La Mutación - Cómo evolucionó la iglesia primitiva de las reuniones en las casas a la adoración en templos

 

 

La Mutación

Cómo evolucionó la iglesia primitiva
de las reuniones en las casas a
 la adoración en templos

Tom Wadsworth

SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA DEL MEDIO OESTE

LA MUTACIÓN: CÓMO EVOLUCIONÓ LA IGLESIA PRIMITIVA
DE LAS REUNIONES EN LAS CASAS AL CULTO EN EL TEMPLO

UN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

PARA EL CURSO DR 37370-01 LA IGLESIA PRIMITIVA
ADAPTADO PARA LA CONFERENCIA ANUAL DE 2021
DE LA SOCIEDAD TEOLÓGICA EVANGÉLICA

POR
TOM WADSWORTH
FORT WORTH, TEXAS
16 DE NOVIEMBRE DE 2021
© Tom Wadsworth, 2021

 

INDICE

Prólogo

Introducción

El nuevo templo

La mutación 1: La Cena del Señor es un sacrificio

Mutación 2: los ministros se convierten en sacerdotes

Mutación 3: Los Cristianos Construyen Templos Santos

El Punto de Giro: El Edicto de Milán

El Problema de la Mutación

La Causa de la Mutación

Conclusión

Anotaciones

Bibliografía

Prólogo.

Mi tesis doctoral busca analizar por qué el Nuevo Testamento (NT) nunca utiliza términos griegos de “adoración/alabanza” cuando habla de asambleas cristianas. Si bien la iglesia moderna habla rutinariamente de “ir a adorar/alabar”, un “orden de la adoración”, tener “pastores de adoración”, “equipos de adoración”, “casas de adoración” y “servicios de adoración”. Dicha terminología es ajena al NT. Mientras investigaba los escritos cristianos del período posterior al NT (hasta el año 400 d.C.) para descubrir cuándo se aplicó por primera vez la terminología de “adoración/alabanza” a las reuniones cristianas, comencé a ver un patrón claro que ayuda a explicar la “anomalía de la adoración/alabanza”, como la denomino. Este artículo es una versión abreviada de mi investigación sobre los escritos patriarcales referentes a este tema.

Introducción.

Alrededor del año 320 d. C., el historiador de la iglesia, Eusebio se dirigió a una multitud de obispos de la iglesia durante la dedicación de un nuevo edificio que se utilizaría para las reuniones de la iglesia. Comenzó diciendo: “Amigos y sacerdotes de Dios, y vosotros que estáis vestidos con la vestidura sagrada”. Luego procedió a hablar del edificio como un “nuevo y santo templo de Dios”.1* Muchos cristianos de hoy nunca pensarían en llamar al ministro de su iglesia un “sacerdote”, vestir a ese ministro con una “vestidura sagrada” o considerar su lugar de reunión como un “templo santo de Dios”. ¿De dónde se originó esa terminología? ¿Cómo surgieron esos conceptos?

La tesis de este artículo es que la iglesia primitiva, después del período del Nuevo Testamento, resucitó gradualmente la terminología judía del templo y los sacrificios, aplicando estos conceptos a la asamblea cristiana. Este artículo intentará rastrear el desarrollo de estas ideas específicas en la iglesia primitiva.

El nuevo templo.

En primer lugar, varios textos patriarcales comprendían que los cristianos tenían una nueva perspectiva del “templo”. Bernabé, por ejemplo, identifica explícitamente la nueva morada de Dios como “en nosotros”. Dice:

Epístola de Bernabé (ca. 115 d. C.):2* “Por último, también os hablaré del templo, y de cómo aquellos miserables se extraviaron y pusieron su esperanza en el edificio, como si fuera la casa de Dios… En consecuencia, Dios verdaderamente habita en nuestra morada, es decir, en nosotros… Este es el templo espiritual que se está construyendo para el Señor” (16.1-10, traducción de Holmes)3* [La Epístola de Bernabé es un libro apócrifo con ideas católicas que no forma parte de la Biblia, pero para este estudio puede ser de utilidad]

Esta forma de acercarse a Dios parecía radical a la cultura circundante. Como los cristianos no tenían templo ni “culto” (worship) tradicional, algunos de afuera los acusaban de ser ateos.

