Palabras de Jesucristo: “El hombre no vivirá de pan solamente, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4).
Por medio de las distintas noticias estamos informados acerca de la situación triste en la que se encuentra nuestro Planeta Tierra. Catástrofes, destrucción del medioambiente, guerras, rumores de guerras, revueltas, terrorismo, globalización, crecimiento del satanismo, falsos cristos, movimientos apostatas dentro del cristianismo, un aumento de persecución, etc., tal como Jesucristo lo profetizó en Mateo 24. Queremos hoy plantear la pregunta si todavía podemos experimentar la felicidad.
Doscientos años después de la época de los iluminados, o mejor conocida como época del Renacimiento, hubieron cambios sustanciales: los individuos conquistaron su autonomía, el bienestar material creció enormemente (por lo menos en los países occidentales), el cuerpo y la sexualidad son libres, la duración de vida se alargó y en la actualidad podemos gozar de los enormes avances técnicos y científicos.
Con todos estos “adelantos” aun la gente vive decepcionada, insegura y no muy feliz; y precisamente en los países desarrollados es donde crece dramáticamente el porcentaje de gente que necesita tratamiento psicológico o psiquiátrico. A causa de esta multitud de rebeliones, injusticias y adversidades, podríamos clamar constantemente como Job: “¿Dónde está Dios, ... que da cánticos en la noche?” (Job 35:10).
Distamos mucho del real cumplimiento de las esperanzas del pretendido "siglo de las Luces". Sus filósofos habían deificado la razón y habían anunciado el progreso de la humanidad. Según ellos no existiría más el cristianismo, ni la Biblia. Profetizaron falsamente que en menos de cien años, el cristianismo iba a ser olvidado. Profetizaron falsamente libertad para todos y el fin de las guerras.
¿Dónde llegamos hoy, dos siglos más adelante? El resultado mencionado no es nada loable. "pero la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre" (Isa 40:8). Si las cosas van "de mal en peor", como Pablo lo había anunciado (2 Tim. 3:13), el Evangelio aporta a cada uno, aún hoy en día, las mismas Buenas Nuevas. Dios no propone el mejoramiento del ser humano, ni deja al hombre abandonado y sólo con sus malestares. Dios, revelado por medio de Jesucristo, su Hijo, vino al encuentro del hombre para rescatarlo. Conoce sus necesidades más profundas. Ama a cada uno de nosotros, ya que Él es amor. Él quiere darle sentido a nuestra vida presente, y quiere darnos un futuro y una esperanza más allá de la muerte.
¿Quieres aceptar esta mano que Él te está extendiendo, si no lo has hecho todavía? "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros" (San. 4:8). ¡Sí, podemos ser todavía felices! En el espíritu podemos experimentar una profunda y duradera felicidad sin importar las circunstancias externas. Creamos plenamente en Jesucristo quien pronunció estas poderosas palabras: “Yo soy el pan de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás (Jn. 6:35) – ¡si lo creemos de todo corazón y con todas las consecuencias, seremos felices hoy y para toda la eternidad! Para poder permanecer en esta felicidad, escudriñemos la Palabra de Dios, la Biblia, el Pan Diario, - diariamente – para alimentar nuestra alma - de la misma manera como alimentamos a nuestro cuerpo con la comida que hacemos entrar en nuestro estómago - y permaneceremos en esta felicidad.
Fuente: La Buena Semilla, redacción: VM-Argentina