan, o que jueguen ajedrez y resuelvan problemas del pensamiento mucho más rápido que el hombre. Pero, y este es el punto tan fácilmente ignorando, la máquina cibernética es producida por una mente. Finalmente, es sólo un reflejo de un proceso de pensar de aquella mente y no algo extraordinariamente nuevo.

Los hombres pueden correr, digamos, a dieciséis kilómetros por hora. Pero han inventado aviones a reacción y misiles que pueden viajar a miles de kilómetros por hora. Los hombres tienen ojos que perciben a una cierta distancia, pero han inventado el microscopio y el telescopio para permitirles ver lo que está escondido al ojo humano. Los hombres fueron creados con la habilidad de crear instrumentos para extender sus capacidades y aumentar sus sentidos. La máquina de la cibernética pertenece a esta categoría, pero detrás de cada máquina hay también una mente que la construyó.

¿Quién construyó la máquina llamada "autor ateo"? Que mis oponentes reflexionen un poco y ponderen el hecho de que cada uno de ellos tiene a su disposición alrededor de 10 mil millones de células cerebrales. ¡Qué clase de Creador debe ser aquél que concede tal plenitud de neuronas a alguien que desea burlarse de El! Cualquier célula puede estar en contacto con otras 25.000. El número de asociaciones posibles es del orden de 10250.000, una cantidad mayor que el número probable de átomos en todo el universo conocido.

Sigan pensando: cada ateo tiene mil seiscientos kilómetros de vasos sanguíneos en su cuerpo para aprovisionar a su cerebro y órganos. Derrotar la vieja y probada religión no es tarea fácil; nuestros oponentes traspiran por ello. Cada autor ateo tiene un millón y medio de glándulas sudoríparas en la superficie de su cuerpo. Respira mientras escribe contra la religión. Puede respirar porque tiene pulmones compuestos de setecientos millones de células. Mientras escribe contra el Creador, su corazón late constantemente; late muchos miles de millones de veces durante su vida. En efecto, durante una vida promedio bombea el peso de unas seiscientas mil toneladas de sangre. ¿Podrían creer mis oponentes que una grúa que levanta un tonelaje tan masivo exista por sí misma sin implicación de un ser inteligente?

Los autores de la obra maestra atea han gastado una cantidad tremenda de energía en ella. Ahora bien, el sistema nervioso de cada uno de los autores tiene tres billones de células nerviosas, de las cuales nueve mil millones están en la corteza cerebral. Además, no habrían podido escribir el libro si no hubieran gozado de buena salud. Su salud fue asegurada por los treinta millones de glóbulos blancos en sus venas. También tienen 130.000 billones de glóbulos rojos.

Sin lugar a dudas, daban a veces un paseo para estimular su pensamiento antes de seguir escribiendo. Durante ese paseo tal vez llovió; sin embargo ni una gota de agua cayó dentro de sus fosas nasales, porque la abertura de las fosas es hacia abajo, no hacia arriba. ¿Quién arregló este pequeño detalle?

¡Oh, si estos académicos sólo tuvieran la sabiduría del pescador conocido como Juan el evangelista! Se preguntó éste sobre el misterio de su corazón, el cual latía regularmente, asegurando la continuación de su vida. Reposó en el pecho de su mejor amigo, Jesús; escuchó el latir regular de su corazón, y esto le reafirmó que Dios existe, al igual que uno que escucha el tictac acompasado de un reloj sabe que hay un relojero.

Anhelo con cada fibra de mi ser que mis oponentes también lleguen a saber esto y saberlo ahora, y no en el infierno, donde la verdad de Dios y su universo finalmente se reconoce, ¡pero demasiado tarde!

Pensando en su propia máquina corporal, que es mucho más maravillosa que la de la cibernética, que mis oponentes se dirijan ahora a admirar un largo puente colgante. Sin embargo, una telaraña, extendida a través de un camino en un jardín, inspiró el primer puente colgante. Pero, ¿quién dio a la araña la inteligencia que admiramos en su ingeniero? ¿Y quién le proveyó de una tela de tan admirable fuerza de dilatación? Aquellos que hicieron los primeros aviones, desde Leonardo Da Vinci hasta los hermanos Wright, aprendieron de los pájaros.

Pero mis oponentes pueden estar seguros de que los entiendo. Ellos hablan en nombre de la ciencia, que está basada en la verdad, y, sin embargo, a ellos mismos les hace falta la gran condición de la verdad, que es la discusión libre e imparcial.

Supongamos que varios de los académicos soviéticos hayan llegado a conclusiones religiosas, como Einstein y Planck lo hicieron. ¿Podrían haber publicado una obra expresando sus convicciones? Ciertamente podrían, pero sólo en secreto y con el riesgo de ir a prisión. No podemos esperar mucho de autores que escriben bajo semejantes condiciones. No todo hombre es un héroe o un mártir en potencia.

Los gobernantes de los países comunistas están más enamorados de su propia doctrina que de la verdad objetiva, y por lo tanto no se someten a la única prueba válida, la de la discusión libre; así que coartan a sus académicos el derecho de hablar en el nombre de la ciencia.

¿Cómo puede uno hablar en nombre de la ciencia cuando abusa del monopolio de la publicación que mantienen los ateos y atribuyen a la religión lo que nunca ha afirmado?

