Los ojos abiertos ante la astucia de Satanás

Por Emil Kremer

Sobre el origen, naturaleza y consecuencias de los pecados de superstición y brujería y la victoria completa por medio de la Cruz.

Distribución, edición: R. Alberto Palnau Difusión de Literatura Cristiana C.C. 5551 Correo Central 1000 
Buenos Aires Argentina

 

INDICE

Primera Parte 
I. Introducción: Preguntas y Respuestas
II. El Poder y la Audacia de Satanás
El significado de la Ley
III. Origen y Naturaleza de la Idolatría
IV. Características especiales de los pecados de Abominación
V. Motivos para cometer los pecados de Abominación
VI. Las Consecuencias de los Pecados de Abominación
VII. El Camino a la completa Liberación
VIII. El Pecado y la Culpa

Segunda Parte
I. Interpretación de los Signos
II. Elección de Días y Atención dada a las Estrellas
III. Conjuros
IV. Adivinación
V. Curación de Enfermedades por medio del Curanderismo
VI. Métodos terapéuticos bajo la Apariencia de "Ciencia Moderna"

  1. Iridiología
  2. Homeopatía
  3. Psicoanálisis
  4. Hipnotismo
  5. Autoentrenamiento
  6. Acupuntura
  7. Acupresura
  8. Yoga
  9. Magnetismo
  10. Cristalografía
  11. Grafología
  12. Parapsicología

VII. Idolatría Religiosa

VIII. Brujería, Magia Negra, Espiritismo

IX. Idolatría bajo el Manto de Ciencia "moderna"

Conclusión

 

Prólogo a la Edición en Español

Los ojos del hombre descubren nuevas realidades día a día. Algunas de ellas luego resultan espejismos; otras permanecen semidesconocidas, sabemos que están ahí pero ignoramos su naturaleza. En esta situación descubrimos que hay verdades que sólo podemos conocer si Dios nos las revela: ¿quién es él, para qué existe el ser humano sobre la tierra y otras? El libro que hoy presentamos está escrito para personas que saben su propia ignorancia acerca uno delos temas a los que aludíamos recién. Se trata de todo lo referente a ciertas manifestaciones satánicas en campos de la ciencia, la cultura, la vida social, la educación, la religión, etc. Es, por lo tanto, un libro para leer con humildad, reconociendo que no sabemos, y con fe porque intenta delatar lo satánico comenzando con lo que Dios mismo nos ha revelado sobre Satanás.

Hasta hoy esta obra ha sido impresa en alemán (16 ediciones, 100.000 ejemplares); en francés (20.000 ejemplares); en castellano, en italiano, en inglés, en hebreo y se está preparando la edición en portugués. Cada vez en más unánime el testimonio de gratitud por este manual. Dios hace un llamado a la humanidad, una apelación a separarse de lo abominable y demoníaco. Transitamos tiempos de gran confusión, y no todos están capacitados para discernir espiritualmente los engaños satánicos que sutilmente se preparan." Con estas palabras el autor ha querido comunicarnos algo más acerca del marco en el que debemos valorar esta obra: un tiempo de crisis, una demanda gigantesca de respuestas bíblicas y una necesidad fundamental, debemos prepararnos hoy para el desenlace final de la historia. Hoy tenemos la oportunidad para acercarnos a Dios. El nos llama para ser sus hijos.

Ponemos en sus manos una obra especial y específica, en la confianza de que sea leída con la atención y la disposición necesaria. Esperamos que no resulte alarmante, sino en una nueva y madura fe en la gracia y el poder de Jesucristo, nuestro Salvador, Señor del universo. Amén.

 

Prologo a la Primera Edición en Alemán

El presente tratado sobre el desconocido campo de la idolatría, no fue pensado inicialmente para la publicación, sino que se ha desarrollado a través de los años al aconsejar a muchas personas. Recién con el tiempo, su publicación se transformó en una necesidad.

Frecuentemente, al aconsejar a las almas, el Señor me mostró las causas inconscientes de las ataduras graves de muchas personas, como asimismo del estancamiento espiritual de tantos creyentes. A pesar de todos los esfuerzos y oraciones estas personas atadas sólo pudieron experimentar el poder salvador de Jesucristo, o el verdadero renacimiento, o progresar en su vida espiritual, después de haber puesto al descubierto las causas desconocidas de su mal, basándose en las Sagradas Escrituras. Estos a menudo son pecados graves delante de Dios y deben ser confesados ante el Salvador.

Por esto surgió la necesidad de preparar un estudio especial basado en la Palabra de Dios y en el que se aprovecharán todas las experiencias hechas en este campo. De este modo se podría aclarar todo sobre los diferentes modos de los pecados de abominación. Para la preparación de las muchas almas que anhelaban la liberación, y en anticipación a una entrevista con un consejero espiritual, fue indispensable entregarles antes un material explicativo y doctrinal con listas de los pecados de abominación más difundidos.

Este material fue entonces reproducido y muchos creyentes fueron liberados y también otros siervos de Dios lo solicitaron para poder ayudar a personas necesitadas. Más adelante, a causa de la gran demanda se hizo una impresión de este mismo tratado y es así que hoy es accesible a un público mayor para que puedan ser abiertos los ojos de muchas personas oprimidas y para que puedan convertirse de los ídolos al Dios vivo y verdadero.

Quiera el Señor seguir bendiciendo esta obra para que aún muchas personas sinceras puedan escapar del reino de las tinieblas para entrar en el reino de luz de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y estar así preparadas para el arrebatamiento inminente, para la alabanza de Su Gracia infinita.  Emil Kremer

 

I. Introducción: Preguntas y Respuestas

Algunas preguntas:

1. ¿Por qué en tantas iglesias y comunidades, miles de cristianos se lamentan calladamente, oprimidos por un peso desconocido, e interiormente atormentados por toda clase de enfermedades, físicas y mentales? ¿Por qué a pesar de todos los esfuerzos, oraciones y aún del uso de medicamentos no son liberados y sanados de tantas opresiones y dolencias?

2. ¿Por qué es que tantos cristianos no pueden alcanzar a pesar de sinceras oraciones y desesperadas luchas un renacimiento espiritual y una vida de completa victoria que procede de una fe triunfante en Dios? ¿Por qué desconocen una total y profunda santificación del espíritu, del alma y del cuerpo para poder entrar en el reposo del pueblo de Dios preparándose para el arrebatamiento?

3. ¿Cuál es la razón más profunda del aumento constante de la incredulidad y el escepticismo en general, a pesar de tantos cultos y actividades cristianas, manifestándose el odio, en recíproca lucha y destrucción, aumentando así en todos los países "cristianos" la injusticia y el enfriamiento del amor hacia Dios, a quien se le hace la siguiente acusación: "si hubiera un Dios justo, no permitiría estas desgracias"?

4. ¿Por qué es que tanta actividad predicadora, evangelística y misionera, en la cual se afanan siervos de Dios para conducir seres humanos a la Cruz y a la fe viva en Jesucristo, resulta abiertamente un fracaso? ¿Por qué es que los llamados pueblos "cristianos" están tan cegados, y no sólo recaen en el paganismo más reacio, sino que también pronto participarán en las señales de la impiedad del imperio del Anticristo, en una lucha abierta contra Cristo?

5. ¿Por qué se tiene que construir cada vez más lugares para el tratamiento de las enfermedades mentales, los cuales están siempre llenos, no obstante los progresos de la medicina y de la conscientización científica?

 

...y su respuesta:

La respuesta bíblica a todas estas preguntas en general se encuentra resumida en los siguientes textos:

Hech. 26:18 y 2 Cor. 4:3-4)*

Así lo confirman las experiencias de hombres bendecidos por Dios y también numerosos testimonios de personas liberadas de sus opresiones y malestares en los más diversos países: los ojos de los seres humanos no han sido abiertos (antes o después de su conversión) acerca de la potestad de Satanás y su gran astucia, con las que él, como príncipe de este mundo, ha encandilado sus mentes ("El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos" 2 Co. 4:4).

Los hombres no pueden ser convencidos por el Espíritu Santo del pecado de incredulidad, del cual se derivan todos los otros pecados. En otros términos, ellos no pueden reconocer la naturaleza de la caída de Adán y Eva y lo que significa la incredulidad hacia la Palabra de Dios y hacia el Señor Jesucristo; no pueden por lo tanto llegar a la fe obrada por el Espíritu, la que ha triunfado sobre el mundo en Jesucristo (Jn. 16:8-9; Gál . 3: 23-25; 1 Jn. 5: 4).

Se ha predicado a los hombres el Evangelio de Jesucristo; pero generalmente, no se ha hecho según el mandato divino tal como fue dado por el Señor al Apóstol Pablo, cuando es enviado a las naciones según Hch. 26:17-18. Basándose en este mandato es absolutamente indispensable, para que una conversión sea bíblica y verdadera, que los hombres tengan los ojos abiertos sobre su estado de ceguera, que proviene del príncipe y dios de este mundo que, a causa del pecado original domina a todos los hombres desde su nacimiento (Ef. 2:1-2). De esta manera pueden convertirse conscientemente "de las tinieblas a la luz", "de la potencia de Satanás a Dios", "de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero" (1 Ts. 1:9; Hch. 14:15).

Solamente así los hombres podrán arrepentirse verdaderamente, es decir, cambiar realmente su actitud hacia Jesucristo y la Palabra de Dios, y de esta manera recibir el perdón de sus pecados, siendo totalmente liberados del poder del pecado para obtener "la heredad," con todos aquellos que son santificados por la fe en el Hijo de Dios. Es de El de quien Juan escribe, que "ha venido al mundo para destruir las obras del diablo" (1 Jn. 3:8); y el Apóstol Pablo lo reafirma diciendo: "y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente triunfando sobre ellos en la cruz," (Col. 2:15).

Para que una conversión sea bíblica, es necesario que la Palabra de Dios abra los ojos de los hombres mostrándoles en que consiste la tremenda astucia de Satanás. Por esta astucia Adán y Eva han sido arrastrados a la caída y fueron separados de Dios. Aún hoy, Satanás seduce y domina a la mayoría de los seres humanos. Mas, ¿de qué modo puede realizarse un verdadero arrepentimiento y una conversión bíblica, cuando el hombre no ha sido informado anteriormente en cuanto a la naturaleza de Satanás y su arte de seducir? No se trata en la conversión simplemente de saber aquello que los hombres piensan o consideran como pecado, sino aquello que Dios llama PECADO en Su Palabra infalible.

El perdón de los pecados, la verdadera regeneración por el Espíritu Santo y la completa liberación no se pueden obtener de un modo más o menos mágico. Son otorgados por la gracia de Dios y por la fe de quien se humilla delante de El y reconoce por completo la verdad de Su Palabra escrita, creyéndola sinceramente y de todo corazón.

Sólo entonces el hombre estará dispuesto a dejar que la Palabra de Dios lo instruya en todo y a dejarse corregir y juzgar enteramente para abandonar todas las opiniones falsas y puramente humanas que aún conservaba (2 Ti. 3:15-17).

En un tribunal humano, el acusado nunca es juzgado según su opinión personal, sino que es castigado según las leyes vigentes en el país. Así Dios juzgará en la eternidad a los hombres según Su Palabra como el Señor Jesús lo declara en Jn. 12:48 y Jn. 3:18.

Querido lector, ¿estás dispuesto a dejar de ahora en adelante que la Palabra de Verdad te juzgue enteramente? Solamente así puede haber verdadera liberación: "si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8:32-36).

El estudio siguiente se dirige en primer término al corazón y a la conciencia de aquellos lectores que quieren entender la verdad y a cualquier precio huir del poder del pecado para pertenecer enteramente a Cristo sirviéndole sólo a El. Sólo así podrán ser testigos fieles de la verdad en los acontecimientos futuros preparándose para el arrebatamiento de los creyentes.

Jesucristo dice: "Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz" (Jn. 18:37). La Escritura afirma "El provee de sana sabiduría a los rectos" (Pr. 2:7). "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (1 P. 5:5).

 

II. El Poder y la Astucia de Satanás

La gran ceguedad en que viven tantos hombres proviene sobre todo porque no creen en la veracidad de la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo (2 Ti. 3:16 y 2 P. 1:21). Tampoco creen en la existencia real de Satanás, ni de los demonios.

Satanás, el dios de este mundo, ha cegado la mente de los incrédulos (2 Co. 4:4). El sabe cegar a los hombres e inducirlos a poner en duda y hasta negar la realidad de su persona sirviéndose de la teología moderna y de ciertas ciencias (filosofía, psicología, psicoanálisis, etc.). En la actualidad Satanás hace creer a los hombres que sería una simple figura de una época anticuada, una idea, un mal instinto o un principio del mal (contrapuesto al principio del bien). Muchos consideran como retrógrados o poco instruidos, a quienes creen, como Jesús y los apóstoles, en la existencia de Satanás, y de los demonios según lo que dice la Palabra de Dios, y hasta se escandalizan cuando se trata de probar con las experiencias y con un claro testimonio de la Escritura, la existencia de la potencia de las tinieblas. Satanás sabe someter a los hombres, incluso a muchos creyentes, bajo su voluntad, mediante un mecanismo de acción que ellos mismos ignoran. Sus efectos repercuten sobre sus facultades intelectuales, sus sentimientos y su voluntad, consiguiendo finalmente dominarlos. Aun cuando todo esto ocurre, ellos creen que son libres e independientes en sus pensamientos, palabras y acciones (vea Ef. 2:1-3 y Mar. 8:32-33).

Con su astucia, el dios de este mundo consigue engañar también a muchos verdaderos hijos de Dios, en especial en cuanto a la naturaleza de las potestades sobrenaturales, de los dominadores de este mundo de tinieblas y los malos espíritus que están en los lugares celestes (Ef. 6:11-12), cierra sus ojos de tal modo que ellos no pueden descubrir su acción escondida y su potencia. Esto ocurre especialmente con los "pecados de abominación" que son la superstición, la brujería y la magia. Muchos predicadores del evangelio descuidan por ignorancia o por temor, el hecho de revelar abiertamente la astucia y la potencia de Satanás en esta área, porque ellos mismos están todavía atados inconscientemente a éstos. Algunos no quieren dejarse instruir, someter o inclinarse completamente ante la autoridad de toda la Palabra de Dios, para negarse a sí mismo y darle la razón a Dios en todas las cosas (Luc. 7:29-30). Otros, temiendo hacer el ridículo, en esta época "concientizada", no dan a Satanás y a los demonios su justa identidad, ni hablan de ellos como de seres personales. Y aún lo que es peor, sugieren a sus oyentes realizar aquellas prácticas "medievales", tales como los pecados de superstición y hechicería.

En ningún campo doctrinal reina tal ceguedad e ignorancia como la que existe en cuanto a lo que la Palabra de Dios dice acerca de estos pecados, que no están reconocidos a pesar de ser los pecados más difundidos en todos los países, teniendo además funestas y terribles consecuencias. El Profeta Oseas dice con razón: "Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento yo te echaré..." (Os. 4;6).

Lo que verdaderamente tiene importancia en este tema no es la opinión de les hombres acerca de estos pecados, sino sólo lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Según toda la Biblia, Dios considera a la idolatría en todas sus manifestaciones como abominación; y a toda adoración a dioses diferentes a El o al ejército del cielo (las estrellas), a toda construcción de altares, de columnas o de imágenes y de sacrificio de incienso, como una prostitución espiritual (1 R. 14:23-24; 2 R. 16:3-4; 17:9-12; 21:2-5; Jer. 7:9-11; 13:27; Ez. 7:20; 8:9-10, 15; 16:16-17, 36, 51-52; 20:4-8, 16-18, 28-32; Os. 3:1; 4:12; 5:4).

Todas las prácticas inherentes a la idolatría que tienen el objetivo de encontrar, con la ayuda da estos falsos dioses o del ejército del cielo una curación, felicidad, protección, consejo, predicción del futuro, son igualmente calificadas como abominaciones en la Palabra de Dios. Estas prácticas se manifiestan en diversos tipos de magia, interpretación de signos, elección de días, y en todos los métodos usados para conocer el futuro que son practicados en diferentes formas (2 R. 21:6; 23:24; Dt. 18:10-11).

Además las consecuencias de estas prácticas, como la fornicación, abusos deshonestos - practicados con hombres o animales - (Lv. 18:22-30; 20:11-21), homicidios, perjurios, latrocinios (Sal. 5:6; Jer. 7:9-11), el engaño bajo todos los aspectos (Pr. 3:32; 12:22; 11:1; 20:10), el corazón endurecido y falso (Pr. 11:20; 16:5; Lc. 16:15), la oración de quien vuelve sus oídos a otra parte para no oír la Ley (Pr. 28:9; Is. 1:13-14), la avaricia, la mentira y el ministerio de los falsos profetas, que pretenden consolar al pueblo y rechazan la Palabra de Dios, con el fin de que ninguno se convierta de su iniquidad (Jer. 6:13-16; 8:8-12; 23:14-17): todo esto está considerado como abominación por la palabra de Dios. En toda la Escritura, resulta claro que Dios considera toda idolatría como abominación y el más grande pecado, porque es una infracción al primer mandamiento y contra Su propia Persona; porque desvía especialmente a los hombres del verdadero Dios y de su Palabra, cegándolos y llevándoles a ataduras con Satanás, con las peores consecuencias espirituales, morales y físicas.

Las otras abominaciones (fornicación, homicidio, hurto, fraude y perjurio), que generalmente sólo son consecuencias de idolatría y del alejamiento de Dios, son condenados en todos los países cristianos por el Código Civil y por eso son conocidos y a la vez rechazados públicamente.

Empero las abominaciones de la idolatría no son perseguidas por los tribunales, y generalmente no son considerados pecados graves, aún hasta por muchos cristianos; sin embargo el juicio de Dios las amenaza con los castigos más severos. En toda la Escritura, Dios advierte a Su pueblo a través de 510 pasajes y en 1250 versículos, contra estos pecados, más que contra todos los otros, porque con ellos los hombres caen completamente en la ceguera y bajo el potente dominio de Satanás, quien quiere impedirles llegar al verdadero conocimiento de Dios, a pesar de que escuchen repetidamente Su Palabra.

Dios dice en Deuteronomio 18:9-12,14 "Cuando entres en la tierra que Jehová tu Dios te da no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilego ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones delante de ti. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios".

En Levítico 19:31 el Señor dice: "No os volváis a los encantadores ni adivinos; no los consultéis contaminándoos con ellos, no los consultéis para no volveros impuros. Yo Jehová vuestro Dios".

Más adelante leemos: "Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra tal persona y la cortaré de entre su pueblo. Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos" (Lv. 20: 6 y 27).

En este terreno específico, la astucia de Satanás es tan grande que la mayor parte de los hombres está completamente cegada. Lo grave del caso es que no son realmente conscientes de haber cometido o de estar cometiendo tales abominaciones, simplemente denominadas en el lenguaje del pueblo como "superstición y brujería". Por esto se oponen enérgicamente o lo niegan sonriéndose, asegurando y asegurándose no haber sido jamás participes en tales acciones; o cuando lo admiten dicen haber hecho estas cosas por costumbre o en broma, y aún afirman no haber tenido fe en ellas en ningún momento.

Según la Biblia, ¿cómo puede un hombre conver-tirse verdaderamente "de las tinieblas a la luz", "de la potestad de Satanás a Dios", de los ídolos y falsos dioses al "Dios vivo y verdadero"? (según Hch. 14:15; 26:18; 1 Ts. 1:9). Esto equivale a cambiar por completo la propia personalidad, convirtiéndose del "príncipe de este mundo" al Creador y Salvador del mundo. Para que esto ocurra es necesario aceptar aquella benéfica transformación y tomar en serio a Dios, a su Palabra inmortal, y a Satanás con su astucia (vea 2 Co. 4:4; Mat. 4:1-11; Jn. 12:31; 16:11; Lc. 9:1; 13:16; 1 Jn. 3:8; 5:19; Ef. 6:11-12; Col. 2:15).

Querido lector, ¿Estás dispuesto a dejarte abrir los ojos y humillarte ante Dios y bajo la autoridad de toda Su Palabra, para poder llegar a la verdadera libertad de los hijos de Dios?

Sin embargo, muchos cristianos piensan que las advertencias divinas y los castigos anunciados a través de Moisés y los profetas contra los pecados de abominación no tienen valor en nuestros días porque desde la época de la redención, no estamos más sometidos a la Ley sino a la Gracia. Creen que la Ley concierne solamente a los hebreos del antiguo pacto. ¿Qué dice la Escritura con respecto a esto?

 

El significado de la Ley

Jesucristo no ha venido al mundo para anular la Ley y los Profetas, sino para perfeccionarla. Así el cielo y la tierra subsistirán, y ni siquiera una jota o una tilde de la Ley pasará, antes que todo sea cumplido. "De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos" (Mt. 5:17-20; Lc. 16:17; Stg. 2:8-11). Jesucristo forma un perfecto acuerdo entre la Ley y el Evangelio.

"¿Luego por la fe invalidamos la Ley? De ninguna manera, sino que confirmamos la Ley" (Ro. 3: 31). "Mediante la Ley nos es dado el conocimiento del pecado" (Ro. 3: 20). "Yo no conocí el pecado sino por la Ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás" (Ro. 7:7). "Donde no hay ley tampoco hay transgresión", "no se inculpa de pecado", "pues el pecado es infracción de la Ley" (Ro. 4: 15; 5: 13; 1 Jn. 3: 4). He aquí, porque la Ley es "santa", "justa" y "buena" (mientras el hombre es "carnal" y "vendido esclavo al pecado"). La Ley es "nuestro yo" para conducirnos a Cristo" (Ro. 7: 12-14; Ga. 3: 21-24; 1 Ti. 1: 8-10).

"Ahora bien la Ley se introdujo para que el pecado abundase" (Ro. 5;20, 7:13), y que la gracia sobreabundase en toda su plenitud y que nosotros fuésemos por la fe, liberados de la potencia del pecado y "justificados" nutriéndonos de toda palabra que procede de la boca de Dios con el fin de vivir como Cristo (Ro. 5: 17; Mt. 4: 4). El objetivo de toda la ley es crear la verdadera conciencia del pecado, del arrepentimiento y de la necesidad profunda de un mediador (Ex. 20: 18-21).

Ya bajo la Alianza Antigua, ciertos hombres de Dios que se dejaron juzgar por toda la Ley, pudieron reconocer la Redención futura por Gracia, y por fe, y vencer los pecados heredados en la carne:

Moisés, el Amigo de Dios, que tenía la orden de transmitir la Ley al pueblo y que a la vez se supo someter a ella, vio la gloria de Dios y puso toda su confianza en la Gracia, a la cual él continuamente recurría para sí y para el pueblo (Ex. 33:12-17; 34:6-9; Dt. 9:5,26-27; 33:16; Sal. 90:8, 14-17).

David, que había descubierto "las maravillas de la Ley" que lo había juzgado severamente (hasta en los graves "pecados que le eran ocultos" y en su heredada naturaleza pecaminosa), "publicaba cada mañana Su benignidad" y alababa a Aquel que "corona de benignidades y de misericordias" (Sal. 19:9-13; 40:9; 51; 6-8; 89:2-3; 92:2; 103:4, 8-13; 119:18).

Isaias, quien también había reconocido la impureza de su naturaleza y se había dejado purificar, testificó de la "Gracia Eterna" y de la "misericordia del Redentor" (Is. 1:4, 6,18; 6:5-7; 43:24-27; 53:5; 54:7-8, 10; 53:4).

Solamente aquel que reconoce sus transgresiones a la luz de toda la Ley y de los profetas, y las confiesa, podrá ser completamente liberado de todos los pecados escritos en la Ley, como también de los pecados heredados (Sal. 51:7; Ro. 7:14,25). Gozar asimismo, en cada circunstancia de la vida cotidiana, de la plenitud de la Gracia y de una vida de constante victoria en Cristo.

Si no tomamos en serio toda la palabra de Dios, y desobedecemos el orden que Dios ha propuesto en el plan de la Redención, no nos serán confiadas grandes cosas. Es indispensable que la justicia de la Ley pueda ser cumplida en nosotros, mediante la Ley del Espíritu y la verdadera morada de Cristo en nosotros (Ro. 8: 4; Ef. 3: 15-19). Ya que la verdad de toda la Palabra de Dios nos libra verdaderamente; ella purifica y santifica al creyente y lo hace irreprensible y apto a toda buena obra (Jn. 8: 31-34; 17:17; 16:13; Ef. 5; 26-27; 2 Ti. 3: 16-17).

Es necesario pues que aquel que quiere llegar al pleno conocimiento de la verdad y de la salvación y a la perfecta estatura de Cristo, sea ante todo conducido por la Ley y por los profetas al pleno conocimiento del pecado y de esta manera conducido al Salvador. Entonces podrá por la obediencia de la fe en la Palabra de Dios, penetrar en la completa libertad de los hijos de Dios. Pues sólo cuando reconozcamos nuestros pecados, podemos llamarlos por sus nombres y confesarlos. Debemos ser humildes de corazón delante de Dios, el cual es fiel y justo para perdonarnos, gracias a la sangre derramada por Cristo que nos purifica de toda iniquidad (Jn. 1: 7; Ef. 4. 13).

Si alguno quiere evitar el arrepentimiento como condición de la salvación, separándose del camino del Calvario, se engaña a si mismo y no puede gozar sino de un sentimiento superficial de una paz falsa. Y a la vez permite a Satanás conservar sus antiguos derechos sobre los pecados (incluso inconscientes y olvidados) no confesados. De esta manera, en base a la Sagrada Escritura, Satanás puede acusarlo constantemente hasta el final de la época de la Gracia (Lc. 12:47-48, 58-59; Mt. 5:25; Lc. 22:31; Ap. 12-10).

En otros términos: La absoluta redención del espíritu, del alma y del cuerpo, que Jesús ha adquirido hace más de 1900 años mediante Su muerte expiatoria en favor de todos los hombres, no podrá ser una realidad en la vida del creyente sino cuando le sea revelado el misterio de la Cruz, donde todos los príncipes y las potestades satánicas fueron derrotados. Cada pecado tiene que ser descubierto por medio de la palabra de Dios, y mediante la acción del Espíritu Santo, reconocido y confesado como tal (Ef. 5:13).

Jesús ha estado sometido a toda la Ley, fue hecho por nosotros maldición en la Cruz, para poder librar a los creyentes de la maldición de la Ley, con el fin de que vivieran en la libertad de los hijos de Dios y no fueran más sometidos al yugo servil (Gál. 3:10, 13; 5:1; Ro. 10:4). Aquel que no se reconoce culpable en cuanto a toda la Ley y enteramente pecador por causa de su naturaleza pecaminosa, cae inevitablemente en las obras muertas, tratando vanamente de mejorarse y santificarse por si mismo. Persistirá en las obras de la carne y en los pecados, como los Corintios, o bien caerá bajo el yugo de la Ley, como los Gálatas y no podrá vivir únicamente por Gracia y Fe.

Siendo cada pecado una transgresión de la Ley, es esencialmente importante reconocer a la luz de toda la Escritura, cada transgresión del primer mandamiento: "No tendrás dioses ajenos delante de mí". "No te inclinarás ante estas cosas ni las honrarás" (Ex. 20:3-5). Aquí encontramos una prohibición absoluta de toda clase de idolatría, la cual es la raíz de todo pecado y de todo mal (Ro. 1:21-31). Debemos amar sólo al verdadero Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra fuerza, para temer sólo a El y tener confianza solamente en El (Dt. 6: 5, 13-15).

Las múltiples raíces de incredulidad causadas por las muchas formas de idolatría hondamente arraigadas en el corazón humano, deben ser puestas a la Luz por la Palabra de Dios y purificadas por la sangre de Cristo. Sólo entonces puede manifestarse en nuestros corazones un verdadero temor de Dios y una fe genuina.Todos los pecados de las distintas esferas de idolatría, denominados en la Biblia con la palabra "abominación", serán denominados en la presente obra, para simplificar, como "pecados de abominación". Según las investigaciones de eruditos y en concordancia con las experiencias de asesoramiento espiritual de muchos hombres de Dios de diversos países, como asimismo por los testimonios conmovedores de personas que fueron realmente liberadas del poder satánico, se podría exponer todavía más claramente a los pecados de abominación en sus formas y con el cúmulo de sus asombrosas consecuencias a la luz de la Verdad.

"El tiempo es malo" (Ef. 5: 16) y el diablo tiene gran ira, "sabiendo que tiene poco tiempo" (Apoc. 12: 12) por eso debemos aprovechar bien el tiempo (Ef. 5: 16).

Querido lector, prepárate, si quieres participar en las bodas del Cordero. En breve el Señor llegará; vendrá de improviso repentinamente - a rescatar a sus elegidos_- (1 Ts. 4:l6-17) "como ladrón en la noche" (1 Ts._5:2).