Justino Mártir (ca. 160 d. C.): “¿Qué hombre sensato, entonces, no reconocerá que no somos ateos, adorando (σεβόμενοι) como lo hacemos al Creador de este universo, y declarando, como se nos ha enseñado, que Él no tiene necesidad de ríos de sangre, ni de libaciones, ni de incienso…” (Apología 1:13, traducción de ANF)

La noción de una religión sin ‘adoración’ en el templo era ofensiva para algunos. Cuando Policarpo, obispo de Esmirna, estaba a punto de ser ejecutado a mediados del siglo II, la multitud:

gritó con una ira incontrolable y a gran voz: “Este es el maestro de Asia, el padre de los cristianos, el destructor de nuestros dioses, que enseña a muchos a no sacrificar (θύειν) ni adorar (προσκυνεῖν)” (12.2, traducción de Holmes)4*

En el siglo III, varios escritores cristianos, como Minucio Félix5*, Orígenes6* y Arnobio7*, repitieron el estribillo común de que los cristianos no tienen “templos, ni altares, ni imágenes”. Orígenes incluso afirmó que los cristianos “se oponen a la construcción de altares, estatuas y templos”. 8*

Estas citas patriarcales revelan la enseñanza normativa sobre el templo tal como se encuentra en los primeros tres siglos. Los cristianos se oponen a los templos, junto con el culto, los altares, los sacrificios y las imágenes que comúnmente los acompañan. Dado que Dios ahora habita en el corazón humano, los cristianos lo honran viviendo vidas rectas y santas. Pero estos textos no representan la totalidad del pensamiento patriarcal en este período. En una etapa muy temprana, algunos escritores introdujeron conceptos que comenzarían a alejarse de esta visión normativa.

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La mutación 1: La Cena del Señor es un sacrificio.

Al mismo tiempo que los escritores patriarcales denuncian los templos y los sacrificios, algunos escritores antiguos hablan de la Cena del Señor como un “sacrificio”. Una alusión a esta idea puede aparecer ya en Ignacio. Pero una referencia más clara a la Cena del Señor como sacrificio aparece a mediados del siglo II, cuando Justino Mártir se refiere a Mal 1:11-12, diciendo:

Justino Mártir (ca. 160 d.C.): “Él (Dios) habla entonces de aquellos gentiles, es decir de nosotros, que en todo lugar le ofrecemos sacrificios, es decir, el pan de la Eucaristía, y también el cáliz de la Eucaristía…” (Dialogue with Trypho - Diálogo con Trifón 41, traducción ANF)

Aquí Justino identifica la eucaristía como un “sacrificio” que los cristianos ofrecen a Dios. Esta conexión es extraña, porque en el NT, la Cena del Señor representa el sacrificio de Jesús por nosotros, no nuestro sacrificio por Dios.9* No obstante, la idea se popularizó.10*
Hacia fines del siglo II, Los Hechos de Pedro hacen la misma conexión entre el “sacrificio” y la Cena del Señor. [Los Hechos de Pedro es otro libro apócrifo con ideas que no forman parte de la Biblia, pero para este estudio puede ser de utilidad ya que comprueba el avance de la apostasía]

Los Hechos de Pedro (ca. 185 d.C.): “Y trajeron pan y agua a Pablo para el sacrificio de manera que después de la oración él lo distribuyera a todos. Entre ellos, como se demostró, había una mujer llamada Rufina que de hecho deseaba que incluso ella recibiera la Eucaristía de manos de Pablo. Pero cuando ella se acercó, Pablo, lleno del Espíritu de Dios, le dijo: “Rufina, no estás acercándote en verdad al altar de Dios …” (2.2, según la traducción de Schneemelcher)11*

Este texto añade una terminología adicional del templo: el “altar”, que era el lugar del templo donde se ofrecía el sacrificio. Esta adición es una conclusión lógica. Si la cena es un “sacrificio”, entonces la mesa en la que se coloca es “el altar de Dios”. Sería solo cuestión de tiempo antes de que estos conceptos del templo se extendieran a otros aspectos de la asamblea. Poco después, Ireneo llevó la idea aún más lejos, citando el mismo pasaje de Malaquías 1:

Ireneo (ca. 190 d. C.): “Porque hacemos una oblación/ofrenda (προσφέρομεν) a Dios del pan y de la copa de bendición… Y luego, cuando hemos perfeccionado la ofrenda, invocamos al Espíritu Santo, … para que los receptores de estos antitipos puedan obtener la remisión de los pecados y la vida eterna”. (Fragmentos de los Escritos Perdidos de Ireneo 37, traducción ANF) 12*

