No sólo son los niños, sino también son las mujeres a las que se apunta de manera especial para lograr la destrucción de la familia. En la cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres de los Naciones Unidas, llevada a cabo en Pekín, en 1995, las feministas vinieron con una nueva idea, a saber: "Gender Mainstreaming" (otras variantes de interpretar este término son: la transversalización de la perspectiva de género y integración de la perspectiva de género). Esta corriente novedosa promueve no solamente dar a las mujeres oportunidades iguales que a los hombres, sino que desea igualar a hombres y mujeres en conjunto.
Un bebé, dicen ciertos defensores del Gender Mainstreaming, no es varón o hembra concluyentemente. Nace simplemente como un ser humano. Cuando crece, él mismo puede decidir cuál es su género - esta manera de pensar ha consolidado grandemente el movimiento homosexual. Por ejemplo, el Partido Laborista Británico ahora ha decretado que los términos “divisivos” tales como marido, esposa o esposo, sean reemplazados de los formularios oficiales por expresiones como socio o asociado. Otro ejemplo: el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ha aprobado una ley (SB777) que exige eliminar de los libros de textos escolares términos “discriminatorios” tales como madre y padre, o mamá y papá. Esta ley también permite a los muchachos y a las muchachas utilizar los toletes del otro sexo, dependiendo de cual cada uno de ellos cree que es. Para cavar más hondo en esta temática, invitamos a nuestros lectores a buscar este término en un buscador electrónico (con cuidado y bajo oración) para ver cuanta importancia, a nivel nacional e internacional, se da actualmente a este nuevo movimiento opuesto a los principios bíblicos.
El Gender Mainstreaming produce una confusión deliberada del género y es contrario a la ley natural, a la ley moral y desde luego a las normas de Dios - este Dios Jehová (yo soy el que soy - Ex. 3:14), único y celoso (Ex. 20:3-5), que creó a la humanidad como varón y hembra, y quien dio a la familia una orden patriarcal, diciendo: "el marido es la cabeza de la esposa, del mismo modo como Cristo es la cabeza de la iglesia: la cual es su cuerpo y él es su Salvador. Por lo tanto, tal como la iglesia es sujeta a Cristo, así las esposas lo sean a sus propios maridos en todo" (Ef. 5:23,24). Esto no significa que la mujer sea inferior, sino que los maridos y las esposas tienen diversos papeles; y que el hombre lleva, sometido bajo la autoridad de Dios, la última responsabilidad de su familia. Los enemigos de Dios, sin embargo, desean reinventar la humanidad y establecer una clase de comunismo totalitario en materias del sexo y del género.
Por medio de la transversalización del género (gender mainstreaming) presionan a las mujeres para que acepten posiciones superiores en áreas como el comercio, la política, y la cultura. Por eso vemos en distintos países - por ejemplo en Argentina, Chile, Alemania y Estados Unidos - surjir mujeres como presidentes y altas ministras, dándoles además una publicidad desmedidamente grande. Estos ejemplos incentivan a las mujeres de todos los niveles a imitar a estas eminencias, sin darse cuenta que están cayendo en la trampa de una manipulación anticristiana. La meta de todo esto no sólo es darles oportunidades iguales a las mujeres, sino también prevenir que no tengan hijos, o al menos que tengan menos hijos; pues el Nuevo Orden Mundial demanda una reducción global masiva de la población. Además, oímos mucho hablar de los derechos para el aborto, de la legislación reproductiva, de los derechos inalienables y biológicos – y vemos que también esto está diseñado para prevenir a las mujeres de ser madres.
En Alemania, una locutora de televisión muy conocida y mujer de carrera aclamada, Eva Hermann, llegó a la conclusión que las mujeres emancipadas se transforman en esclavas profesionales y se tornan despreocupadas de sus maridos e hijos. La competición constante de los sexos, dijo ella, hace que las relaciones normales entre los hombres y las mujeres sean casi imposibles. Ella hizo un llamado público a las mujeres a volver a los roles del género que Dios había diseñado, para permitir que el hombre sea el fuerte y el protector y para gozar de los hijos y de las bendiciones de la familia. Eva Hermann comparó la vida de familia pobre de hoy con la vida de familia rica del pasado. Esta declaración, sin embargo, le costó no sólo ser inmediatamente despedida de su trabajo sino que incluso fue atacada y difamada por los mismos medios de comunicación a los que durante tantos años había dedicado un enorme esmero.
En este tiempo crucial necesitamos estar particularmente conscientes de la agresión a nuestra fe y cultura cristianas, y especialmente del impacto destructivo que se ejerce sobre nuestras familias. Necesitamos recordar que de la misma manera como Dios seleccionó a ciertas familias (por ejemplo: los padres de Moisés, o los padres terrenales de Jesucristo) para realizar su plan, Él quiere que también nuestras familias realicen tanto el mandato cultural (Génesis 1:28) como la Gran Comisión (Mat 28:18-20). Si nuestras familias son confundidas, rotas, enfermas o están en desorden, Dios no puede trabajar a través de ellas. Dios necesita personas con una fe bíblica y firme y con lazos familiares estrechos; que sean miembros sólidos de la familia de Dios en el cielo y en la tierra. Necesita personas que reconozcan que Él es su padre y Jesucristo su hermano. Personas, en definitiva, que sean sus verdaderos hijos. Recordemos con agradecimiento que cuando Cristo vino a este mundo, Él dio "a todos los que le recibieron, a los que creyeron en su nombre, el derecho de ser hijos de Dios - hijos nacidos no como descendientes naturales, ni por voluntad humana o la voluntad de sus padres terrenales, sino nacidos de Dios" (Juan 1:12-13).
Fuente: D. Scarborough Gospel Defence League (Liga para la Defensa del Evangelio) - Sudáfrica – redacción: VM-Argentina