Testimonio de un ex-musulmán

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Testimonio de un ex-musulmán

Ari tiene 30 años y es oriundo de un país islámico; allí casi toda la población profesa el islam, por lo que, como la mayoría de los niños y adolescentes, fue criado en esta religión. Su hermana había conocido a Cristo. Ari desconoce cómo fue, pero lo deduce debido a que ella le dejó de regalo una Biblia escrita mitad árabe y mitad francés. Ella le dejó dicho a su mamá, que cuando Ari cumpliera los 18 años, le entregara ese regalo.

 

Mientras él era pequeño, su hermana oraba por él y ponía sus manos en su cabeza encomendándolo a Cristo. En ese momento Ari no entendía nada, pero mucho tiempo después entendió que su hermana estaba orando por su futuro, para que confíe en Jesucristo. A los 12 años, su hermana, que entonces tenía 26 años, fallece. Si bien le dijeron que tuvo un problema en el corazón, Ari cree que pudo haber sido víctima de persecución a causa de su fe en Jesús. Cinco años más tarde, sus padres lo mudan al dormitorio que fuera de ella y en ese momento, su madre le entrega aquel regalo. 

Ari no tenía idea de qué trataba ese libro, pero comienza a leerlo, y al hacerlo, tiene un encuentro con Jesús. Esa relación directa con Dios fue lo que le atrapó; la convicción de que el Señor siempre está presente para él, que le escucha y le cuida, esto es lo que le cautivó. Ari recuerda que su Biblia contenía al final de cada capítulo, un espacio donde se le explicaba, por ejemplo, a orar o cómo proceder para ser bautizado, y fue de esta manera que entregó definitivamente su corazón a Cristo. 

Comenzó a buscar más información acerca de lo que estaba leyendo, y fue en esa búsqueda que encuentra a un pastor que realizaba grupos pequeños en casas para enseñar el evangelio de Jesucristo. Se contactó con él, y éste fue a su casa para conocer a la familia obsequiándole un libro especial para guiarlo en como leer la Biblia; por dónde comenzar, qué significa lo que está leyendo, comentarios explicativos y demás. 

Ari toma la decisión de seguir la vida cristiana y de abandonar la fe islámica. Se bautizó y comenzó a asistir a grupos pequeños en las casas de otros creyentes. En ese mismo tiempo, su papá arregló su casamiento, aun sabiendo que Ari ya no profesaba el islam. Al casarse no escondió su fe. Entonces su esposa cuenta esto a la familia para saber qué hacer con su esposo, y entre las familias se comunican para guiarla en la tarea de convencerlo para que deje de seguir a Cristo. Sin embargo, Ari cada día se afirma en su fe, y se siente más cerca de Dios. 

Tenía un buen empleo y con el ingreso que percibía, sumado a la ayuda de unos amigos, alquilaban casas para poder realizar los grupos de encuentro para predicar el evangelio. Estas casas las iban cambiando muy seguido, porque los vecinos, una vez que descubrían que allí se predicaba el evangelio, los denunciaban a la policía e iban por ellos, con palos para matarlos. 

En ese país tal como en la mayoría de los países musulmanes, quienes dejan el islam y abrazan a Cristo sufren persecución, y Ari no fue la excepción. En su trabajo lo golpearon fuertemente con la intención de matarlo, al punto que quedó internado durante cuatro días. Dios guardó su vida, y finalmente salió del hospital, solamente con alguna cicatriz de los golpes. Lo querían preso o muerto, por eso decidió huir del país con su esposa, y es así que llega a un país de América. Si bien ella lo acompañó, su objetivo principal fue utilizar todas las estrategias a su alcance para hacerlo volver al islam. 

Ya llegado a ese país, Ari buscó una Iglesia para congregarse y profundizar su relación con Jesucristo. Pero aún lejos de su país, la persecución por su fe continuó. La colectividad musulmana intentó matarlo, ya que su esposa se había encargado de informarles sobre los pasos de Ari y aún ella misma, había procurado asesinarlo, pero él siguió firme en su fe, no negando a Cristo.  

Cierto día, cuando estaba leyendo la Biblia en el Salmos 1, tuvo una experiencia con el Espíritu Santo que lo dejó ciego por unos minutos, en la desesperación, su esposa intentó de todo para que recobrara la vista, sin embargo, Jesús dejó en esa hora, una huella imborrable en su corazón. Lo único que escuchaba en ese momento era: “Continúa, no desistas”. 

Si bien Ari, hizo reiteradas denuncias a la policía, estas no tuvieron el efecto que esperaba; optó por huir una vez más, ya que su esposa no solamente intentó asesinarlo, sino que también amenazó a la congregación a la que pertenecía. 

Sobrevivía trabajando de lo que encontraba, viviendo en hostales o en la calle; fue así que llegó a un país cercano ingresando como refugiado. Allí, mientras estaba de vendedor ambulante, dos personas desconocidas, pero cristianas, se acercan y le ofrendaron un dinero que le permitió viajar hasta una ciudad más lejana. Una vez más, Ari percibe la protección amorosa de Dios, proveyéndole y cuidándolo en todo momento. 

Ari cada día bendice a su familia, y ora con fe por su salvación, creyendo la promesa que Dios nos ha entregado: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”. Siempre que se encuentra con algunas personas les predica el evangelio. Y en cuanto a la persecución, menciona que para él es “normal” porque ya había sido advertido por la Biblia que sufriría persecución, no obstante, está en paz, porque si sucede que deba morir, ya tiene vida eterna.

Ari anhela que muchas personas conozcan a Jesús a través de su testimonio. Cuando le preguntan si ama a su esposa, de la cual tuvo que huir, nos responde que un día tuvo que elegir entre Jesús y ella, y eligió a Jesucristo, expresando también que el futuro está en Sus poderosas manos. 

Redacción: 6.4.2022

Oremos por la protección de este precioso hermano nuestro y par que su esposa también sea tocada por Dios y conozca a Jesucristo. 

Si quieres saber más sobre el islam lea este libro "Quién es Alá":

https://lavozdelosmartires.com.ar/site/index.php/articulos/islam/646-quien-es-ala

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