Cuando Ireneo habla de la Cena del Señor como un “sacrificio” u “oblación”, que son términos comunes en el templo, presenta un problema teológico menor. Sin embargo, cuando afirma que este sacrificio da como resultado que los receptores obtengan “remisión de pecados y vida eterna”, crea un problema teológico mayor. Implica que al participar de la Cena se obtiene la remisión de pecados y vida eterna. La terminología sacrificial es la raíz del problema porque los sacrificios eran vistos comúnmente como ofrendas por el pecado (Hebreos 5:1-3, et al.). Aquí, en lugar de tomar la Cena del Señor “en memoria” del sacrificio de Jesús (1 Corintios 11:25), el pan y el vino se convierten en el sacrificio que produce “remisión de pecados y vida eterna”. En resumen, Ireneo ha cambiado el propósito de la Cena del Señor de “rememoración” a “remisión”.

A mediados del siglo III, estas ideas habían llegado sin duda a Cipriano de Cartago, quien declara explícitamente que “la pasión del Señor es el sacrificio que ofrecemos”. La persistencia de estas ideas inevitablemente condujo a otros conceptos del templo que complicaron aún más la simplicidad de las asambleas cristianas primitivas.

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Mutación 2: los ministros se convierten en sacerdotes.

Otro ejemplo de la terminología del templo también se desarrolló bastante temprano: la idea de que los ministros cristianos son “sacerdotes”. Esto tiene sentido cuando la Cena del Señor es un sacrificio que se ofrece, entonces la persona que ofrece ese sacrificio debe ser un sacerdote. 13* En el Antiguo Testamento, los sacerdotes eran aquellos que trabajaban en la “casa de Dios”, manejando los sacrificios en el altar y las tareas sagradas relacionadas. Sin embargo, los documentos del NT afirman claramente que todos los cristianos ahora comprenden “un sacerdocio santo” (1 P 2:5, 9). Además, el NT no conoce títulos religiosos ni oficiales de culto como “sacerdotes”. Aun así, muchos líderes cristianos en la era patriarcal usaron libremente la terminología sacerdotal en referencia a aquellos que trabajaban entre el rebaño cristiano.

Incluso a finales del siglo I, los conceptos sacerdotales ya se estaban desarrollando. Clemente de Roma, la Didaché y Ignacio revelan varios niveles de esta terminología.

[La Didaché (redactada en la segunda mitad del siglo 1) podría haber sido la regla u ordenanza religiosa utilizada por algunas comunidades cristianas, posiblemente judaizantes y contiene aspectos que se alejan de las enseñanzas del Nuevo Testamento.]

Clemente de Roma (ca. 95 d.C.) dice: “… el Maestro nos ha mandado realizar en los tiempos señalados... las ofrendas y servicios... Porque a los... sacerdotes se les ha asignado la función adecuada, y sobre los levitas se les han impuesto los ministerios adecuados”.

Ignacio (ca. 105 d.C.) dice: “Solo la Eucaristía [la misa con hostia consagrada] que está bajo la autoridad del obispo (o de quien él mismo designe) debe considerarse válida”.

Estas citas ciertamente comienzan a separar “clero” y “laicado”, pero no indican que la designación de “sacerdote” era un título común para obispos [supervisores] o ancianos. Sin embargo, para mediados del siglo II, la terminología se está volviendo estándar. Nuevamente, el concepto del templo de ofrecer sacrificios es el factor que impulsa la idea de que son “sacerdotes”.

Más tarde, en el siglo II, Ireneo afirma con confianza que “todos los apóstoles... son sacerdotes”, añadiendo que “sirven a Dios y al altar continuamente”.14* Aproximadamente al mismo tiempo, Tertuliano crítica a cierta facción cristiana que impone los deberes del sacerdocio “incluso a los laicos”. Dado que puede hablar de “los deberes del sacerdocio” de esta manera, parece claro que el título y rol de “sacerdote” se han afianzado en la cultura cristiana.15*

Cincuenta años después, en la misma ciudad de Cartago, los escritos de Cipriano están llenos de orgullosas referencias a “sacerdotes” y “el sacerdocio”.

Cipriano (ca. 250 d.C.) dice: “Sin embargo, oigo que ciertos presbíteros, ni atentos al Evangelio... ni reservando al obispo el honor de su sacerdocio y de su dignidad, ya están comunicándose con los caídos, y... dándoles la Eucaristía...”.