"Y las que estaban preparadas entraron con El a las bodas; y se cerró la puerta" (Mt. 25:10). "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre "Apoc. 21:8 y 22:15).

 

III. Origen y Naturaleza de la Idolatríaen los Pecados de Superstición y de Brujería

A) Creación y caída del hombre:

Dios, que es Espíritu (Jn. 4:24), creó al hombre con alma, cuerpo y espíritu (1 Ts. 5:23) a Su imagen (Gn. 1:27), dándole la facultad del espíritu de creer, que está profundamente arraigada en el corazón. Por modio de esta fe en el Dios viviente y en Su palabra infalible, el más ardiente deseo del corazón humano será saciado. Sin la fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6). Sólo en El tiene el hombre vida eterna, por medio de la fe (Jn. 1:3-4; 3:16). También es por esto que, después de la caída, cada hombre siente la íntima necesidad, de creer en alguien o en algo. En la medida que el hombre no cree más en el Dios Creador, ni en Su Palabra, renunciando así a su estado de dependencia de Dios, sucede (inconscientemente o no) que creerá en la criatura. Estos son los falsos dioses, es decir Satanás, los ángeles caídos y "el ejército del cielo" (2 R. 17:16; Hch. 7:42) o también el hombre mismo con sus "propias" capacidades y también objetos.

Esta mentira de "sí mismo" (su propia gloria, inteligencia, sabiduría, capacidad, perfección, etc.) ha conducido a Satanás como la "estrella de la mañana" o el "querubín" al orgullo, de modo que quería levantar "el trono por encima de las estrellas de Dios" y ser "semejante al Altísimo" (Is. 14: 9-17; Ez. 28: 14,19), pero fue arrojado del cielo, arrastrando consigo en su caída una parte de los ángeles (2 P. 2:4; Jud. 6).

Jesucristo el Rey de la verdad, llama al diablo mentiroso y "padre de la mentira", quien "cuando dice la mentira habla de sí mismo" (Jn. 8: 44).

Con la mentira, la "serpiente antigua, llamada Diablo o Satanás, que seduce al mundo entero (Ap.12: 9), consiguió la victoria sobre Adán y Eva arrastrándolos a la caída, sembrando en el corazón de ellos la duda y la incredulidad hacia la Palabra de Dios. La serpiente dijo a Eva: ¿Con que Dios os ha dicho...?" y: "no morirás". Con esto los condujo por medio de la mentira, a creer en su propia sabiduría e inteligencia y a manejarse en el mundo de los sentidos.

"...Dios sabe que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto; y dio también a su marido, el cual comió así como ella" (Gn. 3:1-6).

La incredulidad hacia Dios conduce a depositar la fe en la criatura en el engaño de la inteligencia y de la propia sabiduría como también a prestar fe al mundo de las percepciones (vista, oído, tacto, etc.); los cuales, a partir da la caída del hombre: no están más bajo el control del Espíritu de Dios, sino bajo el dominio del "príncipe de este mundo" (Jn. 14:30); están bajo la influencia del espíritu del mundo de modo que el hombre está encandilado desde su nacimiento en sus propios pensamientos y vive en la tinieblas (2 Co.4:4; Ef. 2:1-3).

Los ojos de Adán y Eva se abrieron para ver su propia desnudez al haber puesto su fe en el engaño. El Espíritu de Dios, que es la Luz y la Verdad, los abandonó de tal modo que el espíritu de mentira y de tinieblas penetró en sus corazones. Sus ojos se cerraron para Dios y Su Gloria, mientras fueron turbados por la astucia de Satanás. Los vestidos que ellos mismos se cosieron con hojas de higos es (decir con su propia justicia), no podían cubrir su desnudez (es decir su culpa). Por causa de la gravedad de la caída del primer hombre, algunos animales inocentes debieron dar su vida y derramar su sangre, a fin de que Dios pudiese cubrir su desnudez con túnicas de piel como símbolo de la simiente que debía aplastar la cabeza de la serpiente. Solamente "el Cordero sin defecto ni mancha" podía expiar el pecado con su sangre y abrir nuevamente los ojos a los hombres. Jesucristo tenía que dar su vida en el madero de maldición para reconciliarnos y conducirnos "de las tinieblas a la Luz" y a la Comunión con Dios (Gén. 4: 3-7, 15, 21; 1 Ped. 1: 19; 2 Co: 5:18-19,21).

Por eso Abel sacrificó, siendo consciente de su culpabilidad ante Dios, las primicias de su rebaño. Caín empero en su propia justicia y consciente de su habilidad, sacrificó de los frutos del campo es decir del resultado de su trabajo (Gn. 4: 3-5).

Por la incredulidad hacia Dios y Su Palabra el hombre se desligó del Dios verdadero y vivo (por eso es "ateo" e "idólatra") y llegó a tener fe en un dios falso y mentiroso: Satanás. Así la incredulidad cambia la fe en Dios por una fe negativa: la fe en los ídolos.

Toda incredulidad hacia la Palabra de Dios lanza al hombre hacia la idolatría y cualquier forma de superstición, poniéndolo de ese modo bajo la dependencia, conscientemente o no, de Satanás, que "ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad porque es mentiroso y padre de la mentira" (Jn. 8: 44).

El hecho de "haber comido del árbol de la ciencia del bien y del mal" y de haber desobedecido la Palabra de Dios (Gn. 2:17), es por lo tanto sólo la consecuencia del cambio espiritual interno. Es decir, de haber puesto en duda la Palabra de Dios, prestando fe el al engaño de Satanás.

La verdadera fe en Dios conduce a la completa obediencia a Su Palabra. La incredulidad, por otra parte, y la fe en la mentira conducen al hombre a desobedecer a Dios y a Su Palabra arrastrándolo a la dependencia y esclavitud del príncipe de este mundo y a toda clase de ataduras del espíritu, del alma y del cuerpo, para terminar en la muerte espiritual y corporal.

Dios quiere que confiemos en El y en la Palabra de Verdad, practicando simplemente la obediencia por la fe en el Cordero. Así llegaremos al estado de "un varón perfecto, y a la medida de la estatura y plenitud de Cristo" (Ef. 4:13), para ser identificados con su perfección y plenitud y ser transformados a Su imagen. Por desgracia muchos cristianos prefieren creer en la mentira que Satanás antiguamente susurró a Eva: "Vuestros ojos se abrirán y seréis como Dios"; comen gustosamente del árbol de la ciencia y así esperan llegar a la semejanza divina por el camino del conocimiento, de la razón y de los sentidos, pero esto es un camino falso.

Cuando se abandona la fe pura (como la de un niño) en Dios confiando en los propios sentidos, se termina en la adoración del Dios invisible bajo formas visibles y simbólicas. Por eso tienen todos los pueblos la tendencia hacia el culto de imágenes e ídolos. Hasta el pueblo de Dios recayó en la Antigua Alianza después de una liberación milagrosa del cautiverio, en una idolatría tan vil eligiendo un becerro de oro para una adoración sensorial del Dios invisible, (Ex. 32:4; Neh. 9:18), y así rindieron "culto al ejército del cielo" (Hch. 7:38-42).

Dios prohíbe expresamente que se adore imágenes o cosas semejantes, porque esta adoración de los sentidos conduce inevitablemente a la idolatría y a toda clase de superstición y brujería (Ex. 20:4-5; Dt. 4:12-19; Is. 40:18-26; 2 R. 17:16-17; 21:3-6). Incluso la serpiente de bronce, ordenada por Dios como figura del pecado (que no tiene ninguna relación con el becerro de oro), nos muestra, cuán peligroso es el uso de tales símbolos, porque según 2 R. 18:4 el pueblo había empezado a adorarlo.

Toda clase de culto sensual donde se excitan los sentidos, así como toda adoración o reverencia a cualquier imagen (no vale el argumento de estar adorando bajo la imagen del Dios verdadero) también es peligroso hoy día. Dios quiere revelarse ante todo a través de Su Palabra escrita, y ser adorado en espíritu y verdad, por la fe y en obediencia (Jn. 4: 23-24; 6: 68-69; 7: 17). El verdadero nuevo nacimiento se produce únicamente como consecuencia de la fe pura como la de un niño en la indestructible Palabra de Dios, sin ninguna mezcla con los sentidos (1 P. 1: 23; Stg. 1: 18).

En 1 Samuel 15: 23 el Señor pone la desobediencia hacia Su Palabra en el mismo nivel del pecado de la idolatría (o también adivinación o magia). Cualquiera que rechaza la Palabra de Dios será también rechazado por El (Os. 4: 6).

La resistencia obstinada a Dios, a Su voluntad y Sus consejos, toda tendencia a forzar la suerte y las curaciones, toda tentativa de investigar el futuro fuera de la Palabra de Dios, son igualmente pecados de hechicería.

La incredulidad y la desobediencia hacia Dios y Su Palabra es por lo tanto el gran pecado, del cual se derivan todos los otros.

Cualquiera que abre su corazón a la mentira de Satanás y a las enseñanzas de los demonios (1Ti. 4: 1-2), cae bajo su dominio. Porque "quien comete pecado, esclavo es del pecado" (Jn 8: 34; Ro. 6:16). Por esto el Consolador, el Espíritu Santo, quiere ante todo convencer al mundo del pecado de incredulidad, es decir, del pecado de no querer creer en el Hijo de Dios (Jn. 12:48; 16:8- 9).

La incredulidad y la desobediencia hacia la Palabra de Dios abre el corazón del hombre a todos los espíritus del engaño y a todas las potencias del mundo invisible (Ef. 6:12); conduce inconscientemente al hombre a la idolatría, a la superstición y a una dependencia cada vez más profunda de estas potencias de oscuridad, como lo prueban, entre otros, los ejemplos espantosos de Saúl (1 S. 15:23; 16:14-15; 28: 5-20) y de Acab y sus profetas (1 R. 22:20-23).

 

B) Desarrollo y Difusión de la Idolatría

La idolatría, la superstición y la brujería se encuentran por todas partes donde los hombres no buscan la ayuda y el refugio en el Dios vivo, sino más bien en dioses elegidos por ellos mismos. Ponen su confianza en otros y no en el Unico Creador viviente y en Su Palabra eterna: ponen su confianza en la sabiduría y razón humana, su propia capacidad y piedad. Dios dice: "Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová" (Jer. 17:5). La confianza puesta en el hombre y la criatura, aleja de Dios el Creador y conduce a la idolatría.

La fe "en sí mismo", en la capacidad de sus "propias" obras o méritos provocó la envidia en Caín haciéndolo odiar a Abel, pues Dios no miró favorablemente el sacrificio de las "propias obras", que a sus ojos son "obras malvadas" (1 Jn. 3:12). El mismo engaño de creer en las propias capacidades produce en la humanidad los "héroes" y los "hombres potentes" (Gn. 6:4), conduciéndolos como descendientes de Caín, a un alejamiento de Dios. Buscaron la ayuda en ellos mismos, se protegieron con sus propias habilidades, con toda clase de artes, por ejemplo la producción de armas, de instrumentos musicales, y se construyeron ciudades como "Enoc" (Gn. 4:17-24), "Babel" y "Nínive" (del potente Nimrod) y finalmente la "Torre de Babel", que fue el comienzo de toda idolatría y hechicería (Gn. 10: 10-11; Nah. 3: 4; Is. 47).

La superstición y la brujería son idolatrías groseras y forman el baluarte de toda incredulidad. Por eso son una abominación ante Dios.

De aquí se comprende por qué Dios dio orden a Abraham de dejar la ciudad de la idolatría y su patria (Gn. 12: 1-4) y a Jacob, de separarse de todos los ídolos (Gn. 35: 2-3); a Faraón le endureció el corazón (Ex. 7: 10-13; 8: 15; 9:12). De esto, también proviene la obstinación del pueblo elegido en Egipto, en el desierto y en la tierra prometida (Ez. 20: 2-44; Hch. 7: 37- 51) no obstante la evidencia de las órdenes del Señor (Ex. 20: 3- 7; Lv. 19: 31; 20: 6-8; Dt. 4: 15-24; 7: 16-26; 11: 26-28; 12: 29-31; 17: 2-7; 18: 9-15).

@INT10.6 = La superstición, también bajo sus formas aparentemente "inofensivas", sea que venga prácticada en serio o por broma, consciente o inconscientemente, pone al hombre, sugestivamente bajo una influencia diabólica que lo dirige en la vida cotidiana, tanto en sus acciones como en sus pensamientos. Estas prácticas producen inevitablemente efectos en las profundidades del alma. Según el género de superstición y del pecado de brujería, entra más o menos en un estado de constricción psíquica y en una atadura de espíritu, en un "compromiso con Satanás", tal como confirman las experiencias. Conscientemente o no, entra en una relación de obligación o de contrato con Satanás, cayendo bajo la potencia de fuerzas espirituales diabólicas y erróneas.

En realidad, como el hombre mediante la fe en la Palabra de Dios, entra por el Espíritu en una comunión con Dios, más estrecha e íntima; así mediante los pecados de superstición y de brujerías, el hombre entra en una relación más particular y contractual con Satanás, en una total dependencia, una comunión de espíritu con las potencias de las tinieblas (Lv. 17: 7; 1Co. 10: 20; Dt. 32: 15-17). De aquí se deducen las definiciones bíblicas: adulterio espiritual, prostitución, impureza, espíritu de libertinaje, espíritu de deshonestidad (Is. 1: 21; 57: 3-5; Jer. 3: 1-10; 2: 20-28; 23: 13-14; Ez. 16: 15-52; 23: 1-49; Os. 2: 4-22).

"Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar" (Os. 4: 12). "Y sucedió" que por juzgar ella (Israel) cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño" (Jer. 3: 9).

El Señor pone al hombre en guardia contra los riesgos de poner la propia confianza en otros que en El, y de buscar ayuda y consejo de otras potencias, que por ejemplo están detrás de la varita mágica y otros medios, porque esto constituye una "infidelidad" a El que es el "esposo" y la verdadera "ayuda". La Escritura define este acto como "prostitución" hacia otros "hombres y amantes" (Is. 54: 4-5; 62: 4-5; Ez. 16: 15-18; Os. 2: 7-18).

El hombre traiciona a su verdadero "esposo" y con esta prostitución del espíritu, del alma y del cuerpo se une así al príncipe de este mundo. De este modo, se abandona, por lo general inconscientemente a las potencias de las tinieblas, de donde provienen el entredicho, las obsesiones y las "posesiones". La prostitución espiritual conduce inevitablemente a la prostitución corporal y viceversa (Ex. 34: 15-16; Nm. 25: 1-5; 31: 16-17; Dt. 7: 3-5; 17: 17; Neh. 13: 26-27; Os. 2: 4-15; 9: 10; 1 R. 11: 1-6; 1 Co. 6: 15-20; 10: 8, 20-21).

El Señor no sólo considera como una "abominación", los actos de idolatría, de superstición y de brujería, sino también a la persona que practica estas cosas; como si fuera todo uno, con Satanás (Dt. 18: 12). Por tanto cada pecado de "abominación" y de idolatría equivale a la peor enemistad contra Dios. Estos pecados no sólo son de origen pagano, sino especialmente demoníaco; sirven para alejar al pueblo de "Dios y a las naciones cada vez más de Dios. ¡Y cuán grave son las amenazas de castigo respecto a esto!

 

C) Castigos anunciados por Dios contra los pecados de abominación

Porque los "pecados de abominación" son infracciones específicas al primer mandamiento y con esto una ofensa a la persona y a la santidad de Dios, y en un cierto sentido, una provocación y un insulto a la majestad de Dios (por la comunión con otros dioses), éstos son generalmente castigados severamente hasta la tercera y cuarta generación (Ex. 20: 3-5).

1. Castigos especiales: exterminio (desarraigo), lapidación)*, enfermedades y maldiciones de toda clase tanto para el individuo como para el pueblo del pacto (Dt. 4: 25-26; 13: 1-12; 17: 2-7; 28: 15-68; 29: 15-27; 32: 15-26; Ex. 22: 18-20; Lv. 20: 6,27). "Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la Palabra de Jehová la cual no guardó y porque consultó a una adivina y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató" (1 Cr. 10: 13-14).

Los castigos valen tanto para los adivinos y astrólogos, como para aquellos que los consultan, poniéndose de este modo bajo la potencia demoníaca que se encuentra en éstos. Por otra parte el castigo de exterminio anunciado por Dios contra los pecados de idolatría y las abominaciones, no solamente es para aquellos "que llevan sus ídolos en el corazón" sino también para "el profeta que se deja seducir pronunciando una palabra". Estos "llevarán así la pena de su iniquidad; la pena del profeta será como la pena de aquél que lo consulta" (Ez. 14: 3-11). - ¡Qué advertencia para los siervos de Dios!

2. Diversos juicios y castigos: Guerras, saqueos a las ciudades y a los campos, cautividades, dispersión entre los pueblos paganos, grandes tribulaciones, hambre, pestilencias, epidemias, (vea Dt. 29: 16-28; 2R. 21: 1-15; 24: 3; Ez. 5: 5-17; 6: 1-14; 7: 1-22; 8: 6-18; Jer. 7: 8-34; 9: 11-16; 13: 27; 15: 3-7; 16: 10-13; 19: 3-15; 22: 8-9; 44: 2-14; Os. 9: 1-9; Ez. 20: 23-38; 23: 22-49; Mi. 1: 2-9; 5: 9-14; Mal. 3: 5; Is. 47: 9-14).

Quien persevera en los pecados de abominación condenados ante Dios o los tolera en la propia familia, en su alrededor, sin reprobarlos, contribuye a agravar y preparar el castigo de Dios (guerra, hambre, etc. Ez. 3:18).

 

IV. Características Especiales de los Pecados de Abominación

1. Ignorancia total y ceguedad de la mayoría de los hombres (incluso de muchos cristianos) referente a los pecados más graves y más peligrosos delante de los ojos de Dios. Gran ignorancia en los predicadores del Evangelio, en cuanto a la potencia y la astucia de Satanás y en las espantosas consecuencias de estos pecados. La ignorancia no disminuye el estado de culpa y el castigo (Lv. 4: 2-30; Nm. 15: 22-29; Os. 4:6).

2. Errores en la opinión general con respecto a la simulada inocencia de los pecados de superstición y brujería, que se comenten por divertimiento o por broma: "sin darle importancia" han "hecho lo mismo que otras personas". Por costumbre han "repetido" las palabras a otros "sin todavía creerlas". Sobre toda clase de signos expresan automáticamente: "se dice que este signo significa esto o aquellos" sin darse cuenta que con esto están ya comprometidos.

El hombre natural no puede reconocer la influencia fatal de la idolatría. Coloca en lugar del Dios Todopoderoso, un signo, un objeto o a un ser humano (signos de suerte o desgracia, amuletos, adivinos, encantadores, etc.), esperando de ellos ayuda y suerte o para conocer el futuro. No ve el gran peligro al jugar con los poderes de las tinieblas. Innumerables experiencias de obreros de Dios prueban cómo todos aquellos que han hecho estas cosas incluso por simple diversión o broma, han caído en los lazos de Satanás y han sido arrastrados en el engaño de su astucia.

3. El pretendido "ridículo" del pecado de superstición": Nadie quiere ser considerado "supersticioso" y aparecer ante los demás "medieval", o "retrasado", "inculto" e "ignorante". Como tampoco por orgullo, quiere ser burlado; con irritación y con una sonrisa de superioridad desvían toda aclaración y todo aviso, estimándolos como "ridículo", como "insensato" o "sin importancia".

4. Ceguedad por medio de "éxito" o la "realización": "¡La cosa se produce realmente!" Del mismo modo como la fe en Dios, sólo se basa en Su Palabra, así la incredulidad se enlaza con Satanás. La superstición y la brujería se refieren así casi siempre a signos externos, a ciertos objetos, a ciertos días, números y épocas, a ciertos hombres o animales, a actos misteriosos, a doctrinas y remedios especiales. ¡Satanás también es muy potente! En efecto, él puede accionar a través de toda clase de fuerzas engañosas, producir grandes signos y milagros, con toda clase de seducciones que conducen a la injusticia (Mt. 24:24; 2 Ts. 2:9; Ap. 13: 11-14; Ex. 7: 11-12, 20,22; 8:2-3; Dt. 13:2-4). Con su potencia y su astucia Satanás puede embrujar aldeas y ciudades enteras, y también territorios completos, a países y naciones (Hch. 8: 9-11; Dt. 9:4; 18:12-14; Jer. 44: 4-5; Ez. 20:32).

Por medio del espíritu de predicción o adivinación y espíritu que se manifiesta en el espiritismo (diálogo con los muertos), el príncipe de este mundo puede exponer muchas cosas referentes al pasado y al futuro. Estas cosas son reales y cuando se cree en ellas, se producen. Proporcionan a sus cómplices un lucro considerable, poniendo así a un gran número de hombres en una terrible subyugación (Hch. 16:16-22) por haber buscado consejos y ayuda en estas cosas.

Por medio de la adivinación, los signos y los milagros, que Satanás realiza, consigue seducir a innumerables personas a la idolatría y la superstición, que son las armas más eficaces contra la fe viviente (Hch. 13:7- 8; 7:11,22).

5. Pecados de abominación cometidos bajo la apariencia de una pretendida "Ciencia moderna": El deseo satánico que tiene el hombre de "ser algo" de "saber hacer alguna cosa", de parecer "culto", y "sabio" conduce a la generación actual, llamada "conscientizada", en la vasta y densa red de los llamados pecados de abominación "científicos".

Hay que lamentarse por el hecho de que poquísimos doctores y predicadores del Evangelio se esfuerzan durante su ministerio o como consejeros espirituales de las almas, en examinar a fondo todos los medios llamados "científicos", con investigaciones verdaderamente científicas o a la luz de la Sagrada Escritura.

Sin consultar al Señor, los enfermos, que creen fácilmente, concurren a aquellos que practican el "diagnóstico de iris" para dejarse decir, mediante el examen de los ojos, cuál es su mal. No examinan si se trata realmente de un método científico, o si se emplea más bien medios espiritistas. Está comprobado científicamente que se trata aquí de una especie de clarividencia siendo un "don" otorgado por potencias ocultas. Los oculistas especializados lo reprobaron porque no pudieron encontrar ninguna explicación científica. Durante el asesoramiento espiritual se ha observado vez tras vez que el diagnóstico del iris es ejecutado bajo influencias demoníacas (vea también el comentario en la Segunda Parte).

Sin advertir el peligro muchas personas, tal vez aconsejadas incluso por "siervos de Dios", se han puesto en contacto con ciertos homeópatas u otras personas que tienen un "don" o "capacidad de poder ayudar", los cuales usan el péndulo, la radiestesia (arte de percibir las radiaciones) o varita de rabdomancia (adivinación a través de una varita mágica) pretendiendo así poder identificar las enfermedades, como también los remedios, y asimismo se encuentran objetos perdidos o escondidos, sólo con un mapa geográfico. Porque se les dice que se ha comprobado científicamente que el movimiento del péndulo y la oscilación de la varita son causados por irradiaciones.

Científicos serios de todos los paises, después de diligentes y repetidas investigaciones, nos ponen en guardia contra semejantes prácticas, y los verdaderos siervos de Dios reprobamos con profundo dolor la funesta influencia en las almas por la aplicación de "remedios" diabólicos.

El Lic. Henri Devaux, miembro del Instituto Francés previene en un artículo a todos los creyentes contra la "radiestesia": "Los cristianos deben tomar precaución del peligro moral y espiritual aportado por esta ciencia falsa, llamada radiestesia. Esta nueva forma de solucionar el problema del conocimiento, presentado antiguamente en el Edén, es un medio falso y astuto para seducir la mente humana en la búsqueda de la verdad a través de las vías abreviadas y menos difíciles: evitando la ciencia auténtica y la revelación divina. Con los medios infantiles de varillas o de péndulos, ésta despierta en nosotros el deseo de querer conocer en nosotros mismos, aquello que nos es oculto. La radiestesia, bajo una apariencia inofensiva, es afín el espiritismo y a toda su pretendida revelación" (compare también con los comentarios de la Segunda Parte).

Millares de enfermos confían sin reflexionar, en hipnotizadores, magnetizadores, curanderos, telepáticos y en el "psicoanálisis", o en el "método Coué" (autosugestión); pensando que se trata de un asunto científico, se someten así a la influencia de potencias de las tinieblas, que les atan el alma y el espíritu.

Cuántas personas, confiadas, enceguecidas y seducidas por un simple anuncio en el periódico, se dejan decir el horóscopo por los "astrólogos" para conocer su propio carácter y saber su futuro particular. Estos no saben que la astrología no es un estudio científico y objetivo de las constelaciones, como sería la astronomía; sino que es una ciencia "oculta", una interpretación en cuanto a la posición y a la dirección de las estrellas y particularmente de los signos del zodíaco, transmitida de la antigüedad pagana. Esta "ciencia" pretende investigar el destino del hombre con lo cual el alma se pone bajo el engaño, con un espíritu de adivinación y de encantamiento y por consecuencia bajo el terrible juicio de Dios (Is. 47:12-15; Dt. 4:19).

6. Los pecados de abominación realizados bajo la capa de "religión" y de "piedad cristiana": Con el recitar versículos bíblicos o de determinada fórmula de oraciones, en los cuales el nombre de Dios es usado falsamente (la invocación de los tres nombres supremos) o con la apariencia de caridad piadosa, numerosos enfermos son curados y caen así desprevenidamente bajo la subyugación de Satanás, el cual se transforma en "ángel de luz" para hacer milagros (Dt. 13:2-4; Mt. 7:22-23; 2 Co. 11:14). Por medio de los libros de magia con títulos religiosos, teniendo un contenido de aparente piedad, muchas almas sin darse cuenta son arrastradas a la idolatría y se colocan así bajo la influencia de las potencias de las tinieblas.

 

V. Motivos Generales para cometer los Pecados de Abominación

1. El anhelo de ser felices, de poseer el bienestar físico o material. O también el placer en las "bromas", las "diversiones" y los pasatiempos. Se entra en un estado de inconsciencia y de culpable negligencia practicando tales cosas "sin tener fe en ellas" como se dice. Se trata de conservar a toda costa la felicidad y la salud, y de curar enfermedades, incluso con el riesgo de perder el alma, la salvación y la vida eterna.

2. El temor a las desgracias y a la enfermedad, es la consecuencia de una falta de confianza en el Dios Omnipotente. Esta falta de seguridad se ve en el empleo de toda clase de medios de protección y de defensa contra las desgracias y las enfermedades.

3. El espíritu de imitación del hombre natural que consiste en el "copiar" lo que "se hace" o lo que "se dice". A esta disposición natural está ligado el poder de la tradición, expresándose en los usos y las costumbres de los antepasados, las "creencias populares" y los "proverbios campesinos".

4. La curiosidad de conocer nuestro propio "futuro" y el firme propósito de dominar el "destino" con las propias fuerzas. A esto está ligada la tendencia de resolver los problemas de la vida sin buscar el consejo de Dios; por ejemplo se buscan cosas escondidas, que no pueden ser percibidas por los sentidos.

5. La voluntad de conseguir el estado de salvación eterna mediante las propias obras o por medios mágicos, sin manifestar un sincero arrepentimiento, sin la fe viva en la obra expiatoria de Jesucristo por medio de la Cruz. De aquí se comprende que tengan tanto éxito las doctrinas erróneas, tales como la antroposofía, la teosofía, la "ciencia cristiana", etc.

El Espíritu dice claramente que en los tiempos futuros algunos apostatarán de la fe, dando riendas sueltas a espíritus seductores y a doctrinas de demonios y serán descarriados por la conducta hipócrita de los hombres que hablan mentira. "Porque muchos falsos profetas (o seductores) han salido al mundo", "que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne". Estos espíritus niegan abierta o escondidamente la existencia de Satanás y del pecado, como también niegan la necesidad de la expiación de los pecados y del perdón de los mismos por medio de Jesucristo, y la condenación eterna de los pecadores (1 Ti. 4:1; 1 Jn. 4:1-3; 2 Jn. 7-11).

6. La causa externa para cometer los pecados de abominación se encuentra especialmente en las innumerables ocasiones de contacto con gente supersticiosa y en la vasta propaganda del ocultismo, que hace una gran publicidad de sus remedios maravillosos, trabajando sin descansar por medio de prospectos y libros y de hombres seducidos y cegados por Satanás, para difundir el veneno de la superstición y de la hechicería.

 

VI. Las Consecuencias de los Pecados de Abominación


A. Consecuencias generales; la ceguedad del pueblo de Dios bajo el antiguo y el nuevo pacto:

La incredulidad hacia la Palabra de Dios y el creer en los engaños de Satanás (Jn. 8:44) arrastran al pueblo de Dios a la idolatría, la superstición y la brujería y por este camino, hacia un estado de una dependencia siempre más profunda al "dios de este siglo" (2 Co. 4:4).