Vamos a dar sólo unos pocos ejemplos tomados al azar de El Manual del Ateo. Cito:

“Según la Biblia, Dios creó todas las estrellas, el sol y la luna en el cuarto día de la creación”. Aquí mis oponentes han añadido simplemente la palabra “todas”.

Esta palabra no existe en el respectivo versículo de la Biblia. La Biblia enseña solamente esto, que las estrellas fueron creadas por Dios (Gen. 1:14-19). No excluye, como El Manual del Ateo dice, la aparición de nuevas estrellas. Dios ha creado este universo según leyes establecidas por Él, leyes que permiten la posible aparición de nuevas estrellas como aparecen en otras esferas nuevos hombres, nuevos planes y nuevas ideas.

Otra cita de El Manual del Ateo: “Los predicadores de la religión declaran que la vida ha sido creada por Dios solamente en nuestro planeta, pero la ciencia ha demostrado que la vida está extendida muy ampliamente por el universo”.

¿Cuándo declararon los predicadores de la religión que la vida existe solamente en nuestro planeta? ¿Cuándo demostró la ciencia la segunda afirmación?

Otra cita: “La transformación de la materia por los hombres muestra obviamente que el dogma, según el cual el mundo creado por Dios es invariable, no tiene ningún fundamento”. ¿El dogma de cuál religión aseveró que el mundo creado por Dios es invariable o que los hombres no serían capaces de transformar la materia?

La Biblia comienza con la historia de que Dios puso a Adán en el jardín del Edén para cuidar el jardín, trabajarlo, lo que significa cambios en la naturaleza (Gen. 2-15). Abel era un pastor que crió animales y Caín era un agricultor (Gen. 4:2). Los hombres debieron influir sobre la naturaleza y cambiarla.

En la parte de su libro con el subtítulo "La derrota del dogma de la redención" estos ateos escriben: “Los clérigos tratan de convencernos de que como Dios es omnipresente, la palabra de Dios se ha encarnado simultáneamente como por una orden, y en cada uno de los mundos habitados por seres vivientes. Así que Cristo tuvo que nacer, sufrir y morir simultáneamente en un número infinito de planetas”. Desafío a mis oponentes a dar el nombre de un solo clérigo que haya jamás sostenido semejante disparate. En primer lugar la ciencia nunca ha demostrado que existan seres inteligentes en millones y millones de planetas. Segundo, ninguna iglesia ha dicho jamás que Cristo haya muerto en muchos planetas.

Pero no es necesario insistir en esto, porque unas pocas páginas mas adelante los autores ateos dicen exactamente lo opuesto a lo que inventaron antes. Ahora ponen en la boca de los teólogos (nadie sabe cuáles) la afirmación de que la tierra es el único lugar donde la humanidad ha pecado, y que requería expiación, mientras que otras razas en otros planetas han permanecido fieles. ¡Invento tras invento! ¡Los teólogos nunca han emitido dogmas sobre estas cuestiones!

Con una sonrisa he de dar otra cita de El Manual del Ateo: “La religión admite solamente la modificación natural de la geografía en nuestro planeta porque viene de Dios, pero la intervención creativa del hombre en el proceso geográfico está completamente excluida”. Con esto quieren decir que la religión no permite la creación de canales de irrigación. Que los pueblos muy religiosos de la antigüedad, los babilonios y los egipcios tuvieran una amplia red de canales de irrigación, no cuenta para ellos. ¿Cuándo se ha pronunciado una religión contra los canales? ¿Qué religión?

Bueno, esta vez mis oponentes tienen una prueba. Citan al príncipe Gólifsin, gobernador de la provincia de Astracán hace unos doscientos años, quien se opuso a la construcción de un canal que uniría dos ríos. Pero yo, por mi parte, nunca supe que los gobernadores de una provincia fueran representantes de la religión.

Otra cita: “Los clérigos han predicado por espacio de mil años la idea de que el vuelo de los hombres hacia el cielo, sin el permiso de Dios, es inadmisible, profano, y han perseguido con crueldad y exterminado a los valientes hombres que trataron de llevar a cabo dichos vuelos, para no hablar de los viajes cósmicos de los hombres; y en el presente, todos estos principios religiosos han sido destruidos”.

Trato de ser cortés, pero no puedo decir otra cosa, fuera de esto es una mentira patente. Nadie puede dar el nombre de un solo hombre que haya tratado de volar y haya sido exterminado por esta razón. ¿Son exterminados los astronautas en América? El primer astronauta americano afirmó su fe en Dios, y los demás astronautas que lo acompañaban) leyeron la Biblia mientras orbitaban alrededor de la luna. Volvieron y fueron aclamados. Ninguno de ellos fue muerto. ¿Cómo pueden los académicos escribir semejantes mentiras?

Continúo con estas curiosas citas ahora de un libro publicado por la Academia de Ciencias de Moscú: "Algunos predicadores de religión dicen que el Altísimo ha trasladado a sus habitantes hacia las profundidades del universo y que, por lo tanto, los cohetes cósmicos y satélites no llegan al reino de los cielos”. ¿Por qué precisó Dios trasladarse a otro departamento? ¿Cuándo jamás propuso un predicador de religión semejante estupidez?

