Karl Marx
El destacado historiador Paul Johnson cree que Karl Marx (1818-1883) tuvo más impacto sobre los acontecimientos y en la mente de los hombres que cualquier otro intelectual de los tiempos modernos (“Intellectuals: From Marx and Tolstoy to Sartre and Chomsky”, p. 52).
Pero dicha influencia de Marx es abrumadoramente perniciosa:
"Teniendo en cuenta que la descendencia ideológica de Marx incluye a personas como Josef Stalin, Mao Tse Tung, Pol Pot y Fidel Castro, no hay ningún otro hombre en la historia de la humanidad que sea responsable de tantas muertes como este 'humanista de humanistas'... Se calcula que el número total de ciudadanos asesinados por los emperadores romanos fue de entre 2 y 8 millones, en un período de 400 años. Sin embargo, esto es solo una fracción del número de vidas perdidas bajo los ideólogos marxistas en el último siglo. Hasta ahora, el recuento de muertos se sitúa entre 85 y 200 millones" (Kevin Swanson, “Apostate: The Men Who Destroyed the Christian West”[Apóstata: el hombre que destruyó el Occidente cristiano]).
Marx fue criado como cristiano luterano, y a los 17 años escribió “La unión de los fieles con Cristo”, en donde dijo: "Por amor a Cristo dirigimos nuestros corazones simultáneamente hacia nuestros hermanos, que él (Cristo) une a nosotros y por quienes se ha sacrificado".
No mucho tiempo después, Marx rechazó la Biblia y a Jesucristo, y comenzó a arremeter contra Dios con las más espantosas blasfemias. Considere algunos extractos:
"Quiero vengarme de Aquel que gobierna arriba" (Marx, citado por Richard Wurmbrand en “La otra Cara de Karl Marx”, p. 12).
"Entonces caminaré triunfante, como un dios, por las ruinas de su reino. Cada palabra mía es fuego y acción. Mi pecho es igual al del Creador" (poema de Marx “El orgullo humano”).
"Soy grande como dios, me visto en la oscuridad como él" (Marx, poema enviado a su padre en su 55º cumpleaños).
"Sin embargo, tengo poder en mis brazos juveniles para apretarte y aplastarte con fuerza tempestuosa, mientras para nosotros dos el abismo bosteza en la oscuridad. Te hundirás y yo te seguiré riendo, susurrándote al oído: 'Desciende, ven conmigo, amigo'... Si hay algo que devora, saltaré dentro de eso, aunque lleve al mundo a la ruina: al mundo que se interpone entre yo y el abismo lo haré pedazos con mis maldiciones perdurables" (obra de Marx Oulanem).
Esto es blasfemia y odio destructivo del corazón, proviene del propio diablo y refleja el rechazo a Dios profetizado en el Salmo 2.
El corazón de Marx estaba lleno de rabia, y no es de extrañar que contaminara toda su vida, incluidos sus escritos.
"La vida de Marx estuvo llena de discusiones violentas y explosivas con su familia, que llevaron a una ruptura total de la relación con su madre y a separaciones ocasionales de su esposa. Según Jenny [la esposa de Marx], su vida era una disputa continua. Uno de sus conocidos describió a Marx en un poema: ´Un tipo oscuro de Tréveris [ciudad en Alemania] enfurecido, su puño malvado está cerrado, ruge interminablemente, como si diez mil demonios lo tuvieran por el pelo´". (Swanson, Apostate: The Men Who Destroyed the Christian West).
"Nunca estuvo en condiciones de llevar a cabo una revolución a gran escala, violenta o de algún otro tipo, por lo que su rabia contenida pasó a sus libros, que siempre tienen un tono de intransigencia y extremismo. Muchos pasajes dan la impresión de haber sido escritos en un estado de furia. A su debido tiempo, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung practicaron, a mayor escala, la violencia que Marx sentía en su corazón y que sus obras exudan" (Paul Johnson, Intelectuales).
Marx escribió sobre el capital, pero no lo entendió. Escribió sobre la ciencia, pero no era científico. Escribió sobre la liberación de los trabajadores, pero no le importaban los trabajadores. Escribió sobre la creación de un hombre nuevo, pero era un hombre extraño, miserable, corrupto y cruel que no amaba ni a su propia esposa e hijos.
