(Informe de la Voz de los Mártires de Costa Rica: Boletín 3-2005)
En el mes de junio del año 1993, un creyente de nombre Miguel, llegó a la comunidad de Huistan. Miguel se había convertido recientemente, conociendo a Jesús estando en la selva. Lo primero que hizo luego de su conversión fue predicar el evangelio, dando testimonio de lo que Jesús había hecho en él: ha dejado el alcohol, y su vida tuvo un cambio radical. Compartió también el Evangelio con su suegro, quien pronto aceptó a Cristo y seguidamente ofreció su casa para hacer reuniones. Allí comenzaron con dos familias.
Luego los hijos y los nietos de estas familia se integraron también. Al poco tiempo otra persona - quien también se llama Miguel - que tenía cargos en la iglesia católica y que era además comisario de la comunidad, también aceptó a Cristo. Ahora Miguel, el ex-comisario, tampoco toma más alcohol. Todo esto empezó a disgustar a la población.
Al principio de la persecución las personas que estaban involucradas en ello, eran en su mayoría adherentes de un partido político rebelde; eran además católicos y muy tradicionalistas, todo el tiempo se mantenían haciendo marchas en contra del gobierno y dando fiestas a los santos (ídolos) en donde no faltaban las borracheras y los pleitos. Como la gente seguía entregándose a Cristo, empezaron las amenazas: Si no seguían las tradiciones, todos serían expulsados. Perderían además sus terrenos que utilizan para cultivar y también su ganado; medios estos por los cuales estas personas se ganan la vida. No pasó mucho tiempo y estas amenazas se cumplieron. Todos fueron obligados a firmar unos papeles especificando que salían por voluntad propia; muchos firmaron. Aquellos que no firmaron fueron encarcelados, así hombres como mujeres. Para salir de la cárcel les cobraban una multa; aunque luego falsificaron las firmas para expulsarlos de todos modos. De las dieciocho familias, 15 hermanos estuvieron encarcelados, y otros tuvieron que pagar fuertes multas por no asistir a las fiestas religiosas y tradicionalistas dedicados a los ídolos.
Los primeros que fueron expulsados de enero a marzo de 1997 fueron 7 familias. En el año de 1999 se sumaron otras 26 familias más. Haciendo un total de 33 familias expulsadas sin tener un lugar a donde ir. Poco a poco se reubicaron en un lugar de Chiapas llamado Ococingo, a 2 horas del lugar donde vivían antes. Allí rentaron un terreno y luego lo compraron. Durante dos años vivieron casi a la intemperie, en casas provisorias, hechas de nylon y cartón; sin fuente de trabajo ni tierras para cultivar.
Mientras tanto Dios los ha bendecido mucho. Se reúnen en una iglesia construida con muchos esfuerzos. Ya somos aproximadamente 350 personas, contando los niños. Todos ellos fueron una vez expulsados de sus patrimonios. Pese a ello todos glorifican a Dios y siguen estando dispuestos a pagar cualquier precio por la causa del Señor Jesús.
Aquí fotografías actuales de los hermanos expulsados:
El hermano con la Biblia es el hermano Miguel