Pero los autores ateos olvidan muy pronto lo que habían dicho, y luchan contra nosotros con otro argumento: “Los clérigos enfatizan especialmente que los hombres no pueden encontrar a Dios o a sus servidores sobrenaturales porque éstos son inmateriales, sin cuerpo, y pertenecen al mundo espiritual, no al mundo natural”. Esto ya suena mejor, pero no quieren aceptar el hecho de que Dios, siendo espiritual, no puede ser visto por un astronauta que ha ido solamente a la luna. Escriben: “Lo inmaterial también es inaccesible al hombre”. ¡Pobres materialistas, que decían pocas paginas atrás que nada existe fuera de la materia y el movimiento! Ahora reconocen que lo inmaterial existe y es accesible a la mente humana, lo que es verdad; y ellos lo comprenderían si solamente usaran sus sentidos para descubrir el Espíritu Eterno y su propio espíritu.

Otra afirmación infundada de El Manual del Ateo es que la religión justifica la ignorancia. ¿Quién creó las primeras universidades en Europa? ¿No fueron los cristianos? ¿No fueron los monasterios los primeros centros de cultura? ¿Quién puede negar que los idiomas inglés y alemán, y muchos otros, fueran formados por la Biblia?

Bueno, ¡mis oponentes pueden sostener cualquier cosa! Representan a un dictador, y sus oponentes están silenciados.

Otra afirmación de El Manual del Ateo: “La religión condena a los hombres a la indiferencia hacia los eventos”. La policía secreta comunista de ningún modo tiene la misma opinión. Sus agentes saben muy bien que los cristianos no son pasivos, y que ellos mismos nos pusieron en prisión por nuestras actividades religiosas.

Creo que las citas arriba mencionadas son suficientes. Disgustarán tanto a algunos lectores, que se preguntarán si vale la pena objetar a un libro escrito a un nivel tan bajo. Pero tiene que ser objetado porque el libro se distribuye por millones en innumerables traducciones. Es inculcado en las mentes de la juventud; domina por el poder del látigo.

No, la ciencia no puede estar opuesta a la religión. La ciencia sólo puede estar opuesta a una cierta clase de religión atrasada.

Si yo pronuncio la palabra "barco", esto puede despertar diferentes imágenes en tu mente. Puedes ver delante de ti el arca de Noé, o la nave primitiva en la cual los polinesios atravesaban los océanos, o los barcos de los vikingos cuando inicialmente arribaron a América, o un vapor de hace unos 100 años, o quizás un trasatlántico moderno de lujo.

Si yo digo "religión" o "Dios", de nuevo esto despierta en la mente diferentes imágenes. Distintos hombres en tiempos diferentes han entendido a Dios según sus poderes de entendimiento, sentimiento e inspiración espiritual e interpretaron su revelación de diferentes maneras.

Algunos conceptos de Dios son anticuados, y sin duda contradicen a la ciencia. Pero esto no se aplica a toda religión, ni tiene que aceptar la religión toda la ciencia porque en ella también existen muchas cosas anticuadas.

La ciencia y la religión pertenecen a dos esferas diferentes. La ciencia nos puede decir solamente cuáles son los aspectos materiales de las cosas. Si se preguntara a un científico lo que es un beso, diría: “Es el acercamiento de dos pares de labios con una transmisión recíproca de microbios y bióxido de carbono”. Pero hay algo más en un beso. Desde el punto de vista científico, cualquier flor es el balance de un mecanismo bioquímico que requiere potasa, fosfatos, nitrógeno y agua en proporciones definidas; pero todo amante de las flores se opondrá a lo que el científico ha dicho de una flor. La ciencia ve solamente la mitad del camino. Parte del camino se recorre por el arte, parte por la filosofía, y el último trecho por la religión.

Sabes muy poco de la vida si piensas en ella solamente como un organismo protoplásmico, olvidando lo que has aprendido de ella por medio de Shakespeare, Dickens, Miguel Ángel, Rafael, las grandes personalidades religiosas del mundo, y de la encarnación de Dios, Jesucristo.

¿Sería correcto hablar del abrazo de un amante en términos de una liberación acelerada de adrenalina en la sangre, y decir que esta es una explicación adecuada de todo lo que pasa en ese momento?

No es científico y por lo tanto no sería verdadero reducir la vida a la ciencia.

Los autores de El Manual del Ateo pasan de las consideraciones teóricas sobre la relación entre la ciencia y la religión al lado práctico de las cosas. Lutero, supuestamente, pidió “la represión feroz de la herejía de Copérnico”. Permanece un misterio cuando Lutero pidió esta represión. Se buscaría en vano tales palabras en las obras de Lutero.

"Pero nuestros oponentes preguntan, “¿no quemó Calvino a Servet, el gran científico?” Sí, lo hizo quemar, desgraciadamente, pero la aseveración de El Manual del Ateo de que lo quemó en la hoguera por sus descubrimientos científicos, simplemente no es verdad. Fue sentenciado a muerte por enseñar falsa doctrina religiosa. Esto sucedió hace unos quinientos años, y es muy lamentable, pero no les toca a nuestros oponentes juzgar esto. No sólo un Servet, sino muchas decenas de millones de hombres han sido condenados a muerte o murieron lentamente en los campos de concentración comunistas por haberse atrevido a fomentar una doctrina política ajena a la de un dictador quien más tarde fue rechazado por sus propios camaradas.

Tampoco es cierta otra afirmación de mis oponentes donde dicen que la biblioteca de Alejandría fue destruida por fanáticos cristianos al final del siglo IV. Si así lo hubiesen hecho, los musulmanes no podrían haberla destruido en el siglo VII.

