Respetar al código de tránsito

 

 

Respetar al código de tránsito

(Jesús dijo:) Mirad, pues, cómo oís (Lucas 8:18). 

Venid, oíd, todos los que teméis a Dios (Salmo 66:16).

 

La palabra “conversión” significa “cambio de dirección”. Cuando nos convertimos a Jesucristo, es decir, cuando lo aceptamos como Señor y Salvador, cambiamos de camino con el fin de encaminarnos en una dirección radicalmente opuesta a la que estábamos siguiendo y la cual nos conducía a la perdición. Jesús da vida nueva a quienes creen en Él, y en toda la vida Él nos anima y nos guía para siempre.

 

¡Sin embargo, el creyente no se encuentra sentado en un tren directo! Más bien, nos encontramos al volante de un auto, en una carretera con encrucijadas, obstáculos, niebla y, a veces, hielo negro inesperado.

 

Afortunadamente, Dios coloca señales para informarnos. Allí encontramos prohibiciones formales, rutas recomendadas o incluso advertencias que indican peligro. Y si, a veces es difícil distinguir estas indicaciones, a causa de la niebla de nuestros propios pensamientos, Dios nos da la ayuda necesaria. Por eso detengámonos para leer la Biblia, que nos enseña a reconocer estas “señales” y tomarlas en serio. El Espíritu Santo llamará nuestra atención hacia ellos cuando los perdamos de vista. Oremos y clamemos siempre a nuestro Dios: “Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás” (Salmo 31:3).

 

¿Queremos agradar a Dios? Evitemos los desvíos largos e innecesarios y evitemos pasar por lugares peligrosos. Escuchemos la voz de nuestro guía, él nos conducirá con cuidado hacia la meta, sin demora ni prisa, y nos llevará sanos y salvos al destino a pesar de todas las dificultades del camino.

 

Fuente: La Buena Semilla, fr., 7.2. 2025; Redacción: VM-Ar, 114.2.2025

 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por Él.

 

El que en Él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya es condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

 

(Juan 3:16-18).

 

Hermanos y amigos, la Misión La Voz de los Mártires – Argentina, te invita a compartir esta reflexión con tus familiares y amigos, especialmente con los que todavía no conocen a nuestro Señor Jesucristo, para que ellos también puedan conocer el único camino que nos lleva a la vida eterna que Dios nos ha preparado de manera absolutamente gratuita.

 

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