El profesor Agostino Borromeo, historiador de la religión católica en la Universidad Sapienza de Roma, dice que la Inquisición no fue tan mala como se nos ha hecho creer. Borromeo es el editor de un informe de 783 páginas publicado por el Vaticano que afirma, por ejemplo, que sólo fueron ejecutadas el 1% de las 125.000 personas juzgadas por los tribunales eclesiásticos como presuntos herejes en España (“Historians say Inquisition wasn’t that bad” ["Los historiadores dicen que la Inquisición no fue tan mala"], The Guardian, Londres, 16 de Junio, 2004).
El cardenal católico Georges Cottier, estando de acuerdo con las conclusiones de este informe, dice que Roma no debe “pedir perdón por hechos que no sucedieron”.
De hecho, cuidadosos y acreditados historiadores han estimado que 50 millones de personas fueron asesinadas por el crimen de "herejía" a manos de perseguidores católico-romanos, entre el año 606 d.C. y la mitad del siglo XIX. Ésta es la cifra proporcionada por el historiador John Dowling, quien publicó en 1847 la obra clásica History of Romanism(Historia del Romanismo - libro VIII, capítulo 1, nota 1).
No es suficiente hablar de los que murieron directamente a manos de los inquisidores católicos romanos, a pesar de que se trataba de un número considerable, pues ello refleja sólo un aspecto de la brutalidad de Roma hacia los que se negaron a someterse a su autoridad. Multitudes de no católicos han sido asesinados en cruzadas instigadas por los papas y por otros medios varios. Aquí no estamos hablando de las cruzadas de Roma en el Medio Oriente, sino de sus cruzadas contra los albigenses, valdenses y otros creyentes en la Biblia en Europa.
Consideremos sólo a un grupo de "herejes" al que Roma maltrató con su Inquisición. Entre los años 1160 y 1560 los valdenses que habitaban en los Alpes italianos fueron hostigados con 36 persecuciones feroces en las que los asaltantes no tuvieron consideración ni por la edad ni por el sexo (Thomas Armitage, Una Historia de los Bautistas, "Los tiempos post-apostólicos - Los valdenses", 1890). Esto no incluye las persecuciones contra los valdenses que vivían en el sur de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y otras partes de Europa.
Las persecuciones en el norte de Italia continuaron durante gran parte del siglo XVII. En el año 1600 Samuel Morland fue enviado por Oliver Cromwell como embajador de Inglaterra a los valdenses. Morland hizo todo lo que pudo para ayudar a estas personas brutalmente atacadas por su fe. Más tarde escribió sobre sus experiencias en La Historia de las Iglesias Evangélicas de los Valles de Piamonte (1658). Esta obra contiene una descripción sumamente exacta de la geografía del lugar, y un relato fiel de la doctrina, la vida, y las persecuciones de los antiguos habitantes valdenses, junto con un relato detallado y puntual de la masacre sangrienta a finales de 1655, y una narrativa de todas las operaciones siguientes, hasta el año 1658.
En 2003 visité el Museo Valdense en el norte de Italia y entré en algunos de los pueblos donde esta terrible persecución se llevó a cabo.
El informe bien investigado de Morland, en gran parte procedente de testigos y documentos primarios, fue reeditado en 1982 por Church History Research & Archives (Investigación de Historia y Archivos de la Iglesia).
Los valdenses fueron casi completamente exterminados como pueblo y la mayor parte de su antiguo historial literario fue borrado de la faz de la tierra. Morland recogió los documentos existentes en su época, incluyendo una copia de su Nuevo Testamento en el idioma romaunt (también llamado provenzal u occitano), el cual precedió al francés. En 2006 examiné este Nuevo Testamento en el Trinity College de Dublín.
Esta terrible persecución se repitió durante cientos de años en toda Europa e Inglaterra y, finalmente, en América del Sur, México, Filipinas, y donde fuera que Roma gobernase. Hemos documentado esto ampliamente en el libro Rome and the Bible (Roma y la Biblia).
Los editores del informe del Vaticano pretenden que muchas de las torturas y los asesinatos de la Inquisición no fueron cometidos por la Iglesia Católica, sino por "tribunales sin confesión religiosa"; sin embargo, esto es irrelevante a la luz del hecho de que Roma influyó directamente en la mayoría de los tribunales. Las autoridades "seculares" estaban bajo la coacción de la autoridad "espiritual" que, precisamente, ¡era Roma!
Uno de los trucos que Roma empleaba en aquellos días era condenar a un "hereje" y luego entregarlo a las autoridades "seculares" para que éstas llevasen a cabo la sentencia de muerte. Por lo tanto la propia Roma podía fingir que no los mataba; sin embargo, cuando se quita la cruel cortina de humo, es evidente que, sin duda, Roma fue el verdadero asesino.
Cientos de informes de testigos fueron escritos y recopilados documentando la brutal Inquisición de Roma; esta multitud de testimonios no puede ser barrida bajo la alfombra por los hijos de los inquisidores ni por sus espiritualmente tan ciegos compatriotas "evangélicos".
Vivimos en un mundo lleno de mentiras, pero éstas serán develadas en la venida de nuestro Señor Jesucristo, y el mundo se llenará de luz, en lugar de tinieblas. No obstante, antes de eso, la vieja ramera religiosa asentada sobre las siete colinas [de Roma], que está ebria de la sangre de los santos, será destruida (Ap 17).
Fuente: Dave Cloud, Way of Life News, 30.6. 2015; Redacción: VM-Ar
Nota interesante acerca de los Valdenses: ellos fueron de los pocos cristianos que mantuvieron el día del sábado como día de reposo.