Otra mentira irrisoria: El Manual del Ateo dice que en los Estados Unidos, Inglaterra, Holanda y otros países se declararon epidemias de viruela porque el clero estaba contra la vacunación por razones religiosas. ¿Cuándo han tenido estos países la última epidemia de viruela? En realidad, la vacunación ha sido suspendida en los Estados Unidos porque la afección ha sido virtualmente erradicada.

Así hay una pregunta aún: ¡el índice de la iglesia católica que prohíbe leer ciertos libros! La iglesia católica abolió el índice en el segundo concilio vaticano. Aún estamos esperando la abolición del índice en los países comunistas. ¡Cómo les gustaría leer los libros de Pasternak y Solzhenitsyn libremente – o por lo menos a Platón, Newton, Bergson, para no mencionar la Biblia y sus comentarios! Hasta los libros de Stalin están prohibidos; no se los puede hallar en ninguna librería.

Ni lo que los autores de El Manual del Ateo dicen teóricamente de la ciencia y la religión, ni lo que dicen en el lado práctico del asunto, puede resistir la investigación.

Es un axioma de la biología ahora que la función crea el órgano. Tenemos ojos para ver la luz y el color. Tenemos oídos para escuchar los sonidos, y manos para manejar las cosas materiales. Nos fue dado un cerebro porque hay cosas en qué pensar. ¿Para qué tenemos entonces la curiosa capacidad de creer, de tener fe? Aún un niño tiene esta capacidad. Así que tiene que haber una realidad correspondiente. ¿Sería lógico que en este mundo, donde todo en nosotros corresponde a una realidad exterior, sólo esta capacidad de la fe esté en nosotros, sin nada "allá afuera" para ser aprehendido por la fe? Tenemos la capacidad de creer porque hay un Dios en quien creer. No sólo existe la materia, sino también una realidad que no se puede explicar en términos físicos o químicos sin exponerse al ridículo.

La ciencia defiende la religión.

La tierra está precisamente a una distancia exacta del sol y tiene la velocidad orbital justa para hacer la vida posible sobre ella. Si hubiéramos estado un poco más cerca del sol, habríamos sido quemados por su fuego. Si hubiéramos estado mas lejos, la tierra habría sido demasiado fría, como para que creciera nada. Si el mundo no diera vueltas alrededor del sol, no habrían cambios de estaciones.

Las proteínas son una combinación de cinco elementos mayores: carbono, hidrógeno, nitrógeno, azufre y oxígeno. Dentro de cada molécula de proteína hay probablemente algo así como cuarenta o cincuenta mil átomos. De aproximadamente cien elementos químicos que están distribuidos al azar por nuestra tierra, sólo estos cinco, y aún en proporciones fijas, pueden formar moléculas de proteína. ¿Podría esto acontecer al azar? La cantidad de materia que tendría que haber sido sacudida, y la duración del tiempo requerido para obtener proteínas al azar, puede ser calculada según las leyes de probabilidades. El matemático suizo Charles Cuye ha hecho este cálculo. Dice: “La probabilidad de semejante suceso por azar es de 1 entre 10 con 160 ceros a continuación”. Significa que hay una posibilidad entre diez con 160 ceros a continuación que de una sacudida casual de la materia una sola molécula de proteína sea producida. La materia que tendría que ser sacudida debería ser más grande que todo el universo conocido. ¡El tiempo necesario para esto en años sería 10 seguido de 243 ceros!

El profesor J. Leathes ha calculado que los eslabones de una cadena en una proteína muy sencilla están combinados en 10 con 48 ceros a continuación millones de maneras. La casualidad no puede construir semejante molécula. La casualidad nunca ha construido el marco de una casa o un piano, que son cosas sencillas comparadas con una molécula de proteína.

Cuando estuve en prisión escuchaba disputas entre ladrones. Jugaban con dados. Si un dado, tirado por uno de ellos, caía demasiado a menudo en el número seis, inmediatamente los otros ladrones sospechaban que el dado estaba cargado y la casualidad no estaba operando. Simplemente no podía suceder que cayese en el seis una y otra vez. Tampoco pudo la sola casualidad habernos dado el universo ordenado que poseemos.

Un filósofo, incluso un filósofo ateo, no puede ser el resultado del desarrollo por azar. La pura casualidad no acabaría en un pensador ateo.

Cité a un matemático para demostrar que la probabilidad de crear una molécula de proteína sería de 1 a 10 con 160 ceros a continuación. ¿Querría alguno de mis oponentes ateos poner un rublo en una lotería donde las posibilidades de ganar fueran de 1 entre 10 con 160 ceros a continuación? Sería un riesgo estúpido. Significaría botar el rublo. Pero arriesgan su salud mental, la joya eterna de su alma; arriesgan la verdad en una teoría que tiene tantas probabilidades de ser exacta como la probabilidad de ganar en nuestra hipotética lotería. E1 profesor Edwyn Conklin, un biólogo de renombre en la Universidad de Princeton, ha dicho: “La probabilidad de que la vida se originara por accidente es comparable a la probabilidad de que un diccionario sin abreviar resultara de una explosión en una imprenta”.

Pero todos nuestros argumentos no sirven de nada para los ateos confirmados. Saben sobre el cráneo del Neanderthal y otros como éste para probar que Adán, que vivió en el paraíso en comunión con Dios, no pudo haber existido. La Biblia comienza con algo no científico. Nuestros predecesores fueron hombres muy primitivos evolucionados del mundo animal. No puede cuestionarse la falta de concordancia entre la Biblia y la ciencia, dicen.