Para finales del siglo IV, las “Constituciones Apostólicas” [otro escrito temprano con conceptos ajenos al Nuevo Testamento, y falsamente atribuido a los Apostoles]  reclamarían una gloria aún mayor para aquellos en el sacerdocio. Los conceptos y la terminología del templo están en plena floración y sin restricciones. Los sacerdotes (obispos) llevan vestiduras especiales, al igual que los sacerdotes del templo judío antiguo, y se sientan en un “trono”, “ofrecen el sacrificio” (la Cena del Señor), y se les describe explícitamente como “mediadores  entre Dios y el pueblo... (que son) tu dios terrenal.16*

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Mutación 3: Los Cristianos Construyen Templos Santos.

La imagen aún no está completa. La terminología del templo ha absorbido la Cena del Señor, la mesa sobre la que se encuentra y los líderes cristianos que presiden en la asamblea. Pero, ¿qué pasa con el edificio que alberga esa asamblea? La aplicación literal de la terminología del templo del Antiguo Testamento no se completa hasta que un edificio se convierte en “un templo”.

Hasta aproximadamente 250 d.C., los cristianos no tenían estructuras sagradas y se reunían principalmente en casas. A finales del siglo III, en los lugares donde realmente construyeron casas de reunión, estos edificios se llamaban “lugares de instrucción”,17* “casas de oración”18* y “casas de asamblea” donde “realizaban sus costumbres”.19*

Luego, Eusebio, hablando de la persecución de 303 d.C., dice:

Eusebio (ca. 320 d.C.): “… algunas de las iglesias de Dios fueron arrasadas, algunas fueron cerradas, de modo que nadie acostumbrado a frecuentarlas podía entrar en ellas ni rendir a Dios la adoración que le debemos”.

Eusebio implica que los cristianos necesitaban “entrar” en estos edificios para “rendir a Dios la adoración que le debemos”.20* Sorprendentemente, Eusebio aquí utiliza el término griego λατρεία (latreia), que está asociado con sacrificio, para describir lo que los cristianos hacen en sus asambleas. Este puede ser uno de los primeros momentos en la historia en que se describe a los cristianos como realizando “adoración (latreia)” en la iglesia.

Además, Eusebio aquí usa claramente el término ‘iglesia’ para referirse a un edificio, lo que es un desarrollo significativo en la terminología. En lugar de que este término siempre indique la asamblea (reunión) de cristianos, Eusebio lo utiliza para referirse al edificio que alberga la asamblea. Más tarde, cuando habla de estos edificios en la Oración (Discurso) de Eusebio, se detiene para aclarar que “se les llama iglesias (o casas del Señor)”.21* Esta aclaración indica que referirse al edificio como una ἐκκλησία (ekklesia) lo cual significa llamados afuera y no una “casa del Señor” es una nueva terminología.

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El Punto de Giro: El Edicto de Milán.

En este momento, los cristianos habían sufrido una década de persecución brutal. Iniciada por Diocleciano en 303, “La Gran Persecución” se llevó a cabo “con una ferocidad sin precedentes”.22* Una sucesión de otros emperadores continuó la violencia implacable hasta el 313 d.C., cuando los co-emperadores Constantino y Licinio emitieron el llamado Edicto de Milán, otorgando plena tolerancia para todas las religiones, así como restitución para los cristianos.23*

Esta "proclamación de emancipación" fue impulsada principalmente por Constantino, quien afirmó haber sido guiado por una visión del Dios cristiano en su victoria decisiva sobre Majencio en la Batalla del Puente Milvio.24* Esta visión y el Edicto tuvieron enormes efectos a corto como a largo plazo para los cristianos en todas partes. Un efecto inmediato fue que Constantino “hizo de los sacerdotes de Dios sus consejeros, y consideró como un deber honrar con toda devoción al dios que se le había aparecido”.25* Pero un efecto a más largo plazo fue la dominancia del cristianismo en el Imperio Romano, junto con los nuevos y fuertes vínculos entre la ‘iglesia’ y el ‘estado’. Como dice Ramsay MacMullen, “Casi de la noche a la mañana, sus co-religionistas (los cristianos) ganaron en riqueza, prominencia, números e influencia”. 26*

El vigoroso apoyo de Constantino al cristianismo se hizo evidente en su programa para los cristianos de construir las llamadas “iglesias”, como la famosa Basílica de San Pedro en Roma, la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén y la Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla. 27* Constantino incluso desempeñó un papel crucial en el famoso Concilio de Nicea en el año 325 d.C. Para ese evento, proporcionó gastos de viaje, escoltas imperiales y alojamiento para cientos de obispos asistentes, junto con “instrucciones para realzar el esplendor del festival a expensas del emperador”. Más que nada, un gran apoyo e inversión imperial, incluido el financiamiento personal de Constantino, se destinaron a la construcción de iglesias.