Los pecados de abominación conducen pues, a una clara negación del verdadero Dios y de su Hijo encarnado. En el Antiguo Pacto llevaron a la crucifixión del Hijo de Dios; en el tiempo del Nuevo Pacto llevarán a una lucha abierta bajo la dirección del Anticristo venidero. También por eso había en el tiempo en que Jesús vivía sobre la tierra, muchos "endemoniados" entre el pueblo de Dios, pueblo de renegados y de rebeldes, la "raza adúltera" (Mc. 1:34; 8:34; 8:38; Mt. 12:39; Is. 57:3; Jer. 3:9; Ez. 23:37, 43; Os. 4:12), la denominación del templo como cueva de ladrones (Jer. 7:8-11; Mt. 21:13), la obstinación y la rebelión del pueblo y su resistencia al Espíritu Santo (Hch 7:37-53; Ex. 32: 4,9; Is. 63:10), el terrible juicio que golpeó al pueblo hebreo y los avisos hechos por los Apóstoles contra la idolatría (Hch. 15:20; 1 Jn. 5:21; 1 P 4:3; 1 Co. 5:10-13; 6:9; 10:7-10; 12:2; 2 Co. 6:14-18; Ef. 5:5; Gál. 5:19-21), finalmente la persistente advertencia del Señor glorificado (Ap. 21:8, 22:15, 16).

De allí también el estado de ceguedad de la cristiandad actual; ésta se ha dejado seducir por grandes errores, por signos y prodigios que brotan de las potencias de las tinieblas bajo la apariencia de ciencia o cristianismo (2 Co. 4:3-4; 2 Ts. 2:8-12; 2 Co. 11:13-15; Mt. 24:24; Ap. 13:13-18).

La meta de Satanás (seducir al mundo y dominarlo finalmente por el Anticristo) se manifiesta siempre más claramente y entre todos los pueblos con el progresivo aumento de los pecados de superstición y de hechicería. Estos pecados se difunden manifestándose bajo formas groseras o refinadas, bajo apariencias profanas o religiosas, revistiendo costumbres antiguas o modernas con la ciencia oculta o cristiana, mediante milagros, prodigios y con enseñanzas y doctrinas de demonios, por medio de falsos doctores, falsos profetas y presuntos "ministros de justicia" - siervos de Satanás revestidos como "ángeles de luz" - (2 Co. 11:13-15).

Todas las clases de idolatría (sean groseras o refinadas) tuvieron serias consecuencias en el testimonio de los profetas y de los escribas, tanto bajo el Antiguo Pacto como en el Nuevo Pacto. Esta prostitución espiritual los desviaba de Dios y de Su Palabra. Fueron seducidos a añadir o a quitar lo que les parecía, no obstante de prohibiciones explícitas (Dt. 4: 1-2) y también profetizaron falsamente de modo que el pueblo se alejara del Dios vivo y Su Palabra. Por causa de su idolatría y de su desobediencia a la Palabra de Dios, el Señor les mandó un espíritu de mentira, de tal modo que ellos rechazaron la Ley y la desvirtuaron, y profetizaron por medio de Baal, por dinero, dominando así al pueblo, seduciéndolo con sus mentiras e interpretaron sueños falsos. (1 R. 22:23; Jer. 2:7-8; 5:7; 13:19; 6:10; 13-19; 23:30-36; Mi. 3:5-7). Consolaron al pueblo en la desgracia anunciando una paz falsa y se negaron a revelar cuáles fueron las causas verdaderas de esta desgracia; predicaban "visiones falsas, vanas predicciones y el engaño de su corazón" reforzando el mal a fin de que ninguno se convirtiera (Jer. 8:8-12; 14:14-15; 23:11-16, 21-29). Ellos seguían sus propios pensamientos cautivando y consolando las almas difundiendo la hipocresía en todo el país, pretendiendo que los sacerdotes no podían errar en lo referente a la Ley, y los profetas no podían enseñar otra cosa que la verdad (Ex. 13:3-10; 18-23; Jer. 18:18).

"Necio es el profeta, insensato es el varón de espíritu a causa de la multitud de tu maldad", "llegaron hasta lo más bajo en su corrupción", "espíritu de fornicaciones lo hizo errar y lo dejaron a Su Dios para fornicar" (Os. 9:7-10; 4:12-13; Jer. 50:6).

También Salomón fue seducido por medio del espíritu de idolatría de sus mujeres paganas, a construir lugares altos para la abominación de sus pueblos en donde incensaban y sacrificaban a sus dioses. Esto dio por resultado la división del reino y la decadencia cada vez más profunda de sus sucesores, pacificaban las abominaciones de los pueblos paganos como: magia, predicción, augurios, etc. (1 R. 11:2-8; 12:33; 14:22-24; 2R. 21:2-6).

Cuando Dios concedía un arrepentimiento y un despertar, los hombres que El empleaba para este objetivo, lo primero que hacían era hacer desaparecer toda idolatría: así el rey Josías, que destituyó los sacerdotes idólatras, destruyó los Lugares Altos... hizo demoler los altares... igualmente hizo desaparecer a aquellos que invocaban los espíritus y aquellos que predecían el futuro, las divinidades familiares, los ídolos y todas las abominaciones... les impuso a todos aquellos que se encontraban en Israel, servir a Jehová, su Dios" (2 R. 23: 4-16, 24; 2 Cro. 34:31, 33).

También bajo el Nuevo Pacto, la prostitución espiritual condujo a los llamados pueblos cristianos, a una creciente decadencia de la verdadera fe. Los espíritus de falsa profecía de un "Balaán" o de una "Jezabel", que ya bajo el Antiguo Pacto habían conducido a los reyes y al pueblo entero a la idolatría y a la prostitución (Núm. 31:16; 1 R. 21:25-26), siguieron actuando desde el comienzo de la era cristiana. Por esta razón, Jesucristo y los Apóstoles advirtieron de modo especial a los creyentes referente a este aspecto (Mt. 24:5, 11, 24; Ap. 2:14, 20; 21:8; 22:15; 2 P. 2:12-20; Jud. 10-19; 1 Jn 5:21, etc). Un signo característico de los tiempos en que nosotros vivimos (últimos tiempos de la época de la Gracia) es el hecho que la profunda decadencia espiritual se produce particularmente bajo un manto de piedad, de tal manera que "seduciría si fuese posible, incluso a los elegidos". Y habrá "falsos apóstoles, obreros fraudulentos que se disfrazan como apóstoles de Cristo" que quieren seducir a muchos cristianos "por medio de filosofía y huecas sutilezas", "con palabras fingidas". Estos "espíritus seductores" y "doctrinas de demonios" pronuncian mentiras a través de la "hipocresía de los hombres", "no respetando la Palabra de Dios que salva", criticándola, desvirtuándola, negando la inspiración integral, la dividen en lugar de "comunicarla fielmente" y en fin, la mezclan con doctrinas humanas y con filosofías y frecuentemente terminan por sustituirla (2 Co. 11:13; Ef. 4:14; 1 Ti. 4:1-4; 2 P. 2:1-3; 2 Ti. 3:13; Col. 2:8).

La obra maestra de Satanás y de las potencias de las tinieblas consiste en engañar y cegar a los hombres, a fin de que estos no crean los peligros de la seducción del mundo a través de poderes demoníacos. Esta seducción es una prueba y un juicio de Dios para los que se pierden porque han rechazado el amor verdadero por el cual ellos podrían ser salvos. "Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad sino que se complacieron en la injusticia". (1R. 22:19-24; 2 Ts. 2:8-12; Mt. 24:24).

La subyugación debida a los pecados de abominación, lleva al hombre a la rebelión progresiva contra Dios y Su Palabra, tanto en el individuo como en los pueblos; a la imposibilidad de creer en el Dios viviente, en la inspiración divina de la Sagrada Escritura, y del mismo modo le conduce a la ceguera del espíritu y a la tibieza (Ap. 3:15-16); a la injusticia y a la falta de caridad, a la dureza de corazón y a la obsesión como también a toda clase de enfermedades y sufrimientos.

Allí donde los pecados de idolatría han sido cometidos - consciente o inconscientemente - y no han estado puestos a la luz en el momento de la conversión, para ser purificados por la sangre de Jesucristo, el diablo conserva sus derechos en la vida de tales creyentes acusándolos delante de Dios (Ap. 12:10). El puede igualmente impedirles tener una absoluta certeza de su salvación, haciéndoles dudar de la Palabra de Dios o frenándoles fácilmente en la vida de victoria, y en el desarrollo normal hasta la estatura perfecta de Cristo. Muchos cristianos quedan encadenados a la idolatría y a muchos otros pecados y no ven la causa que les impide su crecimiento espiritual.

Por eso existen también tantas desviaciones espirituales, desequilibrios y sentimentalismos sin fundamentos bíblicos, especialmente cuando almas ligadas todavía en la superstición y brujería anhelan los dones del Espíritu Santo. Entonces estos poderes de las tinieblas siendo todavía negados, pueden seducir y cegar fácilmente a las almas, porque las mismas no se aferran, de manera firme a la fe pura y como un niño a las promesas de la Palabra de Dios.

Bajo el Antiguo Pacto, cada hombre o mujer que quebrantaba, incluso por equivocación o por ignorancia, cualquiera de los mandamientos de Dios, era culpable delante de El y debía, ni bien el pecado le fuera descubierto o señalado, ofrecer un sacrificio para expiación (Lv. 4:2, 13, 22, 27; Nm. 15:22-29). También bajo el Nuevo Pacto, es necesario que cada alma sea iluminada por la Palabra acerca de sus propios pecados, que ella los confiese, a fin de ser purificada por la sangre de Jesús, de toda iniquidad (1 Jn. 1:9).

Por eso es indispensable la absoluta obediencia a la primera y más importante parte de la comisión de Jesús: "¡Arrepentíos!" Es necesario abrir los ojos a las personas sea antes o después de su conversión, para hacerles conocer la naturaleza de las "tinieblas y de la potencia de Satanás" y sobre la caída de Adán y Eva para obtener con esto un "arrepentimiento" verdadero, es decir lograr un nuevo concepto del pecado, y de la Palabra de Dios. Solamente así el hombre recibe el "perdón de los pecados" y una salvación completa de modo que Satanás no pueda acusar más a los hermanos (Ap. 12:10).


B. Consecuencias especiales y síntomas que acompañan a los pecados de abominación

Las consecuencias de los pecados de abominación se manifiestan según su naturaleza y su cantidad, variando según sus diversas formas y grados, aislados o unidos, con influencias del demonio más o menos graves.


1. Consecuencias en el campo espiritual

La incredulidad tenaz, es decir la "imposibilidad de creer", apatía y resistencia a la Palabra de Dios. Insensibilidad y embrutecimiento del espíritu humano contra el Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Indiferencia en cuanto a la salvación del alma y del Reino de Dios. Endurecimiento en lo referente a Dios y sus juicios, a pesar de las serias exhortaciones. Obstáculos para un avivamiento y conversión porque un entredicho puede caer en territorios enteros. Medias o falsas conversiones, sin certeza absoluta de salvación y de verdadera paz. Dudas incesantes (también después de la conversión) sobre la veracidad de las promesas divinas y el poder de la salvación mediante la sangre de Cristo. Espíritu de sueño, especialmente al leer o escuchar la Palabra de Dios (Is. 29:10). Orgullo espiritual: propia justicia; "locura religiosa".


2. Consecuencias en el campo del alma

Temperamento implacable, marcada obstinación, testarudez; debilidad, es decir, esclavitud de la voluntad a una ajena, afectividad morbosa hacia las personas, huelga de hambre, espíritu de venganza, espíritu de calumnia, espíritu de chismería, arrebato de cólera, espíritu de continua discusión entre casados y en el seno de la familia, avaricia, cleptomanía (tendencia al robo), espíritu de fraude y de deshonestidad, pensamientos de blasfemia, histerismo, pasiones vulgares, glotonería, alcoholismo, impureza, prostitución, impureza hacia los animales, melancolías, depresión nerviosa, manía de persecución, desesperación, angustias y tormentos, tendencias a maldecir, agorafobia (sensación de angustia ante los espacios abiertos), pesadillas, espíritu lunático, sonambulismo, voces interiores, obsesiones y alucinaciones, imaginaciones miedosas, acciones forzadas, proyectos de suicidios, etc.


3. Consecuencias en el campo corporal

Graves desórdenes nerviosos, ataques cardíacos, convulsiones, baile de San Vito, síntomas de parálisis, desmayos anormales, estados de catalepsias, balbuceos, tartamudeo, mutismo (Mc. 9:17-29; Lc. 11:14-26; 13:10-17). Además nacimientos monstruosos, desgracias y muertes periódicas en la misma familia, ciertas cargas y enfermedades hereditarias, las cuales son inexplicables para los médicos. Finalmente "estados de obsesión" es decir toma de posesión de un cuerpo por "espíritus malignos" (Lc. 8:2 Hch. 19:11-16), por "espíritus inmundos" (Lc. 9:42, Mt. 10:1; Mc. 1:23; 5:8; 7:25), por espíritus "mudos y sordos" (Mc. 9:25), por "diablos y demonios" (Mt. 8:28-31; 9:33; 12:28; 15:22; 17:18; Mc. 1:34,39; 16:9; Lc. 4:33; 8:27; Hch. 10:38).


4. Consecuencias para la eternidad

Es imposible para aquellos llamados cristianos, que todavía están ligados a Satanás por causa de sus pecados de abominación, ver el cuerpo libertado y transformado en la venida del Señor y en consecuencia estos hombres están excluidos de la nueva tierra, de la "Jerusalén Celeste". Pues la muerte, el "último enemigo" no puede cancelar el entredicho ni romper las cadenas de la esclavitud espiritual con las potencias de las tinieblas. El pastor Blumhardt, conocido por sus luchas y experiencias en el campo de la superstición y de la brujería, declara al respecto: "La más triste consecuencia para el hombre que no confiesa su idolatría y no se arrepiente, viene después de la muerte, lo he experimentado con temblor en manera múltiple en las luchas que he sostenido, es decir: que la ligadura con la cual el hombre se ha amarrado a las potencias infernales no se rompe con la muerte, sino que seguirá, y según la complejidad de su ligadura, será obligado a entregar su voluntad, sirviendo al diablo, para atormentar a los vivos". Con la muerte las terribles consecuencias de los pecados de abominación aparecen con toda su gravedad a la luz de la eternidad, como Dios nos declara mediante Su Palabra infalible, en el Apocalipsis 21:8; 22:15: "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda".

 

VII. El Camino a la Completa Liberación

"Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8:36).


1. Tener bien en claro la identidad de los pecados de abominación y hacer un diligente examen de nosotros mismos, que esté basado en la Sagrada Escritura:

Por medio de la astucia de Satanás, los hombres están encandilados y abandonados en la ignorancia sobre los pecados de superstición y brujería que aparecen en todas partes bajo formas diversas. Todos estamos por esta causa más o menos propensos a engañarnos y a seducirnos, creyendo vanamente que ninguna idolatría o superstición existe en nuestra vida. Por esto aconsejamos leer tratados apropiados en los cuales figuran los pecados de abominación y aprovecharlos examinándonos sinceramente con oración delante de Dios y asegurándonos que no existan señales de estos pecados en la vida pasada.

Satanás trata de impedir por todos los medios que el recuerdo de estos pecados venga a la memoria porque quiere conservar sus derechos, pudiendo así continuar en secreto su influencia en los creyentes. Por desgracia innumerables personas - también entre los creyentes - afirman, tal vez con una sonrisa de superioridad, no haber cometido alguno de estos pecados, porque Satanás sabe cubrirlos con el velo del olvido. Solamente cuando se tiene el coraje de ponerse bajo la luz incorruptible de la verdad, les serán descubiertos registros enteros de pecados cometidos en este campo tan oscuro. Por eso aconsejamos leer la exposición de los pecados de abominación en la segunda parte de este libro.

Satanás en su gran astucia utiliza la ignorancia y la inexperiencia de muchos siervos de Dios, los cuales exhortan a no poner a la luz cada pecado de abominación, temiendo que ciertas almas influenciadas por el conocimiento de estos pecados, sean inducidas a cometerlos.

Las observaciones hechas a través de muchos años por todos los experimen tados hombre de Dios, prueban lo contrario. Cualquiera que ha estado iluminado verdaderamente a fondo sobre la naturaleza y las consecuencias punitivas de los pecados de abominación, no será jamás conducido a cometerlos, por haberlos sentido enumerar, al contrario, será inducido más bien a ser liberado y preservado de cometerlos por ignorancia.

Faltando los conocimientos necesarios en lo que se refiere a estos pecados, muchos creyentes incluso después de su conversión, se encuentran inconscientemente bajo diversas ligaduras, y en cierto modo se encuentran con obstáculos en el camino de la fe; lo confirman las experiencias y los testimonios de los hombres liberados, vez tras vez, en armonía. Los creyentes que son enteramente liberados, sintiéndose libres de toda forma de superstición y de magia pueden ser útiles a los otros poniéndolos en guardia contra las astucias del enemigo, conduciéndolos a la plena libertad de los hijos de Dios.

"Mi pueblo perece por falta de conocimiento" (Os. 4:6; Jer. 8:7; Job 36:12). "...Dios habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia (en la idolatría), ahora manda a todos los hombre, en todo lugar que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia" (Hch. 17:30-31).


2. Arrepentirse sinceramente, cambiando radicalmente de actitud hacia estos pecados.

Para ser liberados de estos pecados de abominación es necesario, puesto que son los más graves, considerarlos a la luz de la Palabra de Dios. Hay que reconocer que uno estaba antes, en la enemistad más grave contra Dios dando inconscientemente la mano al diablo y cayendo en su subyugación.

Dios espera de nosotros que nos alejemos definitivamente de la mentira de Satanás y alcancemos la eterna verdad de Su Palabra infalible. Para ello es imprescindible una conversión radical y bíblica "de las tinieblas a la luz", "de la potestad de Satanás a Dios", "de los ídolos al Dios vivo y verdadero" según leemos en Hechos 26:18 y 1 Tes. 1:9, humillándonos profundamente bajo Su Palabra, sinceramente arrepentidos.


3. Hacer una sincera confesión delante de Dios y de los hombres.

"...Confesará el pecado que cometió" (Nm. 5:7; 1 R. 8:47; Sal. 32:2-5; Lc. 15:17-21; Mc. 1:5; Stg. 5:16).

"El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Prov. 28:13).

"Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Jn. 1:8-9).

Para que Dios pueda perdonar y librar es necesario e importante que el pecador sea sincero con Dios, con los hombres y consigo mismo. "El provee de sana sabiduría a los rectos" (Prov. 2:7). "Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscan muchas perversiones" (Ec. 7:29). Dios perdona al hombre "en cuyo espíritu no hay engaños" (Sal. 32:2; 51:7-9). El rey Saúl confesó finalmente después de algunas excusas sus pecados, pero todavía buscó honor delante del pueblo y por eso no fue oído por Dios (1 Sam. 15:30).

Cada pecado es transgresión de la ley y por eso es en primer lugar pecado contra Dios y Su Palabra. El que todavía busca honor delante de los hombres así como Saúl, no será oído y no recibirá el perdón divino y verdadera liberación. Por eso son necesarios el arrepentimiento sincero y la confesión franca delante de Dios.

La misericordia de Dios dirige hacia el arrepentimiento (Rom. 2:4). El Espíritu de Dios convence del pecado de incredulidad y de desobediencia ante la Palabra de Dios (Jn. 16:8-9; Hech. 3:19).

Los pecados de abominación reconocidos como tales deben ser identificados y confesados delante de Dios; (incluso para los creyentes desde hace muchos años), en su totalidad y con sinceridad, es decir enumerándolos en alta voz uno por uno, nombrándolos por su propio nombre (tales como robo, inmoralidad sexual, homicidio, aborto, etc.).

Es aconsejable, especialmente cuando hay ataduras ocultas, la confesión en presencia de un consejero provisto de autoridad y de cierta experiencia en este campo y en especial con el don de discernimiento de espíritus. Pues muchas veces hay campos desconocidos los cuales Satanás quiere ocultar a toda costa. Por otro lado hay personas que aunque quieren ser liberadas de sus dificultades y ataduras, no están dispuestas a dedicar su vida entera al Señor.

El consejero debe ser un creyente espiritual, tiene que tener experiencia en el campo del ocultismo, estar bien fundado en la Palabra de Dios, para reconocer si se trata de un incrédulo o de un creyente verdadero, de una atadura o enfermedad espiritual, mental o corporal, para poder proceder de acuerdo al caso. El trato con personas poseídas debe ser diferente que el trato con aquéllas cuya voluntad solamente está influenciada por el príncipe de este mundo (Ef. 2:1-3).

Por eso es importante colocar durante cada entrevista las almas a través de oración y fe en la santa presencia de Dios. Durante la entrevista de la confesión de los pecados ellos deben ser colaboradores sinceros y testigos delante del mundo invisible, pues todo debe ser afirmado a través de dos o tres testigos. La meta de la entrevista debe ser que las almas asuman una posición clara de fe delante de Dios, que renuncien conscientemente a Satanás y a todos los poderes de las tinieblas y que se entreguen totalmente al Señor para servirle y testificar de Cristo delante de los hombres como testigos vivos.

Por eso es aconsejable una buena preparación que facilite al consejero el reconocimiento de los distintos pecados de abominación mostrados a través de la Palabra o por el Espíritu Santo, apuntándolos en una lista, cada uno individualmente para no olvidarse de ninguno. Se trata aquí de todos los pecados de abominación cometidos desde la juventud, conscientemente o no, en broma o en serio u obtenidos de los padres o parientes. Hay que evitar toda cavilación morbosa por pecados pasados. Por la obediencia de la fe en la palabra eterna el Espíritu Santo hará recordar todo y lo traerá a la luz para producir una purificación y santificación más profunda. Los creyentes que se aferran a la Palabra reconocerán la verdad que libra verdaderamente (Jn. 8:31-32).

Cada pecado tiene que ser reconocido y confesado delante del Dios santo como gran pecado contra Su persona y Su Palabra, así como David lo hizo delante de Dios: "Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos" (Sal. 51:4; 2 S. 12:13).

Los creyentes de Efeso confesaron públicamente "dando cuenta de sus hechos" y trajeron sus libros de magia y "los quemaron delante de todos" (Hch. 19:18-19). "Confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres" (Neh 9:2; Dn 9:5, 18, 20). Con la confesión franca ante los hombres las almas son inducidas al arrepentimiento más profundo y a una humillación más grande. Son así más fácilmente liberados del orgullo que siempre es un gran obstáculo para la verdadera fe en Jesucristo (Jn. 5:44; 1 P. 5:5; Stg. 4:6; Gál. 4:23-25).

Para los casos de posesión demoníaca el Señor dio autoridad a sus discípulos para echar los demonios y espíritus inmundos en Su nombre (Mt. 10:1; Mar. 6:7). Así El mismo lo hizo (Lc. 11:20). Retó a sus discípulos por su incredulidad, cuando no podían echar fuera al espíritu lunático. "...Este género no sale sino con oración y ayuno" (Mt. 17:14-20).

El Señor nombró los espíritus que expulso por sus nombres y en el caso del Gadareno hasta les preguntó cómo se llamaban (Lc. 8:30; Mc. 5:9). También es importante ordenar a los poderes que no vuelvan a entrar de nuevo en la persona liberada (Mc. 9:25). Pues existe el peligro, como el Señor enfatiza en Mt. 12:43-45, que el espíritu inmundo procure volver cuando la casa esté "barrida y adornada", pero todavía vacía, es decir cuando Cristo no hizo morada en el corazón. Algunos poseídos solamente quieren ser liberados para poder vivir mejor para sí mismos y no aceptan el señorío de Jesucristo en su vida. Hay cristianos que quieren hacer de este campo oculto una afición, una ocupación favorita, elevándose encima de otros queriendo libertarlos pero solo los atemorizan. Debieron esperar con humildad y oración todo del Señor en bien del oprimido.

La promesa de Mt. 18:18-19, concierne especialmente a los creyentes: "Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo. Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieran, les será hecho por mi Padre que está en los cielos" (compare Jn. 20:23 y Mt. 16:19).

Cuando Jesús testificó que expulsaba los demonios a través del Espíritu de Dios, enfatizó que nadie puede saquear la casa del fuerte sin antes atarlo (Mt. 12:29). Por eso es algo maravilloso cuando creyentes basándose en estas promesas, después de la confesión de los pecados de abominación atan a los poderes de las tinieblas en el nombre de Jesús y les ordenan irse al abismo para no molestar más al libertado (Cl.. 8:31; Mc. 9:25).

Este "poder" de "atar" o "desatar" no ha sido dado solamente a los discípulos o apóstoles de Jesús o a los predicadores y pastores, como un don espiritual particular, sino a cada miembro viviente del cuerpo de Cristo. Este poder es dado con Cristo como un derecho que corresponde al Sumo Sacerdote, quien "se sentó a la derecha de la Majestad en los cielos" (Lc. 10:17, 19-20; Mc. 16:17; Ef. 1:19-20; 2:5; 3:10; Fil. 2:9; Hch. 8:1).

El juicio contra toda potestad y autoridad de las tinieblas ha sido ejecutado en la cruz (Jn. 12:31; 16:11; Col. 1:13,16). Por esto cada cosa está sometida a Jesucristo, la Cabeza y también a los miembros de Su Cuer- po el cual es la Iglesia. "El reino y el dominio y la majes- tad de los reinos debajo de todo el cielo sea dado al pueblo de los Santos del Altísimo, cuyo reinado es eter- no, y todos los dominios le servirán y obedecerán" (Dn. 7:27; Heb. 2:5-9; Ef. 1:21-23; Fil 2:10; Col. 2:13-15; Rom. 16:20; 1 Juan 2:14; 4:4; 5:4,18; Apoc. 12:11).

"Regocíjense los santos por su gloria" y especialmente por el honor de tener "espada de dos filos en sus manos" que es la Palabra de Dios, "para aprisionar a los reyes con grillos" y "ejecutar en ellos el juicio decretado" (Sal. 149:5-9). Sin embargo, toda la honra y gloria han de llevarla sólo a Dios con corazón humilde. Por lo tanto "atar o desatar" no significa una oración sino la ejecución de una orden y el cumplimiento del poder otorgado por el Señor, especialmente contra todas las potencias que han sujetado las almas y los cuerpos con la superstición, la magia y el espiritismo.

Desde luego la persona que quiere ser liberada, antes tiene que ser convencida profundamente por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo de los pecados y después tiene que confesar francamente todos los pecados de abominación ante Dios y separarse de estos en el nombre de Jesús con una completa entrega a El; de otra manera sólo es un arrepentimiento verbal y una acción externa sin verdadera liberación interior.

Es muy importante como testimonio ante el mundo "invisible" que los pecados de abominación sean confesados por lo menos delante de un testigo ("para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra"). De tal modo el "acusador de los hermanos" será reducido al silencio delante de Dios y delante de la conciencia del liberado, y su corazón no será más atormentado por las dudas (Apoc. 12:10; Dt. 19:15; Mt. 18:16; Jn. 8:17; Zac. 3:1).

