Una reacción incomprensible

En una provincia del norte de Nigeria se desataron arranques fanáticos contra ciudadanos cristianos. Se quemaron muchas casas y lugares de reunión. Entonces un gran número de cristianos se reunieron y los adversarios temieron que se tratara de una campaña para vengarse. Pero ocurrió otra cosa: los cristianos se reunieron en los lugares que los musulmanes habían destruido y allí entonaron cánticos, y pidieron a Dios que perdonase a esos hombres enfurecidos. También ellos mismos estaban dispuestos a perdonar.

Semejante actitud era incomprensible para los musulmanes. Un jefe de tribu quedó tan sorprendido e impresionado, que pidió a los cristianos nativos y a los misioneros que le explicaran el motivo de su conducta. Después de algún tiempo, este hombre se convirtió a Cristo.

Es así que, por haber renunciado a sus creencias, debió sufrir la cólera de los miembros de su tribu. Él los llamó y les explicó: «Ustedes pueden destituirme, rechazarme e incluso matarme. No me defenderé. Pero no me pueden quitar mi nueva fe en Jesucristo. Aprendí a conocerlo como Aquel que perdona los pecados de los hombres y transforma a éstos, capacitándolos para perdonar las faltas de sus prójimos». Sus compatriotas no podían reconocer a su jefe, tan dispuesto a soportar el sufrimiento; él, quien antes habitualmente había sido cruel y déspota. Se dieron cuenta que debía haber «algo» en esta fe de los cristianos. 

Sí, el Evangelio es poder de Dios; puede transformar totalmente los corazones y las vidas de aquellos que lo aceptan con fe.

"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1:16). 

Fuente: La Buena Semilla 

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