Estas magníficas estructuras, esparcidas por todo el imperio, eran tales edificaciones de calidad imperial que muchas de ellas siguen siendo grandes atracciones turísticas hasta el día de hoy, 1,700 años después. Eusebio ofrece detalles útiles sobre muchos de los edificios, y sus informes revelan un importante cambio en la adopción de la terminología del templo por parte de la iglesia.

Eusebio (ca. 320 d.C.): “Había una alegría incesante... templos que nuevamente se elevaban del suelo a una gran altura, y recibiendo un esplendor muy superior a aquellos que habían sido destruidos anteriormente”.

Este texto es probablemente la primera referencia a un edificio de la iglesia como un “templo”. Eusebio continuaría utilizando este término muchas veces en referencia a los edificios de la iglesia constantiniana, a menudo comparando las nuevas iglesias con la gloria del templo judío en Jerusalén. Las descripciones de la grandeza de los edificios irían necesariamente acompañadas de representaciones grandiosas de los sacerdotes, así como de las actividades realizadas dentro de estas estructuras. Eusebio escribe:

Eusebio (ca. 320 d.C.): “Sí, ahora, en verdad, había... actuaciones de ritos sagrados y rituales solemnes de la iglesia. Aquí se podían escuchar... misterios divinos y sagrados realizados. Los símbolos místicos de la pasión de nuestro Salvador eran celebrados...”.

En el tomo Historia de la Iglesia 10.4 de Eusebio, llegamos al círculo completo. Aquí, Eusebio registra un extenso discurso que dio en honor a la construcción de las iglesias.30* Comienza su oratoria diciendo:

“Amigos, y sacerdotes de Dios, y ustedes que están vestidos con la sagrada túnica adornada con la corona celestial de gloria, la unción inspirada y la vestimenta sacerdotal del Espíritu Santo. Y tú, oh excelente ornamento de este nuevo y santo templo de Dios...”.

Al igual que los sacerdotes levíticos del Antiguo Testamento (Levítico 16:4), estos sacerdotes cristianos tienen vestimentas sagradas específicas que usan al realizar sus funciones sacerdotales en “este nuevo y santo templo de Dios”.

Cabe señalar que esta estructura no es sólo un edificio. No es sólo un templo. Es un templo santo de Dios.31 Esto representa otra mutación significativa en la terminología para la iglesia primitiva. Esta puede ser la primera vez en la historia cristiana registrada que estos edificios cristianos son vistos como “santos” o “sagrados”.32 La transformación a la terminología literal del templo está ahora completa.

La progresión de esta terminología es lógica. Si la Cena del Señor es un sacrificio, se requiere un altar. Si la iglesia tiene un sacrificio y un altar, debe tener un sacerdote para hacer la ofrenda correctamente. Si la iglesia tiene un sacrificio, un altar y un sacerdote, entonces está llevando a cabo una adoración en el sentido bíblico de λατρεία (latreia, recordemos que se trata de un término asociado con sacrificios). Si la iglesia tiene un sacrificio, un altar, un sacerdote y adoración, es sólo natural tener templos para llevar a cabo estos procedimientos. Por necesidad religiosa, entonces, todos estos elementos deben ser “santos”: una eucaristía santa, un altar sagrado, un sacerdote santo, adoración divina y, finalmente, un templo santo. El concepto fundamental de este nuevo templo santo es la concepción de la Cena del Señor como un “sacrificio”. Dentro de una o dos generaciones, los cristianos estarían venerando mártires, a la “Santa Virgen María”, a reliquias cristianas, así como a toda la “Tierra Santa”. 33

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El Problema de la Mutación.

El cambio entre la terminología del siglo I y la del siglo IV es asombroso. “En sus primeros siglos, el cristianismo era una religión altamente inhóspita a la idea de ‘lugares santos’”, dice Robert Markus, “para finales del siglo IV se había vuelto muy receptivo”.34 Incluso tan recientemente como nos reportaron Orígenes en el siglo III y Arnobio: en 300 d.C., los cristianos proclamaban con orgullo que no tenían templos, no tenían altares y no tenían sacrificios, principios fundamentados en la enseñanza del Nuevo Testamento. Pero con la transformación fortalecida por el apoyo imperial al cristianismo, Eusebio revela que (al menos algunos) cristianos adoptaron tales conceptos de templo menos de cien años después de Orígenes y solo veinte años después de Arnobio.