 

VIII. El Pecado y la Culpa

Puesto que Dios castiga el pecado contra los primeros mandamientos hasta la tercera y cuarta generación, Israel confesó públicamente tales pecados. Así ocurrió, por ejemplo en el avivamiento bajo Nehemías (Neh. 9:1-5). Pero muchos creyentes no reconocen la necesidad de tal confesión puesto que creen que todo "fue cumplido" en la cruz y ejecutada la salvación de todos los pecados por medio de la gracia y fe. Por eso es necesario ver en toda la Escritura cómo Dios considera el pecado y la culpa de los hombres y su salvación. 
El hombre siempre tiende a considerar el pecado y la culpa (los dos íntimamente ligados) según su opinión, sus conocimientos o según la tradición de su medio. La palabra dice: "El pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). "Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado". "Pero yo no conocí el pecado sino por la ley, porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: no codiciarás" (Rom. 3:20, 7:7). 
Una corte humana juzga al ciudadano culpable según la ley de su país. De la misma manera Dios declara al hombre culpable y le castiga según Su palabra, en la que expresa Su santa voluntad y donde da sus mandamientos. Por lo tanto el pecado es cualquier desobediencia contra la voluntad de Dios. 
Ya sea por ignorancia o negligencia con respecto a la santidad de Dios, muchas veces los hombres tienen un concepto equivocado del pecado y su culpa. Generalmente el hombre ni siquiera se siente culpable, su conciencia poco o nada iluminada por el conocimiento de los mandamientos de Dios no le hace reproches. ¡Pero ya una corte humana le declara culpable según la ley y no según su conciencia! Dios declara al hombre culpable en todos los campos en donde él no cree o no obedece Su palabra. 
El mandamiento más grande es el Amor (Mc. 12:28-31; Rom. 13:8-10). "Amarás a Jehová tu Dios de todo corazón, de toda tu alma, y con todas tus fuerzas... no andaréis en pos de dioses ajenos... porque el Dios celoso, Jehová tu Dios en medio de ti está" (Dt. 6:5; 12-15). Por lo tanto el pecado más grande es el pecado contra el Amor de Dios, es decir donde se coloca el propio "yo" y la propia voluntad en el lugar de Dios y Su voluntad. La esencia del pecado yace en la desobediencia y en la rebelión contra la voluntad y la persona de Dios mismo... David oró a Dios: "Contra ti solo he pecado" (Sal. 51:4). Al confesar que había pecado contra Jehová, inmediatamente El le perdonó su gran maldad (2 Sam. 19:9, 13). José fue preservado del pecado por el temor ante Dios: "¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? (Gen. 39:9). Jesús dice del hijo pródigo que éste confesó: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" (Luc. 15:21). 
En cambio Saúl, por su orgullo no supo darle el honor a Dios. Por eso aconteció "que un espíritu malo de parte de Dios se posesionó de él" y le llevó más tarde a la adivina; "Porque como pecado de adivinación es la rebelión (desobediencia), y como ídolos e idolatría la obstinación (propia voluntad)" (1 Sam. 18:10; 15:23, 30; 28:6-19; 1 Crón. 10:13-14). 
Dios creó al hombre a su imagen con un libre albedrío para creer en su palabra y obedecerle. La caída del hombre nace en el pecado de incredulidad y desobediencia a la palabra de Dios. El hombre creyó y atendió a la mentira de la serpiente. Todos los otros pecados considerados por muchos cristianos como graves, solamente son la consecuencia del primer pecado contra Dios (el ejemplo clásico es la vida de Caín, quien puso su confianza en sus propias obras; Juan 3:12, después su ira contra Dios, sus celos y su odio contra su hermano, finalmente el homicidio, su temor y su alejamiento de la presencia del Señor). 
El "Dictionaire encyclopédique de la Bible" (diccionario enciclopédico de la Biblia) de A. Westphal explica: "El pecado contra Dios y su palabra, se transforma posteriormente en pecado contra el hombre, pero ante todo sigue siendo una culpa contra Dios..., Caín cede al mismo poder de rebelión como sus padres y por eso se transforma en el homicida de su hermano; dicho sea de paso que se considera tal hecho sangriento como un crimen contra Dios (Gén. 4:10)... El pecado sea cual fuere su especie individual o social, sigue siendo en primer lugar desobediencia contra la voluntad de Dios... Esta voluntad, Dios claramente había manifestado a su pueblo por medio de la ley... Lo que la ley primordialmente prescribió era la adoración y el servicio al único y verdadero Dios... La legislación israelita declaró el pecado de la idolatría como el más grave, porque separa completamente al hombre de Dios (Ex. 22:20; 23:24, 32-33; 20:2-7 ...Entregándose Israel a la idolatría se expuso a los castigos más terribles. Para Israel el pecado tiene siempre carácter colectivo y nacional... Inclusive el pecado que es cometido por un individuo, concierne a la comunidad y ésta es quien lleva la responsabilidad... Esta relación continúa a lo largo del tiempo: generaciones posteriores son castigadas por los pecados de generaciones anteriores (Ex. 20:5; Deut. 5:9...). Sea cual fuere la apariencia exterior del pecado - religiosa, moral o social - siempre mantiene el mismo carácter: sigue siendo una culpa perpetua contra la santidad de Dios, y lo separa de El (Isaías 59:2)... Para los profetas la culpa y el castigo tienen un carácter colectivo... Por sí mismo, cuando el pecado en primer término se dirige contra el prójimo, lo trágico se encuentra menos en la injusticia ante el hombre que en la culpa contra la majestad de Dios... Un hombre peca porque sus antepasados pecaron por herencia se difunde el veneno de lo malo por todo el mundo". 
Dios declara a todo el mundo culpable (Rom. 3:19). Todo Israel fue culpable con el pecado de Acán y Dios lo castigó por la derrota de Hai (Josué 7:1-11). Acán dio el honor al Señor y confesó: "verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel" (Jos. 7:20). "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos" (San. 2:10; Gal. 5:3). Al que todavía no conoce el temor ante la santidad de Dios, le será dificultoso entender y reconocer esta culpa. 
El que pecare "sin hacerlo a sabiendas" contra un mandamiento de Jehová, éste "es culpable y llevará su pecado". 
Toda la ley de Dios es una unidad inviolable. Cada mandamiento es tan importante como el otro. Cuando el hombre peca contra uno solo de estos, demuestra que los mandamientos para él no son santos y caerá bajo la maldición según Deut. 27:26. 
Por eso Jesús está hecho por nosotros "pecado" y "maldición", según Gál. 3:13 y 2 Cor. 5:21. Esta profunda verdad que el "viejo hombre" con todo su carácter corrompido, incrédulo y rebelde está crucificado con Cristo, es difícil de comprender. No se reconoce el carácter del pecado y de la culpa del hombre de la manera como Dios lo reveló a los profetas y al apóstol Pablo (Is. 6:1-7; Ez. 1:3, 28; Rom. 7:23). 
La gran tarea del Consolador, el Espíritu Santo, primeramente consiste en convencer al mundo del pecado de incredulidad, de la justicia de Dios y del juicio sobre el príncipe de este mundo (Juan 16:8-11). Después de ser profundamente convencido por el Consolador del pecado de incredulidad hacia Dios y su palabra (la cual lo declara culpable contra toda la ley), el hombre puede creer de todo su corazón, que este "viejo hombre" con su naturaleza corrupta heredada de sus antepasados está crucificado con Cristo y que en él le es dado un "nuevo hombre" con toda su plenitud (Gál. 2:17; Rom. 6:6; Ef. 4:24). 
Israel no fue castigado y llevado al cautiverio por los pecados de la carne, sino porque era culpable delante de Dios por su incredulidad y su rebeldía contra los primeros mandamientos. Dios castiga los pecados contra Su persona y Su nombre hasta la tercera y cuarta generación; porque Jehová es un Dios celoso que no tolera otros dioses a su lado (Ex. 20:5; 34:7; Núm. 14:18; Deut. 5:9). Para los otros pecados no se citan castigos tan severos. 
Dios considera el pecado de la incredulidad y de la desobediencia contra Su persona y Su palabra y la confianza en otros dioses o ídolos como el pecado más grave, porque separa más que todos los otros de Dios y Su salvación. Antes de llevar su pueblo a la tierra prometida le advirtió seriamente una vez más, no imitar los pecados de abominación de los pueblos paganos enumerados en Deut. 18:9-14. Dios declara: "Porque abominación para con Jehová es cualquiera que hace estas cosas". Dios considera tal persona como uno solo con el enemigo. Tal cosa o persona le es repulsiva. Esto no está expresado de tal manera severa contra los otros "pecados de abominación" mencionados en páginas anteriores. Pues por medio de la brujería e idolatría Satanás puede impedir a los hombres creer en las Escrituras y en Jesucristo como el Salvador. 
Muchas experiencias realizadas por siervos de Dios en diferentes círculos cristianos por medio del asesoramiento espiritual, confirman vez tras vez la gravedad de la hechicería y el pecado contra los primeros mandamientos. ¡Las personas muchas veces no pueden creer en la Palabra y en la completa salvación que ofrece la Cruz aún cuando lo desean! Y aún después de la conversión muchas veces tienen grandes dificultades para recibir y conservar la plena seguridad de la salvación. Tienen graves luchas con el enemigo el cual logra que algunos caigan nuevamente, sucediendo esto cuando todavía no están liberados de ataduras ocultas. 
El castigo de los pecados de idolatría hasta la tercera y cuarta generación se explica por la Santidad de Dios y la revelación de Su nombre: "¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado y que de ningún modo tendría por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación" (Ex. 34:5-7). Este castigo de los pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación está en relación con los versículos siguientes: "Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová... Dios celoso es" (Ex. 34:13-17). 
Ciertamente es amor, cuando Dios declara culpables a los transgresores de los dos primeros mandamientos y les castiga también en sus descendientes. "Porque el Señor al que ama, disciplina" (Hb. 12:6). Su nombre no cambia, eternamente es el mismo y también Su misericordia y paciencia hasta mil generaciones (Ex. 3:15; Mal. 3:6; Stg. 1:17; Hb. 13:8; Ap. 1:8). En Su amor Dios siempre de nuevo extiende sus manos hacia los pecadores y los llama al arrepentimiento. 
Dios anuncia repetidas veces por medio de los profetas por qué tiene que hablar a su pueblo mediante castigos tan terribles: "Porque vuestros padres me dejaron... y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron..." (Jer. 16:11). Durante el cautiverio Babilónico Dios trae a la memoria de su pueblo mediante el profeta Ezequiel toda su historia idolátrica desde Egipto hasta el cautiverio: "¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres" (Ez. 20:3-38). Dios se reveló a Abraham y le mandó salir de su patria, de sus amistades y de la casa de sus padres, donde "adoraban a otros dioses", para hacer de él el padre de todos los verdaderos creyentes (Jos. 24:2; Rom. 4:16; Gál. 3:3 y 7). Después se reveló a Isaac y Jacob, quien enterró "todos los dioses ajenos... y los zarcillos que estaban en sus orejas", antes de subir a Bet-el (Gén. 32:24-31; 35:1-4). 
Dios preparó a Moisés en el desierto para la lucha contra los encantadores de Egipto, revelándose a él como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Ex. 3:6, 15-16; 6:2). Moisés tenía que exigir a su pueblo que abandonara "las abominaciones" y los "ídolos de Egipto" y salir de este país. Pero los ancianos desobedecieron y no abandonaron a los ídolos, así que Dios todavía en Egipto quería derramar su ira sobre su pueblo. Esto volvió a ocurrir más tarde en el desierto cuando hicieron el becerro de oro (Ez. 20:7-8 y 13; Ex. 32:4). Solamente Josué y Caleb y los hijos pudieron entrar en la tierra prometida. Pablo dio este ejemplo a los Corintios como exhortación para huir de la idolatría (1 Cor. 10:1-14). 
Dios siempre mostró a su pueblo a través de los profetas, los pecados de abominación, y los enfatizó en cerca de quinientas citas en el Antiguo Testamento. Algunos jueces y reyes se arrepintieron, obedecieron la Palabra y echaron a los ídolos, por ejemplo Gedeón (el cual primero destruyó el altar de Baal y las imágenes de Ashera de su padre), David, Asa, Ezequías y Josías. Empero otros reyes (Salomón, Jeroboam, Acab y Manasés) los introdujeron o favorecieron y atrajeron así la ira y el castigo de Dios sobre Israel. 
A pesar de las últimas exhortaciones severas a través de Jeremías quien predicó, por veintitrés años contra los ídolos y abominaciones; el pueblo rehusó abandonarlos (Jer. 3:10 y 13; 7:9-10; 27:9-10; 32:28-35). Pero algunos muchachos de linaje real y de los príncipes, por ejemplo Daniel y sus tres amigos tomaron las exhortaciones de Dios seriamente y se arrepintieron. Confesaron según la ley sus pecados y los de sus padres y se apartaron de todos los ídolos y abominaciones (Lev. 26:1, 30, 38-41; Deut. 4:15). Así pues al principio del cautiverio pudieron tomar una firme posición entregando sus vidas para no contaminarse con los manjares del rey sacrificados a los ídolos. Más tarde pudieron negarse a servir a los dioses del rey; no doblando sus rodillas delante de la estatua de oro y continuaron adorando y exaltando al Dios vivo (Dan. 1:8; 3:17-18; 6:10). 
Por eso es comprensible que Daniel así como Esdras y Nehemías se humillaron y mostraron solidaridad con el pueblo entero confesando más tarde los pecados de éste sin que el Espíritu Santo tuviera necesidad de enumerar los pecados de los padres o sus propios pecados detalladamente. Estos hombres escucharon en el cautiverio por boca de Ezequiel la Palabra de Dios contra la idolatría y "todas las abominaciones" del "pueblo rebelde" (Ez. 5:8; 11:18; 14:3-7; 16:15-17,22; 20:30-31). Se humillaron profundamente con el pueblo y reconocieron su gran culpabilidad, juntamente con los padres y confesaron sus pecados y los de su pueblo (Dan. 9:16 y 20; Esdras 9:7 y 15; Neh. 1:6-7). Israel fue elegido para testificar del Dios vivo y verdadero, del Dios de Abraham, Isaac y Jacob delante de las naciones idolátricas. Estos hombres de Dios se humillaron a causa de la solidaridad nacional públicamente y confesaron la culpa y los pecados de todo el pueblo de Israel. 
Durante el avivamiento bajo Nehemías los hijos de Israel tuvieron bastante tiempo para reconocer "sus pecados y los de sus padres" los cuales habían causado los juicios de Dios, escuchando la palabra de Dios durante un cuarto del día y también confesaron públicamente durante un cuarto del día. 
Las experiencias de los siervos de Dios confirman que cuando haya pecados de idolatría y abominaciones cometidos por los antepasados muchas veces en lo oculto y secreto es lo mejor que sean confesados delante de un testigo o un cristiano de experiencia. 
Cuando las raíces profundas y ocultas vienen a la luz, aquella potestad es rota. Esta también es la mejor arma contra el amor propio y las innumerables excusas falsas. Esta confesión lleva a una humillación personal más profunda. A través de ello se puede recibir más fácilmente por la fe la plenitud de la Gracia de Cristo y asumir una posición de fe y victoria sobre todas las potestades de las tinieblas vencidas en la cruz. 
Algunos cristianos preguntan: ¿Por qué todavía debemos confesar nuestros pecados y los de los antepasados, así como Israel lo hizo, si en el Nuevo Pacto todo está cumplido en la cruz y nuestros pecados lavados en la sangre de Jesús? Se cita muchas veces la palabra de Ezequiel según la cual el hijo no debe morir por causa de los pecados "de sus padres". Sin embargo el profeta enfatiza: pero si este hijo "viere todos los pecados que su padre hizo y viéndolos no hiciere según ellos... ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel... de cierto vivirá... porque él hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos", es decir confesó los pecados de los padres según la ley (Ez. 18:14-19, 23; Lev. 26:1,30, 40-41; 1 R 8:47-48). ¡De manera que esta cita no anula el castigo por los pecados de los padres sino al contrario, lo confirma! Por lo tanto es necesario entender la palabra siempre en el contexto y en el Espíritu de toda la escritura y de acuerdo con el lugar que Dios da a ciertas verdades y pecados sin descuidar a otros. 
Dios puede revelar más profundamente la plena salvación ejecutada por el ser crucificado del "viejo hombre" juntamente con Cristo, solamente a los que quieren creer con un corazón sincero en toda la Palabra y que quieren ser juzgados por la misma en todos los campos, también en los pecados contra los primeros mandamientos de Dios. ¡Entonces también puede reconocerse culpable ante todos los mandamientos faltando contra uno solo! (Stg. 2:10; Gál. 5:3). Es muy importante reconocer el carácter del pecado y la culpabilidad delante de Dios en la luz de su entera Palabra y Su Santidad. A través de esto el Espíritu Santo puede convencer más profundamente del pecado de incredulidad y revelar en el corazón de la persona la fe en el hijo de Dios en toda la plenitud de Su deidad (Col. 2:9-10; Gál. 1:15-16; 2:20). 
Es necesario que nos dejemos juzgar a través de toda la Palabra, aún cuando no estemos conscientes de haber cometido nosotros o nuestros padres ciertos pecados. Porque todos los pecados se encuentran en la naturaleza caída y corrupta del "viejo hombre". David dice: "Los mandamientos de Jehová son rectos que alegran el corazón... transgresiones ¡ah! ¿quién es consciente de ellas? ¡De los inconscientes líbrame!" (Sal. 19: 8-13, traducido de la Biblia alemana; Sal. 90:8). El que se humilla dejándose juzgar a través de toda la ley, declarándose a sí mismo culpable según Salmo 51:6-8 y confiesa sinceramente los pecados de sus padres, no solamente recibe el perdón sino recibirá también la liberación de todas las ligaduras hasta la tercera y cuarta generación. 
Pero cuanto más la ley juzga al hombre tanto más grande será la misericordia. No se puede separar la ley de la misericordia. "Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia, para que así... también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor Nuestro", "La ley es Santa" y juzga al pecado en la carne; juzga plenamente al hombre en su entera naturaleza caída. ¡No anulamos la ley por la fe! ¡En ninguna manera, sino que confirmamos la ley! A través del mandamiento que es "santo, justo y bueno", el pecado se torna sumamente grave. La ley juzga para muerte; pero solamente alguien condenado a la muerte puede ser perdonado y recibir la vida (Rom. 5:20-21; 3:31; 7:7-24). "Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro" (Sal. 89:15). La ley no disminuye la gracia; al contrario, tanto más grande y eficaz será cuanto más el hombre se reconozca cual Dios lo ve ya en el vientre de su madre dejando que la ley juzgue completamente la naturaleza corrupta de su "viejo hombre", tal como dice Pablo o Pedro cuando lo llama "vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres" (Biblia de Jerusalén Sal. 58:4; 51:5; Os. 12:4; Gén. 8:21; 32:27; Ef. 2:1-3; 4:22; Col. 3:5-9; Rom. 6:6; 1Pe. 1:18). 
Jesús que vivía de cada palabra de Dios dijo a los judíos que habían creído en él: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, ¡y la verdad os hará libres!" Por lo tanto el Hijo nos libra de verdad cuando nos dejamos juzgar y santificar por su Palabra que es verdad. (Sal. 119:142; Juan 8:30-36; 17:17). El "Espíritu de verdad" nos quiere guiar hacia toda la verdad y quiere dejarla entrar en lo más profundo de nuestro corazón (Jn. 16:13; Sal. 51:8). Porque Jesús ha venido a cumplir la ley para que sea escrita en nuestros corazones y cumplida a través del que mora en nosotros. Así también la palabra del profeta Jeremías se cumplirá: "En aquellos días no dirán más: los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen las denteras" (Jer. 31:29-34; Ez. 11:18-20; 36:26-27; Mat. 5:17-20; He. 8:10-12; 10:16; 12:5-10, 14). 
Cuando el "viejo hombre" es juzgado y condenado plenamente a través de la Palabra y crucificado con Cristo a través de la fe, el creyente no pondrá más su confianza en la carne con sus intenciones piadosas y engañosas (Lc. 22:31-34); sino esperará todo de Jesús y aceptará de su plenitud, misericordia y gracia. Así puede crecer bajo la gracia y huir de la idolatría que muchas veces ocurre bajo pretexto de tradiciones piadosas (1 Cor. 15:10; 2 Cor. 6:1; 1 Cor. 10:1-14). 
El juicio ejecutado por toda la ley lleva a la riqueza de la misericordia y a la plenitud de la vida en Jesús (Jn. 1:16-17; Rom. 5:17, 20-21; Ef. 1:7-8; 2:7). La superficialidad de tantos cristianos proviene de la ignorancia de la ley, del pecado y la Santidad de Dios. Aquí el Espíritu Santo no puede revelar el secreto de la fe de manera profunda (Rom. 10:17). Pues la fe vino en Jesu cristo; "La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo", "el autor y consumador de la fe" (Gál. 3:21-24; He. 12:2). 
La fe en Cristo nos lleva a "la fe del Hijo de Dios" por la revelación y la morada de Jesús dentro de nosotros. Podemos vivir en la fe del Hijo de Dios, así como Pablo lo testifica (Gál. 1:15-16; 2:20). Es decir, el Hijo que no hizo y dijo nada por si mismo, vive y cree en nosotros. Vamos a entrar en el reposo del pueblo de Dios y descansar de nuestros propios esfuerzos de la incredulidad. El mundo entonces va a ver la unidad de los verdaderos hijos de Dios a través de su amor y así creerá que el Padre ha enviado a su Hijo (He. 4:9-13; Jn. 17:17-23; 14:21; 13: 34-35). 
Cualquier otra unidad, basada solamente en conocimientos, tradiciones o ciertos dones sin la santificación a través de la Palabra lleva inconscientemente a la extrema unidad ecuménica bajo sólo el nombre de "Cristo" con el lema: "Un pastor, un rebaño". Vivimos en el tiempo final donde los poderes del espiritismo y ocultismo ejercen una influencia y dominio siempre más grande sobre los países cristianos. Por eso es importante y urgente que los verdaderos creyentes sean purificados de todas las raíces inconscientes de incredulidad, las que impiden la revelación de la fe del Hijo de Dios dentro de nosotros y la verdadera unión de los miembros del Cuerpo de Cristo. Porque ésta es tan necesaria entre los cristianos renacidos. 
También hay que subrayar en la herencia la bendición en mil generaciones, así como en la fe de Abraham y sus descendientes, de David y a través de Rahab y Rut, etc. Pablo escribe de la "fe no fingida" de Timoteo, la cual habitó primero en su abuela Loida y en su madre Eunice (2 Tim. 1:5). Algunos creyentes cuyos antepasados eran convertidos y santificados desde luego no tienen tanto que sufrir bajo las consecuencias de la herencia. 
Por otro lado también hay debilidades que no son las consecuencia del pecado sino "para que las obras de Dios se manifiesten", así como Jesús dijo a sus discípulos en el caso del hombre que estaba ciego desde su nacimiento (Jn. 9:1-3). Por consiguiente no se debe hacer conclusiones exageradas en el campo tan amplio de la herencia. Pero ciertas enfermedades que son una consecuencia de brujería de los antepasados y que no pueden ser explicadas por los médicos a pesar de todos sus exámenes, muchas veces son sanadas en el momento en que los enfermos se arrepienten sinceramente delante de Dios y son completamente liberados de su ligaduras. 
Como consecuencia de la confesión y purificación de los pecados de abominación de los padres, los hijos, como también otras personas ligadas por nuestros pecados de abominación, deben a su vez ser "desligados" y libertados en el nombre de Jesús (Is. 58:6; Mt. 18:18). 
Mediante las prácticas de superstición y los pecados de hechicería el hombre se pone en relación de obligación hacia Satanás, de lo cual solamente puede ser liberado si pide seriamente a Dios que le perdone y debe renunciar a Satanás y sus entredichos en el nombre de Jesús. 
Con esto es muy importante y necesario que las personas atadas sean convencidas profundamente por el Espíritu Santo del gran pecado de abominación contra la Santidad de Dios humillándose profundamente bajo Su Palabra. El que solamente confiesa estos pecados con los labios y no se arrepiente de corazón renunciando completamente no experimentará liberación verdadera. 
Esto sucede especialmente cuando se trata de ligaduras heredadas de brujería y espiritismo, detrás de las cuales en la mayoría de los casos se esconden "principados y potestades" (Col. 2:15). Estos hacen valer sus dere chos hasta la cuarta generación basándose en la Palabra y todavía pueden acusar delante de Dios a los creyentes ligados (Apoc. 12:10), porque Dios cumple Su Palabra. Así lo confirman las experiencias y testimonios de muchos liberados. 
Especialmente en personas de edad avanzada muchas veces aparecen como consecuencia de debilidades corporales las ligaduras más fuertes, heredadas y todavía desconocidas, lo cual causa la perplejidad de las personas que las rodean, especialmente cuando se trata de cristianos conocidos que todavía no fueron liberados. 
Porque la familia viene de "una carne" (Mat. 19:5) y Dios prometió la salvación de toda la familia a través de la fe (Hch. 16:31; Josué 6:20-25), los miembros no presentes de la familia pueden ser convencidos por el Espíritu de Dios de su perdición y abrirse hacia la Palabra. Muchos padres, hijos, etc. testifican cómo Dios actuó en otros miembros de su familia (aún habiendo grandes distancias), en el mismo momento en que ellos se humillaron y renunciaron por la fe, también a los pecados de brujerías heredados de aquellos, efectuándose un cambio completo, liberación y hasta la conversión. Así familias enteras fueron avivadas y difundieron este avivamiento a través de su testimonio a otras familias y grupos. 
Por eso es incomprensible y demuestra gran ignorancia, que todavía tantos cristianos y siervos de la Palabra continúan negando y combatiendo la enseñanza bíblica del castigo de la idolatría hasta la tercera y cuarta generación y la completa liberación de tales ligaduras a través de la cruz. Esto, a pesar de la confirmación de la Palabra de Dios y de los testimonios de muchos hombres en diversos países y grupos cristianos. 
En el gran avivamiento de Indonesia el Señor sacó a luz justamente este campo de la herencia purificando y santificando, así a los creyentes más profundamente, confirmándose así la verdad de la Palabra divina. 
Renunciar a los brujos, adivinos, astrólogos y mesmerizadores (los que practican la curación a través de un supuesto magnetismo o radiaciones) significa separarse de todos los hombres a través de los cuales uno entró en contacto con los poderes de las tinieblas y renunciar también a todas las doctrinas falsas y diabólicas. "Desentendeos del hombre, en cuya nariz sólo hay aliento, porque ¿qué vale él?" (Is. 2:22, Biblia de Jerusalén). "Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo" (Lc. 14:33). 
Tenemos que ser purificados tanto de toda rebelión contra la Palabra de Dios como del pecado de brujería (1 Sam. 15:23) y de la incredulidad que está arraigada profundamente dentro de nuestro ser, a través de la sangre de Jesús. La incredulidad es un poder muy grande de Satanás que también puede alejar al hombre de Dios después de la confesión de los pecados; y puede seducirle sembrando dudas sobre la Palabra de Dios y llevándolo a servir inconscientemente otra vez al príncipe de este mundo (Ef. 2:2; Jn. 8:38-44, 16:8-9). 
Como se trata de la división y decisión más grande de nuestra vida, es necesario entregarse al Señor al mismo tiempo con toda su vida y colocar todo en el Altar: espíritu, alma y cuerpo con todos sus deseos y proyectos para el futuro para vivir de ahora en adelante sólo para El, para servirle y hacer su voluntad en todos los casos. 

4. Creer con la fe de un niño a las promesas de la Palabra de Dios y la total liberación mediante el sacrificio y la Sangre preciosa de Jesucristo derramada en la Cruz. Creer con todo el corazón, después de haber confesado los pecados, sin dudar, en las siguientes verdades: 
a) Jesús ha vencido a Satanás y ha destruido sus obras, desarmando todas las potencias de las tinieblas y triunfando sobre ellas en la Cruz (Col. 2:13-15; 1 Jn. 3:8; Jn. 16:11; He. 2:14). 
b) "La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:7; He. 9:14; Apoc. 1:5; 7:14). 
c) Cuando el perdón nos es dado, todos nuestros pecados son borrados y "echados en lo profundo del mar y Dios no se acordará más" (Is. 43:25; 44:22; Sal. 103:3, 12; Is. 1:18; Jer. 31:34; Miq. 7:18-19). El Señor dice: "Tus pecados te son perdonados... tu fe te ha salvado; vete en paz" (Lc. 7:48-50). 
No olvidemos de alabar y agradecer al Señor. En El poseemos la salvación mediante Su sangre y el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia (Ef. 1:7), poseemos la paz y somos reconciliados con Dios (Is. 53:5; 2 Cor. 5:19-21). "Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 15:57). 
Si recibimos a Cristo en nuestro corazón con la fe de un niño recibiremos el don del Espíritu Santo, el cual Dios ha prometido y da a todos aquellos que creen en Jesucristo y le obedecen (Jn. 7:38-39; Hch. 2:38-39; 5:32; 15:8-9; Gal. 3:14; Ef. 3:16-17). 

5. Perseverar con simplicidad en la fe y en la completa victoria de Cristo, con alabanzas y acciones de gracias, resistiendo a Satanás y a sus ataques, cuando éste tratará de imponerse nuevamente al hombre que por los pecados de abominación le había dado los derechos especiales; con luchas tal vez terribles, (He. 10:35-36; 6:12). "Esta es la victoria que ha vencido al mundo; nuestra fe" (1 Jn. 5:4). Especialmente cuando sólo hay un arrepentimiento de labios y no verdaderamente de corazón con respecto al pecado contra Dios y la transgresión de sus mandamientos, algunas personas no van a experimentar inmediatamente la plena liberación.

Retengamos firmemente, por la fe, estas verdades fundamentales: 
a) Que nuestro "viejo hombre" ha sido crucificado con Cristo, a fin de que el cuerpo del pecado desaparezca (reducido a la impotencia) de tal modo que no seamos más siervos del pecado al cual debemos estar muertos. (Rom. 6:6-11; Ef. 4:22; Col. 3:9). 
b) Que con Cristo Jesús hemos resucitado juntamente para una nueva vida en el espíritu, y que con El, estaremos en los lugares celestiales, de tal modo que no somos nosotros ya lo que vivimos, sino Cristo en nosotros (Ef. 2:5-6; Rom. 6:4; Gál. 2:19-20; Col 1:27). 