Era un virulento racista y antisemita con un temperamento feroz ("judío negro" era uno de sus epítetos favoritos). En ciertas ocasiones, disfrutaba gritando a los que no estaban de acuerdo con él, soltando: `¡Te aniquilaré!´ Su higiene personal era, bueno, basta con decir que no tenía ninguna. Era despiadadamente cruel con su familia y con cualquiera que se cruzara con él. Este es el mismo hombre que se presentaba como un pensador cuyas ideas salvarían a la humanidad. En realidad, sostiene Johnson: "no había nada científico en él; de hecho, en todo lo que importa era anticientífico". Sus frases más famosas -incluyendo "la religión es el opio de las masas" y "los trabajadores no tienen nada que perder, salvo sus cadenas"- fueron flagrantemente copiadas de otros autores.
Nunca puso un pie en un molino, una fábrica, una mina u otro lugar de trabajo industrial en toda su vida. Rechazó firmemente las invitaciones a hacerlo y denunció a los compañeros revolucionarios que lo hicieron. Nunca dejó que un hecho o un atisbo de realidad frenaran el flujo de veneno de su pluma. No tenía dinero porque se negaba a trabajar por él, y luego maldecía a quienes lo tenían y no lo compartían con él.
Su propia madre dijo que deseaba que su hijo "acumulara algo de capital en lugar de simplemente escribir sobre él" ... "Lo que surge de una lectura de El Capital es el fracaso fundamental de Marx para comprender el capitalismo", escribe Paul Johnson. Marx "fracasó precisamente porque no era científico: no investigaría los hechos por sí mismo, ni usaría objetivamente los hechos investigados por otros". De principio a fin, no solo El Capital sino toda su obra refleja un desprecio por la verdad que a veces equivale al desdén. Ésa es la razón principal por la que el marxismo, como sistema, no puede producir los resultados que se le atribuyen; y llamarlo 'científico' es absurdo'” (Lawrence Reed, “Paul Johnson on Why We Should 'Beware Intellectuals'” (Por qué debemos "tener cuidado con los intelectuales"), 9 de octubre de 2018, fee.org).
“La vida de Karl Marx fue un desastre. Tuvo siete hijos con su esposa, Jenny. Continuando con la vergonzosa tradición de Descartes y Rousseau, tuvo un hijo fuera del matrimonio con su empleada doméstica, Helen Demuth. Eleanor, su hija favorita, se casó con Edward Aveling, un satanista conocido por sus blasfemas conferencias sobre "La maldad de Dios" y por sus poemas a Satanás. Si eso no fuera suficientemente horrible, Marx mató de hambre a tres de sus hijos, cinco de sus hijos murieron prematuramente y las dos hijas que le sobrevivieron se suicidaron ”(Swanson, Apostate: The Men Who Destroyed the Christian West).
Marx también abogó por la destrucción de los judíos.
“El hecho de que los judíos del mundo se hayan vuelto tan fuertes como para poner en peligro la vida del mundo hace [necesario] que desenmascaremos su organización, su propósito, que su hedor podría despertar a los trabajadores del mundo para luchar y eliminar tal cancro” ( Marx, escribiendo para el New York Tribune, citado por Kevin Swanson en Apostate: The Men Who Destroyed the Christian West).
Marx y Friedrick Engels publicaron El Manifiesto Comunista en Londres en enero de 1848.
Marx consideraba la religión "el opio del pueblo" (Contribución a la Critica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1843) y el concepto mismo de Dios era un obstáculo para el desarrollo humano.
[La idea de Hegel era que el desarrollo de la Historia era un permanente proceso continuo en tres etapas: tesis, antítesis, síntesis.]