Tal terminología va en contra de la enseñanza del Nuevo Testamento. Considerar la Cena del Señor como un sacrificio es “una ruptura clara con la enseñanza de los apóstoles”.35 Como dice I. Howard Marshall, “Nada en el NT sugiere que la Cena del Señor deba ser vista de alguna manera como una ofrenda nuestra a Dios, y la práctica de ofrecer los elementos a Dios invierte toda la dirección de la expiación en la que Dios mismo ofrece a su Hijo para morir y nos da los beneficios de su pasión”.36 En el NT, el sacrificio de Cristo se logró “una vez por todas”. Si el sacrificio de Jesús se considera inadecuado de modo que deba ser ofrecido repetidamente, ¿no hemos, en palabras de Hebreos, “despreciado al Hijo de Dios, profanado la sangre del pacto y ultrajado al Espíritu de gracia”?

Comenzando con esta idea fundamental de que la Cena del Señor es un sacrificio, la iglesia del siglo IV había resucitado completamente las ideas asociadas con el “culto del templo”, altares, sacerdotes y templos. ¿Alguno de estos cuatro conceptos tiene poder para remitir el pecado?

Alguien podría argumentar que estos términos se aplican sólo figurativamente, sin la intención de resucitar un culto sacrificial cristiano. Sin embargo, en realidad, si una mesa es llamada un altar, se verá como un altar literal. Si un ministro es llamado sacerdote, se le verá como un sacerdote literal. Si un edificio cristiano es llamado “templo” o “casa de Dios”, se lo verá como una casa literal de Dios. Tal terminología llevará a cada nueva generación de cristianos a no ver la gran diferencia entre la ἐκκλησία (ekklesia - llamados afuera – Iglesia)  del NT y el templo del Antiguo Testamento (AT), si no reconoce a la diferencia fundamental entre el cristianismo y el judaísmo.

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La Causa de la Mutación.

El desarrollo de esta mutación puede ser trazado y documentado. Sin embargo, determinar las causas de la mutación es principalmente una cuestión de especulación. ¿Por qué algunos de los primeros padres veían la Cena del Señor como un sacrificio en un altar? ¿Por qué Cipriano abrazó tan firmemente la idea de que los ministros cristianos son sacerdotes? ¿Por qué se utilizaba el término ἐκκλησία (ekklesia – una palabra que se refiere a personas y no un edificio)  para referirse a un edificio cristiano? ¿Por qué Eusebio glorificaba los nuevos edificios cristianos como templos? Veamos algunas respuestas posibles:

Los humanos tienen una tendencia a sacralizar objetos. Con poco esfuerzo, las personas pueden convertir una piedra común en una piedra sagrada. Quien sacraliza un objeto puede tener la intención de “honrar a Dios”; pero ¿no acontece que se pone en el lugar de Dios al determinar qué es lo sagrado y qué no? Un problema mayor se crea cuando estos conceptos sagrados creados por el hombre se imponen a otros. Jesús condenó a los fariseos por hacer esto.

Cuando los líderes de la iglesia determinan lugares, personas y prácticas como sagradas, éstos pueden convertirse rápidamente en tradiciones que, como dice Jesús, “anulan la palabra de Dios” (Marcos 7:13).

El deseo de aprobación social también puede haber llevado a los cristianos a resucitar estos conceptos sacrificiales. En los primeros tres siglos después de la resurrección, la idolatría era popular en toda la sociedad grecorromana, junto con los sacrificios, sacerdotes y templos que la acompañaban.37 Los padres de la iglesia de esta era, como Justino, Tertuliano y Orígenes, lucharon frecuentemente contra el desprecio social que acusaba a los cristianos de ser “ateos” que no tenían sacrificios, altares ni templos. En consecuencia, cuando los cristianos encontraron razones para reclamar sus propios sacrificios, altares, sacerdotes y templos, pudieron obtener la aprobación social tan deseada. Esto fue especialmente cierto tras su emancipación por parte de Constantino. Después de ser perseguidos, masacrados y ridiculizados durante tres siglos, finalmente encontraron alivio para sus deseos reprimidos de aceptación social. Sin embargo, en el Sermón del Monte, Jesús condenó la búsqueda de aprobación pública para la religión, y Pablo enseñó “no agradar a los hombres, sino agradar a Dios”.