6. Alejarse completamente de la potencia de Satanás destruyendo totalmente todo objeto de superstición y de brujería, tales como amuletos, talismanes, libros, horóscopos, cartas, folletos, herraduras, etc. (Hch. 19:19). Ya bajo el Antiguo Pacto toda conversión verdadera y entera consagración al Dios vivo era acompañada y caracterizada por el alejamiento y por la destrucción de toda idolatría y abominación, bajo sus diversas formas (Gén. 35:2,4; Dt. 7:25-26; 2 Rey. 23:2-24). Buscar cuidadosamente en todos los armarios, estantes y rincones de la vivienda a fin de hallar y destruir todos los objetos ocultos. Esto es una absoluta necesidad impuesta por la Biblia. 
Es también muy importante poner el propio pasado en orden y tratar a lo posible de reparar ante los hombres - por ejemplo donde otros a través de nuestros pecados de abominación fueron inducidos y atados a ellos, exactamente como en caso de robo, de fraude, de calumnia, de engaño, mentiras, etc. - (Is. 58:6; Ex. 21:37; 22:1-13; Lc. 19:8). 

7. Pedir a Dios para poder tener cada día los ojos abiertos ante las maravillas de su Palabra, como también un corazón iluminado, "para que sepáis cual es la esperanza a que El os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los Santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos" (Sal. 119:18, 82; Sal. 19:9; Ef. 1:15-20; Apoc. 3:18). Solamente cuando los ojos están abiertos a la astucia de Satanás y a la ceguera producida por la falta de fe y los pecados de abominación, lo que puede ser logrado con una aclaración profunda hecha de una sola vez; Dios dará a los creyentes "espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de sí mismo (es decir el pleno conocimiento de Su naturaleza) y alumbrará los ojos de vuestro entendimiento" (Ef. 1:17-18). Sólo entonces el Espíritu Santo podrá revelarnos más profundamente "el misterio de la fe" (1 Tim. 3:9) y "el misterio de Cristo" (Ef. 3:4; Col. 2:2-3) y abrirnos siempre más y más los ojos sobre nuestra naturaleza débil, haciéndonos ver más profundamente la Gloria de Dios y la plenitud de Jesucristo, mediante una purificación más profunda (2 Cor. 7:1; 1Jn. 3:2-3; Jn 11:40; Col. 2:9). 

8. Leer e investigar diariamente en toda la Sagrada Escritura para ver a Cristo y el Padre en ella y nutrir el nuevo hombre interior (Deut. 8:3; Ex. 16:4, 16-21; Hch. 17:11; Jn 5:39; 14:9, 21-24; Col. 3:16; 1 Ped. 2:2). Es de capital importancia orar mientras se lee la Palabra de Dios. Pero se ha de leer con el corazón (no sólo con la inteligencia humana) sino también bajo la guía del Espíritu Santo, que nos dirige hacia toda la verdad y glorifica a Cristo en nuestro corazón (Sal. 119: 9, 11, 33-34; Jn 14:26; 16:13-14). 
Porque "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Tim. 3:16-17). "La unción que vosotros recibisteis de El os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira. Según ella os ha enseñado, permaneced en El" (1 Jn. 2:27), entendiendo que ninguna profecía de la Escritura fue traída por interpretación particular... sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Ped. 1:20-21). 

9. Obediencia total por la fe a la Palabra de Dios y su voluntad; tener los oídos abiertos y atentos para escuchar "como un discípulo", los suaves y secretos avisos del Espíritu Santo que quiere realizar en nosotros su obra hasta llegar al cumplimiento y la contemplación de Dios (Mat. 7:21; 12:50; 1 Jn. 2:17; He. 5:8-9; 10:7-10; Ex. 15:26; Is. 50:4-5; Fil. 1:6). 

10. Dar testimonio sin temor ante los hombres de Jesucristo, como también de su potencia triunfante, tratando de iluminar y advertir a las almas en cuanto a los pecados de superstición y brujería, indicando el camino seguro de liberación de estas ataduras conduciéndolas a Cristo (Mat. 10:32; Hch. 19:18; He. 13:15; Apoc. 12:11). 
Es indispensable que todo creyente, que ha sido liberado, sea a su vez un testigo vivo de la verdad y esto por causa de la ignorancia y ceguedad de la mayor parte de los hombres que son lentos para descubrir la gran astucia de Satanás, que se esconde bajo la inocencia, bajo diferentes formas de idolatría superstición y brujería, como también bajo las así llamadas manifestaciones religiosas y "científicas". 
Todos aquellos que niegan en un modo u otro, la existencia de Satanás y de los demonios y de su influencia oculta sobre los hombres, favorecen consciente o inconscientemente el progresivo desarrollo de los pecados de abominación. 
Todo cristiano que haya sido iluminado por la Palabra de Dios y que haya hecho la experiencia personal de la liberación de estas ligaduras demoníacas, debe advertir a su prójimo cuando lo ve cometer un pecado de abominación. Es necesario que lo haga con oración y bajo la guía del Espíritu Santo. Callando, sería indirectamente culpable porque equivaldría a contribuir a la expansión de la idolatría que el príncipe de este mundo apoya y se hace culpable en el juicio de su prójimo. (Ez. 3:18; 33:8; Mc. 8:34-38). Por esto "santificad" a Cristo el Señor en vuestros corazones, "y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Ped. 3:15). 
La Escritura nos demanda también orar cada día, con espíritu sacerdotal por la salvación de aquellas almas que el Espíritu de Dios nos recomienda, particularmente por todos los hombres (1 Ti. 2:1-4; Apoc. 1:6) y especialmente por los santos y por la formación del cuerpo de Cristo (Rom. 8:26-27; Ef. 4:11-16). 
En efecto, por medio de una conversión auténtica y bíblica, somos convertidos al Dios viviente y verdadero (y no al "yo" piadoso y egoísta), para servirle a El y esperar de los cielos a Su Hijo que viene y nos libra de la ira venidera (1 Tes. 1:9-10). El Señor nos ha libertado de la mano de nuestros enemigos, a fin que de ahora en adelante le sirvamos sin temor por toda nuestra vida con la santidad y la justicia que son gratas a El (Lc. 1:68-75), estando preparados para el arrebatamiento que está cerca (Mat. 25:10; 1 Tes. 5:23. Lc. 12:35-40). Cristo murió por todos, a fin de que todos aquellos que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que ha muerto y ha resucitado por ellos (2 Cor. 5:14-15) y que ellos intercedan como sacerdotes delante de Dios de modo que muchas almas prisioneras sean libertadas, para alabar y dar gloria de la infinita riqueza de Su Gracia (1 Ped. 2:9-10; Apoc. 1:5-6; Ef. 1:6-7; 2:7). 
"Dios, nuestro salvador... quiere que todos los hombres sean salvados y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Tim. 2:3-4). Por esto quiere que sus hijos y sus rescatados sean testigos vivientes de Jesucristo, mediante la potencia del Espíritu Santo, confesándolo ante los hombres como su salvador y como rey que pronto debe volver en gloria (Hch. 1:8; 1 Ped. 2:9; 3:15). 
"Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Rom. 10:10). "A cualquiera pues que me confiese delante de los hombres yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mat. 10:32). "Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de El, cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángeles (Mc. 8:38). 
"Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23). 
"Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de Su Gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén". (Judas 24-25).

 

 

Segunda Parte

 

Las formas más difundidas de los pecados de abominación, idolatría, superstición y brujería

 

Introducción

Son muchas y variadas las manifestaciones y las expresiones de los pecados de abominación, y difieren según las regiones, los países y las diversas clases sociales.

En la siguiente enumeración mencionaremos solamente aquellos pecados de abominación que son más difundidos. Lo haremos en palabras claves y por categorías; queremos que esto sirva para que todos los pecados de abominación no mencionados vengan también a la memoria.

Generalmente se comienza practicando las formas aparentemente inofensivas de la interpretación de los signos, repitiéndolas y luego imitándolas por costumbre sin creerlas verdaderamente. Como consecuencia Satanás arrastra a ligaduras siempre más profundas y más tenaces, por ejemplo, con la elección de los días se llega a la astrología; el exorcismo, la adivinación, la curación de enfermedades mediante el ocultismo, la magia, etc.

Con su astucia Satanás enreda a la gente empezando con hilos finos, con los cuales teje una cuerda, para ligarla al final con cadenas de hierro.

¡Que el Señor con Su gracia abra los ojos a muchos lectores por medio de esta exposición insuficiente, en cuanto a su culpabilidad en este campo tan oscuro y también para conocer al Salvador Omnipotente que purifica cada pecado y rompe todas las cadenas! (Lc. 4:18; Sal. 107:10-16; Hch. 26:18).

 

I. Interpretación de los Signos

1. Signos de suerte:

Encontrar una herradura de caballo, un clavo grande, un trébol de cuatro hojas, hojas de hiedra o una aguja, el hueso de la pechuga del pollo (huesito).

Aplicar puntos blancos o rayas en las uñas.

Ver una araña a la tarde, o una telaraña en el cieloraso de la habitación.

Repetir dichos populares por ejemplo: "El vaso roto trae suerte" o "muchas nueces, muchos hijos".

Sacar el número capicúa.

El arroz (aceite, harina) derramado por casualidad o tirado hacia los novios.

Quitar la paja que llevan los lagartos trae suerte y prosperidad.

Tocar la cola del vestido de la novia, cuando sale de la iglesia, trae suerte en cuanto a encontrar novio/a, o tirar el anillo de la torta.

Tirar agua y sal cuando se rompe un espejo, para no atraer la mala suerte.

 

2. Señales del porvenir: que anuncian una visita, una carta, una noticia, dinero, etc.:

Cuando se sueltan los cordones de los zapatos o se pierde la cerradura o toperon del zapato, etc.

Cuando el gato se lava, el fuego sopla, o el agua caliente hace ruido o "canta".

Cuando la mano derecha, la nariz o la cabeza dan comezón, "pican" o cuando un ojo late, un dedo "tira", cuando se estornuda, las orejas "susurran" o se "calientan", o se tiene hipo.

Cuando se encuentra un pedazo de paja en la escalera o en la habitación, o un hilo blanco en el traje, etc.

Cuando hay hojas en el té o espuma en el café.

Cuando las puertas se abren por sí mismas o los cristales se rompen.

Cuando un cuchillo o tijeras caen sobre el piso de madera o tierra, y quedan clavados, o se cae el pan o algo de la comida al estar comiendo.

Cuando uno está cosiendo y se pincha con la aguja.

Cuando todo se ha comido presagia el estado del tiempo.

Cuando un perro o un gato come pasto.

Cuando llueve en el día del casamiento. Al cantar corriendo se le atribuye un significado.

Interpretar el cruce de un zorro por el camino.

Ponerse la alianza usada por otra persona.

Que una joven encuentre una hoja de laurel en el plato, tiene cierto significado.

 

3. ¿Qué significa?

Cabellos crespos o rojos, nariz torcida, o rodillas o codos que terminan en punta, corresponden a cierto tipo de gente.

Un cometa (estrella con cola) anuncia una guerra.

@INT10.6 = Cuando la mesa tiembla; cuando se cae una caja con agujas; cuando se cae la sal; cuando la navaja se oxida en el bolsillo alguien se muere; cuando un espejo o vidrio se rompen; cuando hay ruidos en los muebles o en los tirantes de la casa interpretarlos de diferentes formas.

@INT10.6 = Una hoja blanca en el repollo, hojas blancas de ciertas plantas, flores de dos clases en el mismo ramo; cuando se pela una naranja, hay toda clase de interpretaciones.

Tela o bolsas comidas por los ratones.

La posición de estampillas o sellos en las cartas.

Cuando los zapatos chillan.

Ver una araña blanca es señal de alegría.

Dar significado cuando se camina de costado, cuando se está con los brazos en la puerta.

Cuando no se reconoce a una persona.

Cuando se plantan hortensias o batatas en la casa.

Cuando se regalan flores de color amarillo es signo de des gracia.

Hacer interpretaciones cuando se encuentra un botón, cuando un perro o un caballo se revuelca, cuando el gallo canta en la puerta, cuando una gallina canta como gallo.

 

4. Interpretación de los números:

Considerar a los números 3, 7, 9, 13, como señal de suerte o desgracia.

Cuando trece personas están sentadas juntas en una mesa o cuando se juega a la lotería en el día 13 de cualquier mes.

Hacer algo o decirlo tres veces durante los días 3, 7, 9 por ejemplo: inclinarse tres veces a la tierra para curarse ciertas dolencias.

Tres veces tragar sin respirar cuando se tiene hipo, tres veces estornudar, tres veces gargarizar o tirar tres veces agua por la nariz.

Hacer tres veces un voto en una iglesia nueva; no prestar nada durante tres días; clavar tres clavos.

Por un malestar escupir tres veces en una piedra.

Cuando algo acontece dos veces así, también acontecerá la tercera. "No hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera".

Golpear tres veces en la tierra cuando se ve a un marinero o tocarle la cabeza a otra persona.

Hacer tres cruces sobre la entrada de la puerta o encima de la ventana, para ahuyentar los espíritus malignos.

Un número impar de pollitos trae más suerte.

Sembrar un número impar de porotos.

Contar las estrellas durante nueve días.

Cuando uno se equivoca tres veces en la misma cosa es señal de que debe dejarla.

 

5. Signos de desgracia:

Encontrar un barrendero, sacerdote, o un jorobado, una mujer vieja, una mujer embarazada, o un funeral en determinado lugar.

Ver una araña a la mañana significa desgracia y mala suerte; ver un gato negro o un sapo, una lechuza o una mariposa negra, oír grillos, o el grito del loro.

Cuando un gato negro se cruza en el camino; caracoles amarillos, murciélagos.

Cuervo o pájaro negro encima del techo.

Si el pan está de cabeza.

Un temporal de invierno; cuando se quema la hierba en el jardín.

Cuando se saluda con las manos atravesadas; colocar en cruz o de modo inverso un cuchillo o los utensilios de trabajo.

Poner los zapatos en la mesa.

Interrumpir cadenas de la buena suerte.

Cuando hierve agua de balde, la suerte se va de la casa.

Perder la alianza o quebrarla. Salir de la casa sin lavarse. Ponerse la ropa al revés sin darse cuenta.

Cuando llueve en el día del casamiento y se moja el velo de la novia.

Atribuir significado a las perlas (lágrimas). Cuando los perros ladran o escarban en la tierra.

Cuando una caravana de casamiento se encuentra con un funeral. Cuando un cadáver no se endurece o tiene los ojos cerrados, morirá algún pariente en breve. Cuando el reloj se para, morirá el dueño.

Cuando se ve por primera vez en el año una cigüeña, interpretar el futuro económico durante el año.

Cuando cae una estrella del cielo; cuando florecen árboles fuera de estación.

Regalar zapatos, pañuelos, broches, tijeras, cuchillos o algo puntiagudo, significa perder la amistad.

Perlitas blancas en la orilla de un vaso de vino; atribuir significado a la flor de magnolia, los vegetales que salen mellizos; y a las plantas que florecen mucho.

Cuando no se quiere limpiar las telas de araña de las casas; si se ve al perro esconderse debajo de la cama de un enfermo, se cree que morirá.

Cuando las hormigas llevan sus larvas a cuestas, cuando se ven mariposas negras, anuncia inundaciones.

Al pasar por debajo de una escalera, derramar sal gruesa, al romper un espejo, siete años de mala suerte.

No mirar ciertas cosas porque trae desgracia.

Volver a poco después de haber salido; abrir la puerta a las doce de la noche; salir de la casa con el pie izquierdo.

Si una lechuza da vueltas (ronda) la casa, si se abre la puerta con el viento y se dice "pase", creer que entra el diablo.

Cuando se come de la sartén.

 

II. Elección de Días y Atención dada a las Estrellas y a la Luna

1. Elección de días

Poner atención en ciertos días y horas, épocas y actuar consecuentemente adoptando también otras prácticas supersticiosas.

En ciertos días, sembrar, plantar, no viajar o casarse porque trae suerte o desgracia.

Asimismo, cortar las uñas, los cabellos, plantar en el día del Año Nuevo, bajo cierto signo del zodíaco. No comenzar un trabajo en día viernes, no carnear cerdos. No hacer compras.

Poner huevos en la incubadora o bajo una gallina clueca el Viernes Santo, para obtener más pollitos; no reír, no cantar, no viajar, porque trae desgracia.

Poner huevos, velas, talismanes, etc., en ciertos lugares de la casa para prevenir el incendio o el relámpago.

Tomar los huevos del Viernes Santo.

Hacer un voto cada sábado.

Tener suerte especial los días martes, viernes o en días especiales durante el año.

Anotar los días de desgracia y poner atención en ellos, hacer algo en días especiales de la vida.

Sacudir un árbol en el día de Navidad.

Primero de abril significa día de desgracia.

Primero de mayo significa día de fortuna.

Comer manzanas para la salud en el día de Año Nuevo o en el día de Pentecostés.

Usar agua bendita.

Casarse en mayo trae buena suerte.

Un muerto en el día domingo llama a otro muerto de la familia.

Un acontecimiento se repite cada diez años.

Un niño nacido en domingo o en mayo es un niño de suerte, pero un niño nacido en viernes es un niño de mala suerte.

 

Pronosticación del tiempo:

Poner atención en el tiempo en ciertos días para poder pronosticarlo (ejemplo: en la Semana Santa, un día de ayuno, martes o viernes).

El tiempo de los primeros doce días del año demuestra el tiempo para todo el año. Predecir el tiempo del domingo poniendo atención en el viernes.

 

2. Atención dada a la posición de los astros y de la luna - Astrología:

Tomar en cuenta los signos del zodíaco. Por ejemplo: "pez", "escorpión", "gemelos", etc., el calendario astrológico para sembrar o plantar.

Hacer ciertas cosas o no hacerlas, según la luna (luna llena, luna nueva, luna creciente o descreciente). Por ejemplo: sembrar, plantar, poner los huevos en la incubadora, carnear un animal, cortarse los cabellos, etc. Plantar las papas, batatas, en luna nueva.

 

3. El grito de las aves:

Poner atención en el grito de la lechuza, el búho, el cuervo, la urraca, para presentir desgracia o muerte. El canto de ciertos pájaros significa fortuna o suerte, por ejemplo: interpretar el canto del pájaro carpintero, de la gallina, de la tórtola, del gallo.

 

III. Conjuros

1. Invocar la felicidad o salud:

Meter la pluma de un cuervo o de la lechuza en la hierba o tierra.

Esconder sal, pan o dinero en la casa, bajo una viga, una estufa, encima de una puerta, etc.

Poner un cuchillo, tijeras, el botón de una rosa, u objetos bendecidos o la Biblia debajo de la almohada.

Colocar doce cebollas o manzanas en una ventana.

Contar las canas. Fijar una herradura en la puerta o en el coche.

Romper vasos en el día del casamiento.

Tener monedas en la mano mientras se cuece un dulce o torta o decir "Dios quiera que salga bien".

Hacer la señal de la cruz en el pan antes de comerlo.

Tirar sal en una casa nueva antes de vivir en ella.

Coser en los vestidos hojas de laurel en forma de cruz.

Grabar en la piedra de un anillo u otros objetos, signos y considerarlos como signos de suerte.

Entrecruzar los dedos como señal contra el mal, hacer cuernos o nudos.

Tirar cáscaras de manzanas o naranjas, o dientes extraídos detrás de sí mismo.

Guiar un cerdo recién comprado hacia atrás en el establo.

Poner una tarjeta o billete de suerte sobre un mueble o detrás de una imagen.

Poner pan o sal sobre la cocina de los recién casados.

Hacer pan, plantar árboles, etc., invocando los nombres de la Trinidad.

Poner una cinta negra de luto sobre un mueble para tener dinero durante todo el año.

Llevar amuletos y talismanes que traen suerte y fortuna, que ayudan y protegen, que alejan malos espíritus o contra la desgracia, accidentes; para alejar la maldad, envidia, las contrariedades cotidianas, etc. Los talismanes y amuletos existen en las formas más diversas y raras. Por ejemplo: piedritas de la suerte, cuernos, mano cerrada, elefante de marfil, el número trece, una pata de conejo, el uso de ruda macho, pedazos de tela, anillos, anillitos, cadenas, medallas, perlas, hasta cruces de madera, muñequitos, escarabajos, collares de coral, el anillo sacado de la cola de un lagarto grande.

Dar de comer a los animales en la medianoche de Navidad o Año Nuevo.

Otras costumbres supersticiosas, por ejemplo: dar exámenes con la misma ropa, porque trae suerte; no pisar las rayas de las baldosas, etc.

El plátano y la higuera son considerados como plantas propicias para ocultar demonios: para preservarse de éstos hay que cortar una cruz en el tronco.

Poner cardo en forma de cruz en la puerta, para que el espíritu del finado no vuelva, ni entre en el cuarto.

Las palmas bendecidas por el cura en el domingo de ramos colocadas en las chacras, ahuyentan los granizos; esta misma palma colocada en la puerta cuida que los demonios no entren.

La lechuza trae mala suerte; para neutralizar su poder hay que decirle a gritos una mala palabra.

El caldo de gallina clueca para curar los celos.

Para que deje de llover, la muchacha más joven de la casa tiene que tirar jabón arriba del techo o yerba delante de la puerta.

Un ajo atravesado por un alfiler y colocado debajo del colchón preserva contra todo peligro; o quemar hojas de ajo para tener dinero.

Echar en el mate las uñas quemadas y disueltas de un gato.

Comúnmente en el campo se cree que al poner cuernos de toros en los techos de las casas, ahuyenta a los malos espíritus.

Golpear madera para que no pase algo malo.

Tirar tres puñados de sal hacia atrás.

Clavar un cuchillo encima de la mesa y hacer un voto llamando tres veces abajo de ésta.

Cuando el pie o la pierna están dormidos dar tres golpes en la rodilla.

Hacer una cruz en la mesa cuando llueve o relampaguea.

El Mal de Ojo, es decir la supuesta capacidad de una persona de causar mal sobre otra con la mirada, o la anulación de éste "cortándolo" con amuletos o prácticas misteriosas como hacer rezos o la señal de la cruz, esta directamente relacionado con el espiritismo.

 

Pedir deseos:

Cuando se ve caer una estrella o agua que corre.

Al encontrar dos almendras o nueces en una sola cáscara.

Al contar los botones de un vestido.

Quemando papel o pelos, deshojar una margarita u otras flores, mientras se recoge lechuga, cuando se destroza un pollo o una gallina, cuando se cuentan nueve estrellas.

Cuando uno se frota ligeramente las manos o recoge flores; entrando por primera vez en una iglesia.

Cuando dos personas al mismo tiempo dicen la misma palabra o frase; al ver una mujer embarazada.

Al escuchar la sirena de una ambulancia, pedir tres deseos.

Al ver un coche amarillo, pedir ver a la persona que se desea.

 

2. Para evitar desgracias (rayos, tormentas, enfermedades, muertes, etc.):

Poner cartas contra el incendio en la chimenea, debajo de las vigas, encima de la puerta. También se usan huevos.

Poner o plantar ciertas flores o plantas sobre el techo.

Quemar los dientes de leche, arrojarlos debajo de la cama o meterlos en una ratonera.

En el caso de una muerte: parar los relojes, cubrir los espe jos, sacudir el tonel de vino o los cajones de abeja, sacudir semilla o trigo, o abrir la ventana para que el alma pueda salir.

Volver sobre los propios pasos cuando se tropieza en una piedra.

Decirlo a los animales cuando el patrón ha muerto.

Parar la escoba dada vuelta frente a la casa o llevar sal consigo, hacer ruido cuando el fuego "sopla", para mantener lejos a los espíritus malos.

Desparramar sal o pimienta y rezar un Padrenuestro cuando la luna decrece; desparramar sal sobre el carbón caliente en los "tres nombre supremos".

Al escuchar una petición: tocar madera, llaves o hierro.

Pronunciar ciertas fórmulas, para evitar accidentes o enfermedades recién mencionados.

Llavear la puerta en los tres nombres supremos.

No hacer pasar a los niños por el alambrado o la ventana.

No abrir un paraguas dentro de la casa, no poner un sombrero sobre la cama o un zapato sobre la mesa; para evitar discordias.

Copiar y poner en circulación, cartas de cadenas de oración u otras cartas de cadenas.

Llevar cartas del cielo, cartas de peticiones y protección, versículos bíblicos, oraciones, escamas de peces, cruces, amuletos, mascotas, medallones, etc., en el monedero o colgando sobre el cuello, para protección en peligro de muerte, especialmente como lo hacen los soldados durante la guerra.

Tener colgados en el auto fetiches (muñecos, monitos, etc.) o tener colocada una herradura para protegerse contra choques. Asimismo llevar animales (perros, gatos, etc.) como talismanes consigo.

Evitar de colocar las camas con la parte inferior vuelta hacia la puerta.

No sentarse sobre el canto de la silla, para no tener que esperar siete años.

Esconder o clavar en la casa o en el establo amuletos o cartas de conjuración.

Grabar o tatuarse letras o figuras en el cuerpo (Lev. 19:28).

 

 

IV. Adivinación

 

Interpretar el futuro o investigar el pasado (Lev. 19:31; 20:6; Isaías 8:19; 44:24-25; Miq. 3:6-7; Jer. 29:8-9):

Hacerse echar las cartas, hacerse predecir el futuro por adivinos, gitanos, quirománticos o videntes (también si se hace en broma).

Hacerse interpretar las líneas o las venas de las manos sea en serio o bromeando.

Hacerse interpretar la escritura de mano (grafología).

Leer en el fondo del café, en las hojas de té. Interpretar las burbujas en el vino, en la yema de un huevo.

Consultar la suerte haciendo girar una llave o un cuchillo encima de la Biblia.

Colgar un anillo en un hilo o en un pelo encma de un vaso para interpretar el futuro.

Consultar un espejo de adivinación, una bola de vidrio o cristal o el "calendario astrológico".

Consultar el horóscopo para sí mismo o para otros, es decir, hacerse predecir el futuro según la posición de los astros en el día del nacimiento. También hay horóscopos que señalan el carácter.

Tirar "planetas" (papelitos de adivinación) en las ferias.

Interpretar las formas del plomo, estaño o cera fundidos o lanzar cohetes en la noche del Año Nuevo. Disparar un arma al aire o tirar objetos viejos por la ventana.

Explorar el futuro según caigan zapatillas, monedas, cajas de fósforo, cáscara de naranja y manzanas después de tirarlos al aire. Asimismo toda interpretación con cáscaras de naranja o similares, al pelarlas, etc.

Lanzar cerillas o billetes de lotería.

Interpretar sueños según la cábala o libros de sueños (toda cábala es adivinación y abominación ante los ojos de Dios).

Creer que el primer sueño en una casa nueva se va a cumplir.

Contar veinte estrellas durante ciertas noches y estar atento al sueño de la noche siguiente.

Estar atento al grito de los animales. Estudiar cartas del mes o cartas del futuro.

Hacer disolver azúcar o sal antes de tomar una decisión.

Interrogar el péndulo usando plomo, un reloj o un anillo para encontrar objetos perdidos. Asimismo para encontrar personas perdidas, etc. (El "péndulo sideral" o la "radiestesia" también son magia).

Consultar la varita mágica, un espejo, la bola de cristal, etc. (compare Os. 4:12).

Interrogar la Tabla Quija" (tabla de escritura espiritista que suele venderse bajo otros nombres, por ejemplo "Oráculo").

Examinar las entrañas de ciertos animales (compare Ez. 21:26).

Consultar la Biblia de familia o la llave heredada de los antepasados cuando alguien de la familia está muriéndose.

 

V. Curación de Enfermedades por medio del Curanderismo o Magia blanca*

Mediante manipulaciones misteriosas prescriptas, pronunciando fórmulas mágicas, oraciones o conjuros que tienen poder mágico.

Atar un hilo alrededor del brazo y la pierna añadiendo objetos como pedazos de corcho o de ruda; llevar consigo cartas contra el incendio, cartas al cielo, amuletos, cartas de encantamiento, versículos bíblicos en el pecho: contra enfermedades específicas o el "mal de ojo".

Usar aretes contra enfermedades de las orejas, nariz y los ojos.

"Soplar" sobre los niños cuando se caen y decir "nada, nada".

Llevar en el bolsillo o en los zapatos, raíces, castañas, cebollas, remolachas, arvejas, ruda macho, etc., para evitar el reumatismo y otras enfermedades; usar llamados los "remedios maravillosos".

Llevar en el bolsillo un anillo, una moneda, pulseras, etc. de cobre contra ciertas enfermedades.

Clavar un clavo en la puerta o en una viga cuando se tiene dolor de dientes.

Recoger una piedra del suelo y escupir debajo o hacer la señal de la cruz contra los dolores de costado.

Colgar sobre la puerta cebollas, zanahorias u otras raíces contra la ictericia.

