Las
inescrutables riquezas de Cristo
Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si
es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados (Romanos 8:17).
A mí, que soy
menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de
anunciar entre los gentiles el evangelio
de las inescrutables riquezas de Cristo (Efesios 3:8).
La
palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros (Colosenses 3:16).
Un hombre pobre recibe una herencia inesperada. Un tío suyo sin hijos murió repentinamente,
y resulta que este hombre es el único heredero. Y aquí, sorpresivamente, posee
un castillo, rodeado por un área grande. ¡Es ahora un hombre rico!
Tiene que tomar posesión de esta propiedad. Pero, intimidado, no puede
decidirse a ocupar el castillo. Se instaló con su familia en la casa del
sirviente responsable del mantenimiento del parque. El notario viene a
visitarlo. Asombrado, exclama: "Pero, señor, ¡vaya a instalarse en el
castillo"! Luego el notario le mostró el documento que prueba que toda
esta espléndida propiedad le pertenece a él. ¡Qué pena que alguien, al poseer
un castillo, se conforme con una carcasa estrecha e incómoda!
Al recibir a Jesús por la fe, nos convertimos en hijos de Dios y herederos de
las riquezas de Dios – así lo confirman las citas arriba. Pero nuestra vida
cristiana es a menudo pobre y estrecha. Apenas nos conformamos con ser salvos,
sin participar activamente en la toma de posesión de las riquezas que Jesús nos
ofrece: el perdón de nuestros pecados, la gracia permanente de Dios, el
conocimiento del Padre, el acceso a él a través de la oración, la liberación del
poder del pecado, la esperanza de la vida eterna (Heb.
6:11), la posibilidad de compartir la gloria del Hijo de Dios, y todo el gozo y
El “documento" por el cual llegamos a ser conscientes de nuestros “derechos”,
es la Palabra de Dios. ¡Leámosla atentamente y cada día, y sabremos cuán ricos somos!
Fuente: La Buena Semilla;
Redacción: VM-Ar
Notemos que,
aparte de las grandiosas promesas y riquezas que poseemos, conforme a la primera
cita bíblica, no estamos eximidos de padecimientos - o sea persecución - a causa de nuestra fe bíblica. Asimismo notemos el
ejemplo de Pablo en la segunda cita, quien siendo de hecho una eminencia, se
considera como el más pequeño de los santos. AP
Si quieres saber cómo obtener
O si seriamente te preocupa este asunto,
puedes escribirnos: info(arroba)lavozdelosmartires.com.ar