La tendencia entre los primeros padres de la iglesia a participar en exégesis (explicacíon) tipológica y alegórica también pudo haber contribuido al cambio. Este deseo de conectar los dos Testamentos podría haber llevado a ciertos líderes de la iglesia a encontrar todas las maneras en que el sistema sacrificial del judaísmo se reanudaba alegóricamente en el sistema cristiano.38 Tal exégesis comenzó en el Este, pero también se extendió al Oeste antes de que “una vigorosa reacción” la denunciara en los siglos cuarto y quinto.39

Finalmente, el cambio puede haber sido motivado por líderes de la iglesia que buscaban elevar su posición en la iglesia. Los “sacerdotes” no sólo eran prominentes en la sociedad judía, sino también en la grecorromana.40 Cuando los líderes cristianos se llamaban a sí mismos “sacerdotes” y se negaban a permitir que cristianos de menor estatus “manejaran la Eucaristía”, se estaban apartando y elevando por encima del resto del rebaño. El pecado del orgullo se remonta al principio de la creación, y aún plaga el liderazgo de la iglesia hasta el día de hoy. Jesús conocía la tendencia de los líderes a “señorear sobre” los demás. Por lo tanto, dijo: “Pero no será así entre vosotros; antes el que quisiere ser grande entre vosotros, será vuestro servidor” (Marcos 10:43). 

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Conclusión.

Cuales quiera que sean las razones por las que la iglesia primitiva fue gradualmente volviendo a la terminología sacrificial del judaísmo, el cambio de simples reuniones en casas a elaborados templos sagrados indudablemente ocurrió. Declaraciones específicas de ciertos padres de la iglesia revelan un claro camino de pasos que llevó a la iglesia a los extremos conceptos sacrificiales citados por Eusebio en el siglo cuarto. Si bien algunos podrían culpar a Constantino por el cambio, muchos de estos conceptos sacrificiales habían comenzado mucho antes de que Constantino naciera.

Para nosotros hay una pregunta clave: ¿Creemos que la Cena del Señor, el altar, ciertos ministros y el edificio de la congregación tienen “poder para remitir los pecados”?

¿Acaso estás observando todavía algún vestigio 

de esta mutación en tu asamblea?

Fuente: Tom Wadsworth; Redacción: VM-Ar
[Las palabras entre corchetes fueron agregadas por la redacción.]

La interpretación del Diccionario/Concordancia de Strong
de la palabra griega clave de este artículo

Προσκυνέω - proskuneō - aparece  unas 60 veces en el Nuevo Testamento.
De G4314 (Προσκυνέω) y probablemente un derivado de G2965 (que significa besar, como un perro que lame la mano de su amo); adular o agacharse ante, es decir, (literal o figurativamente) postrarse en homenaje (hacer reverencia a, adorar): - rendir culto = worship en inglés.
Y la palabra equivalente en el hebreo: H7812 es:     שָׁחָה
shâchâh shaw-khaw'
Una raíz primitiva; deprimir, es decir, postrarse (especialmente reflexivamente en homenaje a la realeza o a Dios): - inclinarse (a uno mismo), agacharse, caer (plano), suplicar humildemente, hacer (rendir) reverencia, hacer reverencia, hacer inclinarse, adorar = worship en inglés. Aparece 171 veces en el Antiguo Testamento.

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Anotaciones.

1* Eusebius, Church History 10.4.2.

2* Most patristic citations in this paper will include an approximate date. As with dating
NT documents, specific dates are often difficult to determine. For example, concerning thedating of the Didache, Michael Holmes says, “A remarkably wide range of dates, extending frombefore AD 50 to the third century or later, has been proposed for this document … The Didache may have been put into its present form as late as 150, though a date considerably closer to the end of the first century seems more probable,” in The Apostolic Fathers: Greek Texts and English Translations, 3rd ed. (Grand Rapids: Baker Academic, 2007), 337.

3* See also Cyprian, On the Dress of Virgins 2; Lactantius, The Divine Institutes, 4.14; 5.8; 5.20; 6.1; 6.2; 6.9.

4* See also Eusebius’s account of the same Polycarp story in Church History, 4.15

5* The Octavius 32.
6* Against Celsus 7.64.
7* Against the Heathen 6.1.
8* Against Celsus 8.20.