Enterrar o poner debajo de una piedra antes de la bajada del sol, orina o cabellos de un enfermo (para hacer desaparecer las molestias durante el embarazo).

Cuando nace un niño o cuando se quiere hacer desaparecer lunares: enterrar ciertos objetos o pronunciar oraciones misteriosas.

Poner en la casa o el sótano un caño de hierro con una varita de madera contra el insomnio.

Instalar "medios defensivos" para protegerse de las llamadas "radiaciones terrestres" (por ejemplo, ciertos aparatos eléctricos o cajoncitos con toda clase de plomo, cobre, madera, etc.).

Eliminar verrugas con medios misteriosos, haciéndolo en secreto o en los tres nombres supremos, frotando con carne podrida, con caracoles, sapos, tocino o cuando hay luna decreciente, o cuando caen estrellas; repitiendo fórmulas mágicas frente al agua corriente o haciendo nudos en un hilo que será echado al fuego.

Curar enfermedades invocando los tres nombres supremos (Trinidad) o recitando cierta cantidad de "Padrenuestros".

Pasar la mano sobre el cuerpo de niños o sobre la parte enferma en los tres nombres supremos.

Envolverse el cuello con la media izquierda contra el dolor de garganta o con un paño rojo contra el sarampión.

Colgarse una cinta o una cadena de perlas con hilo verde de seda en el cuello; contemplar la luna decreciente y pensar algo, para combatir enfermedades de la piel.

Utilizar una cinta roja contra "las malas ondas".

Ponerse la ruda u otra hierba detrás de la oreja contra el dolor de cabeza.

Pronunciar "fórmulas de bendición" contra la fiebre, incendio, etc.

Recoger plantas medicinales u homeopáticas según principios "cósmicos" o "astrológicos" y usarlas o preparar con ellas pomadas u otros remedios. En casos extremos usarlas para hechicerías.

Curar la epilepsia o hemorragias mediante costumbres misteriosas.

Consultar para sí o para otros a los "soñadores" o "videntes" quienes diagnostican bajo un estado de sueño hipnótico, incluso a grandes distancias, prescribiendo también los remedios (clarividencia o telepatía).

Llevar orina al "vidente" el cual identifica toda enfermedad con su "don sobrenatural" y prescribe remedios homeopáticos.

Consultar toda clase de "curanderos", "conjuradores", "sanadores, ensalmistas", etc., que soplan, frotan o untan las partes enfermas, murmurando, cuchicheando y pronunciando "fórmulas" o "bendiciones mágicas" en los tres nombres supremos.

Consultar "curanderos por simpatía" los cuales quitan las enfermedades tomándolas sobre sí mismos o lanzándolas sobre otras personas, animales o plantas. Estos hacen uso de fórmulas y remedios mágicos como por ejemplo "polvo simpático" para curar heridas. La curación por simpatía y ensalmos se basa sobre la fe en una supuesta relación misteriosa entre los diversos órganos del cuerpo humano y diversos objetos del mundo exterior.

Aquí cabe mencionar que la práctica de "medir el empacho" y su curación tirando "el cuerito" también son prácticas espiritistas con las cuales uno se expone a las influencias demoníacas.

 

VI. Métodos Terapéuticos Escondidos bajo la Apariencia  de: "Ciencia Moderna" o "Medicina Alternativa"

Estos son métodos que con la apariencia de ser científicos, diagnostican y curan las enfermedades a través de técnicas no convencionales. Para el diagnóstico no utilizan el instrumental tradicional sino los sentidos o ciertas técnicas misteriosas. Lo mismo ocurre con las terapias que emplean, puesto que movilizan fuerzas que ni la conciencia ni los sentidos son capaces de captar. Por eso creemos necesario advertir que las llamadas "ciencias modernas" no son sino nuevos ejemplos de la vieja astucia de Satanás, disfrazados de tal modo que puedan aún engañar a los escogidos de nuestros días. Entre estos métodos terapéuticos más popularizados podemos mencionar:

  1. Iridiología
  2. Homeopatía
  3. Psicoanálisis
  4. Hipnotismo
  5. Autoentrenamiento
  6. Acupuntura
  7. Acupresura
  8. Yoga
  9. Magnetismo
  10. Cristalografía
  11. Grafología
  12. Parapsicología

 

1. Iridiología:

La iridiología (o diagnóstico por el iris) suele ser practicada por los homeópatas. Se basa en el supuesto que cada parte del cuerpo y de la psiquis tienen su correlación con una zona del iris. Allí se manifestarían las enfermedades pasadas y presentes de la persona por medio de ciertos signos.

Existen las "claves del iris", o esquemas de los iris de ambos ojos en los que se han delimitado los "campos de los órganos". Cada uno de estos campos corresponde a una zona del cuerpo o la psiquis. Así hallamos un "campo hepático", "campo del dedo pulgar derecho", un "campo epiléptico", etc. Sin embargo, estas claves del iris distan mucho de ser universales puesto que se conocen unas 15 claves diferentes según cada corriente.

Se han hecho serias investigaciones científicas para comprobar la correlación entre las diferentes zonas físicas y psíquica y las zonas del iris, pero no se las ha podido corroborar en ningún modo. Por el contrario, los médicos - no los iridiólogos - concuerdan en que el diagnóstico por el iris es inseguro y por ello, inoperante.

Al no poder justificarse este método científicamente, concluimos, que tiene su origen en otro lugar: el ocultismo. En realidad se trata, de otra forma de adivinación enmascarada científicamente y sabemos de muchos cristianos que han caído en su trampa.

Muchos justifican su uso diciendo que da resultado, pero a ellos contestamos, que por supuesto se puede hallar la salud física no sólo por el camino de la ciencia o la sanidad divina, sino también por el de la brujería. Aún cuando los cristianos que lo aceptan no lo sepan, se han hecho copartícipes de un pecado de abominación. Por ello, aconsejamos a quienes han caído en el diagnóstico por el iris, confesarlo a Dios y apartarse, y a los demás cristianos, que eviten cualquier contacto con esta "ciencia" inspirada por Satanás.

 

2. Homeopatía:

La homeopatía y sus fundamentos fueron expuestas por el médico alemán Samuel Hahnemann durante 1816-1822 en la ciudad alemana de Leipzig. Puesto que encontró mucha oposición por parte de los médicos, se trasladó en 1835 a París, donde logró posteriormente bastante difusión. Según consta en las investigaciones del gran diccionario científico francés "Larousse del Siglo XX", editado en 1930, Hahnemann afirmó haber recibido la homeopatía "por revelación de poderes sobrenaturales". Este sistema terapéutico se basa en la administración de una dilución muy suave de remedios conocidos y por otro lado, en el principio de curar a "lo semejante con lo semejante".

Pero es de preguntarse si los poderes sobrenaturales que inspiraron a Hahnemann eran poderes buenos o malos (es decir, divinos o diabólicos y de origen ocultista). Es sabido que hasta los "espíritus de muertos" han trasmitido sus "conocimientos" sobre el tratamiento de enfermedades.

No es de maravillarse que muchos homeópatas no son médicos recibidos (en la Argentina, aunque sean médicos recibidos, la medicina homeopática está solamente bajo tolerancia de la ley) y la mayoría de ellos trabajan con métodos usados en el espiritismo, como por ejemplo el péndulo y la diagnosis por el iris. En la mayoría de los pacientes, se da un desconocimiento de esto, porque es fácil ejecutar tales prácticas en oculto o bajo el pretexto de un simple examen médico del ojo.

En diversos lugares se ha confirmado que, por lo menos el 90% de los homeópatas, están trabajando con métodos y prácticas espiritistas, como detallan los siguientes tres ejemplos:

1) El Dr. Kurt E. Koch (autor de varios libros contra el ocultismo) afirmó que según su experiencia y observación en muchos países, de diez homeópatas, nueve determinan los remedios que van a aplicar en sus pacientes con métodos espiritistas, como el péndulo y la diagnosis por el iris.

2) Un homeópata alemán conocido y de buena reputación, hizo declaraciones delante de una hermana en la fe. Pertenecía a la Asociación de los homeópatas de Alemania que tiene más de 300 miembros y que los conocía a todos personalmente. Según sus propias observaciones, manifestó que le sobraban los dedos de sus manos para contar los homeópatas, que trabajen en forma natural para determinar los remedios.

Hemos observado, al dar asesoramiento espiritual en Elsass-Lothringen, Francia, que la mayoría de éstos trabajan empleando métodos espiritistas, y por eso creemos en la necesidad de advertir acerca de la homeopatía.

3) En el sur de Francia vivimos la siguiente experiencia: tuvimos una reunión de oración con dos hermanas que están traba jando fervientemente para el Señor. Pero al observar cierta inhibición en sus oraciones, les hicimos algunas preguntas. Salió a la luz, que habían consultado a un homeópata (era sabido que empleaba el péndulo) y que se habían curado con los remedios prescriptos por éste. Posteriormente, las dos hermanas manifestaron y aclararon que antes de consultar a aquel homeópata dialogaron con un médico clínico, quien recetó exactamente el mismo remedio que les prescribiría más tarde el homeópata. Hasta compraron este remedio en la misma farmacia. La diferencia sólo fue que no les hizo efecto. A través de lo mencionado y tomando en cuenta que el Espíritu de Nuestro Señor Jesucristo, no puede estar en comunión con las tinieblas (Oseas 4:12), es obvio que las dos hermanas no fueron curadas con el remedio, sino a través de un espíritu demoníaco. Ellas, después de arrepentirse y de apelar a la purificación por la sangre de Jesucristo, pudieron orar con libertad.

Las experiencias indican que tal tratamiento místico no está basado en ciencia alguna, y por el gran peligro de una influencia espiritista que ocultan detrás del tratamiento, es muy aconsejable evitarlo y dejarse purificar por la sangre de Jesucristo si se ha estado en tratamiento con ellos.

"Y ¿qué acuerdo hay entre el Templo de Dios y los ídolos?" ..."Por lo cual salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré" (2 Cor. 7:16-17). Para profundizar en lo expuesto medite 2 Cor. 6:14-18; 7:1; Deut. 18:9-14; Lev. 19:31; 20:6 y 27; Apoc. 21:8; 22:15.

Querido lector, tal vez Ud. ahora está inquieto por lo leído, o está en dudas en cuanto a cómo poder tener una conciencia limpia. Todos los pecados que el Espíritu Santo le muestre, confiéselos a Dios con un espíritu humilde y un corazón sincero. ¡Venga a Jesús! Con su sangre preciosa le purificará de toda desobediencia hacia la infalible Palabra de Dios y le libertará de las cadenas de Satanás. Solamente así Ud. conseguirá una liberación y victoria en todas las esferas de su vida.

Nota:

La oposición provocada algunas veces por la versión anterior de este tratado sobre la homeopatía, nos llevó a un estudio más profundo de la misma. Así encontramos que no se puede contradecir lo expuesto: más bien hay evidencia que los mencionados "poderes sobrenaturales" son poderes demoníacos. Las teorías y los cono cimientos en los cuales se basa la homeopatía no poseen ninguna base lógica o científica. Todo se puede deducir a una simple sugestión o creencia.

Siendo creyentes en el Dios vivo de la Biblia no podemos adoptar la homeopatía, porque Dios no necesita de estos medios o prácticas similares. La Biblia dice: "Si oyereis atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hiciereis lo que es recto delante de sus ojos, y diereis oído a sus mandamientos, y guardareis y observareis todos sus estatutos, ninguna enfermedad... te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador." (Ex. 15:26).

 

3. Psicoanálisis

Es un método terapéutico ampliamente aceptado en la actualidad. Su iniciador, S. Freud, partió para formularlo del "modelo médico". Es decir, consideró todas las perturbaciones de la personalidad como "enfermedades". Según su concepto, el hombre está expuesto a influencias exteriores a él (herencia, medio familiar, experiencias infantiles, etc.), que lo afectan "enfermándolo" mentalmente y provocándole disturbios emocionales. De este modo, para lograr la recuperación de los enfermos, es necesario conocer la causa o causas de la enfermedad y eliminarla. El tratamiento recomendado por Freud es, precisamente, el psicoanálisis. Por medio de éste se analiza el alma o psiquis en busca de aquellas causas. La "retrospección", o sea la investigación en sucesos del pasado, es el medio usado para determinarlas. Para ello, en sucesivas entrevistas, se indaga en el pasado del paciente a través de preguntas, hipnosis, distintas clases de tests (dibujos, escrituras, etc.) formulados por el psicoanalista. Este analiza las respuestas o resultados y así, una vez halladas las causas de la perturbación, trata de eliminar sus efectos a fin de hallar el equilibrio y la paz interior del paciente.

En verdad, el psicoanálisis investiga el alma humana con recursos humanos, es por eso que sólo puede dar una paz ficticia. Su falla principal es que niega la verdadera causa de todos los males que afligen al hombre: el pecado. En consecuencia, busca solucionar sus problemas fuera de lo que determina la Biblia, o sea el perdón que ofrece Jesucristo en la cruz. El peligro que entraña la práctica psicoanalítica es que abre el alma a las influencias extrañas de las potencias ocultas. La experiencia demuestra cuántas personas, expuestas por el psicoanálisis a las fuerzas ocultas, son víctimas de una terrible opresión satánica.

 

4. Hipnotismo:

Es una técnica que se aplica para curar ciertas enfermedades, generalmente de origen psíquico, o bien para anestesiar a la persona. En términos generales, podemos describir al hipnotismo como el proceso por el cual una persona pierde el control de sí misma, sufre un "estrechamiento del campo de la conciencia" y queda sometida a la voluntad del hipnotizador.

Como cristianos, es obvio el peligro que esta práctica entraña. No sólo por el sometimiento que se produce hacia otra persona ajena a nosotros mismos y a nuestro código moral, sino por el estado de indefensión que provoca, exponiendo al hipnotizado a cualquier potencia extraña. En verdad, frecuentemente ocasiona fuertes daños psíquicos y terribles ataduras espirituales a poderes demoníacos. La antigüedad pagana conocía esta práctica y su objetivo principal era la adivinación: los médium o brujos de todas las épocas, han aprovechado el estado hipnótico para lograr el estado de trance necesario a sus ritos de adivinación. En la actualidad, disfrazada con fines científicos, no deja de tener los mismos peligros, pues son las mismas fuerzas del mal las que la mueven.

Muchos se han entregado al sueño hipnótico para curarse trastornos de la personalidad y por cierto que lo han logrado. Son muchos los hombres de ciencia renombrados que lo recomiendan. Pero aún ellos, al hipnotizar, usan fuerzas que desconocen. La realidad es que, por muy científico o inofensivo que parezca, el hipnotismo abre una puerta a Satanás, quien sin retardo entrará a tomar posesión no para curar, sino para "robar y destruir".

 

5. Autoentrenamiento:

El autoentrenamiento (otros nombres son: entrenamiento autógeno, autosugestión, sugestión, etc.) es una práctica que está tomando auge en los últimos tiempos. Los medios de difusión lo recomiendan como "una importante ayuda para la vida" y son innumerables los ejecutivos y deportistas consagrados que lo practican. Consiste en un dominio del propio sistema nervioso vegetativo por medio del cual suelen vencerse la obesidad, la toxicomanía, el tabaquismo y la drogadicción. La técnica del autoentrenamiento se ha desarrollado a partir del hipnotismo, cuando se experimentó con ciertos estados producidos por éste. El Lic. J. Schultz, creador del autoentrenamiento, trabajó por varios años con el hipnotismo y observó que las personas hipnotizadas experimentaban con absoluta regularidad un sentimiento de pesadez y temperatura. Luego hizo el experimento en sentido inverso, logró que los pacientes llegaran por medio de autosugestión al estado de "pesadez" o de "temperatura" y los ponía así en un estado de autorrelajamiento y a este proceso lo llamó autoentrenamiento. Así es como uno mismo puede llegar a un estado de "éxtasis" o "autointrospección armónica". Se trata, más específicamente, de una autohipnosis. Esta se diferencia en un grado inferior y otro superior. En el grado inferior, el autoentrenamiento se limita a un cúmulo de sensaciones físicas: pesadez, temperatura, sosiego o placidez, que pueden llegar hasta la inmovilización del corazón y es donde el practicante se acerca más al grado superior. Una vez que el grado inferior es totalmente dominado (por lo general después de dos o tres meses de práctica intensiva), se pasa al grado superior. Este puede conducir a la insensibilidad total de la persona. Además, es cuando en la mente comienzan las representaciones mentales de objetos, colores, conceptos puramente abstractos y la percepción interior de sonidos que han calificado como "voces de ángeles" y de "música celestial". Cualquier pregunta que esta persona haya dirigido a su inconsciente como antelación a la práctica, premeditadamente, tiene en esta etapa respuesta. Por ejemplo, "¿Existe Dios?", "¿Tiene sentido la vida?", "¿Qué hago mal?". Si en cambio, el practicante espera ver objetos, llegará a verlos. Quien ha experimentado estas visiones, las señala como el acontecimiento de liberación más grande que ha experimentado en su vida.

Sometido a la crítica de los médicos, en general han juzgado negativamente a la práctica del autoentrenamiento. Algunos, directamente, la califican de disparate; otros, más específicamente, han puntualizado que "si el enfermo sufría antes del tratamiento una enfermedad autosugestionada, después se encuentra en un estado de salud sugerida".

Desde el punto de vista cristiano, debemos considerar la práctica del autoentrenamiento como "altamente peligrosa". Las razones que damos para ello son:

1. El Espíritu Santo obra junto con el espíritu del hombre y sus habilidades. Jamás las disminuye y menos las anula; en todo caso, las corrige. Dios se revela a Sí mismo por la Biblia y, para conocerla el hombre no necesita ser trasladado a un estado en que sus facultades sean menguadas.

2. El autoentrenamiento reduce la capacidad crítica, de orientación y autodeterminación del ser humano y lo lleva a la pasividad. Y justamente esta pasividad y disminución de nuestras facultades desafían a los demonios para que las usen. La pasividad es la causa de la entrada de los poderes satánicos.

3. Los que practican el autoentrenamiento afirman que éste los tranquiliza, los hace superiores, alegres y libres. Por lo tanto, ya no necesitan a Dios. Esto hace del autoentrenamiento una religión sustituta.

4. Jesucristo nos invita a través de Su Palabra a mirarlo únicamente a El como la Verdad y jamás a dirigir nuestros ojos a nosotros mismos - seres caídos - ni a nuestra "visión interior".

Este es el principal argumento por el cual advertimos contra el autoentrenamiento, práctica aprovechada por Satanás para engañar a los hombres en estos tiempos (lo mismo vale para la hipnosis y otras prácticas dudosas).

Si usted ha tenido contacto con el autoentrenamiento y sus prácticas, debe abandonarlas totalmente, interior y exteriormente. Haga esto en el nombre de Jesucristo. Así, sólo así y únicamente en El, podrá experimentar una auténtica liberación de su ser.

 

6. Acupuntura:

 

A) Origen

La acupuntura (del latín: acus = "aguja" y puntura = "punzada"), fue aplicada hace ya unos 3000 años a.C. por la medicina china, una de las más antiguas del mundo. Oralmente trasmitida durante el curso de los tiempos, fue cuestionada hasta sus últimos fundamentos.

La acupuntura tiene su origen en la China antigua y estuvo basada en su filosofía. La acupuntura moderna, que emplea hierbas medicinales, tiene sus bases filosóficas y prácticas en el Taoísmo. Fue ésta una escuela filosófica fundada alrededor del siglo III a. C., y basada en la metafísica de la "escuela de adivinos", estrechamente ligada a los ejercicios ascéticos y a la autosugestión. La enseñanza del Taoísmo, expuesta en la obra "Tao To King", tuvo su apogeo entre los siglos III y VII después de Cristo.

 

B) Naturaleza y enseñanza

La acupuntura se basa en la teoría china apoyada en dos principios: a) La existencia de la "energía vital" invisible, "Ch'i". b) Los misteriosos "meridianos", canales invisibles que se extienden bajo la superficie de la piel por todo el cuerpo y que trasmiten la energía vital a todos los miembros del cuerpo. Esta energía vital circula por todo el cuerpo renovándose con un ritmo de 24 horas a través de 14 "meridianos", 12 de los cuales son simétricos (en analogía, existen también 12 distintos "pulsos", en base a los cuales el acupuntor realiza el famoso diagnóstico de pulso).

Existen además otros 8 meridianos que cumplen funciones más complicadas.

La energía vital es controlada por el "Yin" y el "Yan", dos oponentes universales negativo y positivo, presentes en toda la naturaleza. Cada enfermedad es provocada por un desequilibrio entre estos dos oponentes, impidiendo así la circulación normal de la energía vital por el cuerpo. Los meridianos se extienden en el cuerpo por vías exactas en las que se localizan 750 a 950 puntos. (La acupuntura clásica mencionaba solamente unos 365 a 380). Estos son los puntos que punzados con agujas, restablecen el equilibrio de la energía vital. Es notable que estos meridianos no tienen ninguna relación anatómica con el sistema nervioso ni con la circulación sanguínea.

Los filósofos y médicos chinos ya han extraído todas las posibles enseñanzas sobre esta mística energía vital. Y deben admitir que hasta ahora no encontraron ningún fundamento científico para poder explicar el funcionamiento de la acupuntura. Lo único que cuenta para el pueblo chino es el éxito del tratamiento.

 

C) Resultados de las investigaciones:

A partir del la Revolución Comunista en China de 1949, la acupuntura recibió un nuevo impulso que parece ser más significativo que el comunismo de Mao Tse Tung en el sector político. Como consecuencia de los éxitos extraordinarios que lograron conocidos médicos en hospitales de la China (allí se emplea la acupuntura junto con la medicina clásica occidental), se están haciendo desde hace algunos años investigaciones científicas en varios países.

Los cristianos deben enfrentarse con esto y las consecuencias de este método terapéutico chino, analizando su origen y reflexionando sobre las consecuencias de su aplicación. Algunos cristianos, efectivamente, se han sometido a tratamientos de acupuntura, pues en los países occidentales ya existen innumerables médicos acupuntores. Por ejemplo, en Francia hay en la actualidad 900.

A causa de las distintas opiniones de los médicos en el occidente y por los muchos pedidos de aclaración, es necesario examinar los distintos aspectos de la medicina china, en base a las investigaciones realizadas en el campo médico y espiritual.

En las diversas publicaciones de revistas médicas, se ve primeramente que hay que diferenciar entre la acupuntura que se emplea en el Oriente desde hace miles de años, para combatir todas las posibles enfermedades y el método moderno de anestesia local por acupuntura para las operaciones.

El empleo de agujas que no se hace según la anatomía del cuerpo sino según los místicos meridianos con puntos "positivos" y "negativos", parece tener en primer lugar efectos psicosomáticos: porque el enfermo confía plenamente en el método terapéutico, éste resulta de ayuda en muchos casos, donde la enfermedad tiene causas psíquicas. En todo caso, muchas enfermedades curadas por la acupuntura, son de origen psíquico; por eso la autosugestión y la hipnosis tienen grandes posibilidades.

Los médicos chinos tienen sus razones y experiencias místicas, pero no pueden dar explicaciones reales a los resultados de sus tratamientos. Por eso se entiende que muchos médicos del Occidente sean escépticos frente a los métodos místicos de la antigua China.

A pesar de todos los descubrimientos sobre los fenómenos eléctricos no se ha encontrado ninguna explicación al por qué se pueden curar enfermedades con la acupuntura. Conociendo bien la historia, la cultura, la filosofía y la religión china, no se puede dar explicación lógico-científica alguna. La filosofía de los chinos acerca del Universo, les hace posible renunciar a la lógica (cuando, por ejemplo, encuentran errores en la anatomía y la fisiología del cuerpo humano) y apoyarse simplemente en los éxitos de su método terapéutico no exigiéndole precisiones científicas.

Pierre Almaric, oculista de fama mundial, comenta en el diario "Le Monde" (16/17 de noviembre de 1972), después de su viaje de estudios a la China: "Lo que me impresionó más es que los pacientes manifiestan una confianza total en la acupuntura, y pienso que la educación de las masas por los medios de comunicación es ciertamente un factor importante... Un número de médicos, incluso en los puestos más altos de la jerarquía china, no creen en la efectividad de la acupuntura y lo admiten francamente en público".

El médico francés Dr. Escoffier-Lambiotte declaró en "Le Monde" (8 de noviembre de 1972): "Los niños aprenden este método en la escuela, a los siete años de edad... prácticamente existe una preparación psicológica en los hogares y en las escuelas... Los pacientes son elegidos de antemano según su "susceptibilidad". Esta elección se hace según varias conversaciones con el acupuntor. La preparación moral o trabajo ideológico es una fase indispensable de la analgesia por acupuntura". (La cita anterior es un extracto de una publicación oficial de los mismos especialistas).

Respecto a la acupuntura como método terapéutico general, el licenciado Erwin H. Ackerknecht escribe: "Los meridianos, canales y puntos, nunca fueron comprobados ni anatómica-, ni fisiológicamente a pesar de los muchos esfuerzos. Los exámenes eléctricos tampoco dieron resultado... Pero de ninguna manera puede negarse que con ciertos enfermos y enfermedades han tenido éxito. También los homeópatas, los médicos naturalistas, los espiritistas, los curanderos y los ensalmadores tienen éxito.

"Todos los buenos resultados y milagros pueden ser explicados fácilmente como resultado de la sugestión. Es sabido desde hace más de cien años, que por la sugestión y la hipnosis se pueden producir radicales cambios físicos; se puede operar bajo los efectos de la hipnosis, sin la acupuntura ni el libro rojo y sin causar dolores. La sugestión ciertamente es una explicación mejor que las místicas fuerzas de la sabiduría primitiva".

El médico inglés Dr. William R. Morse, ex Director del Instituto de Anatomía y profesor en la Universidad Popular de China Occidental, ha hecho observaciones personales sobre los médicos chinos y lo ha publicado en su libro "Medicina China" en 1934. Afirma que un gran número de médicos tuvieron éxito y muchos enfermos fueron sanados. Pero durante los años de tumultos no había ni examen ni control de la profesión médica de modo que cualquiera podía pretender ser acupuntor. De esta manera, se manifestó cuán crédulo era el pueblo chino, y surgieron curanderos en tropel por todos lados. Así, pues, puede entenderse el siguiente dictamen que el Dr. Morse, después de largos estudios y muchas observaciones, emite sobre los médicos chinos: "...Las prácticas terapéuticas de la China, no sólo consisten en su mayoría, sino que puede decirse que consisten en su totalidad, en una mezcla de filosofía, religión, superstición, magia, alquimia, astrología, adivinación, hechicería, demoniologia y curanderismo".

 

D) Motivos ocultos:

El General Chiang-Kai-Shek, que fue influenciado en cierta manera por el cristianismo, quería, siendo todavía gobernador en China, favorecer la medicina clásica del occidente. Trató de promulgar una ley contra la acupuntura que fue prohibida en 1929 por el gobierno del Kuomintang. Esta ley prohibía el ejercicio de la profesión a 400.000 acupuntores, sin mencionar a los "ayudantes", los "trabajadores médicos" de las fábricas y aldeas y también a los llamados "médicos descalzos" (cuya preparación médica había ocurrido principalmente en el campo de lo práctico). Todo el pueblo,, ligado al culto de los antepasados y a la superstición, se rebeló con vehemencia contra el proyecto de ley de Chiang-Kai-Shek.

La oposición, bajo la dirección de Mao Tse Tung, estaba en estrecha relación con las masas. Reconocía que la medicina tradicional antigua, correspondía a la creencia y los anhelos de la mayor parte de la población. Por eso los comunistas apoyaron la antigua medicina china. La simplicidad de este método terapéutico y su poco gasto, que lo ponía al alcance de todos, impulsaron a Mao a devolver a la acupuntura su "honra" y luego a desarrollarla.

Chiang-Kai-Shek luchó contra esta creencia antigua del pueblo, mientras Mao logró la confianza de las masas por el apoyo que dio a esta creencia. En realidad esto es el fondo espiritual de la gran lucha de los líderes de los ejércitos chinos. Así, pues, el comunismo ayudó a la antigua creencia popular china, dando a la medicina tradicional y a la acupuntura un estímulo grande y completamente nuevo.

El pueblo chino era supersticioso desde tiempos antiguos. El culto de los antepasados, inspirado por espíritus demoníacos, los condujo a la superstición y a la brujería. El concepto chino del Universo, profundamente ligado a la vida total del pueblo, lo llevó a protegerse de las influencias dañinas de la naturaleza. Para ello, comenzaron a usar toda clase de amuletos y fórmulas de exorcismo, procurando sanarse mediante la acción de curanderos, ensalmadores, panaceas universales, pociones mágicas, etc.

Así los poderes ocultos dominan al pueblo chino y se explica, también, por qué la población es tan abierta a la influencia de la acupuntura y por qué los pacientes tienen una confianza total en este método terapéutico y en sus especialistas.

