“¡No future! ¡No hay Futuro!”

¿Vio alguna vez estas pintadas sobre las paredes? “¡Ningún futuro!” Es así como algunos jóvenes expresan su decepción y su angustia.

Queda claro que el mundo no gira en redondo. Los optimistas incondicionales prometen la pronta llegada de la felicidad terrestre. Pero hoy, ¿qué ofrece este mundo, junto a sus progresos tecnológicos y un bienestar material mal distribuido? Injusticias, desempleo, contaminación, droga, terrorismo, sectas, incomprensión recíproca entre generaciones…

Hasta el cristianismo, en muchos aspectos, ha comenzado a perder su esencia queriéndose adaptar.

¿No hay futuro? Entonces uno reflexiona, busca compensaciones: La felicidad, esto significa ser libre y ser amado. - La libertad, esto significa la posibilidad de elegir. - Cambiemos entonces la sociedad y todo irá mejor. - Dennos algo que nos motive… ¿pero qué? - La religión, esto es algo retrógrado; el materialismo, esto no da ningún calor perdurable al corazón. - Y como uno definitivamente no puede creer en nada, entonces paradójicamente se entrega a las más extravagantes creencias.

¡Tantas pistas falsas! Si Ud. ha seguido a una de ellas, no es demasiado tarde para hacer un giro de 180 grados y escuchar el llamado de Jesús: “Ven a mí”. Él no decepciona nunca a nadie.

Algunos versículos para pensar:

Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, 
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan (Sal. 86:5).

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
 que yo os haré descansar (Mat 11:28).

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