Supongamos que se hicieran excavaciones en nuestra tierra dentro de unos 5.000 años, y los arqueólogos de entonces encontrarían dos o tres cráneos de aborígenes australianos, o de hombres viviendo aún en la edad de piedra en Nueva Guinea. Los antropólogos de aquel tiempo futuro dirían que en nuestro tiempo no hubo gente civilizada. Pero los hombres que envían cohetes a la luna coexisten con los pigmeos. Entonces, ¿Por qué no podrían haber coexistido algunos de los descendientes de Adán, mentalmente más dotados, con hombres más sencillos?

Creo que he dicho bastante sobre el asunto de la ciencia y la religión.

Lo que impide a estos autores ateos arrogarse el derecho de hablar en nombre de la verdad, es la ausencia completa de duda en su libro.

Los autores de la Biblia, aunque profundamente religiosos, nunca se abstuvieron de expresar sus dudas. Se las encuentra en el libro de los Salmos y en el libro de Job. Aún Juan el Bautista tenía dudas, estando en prisión, de que Jesús fuese en verdad el Mesías. Jesucristo mismo exclamó en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"

Los autores de la guía para ateos expresan su seguridad presuntuosa en todo. No se les permite dudar; tienen que cumplir con la tarea que les ha sido encomendada a ellos por el partido comunista de escribir contra la religión.

Ningún hombre es completamente religioso. Los hombres religiosos tienen sus dudas. Del mismo modo nadie es totalmente ateo. Los ateos tienen sus momentos de creer en algo, pero, mientras que los autores de la Biblia, David y Job, por ejemplo, tuvieron alguna vez pensamientos que parecían casi blasfemos, nuestros oponentes ateos son siempre muy previsibles. Son de una sola pieza: ¡ateos y nada más que ateos! Esto no es natural. No expresan todo lo que piensan.

¡Es como si nunca hubiesen oído lo del famoso principio de incertidumbre de Heisenberg!

De su lado, mis amigos ateos, se halla el poder político. Pero la verdad científica se encuentra de nuestro lado. Jesús puede ser considerado el fundador del pensamiento científico. Él dijo: "Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído"; "lo que sabemos, hablamos, y lo que hemos visto, testificamos"; "mirad las aves del cielo. . . Reparad los lirios del campo, cómo crecen”. ¡Enseña observación exacta! Se les enseña a los cristianos a hablar lo que saben, lo que han visto y oído. La ciencia está basada en estos mismos principios. Volver a Contenido

 

31. RECONCILIACIÓN

El Manual del Ateo habla de muchas otras cosas, pero tengo que cuidarme de extenderme demasiado con este manuscrito. Tendrá que ser introducido clandestinamente en forma impresa, y por tanto no debe ser demasiado largo.

Pero debo algo a mis oponentes. Cristo nos enseñó a retribuir el mal con el bien. Han difamado nuestra religión. Debo mostrarles el camino de salvación. Los autores de un libro de propaganda atea pueden tan ciertamente ser salvados como los que han cometido otros pecados.

Vivimos con esta realidad terrible del pecado. Yo tengo mis pecados; mis oponentes tienen los suyos. Ni filosofías humanistas, ni ateas, ni religiosas, ni especulaciones de clérigos o de sus enemigos ateos pueden hacer nada para liberar a un hombre de su pecado. Por esto, Dios ha hecho una obra poderosa, eficaz. He buscado demostrar la confiabilidad de las Escrituras. Mis oponentes pueden aprender de las Escrituras cómo ser limpiados de sus pecados para volverse hijos de Dios y herederos de la vida eterna.

El apóstol Pablo escribe: "Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras fue sepultado, y... resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (1 Corintios 15:3,4).

Nadie puede entender enteramente qué tiene que ver la muerte de Cristo en Palestina hace dos mil años con mis pecados y cómo pueden estos ser quitados por un sacrificio que Él hizo en aquel tiempo. Pero tampoco podemos dar una explicación total de la naturaleza de la electricidad o de la gravedad o de nuestros propios procesos fisiológicos. No necesitamos una explicación complicada de la expiación para beneficiarnos de ella. Basta que creamos que Cristo murió por nuestros pecados, que Él llevó nuestro castigo y que nuestros pecados no nos son ya imputados.

Cristo es Dios encarnado. Sin embargo, se humilló y tomó para sí el castigo de nuestros pecados en sus propios sufrimientos. El apóstol Pedro lo expresa en estas palabras: "habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (I Pedro 1:18,19). Y en el cielo, un canto se eleva a la gloria de Cristo: "tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Apocalipsis 5:9,10).

Cuando Cristo compró con su sangre a los hombres de todas las naciones, también redimió a los comunistas y ateos.

Como he dicho: No podemos entender completamente la expiación, pero podemos entender algo de ella. Cuando nos damos cuenta de que Cristo es Dios, y como tal, una persona de infinito valor y dignidad, entonces (sé que la afirmación será chocante, pero así y todo no vacilo en hacerla) el asesinato de Cristo fue un crimen peor que si se hubiese crucificado a toda la raza humana. Se entenderá esto mejor si se medita en las palabras de Isaías: "las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas" (Isaías 40:15), así son delante de Dios.