Cualquiera que sean los resultados de las investigaciones sobre el aspecto eléctrico de la energía vital, no se puede negar la sugestión y los efectos de la hipnosis en la acupuntura. Así lo comprueban los exámenes e investigaciones de los médicos de varios países. Además los mismos médicos chinos lo admiten. (Actualmente se niegan a aplicar la anestesia por medio de la acupuntura a pacientes del Occidente residentes en China.)

 

E) Los cristianos y la acupuntura

De la exposición anterior sobre el origen, naturaleza y desarrollo de la acupuntura, resulta claramente, que los creyentes, no deben exponerse a los espíritus que han inspirado este método terapéutico, que hace pocos años inunda a Occidente, igual que el "yoga" de la India.

Pues, "son espíritus de demonios que hacen señales" preparando el camino a los reyes del Levante (Apoc. 16:12-14). Encuentran en los pueblos de Occidente corazones bien preparados por un ocultismo manifestado bajo muchas formas de superstición, astrología, espiritismo, magia, etc. y extendiéndose de manera sorprendente durante los últimos años por los países llamados cristianos.

@INT10.6 = Debido a la propaganda de las asociaciones médicas occidentales de acupuntura, es necesario que los cristianos sean advertidos acerca de los aspectos médicos y espirituales de este método terapéutico y que puedan enfrentarse como testigos de la verdad en Jesucristo con las respuestas respectivas.

@S/10A = Pablo anuncia en 2 Tes. 2:1-12, que durante el tiempo final Dios va a enviar, a los que no aceptaron la verdad, un poder engañoso para que crean en la mentira. Este poder se manifestará por medio de señales y prodigios mentirosos, y aun será un medio de juicio a los que no han querido creer en las verdades de Dios.

 

7. Acupresura

Es otra técnica oriental, basada a su vez en la acupuntura. Su terapia se basa en el funcionamiento de los llamados "puntos de presión", que están diseminados a lo largo de los mismos meridianos que supone la acupuntura. Se trata, a diferencia de aquélla, de un método que no exige ningún conocimiento ni formación especial, es totalmente indoloro y aplicable por el mismo enfermo. Sólo se necesita hacer presión con los dedos sobre los "puntos", en este caso "puntos de presión", lo cual elimina aun todo instrumental. Por supuesto, se han logrado muchos tratamientos exitosos aplicando la acupresura, sin embargo, tal como la acupuntura, este método tiene su origen en prácticas mágicas y supersticiosas del pueblo chino y por lo tanto los cristianos deben evitar todo contacto con él.

 

8. Yoga:

Es una técnica que trata de lograr, por medios ascéticos y corporales, el dominio total de las funciones vitales y de este modo, la armonía con la verdadera naturaleza de la persona.

Si bien hay diferentes formas de yoga, todas tienen su origen en las antiguas tradiciones paganas de la India. Por medio de diferentes grados ascendentes, intentan alcanzar la más alta naturaleza, es decir, la unión con el Dios-Brahma, el máximo de los dioses.

Se valen para ello de sistemáticas meditaciones, concentraciones, ascetismo, éxtasis, ejercicios respiratorios y posturas de los músculos y los nervios. El Hatha-Yoga es la forma del yoga que más se extendió en Occidente, y pretende ofrecer sencillamente técnicas para el relajamiento del cuerpo y mejorar la salud en general. En realidad, los ejercicios corporales ayudan a mejorar el estado de salud y quienes practican el Yoga lo aseguran. Pero el Yoga no es inofensivo. El peligro que encierra consiste en los verdaderos efectos que provoca, más allá del bienestar físico. Ocurre que con los pacíficos y apacibles ejercicios que propone, se busca lograr metas de carácter espiritual. En verdad, quien practica cualquier forma de yoga abre su cuerpo y su alma a las influencias misteriosas del espíritu hinduista.

El "Centro de estudios de Yoga" de París expresó: "..La influencia del espíritu sobre el cuerpo es sin duda evidente, pero la influencia del cuerpo sobre el espíritu es menos conocida. El dominio del cuerpo conduce al dominio del espíritu. El método más seguro y comprobado para esto es el yoga, cuyos principios fueron descubiertos hace unos miles de años por filósofos de la India. El Hatha-Yoga es el más efectivo para los occidentales ya que se adapta perfectamente a sus problemas y su civilización. Pero estando basado en las antiguas técnicas hindúes, busca y provoca cambios en el cuerpo, en el espíritu y en la vida personal".

De este modo los ejercicios Yoga, si bien al principio pare cieran limitarse al terreno físico,persiguen en el fondo un objetivo espiritual. Así pues, quienes adhieren a su práctica, son involuntariamente llevados a abrirse a las influencias del mundo espiritual. Y cuando más alto sea el grado que alcancen les serán recomendadas ciertos tipos de "oraciones" y "meditación", quedando abiertamente expuestos a la influencia demoníaca del hinduismo. Es pues, evidente que el Hata-Yoga, descendiente del clásico Yoga asiático, es algo más que una gimnasia corporal. Es, en realidad, un intento de autorredención y autoliberación, en tanto pretende unirse con Dios a partir del dominio del cuerpo y por sola iniciativa y esfuerzo humano.

La Biblia propone el camino inverso: no un intento del hombre para llegar a Dios - de abajo hacia arriba - sino Dios acercándose al hombre para salvarlo por medio de Cristo y renovándole el espíritu por medio de su Espíritu Santo. La salvación que presen ta la Biblia - la auténtica salvación - viene de arriba hacia abajo y prescinde de los esfuerzos del hombre.

Es por esto que vemos la necesidad de señalar los peligros que oculta el Yoga, a fin de que los cristianos se abstengan de tener contacto con ninguna potencia extraña a la de su Señor.

 

9. Magnetismo:

El magnetismo procura curar las enfermedades a través de la misteriosa "fuerza magnética" que algunas personas poseen. El fundador de esta nueva ciencia, F. Mesmer, pensaba que el organismo del hombre está formado por el mismo fluido que compone el Universo. El fluido interno y el externo guardan entre sí un equilibrio; la ruptura de este equilibrio provocaría, según Mesmer, las distintas enfermedades. Basado en las experiencias que el mismo, realizó con el hipnotismo, llegó a la conclusión de que el "magnetismo" puede ser trasmitido de ciertas personas a las demás, mediante caricias, imposición de manos o el "toque" con una vara. Así se restablecería el equilibrio perdido.

Vemos pues la necesidad de aclarar que no se trata sino de fuerzas espiritistas similares a las del hipnotismo.

 

10. Cristalografía:

Es un método de diagnóstico que se basa en el análisis de la sangre. Pero dista mucho del examen corriente de la sangre, con base absolutamente científica. Por el contrario, usa una gota de sangre como espejo mágico para determinar las enfermedades. De este modo, para diagnosticar las enfermedades este método no usa rigor científico, sino fuerzas demoníacas manejadas por Satanás y expresadas místicamente. Por ello sentimos la obligación de advertir acerca de los peligros que imparte, para los creyentes, el uso de la cristalografía.

Podemos acotar que una práctica similar se hace con la orina de las personas.

 

11. Grafología:

Es un método que diagnostica enfermedades y perturbaciones por medio del análisis de la escritura de la persona. Pretende, además, sanarlas, sugiriendo ciertos cambios en los signos de la misma. Totalmente carente de base científica, esta "ciencia" debe ser rechazada también por los verdaderos creyentes, puesto que mueve fuerzas misteriosas. Es imposible admitir que el cuerpo o la mente sanen porque el enfermo comienza a escribir con otros rasgos. Advertimos contra los peligros que encierra la grafología, pues su apariencia totalmente inofensiva, es titulada por muchos de "científica". Esta "apariencia" es usada por Satanás para engañar a muchos que son de Cristo y llevarlos así a su reino de oscuridad.

 

12. Parapsicología:

A pesar de no ocuparse esencialmente de la curación de en fermedades, consideramos importantísimo, dada su amplia difusión, incluir aquí el siguiente párrafo sobre este tema.

Se la considera una rama de la psicología que investiga científicamente todo tipo de fenómenos extrasensoriales no clasificados por la psicología común, tales como la adivinación, la telepatía, la telequinesis, la hipnosis, la levitación, la clarividencia, la percepción de sucesos del futuro, del pasado o muy distantes en el espacio, la vida después de la muerte, el magnetismo del péndulo, etc. Esta "ciencia moderna" trata de comprobar que todos estos fenómenos son el resultado de la acción de la mente humana aprovechando sus facultades al máximo. Niega, por lo tanto, la intervención de agentes externos sobrenaturales, ya sean divinos o demoníacos. Así, los parapsicólogos realizan muchas de sus investigaciones dentro del campo del ocultismo, participando en sesiones espiritistas y toda clase de prácticas ocultas. El solo hecho de que investiguen en el área del ocultismo con pretensiones científicas, ya de por sí es suficiente para que se la rechace, pues como hemos visto en la primera parte de este libro, Dios prohibe terminantemente el contacto con lo oculto.

Es necesario que los cristianos sepan que, a pesar de la fachada científica de la parapsicología, ésta es en realidad otra forma de ocultamiento de la actividad de Satanás, puesto que sus cultores nunca presentan resultados seguros, ni conclusiones ciertas y, en todo caso, la intervención demoníaca es evidente.

 

 

VII. Idolatría religiosa

Cada culto de imágenes (orar, arrodillarse ante  imágenes y estatuas, venerarlas, besarlas, pedir favores, llevar o adorar "reliquias" de los santos, etc.) está severamente prohibido en las Sagradas Escrituras (Ex. 20:4; Lv. 26:1; Deut. 4:12-19; Is. 40:18-26; Rom. 1:23; Hech. 17:29).

@INT10.6 = La afirmación de que en realidad se adora o venera la personalidad divina reproducida en la imagen, en verdad es una excusa puesto que la Biblia es bien clara en cuanto a los ídolos, imágenes, etc. Dios quiere ser adorado en "espíritu y en verdad" (Jn. 4:24), lo que es opuesto a la adoración o veneración de una imagen a través de los sentidos (adoración sensorial). Lo cierto es que esta tendencia de representar a la Divinidad en imágenes es un síntoma de incredulidad; es una expresión del "ver para creer". Pretender adorar a Dios por medio de una imagen o ante una estatua, es el primer paso hacia la apostasía, la idolatría y la superstición. La historia del pueblo de Israel y también la historia de la Iglesia cristiana, enseña que este culto representa un gran peligro para los verdaderos cristianos de la actualidad. "Ni seáis idólatras, como algunos de ellos". Los israelitas exigieron a Aarón una representación sensorial del Dios vivo y Todopoderoso, el cual los había sacado de Egipto "con mano fuerte y brazo potente" (1 Cor 10:7; Ex. 32:1,4; Deut. 4:16-19; Neh. 9:10; Hech. 7:41). La tendencia sutil hacia la "adoración sensorial" generalmente brota de una incredulidad escondida (vea también los ejemplos más adelante).

Por otra parte, las oraciones dirigidas a los "Santos" son totalmente contrarias a las Escrituras, en donde no tienen ningún asidero. Esconden a su vez el peligro de dirigirse a los "ejércitos del cielo" (malos espíritus). Asimismo las oraciones por los muertos entrañan el peligro de caer en prácticas espiritistas aun inconscientemente.

Jesucristo dijo: "Nadie viene al Padre sino por mí" (Jn. 14:6) y Pablo añade "Hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo" (1 Tim. 2:5-6; Rom. 5:10-11, 17; He. 10:19-23).

 

Otras formas de idolatrías y supersticiones religiosas son: Colocar la Biblia u otros libros religiosos debajo de la almohada, debajo de las partes enfermas del cuerpo o simplemente manteniéndolos abiertos sobre un mueble.

Abrir la Biblia en cualquier parte para conocer el futuro (por ejemplo, salmo largo significa "año largo").

Dar a la Santa Cena o al Bautismo un sentido mágico, esperando de tales ceremonias efectos especiales, en vez de vivir en un constante camino de arrepentimiento y fe para lograr la santificación de la vida.

Repetir una determinada cantidad de oraciones o "padrenuestros" a fin de obtener de Dios alguna cosa (Mat. 6:7).

Nombrar a la Trinidad o alguna de sus personas cuando se preparan o ingieren medicamentos.

Hacer la señal de la cruz cuando se pasa delante de los templos u "objetos sagrados", hacer inclinaciones o genuflexiones cada vez que se quiere conjurar un peligro.

Inclinarse delante de ciertas personas de la jerarquía religiosa.

No apoyarse, durante algún tiempo, mientras se ora de rodillas. Adoptar posiciones especiales mientras se hacen oraciones.

El uso del rosario. Evitar una discusión acalorada rezando un Ave María.

Estar sentado sin poner una pierna sobre la otra.

 

VIII. Brujeria, magia negra, espiritismo

Libros de brujería: estos frecuentemente están escritos bajo una apariencia "religiosa", como lo indican sus títulos: "Escudo del Espíritu", "Santa Bendición para Uso de los Piadosos Cristianos", "El Libro de los Siete Sellos", etc. El más peligroso de todos los libros de magia es el llamado "Sexto y Séptimo Libro de Moisés", cuya influencia maligna se ha extendido por el mundo entero. Algunos conjuradores, curanderos, etc., trabajan con este antiguo libro de brujería hindú para curar toda clase de enfermedades, por medio de conjuros o fórmulas mágicas. Con éstas, se componen y administran los remedios más misteriosos con lo cual infinidad de personas caen inconscientemente en las subyugaciones y cadenas de Satanás y no llegan a tener certeza de salvación. Hechiceros experimentados son capaces de poner en acción poderes demoníacos contra inconversos y también en animales.

Posesión de libros de brujería y tratados sobre ciencias ocultas. Estudio de literatura anticristiana, de filosofía atea y de Teología racionalista.

Prácticas misteriosas en determinadas horas (a la puesta o salida del sol, a "medianoche", "debajo de la luna") o en determinados lugares (encrucijadas, cementerios, bosques, lugares oscuros) y hacer esto "sin ser visto", "sin volverse", "calladamente", "caminando hacia atrás", etc.

Vender el alma al diablo, firmando el contrato con la propia sangre, con el propósito de alcanzar beneficios terrenales, poderes especiales, sanidades, o para conseguir piedras mágicas para ahuyentar malos espíritus.

Repetición de fórmulas mágicas, plegarias mágicas" o "bendiciones mágicas", para cortar hemorragias, apagar incendios, etc.

Cuando el ganado está enfermo: se suele llamar a un curandero para realizar prácticas misteriosas y supersticiosas en el establo o delante del mismo, tales como colgar cebollas sobre la puerta, barrer tres veces delante de éste; poner cosas sagradas en el zapato izquierdo y colocar el mismo en el establo.

"Magia negra" o "arte negro" (del persa "Mag = Mago" que significa "el grande"). Por medio de ella se busca codiciosamente la posesión de los más altos poderes de Satanás, para hacer obras sobrenaturales y "milagros" o prodigios mentirosos, por ejemplo: los hechiceros en Egipto (Ex. 7:12,22; 8:7), el mago Simón (Hech. 8:9) y los actuales encantadores. La magia negra puede incluso causar daños y desgracias a otros, como "el mago Elimas" (Hech. 13:6-12) o los "monjes Lamas" (actualmente hay cerca de 750.000) o los "Adoradores de Satanás" del Tibet, los cuales como maestros del ocultismo dominan, a través de poderes secretos, hipnóticos o telepáticos, a las criaturas y la materia, y realizan milagros increíbles, según el relato de once científicos holandeses. Estos Monjes Lamas influyen conscientemente en la voluntad de jefes de estados occidentales y de pueblos cristianos, para "preparar el camino a los reyes de oriente" (2 Tes. 2:8-10; Apoc. 16:12-14).

El arte de la "magia negra" y la brujería florecía especialmente en los pueblos antiguos (Egipto, Babilonia, Asiria, Media, Persia, Caldea, India y China). Durante su apogeo fue principalmente practicada por sacerdotes eruditos (entre los egipcios el "hechicero", entre los medos y persas el "mago"), quienes dejaron de ella testimonios escritos. Estos sacerdotes formaban parte del cuerpo de consejeros secretos de los reyes (Dan. 2:2,27; 4:7; Est. 1:13; Ex. 7:11). Posteriormente, este arte fue asimilado por los pueblos en Palestina (especialmente por los filisteos) y pasó por Asia Menor y Grecia al Imperio Romano y más tarde al Islam.

También en Israel había sacerdotes, quienes desde el tiempo de Balaam (corruptor del pueblo), difundieron la brujería entre el pueblo, juntamente con cierto don de videncia y "revelación divina" (Núm. 24:1; 22:41; 23:14,28-30). Más tarde los profetas de Baal aconsejaron a muchos reyes con su magia y adivinación y llevaron al pueblo a la prostitución espiritual y carnal. (Num. 25:1; 31:16; 2 R. 9:22; 1 R 18:28; 2 R. 17:17).

Por esta razón había tantos endemoniados como también los había en los tiempos de Jesús, y esto además era la causa de la gran obstinación de los escribas y fariseos. Creían que Jesús había expulsado los demonios por medio de un poder mágico (Luc. 11:15-19). De este modo, bajo el Imperio Romano algunos judíos llegaron a ser maestros de la magia, el encantamiento y la adivinación (compare: los sietes hijos del jefe de los sacerdotes, Esceva, Hch. 19:14; el mago y falso profeta Barjesús, Hch. 13:6; Simón, Hch. 8:9-10). La doctrina de Balaam ya se había propagado en las primeras congregaciones cristianas (Apoc. 2;14,20). De ahí que es comprensible que, también hoy en día, la magia y la adivinación, etc., bajo el manto religioso y junto a enseñanzas correctas, pueda efectuar su obra de encandilamiento hasta en cristianos sinceros y obreros del reino de Dios y seguramente ocurrirá hasta el final de la época de la gracia.

@INT10.6 = "Los malos hombres y los engañadores (literalmente: quien clama repitiendo fórmulas mágicas), irán de mal en peor engañando y siendo engañados" hasta que venga el juicio sobre ellos así como vino el juicio a Egipto y a sus engañosos magos (2 Ti. 3:8-9,13; 1 Ti. 4:1). Todos los magos, hechiceros y adivinos serán destruidos y echados al lago "que arde con fuego y azufre" (Ex. 22:18 o Lev. 20:27; Mi. 5:12; Ma. 3:5; Apoc. 21:8).

 

El espiritismo (del latín spiritus = espíritu) es tan peligroso como la hechicería y la magia, ya que lleva a las personas a relacionarse directamente con las potencias ocultas y sus horribles subyugaciones. Este ya estuvo muy propagado en la antigüedad bajo los nombres de "invocación de muertos" o "consulta a los muertos" y fue practicado abierta y secretamente por el pueblo de Israel. Hacia la mitad del siglo XIX apareció en Norteamérica, como una "nueva ideología" acerca del mundo en general y concretamente acerca del mundo de los espíritus y se propagó rápidamente sobre todos los países cristianos de cultura desarrollada y hoy tiene millones de adeptos al igual que los pueblos orientales, donde el culto a los muertos es su religión desde la más remota antigüedad.

Su doctrina pretende ser la religión del futuro y quiere comprobar actividades de un mundo espiritual sobrenatural y presentar condiciones para la percepción y comunicación con los espíritus de los muertos. El espiritismo busca sustituir la fe en la vida después de la muerte por medio del conocimiento, basándose en supuestos experimentos científicos y así quiere explicar la vida de ultratumba y la inmortalidad.

La pretendida comunicación de los espíritus de los muertos con personas vivas se efectúa a través de los llamados "mediums" es decir personas susceptibles como intermediarias en las "sesiones espiritistas". Los espíritus invocados se manifiestan por golpes dados en la pared ("espíritus percusores"), mesas que giran o cambian de lugar, "toques de mesa", "rozamiento de mesa, vasos que tintinean, mesitas de despacho, grapho medium" (los cuales escriben automáticamente lo que el espíritu les dicta), audiencia clara, "videncia", música automática en el piano u otros instrumentos, movimiento, elevación y transporte de objetos, "apariciones y materializaciones" de espíritus, etc. Consultándolos dan mensajes del mundo esiritual y datos sobre personas, objetos perdidos y del futuro, etc.

Detrás de todos estos supuestos espíritus de los muertos se esconden (de acuerdo a testimonios de los mismos espiritistas) generalmente espíritus malos, demonios, principados y potestades de las tinieblas (Ef. 6:12; Col 2:15) con los cuales trabajan también los brujos, hechiceros, conjuradores y adivinos.

La comunicación con los espíritus malos, que ya había empezado en el paraíso (donde un animal, la serpiente, es utilizada por Satanás como medium) llevando a los primeros seres humanos a la caída, causó la total corrupción de la humanidad antigua y la llevó a la aniquilación por medio del juicio divino a través del diluvio; y preparará a la generación actual para el reino venidero del anticristo y el juicio por medio del fuego.

Por eso Dios ya en el antiguo pacto prohibió tan severamente, castigando con la muerte, la "conjuración de muertos" (nigromancia) o la "consulta a los muertos" (Lv. 19:31; 20:6, 27; Deut. 18:11; Is. 8:19). Bajo esta forma milenaria, el espiritismo constituía el principal medio de adivinación, practicado especialmente por mujeres. A una de estas adivinas recurrió el ungido rey Saúl, porque no había recibido de Dios ninguna respuesta a causa de su desobediencia y orgullo; y por eso fue condenado a muerte por Dios (1 S. 28:7-9; de acuerdo con el texto original, la adivina de En-Dor tenía el don de adivinación a través del "espíritu de los muertos"; 1 Cr. 10:13).

En los últimos decenios el espiritismo se ha propagado muy rápida y peligrosamente por todo el mundo, como una señal típica de los "últimos tiempos". Se cumple así en forma especial la palabra profética del apóstol Pablo: "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios" (1 Tim. 4:1-3).

Además el espiritismo se hace considerar cada vez más como una religión cristiana y hasta sus adeptos pretenden que conduce a la fe en Dios y a la vida eterna. En esto se apoyan en la Biblia, cuyo contenido no obstante tergiversan totalmente e interpretan de modo caprichoso. Ponen a Jesús al mismo nivel de Brahma, Buda, Zoroastro y las declaraciones de los más altos espíritus, quienes pretenden "hablar en el nombre del Salvador". Tales declaraciones son para ellos más importante que las revelaciones de Dios y del Espíritu Santo en la Biblia. A pesar de que el espiritismo habla del Salvador, niega el pecado y la culpa del hombre y proclama "autorredención" por medio de buenas acciones (Gál. 1:7-9).

En Alemania le fueron abiertas las puertas al espiritismo a través de la teología racionalista y especialmente por los escritos antisemitas del espiritista Arthur Dinter. Tales escritos fueron propagados por cientos de miles de ejemplares conteniendo una crítica destructiva del Antiguo Testamento. A través de ellos se fomentó el odio contra los judíos, y la incredulidad en la Palabra dentro del pueblo alemán, y fue allanando el camino para la dictadura de Hitler, quien estaba en contacto con el espiritismo y hablaba y actuaba movido por inspiración espiritista. Así cegó aún a muchos cristianos por medio de su posición aparentemente favorable al "cristianismo positivo".

Por lo tanto, en el fondo de todo el movimiento de Hitler, actuaban fuerzas espiritistas antisemitas y anticristianas. Todos aquellos que han participado en una organización hitleriana o han prestado el juramento a Hitler, cayeron inconscientemente bajo una influencia espiritista y están aún hoy en día atados, hasta que no renuncien conscientemente a ésta, en el nombre de Jesús

Cualquiera que ha tenido un contacto de cualquier clase con el espiritismo y sus fenómenos o variaciones - aún cuando esto haya sucedido por acciones aparentemente "inofensivas", en juegos sociales o por la participación en sesiones espiritistas - debe renunciarlo en el nombre de Jesús y aceptar la purificación por fe mediante Su sangre.

Más secreto y misterioso es el trabajo de la masonería. Se hace pasar por una organización libre, con miembros, que pretenden seguir el siguiente objetivo: "esfuerzos comunes con el fin de lograr el ennoblecimiento moral y espiritual y la unión de la humanidad", de acuerdo a un ideal general, influenciado por principios cristianos.

La masonería es en realidad una sociedad secreta muy influyente, extendida en el mundo entero, que está constituida por comunidades totalmente cerradas (Logías) con ritos simbólicos y secretos.

Originalmente era un "gremio de albañiles" que daba a sus costumbres una capa de misterio y remontaba su origen a los antiguos tiempos de Salomón. De esta forma de masonería, luego derivó la "masonería humanitaria". Esta prohibía en sus logias cualquier discusión sobre religión y practicaban cada vez más ritos misteriosos.

En el transcurso de los siglos se han añadido a las ya existentes costumbres secretas, otros elementos misteriosos, hindúes, teosóficos, alquimistas, mágicos y cabalísticos, de este modo sus miembros caen en toda clase de ataduras diabólicas.

Actualmente la masonería trabaja bajo la máscara filosófica, filantrópica y humanitaria. Actúa sobre el público, en forma secreta mediante diferentes sociedades que están agrupadas a las logias ("asociaciones fraternales", "círculos profesionales", "gremios"), y en parte abierta para todos como la "Liga de los Derechos Humanos", "Asociación de Profesores Laicos", "Sociedad de Libres Pensadores", "Asociación para Intelectuales", etc. La masonería también tiene muchos seguidores entre los diputados y los ministros, por medio de los cuales influye y hasta domina los gobiernos en algunos países.

Cualquier relación con la "masonería" (cuyos miembros secretos (o no) también se encuentran en iglesias y congregaciones), debe ser purificada por la sangre de Cristo.

 

Maldiciones, imprecaciones, blasfemias, perjuros, falsos testimonios:

Los espíritus satánicos de maldición, estrechamente ligados a la magia y mayormente evocados por ella, dominan hoy en día a muchas personas y frecuentemente a regiones enteras.

El maldecir es especialmente una señal de gran alejamiento de Dios (Sal. 10:3-10); en el Antiguo Pacto el que maldecía o blasfemaba era condenado a la muerte (Lev. 20:9; 24:11-16; Prov. 20:20; Mat. 15:4). También quien "escuchara hablar imprecación" y no lo denunciare "llevará su pecado" (Lev. 5:1; Prov. 29:24).

El perjuro, similar a la brujería, pone a la familia entera y a su descendencia bajo una subyugación grave y bajo la maldición, como demuestra la experiencia. Ya en el tiempo del profeta Jeremías era muy frecuente entre los judíos el juramento falso, como consecuencia de la idolatría, y a pesar de la estricta prohibición de Dios (Lev. 19:12; Deut. 19:16-20; Sal. 24:4; Jer. 5:2,7; Sof. 1:5-6; ver también el asesinato de los gabaonitas por Saúl, luego de romper el juramento: 2 S. 21:1-6).

 

 

IX. Idolatría bajo el manto de ciencia "moderna" y "cristianismo"

 

1. Radiestesia,

2. Astrología

3. Ciencia Cristiana

4. Teosofía

5. Antroposofía

 

Estas idolatrías se han propagado cada vez más en toda Europa desde la primera guerra mundial y han penetrado en todas las clases sociales, y aún en las iglesias y congregaciones. Satanás sabe utilizar de manera muy astuta los "nuevos progresos" de la ciencia. Sabe explicar de forma "enteramente científica" las viejas idolatrías paganas y "doctrinas falsas". A través de esto se dejan cegar y atrapar también muchos eruditos y hasta obreros del reino de Dios. De ahí que hoy en día es necesario estar más informado acerca del origen y la naturaleza de estos movimientos, para que con esto las personas atadas puedan ser liberadas y los demás hombres, advertidos ante esta gran astucia de Satanás.

 

1. Radiestesia, péndulo y varilla de rabdomancia: El término presuntamente científico, "radiestesia" significa: "percepción humana" de vibraciones, oscilaciones o radiaciones, que deberían emanar todos los objetos existentes.

Las supuestas vibraciones o emanaciones, se captan a través del péndulo o de la varilla rabdomántica para la búsqueda de agua y de minerales. Los radiestesistas afirman que esto tiene una base científica. Incluso hay creyentes que creen que esto es un don de Dios. ¿Qué dicen pues a esto la historia, la ciencia y la Biblia?

El péndulo, también llamado "péndulo sideral" (en griego sideros - hierro), está constituido por un peso de diversas estructuras, formas y tamaños: anillo de metal (por ejemplo: anillo matrimonial de oro); bolas de marfil, cobre, plomo, vi drio, madera, piedra, etc., las cuales se cuelgan en cadenitas, cordones, hilos o pelos. La varita rabdomántica está constituida originalmente por una ramita bifurcada de avellano, de barba de ballena o simplemente de alambre.

