Postura cristiana respecto al matrimonio y la homosexualidad

Los defensores del aborto y quienes defienden los derechos de los homosexuales, están teniendo un avance a nivel legislativo en varias provincias de Argentina (desde luego, sucede lo mismo en muchos otros países también) y las voces que defienden los valores morales y éticos del cristianismo, son pocas, a penas se oyen o son tildadas de retrógradas.

Frente al avance de la tendencia a ver como una práctica moralmente aceptable la unión de personas que sienten afecto a personas del mismo sexo y de reformulaciones de las normas vigentes a fin de otorgar igualdad de derechos a parejas homosexuales - intentando con ello el respaldo legal de esa conducta al igual que la de un matrimonio heterosexual. En este contexto es bueno recordar al brillante (no perfecto) filósofo francés Montesquieu, cuando escribió: “Una cosa no es buena porque se haga ley, debe ser ley porque es buena“.

Al ver que esta tendencia avanza aceleradamente, laAlianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), reafirmó su posición, basada en la Biblia, la Palabra de Dios, y viendo que la misma problemática se está extendiendo a muchos otros países de habla hispana, La Voz de los Mártires quiere dar a conocer - sin necesariamente identificarse con ACIERA - el siguiente comunicado para que todo el pueblo de Dios tome conciencia de esta amenaza contra el matrimonio bíblico, y que se tomen, bajo oración y pidiendo a Dios por sabiduría, iniciativas similares por doquier.

El matrimonio es universalmente reconocido como la unión entre un hombre y una mujer. La cultura latinoamericana y las leyes americanas están basadas en una clara y firme valoración de la familia. La Declaración de los Derechos Humanos, Art. 16-3, el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, Art. 23 (1 y 2), y la Convención Americana de Derechos Humanos, Art. 17 (1 y 2), reconocen el derecho al matrimonio constituido por un hombre y una mujer, y a la formación de una familia. Esto así esta considerado como la unidad fundamental de la sociedad, la unión estable entre un hombre y una mujer. Por esta razón, consideramos que el tema es socialmente relevante, ya que es la propia subsistencia de la sociedad la que está en juego.

El matrimonio entonces es esencialmente heterosexual. De este modo, equiparar la unión homosexual al matrimonio sería desvirtuar y desconocer el real significado que la misma palabra encierra.

Asimismo, se vulnera tal institución sometiéndola a una injusta discriminación, dado que se está otorgando igual tratamiento a lo que es esencial y naturalmente distinto. Sin dudas, es el Estado quién debe tener un interés particular en dar protección y beneficios a las parejas heterosexuales, dado que las mismas abren el ciclo a la vida y constituyen la base de formación y perpetuación de nuevas generaciones. Otorgar a las parejas homosexuales los mismos beneficios, significaría equipararlas en muchos aspectos a las parejas heterosexuales; y siendo que las mismas son intrínsecamente diferentes, se estaría incurriendo en graves signos de discriminación.

Entendemos que el Código Civil (argentino) no es discriminatorio para los homosexuales, dado que la prohibición de contraer matrimonio entre dos personas del mismo sexo rige para cualquier asociación de personas que no cumplan con los requisitos establecidos en dicho Código. De esa manera, tampoco dos amigos, dos hermanos o dos vecinos del mismo sexo pueden acceder a tal beneficio jurídico. No se trata de un tema de “homofobia”, como tampoco se trata de “fraternofobia”. Por lo tanto, otorgar beneficios especiales a las parejas homosexuales para equipararlas al matrimonio es contrario al espíritu y la letra de nuestro encuadre jurídico.

Los estudios científicos realizados hasta el presente, consideran que la homosexualidad es una perturbación que se forma durante el desarrollo psicosexual. Está comprobado también que dicha conducta puede modificarse. Tenemos muchísimos casos en nuestras iglesias que dan testimonio de que estos cambios son posibles con la ayuda de Dios.

Solicitamos a las autoridades que no modifiquen nuestro Código Civil; que se cumplan además las intenciones expresadas por nuestra Presidenta, en cuanto a la no modificación del mismo, y a no dar lugar a ”nuevos tipos de familia”. Que se multipliquen los esfuerzos dirigidos a la familia original y naturalmente constituida y a los hijos que en ella se forman. Sostengamos los valores que hicieron grande a nuestra Nación, no relativicemos las normas morales. Creemos que la Argentina necesita urgentemente una revolución moral que reivindique los valores desestimados, y estamos asimismo convencidos de que la Biblia nos enseña los principios y las conductas que debemos seguir para garantizar el éxito actual y futuro de nuestra sociedad.” 

Fuente: ACIERA, redacción: VM-Argentina

La justicia engrandece a la nación, más el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14: 34).

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