Una ilustración muy sencilla demostrará lo que pensamos. Estoy enfermo de tuberculosis y he matado a millones de microbios de tuberculosis con medicamentos. También he matado muchos otros microbios y toda clase de insectos. Se han matado muchos animales para mi comida. No sufro remordimiento por eso pero mi conciencia me acusa por todo lo malo que he hecho al hombre porque el hombre es de mayor valor que los insectos, lleva la imagen de Dios. De la misma manera Cristo, que es Dios encarnado, es de un valor infinitamente más alto que los millones y millones de seres que son solamente hombres y por consiguiente, Su crucifixión fue suficiente para redimir a la raza humana de todo su pecado, esto con la única condición de tener fe en lo que ha hecho por nosotros. Dios sufrió en la persona de Jesucristo, murió por su pueblo, tomando un cuerpo humano en el cual poder morir, ya que Dios es inmortal.

Por consiguiente, Pedro escribe de nuevo: "también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18). Y el apóstol Juan escribe: "la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7). Juan el Bautista dijo: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). El apóstol Pablo escribe: "justificados en Su sangre, por Él seremos salvos de la ira (de Dios)" (Romanos 5:3). ¡Qué ira habrá provocado en Dios una obra tan blasfema como El Manual del Ateo! Pero podemos ser salvos de esta ira porque "En Él (Jesucristo) tenemos redención por Su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de Su gracia" (Efesios 1:7).

La expiación ha sido el tema de meditación por parte de los cristianos por dos mil años. Ha sido explicado de diferentes maneras. Hay muchas doctrinas de la expiación.

Verdadera es la doctrina vicaria de que Jesús murió como substituto por nuestros pecados. Verdadera también es la doctrina de la influencia moral, de que Cristo murió para que a través de la belleza de su gesto y de su sacrificio, pudiese inducirnos a adoptar una nueva y santa manera de vivir.

Verdadera es la soberanía de Dios, de acuerdo a la cual Él nos perdona generosamente a los pecadores pero, no obstante, hizo sufrir a Cristo para mostrarnos que toda trasgresión merece castigo y para que nosotros, observando el gran sufrimiento de Cristo, pudiésemos comprender lo que merecíamos por nuestros pecados. Verdadera también es la enseñanza, de acuerdo a la cual Cristo y el creyente uno son, unidos por un amor que los hace indisolubles. Como una madre sufre junto con su niño enfermo o una novia sufre junto con su novio que sufre dolor, así podemos comprender el sufrimiento de nuestro amado Cristo en el Gólgota.

Pero creo que la explicación más lógica para el hombre del siglo XX es la doctrina de la transferencia. Todos nosotros tenemos en nuestra mente el mecanismo de la transferencia. Cuando no podemos encontrar algo y estamos irritados por esto, nos basta con culpar a otro, ya sea a nuestra esposa o a nuestro hijo, por haber cambiado de lugar al objeto respectivo. Hemos encontrado a un expiador en quien poner la culpa. Si un niño se golpea contra una silla, basta con que su madre le “pegue” a la silla por el dolor que causó y el niño quedará inmediatamente consolado. El mecanismo de transferencia está profundamente arraigado en nosotros. Nuestro corazón encuentra paz si podemos cargar a otro con nuestras aflicciones: la monarquía, la burguesía, los latifundistas, los americanos, los imperialistas, los comunistas, los trotskistas, Stalin, los judíos, los negros, los blancos; a cualquiera menos yo.

Jesús usó conscientemente este mecanismo de transferencia; por eso vino hacia la humanidad, presentándose como el Hijo de Dios. Fue como si hubiese dicho: "Ahora, si tienes esta tendencia de transferir tus pecados a otro, lo más normal sería transferirlos a mis hombros; llevo la responsabilidad porque la creación entera fue hecha por mí. Estoy presto a tomar sobre mí toda la culpa y todo el pecado. Sientes que tus pecados merecen un castigo. Kant dijo: “El criminal tiene derecho al castigo”. “Llevaré el castigo que mereces y serás libre”.

Recomiendo a mis oponentes ateos, ya que han hecho tanto daño a millones de almas escribiendo mentiras calumniosas contra la religión, que pongan este crimen sobre los hombros de Cristo, a quien atacaron. Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado de todo el mundo; por tanto, también quita los pecados de los autores de El Manual del Ateo. ¡Cree en Cristo y serás salvo!

Has tratado de oponerte a la religión con teorías ateas. Esto es infantil. El análisis crítico es impotente frente a la angustia interior. Las teorías ateas no ayudan a un hombre moribundo o a su familia desolada. Tus propias doctrinas no tienen ningún valor para ti cuando pasas por la angustia de la duda y te preguntas si no has cometido una ofensa terrible al escribir este libro. Puedes no pensar en ello hoy, pero vendrá el día en que tendrás que pensarlo, el día de tu muerte.

Moscú, Pekín y Washington rivalizan para ver cuál de ellas tendrá mayor influencia en el mundo. ¡Ninguna de ellas la tendrá! La ciudad con la mayor población, la ciudad donde reyes y republicanos, capitalistas y comunistas, Stalinistas y Trotskistas, ateos y religiosos y el clero y sus enemigos se encuentran, es la ciudad de la muerte. Para el incrédulo, más allá de la muerte sólo hay remordimiento.

Aún en el momento anterior a la muerte, no será demasiado tarde. En aquel momento puedes orar así: "Señor Jesús, Hijo de Dios, ¡ten misericordia de mí, pecador!" Cree en la sangre derramada por Jesucristo y serás salvo.

