Vivir libres

Jesús dijo: conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado (Juan 8. 32-34).

¿Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11).

"No se trata de que el sentimiento de libertad sea ilusorio, es la libertad misma", escribió el novelista Gérard Bessette. ¡Vivamos libres! Es el grito del corazón de los jóvenes que aspiran a vivir sin limitación.

Y es asimismo el deseo de muchos adultos quienes, al mismo tiempo, cierran sus ojos y se abren a todo tipo de adicciones que los esclavizan. Estas falsas libertades, a menudo aceptadas en desprecio a las enseñanzas de nuestro Creador en la Biblia, conducen precisamente a la adicción, a una dura esclavitud, a la corrupción moral, a la decadencia: en otras palabras, Satanás ha hecho su trabajo.

Prometiéndoles libertad, siendo ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido de alguno, es hecho esclavo de aquel que lo venció (2 Pedro 2:19).

El hombre separado de Dios pierde su verdadera libertad. Como esclavo de aquél quien le hubiere vencido, no tiene manera alguna de liberarse de su poder. Pero Dios, quien ama a su criatura, vio nuestras cadenas y nuestro sufrimiento (Salmo 102:19:20). Él intervino para hacernos libres y liberarnos de las ataduras del pecado, del temor a la muerte; así como del mundo y de Satanás, su príncipe. Él envió a su Hijo Jesús para destruir las obras del diablo. Por esto, Jesús tomó la condición de hombre, pero sin pecado; se humilló hasta ir a la misma cruz. Allí sufrió el juicio que merecía el pecador. Venció la muerte, venció el dominio de Satanás, y resucitó. Jesucristo da vida, justificación, paz y libertad a los que confían en él. La libertad del cristiano no es ilusoria. Fue adquirida a un gran costo; y Dios la ofrece gratuitamente a todos los que, conscientes de su condición de esclavo, echan un vistazo de fe a su gran libertador, Jesús, el Hijo de Dios. 

Fuente: La Buena Semilla; Redacción: VM-Ar

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Jn. 3:36).

Jesús dijo: De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna (Jn. 6:47).

Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá (Jn. 11:25).

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5:5)

Testimonio: Habiendo nacido en un país comunista cerrado, yo quería a cualquier costo ser libre. Por eso intenté escaparme dos veces, pero sin éxito. Tuve que pasar por la dolorosa experiencia de la cárcel para conocer al Salvador Jesucristo. Ya con Él, de nuevo intenté escaparme de la esclavitud comunista; y con Su ayuda lo logré y por fin pude disfrutar de mi libertad.

Sin embargo, me costó muchos años para darme cuenta de que la verdadera libertad no consiste en estar libres - en el sentido de poder hacer lo que me plazca - sino en vivir conforme a la voluntad de Aquél que me liberó de la esclavitud del pecado: Jesucristo.

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (Jn. 8:36).

Hoy en día estamos, lamentablemente, encadenados - aunque no necesariamente nos demos cuenta de ello - a muchas nuevas maneras de esclavitud: el materialismo, el Nuevo Orden Mundial, diferentes formas de lavado cerebral, religiosidad, el miedo frente a la invasión islámica, el miedo por el avance de controles y vigilancia cada vez más sofisticados, etc., etc. - En definitiva, todo esto me apremia a asumir el desafío de seguir escudriñando las Escrituras y profundizar aún más en mi fe bíblica. Y a ti... ¿qué te parece?  ¿A qué te inducen todos estos agravantes? Alberto

Jesús nos invita: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mat. 11:29).

Buscar