Bajo las supuestas radiaciones, el péndulo en la mano del radiestesista oscila y la varita golpea o gira. Estas oscilaciones y golpes, entran en acción cuando el radiestesista camina sobre aguas subterráneas, minerales y otros yacimientos.

Esta reacción parece a primera vista, ser un asunto totalmente científico.

El radiestesista moderno, no necesita estar en el lugar del suceso, como el rabdomántico antiguo, pues ahora de un momento a otro, sus brazos se han convertido en las "antenas receptoras" más prodigiosas. Las mismas oscilaciones registradas sobre un mapa geográfico muestran ahora, a una distancia de miles de kilómetros, todo lo que se quiere encontrar: agua, carbón, petróleo, hierro, oro, etc.

El péndulo sirve también para dar datos exactos sobre estas aguas subterráneas, por ejemplo su cantidad, temperatura, potabilidad, etc.; sirve para encontrar objetos perdidos o enterrados, para examinar el valor de alimentos, para diagnosticar enfermedades en hombres y animales y para recetar remedios. Ayuda al campesino a determinar el abono apropiado o el mejor ganado de cría. Permite determinar el poder germinativo de la semilla, encontrar los lugares más aptos para la siembra, distinguir el sexo de los seres humanos, animales o aves antes del nacimiento. Ayuda a encontrar ladrones, homicidas, accidentados o desaparecidos; permite detectar el carácter y las habilidades de personas a grandes distancias; ayuda a localizar la posición de animales de caza, etc. Todo esto se logra con el péndulo, utilizando mapas geográficos, fotografías, manuscritos, cabellos u otras pertenencias de las personas buscadas o enfermas.

Un radiestesista moderno escribió últimamente: "Por medio de la radiestesia prácticamente ya no se conocen límites de percepción". El radiestesista hoy en día es un "multihombre" que pretende verlo todo, saberlo todo, investigarlo todo y dado el caso, serlo todo: geólogo, ingeniero, químico, médico, homeópata, agricultor, detective, psicólogo, etc. También muchos hombres sinceros pero crédulos de estas profesiones, sacerdotes y hasta teólogos, se dejan seducir y usan el péndulo sin antes informarse en instituciones de investigación competentes sobre la supuesta genuinidad científica de la radiestesia o sin antes haber consultado la Biblia para ser iluminados por Dios al respecto.

Sin embargo, los radiestesistas están muy atrasados comparándolos con los monjes hindúes y los ya mencionados adoradores del diablo del Tibet, los cuales pueden hacer todo esto mucho mejor, sin péndulo o varita, sin mapa u otros objetos, ya que éstos conocen perfectamente la naturaleza de las "oscilaciones", es decir, ellos son capaces de utilizar el mundo invisible con todos sus poderes de brujería, clarividencia, etc.

Ya los antiguos pueblos orientales habían usado el péndulo (o "anillo mágico") y la varita de rabdomancia (o "varita mágica") como instrumentos de adivinación y recursos para la búsqueda de agua. Cerca de 2000 años a.C. un monumento fue elevado al emperador chino Kwang Hsu, que lo representaba con una varita mágica en la mano y una inscripción, alabándolo por sus éxitos logrados por medio de la misma. Aún hoy en día la "geomancia" domina y esclaviza por medio del llamado "Fung Schui" (viento-agua) la mente de todo el pueblo chino, y constituye juntamente con el "culto de los antepasados" el obstáculo más grande para la introducción del cristianismo. En todo tipo de obra de construcción o trabajos de excavaciones, antes de todo se debe consultar al "geomántico" para no caer en conflicto con el espíritu del "Fung Schui", y con el "dragón" por medio de las "radiaciones terrestres" provenientes de aguas subterráneas; de lo contrario la desgracia podría caer sobre la propia familia y toda la región.

El dios griego de los comerciantes, Mercurio (Hermes, originalmente dios de la naturaleza y los pastores, después dios de la minería, y también acompañante de los espíritus de los muertos hacia el más allá) es asimismo representado con la varita en la mano. Los griegos denominaron la práctica con la varita "rhabdo manteía" (adivinación por medio de la varita). Los etruscos y los romanos también representaron una divinidad con varita, y los ejércitos romanos llevaron los instrumentos de adivinación a todos los países.

La varita rabdomántica y el péndulo fueron utilizados, a través de todos los tiempos, como medios de comunicación con el mundo extrasensorial, los espíritus y especialmente con fines de adivinación. A causa de esto Dios advirtió al pueblo del Antiguo Pacto y anunció juicios: "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (porque no quiso aprender). Por cuanto desechaste el conocimiento (la Palabra de Dios)... Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta y el leño le responde (Biblia de Jerusalén: "su palo le adoctrina" - esto alude específicamente a la rabdomancia); porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar (Oseas 4:6,12). Según la Biblia, Dios rechaza y prohibe severamente la consulta de la varita rabdomántica y el péndulo como medios de adivinación (vea también: Lev. 19:31; 20:27; 1 Cr. 10:13-14; Is. 8:19; 44:25; Mi. 3:7). Detrás de estos instrumentos, por lo tanto se encuentran espíritus de adivinación y poderes demoníacos, los cuales respon den a las personas que les interrogan, simulando las supuestas "radiaciones". Los espíritus de mentira saben utilizar todos los medios para conducir a las personas bajo su influencia y finalmente bajo su dominio total.

Es sabido que también los médium espiritistas utilizan el mismo péndulo como medio de comunicación con los espíritus de los muertos, los espíritus demoníacos, al igual que los golpes en una mesa, el aparato de escritura espiritista o como las cartas y los horóscopos de los adivinos, etc. Radiestesistas sinceros admitieron que por medio del uso del péndulo se introducen a través del subconsciente, espíritus inmundos en los seres humanos y hasta pueden conducirlos a la posesión demoníaca.

Conociendo el origen y la naturaleza de la varita rabdomántica y del péndulo es comprensible por qué no todas las personas son sensibles a las supuestas "oscilaciones" o por qué no tienen "mediunidad". Aquellas que se encuentran bajo la influencia de las fuerzas ocultas (por haber practicado conscientemente o no superstición, brujería, adivinación, magia, hipnotismo, magnetismo, etc.) son en primer lugar receptivas a las llamadas "radiaciones" y obtienen ciertos resultados con el uso del péndulo. Cuando los padres están ligados, a esto casi siempre los hijos nacen con este supuesto "don". Por un lado, con la práctica del péndulo son despertadas potencias escondidas del subconsciente; por el otro, el practicante se abre más y más a los espíritus invisibles, los cuales penetran en él por medio del subconsciente.

En sus instrucciones algunos radiestesistas exponen claramente, que para tal práctica es necesario fuerza de voluntad para la "concentración" y "fe" (es decir que la voluntad de la persona debe determinar cuáles "radiaciones" deben accionar y cuáles no). Cualquiera podría adquirir la habilidad para esto "si es que ya por naturaleza no la posee". Es una astucia de Satanás y cegamiento de los últimos tiempos cuando se sostiene que la misión de los hombres es despertar y utilizar los "poderes y dones puestos por Dios en el subconsciente".

Por consiguiente ningún cristiano queriendo obedecer la Palabra de Dios, dará su mano al enemigo haciendo uso de la varita, del péndulo o consultando a personas que trabajan con éstos. El Espíritu de Dios y el espíritu de la radiestesia se excluyen totalmente unos a otros.

También los eruditos serios de Europa los cuales han sometido la radiestesia a una cuidadosa investigación científica, advierten acerca de lo mismo, ya que no tiene ninguna base científica.

El profesor Christoph Schroder, director del Instituto para Investigación Metafísica en Berlín, declaró, después de varias semanas de experimentos con el péndulo, hechos en presencia de científicos y periodistas: "Como resultado evidente de los experimentos considero comprobado que lo que se expresa a través del péndulo es precisamente la adivinación".

Por último citaremos algunas conclusiones a las que llegó el Lic. A. Jacquerod, de la Universidad de Neuchatel (Suiza), después de muchos años de investigaciones sobre la rabdomancia:

1. "La radiestesia pretende pasar por una ciencia, con lo cual se somete a los métodos científicos y al juicio de los científicos.

2. "Por un lado menciona radiaciones, sin poder explicar su naturaleza, ni poder comprobar su verdadera existencia. Luego abandona este punto de vista y enseña que un rabdomántico también puede "trabajar" sobre mapas geográficos y fotografías, y en este caso las radiaciones son mucho menos explicables.

3. "La radiestesia apela a la creencia y a la sensibilidad, para lo misterioso y sobrenatural. Por lo tanto tiene todas las características de una ciencia oculta y como tal debe ser tratada.

4. "La radiestesia fomenta la superstición en la gente, incluso en los eruditos; representa un atraso de la civilización y un retroceso a la época de la brujería.

5. "La radiestesia ayuda a difundir el concepto equivocado, de que se puede llegar sin trabajo serio a toda clase de conocimiento. Por consiguiente si no desaparece tan pronto como todas las otras supersticiones, seguirá siendo un peligro muy serio para la civilización y para la humanidad".

 (Vea también el testimonio de H. Devaux, mencionado en la primera parte de este libro).

Tal como vimos, los testimonios de la historia, la Biblia y la ciencia concuerdan en lo siguiente: la base del péndulo y de la varita de rabdomancia son "superstición", "adivinación y actividades demoníacas".

Sin embargo más y más personas se dejan atraer y atrapar por esto, como consecuencia de la ignorancia y de la atracción de todo lo misterioso. Especialmente muchos homeópatas y curanderos y hasta algunos médicos se dejan seducir por medio de esta supuesta "ciencia" al aplicar la radiestesia en su profesión. Así llevan a innumerables personas bajo la influencia de poderes espiritistas.

Una investigación judicial en Suiza comprobó, por ejemplo, que la mayoría de los homeópatas y curanderos del cantón de Basilea, contra los cuales la asociación de médicos había levantado una acusación, determinaban las enfermedades y prescribían los remedios basándose en el péndulo y la adivinación, por el diagnóstico del iris y de la orina. La mayoría de ellos ni siquiera tenían los conocimientos mínimos de anatomía, botánica y farmacología que se exigen de cualquier enfermero o auxiliar, de tal forma que sólo uno aprobó el examen ante una comisión competente. A todos los demás les fue prohibido continuar con la práctica de su oficio. A través de este ejemplo vemos que en una sola ciudad miles de seres humanos, que buscan curación por medio de estos métodos caen inconscientemente en ataduras demoníacas.

Ultimamente en muchas ciudades, hasta se organizan asociaciones de radiestesistas. Sólo en Francia hay actualmente unos trescientos mil radiestesistas. Por esta causa, numerosas personas de todos los niveles sociales permanecen bloqueadas a la influencia del Espíritu Santo, arrastradas a otras idolatrías y finalmente atrapadas en el reino del anticristo.

Al igual que las numerosas experiencias de siervos de Dios, obtenidas al aconsejar las almas, los testimonios de ex radiestesistas confirman las raíces espiritistas y las consecuencias de la radiestesia para la vida espiritual. Por eso quien haya tenido directa o indirectamente contacto con dicha práctica, o quien haya usado o tomado remedios recetados con el péndulo, debe renunciar todo esto en el nombre de Jesús y advertir al prójimo con verdadero amor acerca de esta astucia de Satanás y sus consecuencias.

 

2. Astrología:

La astrología, junto a la radiestesia, es uno de los medios más peligrosos que usa Satanás para cegar hoy a los pueblos cristianos de occidente; bajo el disfraz de ciencia, busca dominarlos cada vez más. La astrología, es el arte de predecir el futuro y el destino de los individuos y de los pueblos, por medio de la interpretación de la posición de los astros y sus supuestos efectos sobre la vida humana. Se basa en la antigua creencia pagana, de que todo suceso terrenal, especialmente el destino del ser humano, depende totalmente de los cuerpos celestes; la posición de los mismos, en el momento del nacimiento de un niño, es supuestamente decisiva y determina de antemano el curso de su vida.

El procedimiento de los astrólogos, consiste en elaborar una carta zodiacal de los astros de acuerdo con la hora y día de nacimiento, conteniendo los doce signos del zodíaco, los planetas y sus correspondientes "sistemas de casas y campos de fuerzas"; de esta manera se confecciona el "horóscopo". Sin embargo estas divisiones astrológicas y sus interpretaciones carecen de toda base científica; simplemente han sido adoptadas de los antiguos astrólogos caldeos.

Todos los cuerpos celestes quedan relacionados con el carácter del individuo, con los acontecimientos personales y su medio ambiente. Así, de acuerdo a determinadas reglas de interpretación, se puede -presuntamente - conocer el destino.

A pesar de que la astrología sostiene, que la interpretación de los cuerpos celestes es científica, es rechazada y públicamente combatida como absolutamente no científica o directamente como "ciencia oculta", por los eruditos, quienes investigan seriamente la "astronomía", verdadera "ciencia de los astros". En su origen y en su esencia la "interpretación de las estrellas" es idólatra y demoníaca. Según indican los escritos cuneiformes que se hallaron, la astrología fue practicada ya por los sumerios dos mil años antes de Cristo; más tarde llegó a su apogeo entre de los babilonios, asirios, egipcios y finalmente por medio de Roma se propagó por toda Europa. De acuerdo con la creencia oriental acerca de los astros, la estrella que asciende en el día del nacimiento, tenía (como el llamado "dios del nacimiento") la habilidad y el poder de dominar la vida, el carácter y el cuerpo del recién nacido, hasta en los últimos detalles. Por eso Dios advirtió seriamente a su pueblo (por medio de Moisés), bajo pena de muerte, de no alzar los ojos al cielo para adorar al sol, la luna y las estrellas y a todo el "ejército del cielo", y sirviendo con esto a otros dioses (Deut. 4:19; 17:2-5). De forma significativa Dios creó los cuerpos celestes, recién en el cuarto día de la creación, después de haber creado la tierra, a fin de "separar el día de la noche" y para que sirvan como señales para las estaciones, días y años" (Gén. 1:14). Así se acentúa la superioridad de la tierra sobre las estrellas, donde el hijo del Hombre descendió para conducir a los hombres a través de la cruz, a su posición superior a los ángeles, como Dios lo había establecido.

Las estrellas también deben alabar a Dios y anunciar su gloria y grandeza (Sal. 8:3; 19:1; 148:3; Job 9:7-10; 22:12; 1. Cor. 15:41); deben comprobar su sabiduría, su capacidad, y su gran poder (Sal. 147:4; Is. 40:26), y fortalecer al hombre en su fe en el único Dios y Creador, y en sus promesas (Gén. 15:5; Deut. 1:10; 10:22; Neh. 9:23; Jer. 33:22). También sirven como símbolos de personalidades especiales o caídas y de Jesucristo (Dan. 12:3; Gén. 37:9; Num. 24:17; Apoc. 1:16,20; 12:4; Dn. 8:10; Is. 14:13; Abd. 4; Jud. 13; Ap. 22:16) y como señales de los juicios de Dios (Is. 13:10; Ez. 32:7-8; Jl. 2:10,31; Mat. 24:29; Apoc. 8:10-11). Sin embargo los creyentes no deben temer a las señales del cielo así como lo hacen los paganos (Jer. 10:2).

Dios castiga, toda otra forma de observar los cuerpos celestes, por considerarla idólatra y blasfema, tal como Job lo testifica en sus padecimientos de purificación y prueba: "¿Acaso, al ver el sol, como brillaba y la luna que marchaba radiante, mi corazón en secreto, se dejó seducir y mi boca besaba mi mano? También hubiera sido una falta criminal, por haber renegado del Dios de lo alto" (Job 31:26-28, Biblia de Jerusalén).

La adivinación por medio de los astros aleja a los hombres de esta línea divina, poniendo las estrellas por sobre el único Dios Creador y sus criaturas. Inspira a los pueblos un temor supersticioso y los hace depender de las influencias astrales, las cuales los paganos representaban a través de dioses, a quienes ofrecían sacrificios para obtener su benevolencia.

Los sacerdotes de los pueblos paganos, se servían de la astrología para influir a los reyes y a los hombres. También los reyes de Israel, a pesar de las rigurosas prohibiciones de parte de Dios, se dejaron seducir frecuentemente para introducir cultos idólatras a los astros y astrólogos. Las consecuencias de esta infidelidad llevaron tanto a los reyes como al pueblo a sufrir juicios cada vez más graves (2 R. 17:16; 21:3; 23:4-5; Jr. 19:13; Sof. 1:5; Am. 5:26; Hech. 7:43).

Terribles juicios por medio de fuego son anunciados a "Babel" y a todos los que consultan las estrellas: "Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama" (Is. 47:9, 12-15; Apoc. 18:2-3).

Si bien la Astrología fue combatida y rechazada por el cristianismo, tuvo un nuevo auge especialmente en Francia, durante el siglo XVI, donde hasta el rey mantenía un astrólogo en su corte, exactamente como lo hacían los reyes paganos de la antigüedad (Dn. 2:2). Pero aconteció recientemente, después de las dos últimas guerras mundiales, que a consecuencia de la decadencia espiritual y moral de los pueblos, la Astrología se extendió por Europa de un modo impresionante (el mismo incremento se puede observar en las demás regiones occidentales). Actualmente la mayor parte de los diarios y revistas publican una columna astrológica, que es leída regularmente por millones de personas, sobre las cuales tiene conscientemente o no una influencia diabólica.

En esto la Astrología se hace pasar como "ciencia moderna", basándose en los "últimos resultados de investigaciones sobre las radiaciones" o plantea afirmaciones filosóficas, según las cuales los signos del zodíaco y los planetas tienen influencias sicológicas sobre las personas.

Otros astrólogos reconocen que su arte no es una ciencia, sino una doctrina sobrenatural o un concepto ideológico, que es necesario creer aún sin comprenderlo. Así, la Astrología está en absoluta contradicción con la fe bíblica; es una religión pagana y anticristiana, detrás de la cual se encuentra evidentemente un "espíritu de adivinación".

Por eso, quien haya entrado en contacto con la Astrología, ya sea por medio del horóscopo y otras prácticas o consultas, debe purificarse por la sangre del Salvador y separarse de este espíritu de adivinación en el nombre de Jesús.

 

3. Ciencia cristiana

La terrible credulidad con la cual un número incalculable de personas está creyendo en el "poder, señales y prodigios mentirosos" de Satanás (2 Tes. 2:9-12) difundidos por medio de la llamada "Ciencia Cristiana", especialmente en los países cristianos, demuestra el punto de madurez para el juicio al que la humanidad ha llegado.

Esta nueva doctrina "descubierta" y fundada en 1866 por la norteamericana Mary Baker-Eddy, tiene del verdadero cristianismo y de la ciencia sería, sólo el nombre. En realidad es una doctrina pagana, antibíblica y anticristiana, de procedencia demoníaca.

Su atracción consiste en primer lugar en la promesa de curar todas las enfermedades. La causa para el "descubrimiento" de esta doctrina, fue supuestamente la curación milagrosa y súbita de la fundadora. Es de notar que ella ya había sido curada algunos años antes, por medio del magnetismo, por el relojero Quimby, quien estaba persuadido de que la enfermedad no existía, sino que era producida por un falso modo de pensar, y que en consecuencia, esta debía ser curada por vías mentales o espirituales.

La Ciencia Cristiana pretende adoptar la Biblia como guía para la vida eterna y como base para sus sanidades. Pero pone su libro doctrinal "Ciencia y Salud con Clave para las Sagradas Escrituras" como libro santo, infalible y superior a la Biblia, de la cual falsifica el contenido (2 P. 3:16-17). Este libro doctrinal pretende ser "inspirado" y tener valor canónico para todos los "cientistas"; no tolera ninguna interpretación personal o modificación alguna.

Niega que Dios es una persona, afirmando que es sólo un "principio divino", niega la caída del hombre en el Edén, niega a Jesucristo como Hijo de Dios ("Jesús no es el Cristo, sino el hombre más científico" y "el primer cientista"). Niega también su muerte y su resurrección corporal ("Jesús no estuvo muerto, solamente sus discípulos lo creyeron muerto"), sus sufrimientos y su muerte eran sólo apariencia. El Espíritu Santo, el Consolador, no es otra cosa sino "ciencia divina".

La Ciencia Cristiana afirma con insolencia que "no existe ni el cuerpo ni la materia, ni el pecado, ni la enfermedad, ni la muerte, no hay espíritus buenos o malos, ni un diablo personificado, ni lo bueno ni lo malo", todo esto sólo "es mentira, error inconsciente, engaño e ilusión", pues "el hombre es inepto para el pecado, la enfermedad y la muerte", ya que es totalmente uno con el eterno Dios-Espíritu, el cual es el todo en todo.

Para ser liberados del pecado y las enfermedades se necesita sólo pensar "correctamente" sobre ellos, considerándolos simplemente como "nada"; así desaparecen. Este método podría ser adecuado en casos de enfermos psicosomáticos o ciertas enfermedades nerviosas, pero no para enfermos graves o pecadores cargados y acusados por su conciencia.

Según esta doctrina, la oración a un Dios personal es un impedimento y debe ser sustituida por un "modo de pensar" por medio del cual uno se entrega a lo espiritual y se libra de falsas ideas, con el fin de ignorar la enfermedad. Por medio de la concentración de pensamientos, hasta se pueden curar enfermedades a distancia (de ahí los "sanadores por pensamiento", llamados por el pueblo falsamente "sanadores por oración", lo cual no se debe confundir con la oración bíblica de fe por los enfermos según Santiago 5:14-15).

Un examen detenido de la ciencia cristiana, pone en evidencia una mezcla de conceptos ateos, hindúes, teosóficos, modernistas, racionalistas y contradictorios. Es un foco de idolatría anticristiana, disfrazada de cristiana y moderna, de la cual es necesario guardarse y advertir enfáticamente.

 

4. Teosofía: ("sabiduría de Dios")

Tal como la ciencia cristiana, la teosofía fue fundada en Norteamérica en 1875 por la Sra. H. Russin de Blawetzky juntamente con el espiritista Olcott. Ella misma anteriormente fue espiritista, e incluso vivió algún tiempo en la India. Allí tuvo contacto con videntes, sacerdotes brahamanes y budistas, y éstos le dieron la base para este nuevo sistema filosófico.

La "teosofía" no tiene ni lo más mínimo en común con la verdadera sabiduría de Dios (1 Co. 2:6-13). Enseña que Dios no es un ser personal, sino solamente el "alma del mundo" y que el hombre, llega a ser consciente de esto conociéndose a sí mismo. Por lo tanto el ser humano es "Dios", eterno y omnisciente, encontrando la verdad sólo en su interior, despertando y educando sus cualidades divinas por medio de la "visión eterna". Cada hombre tendría cierto don de visión o "videncia", que debe ser despertado y desarrollado por medio de la autodisciplina y el entrenamiento de las fuerzas psíquicas.

La teosofía sostiene que logra el conocimiento de Dios, quien en su más interna naturaleza llega a la unidad con Dios. Tal como la doctrina hindú de la transmigración del alma, sostiene que el espíritu del hombre después de la muerte va primero a un lugar de reposo (ya que no existe el infierno) y luego vuelve a la tierra en un nuevo cuerpo humano. Este ciclo continúa, hasta que el alma esté totalmente purificada, perfeccionada y hasta que se reconozca como Dios, volviendo finalmente, como parte de él, en sí mismo. De esta manera, el hombre en su orgullo pretende ser Dios.

Por medio de esta doctrina habla el "padre de la mentira": "El día que comáis de él (del árbol de la ciencia del bien y del mal) serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios". Esta doctrina anticristiana del "endiosamiento del hombre" niega naturalmente en su totalidad la caída en el pecado y la necesidad de la liberación bíblica a través de Jesucristo en la cruz.

 

5. Antroposofía: (ciencia del hombre)

La "antroposofía" es una rama de la teosofía moderna, fundada en Suiza en 1913 por el Dr. Rudolf Steiner, después de su retiro de la "Sociedad Teosófica". A pesar de su pretendida separación de la teosofía, la antroposofía conserva la misma base espiritual y tiene mucho en común con aquélla, aún cuando aparenta ser más cristiana. La elección del hombre, indica que la antroposofía pretende investigar la naturaleza humana y no dar una doctrina de Dios.

Proponiendo ciertos ejercicios mentales (concentración y meditación), que sirven primero para dominar el pensamiento, el sentir y la voluntad, quiere conducir a los hombres a conocer las profundidades de la naturaleza humana y a avivar las "facultades ocultas" del subconsciente. Mediante el don de la "videncia", el hombre recibe la "visión del mundo sobrenatural", conocimiento sobre sus formas anteriores de vida en la tierra y nociones sobre el origen, desarrollo e historia del cosmos entero. Tal conocimiento sería guiado por los "príncipes espirituales" tales como Júpiter, Saturno, etc. Nuestro Señor Jesucristo es puesto como "príncipe del Sol" en el mismo nivel de estos príncipes espirituales, es decir, considerado un dios más junto a otros dioses.

El hombre tiene que redimirse por sí mismo. El camino bíblico de Salvación "por fe" (a causa de la caída en el pecado) es sustituido por el camino de la "visión" (ya Eva lo intentó y cayó). La doctrina de la reencarnación (suponiendo, que la misma persona vuelve a nacer en otros cuerpos humanos repetidas veces) quita al hombre toda esperanza y consuelo con respecto a la vida eterna. Esto hace confiar en una vida terrenal futura; así el hombre se olvida de la importancia de tomar la decisión por Jesucristo en este lapso de vida único e irrepetible.

Si bien esta doctrina representa una mezcla siniestra de conceptos hindúes, gnósticos, espiritistas, ocultistas y cristianos, la antroposofía, tal como la teosofía moderna, encuentran muchos adeptos entre los eruditos y aún entre los teólogos. Algunas personas, entran inconscientemente en relación con ella aplicando remedios homeopáticos preparados sobre principios teosóficos o antroposóficos. También aquí es necesario la purificación mediante la sangre de Jesucristo.

 

Conclusión

Todos estos movimientos modernos, pecados de idolatría, supersticiones, etc., ya señalados en este libro y tan ampliamente difundidos por todas partes, aparecen disfrazados de religión o de ciencia. Sin embargo, tienen como hemos visto, un origen demoníaco. Esto no debe sorprendernos, pues ya el Apóstol Pablo escribe, en 1 Ti. 4:1-7, que en estos últimos tiempos en que vivimos, iban a surgir "muchos espíritus engañadores y doctrinas de demonios".

Estos espíritus de mentira, actúan como "ángeles de luz" utilizando el manto cristiano y produciendo sólo luz falsa, para cegar así, "el entendimiento de los incrédulos" (2 Cor. 4:4), corrompiéndolos y desviándolos de la verdadera fe (2 Tim. 3:7-9).

Por medio de este avivamiento del espiritismo, las doctrinas orientales, etc., los demonios y toda clase de espíritus de mentira tienen el campo de acción allanado para producir una red tupida de hilos toscos y finos alrededor de la gente. Así Satanás puede atrapar personas de todos los niveles sociales y prepararlas para aceptar el dominio mundial del Anticristo venidero.

No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad" (Ef. 6:12).

Sólo quien esté basado en toda la Palabra de Dios, refugiándose sólo en Jesucristo como su único Salvador, será salvo por fe en la redención consumada en la cruz. De este modo y únicamente así, permanecerá guardado en Cristo "de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero" (Apoc. 3:10).

Por esto es necesario reconocer toda desobediencia hacia Dios y Su Palabra, sea hechicería, idolatría o cualquier otro pecado que el Espíritu Santo haya demostrado, a través del estudio del presente libro. Habiéndolos reconocido, debemos confesarlos ante Dios de una manera completa.

También esperamos que usted, apreciado lector, haya entendido que cualquier incredulidad hacia la Palabra de Dios es un terrible poder demoníaco y atadura satánica, la cual separa al hombre de Dios obligándole a servir al Diablo y a hacer sus obras, sea conscientemente o no (Juan 8:41-44; 16:7-9).

Por estas razones ¡venga inmediatamente a Jesús! El le purificará por medio de Su sangre preciosa, derramada en la Cruz, de toda incredulidad y desobediencia, destruyendo todas las ataduras satánicas. Confiese a El, con humillación profunda y un corazón sincero, todos los pecados de abominación que el Espíritu Santo le haya revelado. Levante su mirada con una fe como la de un niño hacia la Cruz del Gólgota: allí Jesús ha pagado todos sus pecados y vencido todas las potencias de las tinieblas. Agradezca también al Señor, por la completa liberación que El ha logrado para Ud. por toda la eternidad. Alégrese todo tiempo en El. ¡Porque el Señor viene pronto!

¡Amén! ¡Sí, ven Señor Jesús! (Apoc. 22:20).

 

Nota:

Agradeceremos a los lectores que nos escriban si encuentran errores en este libro, si quieren compartir experiencias propias o si tienen ejemplos para agregar para la ampliación de la próxima edición de este libro:
info@lavozdelosmartires.com.ar

 

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