Mis queridos amigos ateos, hemos pasado unas pocas horas juntos. Ahora nos separamos.

En la Biblia se cuenta la historia de que cuando los judíos eran esclavos en Egipto, hubo una oscuridad alrededor de los egipcios por tres días. Mientras que la oscuridad alrededor de los egipcios era tan densa que no podían verse el uno al otro, todos los hijos de Israel gozaban de luz (Ex. 10:22-23). Esta luz es la palabra de Dios. El pueblo de Dios tenía esta luz y resplandecía en sus corazones.

Se cuenta que cuando Palestina estaba bajo el gobierno de los turcos, un pachá cruel prohibió a los judíos encender luces de noche. Las ciudades estaban completamente sumidas en la oscuridad.

Sin embargo, en Safed, las ventanas de la casa del rabino José Caro brillaban en la noche. El rabino leía las Escrituras. Los guardias avisaron al pachá lo que sucedía. Este inmediatamente se dirigió a la casa del rabino y lo vio inclinado sobre la Biblia, en tanto que el cuarto entero estaba iluminado por una luz que provenía de las paredes, a pesar de que ninguna lámpara ardía en el cuarto. Las paredes estaban cubiertas por luciérnagas. Ellas daban la luz.

El rabino explicó al pachá: "La ley de Dios no solamente ilumina las vidas de los que la estudian, sino también hace que las luciérnagas alumbren."

Algunos de ustedes, mis oponentes ateos, y aquellos que les han creído, habrán de leer estas líneas. Estoy seguro que serán iluminados aunque sus mentes hayan estado oscurecidas por sus calumnias contra la Palabra de Dios; y la luz resplandeciente, la luz de Cristo, derramará su calor y hermosura a través de tierras comunistas. Volver a Contenido

 

32. UNA PALABRA FINAL

Comprendemos a los pobres ateos, que tienen que hablar como se les manda. Pero si un fondista sirve vino malo, puede calmar su conciencia entregándolo en pequeñas cantidades.

Setecientas páginas llenas de negaciones; la negación de Dios, de la Biblia, de la vida eterna, y de la humanidad, muestran un exceso de celo.

Han escrito un libro aburrido. No es su culpa. Todo hombre tiene un vacío hecho por Dios en su corazón. En lugar de llenar este vacío con Dios, escribieron un libro sobre la estructura y hermosura de un vacuo.

Tenían que escribirlo. Los libros ateos son los únicos libros sobre el ateísmo, mientras que Lutero dijo: "Nuestro Señor ha escrito la promesa de la resurrección no sólo en los libros, sino en cada hoja de la primavera".

Sí, su libro es aburrido. Pero es también venenoso para las mentes que no tienen la libertad de leer libros cristianos y así llegar al conocimiento de la verdad. Ustedes son como alguien que desvía a las orugas contándoles que todos sus esfuerzos son vanos, que nunca llegarán a ser hermosas mariposas. Ustedes dicen a los pimpollos que nunca llegarán a ser hermosas flores. Ustedes matan las almas de los hombres diciéndoles que nunca llegarán a ser como Cristo en esta vida y en el paraíso por toda la eternidad.

No quiero insultarlos. Deseo ayudarlos a reconocer el estado terriblemente peligroso de su corazón. Ustedes son peores que los asesinos. Ellos matan sólo los cuerpos. Ustedes matan las almas, incapacitándolas para gozar de Dios.

Por tanto les doy un consejo, confiesen sus pecados y arrepiéntanse por el mal que han hecho a las generaciones, vuélvanse de sus malos caminos, entonces Dios les enviara vida otra ves. ¿Lo harán? ¿Lo harán?

Como ustedes, yo fui ateo hasta el día en que recobré el juicio e hice literalmente lo que hoy les aconsejó. Ahora me estremezco ante la vida de violencia y sufrimientos que los espera si continúan en su ateísmo. Yo fui encontrado por Cristo, y salvado del ateísmo y del crimen.

Este camino está abierto para usted también.

¿Lo emprenderá?

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33. PRESENTANDO AL AUTOR

Richard Wurmbrand nació en Bucarest el 24 de Marzo de 1909. Fue un pastor evangélico que paso catorce años en cárceles comunistas de Rumania, su patria. Fue uno de sus más renombrados dirigentes cristianos, autores y educadores. Pocos nombres son tan conocidos en su país.

En 1945, cuando los comunistas ocuparon Rumania, e intentaron controlar a las iglesia para sus propios fines, Richard Wurmbrand comenzó de inmediato un efectivo y vigoroso “ministerio subterráneo” entre sus compatriotas esclavizados y los soldados invasores rusos. Finalmente fue arrestado en 1948, en compañía de su esposa Sabina. Ella fue condenada a tres años de trabajos forzados. Richard Wurmbrand pasó tres años de confinamiento solitario, sin ver a nadie, con excepción de sus guardias comunistas. Después de estos tres años fue trasferido a una celda común por cinco años más, donde continuaron las torturas.

Debido a su prestigio internacional como líder cristiano, algunos diplomáticos de las embajadas de los países occidentales comenzaron a interesarse por su seguridad. Se les informo que había huído de Rumania. Por otro lado Policías Secretos, haciéndose pasar por ex-compañeros de cárcel, contaron a su esposa como habían presenciado su entierro en el cementerio de la cárcel. Tanto a su familia en Rumania como a sus amigos en el exterior se les aconsejó que era mejor olvidarlo, ya que, según estas falsas noticias, estaba muerto.