9* Speaking of this reference in Justin, Ferguson says, “The Eucharist is explicitly called a
sacrifice for the first time,” in Everett Ferguson, Early Christians Speak: Faith and Life in the First Three Centuries, Vol. 1 (Abilene: ACU Press, 1999), 118. For the idea that Jesus was the one sufficient sacrifice, see Heb 10:12; 9:26-28; 1 Cor 5:7; Eph 5:2.
10* For other early usage of sacrificial terminology in reference to the Lord’s Supper, see
Didache 14:1-3; 1 Clement 44:4; and Ignatius, Philadelphians 4.

11* Schneemelcher, NT Apocrypha, 288.
12* In Migne’s Patrologia Latina, this is chapter 38, not 37

13* James D. G. Dunn says, “Historically the categories of sacrifice and priest go hand in
hand,” in The Partings of the Ways, 106.

14* Against Heresies 4.8.3, ANF translation. Irenaeus wrote in Greek, but most of his
surviving works are in Latin, in a translation that may date to the fourth century. See ANF, Vol. 1, 312. The Latin text in this citation is from Migne’s Patrologia Graeca, Vol. 7, column 995.

15* Prescription Against Heretics 41, ANF translation

16* Apostolic Constitutions 8.5.46.
17* Apostolic Tradition 35.
18* Eusebius, Church History 8.2.1.
19* Eusebius, Church History 9.9a.11.

20* Maier translates it, “prevent any of the worshipers from meeting and giving God the
service due him.” NPNF has “none of those accustomed to frequent them could enter them and render the worship due to God.”
21* The Oration of Eusebius 17.4 (NPNF translation).
22* Peter J. Leithart, Defending Constantine: The Twilight of an Empire and the Dawn of
Christendom (Downers Grove: IVP Academic, 2010), 22.

23* Maier, Eusebius: The Church History, 343.
24* Life of Constantine 1.28, NPNF translation.
25* Ibid., 1.32.
26* Ramsey MacMullen, The Second Church: Popular Christianity A.D. 200-400 (Atlanta:
Society of Biblical Literature, 2009), ix.
27* Gregory T. Armstrong, “Constantine’s Churches,” Gesta 6 (Jan 1967): 3.

28* Eusebius, Life of Constantine 4.43.
29* Ibid., 1.42. Eusebius says that Constantine “gave from his own private resources costly benefactions to the churches of God, both enlarging and heightening the sacred edifices, and embellishing the august sanctuaries of the church with abundant offerings.” (NPNF translation)

30* Eusebius says that the address was given by “a certain one of those of moderate talent,” which has widely been assumed to be Eusebius himself. The NPNF footnote says, “This person  was clearly Eusebius himself.” (Church History 10.4.1)

31* Eusebius also calls them “divine temples” (θείων ναῶν) in Church History 10.4.20
(NPNF translation).

32* See Joan E. Taylor, Christians and the Holy Places: The Myth of Jewish-Christian
Origins (Oxford: Clarendon Press, 1993), 295.

33* See R. A. Markus, “How on Earth Could Places Become Holy? Origins of the Christian Idea of Holy Places,” Journal of Early Christian Studies (Fall 1994): 257-71; (no author named), “‘Can These Bones Live?’: Selections from Church Fathers on the Veneration of Relics,” Road to Emmaus Journal 7:2 (2006): 63-71.

34* Markus, “How on Earth Could Places Become Holy?” 259.
35* G. N. Davies, “Sacrifice, Offerings, Gifts,” in Dictionary of the Later New Testament & Its Developments, ed. Ralph P. Martin and Peter H. Davids (Downers Grove: InterVarsity Press, 1997), 1072. Roger Beckwith says, “It is foreign to the earliest patristic traditions, and contrary to the teaching of the New Testament,” in “The Relation between Christ’s Sacrifice and Priesthood and those of the Church: An Attempt at a Summary Statement,” Churchman 103:3
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36* I. Howard Marshall, “Church and Temple in the New Testament,” Tyndale Bulletin
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37* P. A. Rainbow, “Idolatry,” Dictionary of the Later New Testament & Its Developments (DLNT), Ralph P. Martin and Peter H. Davids, eds. (Downers Grove: InterVarsity Press, 1997), 528.

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39* Ibid., 75-6.
40* Bryan M. Litfin, Getting to Know the Church Fathers, 2nd ed. (Grand Rapids: Baker
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