Consagración



Consagración

 

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 

Porque comprados sois por precio: ¡glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios! (1 Corintios 6:19-20).

 

En tiempos del apóstol Pablo, los amos tenían poder de vida o muerte sobre sus esclavos, a quienes habían comprado por cierta suma de dinero, y por lo tanto eran propiedad suya. Hoy ocurre lo mismo con los cristianos: para redimirlos de su primer amo cruel y severo (Satanás), Dios pagó un precio muy alto: ¡entregó a su Hijo, Jesucristo!

 

Pero Dios por el otro lado, es un buen Amo: nos libera, nos adopta y nos hace Sus herederos. En respuesta a tal amor, ¿no querríamos ponernos completamente a su servicio, para demostrarle nuestra gratitud? Dios no nos obliga. Si queremos servir egoístamente a nuestros propios intereses, Él no nos lo impide. Pero el Espíritu Santo nos transforma para que podamos decir: «Dios mío, me has redimido y me has liberado; ahora quiero ser tu esclavo, por mi propia voluntad, porque te amo y confío completamente en ti».

 

Este proceso de fe debe llevar a la «consagración». Dedicarnos a Dios significa reconocer que Él es el único dueño de nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu. Si anteponemos Sus intereses a los nuestros, experimentaremos la verdadera libertad: seremos liberados de la tiranía del diablo y de nuestro propio ego. Este ego por su naturaleza carnal busca, en muchas áreas, su propia satisfacción. ¿Pongo mis fuerzas, mis posesiones, mi tiempo a disposición de mi nuevo amo, y con qué propósito? Formo ahora realmente parte de los que «ya no vivimos para nosotros mismos, sino para aquel que murió y resucitó por mí»

 

Y por todos [Jesucristo] murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
más para aquel que murió y resucitó por
ellos 
(2 Corintios 5:15).

 

Fuente: La Buena Semilla, fr., 25.9. 2025; Redacción, VM-Ar



Si este mensaje tocó tu corazón y te hizo reflexionar sobre a quién pertenece tu vida, no lo guardes solo para ti. Compártelo con alguien que también necesite recordar que fuimos comprados por precio y llamados a vivir para Dios. ¡Juntos podemos edificarnos y crecer en la verdad que nos hace libres!
 

Cree que Jesucristo murió por ti en la cruz para lavar tus pecados (Romanos 10:9).

Ruega al Señor Jesucristo que venga a tu vida y que tenga misericordia de ti, porque "todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo" (Romanos 10:13).

Te sugiero una oración como esta:

"Querido Dios, gracias por mostrarme mis pecados (pronuncia aquí de lo que estas arrepentido).

Perdóname en el nombre de Jesús.

Querido Jesús hoy te pido a que entres a mi vida y que la transformes."

Si has aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, este es el comienzo de una vida nueva y maravillosa.

Te animo a que:

Que leas la Biblia todos los días, comienza con Juan 3:1-21

Que ores diariamente, en privado y también con otros creyentes.

Que busques otros creyentes con quienes puedes estudiar la palabra de Dios juntos

Respeta la Biblia como la máxima autoridad.

Que te prepares para ser bautizado. Lee Hechos de los Apóstoles 2:38 luego lee todo el capítulo.

Busca ser lleno del Espíritu Santo.

Luego toma enserio el texto de arriba, conságrate y vas a querer compartir con otros las buenas nuevas de Jesucristo.

¡Bienvenido a la familia de Dios!

Como una muleta para tu crecimiento en la fe lee diariamente La Buena Semilla: https://labuenasemilla.net/

¿Tienes preguntas o necesitas conversar o quizás quieres que oremos contigo?

Puedes escribirnos al correo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

O conectarte a nuestros whatsapp: +54 9 1131098909 - +491775063672

¡Estaremos felices de escucharte y poder ayudarte en esta nueva vida con Jesucristo!

Buscar