Después de ocho años fue puesto en libertad e inmediatamente reanudó su labor en la Iglesia Subterránea. Dos años más tarde, en 1959, fue vuelto a arrestar y sentenciado a veinticinco años de cárcel.

Richard Wurmbrand fue puesto en libertad otra vez en una amnistía general en 1964, y continuó su ministerio subterráneo. Conscientes del peligro que significaba para él un tercer arresto. Cristianos de Noruega negociaron su salida de Rumania con las autoridades comunistas. El gobierno comunista había comenzado a “vender” a sus presos políticos. El precio habitual de rescate por un preso era de 2.000 dólares; pero por él pidieron 10.000 dólares.

En mayo de 1966, mientras prestaba declaraciones ante el Sub-Comité de Seguridad Interior del Senado norteamericano en Washington, se desnudó hasta la cintura para que pudieran ver las dieciocho profundas cicatrices que le habían dejado las atroces torturas a que fue sometido durante su encarcelamiento. Los periódicos norteamericanos, europeos y asiáticos contaron al mundo su dramática historia. En el mes de Septiembre de ese mismo año se le advirtió que el régimen comunista de Rumania había dispuesto su asesinato. Mas ni siquiera aquellas amenazas de muerte pudieron silenciar su voz.

Richard Wurmbrand ha sido llamado “la voz de la Iglesia Subterránea”. Líderes cristianos lo han llamado “un mártir viviente” y “el Pablo de la Cortina de Hierro”.

Richard Wurmbrand, encontró el eterno descanso en los brazos de su Amado Salvador el 17 de Febrero de 2001, Sabina su esposa, se le había adelantado, el 11 de Agosto de 2000. Volver a Contenido

Demostrar nuestro valor

 

34. Recomendaciones finales de los editores

>Según la Biblia el hombre no vive solo de pan, sino precisa “toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4). Por eso, apreciado lector, le recomendamos leer la Biblia y alimentarse de la Palabra que sale de la boca de Dios. Como guía recomendamos leer los devocionales diarios como el ejemplo que sigue:

Muchos de nuestros contemporáneos reconocen fácilmente que no creen en Dios. Afirman que para ellos no es un problema y no sufren por ello. Al contrario, más bien se sienten orgullosos de vivir sin Dios. Dicen que es señal de libertad y de madurez.

Mas casi todos sienten la fuerte necesidad de ser bien visto por aquellos que tienen importancia para ellos. En el fondo cada uno quiere ser conocido como una persona honorable, a quien nada se le puede reprochar. Uno quiere probarse a sí mismo y a los demás su propio valor. Semejante actitud es puro orgullo. Querer ser justo por sus propios esfuerzos es algo irrisorio.

Escuchemos más bien la enseñanza de la Biblia: “Justificados gratuitamente por Su gracia”. Solamente la justicia que Dios nos da nos libera de la necesidad de comprobar a toda costa nuestro valor. A menudo esa necesidad hace de nosotros seres tensos, y a veces hasta agresivos. ¡Cuánta necesidad tenemos de recibir el mensaje del amor gratuito de Dios y del don de su justicia! Entonces seremos liberados del orgullo y nos sentiremos más libres en nuestras relaciones con los demás, a quienes ya no veremos como enemigos o rivales, sino como personas amadas por Dios. Y cuando tengamos la tentación de engrandecernos, de despreciar o envidiar a los demás, pensemos en el Señor Jesús, quien es “manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29).

Todos los que creen son justificados gratuitamente por Su gracia (la gracia de Dios), mediante la redención que es por medio de Cristo Jesús. (Romanos 3:24)


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza) http://labuenasemilla.net  --  Volver a Contenido

 

35. LA BIBLIA DICE QUE HAY SOLO UN CAMINO AL CIELO

Jesús le dice, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6)

NADIE MAS PUEDEAYUDARLE:

"Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre." (1 Timoteo 2:5)

"Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8,9)

LO QUE DEBE HACER USTED:


Orar a Dios en sus propias palabras:

1. RECONOZCA que usted es un pecador, y que solo Jesús puede salvarle.

(Romanos 3:23)

2. ARREPIENTASE. Dispóngase a dejar el peca­do y a someterse a Dios.( Lucas 13:5.)

3. CREA que Cristo el Señor murió en la cruz y derramó su sangre para pagar el precio por los pecados suyos y que El resucitó. (Ver Romanos 10:9.)

4. PIDALE a Dios que lo salve. (Ver Romanos 10:13.)

5. PIDALE a Jesucristo que sea el Señor (que tome control) de su vida. (Ver Romanos 12:1,2.)

¡SI DE VERAS ACEPTA A JESUS COMO SEÑOR (REY), VIVA COMO CORRES­PONDE!

  1. Lea la Biblia todos los días para ir conociendo mejor a Cristo.

  2. Hable con Dios en oración todos los días.

  3. Busque una congregación de creyentes donde se enseñe la Biblia como la perfecta e inerrante Palabra de Dios y como la autoridad final.

  4. Obedezca los mandamientos de Cristo y proceda a bautizarse. (Ver Mateo 28:19.)

Fuente: http://www.chick.com/es/ ----- Volver a Contenido

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