“Marx tomó de Hegel la idea sobre el cambio a través de la confrontación y la acomodación y la colocó en el mundo material. Esto nos da la idea comunista básica del cambio a través de la destrucción y la reorganización. El comunismo se nutre de la confusión porque, según su forma de pensar, cualquier cosa que altere el orden es una ayuda en el movimiento hacia su síntesis final. En el comunismo, la clase dominante es la tesis, la clase trabajadora la antítesis, y la síntesis última será un estado controlado por el pueblo que vive en completa igualdad... Muchos cristianos se han asombrado de la simpatía y el compañerismo que sienten los teólogos liberales por el movimiento comunista impío. Pero no es realmente sorprendente, ya que ambos están, en diferentes áreas de la vida, buscando con los mismos métodos el mismo fin” (Daniel J. Ebert, Will Our Sons Defend the Faith [¿Nuestros Hijos van a defender la Fe?], 3ª edición, 1994, p. 36).
El Manifiesto Comunista anuncia una guerra a muerte contra la verdad, la religión y la moralidad: "El comunismo suprime las verdades eternas, suprime toda religión y toda moralidad".
Marx abogó por el poder de la educación en manos del gobierno y es uno de los padres de la educación pública socializada. “Destruimos las relaciones más sagradas cuando reemplazamos la educación en el hogar por la social” (El Manifiesto Comunista).
“Marx se dio cuenta de que la batalla central en la guerra de las cosmovisiones debe librarse en el área de la educación, y específicamente en el control gubernamental de la educación. Antes de 1848, muy poca educación era producto de grandes gobiernos democráticos y burocráticos. Durante miles de años, la educación se consideró responsabilidad de las familias, iglesias y pequeñas comunidades, y se llevó a cabo bajo su dirección. Karl Marx ahora percibe que la familia nuclear y su compromiso de dirigir la educación y la crianza de los niños es el principal impedimento para el estado que todo lo quiere controlar” (Swanson, Apostate).
Marx amaba la teoría de la evolución de Darwin. La llamó “la base en la historia natural para nuestro punto de vista” (J.D. Bernal, Marx y Ciencia, 1952, p. 17). Marx fue uno de los primeros de una larga lista de ateos que creyeron que Darwin se había librado de la necesidad de un creador. Dijo que Darwin había dado a la doctrina de dios "el golpe mortal" (Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution [Darwin y su revolución], p. 398).
Dondequiera que haya operado la filosofía de Marx, ha producido confusión, disputas, odio, violencia y muerte.
Un mes después de la publicación del Manifiesto Comunista, estalló una terrible revolución que comenzó en Francia el día 24 de febrero de 1848, y que hizo, con toda su furia socialista, estragos en varios países europeos.
En un año, tuvieron lugar más de 50 intentos violentos para derrocar gobiernos establecidos (James Webb, The Occult Underground [El Trasfondo occulto], 1974, p. 7).
Para 1917, los revolucionarios comunistas habían ganado el control del Imperio Ruso y estaban en camino de dominar y brutalizar a una gran parte del mundo.
El manifiesto de Marx pide la abolición de los derechos de propiedad, la abolición de los derechos de herencia, la confiscación de la propiedad y el control estatal de las empresas. Eso está en desobediencia directa a los mandamientos de Dios, tales como "amarás a tu prójimo como a ti mismo", "no hurtarás" y "no codiciarás" (Mateo 22:39; Éxodo 20:15, 17).
Fuente: Way of Life Literatura, 21.9.2021; Redacción: VM-Ar
Hoy en día no se escucha mucho hablar de Marx y de marxismo. Sin embargo, no nos damos cuenta de que estamos rodeados de los resultados de sus ideas. Esto ocurre en la forma del humanismo (el hombre primero y desechando a Dios con Sus eternos mandamientos), en la forma del nuevo orden mundial, del “Gran Reseteo” de Klaus Schwab, del feminismo, del genderismo, de la obsesión con el clima y muchos otros aspectos, inclusive de las manipulaciones a causa de una enfermedad gripal. Todo apunta hacia una típica dictadura comunista mundial, siempre bajo el pretexto: “para el bien del ser humano”.
Se levantan los reyes de la tierra, y los príncipes consultan unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo:
`Rompamos sus coyundas, y echemos de nosotros sus cuerdas´.
El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.
Entonces hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira (Salmo 2:2-5 - La Biblia).
Lectura recomendada: La Otra Cara de Karl Marx - ¿Fue Karl Marx un Satanista?
https://lavozdelosmartires.com.ar/site/index.php/articulos/ocultismo/637-la-otra-cara-de-karl-marx